Usuario:Ju Villegas/Taller

RETRATO EN MINIATURA Y RELICARIOS

editar

Retratos en miniatura y relicarios es una de las colecciones de Museo Soumaya. Los miniaturistas trabajaron el género del retrato que se llegaba a preservar en un estuche precioso llegando a ser una pieza de joyería generando también un sentimiento de nostalgia. Los relicarios tienen restos corporales de santos, así como objetos que estuvieron en contacto con ellos, En el Museo Soumaya hay piezas notables referidas al Santo Sepulcro, santa Ana, santa María Magdalena, san Juan Bosco, santa Teresa, Sor María de Ágreda por mencionar algunos. [1]

Acervo

editar

El acervo de dicha colección se obtuvo gracias a fondos provenientes de Gonzalo Obregón, Julio Alejandro y Daniel Liebson.[2]

Técnicas y Materiales

editar

Respecto al estudio de técnicas y materiales de las miniaturas así como los elementos que conforman el objeto la información es limitada, en ocasiones es difícil encontrar los datos que lleguen a interpretar algunas de sus características. La indagación visual de los objeto sirve para detectar la identidad de los materiales, a veces entre la miniatura y la tapa posterior se pueden encontrar cosas de gran importancia o datos en la tapa posterior, o doble vista. Varias miniaturas han tenido muchas modificaciones intencionalmente por haber sufrido pérdidas en sus materiales, siendo complicado definir el por qué sufrieron estos cambios y en qué momento o quién los llevo acabo.

Algunas de las miniaturas se llegaban a montar en estuches, después de cierto tiempo la unión de piel de la base con la tapa se rompía y se perdía, debido a esto el estuche era modificado, se eliminaban los broches y se colocaba una argolla convirtiéndose en un marco para colgar. Respecto a esto hay varias preguntas: si estas modificaciones eran ejecutadas por los propietarios originales, descendientes o algunos de los coleccionistas.¿Cuál era el motivo de abrirse con tanta frecuencia? ¿Acaso porque era muy bello y generaba placer verlo constantemente?, tal vez también pudo ser de algún reconocido artista y era un orgullo mostrarlo o llegaba a deteriorarse por descuido o maltrato y por esto se decidía convertirla en un marco. El término de miniatura se utilizaba para denominar a las pinturas de los manuscritos iluminados, los códices miniados producidos por escribanos antes de la invención de la imprenta. La palabra proviene de un pigmento rojo-naranja, el minio, que es un óxido de plomo. La miniatura es una pintura de pequeñas dimensiones que se comienza a desarrollar en el siglo XVI, cuando se expande la fabricación de libros impresos. Para algunos modelos se podría imaginar que la elección es de acuerdo al gusto personal o deseo de la persona quien hace la petición o el artesano. En esta colección de miniaturas, el soporte más común de retratos de hombres y mujeres es de lámina de marfil. El marfil es un material que se obtiene de los colmillos de los elefantes asiáticos y africanos, habiendo algo muy parecido en los colmillos de morsa e hipopótamo.[3]​ En recientes investigaciones también se considera dicho material a los dientes de narval, ballena, mamut, como también al pico del cálao, y a las piezas dentales humanas como un material de fabricación de diferentes objetos, sus características son su color blanquecino el brillo y la transparencia. Es probable que el marfil se origine del árabe cazmal-fil (fil,elefante y cazm, hueso), y aunque su origen parece oscuro, el investigador José Manuel Casado Paramio opina que es posible que se origine del sánscrito ibha (también elefante). Anteriormente se usaba el nombre vulgar de colmillos de elefante siendo este término erróneo ya que los llamados colmillos, provienen de la modificación de los incisivos que están situados en ambas arcadas dentarias de la zona anterior, a ambos lados de la línea media.[4]

Los distintos marfiles varían en su color y su dureza, a veces eran sustituidos por láminas de hueso, durante la colonia algunos artesanos recolectaban en el rastro los huesos más adecuados y los preparaban para venderlos a los pintores. Anteriormente a la pintura la lámina de marfil se blanqueaba y desengrasaba,colocándola, envuelta en papel, entre dos planchas calientes, también se podía poner en agua de cal. En ocasiones algunos artistas usaban vinagres o ajo para quitar la grasa y se exponía al marfil al sol para blanquearlo. Para alisarlo la lámina se frotaba con abrasivos de piel de tiburón o piedra pómez. La lámina de marfil se pegaba a una hoja de papel utilizando cola, goma arábiga o cera. En un inicio los colores eran opacos, en el caso de los temples, los aglutinantes eran proteínas de animales (huevo, cola, caseína) o gomas vegetales (goma arábiga, goma de cerezo tragacanto). En el siglo XIX los colores ya eran más transparentes, se usaban gouache y acuarela en lugar de temples. Algunos pigmentos son sustituidos por tintes vegetales o animales y posteriormente se utilizan materiales sintéticos. Pese a que los pigmentos son resistentes a la luz, los colorantes son muy sensibles, la continua exposición al sol y a las lámparas ultravioleta provoca el desvanecimiento de los tonos.

