Diferencia entre revisiones de «Carl Diem»

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Según Diem, en un momento concreto el hombre superó las acciones necesarias únicamente para su existencia y dio paso al “juego”. En ese mismo instante comienza a vincularse ese “juego”, esas fuerzas excedentes (actividades libres del hombre primitivo entre las que destacan para este tema las formas y movimientos del cuerpo) con el culto.
 
Diem considera que el culto es “un sistema ordenado, con base espiritual, de acciones iterables (capaces de repetirse) tendentes a atraer el favor de los dioses o a darles las gracias por su asistencia”. Aunque en un comienzo este sistema se basaba en gestos y movimientos sencillos y rudimentarios, a medida que se desarrollaba, fue evolucionando, dando lugar a las danzas, las cuales seguían unos determinados ritmos. De estas danzas y ejercicios podemos ver abundantes ejemplos desde los tiempos más primitivos hasta hoy, en tribus de distintas partes del mundo, que con ellas pretenden causar el agrado de los dioses. Para Diem, estas danzas no solo expresan la conciencia del hombre de hallarse dependiente de unos poderes superiores, sino también su deseo de influir en la realidad por una especie de hechizo analógico, que solo puede ser vivido por la persona que lleva a cabo el movimiento corporal. ÉsteEste se produce debido a que la repetición monótona y de cierta duración que provoca una estimulación o mayor sensibilización de los sentidos y lleva a pensar al sujeto que es posible actuar sobre la realidad.
 
Diem considera que este misterio de los movimientos y juegos cultuales sigue aún presente en el deporte. Afirma también que el juego de los miembros es siempre una especie de lenguaje que, en forma no lógica, revela los misterios de un mundo trascendente. De esto último pone una serie de ejemplos, destacando por su claridez en la relación religiosa, los ritos de fecundidad de las fiestas de primavera en la sociedad prehistórica. También hace alusión a celebraciones que no tienen un carácter cultual, como las familiares y tribales.
 
Otro motivo por el que se producían juegos entre las poblaciones primitivas, según el autor, era el gusto por la aventura y la competición, aunque también influían dentro de ésteeste elementos cultuales. Diem afirma que los hombres primitivos y protohistóricos se representaban a los dioses como seres “llenos del gusto por el ejercicio físico”. Por ello, la realización de juegos y competiciones se estimaba como una actividad agradable a los dioses. Todos estos juegos contaban con una historia previa entre los hombres, antes de ser traspasados al mundo de los dioses.
 
El último capítulo de su teoría sobre el origen de los ejercicios físicos se centra en el culto a los muertos donde surgen una gran cantidad de juegos y competiciones. En este apartado expone la teoría de los 3 niveles humanos (idea que compartía con Ortega y Gasset).