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Asdrúbal el Beotarca y el rearme de Cartago editar

El ejército de Cartago quedó muy debilitado tras la Segunda Guerra Púnica. Las condiciones de Escipión fueron duras: la armada cartaginesa, a excepción de diez naves, debía ser entregada a Roma. También debían ser entregados todos sus elefantes, prisioneros de guerra, desertores y el ejército que Aníbal había traído de Italia. Se les prohibía reclutar mercenarios celtas o ligures, además de otras condiciones de índole puramente económica.[1]


En la guerra contra Masinisa, Asdrúbal el Beotarca reunió un ejército de 25.000 infantes y 400 jinetes, al que posteriormente se unieron 6000 jinetes númidas, desertores de las filas de Masinisa. Antes de la batalla, los refuerzos púnicos casi doblaban dicho número.

Cuando Masinisa formó sus tropas, Asdrúbal dispuso enfrente a su ejército. Era muy grande, pues los reclutas habían acudido en masa desde los alrededores. Tiempo después, Escipión a menudo comentaba que había presenciado varios combates, pero nunca había disfrutado tanto de ninguno, pues en ningún otro había visto tan fácilmente cómo hasta 110.000 soldados se incorporaban a la batalla.[2]
(...) De este modo, de los 58.000 hombres que componían el ejército, sólo unos pocos regresaron ilesos a Cartago. Entre ellos se encontraban Asdrúbal (el Beotarca) y otros nobles.[3]
Apiano, Guerras Extranjeras: "Las Guerras Púnicas"

A petición púnica, Roma envió mediadores para arbitrar entre Cartago y Numidia, con las órdenes de favorecer a Masinisa en todo lo posible. Viendo cómo había prosperado la ciudad

Cuando finalizaron sus lamentaciones, hubo otro intervalo de silencio, tras el cual reflejaron que su ciudad se hallaba desarmada, vacía de defensores, no poseía una sola nave, ni una catapulta, ni una espada, ni el suficiente número de guerreros, habiendo perdido 50.000 no mucho tiempo atrás. Tampoco tenían mercenarios, ni amigos, ni aliados, ni tiempo para procurarse algunos. Sus enemigos se encontraban en posesión de sus niños, sus armas y sus territorios. Su ciudad se hallaba sitiada por enemigos que disponían de flota, infantería, caballería y máquinas de guerra. Mientras Masinisa, otro de sus rivales, acechaba su flanco.
Apiano[4]

Cuando la guerra se antojó inevitable, el senado de Cartago liberó a todos los esclavos, eligió nuevos generales y nombró a Asdrúbal, a quien había condenado a muerte, comandante en jefe. Asdrúbal disponía de un ejército de 30.000 hombres.

Dentro de las murallas eligieron como capitán a otro Asdrúbal, nieto de Masinisa. Todos los templos, capillas y cualquier otro espacio desocupado se convirtió en una fábrica, donde hombres y mujeres trabajaban día y noche sin descanso, recibiendo comida regularmente y en raciones. Cada día fabricaron 100 escudos, 300 espadas, 1000 proyectiles de catapulta, 500 dardos y jabalinas, y tantas catapultas como pudieron producir. Como cuerdas para tensarlas utilizaron los cabellos de sus mujeres.[5]

Durante el fallido asalto de Mancino a Cartago, se menciona a Bitia, desertor del ejército de Gulussa, como general de caballería, bajo cuyo mando se encontraban 6000 infantes y 1000 jinetes «veteranos y bien entrenados». Mientras que Asdrúbal el Beotarca disponía, en ese momento, de 30.000 soldados.[6]

En el momento de la captura y destrucción de Cartago, dos ejércitos cartagineses seguían en campaña: en el interior, el ejército de Diógenes, que había asumido el mando como sucesor de Asdrúbal, contaba con unos 84.000 hombres en el momento de ser derrotado por Escipión en Neferis, cifra en la cual seguramente se incluían las tropas de Bitia.[7]

Durante la conquista de la ciudad, los cartagineses actuaron utilizando tácticas de guerrilla urbana, combatiendo calle por calle, casa por casa y barrio por barrio. En el interior de la ciudad, Asdrúbal disponía de 36.000 hombres, aunque esta cifra es probablemente exagerada.[8]

CONSULTAR Paulo Orosio.

  1. Apiano, Las Guerras Púnicas 11.54
  2. Apiano, Las Guerras Púnicas 14.70
  3. Apiano, Las Guerras Púnicas 15.72
  4. Apiano, Las Guerras Púnicas 17.82
  5. Apiano, Las Guerras Púnicas 19.93
    Dión Casio, Historia Romana XXI, 26
  6. Apiano, Las Guerras Púnicas 23.114
  7. Apiano, Las Guerras Púnicas 26.126
  8. Floro, Epítome de la historia de Tito Livio II 15.31 menciona esta cifra, aunque él mismo asegura que es "apenas creíble".