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==== Interpretación de los sueños en psicoanálisis ====
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[[Archivo:Die Traumdeutung (Congress scan).jpg|thumb|220px|Portada de la primera edición en alemán de ''[[La interpretación de los sueños]]'' de [[Sigmund Freud]].]]
 
Para Freud, poco podría aprenderse del estudio de casos normales caracterizados por una bien definida separación entre el yo y el ello, sostenida ésta gracias a las resistencias o [[contrainvestidura]]s, y por el trabajo mancomunado entre la organización yoica y el superyó y su indistinción. Solo arrojarían luz, en cambio, los estados de conflicto, en los que el material inconsciente perteneciente al ello amenazara con irrumpir en la conciencia y el yo debiese defenderse frente a tal asalto. Sin embargo, tales estados no se dan exclusivamente en el marco de perturbaciones patológicas, sino que de continuo tienen lugar durante el dormir, razón por la cual, los sueños, que Freud reconoce como actos psíquicos, constituyen un privilegiado [[objeto de estudio]] para la indagación psicoanalítica. La disección del material onírico comporta la ventaja adicional de prescindir del análisis de manifestaciones mórbidas, tarea que había hecho de la teoría freudiana blanco de críticas basadas en el argumento de que en los descubrimientos realizados en tal análisis fundamentaría su concepción del psiquismo normal. Los sueños, cuya inteligibilidad no suele estar al alcance del soñante, pueden oponerse perfectamente a lo que él sabe sobre el mundo real y, prestándoles creencia, es decir, suponiendo, mientras duerme, que lo que ellos describen refiere a la realidad objetiva, no hace otra cosa que conducirse como un alucinado.{{harvnp|Freud|2013|p=163}}
 
Uno de los hitos inaugurales del arte de la interpretación de los sueños fue el reconocimiento de que lo que de estos se retiene en la memoria al despertar no es más que una fachada (''contenido manifiesto'') y, por lo tanto, no se condice con el genuino proceso onírico, que corresponde a los ''pensamientos oníricos latentes''.{{harvnp|Freud|2013|p=163}} El ''trabajo del sueño'' (denominado ''elaboración onírica'' en la traducción de [[Luis López Ballesteros y de Torres]];<ref name="LopezBallesteros">{{cita libro |apellido=Freud
|nombre=Sigmund
|enlaceautor=Sigmund Freud
|título=[[La interpretación de los sueños]]
|editorial=Círculo de lectores
|ubicación=Buenos Aires
|isbn=950-19-0022-3
|año=1966
|traductor=[[Luis López Ballesteros y de Torres]]
|capítulo=La elaboración onírica
|páginas=291-404
}}</ref> ''Traumarbeit'' bajo la pluma de Freud) es el encargado de trasponer estos pensamientos en aquella figuración manifiesta. Los contenidos inconscientes que pugnarían por adquirir la propiedad de preconsciente y situarse al alcance del yo solo lo conseguirían a costa de una ''desfiguración onírica''.{{harvnp|Freud|2013|pp=163-164}}
 
Dos tipos de acontecimientos pueden brindar la oportunidad para que se forme un sueño: en el primero, un [[deseo]] reprimido cobra vigor durante el dormir y esto le permite alcanzar al yo (sueños desde el ello); en el segundo, un anhelo preconsciente al que no se le concedió satisfacción durante el día es investido de una intensidad suplementaria procedente de lo inconsciente (sueños desde el yo). Al resignarse la vigilia, las funciones del yo entran en un transitorio estado de reposo, lo que para Freud da cuenta del tardío nacimiento de dicha provincia anímica puesto que interpreta el dormir como la expresión de una pulsión que compelería a recuperar las condiciones de la vida intrauterina: “El dormir es un regreso tal al seno materno.” Los órganos sensoriales son entonces desinvestidos, de suerte que el vínculo entre el individuo y el mundo exterior queda suspendido; la [[motilidad]], sobre la cual también tiene imperio el yo, es neutralizada, y se produce un aflojamiento de las inhibiciones o un debilitamiento de las contrainvestiduras que mantenían a raya lo inconsciente, con lo cual el ello adquiere una desusada libertad que no supone peligros para la conservación del yo.{{harvnp|Freud|2013|p=164}}
 
