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LA URDIMBRE MORAL DE LA MODERNIDAD editar

 
Salvador Giner - Autor

La urdimbre moral de la modernidad es un ensayo elaborado por Salvador Giner en el que argumenta que hay una sociogénesis de la moral en las sociedades pluralistas de nuestro tiempo pero es indirecta. Establece que la urdimbre moral esta basada en una estructura social dentro de la libertad y en el echo de que la naturaleza humana es universal.

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Introducción editar

Actualmente vivimos en una sociedad donde compiten entre si una multitud de criterios morales, en esta nadie puede probar que una norma de conducta sea mejor que otra, "moramos en un mosaico inestable de morales diversas y contradictorias". No hay un criterio o ética universal que sea valida para todos los seres humanos por lo tanto no se puede probar que una norma o posición moral sea mejor que otra, la noción de lo que es bueno y lo malo dependen de igual manera de cada persona y su actitud moral y estas no pueden ser impuestas sobre quienes no comparten la misma idea. Ya no podemos juzgar ni condenar a nadie bajo un criterio religioso de lo que se supone es moral.

La sociedad con la libertad de profesar una moralidad individual a convertido este en una herramienta para conseguir ver correcto cualquiera de sus acciones "la moral presenta hoy una imponente fachada de ambigüedades, actitudes relativistas, reglas circunscritas a cada grupo, y juegos convencionales acerca de lo que debe pasar por "correcto" o "incorrecto", y no sólo políticamente. Con frecuencia hay  normas expeditivas  que se  imponen por  la  fuerza bruta o a través de todas las astucias del poder moderno, ejercido mediante la manipulación, la cosmética política y el control  mediático, además  del curso normal parlamentario para la producción de leyes"., en este punto podemos ver el peligro que refleja para la sociología y la filosofía moral, ya que ambas disciplinas existen con el fin de dar respuesta a los problemas morales generados por esta "era moderna". Las reflexiones que planteo Giner en este ensayo solo se basaron en las sociedades occidentales.

II. La socialización de la ética editar

Desde los inicios de la sociedad los principios morales de la misma han sido determinados por causas externas, este se fundamentaba en lo sobrenatural, el ser humano ha creído en una autoridad y soberanía dado ha dioses. El surgimiento de nuevas teorías han tratado de desprender estos principios morales de lo cultural, lo social y aunque se ha avanzado en el razonamiento humano no han desaparecido las concepciones exógenas de la moralidad.

 
ética

Hoy en día la constitución moral de la sociedad es entendida por muchos como endógena, es decir como producida por ella y de ella dependiente. Para ciertas corrientes culturales tanto la justificación religiosa como la de la soberanía de la razón son rechazadas como insostenibles; y aunque existen muchas explicaciones endógenas diversas entre si, la mas hegemónica es la sociológica, entendiéndose no como disciplina si no como la inteligencia sociológica. Bajo condiciones de modernidad avanzada, lo social cobra soberanía moral para muchos de los que moran en ella, la moral es entendida ahora como proceso y resultado social, la moral tiene como único fin justificable el producir la mayor felicidad posible y compartida de una sociedad, lo que ha causado que tanto la culpa como la responsabilidad se desvanezcan y que nuestras medidas contra quienes producen daño sean de mera protección y no de castigo.

La moral es engendrada por la interacción de los intereses, pasiones y estrategias de personas que ocupan posiciones en la sociedad y otras entidades sociales lo que origina una producción corporativa de la moral, la moral socialmente validad es el resultado de la estructura organizativa, burocrática, gremial y corporativa de las sociedades modernas, así como de su interacción con los movimientos sociales que se oponen a su hegemonía provocando una moral vigente sujeta a cambios constantes debido a presiones políticas o económicas que tratan de ajustarla para su propio beneficio y que en ocasiones obligan a recurrir a las leyes universales de la moral.

"La moral es la que hay o la que reina, es decir, la que logra imponerse como conducta prescrita en una situación dada. No es, pues, necesariamente la que debería ser desde la perspectiva del análisis racional del ser humano como sujeto responsable ante si mismo y ante otros seres humanos al margen de ataduras culturales." . La estructura de las sociedades modernas esta organizada en movimientos, partidos, grupos como se quiera llamar. unos con mayor poder que otros y que son los que legitiman la autoridad y el poder, lo que nos muestra una sociedad que posee un curtimbre moral que se teje constantemente y que cambia de acuerdo a las necesidades de sus gobernantes que operan en un vacío moral y que dejan mucho que desear.

