Alfabeto consonántico

sistema de escritura donde solo hay símbolos para los fonemas consonánticos
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Un alfabeto consonántico, también llamado consonantario o abyad, es un alfabeto cuyos grafemas son consonantes. Las vocales en un alfabeto consonántico son implícitamente dictadas por la fonología: el lector tiene que conocer la lengua para establecer todas las vocales.

Todos los alfabetos consonánticos modernos, como el alfabeto hebreo, árabe o siríaco, descienden del alfabeto fenicio o arameo, descendientes ellos mismos del alfabeto protosinaítico.

Todos los alfabetos consonánticos conocidos se escriben de derecha a izquierda, excepto el alfabeto ugaritico, que se escribe de izquierda a derecha. No obstante, los alfabetos consonánticos más antiguos como el fenicio o el protosinítico podían escribirse en bustrofedon.

En las lenguas semíticas, se utiliza un alfabeto consonántico donde las vocales largas están anotadas con la ayuda de las llamadas matres lectionis, pero no las vocales cortas. Aunque actualmente hay (se crearon muy posteriormente) signos diacríticos para marcar las vocales cortas —nikkudot o harakat—, su utilización es opcional, y solo aparecen en contextos restringidos, generalmente en la educación o en ambientes religiosos para evitar pronunciaciones deformadas.

En los alfabetos consonánticos, es frecuente que algunas letras cambien ligeramente de forma según su lugar en la palabra: una letras al comienzo, mitad y final de la palabra no tiene necesariamente la misma grafía.

Aunque este sistema de escritura probablemente se desarrolló debido al comercio y la necesidad de enviar mensajes a largas distancias se consideró como lo fue en Egipto un regalo de los dioses y entre los babilonios principalmente de Nabu.

Muchos de estos alfabetos contenían muchos signos, como el egipcio, que incluye más de cuatrocientos signos, aunque no todos se utilizaban a la vez, debido a que según avanzaba la sociedad lo hacia la escritura cambiando algunos signos y dejando otros.  

En Sumeria, los pictogramas y los signos abstractos se simplificaron convirtiéndose en la escritura cuneiforme, de signos formados por el uso de cuñas hechas con un punzón sobre arcilla; este sistema tiene una lista de signos de alrededor de seiscientos, de los que alrededor de trescientos se utilizaban ordinariamente en cualquier época. Además la mayoría de esos signos tenían valores múltiples como los signos logográficos (que se representan por sí solos) y silábicos.

En vista de una complejidad tan grande, sólo alguien que hubiera estado estudiado durante años mediante un adiestramiento y con inteligencia podía leer y escribir con facilidad. Esta capacidad de poder escribir y leer fueron claramente posesión exclusiva de una élite reducida y poderosa. Quienes eran parte de esa élite eran funcionarios de la ciudad-estado y de los sacerdotes, estando vinculados a la corona y al templo.

La invención del alfabeto proporcionó un nuevo sistema de escritura de asombrosa simplicidad. El primer alfabeto utilizaba sólo alrededor de veintiocho signos y pronto fue simplificado a veintidós signos aproximadamente en el 1250 a. C.

Sin embargo todo surge con el caananita antiguo que se cree que viene de la inspiración y de la interpretación acrofónica del jeroglífico egipcio, debido a que las letras del fenicio y el hebreo eran acrofónicas. Pero a pesar de esto se sigue sin saber a ciencia cierta cómo se inventó debido a que el canaanita antiguo tiene aproximadamente entre 26 y 27 fonemas consonánticos y además los escribas usaban distintos pictogramas para algunas letras.

Terminología de Peter T. Daniels editar

A menudo se utilizan en lingüística los dos neologismos introducidos por el autor estadounidense Peter T. Daniels: «abjad» y «abugida».[1]​ Según este estudioso, los abjads (pronunciado abyad) no son alfabetos ya que solamente las consonantes, no las vocales, están representadas entre los grafemas básicos. Los abjads difieren también de los abugidas, otra categoría definida por Daniels, porque en los abjads el sonido de la vocal está implícito en la fonología y aunque las marcas de vocales existen para el sistema, como niqud en hebreo y harakat en árabe, su uso es opcional y no la forma dominante (ni literaria). Los abugidas marcan todas las vocales (excepto la vocal "inherente" ) con un diacrítico, un añadido menor en una letra (o glifo) independiente. Algunos abugidas usan un símbolo especial para suprimir la vocal inherente de modo que la consonante sola pueda representarse correctamente. En un silabario, un grafema denota una sílaba completa, es decir, un sonido de una sola vocal o una combinación de un sonido de vocal con uno o más sonidos de consonantes.

El antagonismo de abjad versus alfabeto, tal como fue formulado por Daniels, ha sido rechazado por algunos otros eruditos por varias razones. Una de ellas es porque el término abjad ya se usaba tanto para el sistema antiguo de numeración arábiga, como para (lo que es más importante en términos de gramatología histórica) la disposición alfabética (es decir, el orden de las letras) de las antiguas escrituras semíticas del noroeste en oposición al orden típico del "sur de Arabia". Esto causa efectos fatales en la terminología en general y especialmente en la filología semítica antigua. Además, sugiere que los alfabetos consonánticos, en oposición, por ejemplo, al alfabeto griego, no eran verdaderos alfabetos y no estaban completamente enteros, careciendo de algo importante para ser un sistema de escritura completamente funcional. También se ha objetado que, como conjunto de letras, un alfabeto no es el espejo de lo que debería estar en una lengua desde un punto de vista fonológico; más bien, es el stock de datos que proporciona la máxima eficiencia con el menor esfuerzo desde un punto de vista semántico.[2]

Historia de los alfabetos consonánticos editar

 
Famoso espécimen del alfabeto protosinaítico que contiene una frase que podría significar «para Baalat». La línea que empieza en la esquina superior izq. dice mt l bclt.

