El señor de Las Limas. editar

 
El señor de Las Limas

Origen. editar

La olmeca fue una cultura originaria precolombina en el Golfo de México. Su producción artística más destacada y conocida son las cabezas colosales, y sus tres sitios arqueológicos principales son Tres Zapotes, La Venta y San Lorenzo[1]​.

Localizado 40 km al sur de San Lorenzo Tenochtitlán, la gran capital olmeca, Las Limas fue un sitio que tuvo ocupación hacia 1000 a C. Debió ser un asentamiento de importancia, pues cuenta con cerca de 900 montículos[2]​ organizados en plazas y patios. La variedad de serpentina empleada en esta escultura fue probablemente llevada a territorio olmeca desde el Valle de Motagua, en el altiplano guatemalteco.

Historia. editar

La figura que nos ocupa, llamada «el señor de Las Limas», es la representación de un hombre, probablemente un sacerdote, con las piernas cruzadas y sosteniendo sobre sus brazos extendidos un niño con el llamado rostro de jaguar, típico en la iconografía olmeca, y un tocado. Este niño[3]​ parece muerto por la postura flácida, especialmente notable en sus piernas. Las dos figuras aparecen esgrafiadas con distintos motivos que se creen referencias sagradas que serían interpretadas por los sacerdotes de la época. Pesa 60 kilos aproximadamente y mide 55 cm de alto y 42 cm de ancho.

La figura fue trasladada al pueblo y, por ser el día que era, se interpretó como una imagen mariana, se la colocó en un altar familiar y, coronada con flores y rodeada de velas, se convirtió en objeto de veneración local. La prensa habló del milagroso hallazgo y, gracias a ello, unos arqueólogos del Instituto de Antropología de Veracruz acudieron al lugar para descubrir que la “matrona” era en realidad una talla olmeca.

Aunque hubo cierta resistencia, la pieza fue finalmente entregada por la gente que la veneraba para ser llevada al Museo de Antropología de Xalapa y colocada en un pedestal a la entrada. Las aventuras de la escultura continúan porque en 1970 la robaron y apareció cinco años después abandonada en un motel de San Antonio (Texas). Parece ser que los ladrones no consiguieron compradores y la soltaron en aquel lugar.

Cuando la pieza se observa desde su parte posterior, se pueden apreciar claramente dos huecos circulares, a la altura de los codos del sacerdote, que desembocan en una cavidad entre el vientre y las piernas, bajo la espalda del niño. Se considera que estos agujeros se hicieron para pasar una cuerda que facilitaría sostener y trasladar la pieza.

Características de la Escultura El señor de Las Limas. editar

Cultura: Olmeca.

Temporalidad: Preclásico Medio 900-400 a.C

Tipo de objeto: Escultura[4]​.

Largo 23 cm; ancho 43.5 cm; altura 55 cm

Material: Piedra verde.

Cosmovisión Olmeca. editar

Uno de los más importantes rasgos de la cosmovisión mesoamericana fue considerar como entes vivos los elementos del paisaje: cuevas, barrancas, manantiales, árboles y montañas, por estar habitados por importantes espíritus[5]​. De todos los accidentes geográficos, las montañas son las más grandes e imponentes: son el vínculo físico entre el cielo y el mundo superior con la superficie de la tierra y el inframundo. En el sistema de creencias de Mesoamérica, las montañas son lugares míticos originarios, donde habitan los ancestros y residen los espíritus asociados a la tierra, la fertilidad o la lluvia.

Toda montaña, y hasta los cerros pequeños, tiene cualidades sagradas. Sin embargo, en cualquier paisaje regional ciertas montañas son consideradas más importantes por los habitantes, ya sea por sus características físicas o por su papel en las mitologías de la comunidad. Hubo peregrinaciones para venerar algunas montañas en particular, y a veces se les distinguió con altares o erigiendo monumentos labrados en piedra o alguna ofrenda especial. La categoría simbólica no se limita a las montañas reales, visibles en el paisaje natural, sino que fue práctica común, en la Mesoamérica prehispánica, integrarlas a los asentamientos por medio de la construcción de pirámides o “montañas artificiales”. En los registros arqueológicos hay ejemplos de representaciones de montañas a escala; uno de ellos son las efigies de volcanes en los patios de casas excavadas en Tetimpa, Puebla, del Preclásico Tardío, excavados por Gabriela Uruñuela y Patricia Plunket.

En Mesoamérica, las creencias respecto de las montañas y sus espíritus podrían remontarse, tal vez, a los periodos Paleoindio y Arcaico. La evidencia arqueológica irrefutable más temprana de veneración a las montañas proviene del Preclásico. En este artículo nos ocuparemos de tres tipos y escalas de montañas sagradas en el mundo olmeca: a) montañas naturales con restos arqueológicos que indican su importancia sagrada para los olmecas, b) “montañas artificiales” dentro de los asentamientos olmecas y c) esculturas labradas en piedra que podrían representar montañas sagradas. Nuestros ejemplos provienen de San Lorenzo, Veracruz; La Venta, Tabasco, y Chalcatzingo, Morelos, sitios del Preclásico, o de sitios cercanos a ellos.

Bibliografía. editar

  1. R, Historia del Arte (1 de junio de 2020). «El señor de Las Limas». Historia del Arte Random. Consultado el 12 de marzo de 2022. 
  2. «El Señor de Las Limas». Arqueología Mexicana. 13 de junio de 2016. Consultado el 12 de marzo de 2022. 
  3. R, Historia del Arte (1 de junio de 2020). «El señor de Las Limas». Historia del Arte Random. Consultado el 12 de marzo de 2022. 
  4. «Catálogo - Museo de Antropología de Xalapa - Universidad Veracruzana». www.uv.mx. Consultado el 12 de marzo de 2022. 
  5. «Cerros sagrados olmecas. Montañas en la cosmovisión mesoamericana». Arqueología Mexicana. 3 de septiembre de 2016. Consultado el 12 de marzo de 2022.