Diferencia entre revisiones de «Cayetano Ripoll»

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[[Archivo:AUTODAFÉ A VALENCE (Juillet 1826).jpg|miniaturadeimagen|250px|Grabado titulado «Autodafé a Valence (Juillet 1826)» que supuestamente reproduciría la ejecución por herejía de Cayetano Ripoll, pero que en realidad representa un [[auto de fe]] de la [[Inquisición española|Inquisición]] (el reo lleva un [[sambenito]] y va a ser quemado en la hoguera). Ripoll fue ahorcado por una sentencia de la [[Junta de Fe]] de la [[diócesis de Valencia]] y su cadáver solo fue "quemado" simbólicamente. La ejecución de Ripoll tuvo lugar en la plaza del Mercado de Valencia, y los edificios, seguramente inventados, que aparecen en el grabado no son los de esa céntrica plaza de la ciudad.]]
Durante los veintidós meses que estuvo en la cárcel, en los que no llegó a recibir una acusación formal ni se le asignó un defensor, Ripoll recibió numerosas visitas de teólogos que pretendieron conseguir de él una abjuración de sus creencias, algo a lo que se negó una y otra vez. Finalmente, el 20 de marzo de 1826 fue considerado culpable y entregado a la justicia ordinaria para que aplicase el castigo (la institución eclesiástica como tal no ejecutaba, era el brazo secular el que lo hacía). Con la condena de herejía, sólo fue posible un veredicto: muerte en la horca y quema en la hoguera.
 
De todas formas, aún se buscaron resquicios para evitar el ajusticiamiento. El propio nuncio escribió al papa informando de lo sucedido, reconociendo que las acusaciones habían procedido en su mayor parte de vecinos analfabetos y que, por el contrario, abundaban los testimonios de la bondad del condenado. Incluso, se buscó ganar tiempo pidiendo su partida de bautismo a su localidad natal, Solsona, probablemente con la esperanza de que no apareciera: dado que la Junta de Fe sólo tenía potestad sobre los cristianos, si no era posible probar que Ripoll estaba bautizado, habría una salida legal para evitar el ajusticiamiento. Pero tampoco en eso tuvo suerte: la partida apareció y llegó a tiempo.
Al final de los largos interrogatorios a los que fue sometido su acusador afirmó que, pese a negar los cargos, «tácitamente los confiesa». Para poder aplicarle la pena capital se recurrió a la ley medieval de las [[Partidas]] que condenaba a muerte a los cristianos que hubieran abjurado de su fe para hacerse judíos o herejes. Se le sentenció a morir colgado en la horca y a ser quemado, pero como «en el día en ninguna nación de Europa se quema o materialmente se condena a las llamas a los hombres», la quema «podrá figurarse pintando varias llamas en un cubo, que podrá colocarse por manos del ejecutor bajo del patíbulo ínterin permanezca en él el cuerpo del reo y colocarlo, después, de sofocado, en el mismo».{{Harvnp|Fontana|2006|p=208-209}}
 
Al final de los largos interrogatorios a los que fue sometido su acusador afirmó que, pese a negar los cargos, «tácitamente los confiesa». Para poder aplicarle la pena capital se recurrió a la ley medieval de las [[Partidas]] que condenaba a muerte a los cristianos que hubieran abjurado de su fe para hacerse judíos o herejes. Se le sentenció a morir colgado en la horca y a ser quemado, pero como «en el día en ninguna nación de Europa se quema o materialmente se condena a las llamas a los hombres», la quema «podrá figurarse pintando varias llamas en un cubo, que podrá colocarse por manos del ejecutor bajo del patíbulo ínterin permanezca en él el cuerpo del reo y colocarlo, después, de sofocado, en el mismo».{{Harvnp|Fontana|2006|p=208-209}}
 
La condena fue dictada por el [[Tribunal de la Fe]] diocesano por hereje contumaz y [[relajación (Inquisición)|relajado]] a la justicia ordinaria. La [[Audiencia de Valencia (borbónica)|Audiencia de Valencia]], a pesar de no contar con la autorización del rey, dictó y ejecutó la sentencia el 31 de julio de 1826. Fue ahorcado en la plaza del Mercado de Valencia donde había instalado un patíbulo permanentemente. Se metió el cadáver en la cuba pintada con unas llamas, tal como había ordenado el tribunal, y fue arrojada al [[río Turia]] desde un puente, en medio de los gritos y las burlas de los presentes. Permaneció allí todo el día hasta que el cadáver lo recogieron los «hermanos de Paz y Caridad» y fue «enterrado en el lugar destinado a tales reos [condenados por herejía], fuera del cementerio», tal como relató el presidente de la Junta de Fe. «Ripoll fue "entregado a las llamas", al [[infierno]], como en otro tiempo se hacía con los herejes contumaces», afirman [[Emilio La Parra López]] y María Ángeles Casado.{{Harvnp|La Parra López|Casado|2013|pp=187-188}}{{Harvnp|Fontana|2006|p=209}}
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Según una versión de 1835 la cuba con el cadáver fue quemada en el antiguo ''Cremador de la Inquisició'' (crematorio de la Inquisición), próximo al [[puente de San José]], precisamente donde actualmente se encuentra el [[Centro Comercial Nuevo Centro]], en la parte recayente al antiguo cauce del río [[Turia]].<ref>[http://books.google.es/books?id=hQpjV7Ya46MC&pg=PA22&dq=cayetano+ripoll&hl=es&sa=X&ei=he90UZiPKLLQ7AaX-IGADw&ved=0CFMQ6AEwBQ#v=onepage&q=cayetano%20ripoll&f=false Alfredo Opisso, ''Historia de España y de las Repúblicas latino-americanas'', pág. 22, 1835]</ref>
 
El auto de fe tuvo una tremenda repercusión internacional, y llegaron multitud de protestas. El propio Fernando VII montó en cólera porque no había dado el visto bueno a la sentencia de la Audiencia de Valencia, como era preceptivo. Todo el escándalo que se formó impidió que se volviera a condenar a nadie más y, finalmente, en 1834 fueron abolidas las Juntas de Fe, la última encarnación de la Inquisición. A partir de ese momento, ésta sólo volvería a instaurarse parcialmente, y durante poco tiempo, en los territorios bajo control carlista durante el reinado de Isabel II.
La noticia de la ejecución de Ripoll por herejía causó un gran escándalo en el resto de Europa. El diario ''[[The Times]]'' de Londres explicó la historia de la muerte de ese hombre que «según todas las noticias, era una persona caritativa que daba a los pobres todo lo que no le era absolutamente necesario; acostumbraba a ir a las casas de los pobres a enseñar a sus hijos gratuitamente, y con muchos otros actos de esta misma naturaleza mostraba que había entendido bien el verdadero sentido de la religión y que la practicaba». El nuncio en España intentó justificar lo sucedido alegando que Ripoll era un «[[deísta]] fanático» que corrompía a la gente con su falsa virtud. Por su parte el arzobispo de Valencia felicitó al presidente de la Junta de Fe Miguel Toranzo y expresó su deseo de que la muerte de Ripoll sirviese «de escarmiento para unos y de lección para otros».{{Harvnp|Fontana|2006|p=209-210}}
 
== Memoria histórica ==
Actualmente existe en Valencia una plaza, la Plaça del Mestre Ripoll, dedicada a su figura al final de la avenida [[Vicente Blasco Ibáñez]] con frondosos árboles.