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Mariquita Sánchez

Detalle de un retrato de Sánchez pintado en 1845 por Mauricio Rugendas.


Presidenta de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires
22 de enero de 1830-17 de enero de 1832
Predecesor María Josefa Sosa de Marín
Sucesor María del Rosario de Azcuénaga

4 de julio de 1866-7 de septiembre de 1867
Predecesor María de las Carreras
Sucesor Petrona Gutiérrez de Nouguier

Información personal
Nombre de nacimiento María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo
Apodo
  • Mariquita
  • Marica
Otros nombres María Sánchez de Thompson
María Sánchez de Mendeville
María Sánchez de Thompson y Mendeville
Nacimiento 1 de noviembre de 1786
Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, América colonial española (actual Argentina)
Fallecimiento 23 de octubre de 1868 (81 años)
Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina
Sepultura Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires
Nacionalidad Argentina
Familia
Cónyuge Martín Jacobo Thompson (1805; m. 1819)
Jean-Baptiste Washington de Mendeville (1820; separados hacia 1837)
Hijos 8
Información profesional
Ocupación
  • Anfitriona
  • escritora
Conocido por Su rol como salonnière durante el proceso de surgimiento del Estado argentino.
Movimiento Romanticismo
Género Epistolar
Firma

María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo (1 de noviembre de 1786–23 de octubre de 1868), mejor conocida como Mariquita Sánchez,[nota 1]​ fue una destacada anfitriona e intelectual de Buenos Aires, considerada como una de las mujeres más notables de la época de la Independencia en el Cono Sur,[1]​ y posiblemente la más célebre del siglo XIX argentino.[2]​ Nacida en la entonces capital del Virreinato del Río de la Plata en el seno de una familia acomodada, sus años de vida coincidieron con los principales acontecimientos que dieron lugar al surgimiento del Estado argentino, desde las invasiones inglesas, la Revolución de Mayo, la guerra y declaración de independencia, el período de las autonomías provinciales y guerras civiles, hasta la llamada «organización nacional».[6]​ Sánchez se adhirió a la causa patriota y es conocida por sus influyentes salones o tertulias, donde se estebleció como anfitriona y confidente de muchas de las principales personalidades políticas y culturales de la época, más notablemente aquellas dedicadas a la independencia argentina.[7]

Biografía editar

1786–1800: Infancia en la capital virreinal editar

 
Vista de Buenos Aires desde la ribera sur en una aguada de 1794 por Fernando Brambila.

María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo nació el 1 de noviembre de 1786 en Buenos Aires, que entonces era la capital del Virreinato del Río de la Plata.[8][9]​ Era la única hija de Magdalena Trillo, porteña de 41 años, y de Cecilio Sánchez de Velazco, comerciante andaluz de Granada de 45 años.[8][10]​ Por lo tanto, dentro del sistema de castas que el Imperio español estableció en sus colonias, su padre era «peninsular» (español nacido en la España peninsular) y su madre «criolla» (española nacida en las colonias americanas).[11]​ Magdalena era hija de Domingo Trillo, comerciante español de Galicia, y de Micaela de Cárdenas, dama de una antigua familia de Buenos Aires.[9]​ Antes de su matrimonio con Sánchez de Velazco en 1771, Trillo había estado casada con el poderoso comerciante argentino Manuel del Arco y Soldevilla, fallecido en 1768.[9]

La familia Sánchez de Velazco pertenecía a una élite acomodada de comerciantes, grupo social con características culturales singulares, como permitir que las niñas aprendieran a leer, escribir y contar, para colaborar o sostener el negocio familiar en caso de fallecimiento del marido.[8]

Según la legislación hispánica y los usos establecidos en el Río de la Plata, Mariquita -como la apodaron desde niña- era la única heredera del patrimonio familiar, lo que la convertía en un atractivo partido para los prósperos comerciantes de Buenos Aires.[9]

Según la historiadora María Sáenz Quesada, Sánchez fue «deudora del complejo mundo de ideas y de intereses en que se había educado: de un lado, la tradición colonial española, esquema sólido, impenetrable, inaccesible al cambio. Del otro, el atractivo y la seducción del ideario de la Ilustración, asentado en la fuerza del vapor, la revolución industrial que se gestaba en Inglaterra».[9]​ En Recuerdos del Buenos Aires virreynalmemorias que escribió en su vejez— Sánchez ofrece una visión extremedamente negativa del pasado colonial, escribiendo:

Estos países fueron 300 años colonias españolas. El sistema más prolijo y más admirable fue formado y ejecutado con gran sabiduría. Nada fue hecho sin profunda reflexión. Tres cadenas sujetaron este gran continente a su Metrópoli: el Terror, la Ignorancia y la Religión Católica: de padres a hijos se transmitió ese pavor. La Revolución del Cuzco, los castigos que se habían dado a los conspiradores y el suplicio al heredero del trono de los Incas [ Túpac Amaru II ], o jefe supuesto de la Revolución, de atarlo vivo sobre cuatro caballos y hacerlo así despedazar en la plaza de Oruro. Me tiembla el pulso y el corazón, solo al escribirlo, y fueron cristianos católicos romanos los que tal mandaron y ejecutaron. (...) Este solo hecho basta para aterrar, y una vigilancia incansable sobre el menor indicio imponía siempre, nadie podía olvidarse de su posición: dado el primer paso del Terror poco hay que hacer para mantenerlo: los que han vivido bajo su peso podrán comprenderlo.[12]
 
Plano de Buenos Aires realizado en 1801 por Martín Boneo y Villalonga.

En aquel fragmento, la autora se refiere a la imagen de Túpac Amaru II siendo despedazado en la plaza cuzqueña, en el contexto de su rebelión contra el dominio español iniciada en 1780.[12]​ Sánchez continúa su relato caracterizando a Buenos Aires por su falta de recursos y precariedad, señalando que «la vida era triste y muy monótona».[12]​ La autora se enfoca en la restricción a los bienes de consumo que se le imponía a las colonias españolas por depender del comercio obligado con la Metrópolis; describe la falta de muebles, loza y vestimenta adecuada en Buenos Aires, así como una miseria generalizada en la gente del campo.[12]​ Por ejemplo, en un fragmento de los Recuerdos, señala que no era frecuente que se robaran los caudales de la corona cuando eran transportados dentro de la colonia porque los ladrones no habrían tenido cómo ni dónde esconder su botín:

¿Dónde llevaban esos tesoros, para dónde los embarcaban, en ríos en que ni una canoa había? (...) Todo estaba calculado por España, con una admirable sabiduría. Estos países eran sujetos con grillos de oro y la mayoría ni comprendía que estaban presos.[12]

En cuanto al ámbito cultural, Sánchez también ofrece una visión desalentadora en sus Recuerdos.[12]​ Por ejemplo, indica que las únicas distracciones en aquel Buenos Aires eran las riñas de gallos y las funciones eclesiásticas organizadas en fechas religiosas.[12]

La Ignorancia era perfectamente sostenida. No había maestros para nada, no había libros sino de devoción e insignificantes, había una comisión del Santo Oficio para revisar todos los libros que venían, a pesar que venían de España, donde había las mismas persecuciones; esto se llamaba expurgar y solo se permitía sacarlos de la Aduana después de este examen; muchas diligencias se hicieron para tener el permiso de abrir una Escuela de Dibujo, no lo consiguieron: ya debes de conocer lo que sabían las genes, leer, escribir y contar, lo más.

Para las mujeres había varias escuelas que ni el nombre de tales les darían ahora. La más formal donde iba todo lo más notable era una vieja casa, donde es ahora lo de don Francisco del Sar. La dirigía doña Francisca López, concurrían varones y mujeres. Niñas desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas, cada uno llevaba de su casa una silla de paja muy ordinaria hechas en el país de sauce; éste era todo el amueblamiento, el tintero, un pocillo, una mesa muy tosca donde escribían los varones primero y después las niñas. Debo admitir que no todos los padres querían que supieran escribir las niñas, porque no escribieran a los hombres; estas sillas ordinarias que ni para muestra hay ahora, no era fácil tenerlas tampoco porque había pocas, todos los oficios eran miserables, así muchas niñas se sentaban en el suelo sobre una estera de esas de esparto. Había una mesita con un nicho de la Virgen donde se decía el bendito a la entrada y a la salida. Este era todo el adorno de la principal sala y en un rincón la cama de la maestra: el solo libro era el Catecismo, para leer en carta cada niña o niño traía de su casa un cuaderno que les escribían sus padres, y se le decía el proceso: todo lo que se enseñaba era leer y escribir y las cuatro primeras reglas de la aritmética, y a las mujeres coser y marcar: y unos (...) que eran entonces una cosa notable. Había algunos pardos que enseñaban la música y el piano, éste era el solo adorno para las niñas, era para lo solo que había maestros, muy mediocres. No puedes imaginarte la vigilancia de los padres para imedir el trato de las niñas con los caballeros, y en suma en todas las clases de la sociedad había vanidad en las madres de familia en este punto.

