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Sin embargo, después de esta violencia, la nobleza, poco confiada en la aparente y, como se demostró con posterioridad, temporal reconciliación entre el rey y el pueblo, comenzó a exiliarse. Los primeros ''émigrés'' incluyeron al conde de Artois (futuro [[Carlos X de Francia]]) y a sus dos hijos, el [[Luis José I de Borbón-Condé|príncipe de Condé]] y el [[Luis Francisco II de Borbón-Conti|príncipe de Conti]], la familia [[Polignac]] y algo más tarde [[Charles Alexandre de Calonne]], el antiguo ministro de finanzas. Éstos se instalaron en [[Turín]], desde donde Calonne, como agente al servicio del conde de Artois y del príncipe de Condé, comenzó a trazar un intento de guerra civil dentro del país y conspiró para formar una coalición europea contra la Francia revolucionaria.
 
Necker regresó a París triunfante desde [[Basilea]] (triunfo que luego se demostró efímero). A su llegada, descubre que la muchedumbre había asesinado cruelmente a Foullon y a su sobrino [[Louis Bénigne François Berthier de Sauvigny|Berthier]] y que el barón de Besenval (nombrado comandante de París por Broglie) había sido hecho preso. Deseando evitar un nuevo derramamiento de sangre, Necker abrió la mano, exigiendo y obteniendo una [[amnistía]] general votada por la asamblea de los electores de París. Con la solicitud de la amnistía más que confíar en un juicio justo, subestimó el peso de las fuerzas políticas. Pero la asamblea fundada "ad hoc", casi inmediatamente revocó la amnistía para salvar a su propio existencia, y quizás las propias cabezas de sus miembros, e instituyó un tribunal de primera instancia en [[Châtelet]]. Mignet sostiene que es este el momento en que Necker pierde su influencia sobre la Revolución.<ref name="Mignet"/>
 
La insurrección parisina se extendió por toda Francia. El pueblo se organizó en municipios para conseguir un propósito de autogobierno y crearon cuerpos de guardias nacionales para su propia defensa, de acuerdo al principio de [[soberanía popular]] y con una total indiferencia hacia las reclamaciones por parte del rey. En las áreas rurales, muchos fueron más allá de esto: algunas fincas y un significativo número de castillos fueron quemados.