Batalla de Rincón de Marlopa

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La batalla del Rincón de Marlopa (3 de abril de 1821) fue un enfrentamiento militar librado en el contexto de la Anarquía del Año XX, al comienzo de las guerras civiles argentinas. En aquel encuentro chocaron las tropas de las provincias de Salta y Santiago del Estero, a cargo de los coroneles Juan Felipe Ibarra y Alejandro Heredia, con las de Tucumán, mandadas por los coroneles Abraham González y Manuel Arias. El combate finalizó con la victoria de las segundas.

Batalla del Rincón de Marlopa
Parte de Guerras civiles argentinas

Efigie idealizada de Bernabé Aráoz, por Honorio Mossi, fines del siglo XIX.[nota 1]
Fecha 3 de abril de 1821
Lugar Rincón de Marlopa o Ugarte, provincia de Tucumán[1]
Resultado Victoria tucumana
Beligerantes
República de Tucumán Salta
Santiago del Estero
Comandantes
Abraham González
Manuel Arias
Alejandro Heredia
Juan Felipe Ibarra
Fuerzas en combate
1500[2][3] 3000[4][5][6]

Antecedentes editar

Situación del Río de la Plata editar

En 1819, los caudillos federalistas José Gervasio Artigas, Francisco Ramírez y Estanislao López estaban en guerra con el Directorio que ejercía un mandato centralista desde Buenos Aires.[7]​ El Directorio esperaba contar con el Ejército de los Andes, mandado por el brigadier José de San Martín pero aquel prefirió no intervenir y concentrarse en la Expedición Libertadora del Perú. Entonces, se decidió llamar al Ejército del Norte del brigadier Manuel Belgrano, quien estaba enfermó y prefirió quedarse en Tucumán, enviando el grueso de la tropa al mando de los coroneles Alejandro Heredia y José María Paz y el coronel mayor Juan Bautista Bustos.[8]

En el noroeste argentino estaba la provincia de Tucumán, con un clima seco y cálido, era un valle fértil con una población de aproximadamente 40 000 personas hacia 1820, de las que 8000 a 9000 vivían en su capital, San Miguel de Tucumán.[9]​ Respecto de la vecina provincia de Salta, incluyendo el partido de Jujuy pero no el de Tarija, tendría unos 60 000 habitantes, con su ciudad capital, Salta con una población de 8000 a 9000.[10]​ Se gobernaba mediante una asamblea que podía elegir al gobernador, aunque los sectores más pobres no participaban de la política.[11]​ Más al sur, la provincia de Santiago del Estero tendría unos 50 000, con su capital homónima albergando apenas a 4000. Su extensa frontera norte se apoyaba en el río Salado, curso de agua que le separaba del Gran Chaco, región poblada por tribus no sometidas al gobierno.[12]​ Por último, se encontraba la provincia de Catamarca, tendría 30 000 a 35 000 habitantes, con 4000 viviendo en su capital; la mayoría de su población se concentraba en el valle que le daba su nombre.[13]​ Su clima cálido permitía el cultivo de trigo y algodón y la cría de abundante ganado.[14]

Aráoz en Tucumán editar

A finales de aquel 1819, en la intendencia de San Miguel de Tucumán mandaba un gobernador intendente leal al Directorio, coronel Feliciano de la Mota Botello,[15]​ quien aplicó exacciones y embargos de bienes con el apoyo del cabildo.[16]​ Estos se usaron para generar un empréstito forzado de 24 000 pesos que debió pagar el vecindario, además de reclutarse hombres para un nuevo regimiento,[17]​ pero la provincia ya estaba agotada por llevar años suministrando reclutas a la guerra.[18]​ Contaba con una guarnición de 300 hombres acuartelados en La Ciudadela, la fortaleza cercana a Tucumán. Eran los últimos restos del Ejército del Norte y estaban mandados por el teniente coronel Domingo Arévalo, quien secundó en todo al gobernador.[16]

Sin embargo, los oficiales de la tropa se encontraban descontentos ante la rígida disciplina impuesta por Arévalo, mientras que los vecinos eran forzados a un toque de queda nocturno por Mota Botello.[19]​ Fue entonces que empezó una conspiración encabezada por el coronel mayor Bernabé Aráoz,[20]​ que estalló en la noche del 11 de noviembre, al mando del capitán del regimiento Número 9, Abraham González, y los capitanes de los escuadrones de Dragones, Felipe Heredia y Manuel Cainzo.[21]​ El capitán González arrestó a Belgrano, quien estaba enfermo en su casa, junto al cuartel, y no opuso resistencia.[22]​ Cainzo fue a la casa de Mota Botello, quien intentó resistirse al arresto, pero un soldado le hirió con un chuzo un brazo.[23]​ El capitán Heredia y otros oficiales arrestaron a Arévalo cuando aquel salía de su habitación a inspeccionar las causas de los ruidos que escuchaba por el cuartel.[24]

A la mañana siguiente, el cabildo leyó un oficio mandado por los capitanes[25]​ y resolvió nombrar un gobierno interino.[26]​ Se mandó llamar a Aráoz, quien estaba en sus propiedades de Río Seco,[27]​ El cabildo le hizo prestar juramento[28]​ y así, el 14 de noviembre Aráoz se transformó en el primero gobernador nombrado de forma autónoma en la historia de Tucumán.[29]

El 8 de enero de 1820, las tropas del Ejército del Norte se amotinaron en Arequito.[8]​ Un día más tarde, el batallón Número 1 de Cazadores de los Andes, acantonado en San Juan y de 1000 plazas, se alzó al mando del capitán Mariano Mendizábal y los tenientes Francisco Solano del Corro y Pablo Morillo, deponiendo al gobernador, licenciado José Ignacio de la Rosa.[30]​ Poco después, las sublevaciones federalistas se contagiaban por todo el territorio, excepto Alto Perú, ocupado por los realistas, la provincia de Salta y la antigua intendencia del Paraguay, que eran autónomas en la práctica.[18]​ De hecho, Salta llevaba luchando sola contra los realistas desde hacía años.[31]​ Desde la perspectiva de Güemes, los territorios tarijeño, jujeño y salteño acabaron devastados, mientras que entre 1814 y 1818 los gobiernos tucumano y porteño se mantuvieron en calma, ayudándolo poco y a regañadientes.[nota 2]​ Finalmente, después de su derrota en Cepeda, el Directorio se disolvió el 18 de febrero de 1820.[32]​ Al día siguiente, el cabildo de Buenos Aires declaraba que cada provincia tenía plena autonomía para gobernar sus asuntos internos.[33]

Conflicto entre Aráoz e Ibarra editar

Los actuales administradores de la autoridad de Tucumán, envanecidos con aéreo poder, desconocido hasta los presentes días, intentan señorearse de su población y adyacentes por los reprobados medios del artificio, de la intriga y de la fuerza.
Repletos con el armamento, copiosos paramentos y útiles de guerra de todas especies: usurpados por la tumultuaria oscilación del 12 de noviembre último, quieren afianza su predominio con la destrucción y último sacrificio de los que yacen en la miseria por el bien general, y por la defensa común del país.[34]
—Oficio de Martín Miguel de Güemes al gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, Salta, 4 de septiembre de 1820.[35]

Ante tal situación, el 22 de marzo, Aráoz lanzaba una proclama para organizar la República del Tucumán, un territorio autónomo que incluía Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero.[33]​ Intentó organizar un Congreso Constituyente, pero sus elecciones fueron impugnadas en Santiago del Estero.[36]​ A mediados de enero, había llegado a esa ciudad el capitán Heredia con la escolta de Belgrano, quien era llevado moribundo a Buenos Aires.[37]​ Dejó en la ciudad al capitán Juan Francisco Echauri, quien fue nombrado teniente de gobernador dependiente de Aráoz y depuró de opositores al cabildo local, asegurando la elección de los representantes Juan José Lami y Santiago de Palacio al disponer soldados vigilando la sala donde se celebró la votación.[38]

Esto fue demasiado y sus opositores pidieron ayuda al capitán Juan Felipe Ibarra, comandante del Fuerte de Abipones. Ibarra avanzó con su tropa y se enfrentó con Echauri en las calles de la ciudad en Viernes Santo, el 31 de marzo, a quien derrotó, siendo nombrado por sus partidarios teniente gobernador en el cabildo[39]​ y ascendido a coronel, provocando la secesión oficial de ese territorio de la jurisdicción del Tucumán el 27 de abril.[40][41][42]​ El 22 de mayo se proclamaba la República del Tucumán que incluía Tucumán y Catamarca.[43]

El 16 de enero de 1821, una conspiración para deponer a Ibarra que era encabezada por el capitán de milicias Celedonio Alderete, el comandante López y Juan Nepomuceno Paz fue denunciada por Juan Ermenegildo Vargas y acabó finiquitada.[5]​ Por aquella época, algunos vecinos santiagueños que se oponían a Ibarra solicitaron ayuda a Aráoz, quien movilizó a sus milicianos.[44]​ Al enterarse de la movilización, Ibarra pidió ayuda a los gobernadores vecinos, especialmente de Güemes.[45]​ Aráoz entró en Santiago del Estero con 1000 hombres bien pertrechados,[46][47]​ pero fue vencido en Los Palmares[42]​ o Palmar el 11 de febrero. Los tucumanos perdieron a muchos oficiales como muertos o prisioneros.[48]

Intervención de Güemes editar

Desde hacía varios años, Salta era gobernada de forma completamente autónoma por el coronel mayor Martín Miguel de Güemes, quien aspiraba imponer su hegemonía en las provincias del norte desde que el Ejército del Norte abandonó Tucumán. Por otra parte, el caudillo salteño estaba luchando solo contra los realistas y se había comprometido con San Martín para lanzar una ofensiva coordinada en el Alto Perú.[49]​ Por ello, exigió ayuda a los gobernadores Aráoz de Tucumán y Bustos de Córdoba, pues las órdenes de Belgrano hablaban de enviar refuerzos a los salteños.[50]​ Además, el motín de Arequito se había justificado en que el Ejército del Norte no debía usarse en las guerras civiles sino que en la lucha por la independencia.[51]

Bustos estaba más preocupado de los sucesos en el litoral rioplatense, pero igualmente envió 400 jinetes[52][51]​ al mando del coronel Heredia, los cuales pasaron por Tucumán a comienzos de agosto de 1820.[53]​ Eran los restos de los regimientos veteranos Dragones de la Nación y Húsares de Tucumán, compuestos principalmente por nativos del noroeste del país. Esta fuerza debía obrar a las órdenes de Güemes siguiendo las indicaciones dadas por San Martín.[52]​ En cambio, Aráoz afirmaba no tener dinero ni hombres para enviar a Salta y tampoco se fiaba de las intenciones de Güemes,[51]​ a pesar que la columna de Heredia había albergado esperanzas de recibir vestimentas y armas que estaban en poder del caudillo tucumano y había sido dejadas por el Ejército del Norte al marchar al sur. En cambio, los vecinos de Santiago del Estero le dieron al coronel Heredia todos los auxilios que pudieron.[40][41]

Desde la perspectiva del caudillo salteño, Aráoz le había prometido ayuda militar sin cumplir,[54]​ a pesar de alardear de disponer de numerosos milicianos. Ni Belgrano, ni Pueyrredón ni el Congreso hicieron algo para que Aráoz enviara los refuerzos. Así, parecía que tanto los tucumanos como el Ejército del Norte preferían estar en retaguardia mientras que los salteños luchaban, dejando la independencia en riesgo por su desconfianza.[55]​ Güemes lo acusaba[nota 3]​ «negándome útiles de guerra, entonces, que cabalmente fue invadida mi provincia por el enemigo común».[57]​ Irónicamente, los porteños y tucumanos siempre mencionaban su temor a que los realistas pudieran sobrepasar las defensas salteñas.[nota 4]​ La mala relación se volvió abiertamente hostil después que el tucumano intentó derrocar a Ibarra.[51]​ El 1 de febrero, el cabildo de Salta se reunió en presencia de Güemes y el gobernador sustituto, canónigo Juan Ignacio Gorriti, para ser informado de la invasión de Aráoz a Santiago de Estero, lo que impide a Ibarra enviarle auxilios para su expedición al Alto Perú.[62]​ El cabildo resolvió no tener la facultad para declarar la guerra a Tucumán, así que se acordó que se convocase a los vecinos por medio de los alcaldes de cuartel para nombrar diputados que reunidos con los de Jujuy y Orán decidieran qué hacer; todo se hace con urgencia dadas las circunstancias.[63]​ El gobernador escribe un oficio reclamando una reacción a Buenos Aires por los actos de Aráoz.[64]

El 2 de febrero, Güemes escribió una carta a la Corte primera de Justicia de Tucumán, organismo que sustituyó al cabildo, quejándose de que Aráoz nunca entregó los auxilios prometidos, animó la deserción de los hombres de Heredia en su paso por Tucumán, impidió a tucumanos ayudar de forma particular a los salteños, puso trabas al comercio entre las provincias, impedir la llegada de los hombres de Heredia a su provincia y lo injurió en documentos públicos de Tucumán.[53]​ Por último, había un ultimátum, Aráoz debía retirarse de Santiago del Estero o estaría en guerra con Salta. La respuesta de la Corte de Justicia fue que Aráoz envió los auxilios que pudo y que la intervención en Santiago del Estero fue por petición de los vecinos de la provincia.[44]​ Según Colmenares, esto es señal que Güemes no deseaba distraerse con las guerras civiles y por eso buscó la paz negociada.[65]

El 24 de febrero, la Asamblea Electoral se reunió en Salta y se resolvió un último esfuerzo entre Salta y Santiago del Estero para realizar la necesaria expedición; enviar una diputación a Tucumán para que se entregaran los necesarios auxilios militares; en caso de negarse la entrega, se declarara la guerra a Aráoz y no su provincia, respetando las propiedades; y designar como diputados para la negociación al doctor Francisco Claudio de Castro y los coroneles mayores José Antonino Fernández Cornejo y Apolinario de Figueroa.[64]

Fuerzas enfrentadas editar

Milicias de las provincias editar

Güemes, en una carta,[nota 5]​ afirmaba sobre el número de gauchos a sus órdenes «tiene vuestra excelencia cuatro a cinco mil campeones, abrazados con el sagrado fuego de la libertad de la Patria».[67]​ En otro oficio posterior,[nota 6]​ cuando el brigadier José Rondeau entraba en Salta y declaraba traidor a Güemes,[69]​ el caudillo sostenía que «Mi fuerza se compone de seis a siete mil hombres y ésta se incrementa por momentos con imponderable entusiasmo en socorro de un pueblo injustamente atacado».[70]​ En otra carta al capitán Eustaquio Medina,[nota 7]​ Güemes aseguraba tener más de cinco mil gauchos a su mando.[72]

Movilización en la provincia de Salta
Cuerpos militares regulares en 1818.[73][74]
Cuerpos Soldados
Cuerpo de Artillería 21
Regimiento de Infernales 143
Cuerpo de Granaderos 74
Partidas Veteranas 48
Partidas Auxiliares 215
Cuerpo de Coraceros 50
Total 551

En 1818, el caudillo informaba a Belgrano[nota 8]​ que la fuerza de su provincia totalizaba 6610 hombres distribuidos en 285 oficiales, 320 sargentos, 30 tambores, 5 pífanos, 529 cabos primeros, 2 cabos segundos y 5439 soldados (551 regulares y 4888 gauchos),[76][73]​ una cifra coincidente con lo afirmado años antes.[69]

Movilización en la provincia de Salta
Escuadrones gauchos en 1818.[73][74]
Lugares Número Gauchos
Valle de Lerma 5 escuadrones 2090
Rosario de la Frontera 2 esc. 639
Cachi 2 esc. 910
San Salvador de Jujuy 2 esc. 639
Quebrada de Humahuaca 2 esc. 417
San Ramón de la Nueva Orán
Santa Victoria
San Andrés
Puna
2 esc. 193
Totales 15 esc. 4888

En cambio, el estadounidense Terry Hooker los eleva a 7000 u 8000 hombres con 334 oficiales que operaban en un frente de 800 km entre Tarija y Tucumán.[77]​ El sacerdote e historiador, Emilio Ángel Bidondo, estimaba en 6000 guerrilleros reclutados en Tarija, Orán, Jujuy y Salta.[78]​ El militar e historiador mendocino, Félix Best, afirmaba que Güemes llegó a disponer de 290 oficiales y 6000 combatientes,[79]​ de los que 5000 eran milicianos y 1000 veteranos agrupados en los regimientos Infernales Gauchos de Línea y Granaderos a Caballo, la primera unidad guarnecía la ciudad de Salta y la segunda era la escolta del caudillo.[80]​ Ricardo Levene señalaba que para 1817 Güemes fue capaz de rechazar una expedición realista al movilizar completamente la población de la provincia de Salta (que incluía Jujuy por entonces), contando con 4500 a 5000 gauchos. Además, tenía el respaldo del Ejército del Norte a cargo de Belgrano, quien estaba ocupado reorganizándolo en Tucumán.[81]​ La mayoría de los irregulares usaban lanzas, sables, lazos y boleadoras, eran pocos los fusiles, y todos luchaban a caballo.[82]​ Siempre hubo honderos y garroteros.[83]

Respecto de Santiago del Estero, el ingeniero Alejandro Gancedo estimaba que en 1820 y 1826 tenía una población de 60 000 personas, de las que 12 000 eran hombres adultos.[84]​ El famoso general José María Paz, en sus Memorias, mencionaba que hacia 1820 esa provincia debía tener unos 80 000 habitantes, siendo perfectamente capaz de movilizar 8000 a 10 000 milicianos.[85]​ En cambio, historiadores como Antonio Zinny y León Benarós sostenían que ante la inacción de Bustos y la incursión de tropas tucumanas en su territorio, Ibarra movilizó 3000 hombres para defenderse, incluyendo 500 veteranos que había logrado reunir entre desertores del Ejército del Norte en Córdoba.[40][41]Miguel Ángel Cárcano afirmaba lo mismo, Ibarra movilizó hasta 3000 milicianos para defenderse de las incursiones de Aráoz desde Tucumán y del coronel Francisco Bedoya desde Córdoba.[86]

En cuanto a Tucumán, el propio Bernabé Aráoz afirmaba[nota 9]​ «tengo en movimiento esta campaña; cuento con cinco mil hombres bien montados y resueltos a todo. No hay que dudar. Seremos libres trabajando en unión».[87]​ Según el coronel y agente sueco, Johan Adam Graaner, cuando se proclamó la independencia el 25 de julio de 1816 en San Miguel de Tucumán, en las llanuras vecinas se reunieron: «Un pueblo innumerable concurrió en estos días a las inmensas llanuras de San Miguel. Más de cinco mil milicianos de la provincia se presentaron a caballo, armados de lanza, sable y algunos con fusiles; todos con las armas originarias del país, lazos y boleadoras».[88]

Esta cifra de plazas de las milicias tucumanas es apoyada por historiadores posteriores como Emilio Ángel Bidondo y Bernardo Frías.[78][54]​ La historiadora Emilia Paula Parolo estimó que durante toda la década de 1810, Tucumán suministró un alto número de reclutas al Ejército del Norte, hasta 3000.[89]​ La mayoría eran peones de artesanos, peones de campo, gente de color (indios, mestizos, negros y mulatos) y blancos pobres, pero también habían vecinos con propiedades, criadores, labradores, capataces, pequeños comerciantes y algunos maestros artesanos enrolados en unidades propias.[90]​ Así, la jerarquización social de Tucumán se mantenía en estas «milicias auxiliares», siendo los oficiales miembros de la élite local.[89]​ Repetidamente en los años previos, el gobernador Aráoz había prometido un millar de sus gauchos a Güemes para ayudarlo a luchar contra los realistas, pero jamás había cumplido, ganándose su animadversión.[nota 10]

Atacantes editar

 
Retrato de Juan Felipe Ibarra, por Alejandro Witcomb, finales del siglo XIX.

Respecto de la guerra en sí, Benito Villafañe escribió un Ligero Bosquejo sobre el conflicto.[nota 11]​ En el documento, estima que los aliados sumaban aproximadamente 3500 hombres en la batalla al mando de Heredia e Ibarra,[94][95]​ pero también menciona que la división de Gorriti, unos 300 soldados, llegó a tiempo para el combate, aprovechando de saquear los extramuros hasta que tuvo que retirarse,[96][97]​ sin embargo, anteriormente en el mismo texto el autor menciona que Gorriti tenía 500 soldados a su mando.[2][98]​ Además, Villafañe concluye que considerando las 500 bajas padecidas en la batalla, el ejército aliado aún contaba con 3500 soldados, lo que indica que estimaba en 400 combatientes a las fuerzas unidas de Heredia, Ibarra y Gorriti.[99][100]​ Luis Güemes, bisnieto del gobernador salteño, estimaba que eran más de 2000 soldados aliados.[101]​ Por último, la mayoría de los historiadores modernos estiman al ejército aliado en Rincón de Marlopa en unos 3000 combatientes.[4][5][6]

El brigadier realista Pedro Antonio Olañeta[nota 12]​ afirmaba que Güemes se había llevado 2000 hombres a invadir Tucumán.[103]​ Según el historiador salteño Luis Óscar Colmenares y su colega porteño Vicente Sierra, Güemes movilizó 2000 hombres[104][65]​ cuyo objetivo era entrar en Tucumán por Trancas.[104]​ Eran parte del ejército que tenía en Humahuaca a finales de febrero de 1821.[65]​ En cambio, el porteño Carlos Segreti los eleva a 3000 salteños porque incluye otras dos columnas que atacaron de forma simultánea al Tucumán.[105]​ Ambos basaban sus estimaciones en datos aportados por Villafañe.[106][107]​ En cambio, el militar argentino Filiberto de Oliveira Cézar rebaja el número de salteños a 1000.[108]​ Por otra parte, basado en Villafañe, Sierra estimaba en 2000 milicianos santiagueños la fuerza con la que Ibarra invadió Tucumán.[109][2][98]​ Destacaban una tropa de élite llamada Blandengues de Santiago, 400 jinetes que operaban defendiendo las fronteras septentrionales de la provincia.[110]

Defensores editar

Durante la guerra civil, el coronel Abraham González organizó a los tucumanos para defender su capital. El «Ejército de la República» no pasaba los 1500 hombres,[2][3]​ incluyendo la leva de todos los varones mayores de 14 años, pero muy bien armados con los arsenales dejados por el Ejército del Norte. De igual modo, su parque y artillería estaban bien abastecidas.[111]​ Habían sido reclutados en la ciudad o la campaña (campo) de la provincia, la mitad eran considerados “europeos” y todos muy fieles a su caudillo. Unos 400 son armados con fusiles;[2][98]​ estos últimos constituían el cuerpo cívico formado en 1819, cinco compañías que totalizaban 420 efectivos.[112]​ En la batalla, sus fuerzas de línea se componían de 300 infantes y 50 artilleros con 4 cañones a cargo de Arias; anteriormente, los salteños habían esperado que Aráoz los enviara a Rosario para colaborar en la lucha contra los realistas.[113]​ El caudillo tucumano también se preocupó de hacer cavar zanjas alrededor del centro de su capital provincial y de la sede del cabildo, y de instalar artillería en las entradas principales.[114]

Enfrentamiento editar

Inicio de la ofensiva editar

Finalmente, para acabar con Aráoz, Ibarra decidió invadir Tucumán con el apoyo de Güemes, quien mantenía excelentes relaciones con él[115]​ y odiaba a Aráoz, acusándolo de nunca darle apoyo durante la guerra de independencia, algo falso según el juez tucumano Manuel López Rouges.[116]​ Para ello utilizaron a la división del Ejército del Norte que traía el coronel tucumano Alejandro Heredia, quien volvía al norte a combatir a los realistas.[42]

A fines de febrero, Güemes tomó parte de su ejército en Humahuaca para invadir Tucumán.[65]​ Contaba con las milicias de Salta, Rosario de la Frontera y San Carlos, mientras que las milicias de San Salvador de Jujuy no participaron[106]​ por la amenaza de los realistas en el Alto Perú.[104]​ Sus tropas de línea estaban acuarteladas en Rosario dirigidos por el coronel Alejandro Heredia.[113]​ El cabildo salteño se había negado a ayudar a la expedición hasta no agotar las vías diplomáticas, pero ante las insistencias del gobernador debió ceder.[117]

En la segunda mitad de ese mes, Güemes sitúa su cuartel general en Rosario y se preparó para invadir Tucumán con tres columnas: la mayor, 2000 milicianos de Salta, Rosario y San Carlos, marcha por Trancas hacia la capital provincial tucumana, San Miguel, a las órdenes del coronel Heredia;[106]​ la segunda, 500 milicianos fronterizos por Burruyacú al mando del coronel Francisco Gorriti; y la última, 200 milicianos de San Carlos y 25 infernales por Santa María y Andalgalá comandados por el coronel Apolinario Saravia[2][98]​ (Segreti eleva el número de la tercera columna a 300 efectivos).[105]​ Por su parte, después de su victoria en Los Palmares, Ibarra destacó una guarnición a orillas del río Albigasta, con el objetivo de contener al comandante de Ancasti, coronel José Manuel Figueroa Cáceres, quien tenía más de 100 fusileros. Mientras, él invadía Tucumán por la ruta de Río Hondo y Las Palmitas.[109][105][2]

Negociaciones editar

El 2 de marzo, con permiso del gobernador tucumano, el juez de policía Pedro Rodríguez, el vicario José Agustín Molina, Clemente de Zavaleta y Salvador de Alberdi, desde la posta de Ticucho enviaron un pliego a Heredia, que acampaba cerca,[118]​ en la Puerta de Vipos, Heredia inició conversaciones para un armisticio a nombre de Güemes.[119]​ Ese mismo día hubo una entrevista en el paraje de La Puerta, acordando que salteños y santiagueños no se moverían de sus posiciones y los recursos para mantenerse los obtendrían de la provincia tucumana. Ambos bandos esperarían las órdenes de sus gobernadores para reiniciar acciones.[120]

Las negociaciones fracasaron, Güemes exigió una indemnización para Santiago del Estero por la invasión de Aráoz y para Salta, pues su provincia estaba arruinada y había gastado muchos recursos en esa campaña.[121]​ El caudillo tucumano también decidió continuar las operaciones militares, quejándose de que llevaba un año en silencio soportando la separación santiagueña y que no podía aceptar la invasión salteña sin venganza.[122]​ A ojos de este último, su rival salteño quería imponer un gobierno títere encabezado por Heredia, tomar las reservas de armas de Tucumán y forzar a su pueblo a pagar fuertes indemnizaciones por la campaña.[123]​ Aráoz también buscó forjar una alianza con el gobernador de Bustos de Córdoba, pero fracasó.[124]

Primeros encuentros editar

El caudillo tucumano nombra jefe de sus huestes al condecorado coronel Cornelio Zelaya, quien debe rechazar el cargo por su mala salud. Después llamó a las armas a todos los hombres útiles[125]​ y puso su ejército a órdenes del coronel Abraham González,[126]​ oriental y prestigioso aunque considerado ambicioso por sus compañeros de armas,[125]​ y como segundo al también coronel Manuel Arias, antiguo oficial de Güemes[109]​ que se pasó a Aráoz, descontento por no recibir ascensos con Güemes.[127]​ Como los salteños tuvieron permiso de su caudillo para saquear durante su avance, se ganaron el odio de los tucumanos,[128]​ que se unieron en torno a su gobernador.[129]

Mientras el ejército tucumano se organizaba en la Ciudadela, el coronel Arias salió con un cuerpo de vanguardia a vigilar a su enemigo y poner obstáculos a su avance, dándose los primeros combates con destacamentos salteños.[130]​ Heredia entra en Trancas, partido donde la gente se niega a enfrentarlo y el comandante local, Francisco Bruno de San Martín, prefiere huir a San Miguel de Tucumán. El 8 de marzo vence a una guerrilla tucumana en el campo de Nogales.[3][2]​ El 14 de marzo, los salteños se enfrentaron en Acequiones[131]​ con Zelaya, quien cargó dos veces con su caballería contra la rival, siendo rechazado y perseguido.[83]

Al amanecer del 18 de marzo, acampaba en Acequiones con 1500 hombres Zelaya cuando fue sorprendido por 200 hombres (no 300 como afirma el parte oficial) al mando del capitán Jorge Enrique Vidt, pero los tucumanos los derrotan y les persiguen hasta el río Trancas, donde se encuentra con el grueso del ejército de Heredia, quien a su vez los persigue hacia San Miguel de Tucumán, causándoles algunas bajas.[3][2]​ Heredia avanza a Posta de Tapia, a 30 kilómetros al norte de la capital enemiga.[123]​ El 23 de marzo, la Corte de Justicia envía un mensaje a Güemes pidiéndole la paz,[132]​ pero aquel contesta tajante que no se detendrá hasta desbaratar al ejército tucumano.[133]

Combate decisivo editar

 
Retrato de Martín Miguel de Güemes, por Eduardo Schiaffino, 1902.[nota 13]

Según Segreti, el 30 de marzo, Heredia combina sus fuerzas con los santiagueños cerca la capital enemiga.[134]​ Por su parte, López Rouges afirmaba que los aliados unieron fuerzas en Timbo, esperando nueve días hasta continuar su avance el 2 de abril, llegando a la estancia el Rincón de Marlopa.[135]

En respuesta, el coronel Abraham González formó dos alas de caballería de 116 jinetes cada una, la izquierda a cargo del coronel Javier López y la derecha a las órdenes del sargento mayor Carlos María Garretón. La vanguardia quedó bajo el mando directo del jefe de Estado Mayor, el coronel Arias. En el centro se ubicaron 277 infantes divididos en los cazadores europeos del teniente coronel Cornelio Olivencia, los cazadores veteranos del sargento mayor Celedonio Escalada y los cazadores milicianos del comandante Juan Pablo Lagos. La retaguardia estaba formaba por 400 milicianos bajo el comando del coronel Jerónimo Zelarayán. Por último, la artillería contaba de 4 piezas operadas a las órdenes del sargento mayor Manuel Torrens.[136]​ Estas cifras y orden de batalla se basan en los datos aportados por el parte del coronel González.[nota 14]

El 3 de marzo, el ejército tucumano avanzó hacia las posiciones aliadas. A la cabeza tenían dos unidades de vanguardia, de 25 dragones cada una en formación abierta o de guerrilla, que se encontraron a sus enemigos en formación de combate.[139]​ De este modo, el combate comenzó a las 16:00 horas.[140]​ El coronel González ordenó que sus dos alas atacaran mientras preparaban al grueso de sus hombres para cargar rápidamente sobre la línea enemiga, pero sorpresivamente su caballería en el flanco derecho fue atacada y forzada a retroceder. Por ello, el coronel decidió cargar en una formación diagonal con la infantería de la derecha al frente y protegida por un cañón, mientras su infantería en la izquierda rompió un fuego concentrado sobre el enemigo hasta hacer colapsar su línea.[139]​ Luego, la caballería tucumana en la derecha se reorganizó y se lanzó sobre sus desorganizados adversarios.[141]

En esos momentos, 200 soldados aliados atacaron de improviso el flanco izquierdo de González, quien reaccionó enviando a su caballería del ala izquierda, su reserva y su vanguardia contra ellos, haciéndolos retroceder. Finalmente, los tucumanos lanzaron una carga general sobre todas las posiciones enemigas, que colapsaron rápidamente.[141]​ Lo sorpresivo de este ataque fue decisivo para la victoria.[142]​ Los jefes aliados debieron huir a toda prisa, abandonando su parque y gran número de rezagados.[140]

Según Villafañe, Güemes escribió un oficio afirmando que 300 soldados salteños al mando de Gorriti llegaron a tiempo para saquear los extramuros de San Miguel del Tucumán, hasta que los defensores les dispararon con la artillería de las trincheras, dañando muchos edificios en que un alto número de vecinos murieron.[96][95]​ Gorriti se retiró a Nogales con los santiagueños.[99][100]

Las causas de la victoria tucumana se deben al buen liderazgo de su comandante, mientras que los aliados posiblemente se organizaron como una montonera que atacó como una masa desorganizada; no existe un parte oficial de sus comandantes, así que se desconoce exactamente sus planes y formación.[143]

Consecuencias editar

Bajas editar

 
Litografía de Alejandro Heredia, por Andrea Bacle, c.1830.

Según Villafañe, quien se basa en un esclavo de un tal Vicente Villafañe, los vencidos padecieron 200 muertos, 300 prisioneros y la captura de incontables armas, municiones, todos sus instrumentos musicales y toda su artillería.[96][97]​ En total, los aliados tuvieron 500 bajas.[99][100]​ En cambio, López Rouges afirma que los defensores sufrieron 5 a 6 muertos y 16 heridos, mientras que los atacantes un número alto e indeterminado de muertos, incluyendo 4 oficiales, y 700 prisioneros;[1][42]​ entre estos últimos estaría toda la infantería aliada, unas 400 plazas, y unos 300 jinetes de línea, e incluiría 50 oficiales.[1][140]​ Por su parte, Bidondo estimaba que fueron capturados 50 oficiales y 700 soldados aliados.[142]​ Estos números están basados en los datos del parte vencedor: «dejando por trofeos (...) a la defensa de nuestra causa, toda su tropa de infantería oficialidad prisionera, y otros pasados, hasta el número de 400, cazadores, de todos cuerpos 300 de caballería de línea, 50 oficiales».[137][144]​ En el botín del vencedor estaban 2 cañones, 300 fusiles, 100 tercerolas, 100 sables, 5 cargas de municiones, tambores, clarines y banderas.[145]

Destino de Catamarca editar

Respecto de la columna del coronel Saravia, se formó con los contingentes aportados por los coroneles Rivas (70 hombres armados) y Pío Cisneros (130, pocos con armas), y los vecinos Policarpo Gómez (200), José Manuel Cisneros (100) y Ribera (100) en Paclín.[146]​ El 29 de marzo, Saravia dejó a los hombres peor armados y con los mejor equipados entró en San Fernando del Valle de Catamarca secundado por el coronel Cisneros. No hubo resistencia[147]​ y el gobernador delegado leal a Aráoz, Juan José de Lamadrid, fue arrestado[142]​ y se formó una junta con vecinos notables. El 2 de abril, el cura interino de Tinogasta, Miguel Suárez, llegó a Catamarca y se plegó a los salteños con sus fieles. Por entonces, se establecieron comunicaciones con el coronel Figueroa Cáceres, quien se había retirado a la sierra y aseguraba no querer participar de la guerra, pero los salteños no se fiaban de él.[147]​ Saravia y sus aliados locales reunieron unos 1200 hombres[148]​ y se preparaban para lanzar una campaña contra Figueroa Cáceres, quien había reunido apresuradamente 1000 milicianos, incluyendo niños de 10 años sin entrenamiento.[149]​ Así, Catamarca se separaba de la influencia tucumana, se reorganizaba como una nueva provincia y su nuevo gobierno unía fuerzas con Saravia para una invasión de Tucumán.[142]

Sin embargo, según informa Villafañe,[nota 15]​ gracias a la victoria de Rincón de Marlopa, el 23 de abril, Arias y Figueroa Cáceres invaden Catamarca exitosamente,[152][153]​ haciendo que Saravia se retirada a Río Hondo, en Santiago del Estero, donde tendría aún 3000 hombres.[152][154]​ Son arrestados el coronel Feliciano de la Mota Botello, su hijo Plá, el coronel Rivas y el clérigo Ramón Ledesma, mientras que el coronel Cisneros es capturado en el Cuyo y enviado a Tucumán.[152][153]

Fin de Güemes editar

Después de la derrota, los bulos se extendieron por el país. Una carta al militar Gregorio Aráoz de Lamadrid[nota 16]​ mencionaba el falso rumor que después de la derrota, Güemes había organizado 800 sobrevivientes para liderarlos personalmente contra San Miguel, pero fue vencido por Arias, quien lo depuso en Salta.[156]​ Lo cierto es que la derrota en su «cruzada» significó la caída de Güemes, pues entonces el cabildo de Salta tuvo el apoyo interno y externo (Aráoz) suficiente para sublevarse en su contra.[116]​ Inicialmente, la aristocracia local había tolerado las exigencias económicas del esfuerzo bélico, pero años de conflicto los llevó a la animadversión del gobernador salteño,[157]​ formando un grupo de conjurados que se llamaba Patria Nueva y que deseaba una Constitución para su provincia.[158]

El caudillo se había desprestigiado, a la derrota se unía el haber usado a tropas destinadas para la guerra contra los realistas en una campaña que muchos consideraban motivada por la ambición personal. Además, esto había permitido a los 2500 realistas del brigadier Olañeta ocupar Humahuaca y conseguir aliados locales.[159]​ En respuesta, milicianos salteños, jujeños, tarijeños y oraneses se movilizaron para encarar la amenaza.[160]​ Olañeta envió al coronel Guillermo Marquiegui sobre San Salvador de Jujuy con 1500 soldados, donde entró el 15 de abril. Doce días después los jujeños cayeron sorpresivamente la columna realista y le obligaron a capitular, tomando 4 jefes, 12 oficiales y 200 soldados como prisioneros con todo el bagaje, fue el Día Grande de Jujuy.[161]​ Sin embargo, el 24 de mayo la aristocracia del cabildo votaba la destitución del gobernador intendente y su reemplazo por Saturnino Saravia con el coronel mayor José Antonio Fernández Cornejo como nuevo comandante general de armas,[162]​ quienes de inmediato se busca una alianza con Aráoz.[163]​ Güemes se negó a reconocer la decisión del cabildo, mientras el coronel realista José María Valdez en la noche del 6 a 7 de junio entraba en Salta con 400 soldados y hería en una emboscada al caudillo,[161]​ quien escapó pero feneció diez días después.[164]

Vinará editar

En cambio, en Tucumán la victoria supuso la supervivencia temporal de Aráoz.[42]​ Ibarra se separó de Heredia y siguió para Río Hondo y luego a Vinará, donde inició negociaciones con Aráoz.[6]​ El 5 de junio, gracias a la intervención diplomática de Bustos, se firmó el Tratado de Vinará, que marcaría el fin de la «guerra interprovincial».[42]​ Finalizada la campaña, los Blandengues de Santiago fueron enviados a la frontera norte de su provincia.[165]

Por su parte, el coronel Heredia se volvió gobernador del Tucumán una década después, en 1831, y gracias a un ejército de 5000 veteranos, para 1838 había conseguido imponer su hegemonía en todo el noroeste, irónicamente derrotando a salteños, jujeños y catamarqueños.[166][167]

Notas editar

  1. Páez de la Torre H., Carlos. República de Tucumán: el prócer del rostro desconocido. La Gaceta. Publicado el 19 de septiembre de 2020.
  2. El conflicto Aráoz – Güemes, anarquía tucumana o Plan San Martiniano de Libertad e Independencias Suramericana. Ministerio de Gobierno, Derechos Humanos, Trabajo y Justicia. Publicado el 25 de marzo de 2020.
  3. Oficio Martín Miguel de Güemes al Cabildo de Tucumán o Corte de Justicia, Salta, 2 de febrero de 1821.[56]
  4. Carta de Bernabé Aráoz a Martín Miguel de Güemes, Tucumán, 24 de febrero de 1820:[58]​ Teme que el brigadier Pedro Antonio de Olañeta avance con 9000 hombres hasta Tucumán y luego alcanzara a llegar con 6000 a Córdoba.[59]​ Carta de Tomás Guido a José de San Martín, Santiago de Chile, 18 de marzo de 1819:[60]​ teme que el brigadier José de La Serna pueda avanzar con 6500 a 7000 hombres hasta Tucumán, desde ahí seguir a Córdoba. Esto obligaría a San Martín a intervenir con sus 5000 soldados, pero si es vencido se perdería Cuyo. En tal caso, ni aunque Buenos Aires reclutaran 5000 hombres podría reconquistar sus territorios.[61]
  5. Carta de Martín Miguel de Güemes al Director Supremo, Ignacio Álvarez Thomas, Salta, 11 de septiembre de 1815.[66]
  6. Carta de Martín Miguel de Güemes al Director Supremo, Ignacio Álvarez Thomas, cuartel general de Cerrillos, 19 de marzo de 1816.[68]
  7. Carta de Martín Miguel de Güemes a Eustaquio Medina, Molino, 7 de agosto de 1816.[71]
  8. José Apolinar de Saravia, Lista de los señores oficiales que se comprenden en el Estado General de la fuerza militar de la Provincia de Salta en esta fecha, Salta, 15 de octubre de 1818.[75]​ El documento fue hecho por orden de Güemes para Belgrano, quien lo remitió al director supremo, Juan Martín de Pueyrredón, el 12 de noviembre.[73]
  9. Carta de Bernabé Aráoz a Martín Miguel de Güemes, Tucumán, 29 de diciembre de 1819.[87]
  10. Carta de Miguel Francisco Aráoz al coronel José Antonino Fernández Cornejo, Tucumán, julio de 1820.[91]
  11. José Benito Villafañe. Documento Bosquejo en que se refiere la guerra entre Tucumán y Santiago del Estero, con indicación de los principales sucesos, movimientos de tropas y actuación de jefes militares, 13 de abril de 1821.[92][93]
  12. Carta del brigadier Pedro Antonio Olañeta al virrey José de la Serna, Arequipa, 18 de mayo de 1821.[102]
  13. Basualto, Carlos Alberto. El retrato del general Martín Miguel de Güemes. Diario de Cuyo. Publicado el 19 de junio de 2019.
  14. Parte del General de la República del Tucumán, Coronel de Cazadores D. Abraham González al Excmo. Señor Presidente Supremo de la misma, Tucumán, 3 de abril de 1821.[137][138]
  15. Carta de José Benito Villafañe al coronel Juan Facundo Quiroga, La Rioja, 26 de abril de 1821; su información se basa en conversaciones con el coronel José Manuel Barrenechea, quien había retornado de Catamarca a La Rioja el día anterior.[150][151]
  16. Carta de Teodoro Sánchez a Gregorio Aráoz de Lamadrid, Córdoba, 12 de junio de 1821.[155]

Referencias editar

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Bibliografía editar

Enlaces externos editar