Diferencia entre revisiones de «Género político»

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{{cita|Ciudadanos: la Patria está en peligro. Que aquellos que van a tener el honor de ser los primeros en luchar por lo que más quieren, recuerden siempre que son franceses y libres. Que sus con ciudadanos velen en sus casas por la seguridad de la personas y de los bienes, que los responsables públicos se mantengan alerta. Que todos, con un valor sosegado, atributo de la verdadera fuerza, esperen el aviso de la ley, y la patria se salvará.|''[[La patrie en danger]]'', declaración de la Asamblea Nacional Francesa, 11 de enero de 1792.<ref>[http://blocs.xtec.cat/xguerrero/ ''La Revolució Francesa a través dels textos'']</ref>}}
 
*[[Discurso de Angostura]] ([[Simón BolivarBolívar]], 13 de marzo de 1819)<ref>{{cita|La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente}}</ref>
*[[Discurso del Teatro de Oriente]] ([[Emilio Castelar]], 25 de septiembre de 1854)<ref>Reunión del Partido Democrático: ''¿Queréis saber lo que es la democracia? ... Voy a defender las ideas democráticas si deseáis oírlas. Estas ideas no pertenecen ni a los partidos ni a los hombres; pertenecen a la humanidad. Basadas en la razón, son como la verdad, absoluta, y como las leyes de Dios, universales'' (citado en Carmen García, [http://www.ensayistas.org/filosofos/spain/castelar/biografia.htm Biografía de Emilio Castelar]).
{{cita|Para hacer nuestra revolución verdaderamente popular, es necesario que consagremos de una manera absoluta los derechos del pueblo. Señores, no es mi propósito desencadenar las pasiones, ni mi objeto oponerme a la triunfal carrera del gobierno; pero si me lo permitís, hablaré con la prudencia que cumple a la libertad de mi sentir respecto a los gobiernos doctrinarios. Hace ya largos años que un hombre encerrado en el secreto santuario de su propia conciencia, se propuso regenerar el mundo científico, abriéndole horizontes infinitos. Este hombre se llamaba Descartes. El demostró que la humanidad era al mismo tiempo objeto y sujeto de la ciencia, y que debemos reconocer por único criterio científico la razón, cuyo destino es herir a la autoridad, como el rayo del cristianismo hirió los ídolos del Capitolio. Estas ideas descendieron bien pronto de la mente del filósofo a la conciencia del pueblo; porque la Providencia difunde con su divino soplo en los entendimientos los principios salvadores que han de regenerar a las naciones. Entonces, entre el principio basado en las leyes del tiempo y el principio basado en las leyes de la razón, se entabló una contienda que pone espanto en el ánimo; pero no olvidéis que se desencadenan en la historia tempestades necesarias, que agitan horriblemente la atmósfera, sin romper por eso la cadena que une a la tierra con los mundos. Entonces el pueblo pronunció en su triunfo esta palabra, que no han podido borrar nunca los gobiernos: ''Per me Reges regnant''. El antiguo principio de autoridad subió sin comprender su ruina del sólio del poder al sólio del cadalso; mas después, por razones que no es del momento referir, se firmó un pacto entre la autoridad vencida y el pueblo vencedor, pacto que ha sellado generosa y noble sangre. Pero este pacto ha sido mil veces rasgado, y no es parte a salvarlo la espada de la fuerza, pues lo aniquila hoy la espada de la justicia. Y si no, poned frente a frente dos principios antitéticos por naturaleza, y veréis como son contradictorios por consecuencia. El principio de autoridad solo luce el día de la reacción, como el principio de la libertad solo luce el día de las revoluciones. Cuando triunfa el primero, condena a su contrario al ostracismo, pone mordazas en sus labios, grillos en sus plantas, lo arrastra por el lodo, fabrica para él sus cárceles y le asesina con la espada de la dictadura. Cuando triunfa el segundo, suele ser, como en la revolución de julio hemos visto, más generoso con su enemigo, porque es más fuerte. ¿Por qué, me diréis, el principio reaccionario es tan tenebroso, y el principio liberal tan sublime? Porque el primero es un principio muerto, que si respira, respira el mefítico aire de las tumbas: y el segundo es un principio lleno de vida, puesto en el trono de la humanidad por la inflexible lógica de Dios, que se manifiesta centellante en la historia.<p>