Jean-Baptiste Lamarck

naturalista francés (1744-1829)
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Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet, caballero de Lamarck (Bazentin; 1 de agosto de 1744 - París; 18 de diciembre de 1829) fue un naturalista francés,[1]​ uno de los grandes hombres de la época de la sistematización de la historia natural, cercano en su influencia a Linneo, Leclerc y Cuvier.

Jean-Baptiste Lamarck
Información personal
Nombre de nacimiento Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet de Lamarck Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 1 de agosto de 1744 Ver y modificar los datos en Wikidata
Bazentin (Picardía, Reino de Francia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 18 de diciembre de 1829 Ver y modificar los datos en Wikidata (85 años)
París (Restauración borbónica en Francia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Infarto Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de Montparnasse Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Francesa
Familia
Cónyuge
  • Marie Anne Rosalie Delaporte (hasta 1792)
  • Charlotte Reverdy (desde 1793)
  • Julie Mallet (1798-1819) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Botánico, zoólogo, académico, naturalista, profesor universitario, biólogo, químico, meteorólogo, paleontólogo, malacólogo, enciclopedista y escritor Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Zoología, botánica, geología y meteorología Ver y modificar los datos en Wikidata
Empleador Museo Nacional de Historia Natural de Francia Ver y modificar los datos en Wikidata
Abreviatura en botánica Lam. Ver y modificar los datos en Wikidata
Abreviatura en zoología Lamarck Ver y modificar los datos en Wikidata
Rama militar Granadero Ver y modificar los datos en Wikidata
Rango militar Teniente Ver y modificar los datos en Wikidata
Conflictos Guerra de los Siete Años Ver y modificar los datos en Wikidata
Miembro de
Distinciones
Firma

Lamarck formuló la primera teoría de la evolución biológica,[2]​ en 1802 acuñó el término «biología» para designar la ciencia de los seres vivos y fue el fundador de la paleontología de los invertebrados.

Biografía

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Nació el 1 de agosto de 1744 en Bazentin (Somme), en el seno de una familia acomodada de tradición militar.[3]

Entre 1755 y 1759 estudiaba con los jesuitas de Amiens y en 1761 inició la carrera militar, alcanzando el grado de oficial, el 16 de julio de ese mismo año, en el campo de batalla de Villinghausen.

Un episodio accidental y las lesiones que le ocasiona le impiden continuar en el ejército (un compañero de milicia, como juego o en el transcurso de una disputa le alza por la cabeza causándole las lesiones). Durante un tiempo pasa a trabajar como contable para posteriormente interesarse por las ciencias naturales. Estudia medicina, en ningún momento llegó a practicarla, interesándose posteriormente por la Botánica influido por Antoine-Laurent de Jussieu.

En un corto periodo de tiempo, en 1778, termina su primer tratado, Flore française, que, elogiado por Buffon, es impreso por L'Imprimerie Royale y le abre las puertas de la Academia de las Ciencias que lo hace miembro el año siguiente. En esta primera obra, Flore française, aparece su primera aportación a la Biología, utilizando el método dicotómico para ayudarse en la identificación de plantas, método actualmente utilizado en botánica y también en zoología.

Trabajó en el Jardin des plantes hasta 1793, cuando a propuesta suya pasa a convertirse en Museo de Historia Natural (Musée d'Histoire Naturelle) y es nombrado catedrático de Ciencias Naturales de los animales inferiores (invertebrados, concepto que introduce Lamarck en la forma de «animales sin vértebras», ya que hasta entonces se dividía a los animales por la presencia o ausencia de sangre, o como animales de sangre blanca y animales de sangre roja).

El museo se convierte desde un primer momento en una alternativa a la entonces obsoleta Sorbona. Lamarck inició todos sus cursos con un Discours d'ouverture en el que vertía su pensamiento tal y como este iba evolucionando, algunos de estos discursos han sobrevivido hasta la actualidad. En el discurso de inauguración del curso VIII (1800) esboza las líneas generales de sus ideas sobre la evolución de la vida que serán desarrolladas en 1809 en su libro Filosofía zoológica.

Entre 1799 y 1811 publicó once anuarios sobre meteorología que han pasado, por su contenido, como su trabajo menos científico. Consideró que los fenómenos meteorológicos no eran casuales, que se debían a causas y que estas causas crearían ciclos por los que sería posible predecirlos, estando, estos anuarios, salpicados de apreciaciones que se consideraron descabelladas.

En 1802 publicó Hydrogéologie concebida como la primera parte de una trilogía sobre la física de la Tierra, con una segunda y tercera parte que no llegaron a publicarse: Metéorologie y Biologie, esta última dedicada a los seres vivos.

En 1809 publicó su obra Filosofía zoológica en la que desarrolla sus ideas evolucionistas convirtiéndose en la primera teoría sobre la evolución de la vida. Su Filosofía Zoológica circuló ampliamente y la idea de la evolución de la vida y en concreto su teoría propiciaron grandes debates que sirvieron para extender el pensamiento evolucionista (Lyell en Principles of Geology y Robert Chambers en Vestiges of the Natural History of Creation la contestaron desde diferentes posturas). También le propició el caer en desgracia. Napoleón rechazó en público un ejemplar cuando se lo ofrecieron, poniéndolo en ridículo.