Freud expone cuatro argumentos en defensa de su tesis respecto de que el ello desempeña un importante papel en las producciones oníricas. En primer lugar, los recuerdos que encuentran figuración en el sueño son harto más vastos que aquellos a los que el individuo puede reproducir cuando está despierto. A su vez, el sueño se sirve de una simbología que por lo regular escapa al conocimiento del soñante, pero cuyo sentido habría sido puesto al descubierto por el psicoanálisis y que provendría de etapas evolutivas del desarrollo del lenguaje superadas largo tiempo ha. En tercer lugar, las imágenes oníricas con frecuencia sacan a la luz impresiones infantiles de las que sería impreciso decir que han sucumbido a un olvido ordinario y que en realidad deben su carácter inconsciente a represiones consumadas sobre ellas, lo que explica que la interpretación de los sueños preste tan buenos servicios a la reconstrucción de los años primordiales de la infancia de un soñante, tarea que se acomete en el trabajo terapéutico con las neurosis. Por último, el sueño hace aflorar materiales que no corresponden ni a la infancia ni a la adultez del individuo y que, por lo mismo, Freud explica a partir de la teoría de que conciernen a la herencia arcaica de la que el niño se encuentra dotado desde su nacimiento, precipitados de las experiencias vividas por generaciones ancestrales, incluso prehistóricas, que encuentran alguna forma de expresión tanto en las [[saga (literatura)|sagas]] de los pueblos como en costumbres cristalizadas de antiguo.{{harvnp|Freud|2013|pp=164-165}}
 
Freud estima en mucho la contribución de los sueños al psicoanálisis porque los contenidos que del ello que se cuelan en el yo arrastran tras sí las modalidades de trabajo de lo inconsciente. En los “sueños desde el ello”, la elaboración onírica trata a los contenidos preconscientes en los que se expresan las mociones pulsionales del ello como si de hecho pertenecieran a tal instancia, mientras que, en los “sueños desde el yo”, el material preconsciente, que adquiere mayor intensidad a partir de la que le ceden las aspiraciones pulsionales inaccesibles a la conciencia, es relegado al estatuto de lo inconsciente. Freud define el trabajo del sueño como “un caso de elaboración inconsciente de procesos de pensamiento preconscientes”, lo que no impide que las formaciones oníricas que de él surgen sean el resultado de un [[formación de compromiso|compromiso]] entre instancias: tal es así que la propia desfiguración a la que han de someterse los impulsos del ello, así como los esfuerzos que el individuo ya despierto emprende para muñir a lo que recuerda de sus sueños de un aspecto admisible para el yo, fenómeno conocido como ''elaboración secundaria'', corresponden ambos a la injerencia del mismo yo.{{harvnp|Freud|2013|p=165}}
 
Las normas que regulan el acaecer inconsciente son fundamentalmente dos: ''[[condensación (psicoanálisis)|condensación]]'' y ''[[desplazamiento (psicoanálisis)|desplazamiento]]''. La primera se discierne en la propensión a reunir en singulares aglomeraciones elementos heterogéneos que la actividad mental preconsciente de la vigilia se habría mostrado resuelta a no poner en conexión. Una pequeña pieza del contenido manifiesto podrá ser el modesto representante de vastas ilaciones de pensamientos latentes al punto que el texto objetivo del sueño es a menudo un compendio sumamente sucinto si se lo compara con la exuberancia de aquellos pensamientos. Por su parte, el desplazamiento, mecanismo íntimamente enlazado con el de la condensación, permite que un elemento ceda a otro su ''quantum'' energético, por lo que este segundo elemento se impone con particular claridad en el relato del sueño, pudiendo conducir al error de hacernos creer que es por ello el más digno merecedor de nuestra atención, cuando en realidad desempeñaba un papel poco destacado en los pensamientos oníricos; complementariamente lo que en tales ilaciones inconscientes sea lo principal puede aparecer representado por las más insignificantes trazas en el contenido manifiesto. La condensación y el desplazamiento demuestran que en el ello la energía psíquica circula con mayor movilidad que en el yo y que lo que más atarea a aquella instancia es su afán de proporcionar descarga a las excitaciones que se produzcan en su interior. En una nota al pie, Strachey apostilla que esa aspiración que Freud atribuye al ello es análoga a lo que había descrito en el “[[Proyecto de psicología]]”, empleando una terminología más próxima a la de la [[neurología]], en referencia al “principio primordial de la actividad de las [[neurona]]s: «las neuronas procuran aliviarse de la cantidad».”{{harvnp|Freud|2013|pp=165-166}}
 
