Diferencia entre revisiones de «Electorado de Baviera»

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[[File:Karl Theodor, Kurfürst (1742-1799).jpg|thumb|250px|Carlos Teodoro.]]
 
Una afirmación de fuerza tan grande de un estado vecino, cuya ambición había tenido tan solo recientemente motivos para temer tan solo recientemente, demostró ser intolerable para Austria, quien llevó a la reclamación de un número de señoríos —formando un tercio de toda la herencia bávara— como feudos caídos de las coronas de Bohemia, Austria, e imperial. Estos fueron finalmente ocupados ade launa vez por tropas austriacas, con el secreto consentimiento del mismo Carlos Teodoro, quien no tenía herederos legítimos, y deseaba obtener del emperador la elevación de sus hijos naturales al estatus de príncipes del Imperio. Las protestas del siguiente heredero, [[Carlos II Augusto de Zweibrücken-Birkenfeld|Carlos II, Duque de Zweibrücken]] (Deux-Ponts), apoyado por el rey de [[Prusia]], llevaron a la [[Guerra de Sucesión Bávara]]. Por la [[Tratado de Teschen|paz de Teschen]] (13 de mayo de 1779) el [[Innviertel]] fue cedido a Austria, y la sucesión fue asegurada a Carlos de Zweibrücken.
 
Para la propia Baviera Carlos Teodoro hizo poco menos que nada. Se vio a sí mismo como extranjero entre extranjeros, y su proyecto favorito, sujeto de interminables intrigas con el gabinete austriaco y causa inmediata de la [[Liga de Príncipes]] (''Fürstenbund'') de 1785 de [[Federico II de Prusia|Federico II]], era el intercambio de Baviera por los [[Países Bajos Austriacos]] y el título de rey de [[Reino de Borgoña|Borgoña]]. La política interna ilustrada de su predecesor fue abandonada. Los fondos de la suprimida orden jesuita, que Maximiliano José había destinado para reformar el sistema educativo del país, fueron utilizados para dotar una provincia de los [[Caballeros Hospitalarios|caballeros de San Juan de Jerusalén]], con el propósito de combatir a los enemigos de la fe. El gobierno estuvo inspirado por el más estrecho clericalismo, que culminó en intentó de retirar los obispos de Baviera de la jurisdicción de los grandes metropolitanos alemanes y ponerlos bajo las jurisdicción directa del papa. En vísperas de la Revolución, la condición intelectual y social de Baviera permanecía en la propia de la Edad Media.