Un nombre compuesto es el conjunto de dos[1]​ o más nombres de pila ​​para designar a una persona.[2]​ Su origen se remonta a la Antigüedad, cuando los recién nacidos (generalmente los varones) heredaban el nombre paterno. En el Imperio Romano, los nombres estaban compuestos de un praenomen (el nombre de pila de la persona), un nomen (el patronímico que señalaba la gens a la que pertenece el individuo) y un cognomen (exclusivamente portado por los hombres, que hace alusión a la rama de la familia o un apodo particular);[3]​ por ejemplo, Cayo Julio César (en latín: Gaius Iulius Caesar) está compuesto de su nombre de pila (Gaius), su patronímico (Iulius) y su apodo (Caesar, cuyo significado se asocia con la palabra significado de «cabellera»).[4]

Juan Pablo I, primer Papa con un nombre compuesto.

Durante la Edad Media, la tradición de otorgar un nombre compuesto a los bebés siguió en pie en los territorios mediterráneos que anteriormente formaron parte del Imperio Romano, como la península ibérica o la península itálica, aunque esta vez utilizando nombres bíblicos como María, José, Jesús, Ana o Pedro. Esta corriente se expandió hacia América tras su descubrimiento en 1492 y durante los siglos posteriores se hizo habitual en otras naciones europeas como Francia o el Reino Unido.[5]​ La costumbre de asignar un nombre compuesto continúa a día de hoy en muchos países hispanófonos, lusófonos y francófonos.

La escritura de ese segundo nombre varía en función de cada lengua. En algunos idiomas, como el francés o el alemán, se coloca entre ambos nombres un guion para evitar una confusión con el apellido,[5]​ como por ejemplo en Jean-Pierre o Hans-Jürgen.[6]​ Cabe señalar que es normal que, con el paso de los años, los dos nombres terminen fusionándose para crear uno solo, como por ejemplo en el italiano el nombre de Michelangelo (unión de Michel y Angelo) o en francés el de Marianne (unión de Marie y Anne).

Referencias editar

  1. BOE (6 de noviembre de 1999). «Ley 40/1999, de 5 de noviembre, sobre nombre y apellidos y orden de los mismos». Boletín Oficial del Estado (266). pp. 38943-38944. Consultado el 16 de agosto de 2023. «En la inscripción se expresará el nombre que se da al nacido, si bien no podrá consignarse más de un nombre compuesto, ni más de dos simples». 
  2. Costa, Alexandra (28 de mayo de 2023). «Nombres prohibidos en España: la ley impide poner estos». El Periódico. Barcelona. Consultado el 16 de agosto de 2023. 
  3. «Los nombres romanos, cómo se estructuraban y eran utilizados». Imperivm. 2023. Consultado el 16 de agosto de 2023. 
  4. Echegaray y Eizaguirre, Eduardo (1898). R. Álvarez, ed. Diccionario general etimológico de la lengua española II. Librería Francisco Soler. Consultado el 16 de agosto de 2023. 
  5. a b Marcel, Rémi (1990). L’abandon et la charité en Berry jusqu’après la Révolution : avec répertoire thématique et alphabétique des appellations (en francés). Cercle généalogique du Haut-Berry. p. 263. ISBN 978-2-905445-09-4. «Les premiers noms ou prénoms composés nous sont apparemment venus d’Espagne sous le règne de Louis XIV, alors que notre pays avait beaucoup de contacts avec la péninsule Ibérique. Le trait d’union devant réunir les deux prénoms est apparu assez tardivement, nous l’avons noté en Berry, pour la première fois le 26 Ventôse An 2 à Bourges pour une enfant trouvée nommée Françoise-Narcisse, prénoms des témoins. Cette pratique avait été assez courante lors des baptêmes où l’on usait facilement à la fois du prénom du parrain et de celui de la marraine.» 
  6. Kunze, Konrad (1998-2010). «dtv-Atlas Namenkunde. Vor- und Familiennamen im deutschen Sprachgebiet». En Renata Cibulková, ed. Die deutschen Vornamen – Übersicht der Entwicklungstendenzen der Namensgebung vom Mittelalter bis zur Gegenwart (en alemán). Múnich-Brno. p. 53. 

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