Onil

municipio de la provincia de Alicante‎, España

Onil es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Está situado en el norte de la provincia de Alicante, en la comarca de la Hoya de Alcoy (en valenciano y oficialmente l'Alcoià), a los pies de la Sierra de Onil, y forma parte de la subcomarca histórica y natural de la Hoya de Castalla (Foia de Castalla).[1]​ El municipio está adscrito al partido judicial de Ibi y es conocido como la cuna de las muñecas. Cuenta en la actualidad con 7493 habitantes (INE 2017).

Onil
municipio de España y municipio de la Comunidad Valenciana


Bandera

Escudo

Onil ubicada en España
Onil
Onil
Ubicación de Onil en España
Onil ubicada en Provincia de Alicante
Onil
Onil
Ubicación de Onil en la provincia de Alicante
Mapa
País  España
• Com. autónoma  Comunidad Valenciana
• Provincia Alicante
• Comarca Hoya de Alcoy
• Partido judicial Ibi
Ubicación 38°37′46″N 0°40′26″O / 38.629444444444, -0.67388888888889
• Altitud 715 m
Superficie 48,41 km²
Población 7763 hab. (2023)
• Densidad 154,78 hab./km²
Gentilicio colivenco, -a
(val.) colivenc, -a
Predom. ling. Valenciano
Código postal 03430
Alcalde (2023) Jaume Berenguer Pastor (PPCV-PP)
Sitio web www.onil.es

Localización en la comarca de l'Alcoià

Geografía editar

Término municipal editar

Situado en la zona noroccidental de la Hoya de Castalla, en la comarca de la L'Alcoià, Onil presenta un relieve accidentado, en el que se distinguen dos unidades orográficas: la sierra y el llano.

La Sierra de Onil, en las estribaciones occidentales de la Sierra de Mariola, ocupa la mitad septentrional del término y está flanqueada al oeste por la Sierra del Reconco (1210 m; término de Biar) y la Sierra de Biar, al norte por la Fenossosa (término de Bañeres) y al este por l'Alt de Biscoi (1164 m; término de Ibi), en las inmediaciones del parque natural del Carrascal de la Fuente Roja, y la Serra Grossa (término de Ibi). Las altitudes más destacadas de la Serra d'Onil son, de oeste a este: el Coll de Fontalbres (1023 m), Vistabella (1102 m y 1133 m), el Tossal de la Creu (1127 m), les Talaies (1056 m), la Fenossosa (1211 m), les Ombries (1005 m, 1013 m, 988 m, 1015 m), la Penya de l'Àguila (988 m), les Penyes Roges (981 m y 973 m), els Pasqualets (974 m), el Pinar de l'Ombria (1032 m), el Cim de Teulau (1018 m), l'Ombria del Puig (1081 m), el Cabeç de Favanella (996 m), Tahuenga (1009 m), l'Alt de l'Arcaeta (994 m), la Solana de Monvari (1016 m). En la parte meridional de la Sierra de Onil, en descenso hacia el núcleo urbano y la llanura, encontramos en una cota más baja, partiendo del oeste: l'Alt del Frare Quarto, els Castellets, la Coveta de Santa Quitèria, l'Alt Redó. La población arranca literalmente a los pies de una línea montañosa bastante escarpada en muchos puntos y se expande hacia la llanada.

La zona del llano se subdivide en tres unidades (de este a oeste): el Pla de Quart, el Pla d'Onil y la Marjal, antiguamente un humedal cuya desecación concluyó en el siglo XVIII. En la Marjal inicia su curso el río Verde (también llamado río de Cabanes), que, traspuesto el pantano o embalse de Tibi, recibe el nombre de Monnegre, hasta llegar a aguas del Mediterráneo en el término de Campello, ya con el nombre de riu Sec.

Su clima es en general templado, pero batido por todos los vientos, aunque dominando el de poniente. Es el propio de la zona de transición entre el clima mediterráneo, bonancible, y el continental. En verano se alcanzan temperaturas de 35 °C y en invierno, en casos extremos, pueden bajar hasta los -10 °C.

Localidades limítrofes editar

Onil limita con los términos municipales de Bañeres al norte, Alcoy al noreste, Biar al oeste, Castalla al sur e Ibi al este.

Noroeste: Biar Norte: Bañeres Noreste: Alcoy
Oeste: Biar Onil Este: Ibi
Suroeste Castalla Sur: Castalla Sureste: Castalla

Historia editar

En aquell temps que primer d'aquest fon...
(Ausias March, LXXIX, iii)
debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nonada apasionados
(Quijote, I, ix)
Era un pueblo al alcance de mi mano, / perdido en un rincón de un mapa triste...
(Carlos Sahagún, "Manantial")
Esta canción es para ti, / niño perdido y hallado en la arena. / ¡Tantos años sin encontrarte! / Sucias, las olas borraron tus huellas. // La vida nos hizo mayores / antes de tiempo, luchando en la niebla. / Quedó en el aire espeso y frío / un resto amargo de oscura protesta. // Y ahora viene la bajamar, / vuelven las cosas que nunca regresan. / Como en un sueño inesperado, / todo es infancia en la aurora completa.
(Carlos Sahagún, "Canción")[2]

Siglo XIII editar

No hay, en el área específica de Onil, pruebas de una ocupación ininterrumpida anterior a la época musulmana (la comprendida, en este caso, entre los siglos VIII y XIII).[3]​ Aunque la arqueología ha sacado a la luz en su término municipal algunos vestigios de fecha ibérica y romana (y otros de más antigua datación),[4]​ los primeros documentos escritos de que se dispone acerca de Onil[5]​ corresponden al siglo XIII y apuntan, como es lógico, al momento de la colonización cristiana que está teniendo lugar en esas fechas y a la etapa musulmana inmediatamente anterior.[6]

Después del tratado de Almizra (1244), el príncipe almohade Abū Sa'īd al-Rahmān (también conocido como Abū Zayd y tradicionalmente como Zeit Abu Zeit), anteúltimo soberano musulmán (valí) de Valencia,[7]​ convertido al cristianismo,[8]​ toma por capitulación en 1244,[9]​ como vasallo del rey Jaime I y acompañado de cruzados cristianos, el área de la Hoya de Castalla,[10]​ donde se ubican Onil y la alquería de Favanella,[11]​ cuyo control ejerce por espacio de varios años,[12]​ actuando al parecer juntamente con el caballero aragonés Ximén Pérez de Arenós. Concluye en esa zona, en especial con la toma de Biar (1245), el ciclo de conquistas cristianas iniciado por el rey en 1229 en Mallorca.[13]​ En el caso particular de Onil,[14]​ esas fechas marcan, en rigor, el inicio de la implantación del cristianismo en estas tierras, y ello seguramente por primera vez desde tiempos apostólicos.[15]

En 1247, Abū Zayd cede los derechos eclesiásticos sobre estos lugares al arzobispo de Tarragona.[16]​ El señorío secular se lo había asignado a sus hijos Alda y Ferrando y a sus respectivos cónyuges, Blasco Pérez de Arenós y su hermana Teresa, hijos los dos últimos de Ximén Pérez de Arenós. Con este, lugarteniente del rey en Valencia, acuerda Jaime I en 1251 el trueque de los lugares de Onil y Castalla[17]​ por los de Cheste y Villamarchante.[18]​ Ello ocurre probablemente con el objeto de preservar en manos reales la defensa de aquella zona meridional, que en aquellos años se encuentra, como es sabido, en la franja suroccidental del reino y forma frontera directa con el de Murcia, hasta poco antes taifa y ahora protectorado cristiano, donde Castilla aún pugna por afirmar su hegemonía tras obtener en esas tierras acceso al Mediterráneo.

A la llegada de los cristianos en el siglo XIII, Onil debía de ser un exiguo núcleo de población musulmana asociado a un fortín o puesto de vigilancia (documentación latina de 1251 habla de una "turris de Unili"),[19]​ cuyo emplazamiento exacto se desconoce.[20]​ Es natural pensar que los cristianos se encontraron en aquel modesto poblado con un pequeño número de moros (vinculados a la aljama de Castalla), y asimismo tuvo que haber moradores mahometanos en la alquería de Favanella,[21]​ o acaso dispersos en partidas rurales del término (rafales, almunias), si no abandonaron esos parajes precaviéndose de la llegada de los cristianos o fueron ahuyentados por los nuevos pobladores. A un primer momento, en que pudo establecerse una reducida guarnición, seguiría una segunda fase, de colonización (presumiblemente, con poco elemento humano aún), ya en los años sesenta, después del desmantelamiento de la aljama de Castalla, tras la revuelta mudéjar de Murcia (1264-1266).[22]

Jaime I asigna el fortín de Onil ("castrum de Unili"), en 1265, a uno de sus hijos, Pedro Fernández de Híjar.[23]​ A continuación, en 1268, el rey dona el mencionado puesto fortificado y el poblado de Onil ("castrum et villa de Unili") a Albert de Lavània.[24]​ A fines del XIII, se cuentan entre los feudos del almirante Roger de Lauria.[25]​ No obstante, entre los años finales del XIII y la primera mitad del siglo XIV, Onil y la alquería de Favanella son objeto de un intrincado vaivén de donaciones[26]​ y cesiones temporales, permutas, ventas, o están sujetos a prolijos pleitos hereditarios, con repetidas reversiones fugaces a la corona. Solo tras una larga serie de transacciones en las que pasa de unas manos a otras,[27]​ Onil vuelve a titularidad real en el transcurso del siglo XIV.[28]

