Diferencia entre revisiones de «José Calvo Sotelo»

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El 12 de julio de 1936, asesinan a José Castillo. Auxiliado por el periodista Juan de Dios Fernández Cruz, que casualmente pasaba por el lugar, es trasladado a una casa de socorro cercana donde ingresa cadáver. La diputada [[Clara Campoamor]] no consideró especial dicho asesinato, al que calificó como un episodio más en la lucha entre radicales que actuaban al margen de la ley.<ref>Clara Campoamor: ''La Revolución española vista por una republicana'', 1937, p. 53.</ref> Sí consideró importante que para vengar su muerte los compañeros de Castillo asesinasen al jefe de una minoría parlamentaria, algo que hasta entonces no había ocurrido durante la Segunda República.
 
AlgunosEl compañeroscuerpo de José Castillo fue trasladado a la Dirección General de Seguridad, comosituada [[Fernandojunto Condés]]al cuartel de Asalto de Pontejos, jurarondonde vengarseprestaba ysus organizaronservicios. unAllí grupose confue elconcentrando propósito,gran cantidad de amigos del finado que presionaron al parecerMinistro de la Gobernación para que se encarcelase a todos los derechistas que pudieran ser sospechosos. Con tal cometido salieron de Pontejos numerosas camionetas de Guardias de Asalto, la última de matarlas cuáles, la número 17, partió al lídermando del capitán de la Guardia Civil [[CEDAFernando Condés]]. [[JoséCondés, Maríaexpulsado Gil-Robles]]en su día del cuerpo por haber participado en la revolución socialista de 1934 y reincorporado tras el triunfo del Frente Popular, era amigo de Castillo, instructor de la Motorizada, y miembro de la UMRA. En unala misma camioneta, y junto a algunos guardias de Asalto, subieron media docena de militantes del PSOE, en su mayoría pertenecientes a la Motorizada, milicia paramilitar de los socialistas madrileños, que no se había integrado en las Juventudes Socialistas Unificadas, y que estaba alineada con el sector de Prieto, a quien daba servicio de escolta. <ref>Dos de los socialistas que marchaban en la camioneta eran [[Francisco Ordóñez]] y [[Santiago Garcés]], “individuos de la absoluta confianza de Indalecio Prieto, a cuya escolta particular pertenecían” (según declaración de del Rey) ocuparon cargos de gran responsabilidad durante la guerra, pues Garcés fue jefe nacional del SIM (Servicio de Información Militar) y Ordóñez jefe del Servicio de Informaciones del Estado, que tenía a su cargo las labores de espionaje y contraespionaje.</ref> {{cita_requerida}}Se unieron también varios miembros del servicio de vigilancias políticas, de quienes tan sólo sabemos con seguridad el nombre del José del Rey, escolta de la diputada socialista [[Margarita Nelken]].
 
Según todos los supervivientes de la camioneta número 17 interrogados después de la guerra, ésta marchó directamente a casa de Calvo Sotelo, sin efectuar ninguna parada en el camino. Aunque esa misma noche efectivos de Asalto se presentaron en casa de Gil-Robles, al que no pudieron detener por encontrarse en Francia, parece razonable suponer, como hizo el jefe de la CEDA, que se trataba de misiones distintas. Al llegar al domicilio del líder del Bloque Condés encargó a varios guardias y paisanos que vigilasen los alrededores, y seguido por algunos otros penetró en el edificio tras identificarse ante los dos guardias de seguridad encargados de la protección nocturna de Calvo Sotelo.
AlCon noel encontrarpretexto ade Gil-Roblesefectuar enun su domicilioregistro, sey encaminaronamparados alen dela José Calvo Sotelo, lídercondición de [[Renovaciónagentes Española]],del dondeGobierno Condés encargó ade varios guardiasde y paisanoslos que vigilasenintegraban losel alrededoresgrupo, Condés y seguido por algunos otros penetrópenetraron en el edificio con una orden de detención falsacasa del diputado monárquico, a quien pidieron les acompañase a la Dirección General de Seguridad. SuAl hijaver Enriqueta, describió una minuciosa y emotiva relaciónque de losnada hechos,servían narrandosus lanegativas inicial oposición a la detencióniniciales (“¿Detenido? ¿Pero por qué?; ¿y mi inmunidad parlamentaria? ¿Y la inviolabilidad de domicilio? ¡Soy Diputado y me protege la Constitución!”) yCalvo de como finalmenteSotelo optó por acompañar a lossus guardiasasesinos sin oponer resistencia, entresin que las reiteradas peticiones de su esposa desirvieran quepara noconmover sea losus llevasencaptores.<ref>Una minuciosa y emotiva relación de los hechos acontecidos en el domicilio de Calvo Sotelo, debida a la pluma de su hija Enriqueta, puede verse en Bullón de Mendoza: ''José Calvo Sotelo'', pp. 677-681.</ref>
 
