Propiamente no se puede "des-ordenar" a nadie, lo más que pudiera ocurrir es que alguien no esté ordenado válidamente y se demuestre, en cuyo caso nunca estuvo ordenado, pero eso nada tiene que ver con este tema. La expulsión es siempre de cargos concretos que el sacerdote realiza (el obiispo es, en definitiva, un sacerdote: del primer grado), pero no se le quita el orden, que es un sacramento que imprime "carácter". Incluso cuando un sacerdote pide la "reducción al estado laical", no deja de ser sacerdote nunca, sólo pierde las funciones, y la validez del ejercicio de esas funciones (aunque no en todos los casos).


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