Las normas que gobiernan la [[lógica]] no operarían en lo inconsciente, que queda definido como “el reino de la alógica”. Afanes y tendencias antagónicos conviven allí a veces sin suscitar el menor conflicto por no influirse recíprocamente, otras provocando uno en el que, sin embargo, no se toma partido por ninguna opción en particular, sino que estas se funden en un compromiso de la más absurda constitución por poner lado a lado exigencias inconciliables. Esto guarda estrecho vínculo con que los opuestos, lejos de mantenerse apartados, son tomados como si fueran una y la misma cosa: así, cada elemento del contenido manifiesto del sueño puede figurar precisamente a su contrario. Para dar fuerza a su tesis, Freud argumenta que eso también ocurría en las lenguas arcaicas: en un inicio, los conceptos de “fuerte” y “débil”, “claro” y “oscuro”, y “alto” y “profundo” pudieron haber sido designados a través de la misma [[raíz (lingüística)|raíz]]. Incluso en [[latín]] ''altus'' tendría el valor de “alto” y de “profundo”, mientras que ''sacer'' referiría tanto a “sagrado” como a “impío”.{{harvnp|Freud|2013|p=167}}
 
Para interpretar un sueño exitosamente se vuelven indispensables las [[asociación libre|asociaciones]] que el propio soñante establezca entre los elementos del texto del sueño. Tales asociaciones permitirían recuperar los eslabones faltantes para que, partiendo del contenido manifiesto, pueda colegirse el latente. La interpretación, que recorrería en sentido inverso la tarea del trabajo del sueño, a menudo no es completamente certera.{{harvnp|Freud|2013|p=167}}
 
En cuanto a la explicación dinámica de por qué el yo toma a su cargo la labor del trabajo del sueño, Freud sostiene que cuando un sueño se encuentra en proceso de formación dirige al yo un reclamo de satisfacción pulsional (sueños desde el ello), o bien de resolución de un conflicto o cancelación de una duda (sueños desde el yo). Sin embargo, el yo, afincado en su responsabilidad de obrar como el guardián del dormir, no puede menos que percibir tales exigencias como perturbaciones contrarias a su propósito y entonces se propone suprimirlas “mediante un acto de aparente condescendencia, contraponiendo a la demanda, para cancelarla, un ''cumplimiento de deseo'' que es inofensivo bajo esas circunstancias”. Freud reconoce la principal operación de la elaboración onírica en tal instalación de un cumplimiento de deseo en el preciso punto en el que se eleva al yo un requerimiento de una u otra clase. Freud cita tres ejemplos para echar luz sobre sus elucidaciones. El primero es un sueño de hambre: en él el individuo, ya dormido, resulta afectado por esta y, aunque bien podría despertar entonces para saciarla, continúa durmiendo y produce un sueño en el que le ofrecen un banquete, con el resultado de que, así más no sea temporariamente, logra satisfacer su apetito por vía alucinatoria y evitar así el despertar. El segundo ejemplo consiste en un sueño de comodidad: un médico ha de despertar a determinado horario para llegar a tiempo a la clínica en la que trabaja, pero, en lugar de ello, sueña que ya se encuentra allí, no en calidad de galeno sino como paciente, que en tanto tal no tiene razones para dejar la cama. Por último, un sueño de necesidad sexual: el durmiente es asaltado por las ansias de tener sexo con la esposa de un amigo y termina por soñar que lo hace, aunque no con esa mujer sino con otra que en sí misma no le despierta ningún vivo interés pero que tiene el mismo nombre que aquella.{{harvnp|Freud|2013|pp=167-168}}
 