De lo ocurrido a partir del momento en que Calvo Sotelo entró en la camioneta existe el relato de un testigo presencial, el guardia de Asalto Aniceto Castro, en el proceso extraordinario incoado bajo el régimen franquista, que se colocó al lado de Calvo Sotelo:
El guardia de Asalto Aniceto Castro declaró a los tribunales franquistas de la Causa General, el 15 de junio de 1939, a solo dos meses y medio de finalizar la guerra, ser testigo presencial del asesinato, ya que estaría junto a Calvo Sotelo en el cuarto banco de la camioneta. Aniceto afirmó que delante iban sentados el chofer, el Capitán Condes y José del Rey, y que detrás de ellos iría ‘el pistolero’, que sería Luis Cuenca, quien efectuaría un disparo a Calvo Sotelo en la nuca, tras lo cual le dispararía una segunda vez. Aniceto afirmó que Condes y José del Rey se miraron sonrientes mientras Luís Cuenca exclamaba que ya había caído ‘uno de los de Castillo’. Aseguró que lo llevaron al Cementerio del Este y que lo dejaron dentro del recinto, bajo los cobertizos, en una acera próxima a la puerta de entrada. Finalmente, y tras planificar el encubrimiento del asesinato, dejarían a Luís Cuenca en el cuartel de Pontejos, a donde entraría con el maletín del Sr. Calvo Sotelo y sería recibido por [[Burillo]] con un abrazo.<ref>AHN, FC, CG, caja 1500, declaración de Aniceto Castro de 15-6.1939.</ref>
 
{{cita|En el banco delantero se sentaron el chofer, el Capitán Condes y José del Rey; en el segundo, algunos paisanos y guardias; en el tercero, que era de espaldas a la dirección, no iba nadie; en el cuarto, el declarante, el Sr. Calvo Sotelo y el guardia del Escuadrón de Seguridad, y, en el quinto, ‘el pistolero’ [Cuenca] y otros paisanos. Se encaminó la camioneta calle de Velázquez abajo, y a los pocos momentos de emprender la marcha, cree fue al llegar al cruce con la calle de Ayala, sonó un tiro, y al momento vio que el Sr. Calvo Sotelo caía hacia la derecha y ‘el pistolero’ esgrimía detrás de él una pistola con la que, indudablemente, había disparado sobre la nuca de aquél. Al instante, vio como ‘el pistolero’ hizo un segundo disparo sobre la cabeza del Sr. Calvo Sotelo, cuando ya éste estaba cabeza abajo. Entonces el guardia del Escuadrón se pasó al asiento de atrás. ‘El pistolero’ exclamó: ‘Ya cayó uno de los de Castillo’, y al mismo tiempo Condes y José del Rey se cruzaron miradas y sonrisas de inteligencia.<br/><br/>Al llegar a la confluencia de Velázquez con Alcalá, les detuvo otra camioneta de Asalto allí apostada, al mando del Teniente Barbeta. Les dejó pasar y siguieron en la camioneta 17 hasta el Cementerio del Este, al llegar al cual el Capitán Condes, José del Rey y algunos otros se apearon, y, tras de hablar breves palabras con dos guardas del Cementerio, dieron orden de apear el cadáver, el que extrajeron de la camioneta entre varios y le dejaron dentro del recinto del Cementerio, bajo los cobertizos, en una acera próxima a la puerta de entrada.<br/><br/>A continuación volvieron en la camioneta sus ocupantes hacia Pontejos. Por el camino dijo el chofer: ‘Supongo que no me delataréis’ y Condés respondió: ‘No te preocupes que nada te pasará’. Cuando pasaban junto a la Plaza de Toros, dijo José del Rey: ‘El que diga algo de todo esto se suicida. Lo mataremos como a este perro’.<br/><br/>Llegado al cuartel de Pontejos, ‘el pistolero’ entró en él, llevando el maletín del Sr. Calvo Sotelo y el comandante [[Burillo]], al verle, le abrazó. Ambos subieron a la Comandancia, juntamente con el Capitán Condes, José del Rey y otros oficiales de Asalto de Pontejos. Algo más tarde vio llegar y subir allí también al teniente Coronel de Asalto [[Sánchez Plaza]].<ref>AHN, FC, CG, caja 1500, declaración de Aniceto Castro de 15-6.1939.</ref>|}}
El diputado y director de [[El Socialista]], Julián Zugazagoitia, dice en su libro, ''"Guerra y vicisitudes de los españoles"'', que a las ocho de la mañana alguien le informó del asesinato de Calvo Sotelo, y que Zugazagoitia llamaría inmediatamente a Prieto para darle la noticia.<ref>Julián Zugazagoitia: ''Guerra y vicisitudes de los españoles'', Barcelona, éxito, 1977, pp. 28-31. Cuenca, al igual que Condés, murió a los pocos días de empezar la guerra en el frente de Guadarrama.</ref> [[Juan Simeón Vidarte]] cuenta en su libro, ''"Todos fuimos culpables"'', que a las ocho y media Condés le llamó desde la sede del PSOE pidiéndole una entrevista, y que cuando Vidarte llegó a la sede del [[PSOE]], éste le diría que el día anterior habían matado a Calvo Sotelo. Vidarte le reprocharía su comportamiento, le preguntaría si disponía de un escondite seguro, y éste respondería que se ocultaría en la casa de la diputada [[Margarita Nelken]], donde no creía que le encontrarían, y cuyo guardia afirma tambíen iba en la camioneta.<ref>Vidarte: ''Todos fuimos culpables'', tomo I, p. 213-217.</ref> [[Indalecio Prieto]], en ''"Convulsiones de España"'', cuenta que Condés siguió por Madrid y que en una ocasión le dijo a Prieto que estaba pensando en suicidarse, a lo que este respondería que habría ''"muchas más ocasiones"'' de sacrificarse en ''"la lucha que comenzaría pronto"''<ref>[[Indalecio Prieto]]: ''Convulsiones de España'', tomo I, p. 162.</ref>
 
