Diferencia entre revisiones de «Juan Velasco Alvarado»

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En [[1973]], cuando la crisis económica ya era evidente, Velasco sufrió un grave colapso de salud. El [[22 de febrero]] de ese año fue hospitalizado de urgencia. La presencia de [[aneurisma]] le provocó la ruptura de la aorta abdominal. Fue sometido a dos intervenciones quirúrgicas. El [[10 de marzo]] se le amputó la pierna derecha. La junta revolucionaria anunció en ese momento que las obligaciones del presidente de la República eran asumidas por el presidente del Consejo de Ministros [[Edgardo Mercado Jarrín]]. Pero a fines de ese mismo mes, Velasco reasumió sus funciones, si bien muy disminuido físicamente.
 
Sectores extremistas cercanos a Velasco pedían una radicalización que orientara al país de manera definitiva hacia el [[socialismo]] y el [[marxismo]]. Influenciado por esos sectores, el gobierno decidió confiscar los medios de comunicación. En la medianoche del [[26 de julio|26]] al [[27 de julio]] de [[1974]] fueron ocupadas las sedes de los últimos diarios limeños que aún mantenían su autonomía: ''[[La Prensa (Perú)|La Prensa]]'' (de propiedad de [[Pedro Beltrán]]), ''Última Hora'' (vespertino que se imprimía en los mismos talleres de ''La Prensa''), '' [[El Comercio (Perú)|El Comercio]]'' (de propiedad de la familia Miró Quesada), ''[[Diario Correo (Perú)|Correo]]'' y ''[[Diario Ojo|Ojo]]'' (de propiedad del empresario pesquero [[Luis Banchero Rossi]]). Nominalmente, estos diarios fueron puestos a manos de los «sectores organizados» de la población, pero en realidad fueron entregados a empleados serviles del gobierno. Las televisoras y las radios ya habían sido afectadas tiempo atrás por diversas formas de control.
 
Dicho atropello a la libertad de prensa originó que por primera vez surgieran en las calles de Lima manifestaciones populares contra la dictadura. Los días [[28 de julio|28]] al [[30 de julio]] la juventud del [[distrito de Miraflores]] se apoderó de las calles y plazas alzando su voz de protesta. Más de 400 manifestantes fueron detenidos. El aparato propagandístico del gobierno se limitó a ridiculizar la protesta, calificándola de “pituca” u “oligárquica”.