Cruentación

método medieval para encontrar pruebas contra un presunto asesino

La cruentación (latín: ius cruentationis o Ius feretri sive sandapilae) era uno de los métodos medievales para encontrar pruebas contra presuntos asesinos. La creencia común era que, llevado el criminal ante la víctima, el cadáver de esta comenzaría a sangrar espontáneamente.

Un cuerpo en su ataúd comienza a sangrar en presencia del asesino en una ilustración de las leyes de Hamburgo en 1497.

Historia editar

La cruentación se utilizó en el derecho germánico[N 1]​ en la Alta Edad Media, desde donde se extendió a Alemania, Polonia, Bohemia, Escocia y las colonias europeas de América del Norte.[1][2]​ En Alemania se utilizó como método para encontrar pruebas de culpabilidad hasta mediados del siglo XVIII.[3]

En los países de habla alemana se empleó el término Bahrprobe, [N 2]​ Se basaba en la conjetura de que el espíritu del difunto todavía estaba presente en el cuerpo ("cadáver viviente") y quería vengar la pérdida de su cuerpo sangrando. La fuente jurídica más antigua de Alemania al respecto, es el libro Freisinger Rechtsbuch del año 1328 (artículo 273),[4]​ que describe la Bahrprobe como un método procesal, según el cual el la ordalía debería realizarse incluso en víctimas de asesinato que ya habían sido enterradas. Se conocen en especial detalles de la Bahrprobe realizada en el caso de Hans Spiess en Ettiswil en 1503.[N 3][5][6]

Los primeros juicios modernos privilegiaban el testimonio humano explícito sobre la evidencia forense, a menos que esa evidencia representara el testimonio de un ser divino (es decir, Dios).[7]​ Pero no todos los casos podían resolverse simplemente obteniendo una confesión; en aquellos en que era difícil para los jurados determinar si alguien acusado de asesinato era culpable o inocente, el caso podía resolverse mediante la ordalía.[8]​ En el caso de la cruentación, el acusado era llevado ante el cadáver de la víctima del asesinato y se le obligaba a poner sus manos sobre él. Si las heridas del cadáver comenzaban a sangrar o aparecían otros signos visuales inusuales, se consideraba que era un juicio divino, que revelaba que el acusado era culpable.[9]​ Al mismo tiempo, la cruentación por sí sola rara vez condenaba a un sospechoso; más a menudo, el impacto psicológico de la prueba hizo que el sospechoso confesara.[10]

 
Bahrprobe y ejecución en la rueda. (Crónica de Diebold Schilling el joven., 1513)

La cruentación también se citaba comúnmente en la Europa medieval como prueba contra los judíos acusados de cometer asesinatos rituales.

El Bonum universale de apibus (Sobre las abejas) de Tomás de Cantimpré tuvo posteriormente una amplia resonancia, ya que contiene (en el párrafo Cur Iudaei Christianum sanguinem effundant quotennis[11]​) la primera teorización sistemática del llamado libelo de sangre antisemita, acusando a los judíos del asesinato ritual de cristianos. En un intento por comprender la razón detrás de estos supuestos rituales, de Cantimpré expuso una teoría[12]​ según la cual, de que desde el asesinato de Cristo los judíos sufrieron hemorragias, basándose en el grito de la turba a Poncio Pilato: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos". (Mt 27, 25). Como consecuencia de ello, los judíos supuestamente mataban a los cristianos, y luego usaban su sangre en rituales, creyendo, dice de Cantimpré, que de esta manera podían curarse a sí mismos. De hecho, afirmó, habían interpretado erróneamente al pie de la letra la indicación de uno de sus profetas de que "sólo la sangre cristiana podría aliviar este dolor", cuando en realidad la profecía se refería en sentido figurado a la sangre de Cristo, simbólicamente bebida durante la Eucaristía. La única posibilidad para los judíos habría sido, por tanto, la conversión a la verdadera fe. De Cantimpré afirma que se enteró de esto por un "judío converso" no especificado, probablemente[13]​ refiriéndose a Nicholas Donin. En la obra se describen múltiples casos de cruentación, en las cuales los judíos son acusados de torturar y asesinar a niños cristianos, Uno de los casos más notables fue el de Margaretha, una niña cristiana de siete años en Alemania. Si bien de Cantimpré describió la historia de Margaretha de manera bastante vaga, la historia se volvió cada vez más infame y detallada a medida que se extendió por toda Europa y fue elaborada por autores posteriores. De Cantimpré afirma que un grupo de judíos le compró a Margaretha a su madre. La amordazaron, la golpearon y la acuchillaron. Después, los judíos cargaron su cadáver con piedras y lo hundieron en el fondo de un río. Unos días más tarde, un pescador encontró su cuerpo y lo llevó por toda la ciudad, alegando que los judíos habían cometido este acto maligno. En el caso de Margaretha y otras historias de asesinatos rituales, tan pronto como los judíos locales estuvieron en presencia del cadáver del niño cristiano, el cadáver comenzó a chorrear sangre y ocasionalmente a reanimarse como si suplicara venganza contra sus asesinos judíos. La crucifixión, afirma de Cantimpré, fue un testimonio de la culpabilidad de los judíos. La obra fue esencial para desarrollar el mito antisemita del asesinato ritual y también está relacionada con el libelo de sangre. Las obras posteriores a Sobre las abejas describen narrativas similares que se basan en la cruentación como prueba acumulada contra los judíos acusados de la muerte de niños cristianos en Europa.[14]​ Es remarcable que de Cantimpré nunca nombra a la niña, pero historias posteriores la identifican como Margaretha. Además, ha habido incertidumbre en torno a la fecha y el lugar de lo sucedido.

La cruentación aparece también en muchos textos relacionados con el procedimiento penal: el Malleus maleficarum de Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, o la Daemonologie[15]​ de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia.[16][17]​ No obstante, los contemporáneos trazaron una distinción entre la cruentación y (para un observador moderno) prácticas igualmente ocultas. Otras formas de la ordalía desaparecieron durante los siglos anteriores a la desaparición de la cruentación, precisamente porque (arrogantemente) efectuaban el juicio divino.[18]

A medida que la práctica de la disección anatómica se hizo más frecuente, las profesiones médicas se volvieron cada vez más conscientes de las circunstancias en las que los cadáveres podían emitir fluidos de forma autóctona. Los procedimientos de cruentación se volvieron por ello cada vez más estrictos[19]​ y en 1545, Antonius Blancus fue el primero en cuestionar la confiabilidad de la cruentación como práctica.[20]​ Sin embargo, la primera refutación publicada apareció en 1669, más de un siglo después.[21]​ Sin embargo, el Systema jurisprudentiae medicae [Sistema de Medicina Forense] de Michael Alberti, publicado casi un siglo después, todavía alentaba los investigadores a confiar en la tortura y la cruentación.[22]

Un caso en el Nuevo Mundo fue el de Mary Martin, quien había vivido con su hermana en Casco Bay, Massachusetts, al cuidado de un tal señor Mitton, después de que su padre se fuera a Inglaterra. Sr. Mitton, escribió el gobernador John Winthrop, "fue cautivado por ella, y solicitando su castidad, obtuvo su deseo, y habiendo cometido pecados varias veces con ella, en el espacio de tres meses, se mudó a Boston y se puso al servicio de la señora Bourne; y viéndose encinta, y no pudiendo soportar la vergüenza, lo ocultó." Mary dio a luz a una niña, sin ayuda, en una habitación trasera de la casa de la señora Bourne la noche del 13 de diciembre de 1646. Al recuperarse del parto, Martin “se arrodilló sobre su cabeza, hasta que pensó que había muerto, y habiéndolo dejado a un lado, el niño, fortalecido, se recuperó y lloró de nuevo. Luego lo tomó de nuevo y lo atacó con violencia hasta que estuvo completamente muerto”. María escondió el cuerpo de la niña en un cofre, limpió la habitación y se retiró a su cama. Continuó con sus tareas domésticas durante una semana y luego se mudó a otra casa cuando la familia Bourne regresó a Inglaterra. Llevaba consigo el cofre que contenía el cadáver de su hija. Una partera que había sospechado el embarazo se enfrentó a María, y la joven admitió el nacimiento. Dijo que había dado a luz a un niño muerto y lo había quemado, pero registraron sus pertenencias y encontraron el cadáver. María fue llevada a juicio, que se le ordenó ejecutar la cruentación: debía tocar el rostro de la niña muerta. Cuando lo hizo, "la sangre salió fresca" y María entonces "confesó toda la verdad". Para corroborar los resultados y la admisión de culpabilidad, un cirujano, "al ser llamado a registrar el cuerpo del niño, encontró una fractura en el cráneo". Mary Martín fue ahorcada el 18 de marzo de 1647.[23][24]