Sobre Filosofía Zoológica Haeckel a finales del siglo XIX escribió:

La obra de Lamarck es verdaderamente, plenamente y estrictamente monística, es decir, mecánica; así la unidad de las causas eficientes en la naturaleza orgánica y anorgánica, la base fundamental de estas causas atribuida á las propiedades físicas y químicas de la materia; la ausencia de una fuerza vital especial o de una causa final orgánica; la procedencia de todos los organismos de un corto número de formas antepasadas, salidas por generación espontánea de la materia; la perpetuidad no interrumpida de la evolución geológica; la ausencia de revoluciones y especialmente la inadmisibilidad de todo milagro; en una palabra, todas las proposiciones más importantes de la biología monística están ya formuladas en la FILOSOFÍA ZOOLÓGICA. Si el admirable esfuerzo intelectual de Lamarck fue casi desconocido en su tiempo, ello se debe de una parte á la grandeza del paso de gigante por el cual se adelantaba en medio siglo á sus contemporáneos, y por otra á que faltaba á su obra una base experimental suficiente.
Ernst Hæckel, Historia de la creación natural[4]

Gran parte de su obra la desarrolló en el tiempo que estuvo como catedrático de invertebrados y está referida a estos. En 1801 publicó Système des animaux sans vertèbres, entre 1802 y 1806 Memoires sur les fossiles des environs de París, y también en 1806 se publicó Discours d'ouverture du cours des animaux sans vertèbres.

Caído en desgracia, uno de sus principales trabajos, sus siete volúmenes Histoire naturalle des animaux sans vertèbres (1815-1822), los escribió en gran parte dictándole a una de sus hijas, ya que en 1819 quedó ciego.

Pasó la última parte de su vida ignorado, al cuidado de sus hermanas, y murió el 18 de diciembre de 1829.

Observar la naturaleza, estudiar sus productos, buscar las relaciones generales y particulares que han ido imprimiendo en sus caracteres y, finalmente, intentar comprender el orden que hace imperar por todas partes, así como su funcionamiento, sus leyes y los medios infinitamente variados que emplea para dar lugar a este orden, es, desde mi punto de vista, ponerse en camino de adquirir los únicos conocimientos positivos que se encuentran a nuestra disposición, los únicos, por otra parte, que pueden sernos verdaderamente útiles y al mismo tiempo nos pueden proporcionar las satisfacciones más dulces y limpias capaces de aliviarnos de las inevitables penas de la vida.
Lamarck, Filosofía Zoológica, Introducción (primer párrafo)

En Lamarck la capacidad de trabajo y de anticipación a su tiempo fueron excepcionales.[5]​ Sus principales aportaciones a la biología son las siguientes:

  • El concepto de organización de los seres vivos.
  • La clara división del mundo orgánico del inorgánico.
  • Una revolucionaria clasificación de los animales de acuerdo a su complejidad.
  • Formulación de la primera teoría de la evolución biológica.

La biología como ciencia

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Lamarck reclama para la biología la necesidad de una filosofía propia:

Sabemos que cualquier ciencia debe tener su filosofía y que solo por ese camino hace progresos reales. Los naturalistas gastarán vanamente su tiempo describiendo nuevas especies, captando nuevos matices, todas las pequeñas particularidades de sus variaciones para agrandar la inmensa lista de las especies inscritas [...] Si la filosofía de la ciencia se descuida, sus progresos no serán reales y la obra entera quedará imperfecta
Philosophia Zoologica, pp. 69-70

Lamarck distingue entre universo (conjunto de la materia) y naturaleza (orden de cosas particular y constante). Esta distinción general es paralela a la establecida entre hechos y relaciones: para Lamarck no solo es necesaria la observación y estudio de los hechos y objetos, sino también de sus partes, las relaciones entre estas y las relaciones de los objetos con los demás y de todos ellos con su entorno. El naturalista ha de estar siempre atento para que las leyes que postula no procedan de la imaginación, sino de la realidad empírica. Su trabajo ha de consistir en observar y recopilar los hechos y, por vía de sucesivas inducciones, abstraer con rigor lógico las leyes que los expliquen del modo más amplio y consistente.

Clasificación de los seres vivos

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La clasificación lamarckiana se basa en criterios funcionales. El sistema nervioso central es el punto de partida, pues a partir de su centralización y complejidad progresiva puede construirse la cadena de los seres. Así, Lamarck clasifica a los animales en tres grandes grupos: aquellos dotados de irritabilidad (invertebrados inferiores), aquellos que poseen además el «sentimiento interior» (invertebrados superiores) y aquellos que revelan inteligencia y voluntad (vertebrados).

Naturaleza y origen de la vida

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Para Lamarck, la vida es un fenómeno natural consistente en un modo peculiar de organización de la materia. En este sentido, considera que los organismos vivos están formados por los mismos elementos y las mismas fuerzas físicas que componen la materia inanimada; los reinos animal y vegetal solo difieren, por tanto, del reino mineral por el modo de organización interna de los mismos elementos (HNASV).

A partir de su concepto de vida, Lamarck radica en la generación espontánea, todavía en debate en aquella época, el mecanismo de su origen: el movimiento de la materia provocado por la acción de las fuerzas de la naturaleza es capaz de generar de manera espontánea a los organismos vivos más sencillos. A partir de ellos, la naturaleza continúa su tendencia al progresivo incremento de complejidad a medida que cada organismo va siendo sustituido por otros dotados de más órganos y facultades. Valiéndose también de la generación espontánea para explicar la coexistencia temporal de organismos de distinto grado de complejidad.

