La pintura bizantina, así llamada por haberse formado en Constantinopla (antiguo Bizancio) al igual que su arquitectura y escultura, fijó su carácter desde los comienzos del siglo VI y se sirvió casi exclusivamente del procedimiento al mosaico en muros y cuadritos y de miniaturas sobre pergamino.

Se distingue la pintura bizantina al mosaico por la riqueza de materiales, con abundancia de oro (mosaicos vítreos y dorados) y fastuosa ornamentación y la pobreza en el movimiento artístico. Las figuras de los personajes se presentan ordinariamente alargadas, en pie y con los brazos en actitud algo movida o llevando algún objeto. La túnica o vestimenta con que aparecen cubiertas suele ofrecer pliegues rectos y paralelos, casi verticales. Pero el manto o capa los presenta más movidos y se recoge sobre el brazo izquierdo de la figura. El continente de las personas se ostenta siempre majestuoso, tranquilo y honesto; su mirada, de frente o a la derecha del espectador; sus ojos, grandes y abiertos; sus pies, pequeños o estrechos y terminados en punta.

Pintura sobre pergamino (siglo X)

Los elementos decorativos de los cuadros o composiciones consisten de ordinario en perlas, cintas, series de joyas, guirnaldas y grecas sin excluir algunas plantas sueltas como la palmera ni los motivos arquitectónicos. A los lados de las figuras o encima de ellas, se destacan a menudo sobre el fondo de oro inscripciones en sentido vertical u horizontal que fijan el nombre y el significado del personaje o de la escena que se representa. Los asuntos de tales composiciones son generalmente bíblicos tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, además de algunas escenas religiosas de la corte imperial y representaciones de ángeles y santos. Es bastante común en el ábside o en la cúpula de las basílicas de Oriente la figura del Pantocrátor (o el Cristo en majestad) rodeado de ángeles a imitación del tipo de Santa Sofía en Estambul. Pero en las de Occidente se representa más bien a Jesucristo en medio de Apóstoles o santos.

El amaneramiento y el convencionalismo de la pintura bizantina que ya desde el principio más o menos la acompañan se hicieron más sensibles en el siglo VIII y llegaron a su apogeo en el siglo XIII por la falta de expresión y el exceso de rigidez y angulosidad que se manifiesta en las figuras. Alguna restauración se vio aparecer en el siglo XIV bajo el imperio de los Paleólogos pero resultó escasa y la decadencia fue completa desde últimos del siglo XVI refugiándose el arte en el monasterio cismático del monte Athos (Grecia) centro artístico de las regiones que habían abrazado el cisma y donde la pintura se convirtió en una industria que seguía fórmulas de receta.

Se conservan en varias iglesias y en museos algunos cuadritos o tablitas con pinturas o mosaicos y también pergaminos con miniaturas, labrados en Constantinopla y esparcidos por Occidente durante la Edad Media. Deben contarse, además, entre las pinturas bizantinas las miniaturas de algunos buenos códices.

Referencias editar

El contenido de este artículo incorpora material de Arqueología y bellas artes, de 1922, de Francisco Naval y Ayerbe, que se encuentra en el dominio público.

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