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== Olao Magno y los monstruos marinos ==
Olao Magno tuvo mucha importancia en la creación de los mitos relativos a los monstruos [[Monstruo marino|marinos]], siendo el responsable de trasladar el hábitat de los mismos del lejano Océano Indico, tal como sucedía en la época clásica, a los mares del Atlántico norte. Ante todo, nos presenta éstos como un mundo lleno de peligros y amenazas. Estos monstruos destacan, normalmente, por su tamaño, su ferocidad, el peligro que representan para los marineros, y su fealdad nacida de su aspecto deforme, a la vez que en muchas ocasiones su presencia es anticipo de futuras calamidades. Es de destacar que Olao presenta a todas estas criaturas como seres reales y tangibles, sin que tengan ningún significado simbólico. El físeter o príster, del género de los cetáceos, tiene un tamaño de doscientos codos, ''“se alza muy por encima de las antenas de las naves y, extrayendo el oleaje de agua contenido en unas fístulas sobre la cabeza, lo arroja de tal manera, que como una inundación de lluvia hunde muchas veces las naves más resistentes...posee también una boca grande y amplia...tiene en todo el cuerpo una piel espesa y negra, aletas largas en forma de pies anchos, y cola de dos puntas de quince y veinte pies de anchura, con la que estrecha violentamente las partes rodeadas de las naves''” (cap. 6, “Del fiseter y su crueldad con los marineros”). Algunos cetáceos, por su parte, “''tienen la abertura de la boca con dientes, y muy dilatada, es decir, con una prolongación de doce a catorce pies, y dientes de seis, ocho o doce pies''” (cap. 8, “Del múltiple género de los cetáceos”). También nos hablará de la xifia, el rosmaro o morso noruego, el “swamfisck”, el “cahab”, el “cirkos”, y, por supuesto, de la [[Serpientes de mar|serpiente de mar]], “''de gigantesca mole, de doscientos y más pies de longitud, y veinte pies de grosor, que habita en rocas y cavernas, merodeando junto a las orllas del mar Bergense, la cual solamente sale de los antros en verano con el tiempo lúcido de la noche...devasta los navíos, irguiéndose hacia lo a modo de una columna atrapa a los hombres y los devora, y esto no suele acontecer sin un portentoso espectáculo referido a alguna alteración del reino” (cap. 27, “Del gran tamaño de la serpiente noruega y de otros''”). En bastantes ocasiones, la iconografía de estos monstruos será una copia directa de la ''Carta marina'', tal como se puede observar en los casos del fiseter, el rosmaro, el puerco monstruoso del mar Germánico, la serpiente marina, o la imagen de una ballena echando a pique un navío.
Olao Magno tuvo mucha importancia en la creación de los mitos relativos a los monstruos [[Monstruo marino|marinos]], siendo el responsable de trasladar el hábitat de los mismos del lejano Océano Indico, tal como sucedía en la época clásica, a los mares del Atlántico norte. Ante todo, nos presenta éstos como un mundo lleno de peligros y amenazas: ''“se considera peligrosa la pesca en el océano Noruego por múltiples razones, dado que se lleva a cabo en alta mar en un trecho muy largo del litoral. Cuando surgen las impetuosas tempestades, los pescadores quedan rapidísimamente sumergidos por el oleaje, son dispersados por las enormes moles de hielos flotantes, se ven apartados a diversos lugares luchando con ballenas y monstruos, y, finalmente, ante la forma horrible y el contacto de determinados peces o monstruos hechos salir del abismo, sienten sus manos enervadas y, si no los abandonan inmediatamente, pueden quedar ahogados en medio del excitado temporal...cada vez que son extraídos del mar peces monstruosos con rostro humano o de león y otros semejantes, se ha podido observar que siempre pronostican la discordia y las guerras en aquellas tierras''” (cap. 1, “De la pesca peligrosa en el Océano noruego”)<ref>{{Cita libro|apellidos=TERAN|nombre=Daniel|enlaceautor=|título=Historia de las gentes septentrionales|url=|fechaacceso=|año=1989|editorial=Tecnos|isbn=|editor=|ubicación=Madrid|página=|idioma=|capítulo=}}</ref>.
 
