Diferencia entre revisiones de «Juan Correa de Vivar»

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De estos primeros años, son también la tabla del Nacimiento del monasterio de Guadalupe, y el retablo con idéntico tema que hizo para [[Guisando]] y que hoy se halla repartido entre el Prado y el Museo de Santa Cruz de Toledo. La influencia de su maestro, muy evidente en estas primeras obras, se irá diluyendo con el paso del tiempo, dulcificando su estilo y separándolo del de alguno de sus coetáneos de mayor peso como [[Francisco Comontes]] con el que tuvo cierta amistad durante años y que se rompió a causa de un contrato de poca monta.
 
EnAlrededor losde años cuarenta1540 realiza algunas de sus obras maestras como es el conjunto del Monasterio Cisterciense de Santa María de Valdeiglesias que se encuentra en [[Pelayos de la Presa]] (Madrid). Eran estos retablos los que habían causado la admiración de Ponz y fueron llevados al Prado tras la desamortización eclesiástica de 1836 y el museo nacional los distribuyó por otras pinacotecas como la de [[Zaragoza]] o [[Vigo]], iglesias como San Jerónimo el Real de Madrid o en el depósito del mismo Prado.
 
Alguna de sus obras como “Pilatos lavándose las manos” o el “Ecce homo” resultan de lo más logrado de su producción. Para la iglesia del Tránsito de Toledo recibió el encargo de una tabla con el tema del tránsito de la Virgen en donde aparece [[Retrato de donante|representado el donante]] de la pintura. Correa realiza un retrato de excelente factura integrando a ese personaje, su coetáneo, dentro del acontecimiento religioso.
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Demuestra aquí no sólo su habilidad para la pintura religiosa fuertemente idealizada, sino también para la captación de la realidad, en este caso, en los rasgos individualizados del mecenas. La obra, de la que conocemos alguna copia en el ambiente toledano de inferior calidad, se conserva por fortuna en el Museo del Prado.
 
De los años cuarenta1540 son también los retablos de la [[Iglesia de Santo Tomás Cantuariense (Dosbarrios)|Iglesia de Dosbarrios]], salvado en parte, y el de [[Herrera del Duque]] en el mismo estado que el anterior. Entre 1550 y 1566, año de su fallecimiento, su estilo se volvió más personal si cabe, revestido de un manierismo más nervioso que en los años precedentes, que hacen más contundentes y enérgicas sus figuras, pero sin perder ni un ápice de su tradicional elegancia.
 
La gran cantidad de encargos de estos años hace que en muchas ocasiones deba echar mano de sus ayudantes y discípulos, por lo que a veces observamos una cierta irregularidad que resulta patente al comparar lo facturado por su propia mano con lo surgido de su taller.