Teoría de la evolución de Lamarck (lamarckismo o transformismo)

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Lamarck formuló la primera teoría de la evolución. Propuso que la gran variedad de organismos, que en aquel tiempo se aceptaba que eran formas estáticas creadas por Dios, habían evolucionado desde formas simples; postulando que los protagonistas de esa evolución habían sido los propios organismos por su capacidad de adaptarse al ambiente: los cambios en ese ambiente generaban nuevas necesidades en los organismos, y esas nuevas necesidades conllevarían una modificación de los mismos que sería heredable.

Se apoyó para la formulación de su teoría en la existencia de restos de formas intermedias extintas. Con su teoría se enfrentó a la creencia general por la que todas las especies habían sido creadas y permanecían inmutables desde su creación. También se enfrentó al influyente Cuvier[6]​ que justificó la desaparición de especies, no porque fueran formas intermedias entre las primigenias y las actuales, sino porque se trataba de formas de vida diferentes, extinguidas en los diferentes cataclismos geológicos sufridos por la Tierra.

La teoría de Lamarck es una teoría sobre la evolución de la vida, no sobre su origen, que, en aquel entonces, se aceptaba, surgía espontáneamente en sus formas más simples. Sería 50 años después cuando Pasteur demostrara que todo proceso de fermentación y descomposición orgánica se debe a la acción de organismos vivos y que el crecimiento de los microorganismos en caldos nutritivos no era debido a la generación espontánea. Lamarck tuvo que esbozar su teoría en un tiempo en el que el estado de las ciencias naturales era “caótico”, "formuladas en una época en que ni siquiera se podía entrever la posibilidad lejana de fundarlas sobre hechos evidentes".[7]

El estado caótico del conocimiento en torno a los fósiles, la anatomía y la taxonomía antes del evolucionismo, la pregunta: «¿Cómo es que a nadie se le ocurrió antes pensar en el evolucionismo?» se convierte en «¿Cómo es posible que a alguien se le ocurriera pensar en el evolucionismo?».
Leon Harris.

Para Lamarck, la observación de la naturaleza, donde los organismos se encuentran perfectamente adaptados al ambiente en el que se desarrollan, llevaba a la siguiente alternativa: o los organismos fueron creados con todas las adaptaciones a todos los ambientes existentes en la Tierra y estos ambientes no habían cambiado desde sus orígenes, como se aceptaba entonces; o los organismos se adaptaban a estos ambientes y por consiguiente iban modificando su estructura conforme el ambiente iba cambiando, como él proponía.[8]

Lamarck, al tiempo que formuló la evolución de la vida, propuso un mecanismo por el que esta evolucionaría. Para Lamarck la naturaleza habría obrado mediante "tanteos": "Con relación a los cuerpos vivientes, la Naturaleza ha procedido por tanteos y sucesivamente",[9]​ y su teoría podría sintetizarse en: las circunstancias crean la necesidad, esa necesidad crea los hábitos, los hábitos producen las modificaciones como resultado del uso o desuso de determinado órgano y los medios de la Naturaleza se encargan de fijar esas modificaciones. Describió esta evolución como consecuencia de seis puntos:

  1. Todos los cuerpos organizados (organismos) de la Tierra han sido producidos por la naturaleza sucesivamente y después de una enorme sucesión de tiempo.
  2. En su marcha constante, la Naturaleza ha comenzado, y recomienza aún todos los días, por formar los cuerpos organizados más simples, y que no forma directamente más que estos. Es decir, que estos primeros bosquejos de organismos son los que se ha designado con el nombre de generaciones espontáneas.
  3. Estando formados los primeros bosquejos del animal y del vegetal han desarrollado poco a poco los órganos y con el tiempo se han diversificado.
  4. La facultad de reproducción inherente en cada organismo ha dado lugar a los diferentes modos de multiplicación y de regeneración de los individuos. Por ello los progresos adquiridos se han conservado.
  5. Con la ayuda de un tiempo suficiente, de las circunstancias, de los cambios surgidos en la Tierra, de los diferentes hábitos que ante nuevas situaciones los organismos han tenido que mantener, surge la diversidad de estos.
  6. Los cambios en su organización y de sus partes, lo que se llama especie, han sido sucesiva é insensiblemente formados. Por lo que la especie no tiene más que una constancia relativa en su estado y no puede ser tan antigua como la Naturaleza.[10]

Formuló dos leyes:

Así, para llegar a conocer las verdaderas causas de tantas formas diversas y de tantos hábitos diferentes como nos ofrecen los animales, es preciso considerar que las circunstancias infinitamente diversificadas, en las cuales se han encontrado los seres de cada raza, han producido para cada uno de ellos necesidades nuevas y cambios en sus hábitos necesariamente. Reconocida esta verdad, que nadie podrá negar, será fácil percibir cómo las nuevas necesidades han podido ser satisfechas y los nuevos hábitos adquiridos, si se presta alguna atención a las dos siguientes leyes de la Naturaleza, que siempre ha comprobado la observación:

Primera ley: en todo animal que no ha traspasado el término de sus desarrollos, el uso frecuente y sostenido de un órgano cualquiera lo fortifica poco a poco, dándole una potencia proporcionada a la duración de este uso, mientras que el desuso constante de tal órgano le debilita y hasta lo hace desaparecer.