Por lo demás, esos tres ejemplos manifiestan una desusada sencillez. Con los sueños que tienen su origen en [[restos diurno|restos diurnos]] dejados en suspenso y reforzados durante el dormir por lo inconsciente, frecuentemente resulta difícil anoticiarse de la empero siempre necesaria intervención del factor pulsional. Freud se adelanta a los reproches a su idea de que todo sueño es un cumplimiento de deseo (reproche fundamentado en el cariz penoso, angustiante o lisa y llanamente indefinido en términos de tono sentimental que muchos de ellos exhiben) subrayando que no ha de perderse de vista que todo sueño es una formación de compromiso originado en una situación de conflicto. Lo mismo que al ello sólo le prodigue satisfacciones perfectamente podrá ―y con más razón precisamente por dispensar gozo a tendencias inconscientes― ser acogido por el yo como la oportunidad para un desprendimiento de angustia.{{harvnp|Freud|2013|p=168}}
 
El resultado de los compromisos establecidos entre el yo y el ello varían de un sueño al otro: mientras que en unos el primero habrá logrado defenderse con mayor entereza frente a los embates del ello, en otros lo inconsciente podrá acceder a la conciencia tras vencer menos resistencias. Freud identifica los sueños de angustia como los que suelen presentar un material menos desfigurado. Por otro lado, si al yo en estado de reposo se le vuelve excesivamente ardua la tarea de vérselas con los requerimientos del ello, bien podrá recurrir al despertar. Aunque el sueño se proponga cancelar todo estímulo que perturbe el dormir, no siempre tiene, por supuesto, el éxito asegurado. En el último párrafo del apartado, se afirma que los mismos mecanismos inconscientes que dan cuenta de la formación del sueño operan también en la producción de [[síntoma (psicoanálisis)|síntomas]] neuróticos y psicóticos.{{harvnp|Freud|2013|p=169}}
 
Para el [[psicoanálisis]], la interpretación de los sueños es una herramienta poderosa en la exploración del inconsciente. En palabras de Freud: «La ''via regia'' hacia el inconsciente».<ref>{{cita libro |apellidos=Freud |nombre=Sigmund |enlaceautor=Sigmund Freud |título=Obras completas. Volumen V. [[La interpretación de los sueños]] |url= |fechaacceso= |idioma= |otros= |edición= |año=1900|editor= |editorial=[[Amorrortu Editores]] |ubicación=Buenos Aires |isbn=978-950-518-581-8 |capítulo= |páginas=597 |cita= }}</ref> Puesto que el psicoanálisis es sobre todo una teoría sobre el inconsciente y una terapia basada en el análisis e interpretación de sus formaciones (sueños, lapsus, actos fallidos, síntomas) a través de la asociación libre y en una determinada situación analítica (la relación [[transferencia (psicoanálisis)|transferencial]] entre analista y analizando), la interpretación de los sueños forma parte esencial de la técnica de tratamiento psicoanalítico.
 
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| editorial = Traducción José Luis Etcheverry. Buenos Aires & Madrid: Amorrortu editores
| id = ISBN 978-950-518-581-8
}}
*{{cita libro
|apellido=Freud
|nombre=Sigmund
|enlaceautor=Sigmund Freud
|título=Obras completas
|editorial=[[Amorrortu Editores]]
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|volumen=XXIII - Moisés y la religión monoteísta, Esquema del psicoanálisis y otras obras (1937-1939)
|isbn=978-950-518-599-3
|año=2013
|traductor=[[José Luis Etcheverry]]
|capítulo=[[Esquema del psicoanálisis]]
|páginas=133-209
}}
* {{cita libro