En la realización del retrato la persona que posaba pasaba por distintas fases: en la primera sesión en presencia del modelo , el pintor delineaba el retrato con un color neutro, después se aplicaba el color en el fondo, la vestimenta y las telas. En la segunda sesión el color y las sombras. Algunos pintores concluían sus obras impartiendo un efecto satinado muy parecido a un barniz. Las obras que se pintaban sobre una lámina metálica tienen una textura muy lisa, no absorbe la pintura y no necesitan una base de preparación, los trazos son más precisos y ya no requieren ser barnizadas para lograr la saturación de los colores. El soporte más usual es la lámina de cobre que se empezó a utilizar en el siglo XVII, y la hojalata (lámina de hierro cubierta con estaño) que se introdujo en la segunda mitad del XIX. En la colección del Museo Soumaya la pintura sobre lámina muy pocas veces se utilizaba para retratos de hombres y mujeres siendo más frecuente en miniaturas religiosas. Se encuentra también miniaturas pintadas sobre lámina de vidrio y óleo siendo la última una técnica muy difícil, en primer lugar se pintan luces, sombras y detalles y al final se aplican los colores de fondo. En el grupo de obras religiosas encontramos pintura sobre lienzo, cerámica, vidrio, y concha nácar, relieves en hueso; talla en madera; arte plumario; fotografías; y bordados.

Medallones, marcos y estuches

editar

En los medallones se aprecian distintas calidades de oro, como el de 24 quilates que suele ser muy blando para ser trabajado y se deforma con facilidad. El oro se combina con plata y cobre obteniendo un tono cálido, y llega a ser más intenso cuando es mayor la proporción del cobre. El oro mezclado con plata es más frío, tendiendo más hacia el blanco-plateado al aumentar la cantidad de plata. En el museo hay algunos relicarios que tienen la apariencia de plata córnea que es un término que se refiere a la plata arqueológica en avanzado estado de corrosión. Esto nos hace pensar que llegaron a estar enterrados. Quizá provengan de alguna excavación arqueológica o llegaron a ser arrojados como basura o abandonados en época de guerra o epidemia para ser encontrados después, también existe la posibilidad de pensar que algunas personas llegaron a ser sepultadas con los relicarios y llegaron a ser rescatados al exhumar los restos. La mayor parte de los medallones no son de oro, existen distintos tipos de dorado y varios métodos para lograrlo. También hay algunos de metales plateados; plata Sheffield (baño de plata), alpaca o plata alemana (aleación que no contiene plata). Un grupo pequeño de medallones tienen esmaltes, pedrería o perlas.

Los marcos más usuales son de madera lisa con laca negra; algunos con chapas de madera veteada, otros con madera con acabado natural o recubierta con hoja de oro o purpurina (pintura metálica que imita el oro); o relieves en pasta. Algunos marcos de madera tienen aplicaciones de distintos materiales como lámina de latón troquelada, taraceado con incrustaciones de hueso, chapa de carey con incrustación de latón entre otros. Durante el siglo XIX parecen los primeros plásticos, en esta época se incorporaban aditivos para lograr una variedad de colores y efectos, simulando jade, carey, perlados, madera y marfil.

En 1840 se empiezan a elaborar estuches especiales para daguerrotipos desarrollados a partir de los producidos para miniaturas. Como esta técnica fotográfica era muy delicada, los estuches le daban protección. El marco interior separa al daguerrotipo del vidrio, el marco protector sujeta al vidrio y a la placa en su lugar, y sella el conjunto separando a esta última de los agentes agresivos del medio ambiente. El conjunto se coloca en un caja de madera que usualmente tiene una cubierta de piel. En un inicio el acojinamiento de la tapa estaba forrado de seda, pero en 1843 se comenzó a utilizar de terciopelo.[5]

Lugar donde se aprecia la obra

editar

La colección de retrato en miniatura y relicarios se puede apreciar en la sede de Museo Soumaya plaza carso en la sala uno.

  1. Varios autores (2004). Santuarios de lo íntimo. Museo Soumaya. p. 9,10,11. 
  2. Varios autores (2004). «presentaciòn». Santuarios de lo íntimo. Museo Soumaya. p. 10. 
  3. Varios autores (2004). «La miniatura como objeto integral: materiales y técnicas». Santuarios de lo íntimo. Museo Soumaya. p. 44. 
  4. Varios autores (2016). «Presentación». DE MARFIL. Museo Soumaya. p. 17. 
  5. Varios autores (2004). «La miniatura como objeto integral: materiales y técnicas». Santuarios de lo íntimo Retrato en miniatura y relicarios. Museo Soumaya. p. 54 - 59.