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III. La sociogénesis de la moral editar

 
Sociograma

Los fenómenos más dispares sin exclusión de la verdad, la ciencia y la moral son definidos como subproductos de la sociedad y no la razón, ni tampoco Dios, ni el destino, ni la historia, lo que debe justificarse a sí misma. El problema de este asunto radica en que se justifica pero no puede realizarse a través de los pensamientos analíticos para ello las relaciones que hay generales sobre las que se basa  hoy la red social son pacíficas. No es así porque prevalezca el civismo sobre su contrario sino más bien porque los que salen perdiendo en tales relaciones tienen a menudo poca capacidad de resistencia con lo cual deben sufrir en silencio las desventajas de la desigualdad creando una red de coacciones e intimidaciones que llevan a condicionan la actuación del ser humano moderen con su moral, pero estas no bastan para mantener el orden, este ultimo se obtiene por parte de la presión ideológica ejercida por parte de los actores religiosos y políticos.

En tal universo moral el disenso se torna, ya desviación punible, ya disonancia a la que se permite subsistir sólo en un  enclave moral. Puede también revelar un conservadurismo que favorezca una moral dada por encima de las otras, por ello la coexistencia de el conflicto, el dominio, la persuasión, la ideología, la manipulación, junto al combate perenne del hombre consigo mismo, son las fuentes últimas de la moral Hay, por consiguiente, dos enfoques muy diferentes con respecto a la aceptación de la opinión de que existe una estructura moral general en las sociedades modernas. Uno parte de la afirmación de un sistema central de valores, cuya presencia supera todas las características conflictivas de la vida social de hoy. En ese caso la moral sería, a lo sumo, un subsistema más dentro del sistema societario, un requisito funcional del orden reinante. La moral se disolvería en una red de actitudes interiorizadas según pautas determinadas por nuestra cultura. El orden normativo y el moral serían uno y el mismo pues al  parecer, en el mundo moderno, la profunda socialización de la moral deja poco espacio para una esfera de principios y valores que esté libre de las presiones y coacciones de las fuerzas sociales.

http://luislcebrero-misapuntes.blogspot.com/2011/06/la-sociogenesis-de-la-moral.html

IV. La invasión política de la ética editar

 
ética política

La acción política con el discurso político en una retórica que no encuentra oposición en la sociedad dando con ello una sociodisea que se ha creado como servidumbre política, esto varía de lugar en lugar y de poca en época de una manera diferente en todos los sentidos tanto moral como en su relación con las “clases”, el desarrollo del relativismo extremo en la filosofía moral, según el cual cada sociedad posee sus propias reglas, lógica y lenguaje, que no pueden comprenderse a través de las categorías de otras culturas formando la politización de la moral  esto debido al quien lo dirige, el poder deja de ser absoluto, se vuelve confuso, puesto que cualquier comunidad posee autonomía, tanto estructural como componente de la sociedad civil como moral como opción libre de vida y creencias siendo la dispersión de la soberanía por toda la red de quienes ocupan posiciones estratégicas formando así, monopolios o oligopolios.

La nueva moralidad contractualista no elimina los daños que inflige la desigualdad y la mala conducta por lo que sanciona la dispersión de la soberanía por toda la red de instituciones siendo él criterio para que se establezcan las prioridades morales dentro de una comunidad es el poder que tengan las diversas fuerzas sociales para ponerlos en primera línea siendo la sociogénesis de la moral y la producción social del interés común tiene vías difíciles.

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V. La autonomía del interés común editar

La respuesta habría de ser afirmativa si fuera posible agregar y sintetizar en un todo equilibrado las reglas contractualistas, consecuenciales e instrumentales que rigen en la modernidad. Estas reglas son las que han conducido, primero, a la socialización de la moral y, luego, como efecto inmediato, a su politización. Aunque sea cierto que los sectores particularistas suelen invocar instancias más altas para justificar su conducta nadie puede engañarse en cuanto al peso abrumador de los intereses próximos y circunscritos como motivo real de sus llamadas a principios remotos y entidades abstractas cuando se ven forzados a entrar en la liza moral. No obstante, la visión totalmente escéptica de la moral que generaría la negación radical de todo principio como mera patraña retórica a la que conduciría una interpretación fundamentalista de este hecho, carece también de sentido.

En efecto, la aceptación resignada de la absorción del reino moral por la política, la económica, la ideología y la liza entre facciones y grupos conduce al cinismo. Pero hay que conceder que por o menos una parte muy considerable de las pruebas está a favor de la posición escéptica respecto a la posible autonomía del juicio moral. En efecto, intentar probar hoy que la moral publica no es vulnerable a su politización sería vano. En este sentido, casi nada nuevo puede añadirse a los devastadores argumentos Los acumulados por una larga tradición filosófico social de Maquiavelo a Marx, Parclo y Mannheim- mostrándonos con toda riqueza de detalle cómo el hombre apela a nobles principios morales con el fin de conseguir fines egoístas o mezquinos.

