Diferencia entre revisiones de «Al-Mutádid»

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Para mantener la ficción de la continuidad de su reino con los [[Omeya]]s, mantuvo a un títere que se hacía pasar por el califa [[Hixam II]], pero tras su sometimiento a Fernando I, conde de Castilla, la ficción era ya inútil por lo que anunció que el pretendido Hixam II había muerto, habiéndole nombrado sucesor y emir de todo al-Ándalus.<ref>''Crónica de España''.Fascículo nº 17, pág 197.Diario 16.Editorial Plaza & Janés</ref>
 
Equiparado muchas veces a los príncipes italianos del [[Renacimiento]], fue poeta y mecenas, pero al mismo tiempo hizo gala de extrema crueldad con sus enemigos, fue traicionero con sus fieles y utilizó con frecuencia el [[veneno]]. Aunque hizo la guerra contra todos sus vecinos, raramente aparecía en el [[campo de batalla]], sino que dirigía a sus generales, en los que no confiaba, desde su residencia de los [[Reales Alcázares de Sevilla|Reales Alcázares]]. Mató con sus propias manos a Ismaíl, uno de sus hijos, que se había rebelado contra él. En una ocasión eliminó a un buen número de sus enemigos, los jefes bereberes de la taifa de Ronda, que le estaban visitando, asfixiándoles en la sala caliente de los baños del palacio. Acostumbraba a preservar los cráneos de los enemigos que había matado. Los de los enemigos de baja alcurnia los convertía en floreros, mientras que los de los príncipes eran conservados en cestas especiales.{{cita requerida}}
 
Durante su reinado (y el de su hijo y sucesor, [[al-Mu'tamid]]), la taifa de Sevilla alcanzó su máximo esplendor.