Siglo XIV editar

Pedro IV el Ceremonioso instituye la baronía formada por los pueblos de Castalla, Onil y Tibi (con poblados y alquerías adyacentes como Sarganella, Favanella y Cabanes),[29]​ y en 1362 la cede en calidad de feudo[30]​ a mossén Ramon de Vilanova,[31]​ cuyos descendientes[32]​ regentaron el señorío durante varios siglos, hasta que en el XVII pasó a los duques de Béjar y en el XVIII a los marqueses de Dos Aguas (quienes hasta la extinción del régimen señorial, en los primeros años del siglo XIX, se vieron siempre como herederos legítimos de una línea dinástica que arrancaba en el siglo XIV con los Vilanova).[33]​ La enfeudación de la baronía de Castalla se lleva a cabo, en el contexto de la llamada guerra de los dos Pedros (Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla), con el objetivo de mejorar, con la fortificación del castillo de Castalla,[34]​ la defensa de aquella comarca fronteriza.[35]

Es imaginable que el implante de nuevos pobladores[36]​ iniciado en la segunda mitad del XIII prosiguiera de forma lenta y paulatina durante los siglos XIV y XV, un proceso acaso dificultado por las epidemias de peste que marcaron aquel siglo y el siguiente y tuvieron incidencia recurrente en tierras valencianas. Junto al elemento cristiano, es razonable pensar que por esas fechas también hubiese población mudéjar en el lugar de Onil o en sus predios rústicos.[37]

Siglo XV editar

En el Cuatrocientos, fueron titulares de la baronía de Castalla, y por tanto del señorío de Onil, mossén Ramón Lladró de Vilanova[38]​ y, consecutivamente, su hijo mossén Baltasar Lladró de Vilanova.[39]​ El segundo de ellos auspició en el decenio de 1470 la llegada a Onil de un grupo de mudéjares oriundos de la vecina Torremanzanas, quienes se sumaron a una pequeña aljama preexistente.[40]​ Se carece de datos de población generales para el siglo XV. No obstante, las comarcas del sur del reino registran durante esta centuria un sensible aumento de población.[41]

No es seguro que la prosperidad que se suele atribuir al siglo XV valenciano tuviera gran alcance en áreas rurales distantes de la capital como lo era la Hoya de Castalla. Para los vecinos del pueblo, mayor repercusión tendrían probablemente los avatares relacionados con las luchas de bandos que opusieron a las baronías (y a sus vasallos enrolados en sus milicias privadas) del reino desde fines del XIV y durante el XV y en las que estuvo implicado de lleno el linaje de los Lladró de Vilanova, encuadrado en la facción de los Centelles, rival de los Vilaragut.[42]

En las postrimerías de la Edad Media, en los años finales de este siglo, empieza a perfilarse la estratificación social[43]​ que caracterizará (en proporciones cambiantes) a poblaciones como Onil en las tres centurias siguientes: una pirámide social formada por campesinos,[44]​ labradores (entendiendo por ello al enfiteuta que tiene a su cargo partidas de terreno mayores que las del simple labriego, con eventuales cultivadores a sueldo), algunos vecinos dedicados a labores artesanales (los llamados menestrales) o al comercio para la provisión de bienes de primera necesidad, un grupo relativamente nutrido de religiosos (por lo general, del bajo clero), algún burgués,[45]​ algún hidalgo o infanzón (caballero), y por encima de ellos el señor territorial (generalmente ausente y representado in situ por un procurador, no siempre presente), al que el resto de la escala social –exceptuando el clero e incluida la población mudéjar– se subordina obligatoriamente por vínculos de vasallaje.[46]​ Ese panorama social determina, por lo demás, unas formas de vida eminentemente agrarias, de producción restringida y bajo nivel de consumo.

Siglo XVI editar

Como herencia visible del señorío a que estuvo sometida la población entre los siglos XIV y XIX, ha quedado el magnífico palacio-fortaleza, conocido actualmente como del marqués de Dos Aguas o Palacio Municipal. Su construcción se inició, no obstante, en el siglo XVI en tiempos de los Vilanova,[47]​ concretamente de mossén Ramon Lladró (también llamado Ramon de Vilanova Rocafull),[48]​ y se prolongó hasta entrado el XVII, en la etapa en que ostentaron el señorío de Onil los duques de Béjar.[49]​ La decisión de edificar el palacio puede que fuera consecuencia del saqueo de la población en 1521,[50]​ durante la guerra de las Germanías,[51]​ por parte de tropas de agermanados.[52]

 
Palacio del Marqués de Dos Aguas (Palacio Municipal)

Con el siglo XVI llega seguramente a su apogeo, en el caso de Onil, el régimen señorial, objeto a partir de entonces de un persistente movimiento de contestación.[53]​ Menudean aún en esa época, no obstante, los contratos de establecimiento (o enfitéuticos, una figura jurídica de origen feudal que pervive hasta el siglo XIX), que implicaban la cesión a vecinos del llamado dominio útil de tierras de cultivo o inmuebles (no su propiedad, o dominio pleno), a condición de sujetarse, en dependencia vasallática, al señor, ante el cual correspondía tributar anualmente.[54]​ Contra la dependencia señorial,[55]​ acatada por lo general pero sentida como régimen abusivo, litigó el pueblo de Onil en varias ocasiones. Primeramente, elevando a los tribunales una demanda –la iniciativa correspondió a Castalla– en 1583 con el objeto de anular la enfeudación de 1362, reclamación desestimada después en las cortes de Monzón de 1585 en tiempos de Felipe II, causa que se retoma, nuevamente sin éxito, en el periodo 1617-1628 y en 1657.[56]​ El segundo pleito importante se inició en 1749, si bien, como en ocasiones anteriores, las pretensiones de emancipación quedaron insatisfechas.[57]

El cómputo de población de Jerónimo Muñoz (1565-1572) señala para Onil, adscrito por entonces a la Gobernación de Játiva,[58]​ la cifra de 145 vecinos.[59]​ En esta época, se empieza a hacer visible una incipiente burguesía, que, pese al control que ejerce el régimen señorial sobre la vida económica del municipio, va acrecentando sus patrimonios, en parte por medio de actividades crediticias y especulativas.

Siglo XVII editar

La vida local en el siglo XVII viene marcada en lo fundamental por dos factores. En primer lugar, se registra un pasajero debilitamiento del poder señorial, debido a la larga disputa que enfrenta a la casa de Albatera con el ducado de Béjar acerca de la titularidad del señorío.[60]​ Ello mitiga en alguna medida el rigor del aparato tributario que había sofocado en el pasado el ejercicio de una vida económica más libre, y en la que poder fundar unas mínimas bases de prosperidad acordes con los esfuerzos laborales del común de vecinos.[61]​ La segunda característica del momento es el fuerte influjo de la Iglesia,[62]​ en una sociedad en la que el cumplimiento de los preceptos religiosos y en general las conductas públicas y privadas eran objeto de una atenta vigilancia eclesiástica.[63]​ Proliferan o se intensifican en esa época, como es sabido, las devociones marianas, que establecen o refuerzan las respectivas advocaciones locales;[64]​ y así ocurre en Onil a raíz de un episodio de peste en 1648. La mengua de población ligada a esta epidemia no fue notable,[65]​ aunque se sumó a un cortejo de calamidades (sequías, lluvias torrenciales, plagas de insectos, movimientos sísmicos) que sin duda tuvieron que agravar las condiciones de vida de los habitantes del pueblo,[66]​ ya de por sí difíciles en una fase histórica de profundo abatimiento como lo fue la del Seiscientos.

La actual iglesia, que ocupa el flanco occidental del Palacio Municipal, consagrada a San Jaime, fue concluida oficialmente en 1778,[67]​ si bien es posible que ya en la segunda mitad del XVII estuviese habilitada para el culto.[68]​ Este nuevo templo, planeado por Pere Cambra en 1614,[69]​ sustituyó a la modesta iglesia o ermita que había existido en lo que se cree fue el núcleo originario del pueblo, construida probablemente en la segunda mitad del siglo XIII, con el establecimiento de los primeros colonos cristianos posteriores a la conquista jaimina.[70]​ A esa iglesia primitiva se adosaría más tarde (o acaso se asentó sobre ella) el llamado monasterio de Montserrat (hoy en estado ruinoso), construido entre los siglos XVI y XVII para albergar a una comunidad de religiosas, si bien la fundación del beaterio no llegó a concretarse y de hecho el edificio nunca fue habitado por orden alguna.[71]

De un recuento de población de 1609 se desprende que en Onil, a diferencia de núcleos relativamente próximos del extremo oriental de l'Alcoià, el Comtat y la Vall d'Albaida, no había moriscos[72]​ al inicio de ese siglo.[73]​ Consta que algunos onilenses se integraron en las milicias que sometieron a los moriscos sublevados en la Vall de Laguar, y en general en la Marina Alta, en respuesta al decreto de expulsión de 1609.[74]​ En relación con esa cuestión,[75]​ cabe mencionar el caso de un grupo de niños moriscos (morisquillos) que quedaron a salvo de la expulsión y que, al igual que ocurrió en otros lugares, fueron asignados a algunos hogares onilenses.[76]

Tras la expulsión de los moriscos (1609), se registraron en tierras valencianas movimientos migratorios interiores destinados a la reocupación de los territorios que habían quedado abandonados después del desalojo forzado de los moros conversos, quienes habían constituido hasta entonces un tercio de la población valenciana. En ese contexto, varias familias onilenses se afincaron, para contribuir a su repoblación, en antiguos lugares de moriscos, tales como Petrel,[77]​ Monóvar, Novelda, Aspe y áreas colindantes, que habían acusado una drástica pérdida de población tras la expulsión de 1609.[78]​ Un censo nominal de 1646 atribuye a Onil la cifra de 189 vecinos,[79]​ que en un cómputo de 1692 asciende a 266 vecinos.[80]

