EL JUICIO DE LA BELLEZA


Cuando nuestros ojos se posan sobre una delicada mariposa, cuando nuestra mirada encuentra tenuemente dibujado el arco iris en el cielo azul u observamos la despedida de el sol al final del día, cuando miles de ondas llegan a nuestros oídos y en nuestras profundidades se transforman en suaves melodías o escuchamos el solo de un pájaro al despertar, en ese preciso momento nos convertimos en jueces de lo bello y lanzamos con facilidad nuestro veredicto sobre las cosas o sonidos con tanta rapidez que al parecer la sentencia ya estuviera preparada; ¿Cómo podemos clasificar las cosas con esa naturalidad y facilidad? ¿Cómo sin siquiera tener un concepto claro sobre la belleza?, esto solo nos demuestra que el juicio estético es una acción natural e innata en el hombre.

¿Qué relación poseen una rosa, un paisaje y una hermosa mujer?, cualquier persona respondería que estas cosas son bellas, esa es la relación, pero, ¿Qué hace bellos a estos objetos?, esto complicaría un poco mas la respuesta del locutor, aunque en realidad la respuesta es muy sencilla y simplemente por pertenecer a esa especie llamada “seres humanos” tenemos la respuesta, esta es que los objetos mencionados nos dan placer, se nos es agradable observarlos independientemente de cuales sean nuestras intensiones, es agradable contemplar la luna llena y escuchar una sonata de Clementi, ese sentimiento que despierta en nosotros es precisamente lo que las hace bellas. Resumiendo un poco podemos afirmar que: los objetos bellos y la belleza en sí corresponden al placer producido por un objeto, cosa o acción (incluyo acción, para agregar también el juicio de los actos buenos y bellos) en un sujeto, sin que este posea un interés diferente a la mera contemplación.

Si observamos detalladamente la historia encontraremos una curiosa relación que ha perdurado durante el paso de los siglos, esta es la unión de las términos bien y belleza, en muchos casos han llegado a fusionarse y formar uno solo; 300 años antes de Cristo, en muchos templos griegos se expresaba esta relación, hoy lo podemos ver gracias escombros de sus magnificas obras, en las cuales se encontraba hermosos dioses griegos, proporcionados y majestuosos, la bella Atenea adornaba con su elegancia el Partenón, templo construido en su honor, mientras que algunos dioses menos simpáticos como Hades y Pan eran prueba de fealdad y desproporción. Hoy día 23 siglos después observamos aún este hecho, al entrar en una iglesia percibimos la belleza de sus esculturas, un Jesucristo o la imagen de la Virgen Maria son muestras de hermosura y observamos la relación belleza-bien en su presencia, contrario a esto las imágenes de Satanás y sus demonios son realmente espantosas, desproporcionadas y cargadas de fealdad. Pero esta relación no se queda solo en simples imágenes pues en el juicio de los actos o como lo llamamos en la actualidad “moral” se refleja este planteamiento, cuando un acto es bueno y desinteresado es catalogado como bello y opuesto a esto los actos interesados, egoístas son catalogados como malos y en estos se observa fealdad. Pensamientos de muchos filósofos, críticos y analistas llegaron en sus razonamientos a esta relación, esto lo observamos en el pensamiento platónico de “belleza ontológica” o belleza de los actos, o en frases como: “el conocimiento de la belleza es el verdadero camino y el primer peldaño para la comprensión de las cosas buenas” citada en el siglo XVIII por el crítico británico John Ruskin. Muchos de nosotros tenemos confusión en la relación sujeto-objeto, pensamos que la belleza o es subjetiva y depende totalmente del punto de vista de el observador, o el objeto independientemente del sujeto posee su propia belleza ¿Cuál de estas dos premisas es la correcta? ¿La belleza proviene del objeto en sí o totalmente de la visión del sujeto?, en el párrafo anterior afirmamos que: “los objetos bellos y la belleza en sí corresponden al placer producido por un objeto, cosa o acción (incluyo acción, para agregar también el juicio de los actos buenos y bellos) en un sujeto, sin que este posea un interés diferente a la mera contemplación.”, en esta frase observamos que la belleza proviene de la relación entre un sujeto que observa y un objeto que es observado, sin un observador en nuestro caso el hombre, quien con su juicio de las cosas crea las ideas y premisas para definir la belleza, si este desapareciera, con este se esfumaría todo concepto de lo bello, en palabras de el gran pensador alemán Friedrich Nietzsche “el hombre se figura que el mundo está por si mismo lleno de bellezas, y se olvida de que es él mismo quien ha llenado el mundo de bellezas”. Por otra parte sin los objetos, los cuales nos demuestran su esencia todo el tiempo, seria imposible la existencia del término de lo bello.

En resumen de este pequeño análisis he abstraído una serie de premisas que generalizan nuestro juicio de belleza, pues este en cierto sentido es universal (hay que aclarar que el termino universal no afirma que sea eterno o inmutable) por la simple razón de pertenecer a la misma especie, estamos ligados a instintos comunes y características propias de nuestra especie; las premisas son las siguientes: - “Toda belleza en el mundo natural impulsa a la reproducción, y este es precisamente su efecto natural” afirma Platón, lo bello en lo natural forma atracción en los seres dando lugar a la reproducción, lo observamos en las flores, cantos de pájaros y hasta en nuestro instinto de atracción con el sexo opuesto. - Todo lo bello existe gracias a la visión y juicio del sujeto, es decir el hombre, sin su juicio seria imposible el concepto de belleza. - La observación de la naturaleza y esencia de cada ser en sí, cada objeto, cada cosa es fuente d belleza. Confucio dijo: “cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla”. Con observar una simple célula y ver su papel en este todo llamado universo observaremos su belleza. - El ser humano pone en practica la premisa pasada comúnmente en si mismo, el elogio, alabanza a la naturaleza humana es catalogado belleza. Según Nietzsche “el hombre se toma a sí mismo como medida de perfección en lo bello, y en ciertos casos escogidos se adora”. Un ejemplo de esto es la ternura y belleza que nos producen los animales al realizar comportamientos humanos o al usar prendas humanas, reflejo de la vanidad de nuestra especie. - Las proporciones y armonía de figuras, sonidos, colores, actos… son fundamentales en la creación del concepto de belleza. Prueba de esta premisa la tenemos a nuestro alrededor, en esculturas, pinturas, en la arquitectura y hasta en nuestro propio cuerpo donde las proporciones son bien definidas y juzgadas como bellas. - En contraste con la premisa pasada la fealdad proviene de toda deformación, degeneración y desproporción de las características naturales de una cosa. Esta afirmación es reflejada incluso en nuestros actos donde cualquier degeneración por ejemplo en la sexualidad provoca instantáneamente el juicio negativo de esta.





Juan Pablo Sierra Perez