Diferencia entre revisiones de «Rafael del Riego»

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[[Archivo:1853, Los mártires de la libertad española, vol II, Riego conducido por los realistas á la cárcel de la Carolina (cropped).jpg|miniatura|''Riego conducido por los realistas a la cárcel de La Carolina'' (1835).]]
 
El 14 de septiembre de 1823, es derrotado en la llamada "Batalla de [[Jódar]]", huyendo. El 15 de septiembre de 1823 Riego, ya en retirada, era descubierto en un cortijo de la provincia de Jaén —próximo a la localidad de [[Arquillos]]—<ref>Burgos, Carmen de (1931) : "GLORIOSA VIDA Y DESDICHADA MUERTE DE DON RAFAEL DEL RIEGO" Editorial Renacimiento, Madrid, 2013. Pág 95.</ref>{{Harvnp|Fontana|2006|p=83|ps="Riego había sido capturado por los franceses, pero el general Foissac-Latour cometió la ignominia de entregarlo a las autoridades realistas..."}} y conducido preso a la cárcel de [[La Carolina]]. El comandante militar absolutista cuando dio la noticia del apresamiento de Riego dijo: «¿Será bastante una vida, ni mil que tuviera, para borrar con ella sus atroces crímenes?».{{Harvnp|Fuentes|2008|p=37-38}} El obispo de Jaén celebró un ''[[Te Deum]]'' para celebrar la captura de Riego.{{Harvnp|Fontana|2006|p=83}} El 2 de octubre, dos días después de la caída del régimen constitucional, Riego llegaba a Madrid fuertemente custodiado. Durante el viaje desde La Carolina, llevado en un carro encadenado de pies y manos,{{Harvnp|Fontana|2006|p=83}} había sido objeto de todo tipo de vejaciones e insultos. Fue sometido a juicio en el que el fiscal, tras afirmar que para enumerar todos sus «crímenes» «no bastarían muchos días y volúmenes», solicitó la pena de muerte en la horca y descuartizamiento del cadáver, repartiéndose sus miembros por los lugares más emblemáticos de su biografía.{{Harvnp|Fuentes|2008|p=37-38}} El tribunal lo condenó a muerte por un único delito: el «horroroso atentado cometido por este criminal como diputado de las llamadas cortes, votando la traslación del rey nuestro señor y su real familia a la plaza de Cádiz».{{Harvnp|Fontana|1979|p=165}} Vestido con una túnica blanca y sombrero verde y con las manos atadas, fue llevado en la mañana del 7 de noviembre sobre un serón arrastrado por un asno al patíbulo levantado en la [[plaza de la Cebada]].{{Harvnp|Fontana|2006|p=83}} Fue ahorcado, aunque el descuartizamiento finalmente no se produjo.{{Harvnp|Fuentes|2008|p=37-38}}<ref>''En días como hoy'' (RNE) — «[http://www.rtve.es/alacarta/audios/en-dias-como-hoy/dias-como-hoy-ejecucion-del-general-rafael-del-riego/1242651/ La ejecución del general Rafael del Riego]».</ref> En [[Tudela]], Navarra, el 10 de octubre de 1823 (unos días antes de su ejecución en [[Madrid]]) se había hecho una farsa de ajusticiamiento usando un muñeco ataviado con los ropajes del general.<ref>{{Cita web|url=https://ciudadtudela.com/rafael/|título=Rafael de Riego|fechaacceso=2022-05-21|sitioweb=Tudela De Navarra|idioma=es|cita=Farsa de su ejecución}}</ref>
 
«El suplicio de Riego el 7 de noviembre en la [[plaza de la Cebada]] tuvo algo de [[auto de fe]] de los viejos tiempos del [[Santo Oficio]]: la indumentaria del reo —una especie de saya negra sujeta por una soga en la cintura—, su arrastramiento sobre una estera por las calles hasta el patíbulo, la morbosa expectación de la plebe y el siniestro acompañamiento de unos frailes cuyas exhortaciones "más tenían de pavorosas que de consoladoras". Así lo afirmaría años después el poeta [[Patricio de la Escosura]], testigo de aquel acto, junto a otros jóvenes estudiantes, como [[José Espronceda]], que se juramentaron para vengar algún día la muerte de Riego. Para que no faltara nada, el día siguiente a su ejecución se publicaba en Madrid una supuesta retractación escrita y firmada por él antes de morir. Era un último intento —inútil por lo que pronto se vio— de evitar que el mito sobreviviera al personaje».{{Harvnp|Fuentes|2008|p=38}} «A Riego se le aplicó el castigo que se imponía desde el siglo XIII en [[Corona de Castilla|Castilla]] y [[Corona de Aragón|Aragón]], como en Francia o Inglaterra, a los reos de traición, esto es, "arrastrar-ahorcar-descuartizar", aunque, parece, no se cumplió la última parte de la sentencia. En su caso se juntaban el ensañamiento de la violencia física y la ejemplaridad del escarnio público en una especie de espectáculo catártico. Se trataba de aniquilar a la vez al hombre y al símbolo de la España constitucional».{{Harvnp|Orobon|Fuentes|2020|p=397}} Sin embargo, «destrozando al ídolo del pueblo, se había fortalecido el mito. La madrileña plaza de la Cebada se incorporaba así a la cartografía urbana del liberalismo español como [[lugar de memoria]] de sus luchas, celebraciones y afanes durante el [[Trienio Constitucional]]».{{Harvnp|Orobon|Fuentes|2020|p=397-398}}