Diferencia entre revisiones de «Luis Pardo Novoa»

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Su abuelo se encargó de su educación, después de haber cursado los primeros años de estudio en Chiquián lo envió a [[Lima]] para seguir estudios secundarios en el [[Colegio Nuestra Señora de Guadalupe]]. Al alcanzar la mayoría de edad asume el control de la hacienda Pancal. A diferencia de los grandes terratenientes que explotaban a sus criados, él hacía cumplir los derechos de igualdad, retribuyendo su trabajo. Los días de descanso solía reunir a sus trabajadores para enseñarles a leer y escribir, orientándoles reglas de urbanidad, como la puntualidad, orden y limpieza.
 
A los 17 años contrajo matrimonio con Julia Ramírez con quien no tuvo hijos y se separaron años después. Cerca a los 25 años, cuentan que se enamoró perdidamente de Zoila Tapia, una joven pastora, que él llamaba cariñosamente '''"Andarita"''' (nombre de una flor silvestre que crece en noroeste de Perú) y formó vida conyugal con ella. Pero su felicidad no duró mucho: Zoila falleció al dar a luz a su hijo, quien murió poco después. Estos hechos marcarían profundamente a Luis Pardo, hundiéndolo en la depresión.
 
En ese tiempo ya integraba las filas de los Montoneros de [[Andrés Avelino Cáceres]]. Cerca de Barranca, el grupo tuvo un sangriento combate con los soldados de [[Nicolás de Piérola]], siendo derrotados y tomados prisioneros. Luis Pardo, huyó de la cárcel y desde ese momento fue constantemente perseguido por la justicia. Se enfrentó innumerables veces a la fuerza pública, en incursiones que dejaron varias muertes y con lo que se le declaró abiertamente como un bandolero.
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Luis Pardo se convirtió para los pobladores en un justiciero que se había rebelado contra la tiranía y la injusticia institucionalizadas, defendiéndolos de los abusos y atropellos de los poderosos ante la imposibilidad de contar con una justicia sorda y corrompida. Es así que muchos simpatizantes se unieron a él, formando una banda que lo acompañaba en sus incursiones por las serranías de Ancash y Lima.
 
Las historias de sus correrías tuvieron lugar a fines del siglo XIX e inicios del XX y han sido contadas por los pobladores en distintas versiones, pero todos concuerdan que fue un hombre solidario, generoso, y con un alto sentido de justicia frente a la opresión y al descontento social, un excelente jinete, y hábil tirador y un empedernido mujeriego. También contaban que frecuentemente lo veían escribir poemas y canciones porque era un amante de la lectura y de la música.
 
La aparición de Luís Pardo Novoa, motivó el temor entre los hacendados y mineros. Bastaba la más ligera indicación de que en tal hacienda se hubiera cometido un abuso contra algún indígena, para que Luís Pardo y su “banda” se hicieran presentes, conminándolos a dar trato justo a los trabajadores. Muchos de los defendidos se unieron a su "banda" y juntos atacaban a sus opresores, a quienes imponía cupos, que luego - según cuentan - distribuía entre los más necesitados. La fama de Luis Pardo como revolucionario y justiciero social se extendió y en los pueblos lo veían como un protector de pobres y desamparados.