Con ello el rey Salomón pronuncia su sentencia devolviendo el niño a la verdadera madre: ''"Entregad a aquella el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre''".
El relato finaliza destacando la sabiduría de Salomón para juzgar. Cabe destacar que Salomón tenía Sabiduría pues había decidido ''seguir los mandamientos de Dios'':
"''Tus mandamientos me hacen '''más sabio''' que mis enemigos…Tengo '''más discernimiento''' que todos mis maestros porque medito en tus estatutos.
Tengo '''más entendimiento''' que los ancianos porque obedezco tus preceptos…
De tus preceptos adquiero '''entendimiento'''; por eso aborrezco toda senda de mentira''" (Salmo 119:98,104 –ver 1ª Re 2:2; Job 28:28-)
Todo ello hizo que afianzaron la paz [y entonces Dios se encargaba de concederle tranquilidad en sus fronteras (1ª Re 5:4; Sal 147:14)].
El orden y la alegría primaban (1ª Re 4:20), con lo cual, al transcurrir el tiempo se convirtieron en ‘ejemplo para los pueblos’ (1ª Re 10:6,7; 2ª Cró 2:11).
La enorme prosperidad que adquirieron fue '''consecuencia''' de “andar en los preceptos del Señor” (Salm 72:2-16; Prov 29:14; 1ª Re 2:3).