Segunda ley: todo lo que la Naturaleza hizo adquirir o perder a los individuos por la influencia de las circunstancias en que su raza se ha encontrado colocada durante largo tiempo, y consecuentemente por la influencia del empleo predominante de tal órgano, o por la de su desuso, la Naturaleza lo conserva por la generación en los nuevos individuos, con tal de que los cambios adquiridos sean comunes a los dos sexos, o a los que han producido estos nuevos individuos.
Lamarck, Filosofía zoológica. pp. 175-176.

Lamarck, con estas leyes, sostuvo que si una “raza” (esto es, un grupo de organismos) estaba sometida a las mismas condiciones ambientales y estas condiciones se prolongaran durante mucho tiempo, se transformarían adaptándose a ese ambiente. Como mecanismo, propuso que las trasformaciones que los organismos sufrimos en vida sometidos a los diferentes ambientes, con el tiempo se fijarían en su descendencia, lo que hoy conocemos como transferencia horizontal.

 

Advirtió que ese proceso es un proceso tan lento que desde nuestra capacidad de observación pasaría inadvertido. Según estas leyes los cambios se producen no en el individuo sino en la población (no en uno o varios individuos, sino en el conjunto de individuos del grupo) y no son cambios inmediatos sino que se fijarían a lo largo de un prolongado proceso.

las variaciones en las circunstancias para los seres vivientes, y sobre todo para los animales, producen cambios en sus necesidades, en sus hábitos y en el modo de existir, y si estos cambios dan lugar a modificaciones o desarrollos en los órganos o en la forma de sus partes, se debe inducir que insensiblemente todo cuerpo viviente cualquiera debe variar en sus formas o sus caracteres exteriores, aunque semejantes variaciones no llegasen a ser sensibles más que después de un tiempo considerable. […] En cada lugar donde los seres pueden habitar, las circunstancias que establecen en él un orden de cosas permanecen largo tiempo siendo las mismas y no cambian en realidad más que con una lentitud tan grande, que el hombre no puede advertirlas directamente. Está obligado a consultar los monumentos para reconocer que en cada uno de aquellos lugares el orden de cosas establecido no ha sido siempre el mismo. Las razas de animales que viven en cada uno de ellos deben conservar en él largo tiempo sus hábitos. De aquí para nosotros la aparente constancia de las razas que llamamos especies, constancia que hizo nacer en nuestro pensamiento la idea de que las razas son tan antiguas como la Naturaleza.
Lamarck, Filosofía zoológica, pp. 69, 174.

Las ideas de Lamarck no fueron tomadas en cuenta en su época, aunque su libro Filosofía zoológica, donde plasmó su teoría, circuló por Francia y también por Inglaterra, obra a la que tuvo acceso el propio Darwin.[11]

Fue después de formulada la teoría de la selección natural cuando los evolucionistas retomaron el pensamiento de Lamarck intentando suplir el vacío que la selección natural dejaba al no explicar la fuente de la variabilidad sobre la que tal selección actuaba. El propio Darwin, al tiempo que denostaba la teoría de Lamarck, intentó cubrir ese vacío postulando la “pangénesis”, un mecanismo de transferencia horizontal lamarkiano.[12]​ Y sería a principios del siglo XX cuando Weismann lo refutara con la formulación de la conocida como “barrera Weismann” por la que se consideraba que existiendo dos líneas, la germinal y la somática, no cabría la posibilidad de transferencia de información entre la una y la otra. Malinterpretando a Lamarck desarrolló un experimento que supuestamente refutaba su teoría: cortó el rabo a sucesivas generaciones de ratones para demostrar que sus descendientes no nacían con el rabo cortado.[13]

Desde entonces, el Lamarckismo se ha simplificado con argumentos que vienen a caricaturizarlo: «En pueblos donde el herrero hereda el oficio de su padre, su abuelo y su abuelo, se pensaba que heredaba también unos músculos bien desarrollados. sólo los heredaba sino que los desarrollaba más con el ejercicio, y pasaba estas mejoras a su hijo».[14][15][16]​ Ya en vida, Lamarck se tendría que defender de argumentos parecidos:

No obstante, se objeta todavía que todo lo que se ve anuncia, relativamente al estado de los cuerpos vivientes, una constancia inalterable en la conservación de su forma, y se piensa que todos los animales cuyo recuerdo nos ha transmitido la historia resaltan siempre los mismos y no han perdido ni adquirido nada en el perfeccionamiento de sus órganos y en la forma de sus partes. [...]

«No se puede por menos —dicen los autores— contener los vuelos de la imaginación, cuando todavía se ve conservado con sus menores huesos, sus menores pelos y sus menores detalles tal animal que antes tenía en Tobas o en Menfis sacerdotes y altares. Pero sin extraviarnos en todas las ideas que hacen nacer semejantes aproximaciones, limítense a exponer que estos animales son perfectamente semejantes a los actuales» (Anales del Museo de Historia Natural.) [...]

Nada existe, por tanto, en la observación que acaba de ser citada que resulte contrario a las consideraciones que llevo expuestas sobre este asunto, ni que pruebe que los animales de que se trata hayan existido en todo tiempo en la Naturaleza, pues demuestra solamente que vivían en Egipto hace dos o tres mil años. Y todo hombre que posee el hábito de reflexionar y de observar al propio tiempo los documentos de la enorme antigüedad que muestra la Naturaleza, aprecia en su verdadero valor la insignificante cifra de tres mil años con relación a las épocas geológicas.
Lamarck, Filosofía zoológica.

