Diferencia entre revisiones de «Real Conservatorio Superior de Música de Madrid»

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Historiadores de la época criticaron duramente su nombramiento, señalando a españoles como Carnicer y [[Mariano Rodríguez Ledesma|Rodríguez Ledesma]] como personas de competencia sobrada para desempeñar el cargo. La reina pretendía que la organización del Centro fuera a imagen y semejanza de los conservatorios italianos. Para conseguir sus propósitos buscó director en aquel país, aunque algunos han apuntado que el nombramiento fue caprichoso por ser Piermarini hombre apuesto. En el Centro había alumnos internos y externos, gratuitos y de paga.
 
El Conservatorio estaba ubicado en la [[Plaza de los Mostenses]], en un edificio que, con la reordenación urbanística de Madrid, después fue el número 25 de la calle de Isabel la Católica. La parte posterior daba a un callejón hoy del Maestro Guerrero que todavía es conocido popularmente por Travesía del Conservatorio. Tenía el primitivo una real dependencia de la Corte, y su organización interna se imitó de los conservatorios italianos de la época. Se nombraron profesores profesionales de la casa y una especie de socios protectores no profesionales, los «adictos de honor», que no tenían asiento en la Junta y entre los que estaba lo más granado de la corte, la aristocracia y la política, muchos de ellos por puro compromiso. El P. [[Federico Sopeña]] ofrece como curiosidad una larga lista de estos «adictos de honor» que parece «una guía de salón de la época». Como «adictos facultativos» se incorporaron profesionales de prestigio que asistían a las juntas con voto consultivo pero no deliberativo y formaban parte de la orquesta en los conciertos públicos del Centro. También fueron nombrados «maestros honorarios» entre otros el ídolo [[Rossini]], el napolitano [[Saverio Mercadante|Mercadante]] y el maestro de capilla de Salamanca [[Manuel José Doyagüe|Doyagüe]], con autorización expresa para vestir el uniforme. El primer reglamento, publicado el 16 de septiembre de 1830, fue redactado por Piermarini. Centrado todo en torno a la ópera se instaura la Declamación como parte inseparable del Conservatorio hasta 1951. Se regula el Gobierno del Centro, presentación mensual de cuentas, inspección, clases, matrícula, plazas y creación de una orquesta. En un artículo del Reglamento, incumplido, se sientan las bases para la creación de un [[Archivo Nacional de Música]], algo así como un [[depósito legal]] al que irían a parar dos ejemplares de todas las obras musicales que se publicasen en España. Colaborador de Piermarini fue el brigadier [[José Joaquín Virués y Spínola]], inspirador del Reglamento y autor del famoso tratado didáctico de armonía, contrapunto y composición ''La Geneuphonía'', adoptado en el Centro. De ambos es el discurso de inauguración, escrito en lenguaje retórico de la época. Todavía se conserva en la Biblioteca la primera lista de profesores que Piermarini presentó a los reyes para su aprobación en la que reflejan méritos y sueldos, y figuran personajes tan prestigiosos como [[Pedro Albéniz]], [[Baltasar Saldoni]] y [[Ramón Carnicer i Batlle|Ramón Carnicer]].
 
Como consecuencia de los enormes gastos ocasionados por la [[Primera Guerra Carlista]], el 12 de septiembre de 1835, las Cortes suprimieron la partida presupuestaria, dejando en manos del Gobierno la resolución del enorme problema creado. La asignación económica quedó reducida a 24.000 duros lo que llevó a una gran crisis de la que encontramos noticias en la prensa de la época. El 25 de agosto de 1838 Piermarini fue sustituido por el [[Antonio Tenreiro Montenegro|Conde de Vigo]], con el título de Viceprotector. Al poco tiempo se suprimieron las plazas de internos. Se sucedieron en la dirección [[José Aranalde]] y [[Juan Martínez Almagro]], nombrado este último en 1848. La situación económica del Conservatorio fue tan difícil en esta época que estuvo a punto de desaparecer víctima de los gastos que el país tuvo que soportar como consecuencia de la guerra civil. En más de una ocasión, y con el fin de convencer a los políticos de la utilidad social del Centro, se hicieron peticiones en las que se explicaba, entre otras cosas, cómo los alumnos se ganaban honradamente la vida ejerciendo la profesión. En medio de la crisis, los profesores procuraron, mediante sucesivos recursos, acabar con la situación creada.