Diferencia entre revisiones de «William Walton»

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Cada uno de estos trabajos permanece todavía firmemente establecido en el repertorio: el ''Concierto para viola'' aún hoy sigue siendo una pieza central del repertorio solista para viola; el ''Banquete de Belshazzar'' es una piedra de toque de cualquier sociedad coral prometedora; y la ''Primera Sinfonía'' es un desafío incluso para orquestas profesionales que no tienen mucho tiempo para ensayar.
 
La ''[[Sinfonía nº 1 (Walton)|Sinfonía nº 1]]'' (1931-35) tuvo una génesis inusual: Walton mantenía una relación tempestuosa con Imma von Doernberg, quien finalmente le dejó por el médico húngaro Tibor Csato. Las turbulentas emociones y la energía de alto voltaje de la Sinfonía reflejan los acontecimientos que en aquel momento vivía, con un elocuente y dramático primer movimiento y un picante y malicioso «Scherzo», que finalizaba en un ambiente de gran melancolía. Pero el movimiento final es totalmente diferente, casi [[Edward Elgar|Elgarianoelgariano]], con su júbilo ceremonial (a pesar de que las dos secciones fugadas remiten claramente a [[Hindemith]]). Es evidente para el oyente que la nube ha pasado y se explica porque Walton, tras componer el movimiento lento, inició una nueva relación con Alicia Wimborne, que le proporciono el ímpetu y la inspiración musicales para el último movimiento. Walton, pese a ello, dedicó la sinfonía en su totalidad a Imma von Doernberg.
 
En términos musicales, el trabajo es una muestra de la composición inglesa y representa la cima del pensamiento sinfónico de Walton. Los dos compositores favoritos en los años 1930 en Inglaterra fueron Beethoven y Sibelius, este último defendido por Lambert en su popular libro de critica musical ''Music Ho!'' (1934). Walton claramente bebe en ambas fuentes: el primer movimiento se escribe en forma de sonata y el desarrollo es claramente [[Beethoven|beethoveniana]] —"batiendo los temas a muerte"<ref>«Beating the themes to death»</ref>— y con este armazón, el movimiento se desarrolla un poco a la Sibelius, como muestra claramente el motivo de la llamada del cuerno de la obertura. El rigor temático y la rompedora energía emocional del movimiento —y de toda la sinfonía— se pueden atribuir a este método único de construcción musical.<ref>Benjamin Chewter, disertación a los estudiantes, Universidad de Cambridge 2006.</ref>