En el tránsito entre el siglo XVII y el siguiente y en un ambiente poco propicio al ejercicio de formas de estudio de carácter seglar, solo el ámbito de la vida eclesial parece garantizar alguna vía de promoción intelectual. Es en ese contexto donde, como emanaciones naturales del siglo XVII, pueden enmarcarse figuras como la de fray Pedro Juan de Molina (1697-1775), quien desempeñó importantes cargos en la orden franciscana, de la que llegó a ser por dos veces general, y es sin duda el miembro más descollante de una familia onilense que dio por esos años otros hombres de iglesia.[81]

Siglo XVIII editar

A comienzos del siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión, Onil se alineó en el bando borbónico,[82]​ por lo que, finalizada la contienda, Felipe V le concedió el título de "muy fiel y leal" villa y una serie de privilegios y exenciones tributarias, algunos de los cuales nunca entraron en vigor.[83]​ Al igual que a escala más amplia, el siglo XVIII se distingue en Onil (adscrito desde 1708 a la Gobernación –o Corregimiento– de Jijona, hasta la división provincial de 1833)[84]​ por ser una etapa de despegue demográfico (ya iniciado en los decenios finales del XVII),[85]​ pese al factor de freno e inhibición de la iniciativa particular que en el aspecto económico supuso siempre la persistencia de un régimen señorial de caracteres feudalizantes.[86]​ Ello explica la intensificación a mediados del XVIII de las mencionadas demandas de emancipación –un litigio que se prolonga desde 1749 hasta cuando menos 1760– con respecto al marquesado de Dos Aguas, linaje que asume el señorío ya una vez iniciado el XVIII y lo ostenta durante un periodo de menos de un siglo.[87]

No obstante la existencia de onerosos gravámenes sobre la actividad laboral y sobre otros aspectos de la vida económica y social del municipio, en esta época la agricultura se ve favorecida al concluir el proceso de desecación del Almarjal (la Marjal),[88]​ la vega que se extiende entre Onil y Castalla, que hasta esa fecha había sido terreno palustre.[89]​ En las Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia (1795-1797) del geógrafo y botánico valenciano Antonio José Cavanilles se lee la siguiente detallada descripción física del término municipal, así como de sus recursos agrícolas y económicos en general, un diagnóstico que corresponde a los últimos años del Setecientos:

74. [...] Entre estos dos pueblos [Castalla y Onil] queda media legua de llanuras, y en ellas los marjales, precedidos de un suelo arenisco: es tanto lo que rinden, que ó se deben reputar por los mas fértiles del reyno, ó sus cultivadores por los mas industriosos é inteligentes. Lo son mucho efectivamente, como fertilísima de suyo la tierra. Esta, aunque naturalmente de arcilla blanquecina, aparece obscura por los abonos que le añadió el colono; mejórase con mezclas de arena quando es sobrado tenaz; y es transportada otras veces á los campos areniscos para darles substancia. Excaváron los de Oníl varios azarbes, por donde corren libremente las aguas de los marjales quando no las necesitan para el riego, y practicáron en ellos á trechos varias entradas para colocar tablones, y detenerlas quando deben fertilizar los campos; de los quales los que se extienden hasta las inmediaciones de Oníl sirven para maiz y trigo; síguense otros en gradería con semejantes producciones, guarnecidos de almendros lo largo del ribazo; y despues otros por aquellas lomas, donde hay viñas, almendros y olivos.[90]

Especialmente al olivo es a lo que mayor atención presta el botánico valenciano en su reseña de los diversos cultivos del municipio:

Presentan los olivos un modelo acabado que debe copiar quien desee cultivarlos con todo acierto: tienen regularmente tres ramos principales bien abiertos, de los quales salen otros limpios, sin confusion, recibiendo todos la influencia del sol y de los vientos. Cógese allí el fruto quando está maduro para evitar los riesgos que suelen suceder; y á mi parecer debiera cogerse aun con mas anticipación, quando la aceytuna es de un roxo negro sin arrugas ni dureza; porque entónces está llena de xugo sazonado, que léjos de aumentarse en adelante, se altera, se engruesa, y el aceyte que proviene ni es tan bueno ni de tanta duracion. Mejor sería si á imitacion de los Provenzales se perfeccionase la fábrica y manipulacion; y no tendría la Francia el derecho exclusivo de proveer de aceyte las mesas delicadas, ni seriamos tributarios de ella en este artículo. [...] Debieran multiplicarse los molinos para el aceyte comun, limpiarse con lexías, como igualmente los utensilios necesarios. Convendria mucho que los propietarios tuviesen molinos particulares, segun el método de Mr. Sieuve, para separar el hueso de la carne, y extraer de ella el aceyte virgen, llevando despues el residuo y los huesos á otros molinos para extraerles el aceyte que queda. La costumbre envejecida, la falta de luces y de comercio, el exȏrbitante derecho de almazara, son obstáculos que debieran vencerse. [...][91]

La descripción prosigue con datos pormenorizados que permiten hacerse una idea del conjunto de las labores agrícolas características de esa etapa histórica:

75. Además de las aguas que brotan en los marjales tienen los de Oníl tres fuentes preciosas llamadas la Mayor, la de Fabanella y la de la Arcada. Nace la primera al pie del monte dentro de la villa, socorre las necesidades de los vecinos, mueve un molino, y fertiliza 70 jornales de tierra: la de Fabanella en la raiz occidental del cabezo del mismo nombre, con aguas para regar 15 jornales; y la de la Arcada, llamada así por pasar sobre un arco, en la falda meridional de Montbari, con igual cantidad de aguas que la de Fabanella. Como todas nacen á bastante elevacion respecto de la hoya, proporcionan riego á muchos campos que sin ellas quedarian secos. Son est[o]s inferiores en mérito á los marjales, bien que dan siempre dos cosechas de este modo. Siémbrase el trigo en el tiempo regular, y sigue sus épocas hasta llegar á la perfeccion: segado y levantadas las mieses, vienen otros trabajadores que aran el campo, y lo siembran de maiz. Quando este tiene aun el fruto verde entran otros de nuevo, y en el mismo campo siembran habas, que se hallan ya muy crecidas al coger el maiz; síguese á esta cosecha la de habas, y á continuación se prepara el campo para sembrar maiz, que madura ántes de cumplirse dos años desde que se sembró el trigo. Así se suceden las cosechas cada dos años, á no ser que el labrador prefiera otras. La suma de frutos de Oníl se regula en 2200 cahices de trigo, 800 de cebada, 600 de maiz, 460 de almendra, 300 de legumbres, 700 arrobas de anís, 4500 de aceyte, 200 de cáñamo, 180@ de zanahorias, 2@ de gualda de tintes, 21@ cántaros de vino, y apénas 80 libras de seda.[92]

El cuadro se cierra con información relativa a otras tareas (la alfarería) y a incipientes actividades fabriles del municipio (telares), que en parte tendrán continuidad en el siglo siguiente y llegarán incluso hasta el XX:

A este producto debe añadirse lo que rinde la fábrica de paños y la alfarería, cuyos operarios se sirven de la greda, muy abundante junto al monte y casas de la poblacion: hacen al año 40 hornadas, estimadas en 150 reales cada una, y siguen en todo el método de Biár, echando sal en la masa que debe servir para alcarrazas, cuyas paredes trasudan agua en verano, la qual al evaporarse aumenta la frescura de la que permanece. Algunos vecinos se ocupan en beneficiar las minas de yeso, tan freqüentes en las cercanías de Oníl, que sirven de cimiento á muchos edificios del arrabal; haylas tambien de alabastro muy hermoso. [...][93]

Por lo demás, el interés por el fomento de la educación, característico del siglo XVIII, se concreta en Onil en el proyecto de fundación, a instancias de su entonces cura párroco, de una escuela elemental para muchachas (una para chicos ya existía al parecer desde antes), que inicia sus actividades a principios del siglo XIX, tras un largo expediente administrativo, cuya resolución se vio retardada seguramente por los sucesos políticos del país a comienzos del Diecinueve.[94]

Siglo XIX editar

En el contexto de la guerra de la Independencia, en 1808 y a requerimiento de la Gobernación –o Corregimiento– de Jijona, se formaron en Castalla, Ibi y Onil las llamadas milicias de voluntarios honrados, constituidas ante la eventualidad de combatir a los franceses. Las tropas napoleónicas ocuparon efectivamente la Hoya de Castalla en 1812, donde en marzo de ese año implantaron autoridades locales afectas en sus respectivos municipios.[95]​ Poco después, el área comarcal de la Hoya fue escenario de dos cruentas acciones bélicas: la primera el 21 de julio de 1812, que se saldó con la derrota de las tropas españolas mandadas por el general Enrique José O'Donnell, y la segunda el 12 de abril de 1813, cuando la alianza angloespañola derrotó a los franceses del mariscal Louis Gabriel Suchet. Con ocasión de la primera de dichas acciones, la caballería francesa acampó en las afueras de Onil.[96]

El siglo XIX marca la abolición del régimen señorial,[97]​ lo que para Onil (al igual que para los que habían sido, durante siglos, lugares y villas de señorío valencianos) significa la conversión del usufructo de tierras y bienes raíces (el llamado dominio útil, una forma de titularidad condicional, sujeta a diversas modalidades de tributación ante el señor de turno) en propiedad fáctica y el sacudimiento de la sofocante batería de cargas impositivas vigentes en siglos anteriores. Ello tendrá como consecuencia el surgimiento de nuevas formas de propiedad de la tierra, con la aparición de algunos terratenientes[98]​ que van estableciendo pequeños cacicatos. Todo ello es resultado del gradual desmembramiento del patrimonio de los Dos Aguas y de las desamortizaciones de Mendizábal (1836) y Madoz (1855). Esta nueva situación, derogado el régimen señorial, también hará posible el desarrollo de una incipiente industria en los decenios finales del siglo. De hecho, el inicio de la fabricación de juguetes y en especial de muñecas se remonta a la década de 1870.[99]

En el aspecto demográfico, la población onilense parece registrar a fines del segundo decenio del siglo XIX un sensible retroceso con respecto a cifras conocidas de la etapa final del siglo XVIII y comienzos del XIX,[100]​ si bien los datos estadísticos oficiosos de que se dispone para el siglo XIX dibujan un cuadro sumamente errático, al que es difícil conceder crédito inobjetable.[101]

A mediados del siglo XIX, el Diccionario geográfico de Pascual Madoz presenta el siguiente cuadro de recursos económicos, ya en algunos aspectos (singularmente, en lo relativo el comercio ambulante) distinto del trazado por Cavanilles cincuenta años antes:

Prod[ucción]: toda clase de cereales, abundante cosecha de aceitunas muy apreciables, vino, almendra y legumbres. Ind[ustria]: una fábrica de buenos paños movida por el agua; 4 alfarerías, 3 tejares, 6 molinos de aceite y uno harinero. El comercio forma la principal ocupación de sus habitantes, esparcidos por toda la Península expendiendo frutos indígenas y coloniales, y sobre todo drogas, en la que tienen un conocimiento aventajado; tienen además un mercado semanal todos los viernes, en el que se venden toda clase de comestibles y celebran una feria anual en los dos últimos días de abril y el 1° de mayo.[102]

La artesanía muñequera está dando aún sus primeros pasos a fines del XIX y tan solo proporciona ocupación a una exigua parte del pueblo, en especial a la juventud femenina.[103]​ Ello no puede evitar, por tanto, que, debido a la penuria de puestos de trabajo, parte de la población local tenga que buscar perspectivas más favorables fuera del municipio. De hecho, el área comarcal de la Hoya registra en esos años una fuerte emigración laboral, con carácter más o menos permanente en unos casos (dirigida a Madrid, Barcelona, Zaragoza, la Argelia francesa),[104]​ o bien de carácter estacional.[105]

Siglo XX editar

El sector industrial de la muñeca conoce un crecimiento singular en Onil durante el siglo XX.[106]​ De hecho, este ramo se constituye poco a poco en la alternativa laboral de gran parte de la población activa del municipio (sobre todo, en el caso de las mujeres) a la ganadería y la agricultura, que rinde escasos frutos y ofrece limitadas posibilidades de empleo e innovación productiva.[107]​ La generalización de la electricidad para su uso en talleres familiares e instalaciones fabriles de mayor envergadura será relativamente tardía (iniciada ya la década de 1920), si bien el alumbrado público eléctrico data de principios del siglo xx. Cabe referirse también a la instalación, en 1924, de la primera centralita telefónica, que está en funcionamiento hasta que en 1978 se introduce en Onil el servicio telefónico automático.

A fines del xix se inicia la afiliación de campesinos y operarios en una Sociedad de Socorros Mutuos, lo que constituye una forma embrionaria de asociacionismo.[108]​ En 1915 se funda la organización obrera "La Unión Onilense", que al año siguiente se integra en el PSOE. En 1917 y 1919 se registran huelgas de mujeres en fábricas de muñecas de la localidad. El aumento de la conflictividad social lleva a solicitar en 1920 el establecimiento de un puesto permanente de la Guardia Civil.[109]​ Al margen de los festejos ligados al calendario religioso, la vida asociativa cotidiana no estrictamente sindical se canaliza en esos años a través de las bandas de música y los casinos; esporádicamente tienen lugar también funciones de teatro popular (sainetes costumbristas), representadas por aficionados.[110]

En el aspecto sociopolítico, la vida de Onil está marcada, desde los últimos años del siglo XIX y hasta la caída de la monarquía en 1931, por la figura del abogado y propietario José María Payá y Alonso de Medina (1866-1936),[111]​ sobrino del cardenal Miguel Payá y Rico –de ascendencia onilense–[112]​ y mayordomo de Alfonso XIII. Afincado intermitentemente en su pueblo natal desde que hiciese edificar a fines del XIX en las afueras del municipio un palacete conocido como Casa de l’Hort (hoy en día alberga el Museo de la Muñeca),

 
Casa de l'Hort

Payá ejerce durante años el papel de jefe político local[113]​ (ocupa en alguna etapa incluso la alcaldía), aceptando una posición de preeminencia abonada en parte por la continuidad de una extendida mentalidad obsecuente, que por inercia mantiene vivos hábitos sociales y manifestaciones de pleitesía o deferencia característicos de etapas del ya para entonces abolido sistema señorial, que parece reverdecer extemporáneamente por esos años.[114]​ Ello se da obviamente en contraste con una paulatina concienciación política de signo diferente y acentos diversos (obrerismo, republicanismo), que, andando el tiempo, pondrá en tela de juicio esa hegemonía.

En tiempos de la Segunda República, se asiste a escala local a dos etapas políticas diferenciadas: una primera (tras la constitución del ayuntamiento que sale de las elecciones del 12 de abril de 1931), en la que ostenta la alcaldía una agrupación republicana de izquierdas, y una segunda (a partir de junio de 1934), de predominio del lerrouxista Partido Republicano Radical, en torno al cual se ha ido aglutinando desde 1931 la mayor parte de la derecha local. En marzo y abril de 1934 se declaran varias huelgas de campesinos y de operarias de fábricas de muñecas,[115]​ a las que pone fin la intervención del gobierno civil de Alicante;[116]​ a ello seguirán la clausura temporal de la Casa del Pueblo y la detención de algunos huelguistas.[117]​ En mayo de 1934, se instruye expediente administrativo contra el ayuntamiento de Onil, y ello desemboca en su suspensión cautelar por parte del Ministerio de la Gobernación. El equipo de gobierno es sustituido por una comisión gestora encabezada por miembros de la CEDA y el Partido Republicano Radical, que está al frente del municipio hasta 1936.[118]​ En la primera mitad de julio de 1935 sobreviene un temporal devastador que asuela, entre otras zonas del país, la subcomarca de la Hoya de Castalla; en Onil causa cuantiosos daños en la agricultura.[119]

En el aspecto político, la creciente polarización de posiciones que se vive en aquellos años también tiene su reflejo a escala local. Tras el estallido de la guerra civil española, de forma análoga a lo ocurrido en otras poblaciones de zona republicana, en Onil (que hasta el final de la contienda quedará en territorio republicano) toma el poder un comité revolucionario de defensa, y en enero de 1937 este es sustituido por un consejo municipal, refrendado por el gobierno de Valencia. En los primeros meses de la guerra, se registran en el término municipal y en el área comarcal tristes episodios de represión que costaron la vida a varios vecinos y el encarcelamiento de otros.[120]​ Concluida la guerra, la represión subsiguiente se saldará asimismo con varios fusilamientos, la prisión y otras formas de represalia, igualmente de infeliz memoria.[121]

Durante el periodo 1936-1939 tiene lugar en Onil, así como en otras partes de España, la intervención estatal de empresas industriales (en el caso onilense, industrias jugueteras y de fundición metalúrgica) para ser puestas al servicio de la producción de guerra.[122]​ En 1937 se habilita en las inmediaciones del pueblo, en la llanura de la Marjal, una pista de aterrizaje y despegue para vuelos de prueba de los Servicios Aéreos de Fabricación (SAF-15), planta de aviación militar ubicada desde el inicio de la guerra en Rabasa, en las afueras de Alicante. A ese pequeño aeródromo se agrega en Onil una sección de ensamblaje de avionetas.[123]

Al igual que en el resto del país, durante la época franquista la vida local se ve fuertemente influida por la tutela eclesiástica y el papel hegemónico del partido único. En los años de la posguerra,[124]​ los esfuerzos de la mayoría se dirigen a superar las grandes estrecheces materiales del momento y a recuperar y relanzar la actividad económica que había constituido el medio de existencia más importante –junto a las labores agropecuarias– en los cuatro primeros decenios del siglo XX, esto es, la industria muñequera, en la que empieza a intervenir, en proporción mayor que en el pasado, el elemento masculino como fuerza de trabajo. Con el paso de los años se van introduciendo en ese sector innovaciones decisivas (nuevos materiales y procedimientos, nuevas formas de organización empresarial, nuevas disposiciones oficiales en materia laboral) que suponen una paulatina modernización productiva y a la postre una expansión fundamental de este negocio. En 1957 se asiste, con la fundación de FAMOSA (acrónimo de Fábricas Agrupadas de Muñecas de Onil SA),[125]​ a una primera fusión de talleres y empresas jugueteras en una sociedad de amplio accionariado. El auge de este ramo industrial hace surgir en los sesenta sociedades análogas, junto a otras dedicadas a suministrar productos auxiliares para la muñequería. En esos años, el municipio recibe además un considerable aporte de vecinos procedentes de otras zonas del país (singularmente, de Andalucía, La Mancha y en menor medida de Aragón), atraídos por las posibilidades laborales de aquel momento. En 1970, el 60 % de la producción española total de muñecas provenía de Onil.

En los años de la transición democrática, a fines de los setenta y en la primera mitad de los ochenta, el municipio experimenta una etapa de cierta efervescencia cultural, que se concreta en la organización de certámenes de artes plásticas –pintura, escultura, fotografía–, exposiciones, ferias del libro, proyecciones de cine no convencional, en la fundación de asociaciones culturales,[126]​ en la reapertura de la biblioteca municipal, en la programación más asidua de conciertos. Se viven también los inicios de la recuperación institucional de la cultura y la lengua autóctonas.[127]

 
Homenaje a Eusebio Sempere, bronce de Pablo Serrano (1984) en la Plaza Mayor

Es un clima al que sin duda contribuye el pintor y escultor onilense Eusebio Sempere Juan, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1983, quien patrocina decisivamente algunas de esas iniciativas.[128]

Las instituciones educativas reciben un importante impulso en los decenios finales del siglo XX: en 1977 se inaugura un segundo colegio público de Educación General Básica (con el nombre de "Virgen de la Salud"), al que se sumará un tercero en la segunda mitad de los años ochenta (con el nombre de "La Creueta"), convertido después en Instituto de Educación Secundaria.[129]​ En los años noventa, tiene lugar también la reubicación y nueva planta del primer grupo escolar del municipio (de fines de los años cuarenta, reabierto con el nombre de "San Jaime"). En el campo de la enseñanza musical, los lustros finales del siglo XX presencian también un desarrollo determinante de la escuela municipal de música, asociada a la banda (al Centro Instructivo Musical de Onil). El deporte, cuyo fomento oficial arranca de los años sesenta y setenta, también conoce en esos años –y hasta la actualidad– un auge considerable.

En el aspecto económico, los años ochenta del siglo XX registran una crisis que pone fin a varias empresas industriales del sector de la muñeca y la juguetería, pese a lo cual (y pese a medidas de deslocalización) la subcomarca de la Hoya de Castalla y en particular Onil siguen siendo aún en la actualidad un área fundamental en dicho ramo.[130]​ Los años noventa del siglo XX y los iniciales del XXI supondrán, por lo demás, una notable diversificación de actividades, tanto en la industria como en el sector terciario. Ello vendrá acompañado también de una intensificación de la expansión urbana del municipio y, sobre todo en los primeros años del nuevo milenio, de la afluencia de un significativo porcentaje de inmigrantes de varias procedencias.

Demografía editar

Cuenta con una población de 7763 habitantes (INE 2023).

Gráfica de evolución demográfica de Onil[131]​ entre 1842 y 2021

     Población de derecho según los censos de población del INE.     Población de hecho según los censos de población del INE.

Evolución demográfica de Onil[132]
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
2.918 2.920 2.897 2.948 2.877 2.919 3.185 4.733 6.144 6.550 6.829 6.874 6.974 7.144 7.317 7.500 7.466 7.622 7.709 7.771 7.723 7.753 7.697 7.544 7.565 7.548 7.494 7.493 7.475 7.507 7.600

Comunicaciones editar

A continuación se describen las principales vías de comunicación por carretera hacia Onil:[133]

 CV-80  Enlaza la A-7 con la A-31.
 CV-815  Onil - Castalla - Alicante. Se trata de la vía más importante de la localidad, pues forma la salida del núcleo hacia localidades vecinas como Castalla o Ibi; enlaza asimismo con la CV-80. Por el tramo de vía local circulan diariamente más de 9000 vehículos, siendo la carretera convencional más transitada del norte de la provincia.[134]
 CV-799  Une Onil y Villena.
 CV-802  Conecta la CV-80, Onil y Biscoy.
 CV-803  Enlaza Onil - CV-795 (Bañeres - Alcoy)

Economía editar

La economía local se basa ante todo en la industria juguetera. La fabricación de muñecas y juguetes, a la que se asocian varias formas de industria auxiliar, y la fundición metalúrgica han sido tradicionalmente los dos sectores más importantes. Junto a ello, en los últimos años se está asistiendo a una diversificación de actividades económicas y al desarrollo de nuevas industrias. Cabe mencionar asimismo que en la vida laboral de muchas familias se registra en la actualidad un factor que en decenios anteriores había sido menos frecuente, y es la necesidad de desplazarse a diario fuera del municipio por razones de trabajo.

En sus campos se cultivan predominantemente almendros y olivos. La abundancia del fruto de estos últimos favorece la elaboración de aceite de mesa de calidad y el aderezo de aceitunas.[135]

Política editar

Autoridades municipales: fines del siglo XIX e inicios del siglo XX editar

  • Primera República - elecciones municipales de julio de 1873[136]
    • Alcalde: Lucindo Tortosa Juan - Primer teniente de alcalde: Ramón Colomer Sempere - Segundo teniente de alcalde: José Bellido Vidal - Síndico procurador: Miguel Reig y Beneyto - Suplente síndico: Pedro Gutiérrez Sempere
    • Concejales: José Pardines Sempere, José Ferrer Vila, Ramón Esteve Cortés, Juan Mateo Navarro, Tomás Cantó y Beneyto
    • Secretario: Vicente José Juan Berenguer

Alcaldes y corporación municipal durante la II República editar

Alcaldes durante la dictadura franquista editar

Alcaldes de la etapa de la restauración democrática editar

  • José Navarro Laosa | 1979-1983 Independiente
  • Vicente Juan Sanchis | 1983-1987 PSPV-PSOE
  • Vicente Juan Sanchis | 1987-1991 PSPV-PSOE
  • José María Rozalén Rubio | 1991-1995 PPCV-PP
  • José María Rozalén Rubio | 1995-1999 PPCV-PP
  • José María Rozalén Rubio | 1999-2003 PPCV-PP
  • Amando Fernando Picó Juan | 2003-2005 PSPV-PSOE
    Mercedes Mira Reig | 2005-2007 PSPV-PSOE
  • Elisa Crescencia Ribera Ferri | 2007-2011 PPCV-PP
  • José Ramón Francés Blanes | 2011-2015 PPCV-PP
  • Humi Guill Fuster | 2015-2019 PSPV-PSOE
  • Humi Guill Fuster | 2019-2023 PSPV-PSOE
  • Jaume Berenguer Pastor | 2023-2027 PPCV-PP


A las elecciones municipales de 2007 se presentaron 4 listas municipales; el PP obtuvo 9 concejalías, con 2658 votos (61,54 %); 3 concejalías el PSPV-PSOE, con 1000 votos (23,15 %); 1 concejalías Compromís per Onil (Coalición del Bloc y EUPV), con 485 votos (11,23 %) y ERPV, con 176 votos (4,08 %).

A las elecciones municipales de 2011 se presentaron 5 listas: el PP obtuvo 7 concejalías, con 1876 votos (46,04 %); 4 concejalías el PSPV-PSOE, con 1169 votos (28,69 %); 1 concejalía la Coalició Compromís, con 502 votos (12,32 %); 1 concejalía EUPV, con 282 votos (6,92 %); no obtuvo representación el CDL, con 109 votos (2,67 %).

A las elecciones municipales de 2015 se presentaron 7 listas: el PSPV-PSOE obtuvo 5 concejalías, con 1430 votos (34,93 %); 3 concejalías el PP, con 911 votos (22,25 %); 2 concejalías la candidatura Blanes y Equipo por Onil, con 587 votos (14,34 %); 1 concejalía Compromís per Onil, con 401 votos (9,79 %); 1 concejalía EUPV-Acord Ciutadà, con 314 votos (7,67 %); 1 concejalía la candidatura CET (Canviem entre tots Onil-Podemos), con 243 votos (5,91 %); no obtuvo representación Cs, con 130 votos (3,18%).

A las elecciones municipales de 2019 se presentaron 5 listas: el PSPV-PSOE obtuvo 9 concejalías, con 2345 votos (59,28 %); 3 concejalías el PP, con 747 votos (18,88 %); 1 concejalía Unides Podem-Esquerra Unida, con 371 votos (9,38 %); no obtuvieron representación Cs, con 242 votos (6,12 %) ni Compromís Municipal, con 224 votos (5,66 %).

A las elecciones municipales de 2023 se presentaron 3 listas: el PP obtuvo 6 concejalías, con 1768 votos (41,84 %); el PSPV-PSOE, 5 concejalías, con 1700 votos (40,23 %); y Acord per Guanyar-Compromís, 2 concejalías, con 703 votos (16,63 %).

Monumentos editar

  • Palacio del marqués de Dos Aguas – Palacio Municipal. Si bien es conocido popularmente con el nombre de Palacio del marqués de Dos Aguas, fueron otros titulares del señorío de Onil, concretamente Ramon de Vilanova Rocafull, quienes iniciaron en el siglo XVI su construcción, que se prolongó al siglo siguiente; quedó entonces sin concluir, a falta de decoración y artesonados, si bien alguna sala presenta techo de alfarje.
     
    Patio del Palacio Municipal
    Es un edificio exento, de sillares de piedra y estilo gótico-renacentista, de planta cuasicuadrangular. Consta de tres alturas, patio central con doce arcos de medio punto (son de mayor diámetro los que ocupan el centro de cada lado del cuadrángulo) formando claustro. Su planta principal presenta en su interior una galería techada con ventanales de inspiración mudéjar (pseudoajimeces). El edificio posee foso exterior y está flanqueado por cuatro torres, tres de ellas almenadas.[139]​ La torre suroccidental forma el campanario de la iglesia parroquial, que ocupa el espacio occidental del palacio, al que se anexó, en la construcción del templo, una franja de edificio que amplía hacia poniente el cuadrángulo original. En la actualidad, tras su restauración iniciada en los años setenta del siglo XX, alberga dependencias representativas del Ayuntamiento de Onil.
  • Iglesia parroquial de Santiago Apóstol. Fue terminada en 1778, aunque es bien probable que se oficiara en ella ya desde el XVII. Ocupa el flanco occidental del Palacio del marqués de Dos Aguas y consta de una sola nave. Sus pilastras son de piedra, como todo el conjunto, con capiteles y arcos de medio punto sin ornamentación. Las bóvedas son de cañón, apuntaladas con arcos torales de medio punto y diagonales con aristas que describen ojivas. En la actualidad ocupa el ábside del templo un retablo correspondiente al gótico tardío, restaurado hace unos años, obra de un artista relacionable con talleres valencianos de fines del siglo XV e inicios del siglo XVI.[140]​ El baptisterio está decorado con frescos que representan escenas bíblicas, obra de Eusebio Sempere de fines de los años cuarenta del siglo XX.
  • Convento de monjas agustinas justinianas concepcionistas. Antiguo convento de frailes franciscanos alcantarinos, fundado en la segunda mitad del siglo XVII bajo la advocación de San Buenaventura,[141]​ desde 1890 lo ocupa una comunidad de religiosas agustinas justinianas, bajo la advocación de la Purísima Concepción.[142]
  • Casa residencial de la familia Payá. Conocida también como Casa de l'Hort, declarada Bien de Interés Cultural, está ubicada en la entrada sur del municipio y fue restaurada hace unos años. Palacete construido a fines del siglo XIX, constituye un ejemplo de arquitectura ecléctica.[143]​ La residencia se destina a subrayar la elevación social y la prosperidad familiar de su comitente, sobrino del cardenal Miguel Payá y Rico. Edificio de planta rectangular,[144]​ constaba de sótano, planta baja (zaguanes, cocina, despensa), planta residencial y ático. La fachada sur presenta en su planta baja (con un zócalo sobre el que se abren tres ventanas con rejas forjadas) tres portones, uno de los cuales (el del extremo occidental) constituye el acceso principal, con jambas ornamentadas y dintel en el que se apoya el escudo de armas de la familia. La planta noble muestra seis ventanales (con vanos adintelados en los que reposan remates triangulares con arabescos, cintas y motivos florales orlados) y balcones con barandal y balaustres pétreos, apoyados en ménsulas. A los seis ventanales de la primera planta se sobreponen, en el ático, seis ventanos, también con decoración en sus jambas, dinteles arqueados y antepechos balaustrados. El alero de la techumbre se sostiene en una densa línea de modillones.[145]​ En la actualidad, este edificio alberga el Museo de la Muñeca.

Fiestas editar

Las fiestas principales de Onil son las de Moros y Cristianos, Fiestas de Interés Turístico Autonómico desde el 18 de abril de 2023. Se inician el día 22 de abril con la tradicional "Nit de les Fogueres", momento en el que los vecinos se reúnen alrededor de una hoguera para cenar juntos. Al día siguiente, a las 11 de la mañana (9 horas solares), los colivencos reciben a la Virgen de la Salud en la calle del Portal, para, acto seguido, acompañarla en procesión por el pueblo. Ese mismo día se celebra la ofrenda floral a la virgen, que tiene lugar por la tarde.

 
Onil durante la Nit de les Fogueres

Los días 24, 25 y 26 de abril, por la tarde, se pueden ver las danzas populares en la Plaza Mayor, y por la noche hay pequeños desfiles protagonizados por dos comparsas cada día (retretas). El día 27, llamado "Nit de l'Olleta", se celebra un pequeño desfile en clave de humor, en el que participan todas las comparsas. El 28 de abril, día de la entrada, empieza con el rezo del Angelus en la Plaza Mayor, seguido de una mascletá y del concurso de bandas de música. Por la tarde, se celebra el acto principal de las fiestas, la entrada, encabezada por los cristianos y seguidamente los moros. Del día 29 de abril destaca, entre otros actos, la embajada, una de las más antiguas que se conocen, y la "Ballà de les Banderes" en la Plaza Mayor. El día 30 se celebra el llamado desfile, pasacalle similar a la entrada, pero encabezado por los moros. Por último, el día 1, tras la guerrilla de arcabucería y la embajada, el castillo vuelve a manos de los cristianos. Este mismo día, y en traje de gala, todos los festeros acompañan a la virgen en procesión de vuelta a la ermita. Al llegar allí el cortejo, se dispara un castillo de fuegos artificiales que marca el fin de las fiestas.

Otras celebraciones relacionadas con los moros y cristianos son el "Mig Any", día en el que se recuerda que solo falta medio año para la llegada de las fiestas, y el "Dia de la Volta", anuncio de que tan solo falta un mes para el inicio de las fiestas. Ambas fiestas tienen lugar el sábado más próximo a los días 23 de octubre y 23 de marzo, respectivamente.[146]

  • Nostre Senyor Robat

La fiesta del Nostre Senyor Robat se viene celebrando en Onil desde 1924 los días 28, 29 y 30 de noviembre. Es una fiesta puramente eclesiástica, ya que recuerda la restitución de la Sagrada Forma consagrada al pueblo de Onil, después de que esta fuese robada en 1824. Recientemente, se ha introducido, junto a los actos religiosos, una romería desde la zona de la Pedrera, en la vecina localidad de Tibi, hasta Onil, evocando la misma peregrinación realizada por vecinos cuando fue hallada la Sagrada Forma en Tibi.

  • Otros festejos y tradiciones locales
    • San Jaime y Santa Ana, 25 y 26 de julio, festividad que se celebra en la pedanía del paraje de Santa Ana-Favanella, en la que es casi obligado la visita a la ermita de Santa Ana, a las afueras del pueblo (aprox. a 2 km), para visitar el porrate y los concursos populares (salto, carreras y tiro de piedra o barra, en que el premio es un conejo a cada ganador) y verbenas que allí se organizan durante estos dos días. Hace unos años se recuperó la Falla de Sant Jaume, que fue celebrada hasta mitad de la década de los sesenta. En estos últimos años se ha vuelto a plantar una falla en la calle de San Jaime, que es quemada el 26 de julio.
    • Virgen del Pilar, el 12 de octubre, arranca en la calle de la Menora (calle del Doctor Salcedo) una procesión, en la que se ha integrado la Guardia Civil, y que lleva a la iglesia parroquial la imagen de la virgen, donde se celebra una misa en su honor. De vuelta a la calle, sus vecinos obsequian a todos los acompañantes y vecinos con una degustación de pastas "colivencas". Se celebran juegos populares y una verbena.
    • San Cristóbal, patrón de los conductores, 10 de julio, los vecinos del barrio del mismo nombre, situado en el casco antiguo de la villa, organizan esta festividad, invitando a la bendición de vehículos por el cura párroco. La bendición se realiza en la puerta de la iglesia o del palacio municipal.
    • Nit dels Fatxos, la noche del 24 de diciembre, Nochebuena, en las calles de la población los vecinos de Onil, los colivencos, dan vueltas, haciendo molinillos, a unas teas de esparto (totxa) denominadas fatxos, que se obtiene de la Sierra de Onil. Rodar fatxos es la expresión que se emplea para referirse a ello en valenciano. En la Plaza Mayor se realiza un concurso para premiar el fatxo más grande que se pueda voltear, el más pequeño, el más artístico, a la persona de mayor edad que ruede fatxos, o al niño o niña de menor edad que lo haga sin ayuda de mayores.

Personalidades editar

Referencias editar

  1. Valen por una descripción física de la subcomarca las bellas páginas de Enric Valor en "La Foia de Castalla", prefacio a sus Narracions de la Foia de Castalla (Barcelona, Barcino, 1953, pp. 9-14), ahora en Enric Valor, Paraula de la terra, Valencia, Universitat de València, 1998, pp. 140-143. También dedica unas páginas a la descripción de la "Foia de Castalla" Joan Fuster en su Viatge pel País Valencià, en J. F., Obres completes, vol. III, Barcelona, Edicions 62, 1971, pp. 233-235.
  2. Carlos Sahagún, "Manantial" (de Profecías del agua, 1958) y "Canción" (de Estar contigo, 1973), en Memorial de la noche (1957-1975), Barcelona, Lumen, 1976, pp. 21, 105.
  3. Se ignora, no obstante, en qué fecha aproximada, dentro de ese arco temporal (siglos VIII-XIII), se establecieron por primera vez estirpes andalusíes en estas tierras; puede verse, a este respecto, el estudio de Pierre Guichard, "Le peuplement de la région de Valence aux deux premiers siècles de la domination musulmane", Mélanges de la Casa de Velázquez, 5 (1969), pp. 103-158. ¶ Ilustran de forma específica la historia musulmana de estos territorios los trabajos de Josep Torró y Pere Ferrer, "La sociedad andalusí (I)" y "... (II)", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, coord. Francisco Moreno Sáez, Alicante, Prensa Alicantina, 1996, vol. I, pp. 169-180 y pp. 181-192.
  4. En algunos parajes del término, ha habido hallazgos arqueológicos, de fecha prehistórica algunos, sin que ello permita postular necesariamente continuidad poblacional con periodos de los que existe ya documentación escrita. Véanse Alfredo González Prats, "El yacimiento epigravetiense del Fontanal de Onil (Alicante)", Heliké, 1 (1982), pp. 69-92; Federico Cerdá Bordera, "Contribución al estudio arqueológico de la Foia de Castalla", Lucentum. Anales de la Universidad de Alicante. Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua, II (1983), pp. 69-90; Jorge Soler Díaz, "Los ídolos oculados sobre huesos largos del enterramiento de 'El Fontanal' (Onil, Alicante)" (con un apéndice de Tomás España Guisolphe), Lucentum, IV (1985), pp. 15-35; María Paz de Miguel Ibáñez, "El Fontanal (Onil, Alicante): Aspectos antropológicos, paleopatológicos y rituales", en Mauro S. Hernández Pérez y Juan A. Mira Rico (eds.), Home i paisatge. Actes del I Congrés d'Estudis de la Foia de Castalla, Castalla, Ajuntament de Castalla, 2004 (en este volumen de actas se recogen otros trabajos de investigación arqueológica –prehistoria y época ibérica– relativos a la Foia de Castalla); Ana María García Barrachina y José Ramón García Gandía, "El jaciment romà de l'Ermita (Onil, Alacant)", Recerques del Museu d'Alcoi, 11-12 (2002-2003), pp. 187-194. ¶ Por lo demás, proporcionan importantes claves acerca de la antigüedad del topónimo Onil (de probable época ibérica y, en todo caso, de etimología todavía no resuelta, pese a alguna tentativa popular de explicación) los trabajos de Abelardo Herrero Alonso, "Toponimia premusulmana de Alicante a través de la documentación medieval", Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, 3 (1984), pp. 7-56; y "Toponimia premusulmana de Alicante a través de la documentación medieval, II", Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, 4-5 (1986), pp. 9-48; trabajos prefigurados en el volumen de María Desamparados Pecourt, Ramón Ferrer Navarro y Abelardo Herrero Alonso, Documentos y datos para un estudio toponímico de la región valenciana, Valencia, Artes Gráficas Ferrando, 1981, pp. 72-73 (para Onil) y 252 (para Castalla). Véase también Carme Barceló Torres, Toponímia aràbica del País Valencià. Alqueries i castells (pròl. Antoni Ferrando, Xàtiva, 1983), donde la autora descarta etimología árabe para Onil ("tal vegada es tracte d'un topònim d'etimologia no àrab", p. 188) y para Favanella ("es tracta d'un topònim d'època anterior a la conquista musulmana, molt probablement", p. 155); y donde, a su vez, para Castalla postula que proviene "potser de l'àrab /qaṣtálla/ o /qaṣṭálla/ 'castanyer'" (p. 137). Véase también Enric Moreu-Rey, Els nostres noms de lloc, Mallorca, Moll, 1982.
  5. Se trata de menciones que figuran en textos escritos en latín (se citan en notas posteriores). Por lo demás, no parece que existan referencias a Onil en textos árabes, lo cual no implica, claro está, la inexistencia, en época musulmana, de un poblado vinculado a ese nombre.
  6. A reserva de lo que pueda deparar algún eventual hallazgo arqueológico, no parece verosímil la existencia de Onil en época visigótica, sin por ello ignorar la proximidad geográfica de la Hoya de Castalla respecto del llamado reino visigodo de Tudmir (con probable jurisdicción en Villena).
  7. El último fue, en rigor, Zayyan ibn Mardanish, quien rindió la ciudad de Valencia en 1238, después de haber desbancado del poder a Abū Zayd en 1229.
  8. Véase Carmen Barceló Torres, "El sayyid Abū Zayd: príncipe musulmán, señor cristiano", Awraq [Instituto Hispano-Árabe de Cultura], 3 (1980), pp. 101-109. Según la autora, las fuentes cristianas establecen 1229 como fecha de conversión del sayyid Abū Zayd. Véase también Robert I. Burns, S.J., "Príncipe almohade y converso mudéjar: nueva documentación sobre Abū Zayd", Sharq al-Andalus. Estudios Árabes [Alicante], 4 (1987), pp. 108-122.
  9. Barceló Torres fecha estos hechos en el transcurso de 1244: "Al tiempo que castellanos y aragoneses acuerdan en Almizra los límites de sus respectivas expansiones al sur del Júcar, Abū Zayd se apodera de Ibi, Castalla, Onil, Tibi, Orcheta y Torres" ("El sayyid Abū Zayd: príncipe musulmán, señor cristiano", cit., pp. 105-106). Josep Torró postula que esta acción pudo tener lugar en la temporada que duró el asedio de Biar, entre septiembre de 1244 y febrero de 1245, por parte de las tropas del rey Jaime I, o inmediatamente después: "Entretanto, algunas mesnadas de ricos-hombres aragoneses, en connivencia con el ex-gobernador almohade Abû Zayd, activo colaboracionista, tomaron Castalla y, posiblemente, algún otro lugar cercano. De ese modo, el rey, que no quería perder el control de este castillo fronterizo, tuvo que entrar en negociaciones con Abû Zayd para conseguir el traspaso de la fortaleza [1251]" ("La conquista y la colonización cristianas [I]", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, coord. Francisco Moreno Sáez, vol. I, Alicante, Prensa Alicantina, 1996, p. 194). Burns, op. cit., se refiere a un García Pérez, "vasallo de Abū Zayd a cargo de Castalla alrededor de 1245" (p. 113), posteriormente (1258) vinculado al castillo de Ibi. El año anterior, "en 1257 García Pérez había sido nombrado sobrejuntero de las villas y lugares más allá del Júcar hasta la frontera de Castilla" (Barceló Torres, "El sayyid Abū Zayd: príncipe musulmán, señor cristiano", cit., p. 109, n. 70). ¶ Por lo demás, la cronología de la conquista cristiana de estas partes se puede reconstruir con ciertas garantías de veracidad a partir de los Anales del Reyno de Valencia (Valencia, Pedro Patricio Mey, 1613, Tomo I, libro VII, cap. XLII, p. 342), del historiador valenciano del siglo XVI Francisco Diago.
  10. Se trataba de tierras que se hallaban en una de las rutas que unían a la ciudad costera de Denia, a través de Cocentaina, con Villena, ya en la línea de la antigua Via Augusta, que comunicaba, a su vez, Tarragona con Cartagena. En un pasado relativamente inmediato, esta área de la Hoya de Castalla había correspondido a la taifa de Denia, adscrita a fines del siglo XI a la de Zaragoza. El control musulmán de esa amplia franja oriental de al-Ándalus (Xarq al-Ándalus) fue menguando, como es sabido, con el avance catalano-aragonés hacia el sur, que a fines del siglo XIII había ocupado el territorio de la actual Comunidad Valenciana. Rota tiempo atrás la vinculación con respecto a la taifa de Zaragoza y dada la situación de acefalia política en el campo musulmán que propicia la conquista aragonesa del siglo XIII, los pobladores de territorios como los de la Hoya de Castalla debieron de vivir, en la fase final de la época musulmana, en situación de behetría o de cierta autonomía, regidos más bien por las instituciones tradicionales de la administración local (la aljama), sin dependencias políticas firmes con respecto a un claro centro de poder musulmán supralocal, como había podido serlo Denia en el pasado. El último de estos centros de poder pudo ser, en el caso de la Hoya de Castalla y hasta el inicio de la década de 1240, la taifa de Murcia. Sobre el papel a este respecto de los emires de Murcia Yusuf ibn Hūd al-Mukawakkīl (1228-1238), Zayyan ibn Mardanish (1238-1241) y Muhammad ibn Hud Baha al-Dawla (1241-1260) informa en detalle el trabajo de Rafael Azuar Ruiz "La conquista de Alicante", en la obra colectiva En torno al 750 aniversario. Antecedentes y consecuencias de la conquista de Valencia, Valencia, Generalitat Valenciana, 1989, vol. II, pp. 115-140. Junto al factor político-militar, el trabajo de Azuar Ruiz se refiere al "proceso imparable de emigración de la población musulmana hacia zonas más seguras" (menciona concretamente Túnez y Marruecos) que, aún en vísperas de la conquista cristiana, lanza fuera de Xarq al-Ándalus, en el decenio de 1240, a alrededor de 60.000 personas, a lo que hay que sumar la expulsión de mudéjares (aproximadamente, unos 100.000) decidida por Jaime I en 1248-1249 (op. cit., pp. 130 y 134).
  11. No hay menciones explícitas a Onil en ninguna de las llamadas Grans cròniques de los siglos XIII y XIV. En la Crònica de Ramon Muntaner, las referencias a 'Favanella' lo son obviamente a la actual Abanilla (Murcia): "Encara pres [Jaume I] Serra, Alocau, Torres Torres, Castellnou, la ciutat de Segorb e el castell e la vila Xèrica, Castalla, Tibi, Ibi, Seixona e d'altres llocs molts qui són d'aquelles parts" (Ramon Muntaner, Crònica, ed. Marina Gustà, vol. I, Barcelona, Edicions 62, cap. 9, p. 32). Lo mismo cabe decir acerca de la Crònica de Pere el Cerimoniós, donde las menciones a Favanella también tienen que ver con la Abanilla murciana (véase Jaume I, Bernat Desclot, Ramon Muntaner i Pere III, Les quatre grans cròniques, ed. Ferran Soldevila, Barcelona, Selecta, 1983, por ejemplo pp. 1146 y 1220). ¶ Se abordan aquí conjuntamente avatares históricos de Onil y Favanella, a sabiendas de que esta última alquería permaneció adscrita, al menos durante época bajomedieval, al término de Castalla.
