Diferencia entre revisiones de «Maltrato infantil»

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El abuso de menores consiste en varios elementos y se enfatiza en dos ideas principales las cuales son: la asimetría de edad y el abuso de poder. La asimetría de edad se refiere a la diferencia de edad que hay entre el agresor y la víctima, mientras que el abuso de poder es un factor necesario para el abuso infantil; ya que el mismo implica miedo y obtiene un rol dominante en el ámbito social. El abuso de poder se obtiene por medio de las experiencias y la madurez del agresor. Por esta razón la asimetría de edad se convierte en un factor en el maltrato infantil; ya que por medio de la edad se pueden descifrar los niveles de experiencia, madurez y sobre todo de malicia del agresor.<ref>Maria, J. & Sumalla, T. (2002). La protección penal del menor frente al abuso y explotación sexual: análisis de las reformas penales en materia de abusos sexuales, prostitución y pornografía de menores: Editorial Aranzadi (Ed).(Pag 17-31). Navarra.</ref>
 
Existen lesiones centinela las cuales son definidas como lesiones menores infringidas, las cuales son reconocidas por el médico o los padres que son altamente sugestivas de maltrato. Son comunes en niños maltratados fisicamente y raras en niños que no sufren maltrato. Se ha llegado a identificar su presencia previa en hasta un 25% de niños con maltrato físico y en un tercio de niños con diagnóstico de traumatismo craneoencefálico. Estas son: lesiones en la parte posterior de la oreja, lesiones dentro de la cavidad oral, y masmás específicamente en la cara interna del labio superior, y el antecedente de fracturas previas. <ref>{{Cita publicación|url=http://pediatrics.aappublications.org/cgi/doi/10.1542/peds.2015-0356|título=The Evaluation of Suspected Child Physical Abuse|apellidos=Christian|nombre=C. W.|apellidos2=COMMITTEE ON CHILD ABUSE AND NEGLECT|fecha=1 de mayo de 2015|publicación=PEDIATRICS|volumen=135|número=5|páginas=e1337–e1354|fechaacceso=30 de marzo de 2020|idioma=en|issn=0031-4005|doi=10.1542/peds.2015-0356}}</ref>
 
Los indicadores típicos del abuso físico en un menor son las magulladuras o moretones en diferentes fases de cicatrización y de forma extendida en diferentes partes del cuerpo; las quemaduras con formas definidas; las fracturas de nariz o mandíbula, o en espiral de los huesos largos; las torceduras o dislocaciones; las heridas o raspaduras en la cara y la parte posterior de las extremidades y torso; señales de mordeduras humanas; cortes o pinchazos; lesiones internas (en el cráneo o cerebro, síntomas de asfixia...).