En 1688, Philip Standfield fue declarado culpable de parricidio tras haber sufrido la “prueba del féretro” en Escocia.[25]

"Podemos especular que mover el cuerpo provocó que emergiera líquido de purga, o posiblemente cambios en la ubicación de la lividez hipostática que se confundió con sangrado. Ilustra la falta de conocimiento de la medicina forense hasta bien pasada la Edad Media y principios de la era moderna. No fue hasta un siglo después del juicio de Philip Stanfield que se publicaron en Inglaterra los primeros libros sobre medicina forense, siendo el primero Elements of Medical Jurisprudence de Farr."[24]

El auge de los enfoques anatómicos de las emisiones sanguíneas también coincidió con la alteración de los fundamentos teológicos de la cruentación. Después de la Reforma luterana, la práctica de la cruentación no estaba justificada desde un punto de vista legal en Dinamarca y Noruega, y durante los siglos xvi y xvii los principales teólogos de la Iglesia danesa la condenaron varias veces. Sin embargo, siguió utilizándose hasta bien entrado el siglo XVIII, y su resultado siguió siendo aceptado como prueba por los tribunales; de hecho, en unos pocos casos, la prueba fue supervisada o incluso organizada por clérigos. Al parecer, la práctica era tan popular que siguió estando sancionada judicialmente durante algún tiempo, incluso cuando eso significaba eludir la enseñanza oficial de la iglesia estatal protestante.[26]

En la literatura editar

El fenómeno de la cruentación es reflejado en la literatura donde se considera un acontecimiento normal, incluso si aparecen en historias que tienden a lo maravilloso.

  • En Yvain, el Caballero del León de Chrétien de Troyes, Yvain se encuentra encerrado en un castillo y mata al caballero del mismo. Evade la búsqueda del culpable gracias a un anillo mágico que lo vuelve invisible, pero cuando el cortejo fúnebre pasa frente a él, el muerto comienza a sangrar de nuevo y los vasallos tienen pruebas de que el asesino está presente.[27]
  • En el Cantar de los nibelungos, Sigfrido es asesinado durante una partida de caza. En la 'Bahrprobe', las heridas de Sigfriedo comienzan a sangrar cuando Hagen (su asesino) se acerca.
  • En Ricardo III de William Shakespeare, mientras la procesión fúnebre de Enrique VI cruza una calle de Londres, las heridas del difunto rey comienzan a sangrar nuevamente cuando aparece Ricardo de Gloucester, el asesino.[28]
  • En The Fair Maid of Perth de Walter Scott se celebra un consejo para determinar por medio de una cruentación al culpable de un asesinato. Habiendo recaído las sospechas sobre la casa de Ramorny, cada uno de sus sirvientes tiene que pasar ante el cadáver, en la creencia de que las heridas sangrarían nuevamente cuando el culpable se acercara.[29]
 
«La prueba del féretro» («The Ordeal of the Bier»), cuadro de 1881 del artista húngaro Jenő Gyárfás, que muestra a una novia que mira horrorizada cuando pasa frente al cadáver de su prometido asesinado y este empieza a sangrar. Escena de una balada de Juan Arany,

