Diferencia entre revisiones de «Hispanización»

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;Siglo XVIII
En España, a principios del {{siglo|XVIII||s}} se inicia, con [[Felipe V de España|Felipe V]], una política de castellanización y consiguiente minorización (v. [[lengua minorizada]]) del resto de lenguas vernáculas, dentro del proceso de construcción de un [[Estado nación]] de matriz castellana, centralizado y unificado.{{demostrar}} Esta política, mantenida hasta inicios del {{siglo|XX||s}} y recuperada durante las dictaduras de [[Miguel Primo de RiveraM




vera]] y de [[Francisco Franco]], tomó cuerpo en la creación de estructuras estatales centralizadas, en la movilización de mecanismos psicosociales favorables a la extensión del castellano,<ref>Pueyo, M. (2000): «La facilitació: una hipòtesi per comprendre millor la recessió de la llengua catalana a Espanya, França i Itàlia», ''Els Marges,'' núm. 66 (Barcelona, 2000); web.udl.es/usuaris/w4085757/publicacions/facilitacio.pdf</ref> y en una serie de medidas legales de imposición y difusión de la lengua nacional.<ref>Boronat, M.: "Recull de textos sobre la imposició del castellà", en: https://web.archive.org/web/20091027095444/http://www.geocities.com/golls.geo/Fitxes/Textos/C/castella.htm</ref>
No obstante, la extensión del castellano entre la población española no fue más allá de aquellos miembros de las clases aristocráticas y de la alta burguesía no castellanohablantes que prefirieron adoptar la lengua del poder, más prestigiosa socialmente, y sus ámbitos de empleo fueron la administración y la justicia, la producción cultural y la prensa. En el ámbito privado y en la relación interpersonal predominaban las [[lengua vernácula|lenguas vernáculas]]. La mayor parte de la población no castellanohablante, debido a una precarísima escolarización por falta de recursos económicos (que convertían la asistencia a la escuela en un lujo) y debido también a las graves deficiencias estructurales de la propia institución escolar española, tardaría mucho más en aprender el castellano por la principal vía posible: la escuela. En el primer censo nacional de 1860, el porcentaje de los que solo sabían leer era del 4,5 % y el de los que sabían leer y escribir –los que podrían considerarse alfabetizados según criterios más actuales– alcanzaba solo el 19,9 % de la población censada. A principios del {{siglo|XX||s}} todavía se cuenta en un 60 % el porcentaje de [[analfabetismo|analfabetos]] en España.<ref>Lozano, Irene (2005): ''Lenguas en guerra,'' Espasa Calpe; fragmento publicado en línea: [http://servicios.elcorreodigital.com/auladecultura/lozano3.html</ref> No sería sino hasta la segunda etapa del [[franquismo]], con una escuela exclusivamente en castellano y como consecuencia de las migraciones que favorecieron el contacto entre grupos lingüísticos castellanohablantes y no castellanohablantes, y de los cambios sociales, económicos y culturales de las [[década de 1960|décadas de 1960]] y de [[década de 1970|1970]], cuando la alfabetización se extendería en toda España y el castellano se convertiría en lengua de conocimiento y uso de una población ya masivamente escolarizada (a finales de la década de 1970 se daría por escolarizada a toda la población de 6 a 12 años).<ref>Antonio Viñao: "La alfabetización en España: un proceso cambiante de un mundo multiforme". ''Efora'', vol. 3, marzo de 2009, p. 7; {{Enlace roto|1=http://www.usal.es/efora/efora_03/articulos_efora_03/n3_01_vinao.pdf |2=http://www.usal.es/efora/efora_03/articulos_efora_03/n3_01_vinao.pdf |bot=InternetArchiveBot }}</ref> En este sentido, resulta significativo el comentario que el [[lingüística|lingüista]] [[Joan Corominas]] hacía del conocimiento del castellano en [[Cataluña]] antes de la alfabetización generalizada solo en castellano que impuso el [[franquismo]]: «Els més educats parlen el castellà amb un accent fort i inconfusible, i els altres és ben clar que solament se’n serveixen amb treballs i molt sovint en forma ben incorrecta; en resta encara un bon nombre, no menys d’un 20 %, sobretot dones, que no el saben parlar, i cosa d’un 5 % (en zones apartades) que a penes l’entenen» (Los más instruidos hablan el castellano con un acento fuerte e inconfundible, y los otros es bien evidente que solamente se valen de él con penas y trabajos y muy a menudo en forma muy incorrecta; queda todavía un buen número, no menos de un 20 %, sobre todo mujeres, que no lo saben hablar, y hay cosa de un 5 % (en zonas apartadas) que apenas lo entiende.)<ref>Joan Corominas: ''El que s’ha de saber de la llengua catalana'' (9.ª ed.). Mallorca: Moll, 1982 [ed. orig. 1954], p. 13.</ref>