Diferencia entre revisiones de «Anexo:Gran Premio de Gran Bretaña de 1957»

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|fechaacceso=24 de septiembre de 2014|idioma=Inglés}}</ref>
 
== Carrera ==
 
Entre este Gran Premio y el de Francia ha pasado menos de una semana, pero lo cierto es que el salto cualitativo de Vanwall es incuestionable. Desde la primera práctica, aunque nada haya cambiado con respecto a Reims más allá de la refrigeración de los motores a bajo régimen, el equipo liderado por Tony Vandervell se ha aclimatado mejor que nadie a este gris trazado de los aledaños de Liverpool.
 
Un poco de subviraje y excelentes velocidades punta conducen a Moss hacia la primera pole del conjunto de Lecton; su coequipier Brooks, por su parte, registra el tercer mejor cronómetro empatado con Behra. Así pues la primera fila de la parrilla la ocupan sendos Vanwall VW1 y VW4, de Stirling Moss y Tony Brooks respectivamente, rodeando el Maserati 250F de Jean Behra.
 
Al fin baja la bandera para que el rugir de los motores se agudice con el crecer de las revoluciones. Behra se hace con la primera plaza momentáneamente, pero llegados a Tatts –poco antes de afrontar la recta de meta para completar el primer giro de los noventa previstos– Moss recupera el liderazgo, un liderazgo que no abandona hasta la vigesimosegunda vuelta, instante en que su cuatro cilindros en línea decide tomarse un respiro; tras creer solucionar unos problemas de magneto éste se reintegra en séptimo lugar para completar menos de quince kilómetros y tener que detenerse de nuevo en pits para no volver a salir… con este monoplaza.
 
En el seno del equipo se ha acordado que, de acontecerse esta situación, Tony Brooks –convaleciente aún de un aparatoso accidente sufrido un mes antes durante las 24 horas de Le Mans a lomos de un Aston Martin DBR1/300 (hasta tal punto que corre revestido de goma para aminorar los efectos de las fuerzas G en hombros, muslos y tobillos)– cederá su máquina a Moss, el primer piloto. Lo que acaba sucediendo en el giro número veintiséis.
 
La maniobra se consume en trece segundos, de modo que el hasta entonces dos veces Subcampeón del Mundo se reincorpora en pista noveno: su Gran Premio, reducido a menos de sesenta y cinco vueltas, acaba de arrancar. Brooks, comprometido con la gente de Lecton –y a pesar de su maltrecho estado–, completa el intercambio de cromos haciéndose con el asmático VW1 que no conseguirá hacer cruzar la meta.
 
Moss conserva la novena plaza pocos kilómetros gracias al sobrecalentamiento del 250F de Schell; poco después se deshace de Menditeguy para luego alcanzar la estela del automóvil del rocoso Chueco, donde se mantiene hasta conseguir encontrar el hueco que le permita avanzarle. Y lo consigue: ya es sexto. Mientras, en cabeza nada ha cambiado, con Behra tirando al máximo en búsqueda de una cómoda victoria. Cinco giros más tarde Moss da alcance al Ferrari de Musso, quien pronto sucumbe a la superioridad manifiesta del Vanwall. Ahora por delante sólo persisten, en orden descendente, Collins, Lewis-Evans, Hawthorn y un destacado Behra.
 
Ecuador de Gran Premio. Moss supera a Collins y se encuentra casi un minuto por debajo del líder. Durante el siguiente cuarto de carrera las posiciones –que no la distancia– se mantienen estables. Behra y Moss, Moss y Behra: ellos dos son quienes se reparten el protagonismo alternando nuevos récords de vuelta rápida en Aintree.
 
En el giro número sesenta y nueve la fisonomía del Gran Premio cambia por completo. Moss ya ha alcanzado a su compañero de equipo Lewis-Evans, con quien prosigue la caza al líder –ahora a unos veinte segundos de diferencia–. Es entonces cuando el 250F de éste último rompe dejando sobre el asfalto restos de su máquina. Precisamente uno de éstos revienta uno de los neumáticos del heredero del liderazgo, Mike Hawthorn; ello le conduce también al abandono. Mientras, por si fuera poco, Moss adelanta a Lewis-Evans: de cuarto a primero en pocos metros –y doblete provisional para Vanwall–. Increíble.
 
Esta situación no perdura hasta cruzar la meta. Los automóviles de Lecton pecan de falta de fiabilidad, con que la victoria final de uno de ellos no es, ni de lejos, evidente. En esta ocasión es el VW5 de Lewis-Evans el que sufre problemas de transmisión en el acelerador, hecho que le hace caer en la clasificación al tener que realizar dos paradas a pits –una primera para una reparación temporal y una segunda para una (teórica) definitiva–.
 
Al término de las noventa vueltas Moss y Vanwall se llevan la gloria. Maserati es la antítesis, cuajando una actuación para olvidar con el abandono de los cuatro monoplazas de fábrica y con Bueb –con un 250F de Gilby Engineering– como mejor representante con el octavo lugar. La Scuderia Ferrari, por su parte, acaba cosechando un interesante saco de trece puntos con la segunda, la tercera y la cuarta plazas –Musso, Hawthorn (quien recupera terreno tras haber resuelto el pinchazo) y Collins/Trintignant (conducción compartida, aunque sólo puntúa Le Pétoulet puesto que el inglés sólo ha completado tres insuficientes vueltas) respectivamente–.
 
El público está entusiasmado. En el Gran Premio de Gran Bretaña acaban de vencer dos pilotos locales a lomos de un monoplaza pintado de verde, el color nacional en el mundo automovilístico. Cabe reseñar que ésta de Gran Bretaña ’57 es la última de las victorias compartidas en la historia del Campeonato del Mundo.
 
== Resultados ==