Véase también editar

Notas editar

  1. Bajo el término colectivo (no contemporáneo) de derechos tribales germánicos se resumen varios registros legales que, además del derecho franco aplicable principalmente en la Galia y en la zona al este del Rin, se emplearon en varios reinos germánicos sucesores del Imperio romano de mediados del siglo V al IX. Después del comienzo de la recepción del derecho romano erudito en Europa a partir del siglo XII, los juristas humanistas hablaron de leges barbarorum (leyes bárbaras), por un lado debido a su latín corrupto - en comparación con los textos jurídicos romanos clásicos - y por otro lado. por la inferioridad de esta cultura jurídica respecto a la del Corpus iuris civilis de Justiniano, redescubierto en la Alta Edad Media y que llegó a ser decisivo. La elección de la palabra bárbaro fue deliberadamente despectiva, ya que las tribus germánicas eran vistas como destructoras del Imperio romano y de la cultura antigua.
  2. Bahre significa en alemán "camilla". Totenbahre era un marco de madera sobre el que se llevaba al difunto al funeral, equipado con dos o cuatro ruedas y un asa. A veces el ataúd permanecía abierto sobre la camilla durante el transporte. El término "Bahrprobe" se traduce comúnmente al español como "prueba del féretro" (en inglés: the ordeal of the bier o "ordeal of the touch", "the ordeal of blood").
  3. Hans Spiess (* en Hergiswil cerca de Willisau;[1] † 1503 en Ettiswil) fue un mercenario que fue condenado a muerte por asesinato. Se le culpó de haber asfixiado a su esposa Margret en la cama y luego haber salido temprano de casa, como de costumbre. Tan pronto como la mujer fue enterrada, se extendió el rumor de que su marido la había matado. Spiess fue torturado en Willisau. Dado que a pesar de las torturas alegó su inocencia, se ordenó una sentencia divina en forma de la Bahrprobe, en la que el acusado, desnudo y afeitado, debía jurar su inocencia sobre el cadáver de la víctima. Veinte días después del entierro, el cuerpo fue desenterrado nuevamente en Ettiswil. Según la tradición, el cadáver sangró cuando Spiess se acercó a él, demostrando así su culpabilidad, tras lo cual confesó el crimen. Fue declarado culpable y ejecutado en la rueda.

