Minúscula carolingia

La minúscula carolingia, carolina o galicana es una escritura desarrollada como escritura estándar en Europa de modo que el alfabeto latino pudiera ser fácilmente reconocido en ella por la pequeña clase alfabetizada de una región a otra. Fue usada en el Imperio de Carlomagno[1]​ aproximadamente entre los siglos IX d. C. y XIII d. C. Textos y códices, paganos y cristianos, y material educativo fueron escritos en minúscula carolingia a través del Renacimiento carolingio. La escritura evolucionó en minúscula gótica y luego se convirtió en obsoleta, aunque forma la base de las escrituras más actuales.

Página de texto del Evangelio de Lucas, escrito en minúscula carolingia.
Alfabeto de la minúscula carolingia

Origen

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Página de texto (folio 160v) de un evangelio carolingio (British Library, MS Add. 11848), escrito en minúscula carolingia. El texto es el Lucas 23:15-26 de una Biblia Vulgata.

Muchas son las teorías acerca del origen de la minúscula carolingia y ninguna es definitiva. Se ha defendido un origen romano (Liber Diurnus, escrito en Roma), franco (Biblia de Mordanno, escrita en Corbie) o incluso poligenético (teoría de Schiaparelli) que defiende que este tipo de escritura no fue producto de un lugar o centro concreto, sino el resultado del vasto movimiento cultural de índole general como el que se dio en el Renacimiento carolingio de los tiempos de Carlomagno. El nuevo orden político y religioso universal, despertado en esta etapa, debía ir acompañado de una nueva escritura universal, papel que desempeñó la escritura carolingia. Esta fue en parte creada conscientemente en la corte carolingia como elemento unificador y difusor de cultura.

Características

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La minúscula carolingia era clara y uniforme, con formas redondeadas, disciplinada y sobre todo, legible. Las letras capitales claras y los espacios entre palabras —normas que tomamos de esta escritura— se convirtieron en estándares en la minúscula carolingia, la cual fue resultado de una campaña para alcanzar culturalmente una unificación, una estandarización a lo largo del Imperio carolingio. La pluma era inclinada entre 35° y 45° y al momento del trazado la misma se levantaba del soporte de escritura conllevando a que las letras se ejecutasen mediante más de un movimiento, como por ejemplo dos en la "a", "i", "o", "c" etc., tres en la "b", "d", "k", "n" o "p", y cuatro en letras más elaboradas como la "f ", "m", "p" o "g". Además, sus astas ascendentes y descendentes muy acentuadas empequeñecen las letras y aumentan el interlineado con el fin de impedir el contacto entre ellas, es decir, entre las del renglón inferior y el superior. La escritura carolingia generalmente tiene menos ligaduras que otras escrituras contemporáneas, aunque el ampersand, y las ligaduras de ae, rt, st, y ct son comunes. La letra d a menudo aparece en forma uncial, con un asta ascendente inclinándose hacia la izquierda, pero la letra g es esencialmente la misma que posee la moderna minúscula. Las astas ascendentes usualmente se hacen más densas hacia arriba

En un principio esta escritura, durante el reinado de Carlomagno a finales del siglo VIII d. C. y principios del IX d. C., continuaba variando extensamente entre una región y otra. La forma uncial de la letra a es todavía usada en manuscritos de este período. Hay también uso de puntuación tales como el signo de interrogación. La escritura carolingia prosperó durante el siglo IX d. C., cuando las formas regionales comenzaron a adaptarse a un estilo estándar internacional, con menos variación de formas de letra. Las formas modernas tales como S y V comenzaron a aparecer (como oposición de la "s larga" y la letra u), y astas ascendentes, posteriormente espesadas en la parte superior, fueron terminadas con un cuña triarrinconada. La minúscula carolina o carolingia comenzó a declinar lentamente después del siglo IX d. C.. En los siglos X d. C. y XI d. C., las ligaduras fueron raras, y las astas ascendentes comenzaron a inclinarse hacia la derecha. La letra w también comenzó a aparecer. Para el siglo XII d. C., las letras carolingias se hicieron más angulares y fueron escritas más cerca unas de otras, haciéndose menos legibles que en los siglos anteriores; al mismo tiempo, aparece la moderna i puntuada.

 
Una página del Freisinger Denkmäler del siglo X d. C. en esloveno escrito en minúscula carolingia.

Expansión

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La nueva escritura se extendió a través de Europa Occidental más allá de las zonas más influidas por el Imperio carolingio. En el siglo X d. C. se escribió el Freisinger Denkmäler, el primer registro de escritura romana de una lengua eslava, el cual contiene al más antiguo esloveno escrito en minúscula carolingia. En Suiza, fue usada en los tipos de minúscula rhaetiana y alemánica. Los manuscritos escritos en minúscula rhaetiana tendía a tener letras delgadas, asemejándose a la escritura insular, en las letras a y t, y ligaduras tales como ri, mostrando similitudes a otros tipos de escrituras. La minúscula alemánica, usada por un corto tiempo a principios del siglo IX d. C., es usualmente más larga y amplia, muy vertical comparado con la inclinada minúscula rhaetiana. En Austria, Salzburgo fue el mayor centro de la escritura carolingia, mientras Fulda, Maguncia, y Wurzburgo fueron los mayores centros en Alemania. La minúscula alemana tiende a tener forma ovalada, muy delgada, e inclinada hacia la derecha. Esta tiene características unciales también, tales como los astas ascendientes de la letra d inclinados a la izquierda.

Rol en la transmisión cultural

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Durante el Renacimiento carolingio los eruditos buscaron y copiaron en la nueva y legible letra estandarizada muchos textos romanos que habían sido completamente olvidados. La mayoría de nuestro conocimiento de literatura clásica deriva de copias hechas en la época de Carlomagno. Existen más de 7000 manuscritos escritos en minúscula carolingia supervivientes solo de los siglos VIII d. C. y IX d. C..

Aunque la minúscula carolingia fue reemplazada por las letras góticas, ésta después parecía tan 'clásica' a los humanistas del principio del Renacimiento que tomaron esos manuscritos carolingios como los romanos originales y modelaron su letra renacentista sobre la carolingia, y así pasó a los impresores de libros del siglo XV d. C., como Aldus Manutius de Venecia. De este modo, la minúscula carolingia es la base de nuestras tipografías modernas. De hecho 'minúscula carolingia' es un estilo de fuente tipográfica, el cual se aproxima la letra histórica, eliminando las diferencias del tamaño de las mayúsculas, las astas descendentes largas, etcétera.

Véase también

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Referencias

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Enlaces externos

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