El primer alfabeto consonántico de amplia difusión fue el alfabeto fenicio. Comparado con otros sistemas de escrituras contemporáneos a la época, como la escritura cunéiforme y la jeroglífica egipcia, el fenicio no posee logogramas, solamente 22 fonogramas, lo que facilitaba su estudio entre los comerciantes fenicios que lo difundieron ampliamente.

Este alfabeto consonántico era una simplificación drástica del sistema egipcio de escritura fonética, donde las palabras extranjeras estaban escritas asociando a cada sílaba un jeroglífico (no siempre el mismo) cuyo sonido inicial se acercaba a la sílaba deseada. La innovación fue tomar siempre los mismos logogramas para designar un conjunto reducido de sonidos: los logogramas pasan así a convertirse en alfabeto. Salvando las distancias, la misma idea subyace tras el sistema japonés de manyōgana antes de la invención de los kanas.

El alfabeto fenicio dio nacimiento a numerosos alfabetos, en especial el alfabeto arameo y el alfabeto griego. El arameo es el ancestro de numerosos alfabetos consonánticos y alfasilabarios modernos, mientras que el alfabeto vocalizado griego, que da un estatus igual a las vocales y a las consonantes, es la base de todos los alfabetos occidentales, como el alfabeto latino y el alfabeto cirílico.

Itamar Ben-Avi, el primero hablante nativo de hebreo moderno, y los hijos de Eliezer Ben-Yehuda, propusieron, sin éxito, un alfabeto romanizado para el hebreo.[3]

Los alfabetos consonánticos y las lenguas semíticas editar

Las lenguas semíticas tienen la peculiaridad de poseer un sistema de raíces consonánticas: la mayoría de las palabras está derivada de un conjunto restringido de raíces semíticas constituidas por tres consonantes. El principio del alfabeto consonántico (no anotar todas las vocales) permite pues a las hablantes identificar rápidamente las tres consonantes base de las palabras. Es la razón por la cual las lenguas semíticas escriben mayoritariamente su lengua con este tipo de alfabeto.

Por ejemplo, en árabe clásico y en árabe estándar moderno, se pueden derivar a partir de la raíz semítica ذ ب ح (ð-b-ḥ : abatir, sacrificar) palabras cuyas vocales son muy diferentes, pero conservando los consonantes:

  • ذَبَحَ ðabaḥa : (él) mató;
  • ذَبَحْتَ ðabaḥta : (tú masc.) mataste;
  • يُذَبِّحُ yuðabbiḥu : (él) mata;
  • مَذْبَح maðbaḥ : matadero.

Derivados de alfabetos consonánticos editar

El xiao'erjing y la escritura uigur arábiga son ejemplos de alfabetos vocálicos salidos del alfabeto consonántico árabe, pues poseen letras adicionales para indicar todas las vocales. El alfabeto yiddish es un alfabeto vocálico salido del alfabeto consonántico hebreo.

No todas las adaptaciones del alfabeto árabe son alfabetos vocálicos, por ejemplo, el alfabeto persa y el alfabeto jawi son consonánticos. Como las lenguas escritas con estos alfabetos no son semíticas y carecen del sistema de raíces trilíteras, leerlas requiere mucha más memorización porque es difícil deducir las vocales.

Lista de los principales alfabetos consonánticos editar

Referencias editar

Bibliografía editar

  • Ager, Simon (2015). «Abjads / Consonant alphabets». Omniglot. 
  • Daniels, Peter T. (2013). «The Arabic Writing system». En Owens, Jonathan, ed. The Oxford Handbook of Arabic Linguistics. Oxford University Press. p. 415. 
  • Daniels, Peter T.; Bright, William, eds. (1996). The World's Writing Systems. OUP. p. 4. ISBN 978-0195079937. (requiere registro). 
  • Ekhtiar, Maryam (2011). Masterpieces from the Department of Islamic Art in the Metropolitan Museum of Art. New York: Metropolitan Museum of Art. p. 21. ISBN 9781588394347. 
  • Lehmann, Reinhard G. (2011). «Ch 2 27-30-22-26. How Many Letters Needs an Alphabet? The Case of Semitic». En de Voogt, Alex; Quack, Joachim Friedrich, eds. The idea of writing: Writing across borders. Leiden: Brill. pp. 11-52. ISBN 978-9004215450. 
  • Lipiński, Edward (1994). Studies in Aramaic Inscriptions and Onomastics II. Leuven, Belgium: Peeters Publishers. pp. 29-30. ISBN 9068316109. 
  • Lo, Lawrence (2012). «Berber». Archivado desde el original el 26 de agosto de 2017. Consultado el 15 de diciembre de 2011. 
  • Wright, W. (1967). A Grammar of the Arabic Language [transl. from the German of Caspari] 1 (3rd edición). CUP. p. 28. ISBN 978-0521094559. 
  • Cross, Frank M.: "La invención y el desarrollo del alfabeto", en W. SENNER (ed.) Los orígenes de la escritura.