Su obra ejerció una poderosísima influencia: buena muestra de ello son las continuas referencias que encontramos en el ''Jardín de Flores [[Jardín de Flores curiosas|curiosas]]'' (1570) de Antonio de [[Antonio de Torquemada|Torquemada]], cuyo tratado sexto, “''En que se dicen algunas cosas que hay en las tierras septentrionales''” se basa en buena medida en la obra del autor escandinavo, de quien copia casi literalmente las referencias aparecidas a monstruos marinos. También podemos encontrar influencias en los cartógrafos y cosmógrafos, comenzando por la obra de Sebastián [[Sebastian Münster|Munster]] (1489-1552), que en su ''Cosmographiae universalis libri VI'' reconoce su deuda con Olao Magno, al que cita entre las autoridades consultadas, y de la misma nos interesa especialmente su ''Tabula monstrorum marinorum'' incluida en el libro IV, tras hablar de la isla de Groenlandia ( ) (lo que nos muestra, nuevamente, la visión de los mares septentrionales como hábitat privilegiado de estas criaturas). En dicha tabla nos encontramos criaturas que han sido claramente extraídas de la obra del autor sueco, utilizando incluso sus mismas ilustraciones, tal como sucede con el fiseter, la serpiente marina, o el puerco del océano Germánico (cuya fecha de aparición, 1537, es la misma que nos da Olao Magno). Otro de los grandes cosmógrafos del siglo XVI, Abraham [[Abraham Ortelius|Ortelius]] (1527-1598), en la edición de Amberes de 1595 de su ''Theatrum orbis terrarum'', incluye un mapa de Islandia poblado de criaturas marinas que parecen haber sido extraídas de Olao Magno<ref>{{Cita publicación|url=|título=Los monstruos marinos en la Edad Moderna. La persistencia de un mito.|apellidos=Morgado García|nombre=Arturo|fecha=2008|publicación=Trocadero|fechaacceso=|doi=|pmid=}}</ref>.
Estos monstruos destacan, normalmente, por su tamaño, su ferocidad, el peligro que representan para los marineros, y su fealdad nacida de su aspecto deforme, a la vez que en muchas ocasiones su presencia es anticipo de futuras calamidades. Es de destacar que Olao presenta a todas estas criaturas como seres reales y tangibles, sin que tengan ningún significado simbólico. Así, “''hay peces monstruosos en las costas o en el mar de Noruega, de nombre inusitado (aunque se consideran del género de los cetáceos), que ya en su primer aspecto ponen de manifiesto su crueldad, e infunden horror a quienes los mira, produciendo espanto e incluso estupor si se prolonga su contemplación. Pues tienen formar horribles, cabezas cuadradas, punzantes por todas partes y rodeadas de cuernos agudos y largos...ojos desmesurados, de diez o doce codos de longitud, color muy negro: su contorno excede los ocho o diez codos...una sola de estas bestias vuelca con suma facilidad y sumerge muchas grandes naves''” (cap. 5, “De los horribles monstruos de las costas de Noruega”).
 
El físeter o príster, del género de los cetáceos, tiene un tamaño de doscientos codos, ''“se alza muy por encima de las antenas de las naves y, extrayendo el oleaje de agua contenido en unas fístulas sobre la cabeza, lo arroja de tal manera, que como una inundación de lluvia hunde muchas veces las naves más resistentes...posee también una boca grande y amplia...tiene en todo el cuerpo una piel espesa y negra, aletas largas en forma de pies anchos, y cola de dos puntas de quince y veinte pies de anchura, con la que estrecha violentamente las partes rodeadas de las naves''” (cap. 6, “Del fiseter y su crueldad con los marineros”). Algunos cetáceos, por su parte, “''tienen la abertura de la boca con dientes, y muy dilatada, es decir, con una prolongación de doce a catorce pies, y dientes de seis, ocho o doce pies. Los dientes caninos son más alargados que los demás, hacia abajo, como un cuerno, a la manera de los colmillos del jabalí o del elefante...dispone de ojos tan amplios que el contorno de cada uno admite a quince hombres sentados, incluso veinte o más según el tamaño de la bestia. Asimismo, encima de cada ojo tiene una especie de antena, en número de doscientas cincuenta, con una longitud de seis o siete pies''” (cap. 8, “Del múltiple género de los cetáceos”).
 
También nos hablará de la xifia, con una “''cabeza espantosa, como un búho, la boca muy profunda, como un abismo inmenso, que aterroriza y pone en fuga a quienes le contemplan, ojos horribles, dorso en forma de cuña o elevado en forma de espada, hocico terminado en punto”, el monocerote o unicornio marino, el sierra (cap. 10, “Del xifia, el monocerote y el sierra''”), el rosmaro o morso noruego “''del tamaño de un elefante...así llamados por la crueldad de sus mordiscos…tienen la cabeza bovina, la piel hirsuta y pelos que, con el grosor de pajas o cañas de trigo, se dispersan ampliamente...con los dientes se elevan a la cumbre de las rocas como si fuesen por escaleras” (cap. 19, “Del rosmaro o morso noruego''”), el “swamfisck”, “''animal más glotón que todas las demás bestias marinas: apenas se sacia con las continuas presas, y se dice que no tiene un estómago diferente, se ahí que todo lo que come sea convertido en gordura''”, el “cahab”, “''que tiene patas pequeñas...aunque una de ellas es alargad, que utiliza en lugar de una mano para defender todos sus miembros y por medio de ella acerca el alimento a su boca y arranca las hierbas''”, el “cirkos”, “q''ue posee la piel del color del ladrillo, blanda, en parte negra, en parte rojiza, presenta dos fisuras en el pie, que dan origen a tres dedos''” (cap. 25, “Del pez que los noruegos llaman “swamfisck” y de algunos otros monstruos marinos”), y, por supuesto, de la serpiente de mar, “''de gigantesca mole, de doscientos y más pies de longitud, y veinte pies de grosor, que habita en rocas y cavernas, merodeando junto a las orllas del mar Bergense, la cual solamente sale de los antros en verano con el tiempo lúcido de la noche...devasta los navíos, irguiéndose hacia lo a modo de una columna atrapa a los hombres y los devora, y esto no suele acontecer sin un portentoso espectáculo referido a alguna alteración del reino” (cap. 27, “Del gran tamaño de la serpiente noruega y de otros''”). En bastantes ocasiones, la iconografía de estos monstruos será una copia directa de la ''Carta marina'', tal como se puede observar en los casos del fiseter, el rosmaro, el puerco monstruoso del mar Germánico, la serpiente marina, o la imagen de una ballena echando a pique un navío.
 