Sigamos la vida de los pobes niños de ese tiempo. (...) Había una escuela en la que se daban azotes todo el día. El refrán era: la letra con sangre entra. Se le daba la lección; ¿no la sabía? Seis azotes y estudiarla, ¿no la sabía?, doce azotes; él la ha de saber.

Este era el sistema de un Don Marcos Salcedo, que tenía tal placer en dar azotes, que se contaba como una gracia, que un día en que había la función de la Recoleta, con la que deliraban los muchachos, empezó por preguntar a cada uno si quería ir. Unos decían que sí, otros que no, de miedo; sólo a uno se le ocurrió decir: lo que el señor maestro quisiera. Dio la orden de dar seis azotes a los que querían ir; doce a los que habían dicho que no querían ir, porque habían mentido; y sólo fue exceptuado, el que se había sujetado a la voluntad del maestro. Se admira uno de pensar lo que pueden las ideas de un deber, equivocadas. ¡Que hubiera padres que tal toleraran![13]

1801–1805: Juicio de disenso y matrimonio con Thompson editar

 
Carta poder escrita por Sánchez el 11 de julio de 1804 a Martín Thompson para presentar al Virrey Rafael de Sobremonte como parte de su disputa legal para poder casarse.
Me es preciso defender mis derechos : o Vuestra Excelencia mándeme llamar a su presencia, pero sin ser acompañada de la de mi madre, para dar mi última resolución, siendo ésta la de casarme con mi primo, porque mi amor, mi salvación y mi reputación así lo desean y exigen, me mandará Vuestra Excelencia depositar por un sujeto de carácter para que quede en más libertad y mi primo pueda dar todos los pasos competentes para el efecto. Nuestra causa es demasiado justa, según comprendo, para que Vuestra Excelencia nos dispense justicia, protección y favor.[6]

El rechazo de Sánchez al candidato de sus padres y su lucha legal por casarse con Thompson ha sido descrito como «el primer hito resonante y de concomitancias políticas en su vida».[14]


1806–1811: Las invasiones inglesas y la Revolución de Mayo editar

 
Pintura de principios del siglo XX que representa a las Patricias Argentinas reunidas en 1812 para hacer su célebre donación conjunta para comprar fusiles para el ejército patriota.


Thompson también figura entre los miembros de la legendaria Sociedad de los Siete, responsable directa de la Revolución de Mayo, según la versión difundida por el deán Gregorio Funes.[15]​ Por su parte, Manuel Moreno lo menciona dentro de un grupo más amplio, integrado por Juan José Castelli, Feliciano Antonio Chiclana, Manuel Belgrano, Antonio Luis Beruti, Francisco Paso, Hipólito Vieytes, José Darregueira, Matías de Irigoyen, Juan Ramón Balcarce, Juan José Viamonte y José de Moldes.[15]​ Thompson fue uno de los 200 vecinos que acudieron al Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 en su carácter de alférez de fragata y capitán del puerto de Buenos Aires, y se pronunció por el voto de Saavedra.[15]

La participación de Sánchez —y el de las mujeres en general— en la Revolución de Mayo solo puede rastrearse de manera indirecta.[15]​ Su nombre figura en los documentos de la época únicamente entre los donantes de dinero para la expedición al interior organizada por la Primera Junta cuyos nombres publicó La Gaceta de Buenos Aires el 9 de agosto de 1810: «Martín Thompson, capitán de este puerto, ha oblado seis onzas de oro, tres por sí y las tres restantes por su esposa, doña María de los Santos Sánchez».[15]​ Hay al menos dos testimonios directos de Sánchez acerca de los acontecimientos de la Semana de Mayo, ambos de fecha muy posterior.[15]​ El primero corresponde al Diario que redactó para su amigo Esteban Echeverría cuando se encontraba autoexiliada en Montevideo por su oposición al gobierno de Juan Manuel de Rosas, en cuya entrada del 24 de mayo de 1838 expresó los sentimientos que le producía el aniversario de la revolución:

Todos los patriotas desterrados verán mañana el sol de Mayo llenos de esperanza de libertad próxima. Todos los corazones creen, esperan, todos piensan que hay mucho en el porvenir. Hay quien espera mañana...quien tiembla de escribir más... a las doce de la noche. El año 10 temblaba a estas horas al ver expuesta la existencia de los objetos de mi más tierno afecto. Pero yo compartía sus peligros, veía sus pasos. Esto era un consuelo. Esta noche tiemblo a cuarenta leguas del teatro donde tengo tan tiernas afecciones. Por un presentimiento sin fundamento espero algo. Este día que electriza mi corazón, me parece que debe operar un efecto mágico en todos los patriotas. Mi corazón, mi pensamiento están en mi patria, desgraciada, oprimida. ¿Quién sabe a estas horas cuántas víctimas habrá...? ¡Quién pudiera volar y participar de los peligros que se presentan en mi mente! Cuán lejos estaba yo de pensar el año 10 a esta hora que me encontraría acá en este momento empezando de nuevo la misma revolución...Extraño destino. Mis hijos tienen que empezar a conquistar de nuevo la libertad después de veintinueve años. A esta hora se decidía la suerte de un nuevo mundo por unos pocos hombres arrojados que se lanzaban en un océano de peligros y dificultades. No desconocían, como se piensa por algunos, la grande obra que emprendían. El más intrépido conocía que era temerario el proyecto, pero lo adoptaron, lo emprendieron y no dieron vuelta la cara. Es preciso seguir su ejemplo.[15]

El segundo recuerdo que Sánchez escribió sobre la Revolución de Mayo también corresponde a su autoexilio Montevideo, en una carta que escribe a Florencia en 1852 tras enterarse de la derrota de Rosas en Caseros:

Si tú estás contenta ¿qué diré yo que soy tan entusiasta de la libertad, que he pasado tantos malos ratos por no someterme a ciertas miserias, que solo por tí me quedo ahí (en Buenos Aires), no pudiendo en mi interior dejar de sentir la humillación y envilecimiento de mi país, yo que ví nacer su libertad y pasé por tanto susto con tu pobre padre! (...) ¡Ah, qué deseo tengo de ver a don Vicente López, tanto que nos hemos los dos comprendido![15]

Ambos fragmentos indican que Sánchez «no había sido ajena a la conspiración del grupo patriota».[15]​ Sin embargo, su participación en el proceso revolucionario tuvo las mismas limitaciones que el resto de las mujeres de la época, reducida al ámbito doméstico.[15]

1812–1818: Viudez editar

Entre 1814 y 1815, como respuesta a las transformaciones políticas ocurriendo en Europa, el gobierno rioplatense envió una serie de misiones diplomáticas con la función principal de entablar relaciones con el mundo posnapoleónico, buscar apoyo para la revolución, fomentar el comercio internacional y adquirir armas.[16]​ Tras ser relevado de la capitanía de puerto y ascendido a coronel, Thompson fue seleccionado para una misión a los Estados Unidos de América. Según señala Sáenz Quesada: «El ascenso indicaba la responsabilidad de la misión, encubierta bajo las apariencias de un viaje de carácter privado: la revolución americana se estaba hundiendo en todo el continente y las noticias que llegaban al Plata sólo informaban acerca de nuevas catástrofes: el gobierno de Buenos Aires es ya casi único sobreviviente entre los surgidos en 1810 (...)».[16]

1819–1825: Matrimonio con Mendeville editar

 
Sánchez junto a sus tres hijos de su segundo matrimonio con Mendeville, retratados por Charles Pellegrini hacia 1830.
Mi querido Juan Manuel, te doy mil gracias por tu carta. De cualquier modo que me hayas contestado, sólo el hacerlo con tanta puntualidad en medio de tus graves ocupaciones, es ya una fineza que en otro tiempo sabré agradecer. No quiero dejarte en la duda de si te ha escrito una francesa o una americana. Te diré que desde que estoy unida a un francés, he servido a mi país con más celo y entusiasmo, y lo haré siempre del mismo modo a no ser que se ponga en oposición de la Francia, pues, en tal caso, seré francesa, porque mi marido es francés y está al servicio de su nación. Tú, que pones en el cepo a Encarnación, si no se adorna con tu divisa, debes aprobarme, tanto más cuanto no sólo sigo tu doctrina, sino las reglas del honor y del deber. ¿Qué harías si Encarnación se te hiciera unitaria? Yo sé lo que harías. Así, mi amigo, en tu mano está que yo sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentiría que me declararas la guerra. Hasta entonces permíteme que te hable con franqueza de nuestra amistad de la infancia y créeme tu amiga.[17]

1837–1852: Autoexilio en Montevideo y Río de Janeiro editar

 
Vista de la Aduana de Montevideo en 1839 según Phillip Parker King.

A partir de 1837, Sánchez y Mendeville estaban separados de hecho.[18]

1852–1862: Regreso a Buenos Aires editar

 
La única fotografía que se conoce de Sánchez, un daguerrotipo atribuido a Antonio Pozzo de c. 1854.

1863–1868: Últimos años y muerte editar

 
El sepulcro de Sánchez en el Cementerio de la Recoleta, clasificado como Monumento Histórico Nacional desde 1946.

Sánchez falleció el 23 de octubre de 1868 en Buenos Aires.[19]​ Sus restos fueron trasladados al cementerio de la Recoleta acompañados de un gran cortejo, donde fueron recibidos por los miembros de la Sociedad de Beneficencia y cada dama depositó un ramo de flores sobre el féretro.[19]​ Las oraciones fueron dirigidas por el presbítero Martín Piñeiro y su féretro fue depositado en la tumba de la familia Lezica.[20]​ A continuación tomaron la palabra Héctor Varela, José Tomás Guido y el inspector del colegio, que recordaron sus logros públicos y sus cualidades personales.[19]​ Su hijo Juan Thompson agradeció en nombre de los familiares y en el suyo propio, instando a los presentes a recordarla en sus oraciones.[19]

Obra escrita editar

Características editar

En sus cartas, Sánchez alternó entre diferentes géneros según el interlocutor y el contexto político, como por ejemplo poesías para los habitués del salón, sus hijas y nietas; o la crónica social y política para su hijo Juan Thompson y su amigo Esteban Echeverría, comprometidos con la causa antirrosista.[21]​ Batticuore ubica sus cartas dentro de lo que José Mármol llamó en Amalia «la guerra de los papeles», es decir, «la campaña opositora que los proscriptos mantenían contra Rosas a través de la prensa y el intercambio epistolar».[21]​ Durante la época de Rosas, las escritura de Sánchez se caracteriza por «censuras, autocensuras, ritmos urgidos o envíos postergados»; por ejemplo, en una carta de 1840 dirigida a su hijo Juan Thompson, expresó: «Quisiera escribirte resmas para decirte todo lo que deseo que sepas, pero cuando pienso que esta carta puede perderse, se me cae la pluma y no sé lo que debo escribir. Estamos en un momento de la más grande importancia y que debe decidir nuestra suerte.»[21]​ Para hacer frente estos peligros, Sánchez recurrió al envío de cartas a escondidas, utilizar una serie de seudónimos para que el enemigo no distinguiera de quién hablaba, o directamente demorar el envío de las cartas ya escritas.[21]

https://anuarioiehs.unicen.edu.ar/Files/1993/012%20-%20Mariquita%20Sanchez,%20el%20cuerpo%20de%20la%20memoria..pdf

Reconocimiento como autora editar

 
Fragmento manuscrito de Recuerdos del Buenos Aires virreynal, memorias que Sánchez escribió en su vejez. Aunque no fue concebido como tal, el texto se publicó en forma de libro en 1953 y fomentó su reconocimiento como autora.[22]

Dentro de una semblanza biográfica sobre Juan María Gutiérrez escrita tras su muerte en 1870, Juan Bautista Alberdi introdujo un aspecto de Sánchez hasta entonces poco conocido por el gran público: su habilidad como escritora de cartas, lo que lo llevó a compararla con Madame de Sévigné: «Por su talento, cultura y buen gusto, sin sombra de pretensión literaria. Si no se ha reunido y publicado su correspondencia no es porque no lo merezca; pero lo variado y numeroso del círculo de sus corresponsales ha suplido la publicación de una labor que tal vez quede inédita para siempre, en daño de las letras argentinas y del mérito más distinguido y original, por ser el más simple, natural y doméstico».[23]

En una carta de fecha desconocida dirigida a Juan María Gutiérrez, Sánchez lo felicita por la reciente publicación de una de sus obras y le expresa un deseo pocas veces declarado, el de ser autora: «Yo tenía mil deseos de escribirle hace días para felicitarlo por la idea de su obra; pero no tenía con quién mandar la carta. Qué simpatías tenemos! Yo habría pensado y deseado hacer esa obra, es decir, hubiera querido saber hacerla, y para consolarme de mi impotencia, me decía: y ¿quién la leerá?».[23]

En 1937, Pedro Henríquez Ureña y Jorge Luis Borges publicaron algunas cartas de Sánchez en una recopilación titulada Antología clásica de la literatura argentina, escribiendo sobre ella en el prólogo: «Todos los autores que aparecen en la antología son conocidos como escritores, a excepción de María Sánchez, admirable mujer que en sus cartas supo revelar con expresión vivaz su espíritu siempre activo y generoso. Creemos que su presencia completa el cuadro de la vida argentina del pasado. Se ha dicho que su voluminoso epistolario, cuando se publique, será porción significativa de la literatura argentina; lamentamos no haber tenido a mano otros materiales que los pocos ya impresos».[24]

En el prólogo del libro, Liniers de Estrada emparenta a Sánchez con dos tradiciones de escritores: la de los cronistas, viajeros y conquistadores americanos de la época colonial, incluyendo a Ulrico Schmidl, Azcárate de Biscay y Concolorcorvo; y, por otro lado, la de los memorialistas de fines del siglo XIX como Santiago Calzadilla, José Antonio Wilde, Vicente Gregorio Quesada o Lucio V. Mansilla.[25]

Legado editar

Figura histórica editar

 
Este famoso cuadro de Pedro Subercaseaux, realizado con motivo del Centenario de 1910, contribuyó a la transformación de Sánchez en héroe nacional por su supuesto rol en la presentación del Himno Nacional.

Sánchez es una de las mujeres más notables de la época de la Independencia en el Cono Sur,[1]​ y posiblemente la más célebre del siglo XIX argentino.[2]​ Su participación en los sucesos históricos de la primera mitad del siglo XIX la convirtió en figura iconográfica de la independencia argentina.[6]

Según Sandra Olivero Guidobono: «Narrar y analizar la vida de Mariquita Sánchez es escribir la nación: la patria argentina nace al mismo tiempo que Mariquita deja la niñez y hasta podría decirse que mujer y nación llegarán juntas a la madurez».[6]

Aunque no figura como protagonista de la revolución en los libros de historia, su figura se ha consolidado como la de una patriota en la memoria colectiva argentina a partir del siglo XX y es especialmente recordada como la dueña de la casa donde se cantó por primera vez el Himno Nacional.[26]​ Las obras biográficas y literarias del siglo XX enfocadas en Sánchez la convirtieron en una suerte de prócer femenina que actúa como correlato de los héroes masculinos ya entronizados en el panteón nacional, que habían sido en su mayoría militares o políticos.[2]​ Varios atributos contribuyeron a que llegara a ser considerada una «Madre de la Patria», entre ellos ser «miembro conspicuo de la burguesía tradicional de Buenos Aires, anfitriona de un salón visitado por las personalidades masculinas más relevantes del momento, tanto nacionales como extranjeras, antirrosista y exiliada, testigo de los hechos fundacionales de la Patria, durante casi un siglo, y ostentadora del raro privilegio de ser una mujer ilustrada».[2]

Escribiendo en 2009, Soledad Vallejos argumentó que la multifacética figura historiográfica de Sánchez podría caracterizarse como: «una fina cronista con buena memoria y conciencia de la proyección histórica que podían tener sus escritos (más o menos privados) y capaz, de todas maneras, de ser deliciosa y políticamente incorrecta; también una mujer política hecha y derecha que operaba entre bambalinas con tácticas retóricas agudas y ambiciones propias; una intelectual afrancesada que nunca conoció París y bien merece transcender, además, como escritora; una viuda casada en segundas nupcias, madre de cinco hijos y activista a favor de la educación de las mujeres, aún cuando sostener esa necesidad la llevara a enfrentarse [hasta] con [Domingo F.] Sarmiento».[1]

Lecturas feministas editar

Reconocimientos editar

No existen monumentos dedicados a Sánchez, aunque su sepulcro en el Cementerio de la Recoleta está catalogado como Monumento Histórico Nacional de la Argentina desde 1946, tras un decreto presidencial emitido por Edelmiro Julián Farrell.[27][28]​ Muchas calles de ciudades y localidades de la Argentina llevan su nombre, aunque con una amplia variedad de denominaciones, existiendo las calles «Mariquita Sánchez de Thompson» en Buenos Aires, Córdoba, Vicente López, Rawson, Río Cuarto, Villa María, El Colorado, Libertador General San Martín, Los Corralitos y Roldán; la calle «Mariquita S. de Thompson» en Santiago del Estero; la calle «Sánchez de Thompson, Mariquita» Moreno; el «Pasaje Mariquita Sánchez de Thompson» en Laprida y el «Pje. M. Sánchez de Thompson» en Ushuaia; las calles «Mariquita Sánchez» en Villa Carlos Paz, Río Tercero y Comodoro Rivadavia; las calles «Mariquita Thompson» en Olivera y La Matanza; la calle «Sánchez de Thompson» en Rosario; la calle «M. T. de Mendeville» en San Isidro; la calle «María Sánchez de Mendeville» en Morón; las calles «M. Sánchez de Thompson» en Las Heras y Huerta Grande; o la calle «S. Thompson» en Alderetes.[29]​ Además, varios establecimientos educativos a lo largo del país llevan el nombre de Sánchez, incluyendo jardines de infantes y maternales, escuelas primarias, escuelas técnicas y escuelas de educación especial.[30]​ En la ciudad de Buenos Aires, una pequeña plazoleta del barrio de Retiro lleva su nombre.[31]

En la cultura popular editar

 
Fanny Navarro como Sánchez y Carlos Cores como Martín Thompson en la película de 1954 El grito sagrado, dirigida por Luis César Amadori.

Podría decirse que Sánchez fue representada por primera vez en el cine en la película muda de 1909 La creación del Himno, dirigida por Mario Gallo.[32]​ Aunque su nombre no aparece en los créditos, la puesta en escena de la película y el tratamiento del tema —incluyendo una referencia visual al cuadro de Subercaseaux— dan fe de su representación en el filme.[32]La creación del Himno formó parte de una serie de películas de un acto (entre 8 y 12 minutos) que Gallo estrenó con motivo de las celebraciones del Centenario de Argentina, y que fueron las primeras películas de ficción de la historia del cine argentino.[33]​ Algunos historiadores consideran La creación del Himno la segunda película de ficción del país, detrás de La Revolución de Mayo, que Gallo estrenó ese mismo año.[34]

En 1954 se estrenó la película biográfica El grito sagrado, con Sánchez interpretada por Fanny Navarro.[35]​ Dirigida por Luis César Amadori, la película se estrenó en la primera edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y luego se estrenó comercialmente cerca de la fecha patria del 25 de mayo, en referencia al contenido patriótico del filme.[35]​ Aunque la épica histórica retrata varios acontecimientos, el tema principal es el mito popular que vincula a Sánchez con el Himno Nacional.[35]​ Estrenada durante la época peronista, El grito sagrado retrata al personaje de Sánchez de forma afín a la figura de Eva Perón, representada como una luchadora por los pobres y desfavorecidos.[36]​ Según el historiador César Maranghello, a través de la película: «se homenajeaba abiertamente a otro personaje histórico: María Eva Duarte de Perón. Desde esta óptica, El grito sagrado es el primero y —hasta ahora— más ajustado retrato de la Evita mítica y de su gesta política».[37]

Sánchez también fue interpretada en cine por la actriz Silvia Legrand (izquierda) en 1972 y la cantante Zoe Gotusso (derecha) en 2023.