Durante el siglo XX el lamarckismo ha sido defendido por diferentes evolucionistas,[17]​ y el conocido como “efecto Baldwin” (enunciado por James Marck Baldwin y C. Loyd Morgan a finales del siglo XIX), una versión edulcorada de lamarckismo según la cual los hábitos sostenidos de las especies, por selección natural, se fijarían en la herencia, se mantiene como plausible para resolver algunas dificultades del neodarwinismo.[18][19]

Avanzado el siglo XX, la “barrera Weismann” se ha mostrado franqueable, sin poderse probar que los caracteres adquiridos no puedan llegar a ser heredables.[20][21]​ La transferencia horizontal se ha demostrado en casos, y se ve en los virus, con su capacidad de intercambio genético, a los posibles actores de tales transferencias. También, en la simbiosis, se ha demostrado la existencia de transferencia genética, y en su grado de máxima integración, la simbiogénesis, ha demostrado la eclosión de nuevas individualidades, quimeras que integran a sus simbiontes. El paso de procariotas a eucariotas, descrito en la endosimbiosis seriada, fue consecuencia de estos procesos simbiogenéticos; aunque Mayr y Maynard Smith en los años 90 opinaban que estos procesos nada tienen que ver con el Lamarckismo. Gould (1977) diría: «Dudo que el lamarckismo pueda volver a experimentar un resurgimiento como teoría viable de la evolución».[22]

Al día de hoy, en mayoría, la comunidad científica considera el paradigma neodarwinista satisfactorio para explicar la evolución biológica, no considerando válido el lamarckismo. No obstante, Lynn Margulis, entre otras y otros, considera que «una sugerencia principal para el nuevo siglo en biología es que el difamado eslogan del lamarckismo, "la herencia de los caracteres adquiridos" no debe ser todavía abandonado: tan sólo debe ser refinado cuidadosamente».[23]

Algunas publicaciones

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  • Flore Françoise: Ou Description Succincte De Toutes Les Plantes Qui croissent naturellement En France ; Disposée selon une nouvelle méthode d'Analyse, et à laquelle on a joint la citation de leurs vertus les moins équivoques en Médicine, et de leur utilité dans les Arts, París, 1778
  • Tableau Encyclopédique et Methodique, parte de Encyclopédie Méthodique. Tomo 1 al 3 de un total de 8 vv., París, 1783-1808. (Disponible en línea en: [1])
  • Mémoires de physique et d'histoire naturelle, établis sur des bâses de raisonnement indépendantes de toute théorie; avec l'exposition de nouvelles considérations sur la cause générale des dissolutions; sur la matière du feu; sur la couleur des corps; sur la formation des composés; sur l'origine des minéraux; et sur l'organisation des corps vivans, París, 1797
  • Système des animaux sans vertèbres, ou Tableau général des classes, des ordres et des genres de ces animaux présentant leurs caractères essentiels et leur distribution, d'après la considération de leurs rapports naturels et de leur organisation, et suivant l'arrangement établi dans les galeries du Muséum d'Hist. Naturelle, parmi leurs dépouilles conservées, París,1801
  • Recherches sur l'organisation des corps vivans : et particulièrement sur son origine ... : précédé du discours d'ouverture du cours de zoologie donné dans le Muséum national d'histoire naturelle, l'an X de la République, París, 1802. Ed. esp.: Investigaciones sobre la organización de los cuerpos vivos, Oviedo, KRK, 2016
  • Mémoires sur les fossiles des environs de Paris comprenant la détermination des espèces qui appartiennent aux animaux marins sans vertèbres, et dont la plupart sont figurés dans la collection des vélins du Muséum, París, 1802
  • Hydrogéologie ou recherches sur l'influence qu’ont les eaux sur la surface du globe terrestre ; sur les causes de l'existence du bassin des mers, de son déplacement et de son transport successif sur les différens points de la surface de ce globe ; enfin sur les changemens que les corps vivans exercent sur la nature et l’état de cette surface, París, 1802[24]
  • Philosophie zoologique, ou, Exposition des considérations relative à l'histoire naturelle des animaux (tradujo al alemán Arnold Lang: Jena 1876, París, 1809. **Reimpreso en Zoologische Philosophie, Fráncfort del Meno, Harri Deutsch. 2002 (Ostwalds Klassiker der exakten Wissenschaften, v. 277/279)
  • Histoire naturelle des animaux sans vertèbres présentant les caractères généraux et particuliers de ces animaux, leur distribution, leurs genres, et la citation des principales espèces qui s'y rapportent : précédée d'une introduction offrant la détermination des caractères essentiels de l'animal, sa distinction du végétal et des autres corps naturels: enfin, l'exposition des principes fondamentaux de la zoologie. París 1815-1822
  • Système Analytique des Connaissances Positives de l'Homme. Ed. del autor, París 1820[25]
  • Alfred Giard (ed.) Discours d’ouverture [des cours de zoologie donnés dans le Muséum d'histoire naturelle, an VIII, an X, an XI et 1806]]. París 1907.[26]

Eponimia

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Especies de abeja
Especies marinas[27]
Géneros
Especies (116 registros IPNI)
Astronomía

