Diferencia entre revisiones de «Ricardo León y Román»

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Comenzó a escribir en 1893 simples versos, algunos publicados en el periódico ''Unión Mercantil de Málaga''. En ese mismo periódico publicó, en 1905, el poema titulado ''Los combates de la vida''. Su primer libro fue el poema extenso ''Las Quimeras de la vida. Fantasía Oriental'' (1898). Colaboró con varios periódicos y revistas andaluces, siendo redactor de la ''Unión Conservadora'' desde 1897 y director en 1899. También fundó con otros escritores ''La Información''. En mayo de 1901 ingresó por oposición en el [[Banco de España]] y publicó dentro de la estética modernista otro libro de poemas en Málaga, ''La lira de bronce'',{{sfn|Díaz de Quijano|2012}} colección de los versos escritos cuando era adolescente y que corregirá y reescribirá en distintas ediciones ulteriores. Colaboró en ''Málaga Moderna'' (1901-1902) cuando ya, en octubre de 1901, había entrado a trabajar en el [[Banco de España]] y fue trasladado a [[Santander (Cantabria)|Santander]]; allí formó parte de la redacción de ''El Cantábrico'', donde publicó más de un centenar de artículos.
 
El viaje a Santander fue importante para su formación literaria, ya que conoció y entabló amistad con diferentes escritores que forjaron su educación en lo que a literatura se refiere; pero fue en particular La localidad de [[Santillana del Mar]] la que lo marcó hasta el punto de inspirar en ella su novela ''El alma de las ruinas. Casta de hidalgos''{{sfn|Díaz de Quijano|2012}} en la cual describe fielmente el lugar y el estado social en el que se encontraba sus habitantes, marco de la historia contada. La terminó ya de vuelta a Málaga en la primavera de 1906, y la publicó en 1908. Luego imprimió ''Comedia sentimental'' (1909) y, antes de ser trasladado al Banco de España en Madrid en enero de 1910 (gracias al influjo de uno de sus padrinos, [[José Echegaray]]), dirigió la revista malacitana ''Gibralfaro''. Ya en Madrid publicó ''Alcalá de los zegríes'' (1910). Por entonces poseía preocupaciones sociales y regeneracionistas que fue abandonando poco a poco y suprimiendo en las reediciones posteriores de sus obras de esta época; ingresó en el partido de [[Antonio Maura]], quien dirigía además la Real Academia Española, y fue nombrado miembro numerario de la misma en 1912. "«Según un crítico"» -escribió—escribió Sainz de RoblesRobles— - "«desde entonces quedó consagrado como el novelista oficial de la mesocracia y de la seudoaristocracia chapadas a la antigua"».<ref>''Vid''. [[Federico Carlos Sainz de Robles]], ''La promoción de "El cuento semanal" 1907-1925 (un interesante e imprescindible capítulo de la historia de la novela española)''. Madrid: Espasa-Calpe S. A., 1975, p. 161.</ref>
 
En la segunda mitad de la década de 1900 se dedicó completamente a la literatura, exceptuando el tiempo necesario para su oficio de banquero.{{sfn|Díaz de Quijano|2012}}. También publicó la mayoría de los diálogos de ''La escuela de los Sofistas'' (1910) y gran cantidad de versos, artículos de colaboración, estudios literarios, ensayos de crítica, crónicas de teatro y revistas de sociedad, pero dio la campanada publicando también en 1910 ''El amor de los amores'', que fue premiada en 1911 con el [[premio Fastenrath]] por la [[Real Academia Española]] y fue su mayor éxito: logró vender nada menos que un millón de ejemplares narrando la historia de un anarquista supuestamente arrepentido que busca refugio y redención en la hacienda de un piadoso terrateniente, a quien conocía desde niño, pero lo traiciona y huye con su esposa y su dinero. Fue llevada al cine en dos ocasiones: en México, en 1944, y en España, por [[Juan de Orduña]], en 1962. En 1910 escribió también ''Alivio de caminantes'' y, en 1912, ''Los centauros''. Gracias al éxito de sus obras pudo comprarse una casa de granito de estilo escurialense rodeada de grandes jardines en Galapagar, la Quinta de Santa Teresa.<ref>{{cita web|apellidos1=Díaz de Quijano|nombre1=Fernando|título=Ricardo León, el 'best-seller' olvidado del novecientos|url=https://www.elcultural.com/noticias/letras/Ricardo-Leon-el-best-seller-olvidado-del-novecientos/3630|obra=El Cultural|fecha=24 de agosto de 2012}}</ref> Acuñó así una fórmula narrativa que le aseguró muchos réditos: argumentos melodramáticos y maniqueos, misoneísmo ideológico y estilo arcaizante y retórico.