Referencias editar

  1. Nemec, 1976, pp. 15-6. : "70. Antes de 1200—El primer indicio conocido de la existencia de ius cruentationis (Baarrecht; bier-right; jus feretri sive Sandapilae) entre las naciones germánicas aparece en un poema "Iwein", escrito por un poeta alemán, Hartmann von Aue (1180-1210).... Ius cruentationis Era originalmente una antigua costumbre de las tribus germánicas, a menudo invocada por los tribunales alemanes y basada en la firme creencia de que un cadáver comenzaría a sangrar cuando el asesino lo tocara. Se aplicó en las cortes de Alemania hasta 1750 pero fue conocido y practicado también en otros países. (por ejemplo, Bohemia, Polonia, Escocia e incluso el continente norteamericano).
  2. Milroy CM. A Brief History of the Literature on Postmortem Changes to the 19th Century. Acad Forensic Pathol. 2016 Mar;6(1):2-11. doi: 10.23907/2016.001. Epub 2016 Mar 1. PMID: 31239868; PMCID: PMC6474507.
  3. Barend A. J. Cohen; "Forensische geneeskunde: raakvlakken tussen geneeskunst gezondheidszorg en recht" (in Dutch).
  4. Peter Kreutz. «Freisinger Rechtsbuch» (en alemán). Consultado el 3-9-2023. 
  5. Rudolf Emanuel Stierlin, Johann Rudolf Wyss (ed.): Valerius Anshelm’s, llamado Rüd, Berner-Chronik von Anfang der Stadt Bern bis 1526. Volumen 3. Bera 1827, p. 254
  6. Baechtold, Jakob. “Ueber Die Anwendung Der Bahrprobe in Der Schweiz.” Romanische Forschungen, vol. 5, 1890, pp. 221–33. JSTOR, http://www.jstor.org/stable/27935308. Consultado el 4 de septiembre de 2023 (en alemán)
  7. Peterson, Nora (2016). Involuntary Confessions of the Flesh in Early Modern France. Newark, DE: University of Delaware Press. pp. 47-51. ISBN 978-1-61149-625-3. 
  8. Ingram, 2017, p. 15. : "La cruentación se puede colocar bajo el término general más ampliamente definido 'juicio por ordalía'."
  9. Ingram, 2017, p. 26. "Muchas veces el hecho de que el cuerpo sangrara no era la única razón por la que el tribunal condenaba al sospechoso, sino porque el sospechoso confesaba después de ver el cuerpo sangrar. Por lo tanto, la Ley del Féretro no era sólo una prueba visual, sino también una prueba psicológica para el sospechoso."
  10. Bonum universale de apibus, liber II, cap. XXIX, § 23, pp. 304–305
  11. Cf. Albert Ehrman, The Origins of the Ritual Murder Accusation and Blood Libel, in «Tradition: A Journal of Orthodox Jewish Thought», XV, n. 14, 1976, pp. 83–90, p. 86.
  12. This is the opinion argued by H.L. Strack, (Blood Accusation, in The Jewish Encyclopedia, vol. III, New York, Funk and Wagnalls Company, 1902, p. 260), but also by Ehrman, The Origins of the Ritual Murder Accusation and Blood Libel, p. 89, n. 13.
  13. Resnick, Irven M. (2019). «Cruentation, Medieval Anti-Jewish Polemic, and Ritual Murder». Antisemitism Studies 3 (1): 95-131. ISSN 2474-1817. 
  14. Jacobo I. Philomathes. En: Daemonologie. Edinburgh: Robert Waldegrave; 1597. p. 79. "In a secret murther if the dead carcase be at any time handled by the murtherer, it will gush out of blood, as if the blood was crying out to heaven for revenge of the murtherer" [En un asesinato secreto, si el asesino toca el cadáver en cualquier momento, brotará sangre, como si la sangre estuviera clamando al cielo por venganza del asesino.]
  15. Engelhaupt, Erika (9 de octubre de 2017). «How 'Talking' Corpses Were Once Used to Solve Murders». National Geographic. «En la Daemonologie, el rey escribió sobre su creencia en la cruentavión como una forma de impartir justicia.» 
  16. Owen Davies; Francesca Matteoni (19 de julio de 2017). Executing Magic in the Modern Era: Criminal Bodies and the Gallows in Popular Medicine. Springer International Publishing. p. 22. ISBN 978-3-319-59519-1. 
  17. Ingram, 2017, p. 17-8.
  18. Ingram, 2017, p. 23. : "Su Dissertatio de Jure Feretri sive Cruentationis vom Baar Rechte (1680) ... explica que la ordalía debía organizarse de una manera específica: el cadáver debía estar expuesto al aire durante unas horas y debía tener el pecho y el torso expuestos para que la sangre pudiera coagularse completamente. El sospechoso tenía que acercarse al cadáver y debía leerle ciertos sentecias. El sospechoso también tenía que tocar varias partes del cadáver: la boca, el ombligo y la(s) herida(s) mortal(es).."
  19. Nemec, 1976, p. 31. : "147. 1545—Marco Antonio Bianchi (1498-1548) publicó bajo el nombre Antonius Blancus el Tractatus de indiciis homicidii (Venetiis, apud Cominum De Tridino Montisferrati). En él planteaba la cuestión de la fiabilidad del "ius cruentationis" en casos de homicidio. Probablemente fue la primera persona que expresó abiertamente tales dudas".
  20. Nemec, 1976, p. 50. : "237. 1669—Theodor Kirchmaier (1669-72), profesor en Wittenberg (?), publicó De cruentatione cadaverum fallaci praesentis homicidae indicio (Vitebergae), una de las primeras publicaciones en que se refutaba la validez de la ius cruentationis. Expuso más de 100 años después las ya dudas expresadas por Antonius Antonius Blancus (1549)."
  21. Nemec, 1976, p. 57. "270. 1725—Michael Alberti (1682-1757), profesor de medicina y ciencias naturales en Berlín, comenzó a publicar su Sytema [sic] jurisprudentiae medicae (Halae). El último volumen (sexto) apareció en 1736. La obra de Alberti es una mezcla de atraso y progreso. Estaba a favor de la tortura y la cruentación, y creía en la magia y los demonios. Por otro lado, consideraba la brujería una enfermedad mental y tenía una actitud ilustrada hacia otros problemas médicos. El libro, diseñado tanto para médicos como para abogados, fue considerado durante muchos años una piedra angular de la medicina legal. Alberti fue el primero en utilizar el término jurisprudentia medica. Él, sin embargo, admite que recibió la idea para ese término de Rodericus a Castro, Medicus politicus (1614)."
  22. Lawrence B. Custer (1986). «Ordeal By Touch». American Heritage (en inglés). Consultado el 4-9-2023. 
  23. a b Milroy CM. A Brief History of the Literature on Postmortem Changes to the 19th Century. Acad Forensic Pathol. 2016 Mar;6(1):2-11. doi: 10.23907/2016.001. Epub 2016 Mar 1. PMID: 31239868; PMCID: PMC6474507.
  24. Andrews W. The romance of trial. En: Old church lore. London: Hull Press; 1891. p. 34–5. "El cuerpo de Sir James Stanfield de New Mills fue encontrado en un arroyo cerca de Haddington. Al parecer había muerto estrangulado. James Muirhead, cirujano y otra persona juraron que cuando Philip Stanfield [el hijo desheredado de Sir James Stanfield] estaba ayudando a colocar el cuerpo en un ataúd, la sangre brotó del lado izquierdo del cuello al tocarlo y exclamó: "Señor, ten piedad de ¡a mí!" Sobre la base de esta leve evidencia, el 7 de febrero de 1688 fue declarado culpable de parricidio y ejecutado públicamente el 24 del mismo mes, y su cuerpo colgado con cadenas. Protestó ser inocente hasta el final."
  25. Fink-Jensen, Morten (17 de junio de 2010). The Bleeding Corpse: Trial by ordeal in early modern Denmark and Norway.. Archivado desde el original el 4 de julio de 2013. Consultado el 3 de septiembre de 2023.  Charla impartida en un taller de la Universidad de Oslo sobre creencias y prácticas religiosas en la monarquía unida danesa-noruega desde la Reforma hasta el Siglo de las Luces, c. 1500 – 1814.
  26. Oscar Brenner , Konrad von Maurer (1893). Dieterich’sche Verlags-Buchhandlung, ed. «Germanistische Abhandlungen zum LXX. Geburtstag Konrad von Maurers» (en alemán). Göttingen. Consultado el 4-9-2023. «Iwein y los Nibelungenlied, Moriaan y Walewein conocen los Bahrgerichte, el Chevalier au Lyon des Chrestien von Troyes contiene el pasaje más antiguo. El fanático Thomas de Cantimpré lo incorpora a su trabajo sobre la colonias de abejas.» 
  27. William Shakespeare. «Richard III - Act 1, scene 2» (en inglés). Consultado el 4-9-2023. «O, gentlemen, see, see dead Henry’s wounds Open their congealed mouths and bleed afresh!— Blush, blush, thou lump of foul deformity, For ’tis thy presence that exhales this blood From cold and empty veins where no blood dwells. Thy deeds, inhuman and unnatural, Provokes this deluge most unnatural.— O God, which this blood mad’st, revenge his death!» 
  28. Walter Scott. «The Fair Maid of Perth». Proyecto Gutenberg (en inglés). Consultado el 4-9-2023. 