Véase también

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Referencias

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  1. Enciclopedia Británica. «Jean-Baptiste Lamarck | Biography, Theory of Evolution & Facts» [Jean-Baptiste Lamarck | Biografía, Teoría de la Evolución y Datos] (en inglés). Consultado el 2 de abril de 2021. 
  2. A Lamarck corresponde la imperecedera gloria de haber sido el primero en elevar la teoría de la descendencia a la altura de una teoría científica independiente y de haber hecho de la filosofía de la Naturaleza la base sólida de toda la biología.
    Ernesto Hæckel, Prólogo Filosofía Zoológica, Prólogo, p. VIII.
  3. Casinos, Adrià. «Presentación», en el facsímil de Alta Fulla Ediciones de Filosofía Zoológica.
  4. Prólogo Filosofía evolutiva Edición de F. Sempere y Compañía Editores. (Facsimil de Editorial Alta Fulla 1986)
  5. Si el admirable esfuerzo intelectual de Lamarck fue casi desconocido en su tiempo, se debe en parte a la grandeza del paso de gigante por el cual se adelantaba en medio siglo á sus contemporáneos
    Ernesto Hæckel, Filosofía Zoológica (Prólogo).
  6. Esta imagen de fracaso olvidado fue fomentada por las dos figuras más ilustres de la historia natural decimonónica: Cuvier y el propio Darwin. Este último dijo poco de Lamarck, pero su denigración todavía impregna nuestra visión del personaje. Cuvier fue mucho más dañino.[…] Tras ridiculizar el método general de construcción de sistemas, Cuvier monta su segundo ataque y desmantela el sistema de Lamarck, en particular su visión evolucionista. Cuvier hizo un flaco servicio a su colega al caricaturizar la evolución lamarckiana como el resultado de la voluntad orgánica, basada en deseos y traducida en el progreso filético. Una vez más, su brillante retórica se pone al servicio de la distorsión flagrante. Gould, (2005), pp. 197-198.
  7. Las opiniones expresadas por Lamarck, en 1809, en estas teorías, son asombrosamente atrevidas; son, además, amplias, grandiosas y fueron formuladas en una época en que ni siquiera se podía entrever la posibilidad lejana de fundarlas sobre hechos evidentes, como podemos hacer hoy. Ya lo veis; la obra de Lamarck es verdadera, plena y estrictamente monística, es decir, mecánica; así, la unidad de las causas eficientes en la naturaleza orgánica y anorgánica, la base fundamental de estas causas atribuida a las propiedades físicas y químicas de la materia; la ausencia de una fuerza vital especial o de una causa final orgánica; la procedencia de todos los organismos de un corto número de formas antepasadas, salidas por generación espontánea de la materia; la perpetuidad no interrumpida de la evolución geológica; la ausencia de revoluciones y especialmente la inadmisibilidad de todo milagro; en una palabra, todas las proposiciones más importantes de la biología monística están ya formuladas en la FILOSOFÍA ZOOLÓGICA. Ernesto Hæckel. Filosofía zoológica, (prólogo).
  8. El hecho es que los diversos animales tienen, según su género y su especie, hábitos particulares y una organización que se encuentra en relación con ellos. De la consideración de este hecho parece que se está en libertad de admitir, sea una, sea otra de las dos conclusiones siguientes, aunque ninguna de ellas puede probarse:

    Conclusión admitida hasta hoy.— La Naturaleza (o su autor) al crear los animales, previó todas las especies posibles de circunstancias en las cuales tendrían que vivir y dio a cada especie una organización constante, así como una forma determinada e invariable en sus partes, que fuerzan a cada especie a vivir en los lugares y los climas donde se la encuentra y a conservar en ellos los hábitos que se la conocen.

    Mi conclusión particular.— La Naturaleza, al producir sucesivamente todas las especies de animales y comenzando por los más imperfectos o los más simples, para terminar su obra por los más perfectos, ha complicado gradualmente su organización, y estos animales, esparciéndose por todas las regiones del globo, cada especie ha recibido de la influencia de las circunstancias en las cuales se ha encontrado los hábitos que conocemos y las modificaciones en sus partes que nos muestra la observación.

    La primera de estas dos conclusiones es la corriente en la actualidad. Supone en cada animal una organización constante y partes que no han variado nunca. Supone aún que las circunstancias de los lugares que habita cada especie de animal no cambian jamás, porque si variasen, los mismos animales no podrían vivir en ellos.

    La segunda conclusión es solo mía. Supone que por la influencia de las circunstancias sobre los hábitos, y en seguida por la de los hábitos sobre el estado de las parles y hasta sobre el de la organización, cada animal puede recibir en sus partes y su organización modificaciones susceptibles de llegar a ser muy considerables y de haber dado lugar al estado en que encontramos a todos los animales.

