Diferencia entre revisiones de «Monarquía Hispánica»

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La Monarquía Hispánica nació en 1479 de la [[unión dinástica]] de la [[Corona de Castilla]] y de la [[Corona de Aragón]] por el matrimonio de sus respectivos soberanos [[Isabel I de Castilla]] y [[Fernando II de Aragón]], conocidos como los [[Reyes Católicos]]. Desde entonces la Monarquía Católica, como fue conocida después de la bula papal de [[Alejandro VI]] de 1494, fue agregando diversos "Reinos, Estados y [[Señorío]]s" en la península ibérica, en el resto de Europa y en América hasta convertirse bajo los reyes de la [[Casa de Austria en España|Casa de Austria]] en la Monarquía más poderosa de su tiempo. En 1580 Felipe II incorporó a la Monarquía el [[reino de Portugal]] con lo que toda ''España'' —en una de las acepciones que adquiría este término entonces, aunque era también común, desde los Reyes Católicos, la identificación de España con las coronas de Aragón y Castilla— quedó bajo la soberanía de un único monarca. Como advirtió [[Francisco de Quevedo]] en ''España defendida'', obra publicada en 1609, «propiamente España se compone de tres coronas: de Castilla, Aragón y Portugal».{{Harvnp|Pérez|1980|pp=230-231}}
 
En cuanto a su estructura, la Monarquía Hispánica era una [[monarquía compuesta]] en la que los "Reinos, Estados y Señoríos" que la integraban estaban unidos según la fórmula ''aeque principaliter'' (o 'unión diferenciada'),{{Harvnp|Echevarría Bacigalupe|1998|p=121}} "bajo la cual los reinos constituyentes continuaban después de su unión siendo tratados como entidades distintas, de modo que conservaban sus propias leyes, fueros y privilegios. «''Los reinos se han de regir, y gobernar'' —escribe [[Juan de Solórzano Pereira|Solórzano]]—, ''como si el rey que los tiene juntos, lo fuera solamanente de cada uno de ellos''» [...] En todos estos territorios se esperaba que el rey, y de hecho se le imponía como obligación, que mantuviese el estatus e identidad distintivos de cada uno de ellos".{{Harvnp|Elliott|2009|pp=34-35}} El respeto de las jurisdicciones territoriales no impidió un refuerzo de la autoridad y poder regio del monarca en cada reino en particular.<ref>Ibíd. [http://books.google.es/books?id=hA4GFofN_NgC&lpg=PA9&dq=&pg=PA18#v=onepage&q&f=true pág.18] y [http://books.google.es/books?id=hA4GFofN_NgC&lpg=PA121&dq=&pg=PA120#v=onepage&q=&f=true pág. 120]</ref> A pesar del respeto y autonomía jurisdiccional, existía una política o directriz común que había quede obedecerse encarnada por la diplomacia y la defensa,{{Harvnp|Pérez|2003|pp=213-214}} y en la que la Corona de Castilla ocupaba la posición central y preeminente sobre los demás.{{Harvnp|Echevarría Bacigalupe|1998|p=123}}
 
Desde época de los Reyes Católicos se renovó un sentimiento de restaurar la Hispania romana o visigoda, que los reyes de León habían evocado con el título de ''[[Imperator totius Hispaniae]]'',{{Harvnp|Quesada Marco|1997|p=244}}{{Harvnp|García Gómez|1993|pp=338-341}} y los mismos reyes hicieron difusión de la recuperación de la antigua Hispania bajo el mismo monarca: