Usuario:Daniel Segura R./Taller

El campo mexicano 1910-1940 editar

El repartimiento del campo mexicano desde la Revolución hasta el Cardenismo; todos los efectos y reformas que se implementaron por la lucha de la propiedad de las tierras, y cómo se llegó a su aparente solución durante la década de los años treinta.

El campo en El Porfiriato editar

Durante El Porfiriato, la ideología que imperó fue la de <<Orden y Progreso>>, donde entonces el presidente apostó por la industrialización y modernización del país mediante la construcción de infraestructura de transporte, principalmente ferrocarriles; así como la atracción de capitales financieros extranjeros para incentivar actividades económicas como la minería. Con ello se pretendía conformar un mercado nacional rentable y dirigido a las exportaciones hacia el comercio internacional.

Esta política económica afectó profundamente el medio social rural, al que Porfirio consideraba como improductivo. Por lo cual, su gobierno promovió la concentración y privatización de zonas rurales a empresas particulares. Representando un alto costo social. Los salarios reales cayeron un 26% en 1910 en comparación al año 1903 (Moreno Brid, Ros, 2004). [1]​ Se creó una pobreza generalizada en el campo, dando hincapié al levantamiento armado de la Revolución Mexicana.

 
Las adelitas de la Revolución Mexicana.

Durante el gobierno de Porfirio, el Sur se caracterizó por ser una región rural e indígena, con altos niveles de marginación y pobreza, asediada por el analfabetismo y el racismo; y donde la mano de obra vivía bajo un régimen de esclavitud, transfigurada como <<peonaje encasillado>>. Esto generó un desequilibrio progresivo en el crecimiento económico, en comparación con las regiones Centro y Norte donde los ingresos se encontraban más concentrados.

El repartimiento agrario durante La Revolución Mexicana editar

Aunque La Revolución aparece como respuesta política al impedimento del gobierno porfiriano de una sucesión presidencial, el campo mexicano fue una cantidad importante de ‘combustible’ para avivar el fuego revolucionario, ante la propiedad concentrada a favor de hacendados, caciques y ranchos, en detrimento de los campesinos. El caso más notable fue el del movimiento zapatista que fue puramente una protesta agraria, con fines políticos por parte de Emiliano Zapata, pero encarnando un fuerte sentimiento de solidaridad con los trabajadores del campo.

Efectos revolucionarios, 1910-1920.

La Revolución puede visualizarse en dos grandes episodios: 1) 1910-1911, donde el zapatismo (y otros movimientos incentivados por éste en otros estados de la República) llevó a cabo sus luchas por la tenencia de la tierra; y 2) 1913-1914, donde ocurrió un conflicto urbano-industrial que tenía como objetivo erradicar el proyecto económico nacional de El Porfiriato.

A corto plazo, la población mexicana disminuyó en 2 millones de habitantes: 65% debido a la mortalidad a causa de la violencia, la hambruna y las epidemias; 25% debido a <<nacimientos perdidos>>; y 10% por la migración a EE.UU (Knight, 2010). [2]​ Los ingresos cayeron, el costo de adquirir crédito aumentó, el gobierno pausó los pagos a la deuda exterior, pero el mercado exterior en los estados fronterizos se mantuvo fuerte. El PIB nacional tocó fondo entre 1916-1917; 1917 fue conocido como ‘’el año del hambre''; la gripe española azotó al país entre los años 1918 y 1919 (Knight, 2010). [2]

En el caso del sector primario, a partir del año 1917 la producción de maíz cayó 40% en comparación al periodo 1906-1911, y la de frijol en 60%, exactamente en el mismo lapso (Knight, 2010). [2]​ Knight asegura que la Revolución comenzó como un movimiento rural, que con el paso de los años fue controlado poco a poco por fuerzas urbanas. En 1914 y 1915, Villa y Zapata dominaban la mayor parte del territorio mexicano, bajo un gobierno conocido como <<la Convención>>. Pero pronto serían vencidos por los ejércitos carrancistas, que se caracterizaban por ser ‘’neoporfiristas’’, y por promover el desarrollo del capitalismo y la construcción de un Estado.

Sin embargo, Venustiano Carranza, con intereses políticos, entendería que no lograría su ascenso a la presidencia sin el apoyo de las masas campesinas. En 1915, presionado por las demandas de los líderes revolucionarios (Villa y Zapata), crea la Comisión Nacional Agraria para resolver los problemas de la propiedad de la tierra. Fue la primera ley agraria, redactada el 6 de enero de 1915 por Luis Cabrera, donde comenzaría el reparto agrario a hacendados, quitándole la tenencia de las tierras a los terratenientes y a los ejércitos revolucionarios que usaban los campos para su autoconsumo y abastecimiento durante la guerra.

El descontento campesino continuó en los siguientes años debido a que los beneficiados del repartimiento fueron los habitantes pertenecientes a comunidades reconocidas. Por lo que, con la Constitución de 1917, se situó a la nación por encima de la propiedad privada respecto a la tierra, el agua y el subsuelo, mediante el artículo 27 que daba al Estado el poder de expropiar, nacionalizar o privatizar los recursos en función del interés público. Respetando siempre la pequeña propiedad. Además se establecieron los derechos laborales: sistema de salarios mínimos, jornada de 8 horas, semana laboral de 6 días, salarios iguales en tareas similares, y la formación de sindicatos.

“Las tendencias globales se combinaron con las presiones internas y la agricultura resultó particularmente susceptible a los cambios —a veces contradictorios— provocados por la Revolución: la declinación de la antigua clase terrateniente, los comienzos de la reforma agraria y el surgimiento de generales revolucionarios que predicaron el agrarismo mientras que se volvían hacendados.” (Knight, 2010, p. 491). [2]

La Revolución puso a la reforma agraria en la agenda pública y política. Fue tan apoyada, tanto por los más conservadores como Carranza, como por los caudillos-propietarios de los años veinte: Obregón (tenía su feudo económico en la región noroeste del país, a través de la producción de garbanzo) y Calles (tenía su ingenio azucarero en el noreste). El reparto funcionó para amortiguar las protestas campesinas, forjar clientelas políticas, reincentivar el mercado interno, y un tipo de premiación a los caudillos por participar en las revueltas (similar al estilo porfiriano del ‘’capitalismo de compadrazgo’’).

El reparto agrario de la década de 1920 editar

El reparto durante este periodo fue muy lento y prolongado. Por una parte, Carranza se resistía a seguir con el proceso devolver propiedades; por otra, Álvaro Obregón (entonces Secretario de Guerra), buscaba la oportunidad de hacerse con la silla presidencial, se alía con los zapatistas (1919-1920) y promueve la distribución de un millón de hectáreas para ganarse el voto de las masas populares. Por su parte, Calles distribuye tres millones de hectáreas. Sin embargo, el reparto se estancaría debido a: 1) los estados donde todavía existía una clase terrateniente que se negaba a la distribución de tierras (como en Chiapas); y 2) donde el mismo Calles se volvió más conservador al considerar al ejido como un fracaso que fomentaba la holgazanería y la depresión productiva. En su caso, propuso que la solución era una pequeña propiedad aunada al cooperativismo (ejemplo europeo).

Desde 1914, cuando se creó la Confederación Revolucionaria, precedida por Alberto J. Pani, Jesús Ureta, Rafael Zurbarán, Roque Estrada y Álvaro Obregón; se tenía la idea de estudiar problemas sociales y llevarlos al plano político mediante el Congreso Constituyente y el Partido Liberal Constitucionalista (PLC). Dicho partido tenía como objetivo postular a Venustiano Carranza como presidente constitucional (Medina Peña, 2010). Desde entonces Obregón (desde su entonces cargo en la Secretaría de Guerra) apoyaría a Carranza, pero no ocultaría en ningún momento sus intereses por postularse como presidente. Ante el incumplimiento de Carranza por continuar con el reparto agrario, Obregón vería en los trabajadores y campesinos la oportunidad de hacerse con un apoyo político. Es hasta 1919 cuando anuncia su candidatura, con la característica de ser oposición a la corrupción de Carranza con los temas sociales.

El PLC estaba conformado por tres partidos: el Partido Nacional Constitucionalista (Carranza), el Partido Laborista (Calles), y el Partido Nacional Agrarista (Obregón). En 1920, Obregón asume el poder y entonces el ámbito político se disputaría entre Obregón y Calles por la hegemonía política durante la primera mitad del decenio. Durante su periodo de presidencia, Obregón se dedicaría al reparto de tierras, a cambio de apoyo político en los estados y en el Congreso. Calles, quien entonces fungía como Secretario de Gobernación, se quejó públicamente de una <<mafia de gobernadores>> que después limitaría su poder de acción durante su presidencia (1924-1928).

Al finalizar su mandato, y con la muerte repentina de Álvaro Obregón (quien buscaba reelegirse), Calles vio la oportunidad de juntar a toda la familia revolucionaria en un gran partido único: el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Además, ya con el gobierno provisional de Emilio Portes Gil (1929-1930), se convenció a los agraristas, mediante una distribución de tierras, para que lucharan en la guerra cristera. En esos dos años, se repartieron 6.5 millones de hectáreas a 672 mil personas en 3,544 ejidos (conformando el 15% de la tierra cultivada).

En 1930 se da fin al reparto. Sin embargo, la región sur seguía notablemente excluida del gran reparto de tierras, y por lo tanto, la agricultura se encontraba en el limbo. Es decir, por una parte había campesinos que ya habían recibido sus ejidos, a costa de las haciendas; y por otro lado, existían campesinos que, aún después de tanto tiempo, seguían luchando por la tenencia de tierras que pudieran cultivar. Por lo tanto, los críticos de la reforma agraria confirmaron que dichas tendencias sólo se trataron de un instrumento de corrupción y clientelismo durante los años revolucionarios y posrevolucionarios. A los hacendados les tocó defender sus propiedades de forma violenta, por temor a perderlas. Pero también hay que destacar los aspectos positivos que dejó el reparto agrario: se fomentó la organización y participación política campesina, se impulsó la educación rural, y se formaron las bases para el gran reparto cardenista de los años treinta.

Cabe mencionar que el reparto de tierras también se vio reducido desde 1927, con Calles, debido a la recomendación del embajador estadounidense: Dwight W. Morrow, quien llegaría a México con el propósito de ayudar a Calles y al entonces secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, a resolver el tema de la deuda externa mexicana, la cual consistía en pagos indemnizatorios al gobierno de EE.UU por afectaciones a sus connacionales durante el movimiento armado de la Revolución. Lo que no se interrumpió fue el implemento de proyectos de irrigación por parte del gobierno mexicano (1924-1934) para pacificar las revueltas campesinas y darles nuevas áreas de cultivo. Para 1928 se habían repartido 5.4 millones de hectáreas por parte de los gobiernos revolucionarios, 62% por parte de Calles, pero eso cambió durante los gobiernos del Maximato (Medina Peña, 2010). [3]​ Luego de la crisis del 29’, el campo mexicano solamente creció 1.6% anual durante los años 30 (Cárdenas, 1994) [4]​ , debido a que los incentivos de invertir y producir iban a parar al sector industrial por efectos de la política expansionista gubernamental para hacer frente a la crisis. Además porque el modelo ISI tomó mayor fuerza en este periodo.   

El campo con el Plan Sexenal y la Reforma Agraria de 1934 editar

A finales de 1933 Lázaro Cárdenas estaba postulado para ser presidente de México, en donde él y su respectivo partido político “PNR” ( el PNR surge en la Revolución Mexicana, este partido estaba conformado por Revolucionarios que buscaban defender la libertad y mejorar el país) , proponían que se diera prioridad a las demandas que habían surgido durante la Revolución Mexicana y para llevar a cabo tales prioridades, el PNR propone el llamado “Plan Sexenal”. El objetivo del Plan Sexenal es brindar una nueva y mejorada estructura económica para México, interviniendo en el desarrollo y regulando actividades que logran estabilizar la economía del país.

En 1934 Lázaro Cárdenas logró llegar a la presidencia gracias a la confianza mayoritaria de los mexicanos y sobre todo al apoyo de líderes regionales y grupos agraristas. Al llegar a la presidencia, Cárdenas estaba completamente firme ante la política que ya se había planteado.

Política gubernamental de Cárdenas

Sus principales objetivos del gobierno de Cárdenas fueron:

  • Educación Socialista: Este modo de educación tiene como función dar una enseñanza que incluya la racionalidad, basada en métodos científicos, viendo la vida de una forma más realista. Sobre todo este tipo de educación se imparte para dejar atrás todos los contenido religiosos que con anterioridad ocupaban estas creencias para la educación.
  • Reforzamiento del intervencionismo estatal en la economía: El Estado deberá de tener una política que regule y controle las actividades económicas del país.  
  • Reforzamiento de  la Reforma Agraria: Se implementan varias medidas para el apoyo y mejoramiento del campo, con la finalidad de lograr una libertad para las personas campesinas y de igual forma el aprovechamiento de la tierra para una mayor producción de recursos naturales.
  • Colectivización del aparato productivo: Para lograr una buena producción se debe de dar un apoyo colectivo social para que pueda existir buenos resultados y así seguir siendo un país con mayor productividad.

A la política económica de Cárdenas se le identifica como populismo por estas características: 1) Su programa de reparto agrario, 2) Gasto público dirigido a la salud y a la educación y 3) Déficit fiscales financiados con la emisión de billetes (Méndez Reyes, 2010). [5]​ Sin duda alguna Cárdenas tiene un enfoque de grandes políticas que pudieran lograr grandes desarrollos que activaran a la economía mexicana y también se sentía comprometido con apoyar a los mexicanos para el lograr una sociedad más compacta y amplia.  

Reforma Agraria de 1934

Una de las demandas que trajo consigo la Revolución Mexicana fue la lucha de tierras, es cierto que en la Constitución de 1917 se da la regulación en las tierras agrarias pero no se dio un buen impulso antes del Cardenismo. La Reforma Agraria del Cardenismo observa al ejido como un “régimen social'' capaz de “liberar al campesino” y sobre todo “proveer la alimentación del país”. Como primer comienzo Cárdenas optó por el repartimiento de grandes extensiones de tierra, con un total de 18 millones de hectáreas (durante todo su sexenio), esto para que se  aprovechará de forma masiva la tierra y con ello de igual forma conseguir un aumento de la producción agrícola. El repartimiento masivo  de tierras logró beneficiar a más de 700,000 agricultores, con esto se puede decir que Cárdenas fue el responsable del repartimiento de tierras en México al 60% (Méndez Reyes, 2010). [5]

 
Las bondades del reparto agrario en sus inicios.

Así como se brindo el repartimiento de tierras de igual forma se fomenta la correcta distribución del agua para los campesinos  y tener una buena organización ejidal en todos los aspectos. En 1935 se da la creación del Banco Nacional de Crédito Ejidal con el propósito de apoyar al sector ejidal, este Banco apoyó de manera importante a la Reforma Agraria dando suficientes créditos para que se llevará a cabo esta Reforma. Se le dio mayor importancia al desarrollo de ejidos colectivos en donde las tierras eran cultivadas en común por sus dueños para aprovechar las economías de escala, para 1940 se logra que los ejidos representarán la mitad de las tierras de cultivo y la mitad de a población rural y por último la población en las Haciendas cayó alrededor de tres millones en 1910 a 800,000 para 1940. Este proceso de reforma agraria fue la base para que existiera estabilidad política para los siguientes años (Méndez Reyes, 2010). [5]

Consecuencias editar

El reparto del campo mexicano durante la primera mitad del siglo XX fue el principal problema y centro de atención para la política pública mexicana, generando un descontento político durante varias décadas. Tras la Revolución, el gobierno mexicano formuló toda una política nacional donde para alcanzar el desarrollo económico resultaba necesaria la participación e intervención activa de éste para lograr importantes cambios y transformaciones en ámbitos políticos, sociales, económicos y hasta demográficos. Los primeros cuarenta años del este siglo son sumamente importantes en la historia de México porque representó la transición de la población, predominantemente rural, hacia la urbanización; transformando de pleno la realidad socioeconómica de los mexicanos, y llevando a la transformación y consolidación del Estado mexicano.

A lo largo de este artículo se mostraron todos los cambios que se hicieron alrededor del campo, siendo éste el factor detonante del estallido revolucionario, y siendo el tema principal sobre el cual se efectuarían las políticas y programas de los siguientes años. Por una parte, el reparto agrario sirvió como instrumento de clientelismo político y de amortiguación campesina, pero también funcionó para recuperar un mercado interno que se encontraba muy debilitado y fragmentado desde la época porfiriana, e incluso desde La Colonia. El proceso fue bastante complejo y lento debido al involucramiento de todas las partes interesadas. Además, desde la promulgación de la Constitución de 1917 se empiezan a formar las trabas 'políticas' que infieren en un proceso de tal magnitud, porque para su realización influyen las tres órdenes de poder (federal, estatal y municipal), lo que dificultó la distribución.

El reparto agrario fue un proyecto que involucró desde los personajes más conservadores hasta los más liberales, pasando por manos de todo aquel que se estableciera como presidente; pero con la característica de que pudo consagrarse durante el Cardenismo. Sin embargo, también hay que señalar los matices negativos que dejó el régimen de Cárdenas sobre el campo mexicano, y es que, aunque se protegió a los agricultores desde el brazo del gobierno, esa misma protección los mantuvo al margen de los flujos del mercado, es decir, se les proporcionaron las herramientas necesarias para cultivar, pero no se les enseñó a comercializar ni a maximizar sus beneficios económicos de manera que sus propiedades fueran rentables a largo plazo para ellos y para las necesidades del país. Al final, las reformas sobre el campo mexicano no tuvieron un efecto permanente, y actualmente se encuentra en igualdad de precarización que en el siglo pasado.

Referencias editar

  1. Moreno Brid, Juan Carlos (2004). Revista Mexicana de Sociología, vol. 66, ed. Instituciones y desarrollo económico: la relación Estado-mercado en México desde una perspectiva histórica. México. pp. 157-179. Consultado el 17 de agosto de 2022. 
  2. a b c d Knight, Alan (2010). St. Antony's College, University of Oxford, ed. LA REVOLUCIÓN MEXICANA: SU DIMENSIÓN ECONÓMICA. Estados Unidos. pp. 473-498. 
  3. Medina Peña, Luis (2010). HACIA EL NUEVO ESTADO. México: Fondo de Cultura Económica. pp. 54-87. 
  4. Cárdenas, Enrique (1994). La Hacienda pública y la política económica, 1929-1958. México: Fondo de Cultura Económica. pp. 45-69. 
  5. a b c Méndez Reyes, Jesús (2010). INERHM, ed. Apuntes sobre la economía mexicana durante el cardenismo. México: INERHM. pp. 323-340. 

Bibliografía complementaria editar

  • Cárdenas, E. (comp.) Plan Sexenal. Partido Nacional Revolucionario, “Primer Plan Sexenal, 1934-1940”,  Historia económica de México, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp.58-109.
  • Escobar Ohmstede, A. & Sandre Osorio, I. (2012, 24 mayo). REPARTOS AGRARIOS «EN SECO». AGUA Y TIERRA EN EL CARDENISMO. [Archivo PDF] https://biblat.unam.mx/es/revista/boletin-del-archivo-historico-del-agua/articulo/repartos-agrarios-en-seco-agua-y-tierra-en-el-cardenismo (Recuperado 21 de septiembre de 2022).
  • Moreno Brid, J.C., Ros, J. (2004, octubre). Instituciones y desarrollo económico: la relación Estado-mercado en México desde una perspectiva histórica. Revista Mexicana de Sociología, vol. 66. UNAM. 157-164. http://www.jstor.org/stable/3541448
  • Semo, E. (s.f.) La cuestión agraria y la revolución mexicana: nuevos enfoques. Estudios Históricos, INAH. Gobierno de México. https://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias21-123-134.pdf (Visitado el 17/09/2022 a las 17:38 horas).
  • Velázquez Fernández, F. J. (2017, septiembre). Antecedentes agrarios de la Constitución de 1917. SciELO, México.  https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-83722017000200123