En 1969 la cantante folclórica Mercedes Sosa lanzó la canción «En casa de Mariquita» como parte de su célebre disco Mujeres argentinas.[38]​ El álbum conceptual se centra en diferentes mujeres importantes de la historia argentina e incluye canciones escritas por el músico Ariel Ramírez y el historiador Félix Luna.[38]​ El lanzamiento de Mujeres argentinas marcó un hito en la historia de la música folclórica argentina, y sus canciones se convirtieron en clásicos del repertorio de Sosa.[38][39]​ «En casa de Mariquita» retoma el mito que asocia a Sánchez con la primera interpretación del Himno Nacional, contando la historia de una mujer que pasa junto a la casa de Sánchez y se emociona al escuchar la canción desde afuera.[40]

En la película biográfica de 1972 Juan Manuel de Rosas, dirigida por Manuel Antín, Sánchez aparece muy brevemente interpretada por la actriz Silvia Legrand.[32]​ La escena muestra a Sánchez como anfitriona de su lujoso salón, en el que conversa con Juan Bautista Alberdi, Vicente López y Planes —con quien alude verbalmente a la interpretación del Himno en su salón— y Pedro de Angelis.[32]​ Según el investigador Ricardo J. A. Ercolalo, Sánchez es «representada como un sujeto social activo, tanto en cuerpo como en palabra, dotada con el don de la conversación, interesada por temas políticos, de actualidad y concernientes al futuro de la Patria. Mariquita se desplaza de manera resuelta entre intelectuales de la época, a quienes además, reunió en su propio salón. Por otra parte, el personaje es siempre respetado y nombrado como "Misia Mariquita", es decir, mi señora, un tratamiento amistoso y de cortesía usado en Sudamérica».[32]

En 1999, Sánchez fue interpretada por Marcela Ferradas en el documental televisivo Mariquita y Ana, que también se centraba en María Ana Périchon (interpretada por Soledad Villamil) y estaba dirigido por Clara Zappettini.[41]​ Fue el primer capítulo de una serie documental de cinco episodios sobre mujeres históricas argentinas llamada Seis mujeres, emitida por Canal (á), producida por Lita Stantic, Ana de Skalon y la Secretaría de Cultura de la Nación, y guionada y dirigida por mujeres.[42]

Más recientemente, Sánchez fue retratada por la cantante pop Zoe Gotusso en el documental Mariquita, mujer revolución, dirigido por Sabrina Farji, que se estrenó en los cines del INCAA y en su plataforma de streaming CINE.AR Play el 25 de mayo de 2023.[43]

Libros póstumos editar

  • Cartas de Mariquita Sánchez. Biografía de una época. Compilación, prólogo y notas de Clara Vilaseca. Buenos Aires: Ediciones Peuser. 1952. 
  • Recuerdos del Buenos Aires virreynal. Prólogo y notas por Liniers de Estrada. Buenos Aires: Ene Editorial. 1953. 
  • Intimidad y política: diario, cartas y recuerdos. Edición crítica de María Gabriela Mizraje. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora. 2003. 

Véase también editar

Notas editar

  1. En las fuentes históricas, Sánchez aparece bajo distintos nombres.[1]​ No fue conocida públicamente como Mariquita en vida, sino que el nombre fue establecido y popularizado por la historiografía del siglo XX.[2][3]​ En cambio, firmaba sus escritos como María, mientras que Mariquita era un apodo informal de uso privado,[2]​ y sus amigos cercanos preferían el diminutivo Marica.[4]​ También se la conoce comúnmente por sus nombres de casada: María Sánchez de Thompson, María Sánchez de Mendeville o María Sánchez de Thompson y Mendeville.[1][3][5]

Referencias editar

  1. a b c d e Medina, María Clara (2009). «Loca por la Independencia: género y razón ilustrada en Mariquita Sánchez hasta su exilio (Río de la Plata, primera mitad del 1800)». Anales N. E. (Gothenburg: Universidad de Gothenburg) (12): 135-164. Consultado el 12 de noviembre de 2023 – via CORE. 
  2. a b c d e f Sánchez, Santiago Javier (2014). «Mariquita Sánchez: ¿Madre de la Patria o feminista patriótica?». Procesos Históricos: Revista de Historia y Ciencias Sociales (Mérida: Escuela de Historia. Universidad de Los Andes) (25): 18-37. ISSN 1690-4818. Archivado desde el original el 8 November 2022. Consultado el 15 October 2022. 
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