Aunque la propaganda nacional presentó el asesinato como un crimen de Estado, perpetrado por la guardia de Asalto, lo cierto es que los integrantes del cuerpo sirvieron tan sólo de comparsas, pues Fernando Condés, que estuvo al mando de la operación, no era guardia de asalto, sino capitán de la Guardia Civil e instructor de la Motorizada, y el autor del disparo, Luis Cuenca, pertenecía también a la Motorizada, habiéndose distinguido por la protección prestada a [[Indalecio Prieto|Prieto]] durante el mitin de Écija, en que fue agredido por los partidarios de Largo Caballero.
Según las declaraciones para la Causa General de Luis Bravo, auxiliar de la secretaría del juzgado número 3, y de Emiliano Macarrón, secretario judicial, a los pocos días de comenzar la guerra, el 25 de julio, el sumario instruido con motivo del asesinato fue sustraído del Tribunal Supremo, a punta de fusil, por miembros de las Milicias Socialistas.<ref>. AHN, FC, CG, caja 1500, declaraciones de Luis Bravo, auxiliar de la secretaría del juzgado número 3 y de Emiliano Macarrón, secretario judicial.</ref>
 
A las ocho de la mañana un personaje cuyo nombre no cita, pero que muy probablemente no era otro que Cuenca, informó al diputado y director de El Socialista, [[Julián Zugazagoitia]], del crimen cometido. “Ese atentado es la guerra”, declaró Zugazagoitia, que llamó inmediatamente a Prieto, que se hallaba en Bilbao, para darle la noticia y aconsejarle que cogiese el primer tren hacia Madrid.<ref>Julián Zugazagoitia: ''Guerra y vicisitudes de los españoles'', Barcelona, éxito, 1977, pp. 28-31. Cuenca, al igual que Condés, murió a los pocos días de empezar la guerra en el frente de Guadarrama.</ref> A las ocho y media fue el capitán Condés quien llamó desde la sede del PSOE al diputado [[Juan Simeón Vidarte]] pidiéndole una entrevista para comunicarle “algo grave, muy grave”. Cuando Vidarte llegó a la sede del [[PSOE]] le espetó sin más preámbulos: “Anoche matamos a Calvo Sotelo”. Vidarte, que le reprochó su comportamiento, le pregunto si disponía de un escondite seguro: “Si, puedo ocultarme en casa de la diputada [[Margarita Nelken]]. Allí no se atreverán a buscarme. El guardia que le acompaña, como vigilante, iba también en la camioneta.”<ref>Vidarte: ''Todos fuimos culpables'', tomo I, p. 213-217.</ref> Condés, que siguió moviéndose por Madrid con la más absoluta impunidad, pese a que en la mañana del día 13 la mujer de Calvo Sotelo le identificó merced a una fotografía, tuvo también ocasión de hablar con Prieto tras su regreso a Madrid, a quien manifestó que estaba pensando en suicidarse: “Suicidarse –respondió Prieto- sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas.”<ref>[[Indalecio Prieto]]: ''Convulsiones de España'', tomo I, p. 162.</ref> El hecho de que tres diputados encubriesen a los autores del asesinato de otro parlamentario y se preocupasen por que pudieran permanecer escondidos, confesándolo sin tapujos en sus memorias, es buena prueba de hasta qué punto la España de 1936 se hallaba muy lejos de la normalidad política. A los pocos días de comenzar la guerra, el 25 de julio, el sumario instruido con motivo del asesinato fue sustraído del Tribunal Supremo, a punta de fusil, por miembros de las Milicias Socialistas.<ref>. AHN, FC, CG, caja 1500, declaraciones de Luis Bravo, auxiliar de la secretaría del juzgado número 3 y de Emiliano Macarrón, secretario judicial.</ref>