    Para sostener que esta segunda conclusión resulta sin fundamento, hay necesidad por de pronto de probar que cada punto de la superficie del globo no varía nunca en su Naturaleza, su exposición, su situación elevada ó profunda, su clima, etc., y probar después que ninguna parte de los animales sufrió modificación alguna al través de los tiempos por el cambio de las circunstancias y por la necesidad que les obliga a otro género de vida y de acción que los habituales.
    Lamarck, Filosofía zoológica, p. 198.
  9. Lamarck, Filosofía zoológica, introducción, p. XVIII.
  10. Lamarck, Filosofía zoológica.
  11. Creo que Lamarck tuvo mucha más influencia sobre Darwin de lo que reconoce la tradición (un punto avanzado también por otros historiadores de la ciencia: véase Corsi, 1978; Mayr, 1972, pág. 90)[…] Darwin dijo poco de Lamarck en sus publicaciones. La única referencia explícita a la teoría lamarckiana en el Origen es un cicatero elogio en el prefacio histórico añadido a las ediciones posteriores a la primera. Pero sabemos que Darwin estudió a Lamarck intensamente y no le gustó lo que leyó. Tenía un ejemplar de la edición de 1830 de la Phiiosophie zoologique (véase Hull, 1985, pág. 802) que leyó al menos dos veces y del que tomó gran cantidad de notas. Lo que quizá sea más importante es que Lamarck proporcionó a Darwin una introducción al tema de la evolución a través de la imparcial pero crítica exégesis de Lyell en sus Principies of Geology.
    Gould, 2002, pp. 219-221
  12. La teoría de Lamarck fue ampliamente malinterpretada como tan sólo la herencia de caracteres adquiridos, o caricaturizada como cambios resultantes de la voluntad de realización de los organismos. Medio siglo más tarde, sin embargo, Charles Darwin incluiría algunas de las ideas de Lamarck en su propia teoría de la evolución por selección natural, sin el correspondiente reconocimiento.
  13. Una idea bastante simplista que veremos planteada por “otro autor” más adelante, sino a los efectos, a largo plazo, de las circunstancias ambientales naturales que produzcan una respuesta del organismo (y cortar la cola a cientos de ratones, la supuesta demostración de Weissman de la falsedad del lamarckismo, no sólo no es una influencia ambiental, sino que es una simpleza cruel e inútil).
    Sandin, 2006, Cap. Una nueva biología para una nueva sociedad.
  14. Dawkins, El relojero ciego.
  15. Baste, por ejemplo, con señalar que si, en realidad, se pudieran heredar los caracteres adquiridos, el hecho de haber aplicado a varios centenares de generaciones la circuncisión habría hecho que los niños judíos nacieran hoy en día sin prepucio. Con todo, el problema más profundo es que la teoría lamarckiana, aun cuando, en general, hubiera resultado ser correcta, no sería capaz de explicar la complejidad adaptativa. En primer lugar, el hecho de usar un órgano no hace, por sí mismo, que el órgano funcione mejor.
    Pinker, 1995
  16. ¿Y qué decir de otra notoria herejía, el lamarckismo, es decir, la creencia en el carácter hereditario de las características adquiridas. Aquí la situación es bastante más interesante.[…] Veamos un ejemplo. La violinista desarrolla con asiduidad un magnífico vibrato, gracias fundamentalmente a los ajustes conseguidos en los tendones y ligamentos de su muñeca izquierda completamente diferentes de los que poseen su muñeca derecha, la de la mano que coge el arco. La receta para hacer una muñeca en el ADN humano produce ambas muñecas a partir de un solo conjunto de instrucciones que se aprovecha de la reflexión especular (a ello se debe que las muñecas sean tan parecidas) así que no habría un modo simple de cambiar la receta de la muñeca izquierda sin hacer el mismo cambio (no deseado) en la muñeca derecha.
    Dennett, 1999, pp. 529-533.
  17. En este sentido, el lamarckismo siguió siendo una teoría popular hasta bien entrado nuestro siglo. Darwin ganó la batalla en favor del hecho de la evolución, pero su teoría acerca del mecanismo (la selección natural) no obtuvo una popularidad amplia hasta la fusión de las tradiciones de la historia natural y la genética mendeliana en los años de la década de 1930. Más aún, el propio Darwin jamás rechazó el lamarckismo, aunque lo consideraba subsidiario a la selección natural como mecanismo evolutivo. Incluso ya en 1938, por ejemplo, el paleontólogo de Harvard Percy Raymond, escribiendo (sospecho) sobre esta misma mesa que estoy utilizando ahora, dijo acerca de sus colegas: «Probablemente la mayor parte de ellos sean lamarckistas de alguna manera; al crítico poco caritativo le podría parecer que hay muchos que son más lamarckistas que Lamarck». Hemos de reconocer la continuada influencia del lamarckismo para comprender una buena parte de las teorías sociales. Sombras de Lamarck de un pasado inmediato, ideas que se vuelven incomprensibles si las encajamos a la fuerza dentro del marco darwinista que a menudo damos por supuesto que tienen.
    Gould, El pulgar del panda, p. 69.
  18. Otro fenómeno que lleva toda una serie de nombres incluido el de «efecto Baldwin» y el de «asimilación genética», parece ostentar un carácter más lamarckista, pero encaja igualmente bien en una perspectiva darwinista. Por elegir la ilustración clásica: los avestruces tienen callosidades en las patas donde suelen arrodillarse sobre un suelo duro; pero las callosidades se desarrollan ya dentro del huevo, antes de que puedan ser usadas. ¿Acaso no requiere esto un escenario lamarckista? Unos antepasados de patas lisas empezaron a arrodillarse y a adquirir callosidades como adaptación no genética, del mismo modo que nosotros, según nuestra profesión, desarrollamos callosidades de escritor, o plantares. Estas callosidades fueron seguidamente heredadas como adaptaciones genéticas, formándose mucho tiempo antes de ser utilizadas.
    Stephen Jay Gould, El pulgar del panda, 1980, p. 74.
  19. De modo similar podemos decir que el lamarekismo, especialmente la doctrina según la cual los órganos evolucionan bajo la influencia de su uso y degeneran bajo el influjo de su desuso, se ha visto explicado, en cierto sentido, en términos de selección natural gracias a J. M. Baldwin (un filósofo de Princeton), a Waddigton, a Simpsom y a Frwin Schródinger. […] Han mostrado de qué modo la evolución lamarckista, mediante la instrucción, puede ser simulada por la evolución darwinista mediante selección natural. […] La dificultad real del darwinismo es el problema, de sobra conocido, de explicar los desarrollos evolucionistas que aparentemente están dirigidos a un fin, como nuestros ojos, recurriendo a un número de pasos muy pequeños, pues, según el darwinismo, cada uno de estos pasos es el resultado de una mutación puramente accidental. Es difícil explicar que todas esas mutaciones accidentales e independientes hayan tenido un valor de supervivencia. Es, especialmente, el caso de la conducta heredada de Lorena. El “efecto-Baldwin” —es decir, la teoría de un desarrollo puramente darwinista que simula el lamarckismo— me parece un paso importante hacia la explicación de tales desarrollos.
    Karl R. Popper, 1972, pp. 245-249
  20. "El reverso de la moneda es que tampoco hay ninguna prueba genética fehaciente de la imposibilidad de la herencia de los caracteres adquiridos. Adriá Casinos, prologo de Filosofía zoológica.
  21. "No es posible probar que las características adquiridas no se hereden Por la misma razón, no podemos probar que no existen las hadas". Dawkins, El relojero ciego.
  22. Las teorías lamarckistas perdieron aceptación cuando los genetistas demostraron que la herencia de caracteres adquiridos («herencia blanda») era imposible, ya que las características adquiridas por el fenotipo no se pueden transmitir a la siguiente generación. La caída definitiva de la herencia blanda en el siglo XX la provocó la biología molecular, al demostrar que la información contenida en las proteínas (fenotipo) no se puede transmitir a los ácidos nucleicos (genotipo). El llamado dogma central de la biología molecular privó a los lamarckistas de sus últimos restos de credibilidad. Existe una cierta posibilidad de que algunos microorganismos (puede que incluso protistas) tengan la capacidad de mutar en respuesta a condiciones externas, pero incluso si se confirmara, nunca podría ocurrir en organismos complejos, donde el ADN del genotipo está muy separado del fenotipo.
    Mayr, 1995.
  23. ¿Cómo se traspasó la creatividad microbiana a las formas de vida de mayor tamaño? Una sugerencia principal para el nuevo siglo en biología es que el difamado eslogan del lamarckismo, «la herencia de los caracteres adquiridos» no debe ser todavía abandonado: tan sólo debe ser refinado cuidadosamente. Nadie, animal o planta, adquiere nuevos caracteres heredables creciendo, comiendo, ejercitándose, apareándose y demás. Por el contrario, bajo condiciones de estrés, distintos tipos de individuos se asocian físicamente. Más adelante, algunos se incorporarán a los otros y algunos de éstos incluso llegarán a fusionar sus sistemas genéticos. Hay muchos modos de fusión, incluyendo las infecciones víricas.
    Margulis, Planeta simbiótico, p. 32.
  24. Hydrogéologie ou recherches sur l'influence qu’ont les eaux sur la surface du globe terrestre ; sur les causes de l'existence du bassin des mers, de son déplacement et de son transport successif sur les différens points de la surface de ce globe ; enfin sur les changemens que les corps vivans exercent sur la nature et l’état de cette surface (PDF) libro electrónico en línea
  25. Système Analytique des Connaissances Positives de l'Homme
  26. Discours d’ouverture [des cours de zoologie donnés dans le Muséum d'histoire naturelle, an VIII, an X, an XI et 1806]
  27. WoRMS: species with the epithet "lamarcki"; visto 17 nov. 2010
  28. Methodus (Moench) 201 1794 (GCI)
  29. Skr. Naturhist.-Selsk. 6: 93 1810 (IK)
  30. Taxon xvii. 633 1968 (IK)
  31. Trudy Bot. Inst. Akad. Nauk S.S.S.R. Ser. 1, Fl. Sist. Vyssh. Rast. 11: 260 1955 (IK)
  32. Syst. Veg. (ed. 16) [Sprengel] 2: 620 1825 (IK)
  33. «Lamarck». Gazetteer of Planetary Nomenclature (en inglés). Flagstaff: USGS Astrogeology Research Program. OCLC 44396779. 

