Diferencia entre revisiones de «Alto Imperio romano»

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La progresiva extensión de la [[ciudadanía romana]] por las [[Provincia romana|provincias]], a medida que se fueron [[Romanización (aculturación)|romanizando]], incluyó la promoción de familias provinciales a los máximos honores y rangos sociales, hasta la misma [[Emperador romano|dignidad imperial]]. La transformación fue sufrida por toda la [[cuenca del Mediterráneo]], pero con notables diferencias en la mitad occidental (más ''latinizada'') y oriental (donde continuó e incluso se profundizó la influencia [[helenística]]).
 
Tras alcanzar el Imperio su máximas dimensiones territoriales en la época de los [[Antoninos]] ([[siglo II]]), la [[crisis del siglo III]] abrió un periodo de [[Caída del Imperio romano de OccideLosOccidente|decadencia]] romanosque construyeronpermite numerososhablar acueductosde (latín[[Bajo Imperio aquaeductūsromano]], sing.con aquaeductus)otras paracondiciones proporcionar agua a las ciudadeseconómicas y lugaressociales industriales en su imperio. Estos acueductos estaban entre los mayores logros de(la ingeniería[[transición del mundoesclavismo antiguoal yfeudalismo]]), establecierone unincluso estándarcon nootro igualado durante mássistema de milgobierno años(el tras la caída de Roma. Hoy en día muchas ciudades mantienen y usan los antiguos acueductos aunque los canales abiertos han sido, normalmente, reemplazados por tuberías[[Dominado]]).
 
La misma ciudad de Roma, por ser la ciudad más grande, tenía la mayor concentración de acueductos, con agua proporcionada por once acueductos construidos a lo largo de un período de quinientos años. Los estudiosos han llegado a predecir el tamaño de la ciudad por su abastecimiento de agua.
 
Proporcionaban agua potable, numerosos baños y fuentes en la ciudad y, finalmente, se vaciaban en serrerías, donde desempeñaban su última función, la de remover los desperdicios. Los métodos para la construcción fueron bien descritos por Vitruvio en su obra De Architectura, escrita en el siglo I a. C. Su libro fue de gran ayuda para Frontino, un general que fue nombrado, a finales del siglo I, para administrar los muchos acueductos de Roma. Descubrió una clara diferencia entre la toma de agua y la suministrada, que era causada por las tuberías ilegales insertadas en los canales para distraer el agua; dio cuenta al emperador Nerva, en su obra De aquae ductu Urbis Romae (que recoge a los nueve acueductos existentes por aquel entonces) de finales del siglo I, de sus esfuerzos para mejorar y regular el sistema.
 
Un acueducto arrancaba en un sistema de captación del agua. El agua pasaba, de forma controlada, a la conducción desde un depósito de cabecera (caput aquae). La construcción de un acueducto exigía el estudio minucioso del terreno que permitiría escoger el trazado más económico para permitir una pendiente suave y sostenida, sin alargar demasiado el recorrido de la obra. Se usaban canales abiertos (riui) siempre que resultaba posible y únicamente en contadas ocasiones se recurría a la conducción bajo presión.
 
El canal se acomodaba al terreno por distintos procedimientos. Cuando era posible, transcurría sobre el suelo apoyado en un muro (substructio) en el que se practicaban alcantarillas para facilitar el tránsito normal de las aguas de superficie. Si el terreno se elevaba, el canal quedaba enterrado (riuus subterraneus) y formaba una galería subterránea (specus) excavada directamente en la roca o construida dentro de una zanja. Cuando había que vencer una fuerte depresión, se recurría a la construcción de complicados sistemas de arcos (arcuationes) que sostienían el canal y lo mantenían al nivel adecuado.
 
En todo caso, siempre que el agua se destinaba al consumo humano, el canal estaba cubierto por bóvedas, falsas bóvedas, placas de piedra o tégulas.
 
Según Isabel Rodà, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona, se construyeron 507 kilómetros de acueductos, de los cuales 434 km eran subterráneos, 15 km de superficie y solo 59 km, es decir, el 12 %, discurría por arquerías.1​nte|decadencia]] que permite hablar de [[Bajo Imperio romano]], con otras condiciones económicas y sociales (la [[transición del esclavismo al feudalismo]]), e incluso con otro sistema de gobierno (el [[Dominado]]).
 
La distinta valoración que implica la utilización de estos términos proviene de la misma percepción de los antiguos romanos, que ya desde los tiempos de la República tenían como [[tópico]] cultural la denuncia de la [[corrupción política|corrupción]] del tiempo presente (el ''[[O tempora, o mores]]'' de las [[Catilinarias]] de [[Cicerón]]) por contraste de las [[virtud]]es del tiempo pasado, en una concepción ajustada a su propia [[periodización]] de la historia (idealizada Edad de Oro inicial, Edad de Bronce de los héroes y corrupta Edad de Hierro de su presente, como expresó [[Virgilio]]).
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La conciencia de la caída de su civilización está presente en los autores del [[siglo V]] ([[Agustín de Hipona]], [[Orosio]]), que añaden las concepciones pesimistas en todo cuanto tenga que ver con el mundo terrenal propias del [[providencialismo]] cristiano (a cuyo éxito, por otra parte, sus contradictores atribuían la propia decadencia de Roma).
 
La [[historiografía]] moderna sobre esa diferencia entre las dos fases del Imperio se desarrolló sobre todo a partir del célebre libro de [[Edward Gibbon]] ''The History of the Decline and Fall of the Roman Empire'' (''[[Historia de la decadencia y caída del Imperio romano]]'', 1776-1788), y ha sido aplicado como modelo del desarrollo cíclico de todas las civilizaciones. lololo
 
== Bibliografía ==