Es raro que Olao nos informe de un ejemplo concreto de estos portentos naturales, siendo una excepción al respecto el pez monstruoso encontrado en las costas noruegas en 1532, caracterizado por su descomunal tamaño (cap. 9, “''Del monstruoso pez que se encontró en el litoral septentrional en el año 1532''”), o el puerco monstruoso hallado en las costas del océano germánico en 1537, con “''cabeza porcina, cuarta parte de la luna en el cogote, cuatro pies ddragón, dos ojos de uno y otro lado en los lomos, un tercero en el vientre inclinándose hacia el ombligo, y en las partes posteriores una cola bifurcada como un pez común''” (cap. 18, “''Del puerco monstruoso del Océano Germánico''). Lo cierto es que su obra ejerció una poderosísima influencia: buena muestra de ello son las continuas referencias que encontramos en el Jardín de Flores [[Jardín de Flores curiosas|curiosas]] (1570) de Antonio de [[Antonio de Torquemada|Torquemada]], cuyo tratado sexto, “''En que se dicen algunas cosas que hay en las tierras septentrionales''” se basa en buena medida en la obra del autor escandinavo, de quien copia casi literalmente las referencias aparecidas a monstruos marinos ( ). La geografía septentrional como género historiográfico y folklórico acabaría adquiriendo una gran  fortuna en España, culminando con la obra cervantina ''Los trabajos de Persiles y Segismunda'' ( ).
 
También podemos encontrar influencias en los cartógrafos y cosmógrafos, comenzando por la obra de Sebastián [[Sebastian Münster|Munster]] (1489-1552), que en su ''Cosmographiae universalis libri VI'' reconoce su deuda con Olao Magno, al que cita entre las autoridades consultadas, y de la misma nos interesa especialmente su ''Tabula monstrorum marinorum'' incluida en el libro IV, tras hablar de la isla de Groenlandia ( ) (lo que nos muestra, nuevamente, la visión de los mares septentrionales como hábitat privilegiado de estas criaturas). En dicha tabla nos encontramos criaturas que han sido claramente extraídas de la obra del autor sueco, utilizando incluso sus mismas ilustraciones, tal como sucede con el fiseter, la serpiente marina, o el puerco del océano Germánico (cuya fecha de aparición, 1537, es la misma que nos da Olao Magno). Otro de los grandes cosmógrafos del siglo XVI, Abraham [[Abraham Ortelius|Ortelius]] (1527-1598), en la edición de Amberes de 1595 de su ''Theatrum orbis terrarum'', incluye un mapa de Islandia poblado de criaturas marinas que parecen haber sido extraídas de Olao Magno.
 
==Bibliografía==
* GARCIAGarcía ARRANZArranz, José Julio, “Olao Magno y la difusión de noticias sobre fauna exótica del norte de Europa en el siglo XVI”, PABAen Paba, Antonia, y RENALESRenales, Gabriel Andrés, ''Encuentro de civilizaciones (1500-1750: informar, narrar, celebrar: actas del Tercer Coloquio Internacional sobre relaciones de sucesos'', Alcalá de Henares, Universidad, 2003, pp. 171-184.
* Olao Magno, ''Storia dei popoli settentrionali. Usi, costumi, credenze''. Introduzione, scelta, traduzione e note di Giancarlo Monti, Milano, BUR classici, 2001
* Olao Magno (1989) ''Historia de las gentes septentrionales'', (trad.) J. Daniel Terán Fierro, Tecnos editorial, Madrid (en español).
* Morgado García, Arturo, "Los monstruos marinos en la Edad Moderna. La persistencia de un mito", Trocadero, 20, 2008, pp. 139-154. Universidad de Cádiz.
 
== Referencias ==
 
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