Bibliografía utilizada

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  • Dawkins, Richard (1986). El Relojero Ciego, Trad. Manuel Arroyo Fernández, Editorial Labor S. A. 1989
  • Dennett, Daniel (1999). La peligrosa idea de Darwin. Evolución y significados de la vida, Trad.: Cristóbal Pera Blanco-Morales, Círculo de Lectores /Galaxia Gutenberg.
  • Gould, Stephen Jay (1980). THE PANDA’S THUMB, El pulgar del panda,Trad. ANTONIO RESINES, Revisión de JOANDOMENEC ROS, Hermann Blume, Madrid 1983.
  • Gould, Stephen Jay (1977). Desde Darwin. Reflexiones sobre Historia Natural, Ever Since Darwin. Reflections in Natural History, Trad. Antonio Resines, (1983), Hermann Blume Ediciones.
  • Harris, Leon (1981). Evolución. Génesis y revelaciones, Trad: Antonio Resines, 1985, Hermann Blume Ediciones.
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  • Popper, Karl R. (1972). Objetive knowledge, Conocimiento objetivo. Un enfoque evolucionista, Trad.: Carlos Solís Santos, Ed. Tecnos S. A. 1974
  • Sandín, Máximo. Pensando la Evolución, Pensando la vida, 2006, Ediciones Crimentales S. L. ISBN 84-935141-0-1

Enlaces externos

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