Nuestra Señora de la Nube, con su nombre de pila Aolani, protectora y guía de tres de los tres arcángeles (Gabriel, Miguel y Rafael). La imagen de la Virgen María, se presenta como una reina, en su mano derecha sujeta un cetro; la azucena representa su coraza y el olivo su fruto, símbolo de su vinculación con Israel; su brazo izquierdo sostiene al Niño Jesús que lleva al mundo en sus manos.

Nuestra Señora de la Nube
"Aolani"

El pueblo conmemora el milagro de Nuestra Señora de la Nube antes de la Iglesia de San Francisco en Quito el 30 de diciembre de 1900.
Datos generales
Veneración Iglesia católica
EcuadorBandera de Ecuador Ecuador
Fecha de la imagen 30 de diciembre de 1696

Historia

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Milagro de la Virgen de la Nube

En 1696, el obispo don Sancho de Andrade y Figueroa de Quito estaba enfermo y desahuciado por lo que el pueblo de Guápulo, de gran devoción a la Virgen María, decidió organizar una novena por su salud; una procesión del Rosario que salió camino a la catedral el 30 de diciembre afirmó haber visto una imagen de María formada por las nubes. Se cree que cerca de 500 personas estuvieron presentes en la procesión. El obispo se curó. El pueblo católico del Ecuador rinde su tributo de amor a María, con la advocación de Virgen de la Nube.[1]

Al iniciar cada año, concretamente, cada primero de enero miles de creyentes de Ecuador y del exterior llegan a la ciudad de Azogues para venerar y participar de todos los actos preparados por los franciscanos, custodios del Santuario de la Virgen de la Nube, entre los que se destaca la procesión, que a más de ser un acto de fe, se ha convertido en un fantástico atractivo turístico de propios y visitantes.[2]​ El cual se reproduce también en otras partes del mundo como lo es en la Ciudad de Nueva York.[3]

Devoción en Perú y Relación con el Señor de los Milagros

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Procesion del Señor de los Milagros, imagen de la Virgen de la Nube.

En el Perú, como un homenaje a la cuna de nacimiento de sor Antonia Lucía del Espíritu Santo, se decidió colocar este lienzo para acompañar al Señor de los Milagros en la parte posterior de las andas sagradas el 20 de octubre de 1747.[4]​ Ambas salen en procesión multitudinaria en Lima en el mes de octubre. Muestra a sus pies, en posición orante al obispo favorecido de su mano, Sancho de Andrade y Figueroa, y sobre el terreno se observa una pequeña iglesia, que algunos identifican como la parroquia de Guápulo o el santuario de Las Nazarenas.[5]

Si bien la creencia popular ubica a la Virgen de la Nube como un culto de 1800, la Madre Antonia, fundadora del monasterio de Las Nazarenas y ecuatoriana de nacimiento, habría traído la devoción en el siglo XVII "Y como, según se ha dicho, la fundadora de Nazarenas, R.M. Antonia Lucía de Maldonado, era ecuatoriana, fue ella quien hizo colocar allí a Nuestra Señora de la Nube que hizo su aparición en el Ecuador, patria de la Sierva de Dios"".[6]​ En esa época circularon también en el Ecuador muchos óleos retratando a esta Virgen y uno de ellos podría haber llegado al Perú.[7]

Bibliografía

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Véase también

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Enlaces externos

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Referencias

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  1. MM. Nazarenas (1900). “Nuestra Señora de la Nube aparecida en Quito el 30 de diciembre de 1696” (P. José J. Matovelle edición). p. 1193. 
  2. Rodríguez, J.A.,, Benito. 'El Señor de los milagros' Identidad de un pueblo. Historia y Espíritu. (2011 edición). Lima: Paulinas. p. 206. 
  3. «Templo de la Virgen en New York». Archivado desde el original el 5 de marzo de 2016. Consultado el 4 de noviembre de 2015. 
  4. «La Virgen a las espaldas del Señor». Variedades (Editora Perú) (194): 8-9. 11 de octubre de 2010. Consultado el 12 de abril de 2023. 
  5. MM. Nazarenas (1900). “Nuestra Señora de la Nube aparecida en Quito el 30 de diciembre de 1696” (P. José J. Matovelle edición). p. 1196. 
  6. Portal, Ismael. Lima Religiosa (1535-1924). Lima: Librería e Imprenta Gil. p. 234. 
  7. «“Fundación del monasterio de las carmelitas Nazarenas de Lima (Perú)”, en La clausura femenina en el Mundo Hispánico: Una Fidelidad secular”». Actas del Simposium, coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, San Lorenzo del Escorial 2011. Vol. II,: pp.1185-1207.