Diferencia entre revisiones de «Isabel I de Castilla»

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La Corte de [[Enrique IV de Castilla|Enrique IV]] había estado dominada en un principio por sus principales consejeros y hombres de confianza, [[Juan Pacheco]], [[Marquesado de Villena|marqués de Villena]]; [[Alfonso Carrillo de Acuña|Alfonso Carrillo]], [[Archidiócesis de Toledo|arzobispo de Toledo]]; y [[Pedro Girón]], maestre de la [[Orden de Calatrava]] y hermano de Villena. Ellos habían estado a su lado desde que era príncipe de Asturias y estaba enfrentado a su padre, liderando un partido que pretendía mantener el poder de la nobleza. Obtuvieron beneficios económicos de su apoyo y dirigieron la política real. Sin embargo, posteriormente Enrique siguió una política de promoción de "hombres nuevos", como [[Miguel Lucas de Iranzo]] y [[Beltrán de la Cueva]], a los que ascenderá bruscamente, otorgándoles importantes cargos honoríficos. Hombres como Pacheco y Carrillo opinaban que esta política les arrebataba algo que era suyo y lo calificaron como "mal gobierno".<ref>Luis Suárez. ''Isabel I, reina''. Ariel, 2002. Pág. 20</ref>
 
La cuestión de la incapacidad del rey para engendrar un heredero había sido un problema acuciante desde antes de comenzar su reinado, motivo por el que la historia lo ha llamado ''el impotente''.{{Refn|group="lower-alpha"|El [[Gregorio Marañón|Dr. Marañón]] realizó un estudio sobre la situación clínica de Enrique IV, definiéndolo como "displásico eunocoide".}} Después de 13 años de matrimonio, el rey decidió anular su enlace con [[Blanca II de Navarra|Blanca de Navarra]], a causa de la falta de descendientes. La situación era controvertida,<ref group="lower-alpha">''Testimonio de la sentencia de divorcio entre el príncipe D. Enrique y la infanta doña Blanca'', incluido en la [http://www.archive.org/details/coleccindedocu40madruoft Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. XL], pags. 444-450.</ref> pues el monarca aceptaba su impotencia, pero solo con su esposa, pues se incluyó en la sentencia la declaración de unas prostitutas que afirmaban haber mantenido relaciones con el rey. La conclusión fue entonces, que la impotencia del rey en ese matrimonio se debía a la reina, ya que a ella estaba "ligado" y no a otras.<ref>Luis Suárez. ''Isabel I, reina''. Ariel, 2002. Pág. 18</ref> En [[Córdoba (España)|Córdoba]] en 1455, en aras de una alianza con [[Portugal]], Enrique volvió a contraer matrimonio con la hermana de [[Alfonso V de Portugal|Alfonso V]], [[Juana de Portugal]].
 
Desde su matrimonio con Enrique IV, la reina Juana de Portugal fue consciente de la inestabilidad y las pretensiones de algunos nobles, así como de la debilidad de su esposo. Temiendo la influencia que esos aristócratas pudieran tener sobre los infantes y recelando de ellos por lo que consideraba el bien de su propia hija, mantuvo control sobre Isabel y Alfonso, haciendo que la acompañaran en todos sus desplazamientos. Mientras, el rey incumplía el testamento de Juan II y concedió [[Cuéllar]], que debía haber sido de la infanta Isabel, a don Beltrán de la Cueva, a quien también otorgó el [[Orden de Santiago|maestrazgo de Santiago]], concedido al infante Alfonso. A Isabel, que a la sazón tenía diez años de edad, se le arrebató el señorío de [[Arévalo]], para convertirlo en un [[ducado de Arévalo|ducado]] para [[Álvaro de Zúñiga y Guzmán|Álvaro de Stúñiga]].