Bibliografía editar

  • R.P. Brittain, Cruentation in legal medicine and literature, Cambridge University Press, 2012
  • Köbler, Gerhard : Bilder aus der deutschen Rechtsgeschichte. C. H. Beck, Múnich 1988, ISBN 3-406-32880-6, p. 163 (Texto completo en la web del autor)
  • Ingram, Margaret (6 de septiembre de 2017). Bodies That Speak: Early Modern European Gender Distinctions in Bleeding Corpses and Demoniacs (Tesis de Master). University of Oregon. hdl:1794/22689. 
  • Nemec, Jaroslav (1976). Highlights in Medicolegal Relations. Bethesda, MD: U.S. Department of Health, Education, and Welfare / U.S. Government Printing Office – via National Library of Medicine digital collections. 
  • F.P. de Ceglia, “Saving the Phenomenon: Why Corpses Bled in the Presence of their Murderer in Early Modern Science”. En F.P. de Ceglia (ed.), The Body of Evidence Corpses and Proofs in Early Modern European Medicine. Leiden-Boston: Brill, 2020: pp. 23-52.
  • Schild, Wolfgang, Folter, Pranger, Scheiterhaufen. Rechtsprechung im Mittelalter, Bassermann Verlag, München, 2010. pp. 35-36

Enlaces externos editar