Diferencia entre revisiones de «Juan Álvarez Mendizábal»

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«Mendizábal se convirtió en un verdadero mito político desde el momento de su muerte [en 1853]. Su entierro constituyó una auténtica manifestación del [[liberalismo progresista|progresismo]]».{{Harvnp|Pan-Montojo|2000|p=179}} En febrero de 1857 sus restos fueron trasladados a un mausoleo en el cementerio madrileño de San Nicolás erigido por suscripción pública a donde también se trasladaron los restos de [[José María Calatrava]] y [[Agustín de Argüelles]], convertidos así en la tríada personal de referencia de los [[liberales progresistas]] y de la [[revolución liberal española]]. La erección de una estatua ya fundida en su honor tuvo que esperar diez años porque el gobierno lo impidió mediante una argucia legal —como la autorización de la erección de la estatua ya estaba concedida, hizo aprobar por las Cortes una ley que impedía la colocación de estatuas en lugares públicos antes de transcurridos 50 años de la defunción de los homenajeados—.{{Harvnp|Pan-Montojo|2000|p=179}} Finalmente en el [[Sexenio Democrático]] el monumento pudo situarse en la plaza del Progreso de Madrid que, por cierto, se había configurado tras la demolición de un convento de mercedarios desamortizado.{{Harvnp|Pan-Montojo|2000|p=157}}
{{AP|Monumento a Mendizábal (Madrid)}}
Así nació el mito del Mendizábal revolucionario y estadista, que murió en la pobreza, y que recogerían los hombres del Sexenio y que engrandecerían los historiadores y los escritores liberales, como [[Benito Pérez Galdós]], que le dedicó uno de sus ''Episodios nacionales''. Pero al mismo tiempo nació el mito negativo de Mendizábal, queel cual tuvo tanta fuerza como el positivo, y que lo retrataba como el máximo representante del [[anticlericalismo]], como el desamortizador que había arrebatado sus bienes a la Iglesia en beneficio de sus amigos especuladores, bolsistas y tenedores de deuda pública.{{Harvnp|Pan-Montojo|2000|p=180}}
 
Como recordaba [[Julio Caro Baroja]] en su libro pionero sobre el [[anticlericalismo en España]], «cuando las fuerzas triunfantes del [[general Franco]] entraron en Madrid [el 29 de marzo de 1939], uno de los primeros actos simbólicos que realizaron fue el de derribar la estatua de Mendizábal y cambiar el nombre de la plaza del Progreso, donde se alzaba aquélla. Lo bueno fue que nombre y estatua los sustituyeron por los de un fraile, que no brillaba por la austeridad de sus ideas: me refiero al maestro [[Tirso de Molina]], creador de ''[[Don Juan]]'', ''[[Don Gil de las calzas verdes]]'' y otras figuras de nuestro teatro, no muy santas en general».<ref>{{cita libro|apellido=Caro Baroja|nombre=Julio|enlaceautor=Julio Caro Baroja|título=Historia del anticlericalismo español|año=2008|año-original=1980|página=155}}</ref> La estatua fue destruida a continuación y la calle madrileña que llevaba su nombre pasó a denominarse [[Víctor Pradera]], un [[Tradicionalismo político (España)|tradicionalista]] [[carlista]].{{Harvnp|Pan-Montojo|2000|p=157}}