[[Archivo:Monumento a José Calvo Sotelo (Madrid) 01.jpg|right|300px|thumb|Monumento a Calvo Sotelo en la [[Plaza de Castilla]] de [[Madrid]] ([[Manuel Manzano Monís|M. Manzano]] y [[Carlos Ferreira|C. Ferreira]], [[1960]]).]]
En el entierro de Calvo Sotelo, [[Antonio Goicoechea]] pronunció un sentido discurso como epitafio a su compañero de partido:
{{cita|No te ofrecemos que rogaremos a Dios por ti; te pedimos que rueguesrueges tú por nosotros. Ante esa bandera colocada como una cruz sobre tu pecho, ante Dios que nos oye y nos ve, empeñamos solemne juramento de consagrar nuestra vida a una triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España, que todo es uno y lo mismo; porque salvar a España será vengar tu muerte, e imitar tu ejemplo será el camino más seguro para salvar a España.{{cita requerida}}}}
 
Según el testimonio del falangista Félix Sánchez Verde, recogido en el libro ''"Calvo Sotelo"'' del rector de la universidad católica San Pablo CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, trasTras el entierro, los congregados trataron de marchar en manifestación hacia el centro de Madrid, y tras haber sido cacheados varios veces por guardias de Asalto fueron tiroteados por las fuerzas de seguridad cuando se hallaban en la confluencia de las calles Goya y Alcalá. Hubo cinco muertos y treinta y cuatro heridos.<ref>El testimonio que de estos incidentes da Félix Sánchez Verde, uno de los integrantes de la marcha, puede verse en Bullón de Mendoza: ''Calvo Sotelo'', pp. 694-695</ref> Luis Romero cuenta en ''"Por qué y como mataron a Calvo Sotelo"'', que elEl capitán Gallego, y los tenientes España y Artal, de la guardia de Asalto, fueron detenidos por atreverse a protestar contra la brutal represión ejercida sobre manifestantes desarmados.<ref>Luis Romero: ''Por qué y como mataron a Calvo Sotelo'', pp. 13 y 252.</ref>
 
TrasLa todosfalta estospor hechosparte del Gobierno de una reacción enérgica contra los autores del crimen, ely generalla persecución que acto seguido desató contra múltiples activistas de derechas para evitar sus posibles represalias, sirvió para decidir a muchos de quienes aún no se habían acabado de decidir a tomar parte en la sublevación organizada por Mola, y entre ellos, según cuenta su primo y ayudante el [[Francisco Franco Salgado-Araujo]] se unía, al grupogeneral golpista[[Franco]]: ''“Con gran indignación, mi primo afirmó que ya no se podía esperar más y que perdía por completo la esperanza de que el gobierno cambiase de conducta al realizar este crimen de Estado, asesinando alevosamente a un diputado de la nación valiéndose de la fuerza de orden público a su servicio”''.<ref> Francisco Franco Salgado-Araujo: ''Mi vida junto a Franco'', Barcelona, Planeta, 1977, p. 150.</ref>
 
== Escritor ==