Lo que queda por establecer es saber si tales fuerzas, juntas, agotan todas las posibles fuentes de la moralidad, saber si hay aún sitio para la construcción autónoma de la razón moral. El resto de estas reflexiones intentarán demostrarlo Por lo pronto surgen dificultades notables en la aceptación de una explicación estrictamente social dc la moral. En efecto, en cualquier sociedad mínimamente compleja, la producción de valores y actitudes morales es un proceso laborioso, que con frecuencia genera ambigüedad y ambivalencia. o interesante es que las decisiones que toman estos agentes morales no dependen siempre ni del todo de los intereses desnudos o disimulados a cuyo servicio se hallan, según la interpretación tradicional recién evocada.

VI. Fundamentación moderna del universalismo moral editar

El punto de partida de mi análisis ha sido un entendimiento de la moral contemporánea fundamentado en una explicación de su sociogénesisa través de los conflictos propios de la modernidad avanzada. He mostrado así cómo la concepción predominante de la moral ha sufrido hoy un intenso proceso de socialización mundana, fruto centre otras cosas de la secularización y del pluralismo democrático. Este obliga a las gentes a encontrar un territorio presuntamente neutral de entendimientos éticos, pero cuyos contornos y anfractuosidades son en gran medida electo de la liza social. Generan también, en congruencia con ello, una vasta medida de relativismo popular, además del que urden los ideólogos orgánicos de nihilismo doctrinario Espero que haya quedado diáfanamente claro que una cosa cs la presencia de este proceso de sociogénesis moral, que fomenta las interpretaciones de la moral como resultado de convenciones , fruto de los forcejeos, negociaciones y presiones ejercidas por los actores de la vida social y otra, muy distinta, la noción racional de moral.

Archivo:An illustration of Moral foundations Theory created by Aprilia Muktirina.jpg
moral

Esta, con harta frecuencia, difiere de la fraguada en la liza social, aunque sean precisamente las condiciones de la modernidad las que hayan contribuido a crear previamente el clima adecuado para que florezca. He puesto asimismo en evidencia cómo la sociogénesis moderna de la moral no absorbe toda la que existe. En efecto, la heterogeneidad de las sociedades hipermodernas es precisamente lo que trac consigo la posibilidad de que surja una conciencia moral autónoma así como la necesidad de que aparezca un juicio independiente por parte de los ciudadanos. La estructura social de la modernidad pese a todos sus rasgos perniciosos, posee también el de fomentar al diálogo cívico sobre las normas y criterios que deben conducir a la sociedad buena. El argumento clásico de John Stuart Mill de que del diálogo que impone el pluralismo puede surgir lo verdadero y lo deseable para todos debe extenderse a la noción de que de ese diálogo y conversación entre ciudadanos puede también surgir lo justo y bueno, más allá de lo meramente pactado y negociado. Las protestas enérgicas contra la arbitrariedad, la tiranía, la discriminación, la injusticia, la destrucción de la naturaleza, las vastas desigualdades entre unas y otras zonas de un solo mundo así como contra otros males evitables se escuchan sin cesar. Vienen apoyadas por apelaciones a principios éticos universales y razonamientos con frecuencia lógicamente intachables. Hasta, a veces, los mismos que invocan esos principios se las dan de relativistas.

La inclusión de los cuatro principios de decencia cívica -fraternidad, libertad, igualdad y piedad cósmica o natural -en la definición ofrecida no transforma la noción en algo irrecuperablemente abstracto. Aunque toda definición tenga que adolecer algo de ello, aquí nos encontramos sólo con los criterios obvios que deben guiar la razón moral secular en nuestro tiempo en su determinación de los fines a compartir. Hay bastantes obstáculos en el camino que conduce a la creación del interés común. Algunas de las condiciones de tal creación han sido ya señaladas.

Lo más sustancial del camino recorrido no ha sido ni la definición abstracta de interés común ni la escasa discusión de varios de sus aspectos, sino algo muy distinto, la demostración de cómo la sociogénesis moderna de la moral no sólo produce una visión relativista, contractualista y convencional de la moral, sino también, paralela e indisolublemente, universalidad ética. La ambivalencia esencial de la situación es tal que el contractualismo asimétrico que predomina en el mundo de hoy, lejos de destruir la posibilidad de una producción racional y autónoma de la ética, crea también las condiciones para su progreso. La oposición civil se halla así vinculada al interés común y a la razón moral pública. La tarea que todos compartimos y que consiste en mejorar cl mundo en que moramos no puede ser otra, en condiciones de modernidad quc la de cultivar cl huerto común y convertirlo en cariñoso objeto de nuestro deseo.

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