  12. El rey ratifica a Abū Zayd la posesión de sus bienes, sin mención explícita de Castalla u Onil, el 14 de febrero de 1245 (Archivo de la Corona de Aragón [ACA], Pergs. Jaime I, n° 1025 y 1025 D, en Ambrosio Huici Miranda y María Desamparados Cabanes Percourt, Documentos de Jaime I de Aragón, vol. II: 1237-1250, Valencia, 1976, p. 190 [registro n° 401]).
  13. Véase José Luis Villacañas, Jaume I el Conquistador, Madrid, Espasa Calpe, 2008, p. 372.
  14. Es claro que estos fenómenos no pueden verse solo a través del prisma microscópico de la historia local, sino que requieren un ángulo de visión amplio que abarque espacios geográficos más vastos que los estrictamente comarcales o los propios de las corografías locales.
  15. Considerando entre otros factores la escasez de población, la historiografía ha destacado el débil arraigo del cristianismo entre los inicios de la cristianización del sureste peninsular y el arranque del periodo musulmán, y en definitiva, por tanto, hasta la conquista y la colonización cristianas del siglo XIII (véase a este respecto Enric Llobregat, "El cristianisme primitiu al País Valencià: una anàlisi d'història local", en Homenaje al Dr. D. Juan Reglá Campistol, vol. I, Valencia, Universidad de Valencia, 1975, pp. 19-27; véase también del mismo autor "El naciente cristianismo [siglos IV-VI]", en Nuestra historia, vol. 2, Valencia, Mas-Ivars, 1980, pp. 141-150). Partiendo de este hecho, debería ser claro que no pudo existir, hablando de una zona como la de la Hoya de Castalla, población cristiana en tiempos musulmanes. Mozárabes pudo haberlos en núcleos de población mayores del territorio valenciano en algún momento de la época musulmana (al menos, en su primera mitad), si bien la presencia cristiana, ya de por sí relativamente exigua en el periodo comprendido entre los siglos III y el VIII de nuestra era, fue disminuyendo durante la etapa andalusí y a la postre tuvo que quedar extinguida hasta la conquista y colonización del siglo XIII (nada perdurable supusieron, a este respecto, las fugaces cabalgadas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, por estos territorios del sur de la actual Comunidad Valenciana a fines del siglo XI); véase sobre este particular Mikel de Epalza y Enrique Llobregat, "¿Hubo mozárabes en tierras valencianas? Proceso de islamización del Levante de la península (Sharq Al-Ándalus)", Revista de Investigación y Ensayos del Instituto de Estudios Alicantinos, 36 (1982), pp. 7-31. Es obvio, por tanto, que no pudo darse, en lo referente a esta zona específica, una continuidad ininterrumpida de estirpes más o menos cristianizadas desde época visigótica (excusado decir desde la hispanorromana) hasta época jaimina, en el siglo XIII, menos aún en la etapa final del dominio musulmán; ni tampoco incorporación significativa de pobladores cristianos (procedentes de otras regiones peninsulares) en fechas anteriores a 1245. Ello no debe hacer pensar ni mucho menos en un borrado absoluto (durante el periodo musulmán) del legado hispanorromano y visigótico (incluso del ibérico), que pervive, si no en el elemento humano, sí en vestigios apreciables en la toponimia, como muestran algunos ejemplos de designación de poblados y parajes naturales (tal vez no en gran medida en el caso de Onil, pero desde luego en el de lugares análogos y geográficamente próximos), en los que pueden darse incluso ejemplos de hibridismo, de combinación, latino-árabe. Un ejemplo de esa conservación de elementos pretéritos podría verse en el propio topónimo Onil (de origen y significación todavía irresueltos, si bien de fecha al parecer premusulmana), que, siguiendo el criterio de especialistas en la materia, podría constituir una especie de fósil de época ibérica, un nombre de lugar o paraje aplicado durante un vasto periodo de tiempo a un espacio no necesariamente urbanizado. También a título de ejemplo: se atribuye carácter románico-mozárabe al nombre del paraje local onilense conocido como la Fandoma (véase Leopoldo Peñarroja Torrejón, Mozárabe y lenguas de España. Los romances de la península Ibérica en la época de orígenes [siglos VII-XIII], Córdoba, Almuzara, 2022, p. 537); el mismo sello románico-mozárabe ve Peñarroja Torrejón en el topónimo Favanella (op. cit., p. 536), lo que indica que dichas designaciones tuvieron que existir ya antes de la conquista de mediados del siglo XIII y no son, por tanto, acuñaciones de los nuevos colonos cristianos de época jaimina o posterior.
  16. Véase José Sanchis y Sivera, Nomenclátor geográfico-eclesiástico de los pueblos de la diócesis de Valencia, Valencia, Tipografía Moderna, 1922, pp. 255 y 322. La donación a Tarragona (17 de febrero de 1247), encabezada también por el aragonés Ximén Pérez de Arenós, anula, al parecer, una cesión previa al obispo de Segorbe (véase Barceló Torres, "El sayyid Abū Zayd: príncipe musulmán, señor cristiano", cit., pp. 106 y 109 [nota 68, en que se registran las fuentes documentales de ambas donaciones]). El documento latino y su traducción al castellano los publicó Roque Chabás en la primera de seis entregas tituladas "Çeid Abu Çeid" en la revista valenciana El Archivo, tomo V, cuaderno V (noviembre 1891), pp. 143-166. He aquí un fragmento de la escritura de cesión, en la que se documenta (en forma latinizada) una de las primeras menciones (probablemente, la más antigua conservada) del topónimo que acabaría adoptando la forma Onil con el correr de los años: "[...] Nos Aceyt Abuceyt quondam rex Valentie nunc autem per Dei gratiam christianus / et Eximinus Petri proceres regni Aragonum et Valentie, attendentes quod per vos D. Petrum Dei gratia Tarracon. Archiepiscopum petitur reformari divinus cultus in terris quas Nos eripuimus de manibus paganorum, auctoritate dicti privilegii nobis ac alijs proceribus regni Aragonum per Dominum Papam concessi, concedimos et donamus titulo perfecte donationis inter vivos vobis Domino Archiepiscopo supradicto vestrisque succesoribus in perpetuum omnes Ecclesias constructas et construendas cum decimis et juribus earumdem in terris quas Nos eripuimus de manibus paganorum divina gratia mediante, quorum nomina sunt hec: Mela, Arenoso, Montan, Tormo, Cyrat, Tuega, Espadella, Bueynegro, Villamalefa, Villaformosa, Cortes, Villamalur, cum terminis suis, Jodar, Villahaleva, Tortonich, in alia parte Andilla, in alia parte Castalla cum suis terminis Unili, Ibi, Tibi. [...] Actum est hoc xiij calendas Martii anno Domini Millessimo. CC.XL.vij [...]" (pp. 163-166). Sigue la traducción de Roque Chabás: "[...] Nos Çeid Abu Çeid, en otro tiempo rey de Valencia, y ahora por la gracia de Dios cristiano, y Eximén Pérez, próceres del reino de Aragón y de Valencia, atendiendo que por Vos D. Pedro, por la gracia de Dios Arzobispo de Tarragona, se pide reformar el culto divino en las tierras que Nos hemos librado de las manos de los moros, en virtud de dicho privilegio a Nos y a los otros próceres del reino de Aragón concedido por el Señor Papa, otorgamos y damos por título de perfecta donación inter vivos, a Vos el Señor Arzobispo sobredicho y a vuestros sucesores para siempre jamás, todas las iglesias construidas y por construir, con sus diezmos y derechos, en las tierras que Nos hemos librado de manos de paganos, ayudados de la gracia divina, y cuyos nombres son estos: Mela, Arenoso, Montán, Tormo, Cyrat, Tuega, Espadella, Bueynegro, Villamalefa, Villaformosa, Cortes, Villamalur, con sus términos, Jódar, Villahaleva, Tortonich, en otra parte Andilla, y en otra parte Castalla con sus términos, Unil, Ibi, Tibi. [...] Dado a 17 de Febrero del año del Señor 1247 [...]" (pp. 163-166). Téngase en cuenta que, en la traducción de Chabás, Unil es una adaptación al castellano de la forma latina del topónimo. ¶ Por lo demás, la reforma del culto divino de que habla esa escritura de cesión representa, en el caso de Onil, prácticamene el acta de establecimiento de su primer templo cristiano y tuvo que significar o bien la conversión para usos cristianos de un presumible espacio de culto musulmán, o bien la erección, en un emplazamiento alternativo, de un lugar destinado a los oficios religiosos de los cristianos que fueron afincándose allí desde la segunda mitad del siglo XIII, ocupando un poblado previamente existente o constituyéndolo de nueva planta.
  17. En rigor, propiedad de su nuera, yerno e hijos, como se expone en la nota que sigue.
  18. Se reproduce a continuación el documento notarial, dado por Jaime I en Lérida el 10 de septiembre de 1251, en que estipula con Ximén Pérez de Arenós, consuegro –por vía doble– de Abū Zayd, el canje de Cheste y Villamarchante por Castalla y Onil, tal como puede verse en Ambrosio Huici Miranda y María Desamparados Cabanes Pecourt, Documentos de Jaime I de Aragón, vol. III: 1251-1257, Zaragoza, Anubar, 1978, pp. 47-48 (asiento n° 581): "Noverint universi quod nos Iacobus… per nos et nostros concedimus et donamus vobis dompno Eximino Petri de Arenoso et vestris in perpetuum castrum et villam de Villamarchant et de Chest sitam iuxta civitatem Valencie. Quod castrum ac villam de Vilamarchant et castrum ac villam de Chest habeatis per hereditatem propriam, francham et liberam cum pratis, pascuis, herbis, aquis, lignis, furnis, molendinis, alchareis, reallis, introitibus, exitibus, affrontacionibus et suis pertinenciis universis a celo in abissum et cum questis, peitis, cenis, alberguis, monetaticis, bovaticis, serviciis, adempriviis, exercitibus, cavalcatis et eorum redempcionibus et cum hominibus et mulieribus, christianis et sarracenis ibi habitantibus et habitaturis et cum omni iurisdiccione nostra et nostrorum, ad dandum, vendendum, impignorandum, alienandum, et ad omnes vestras et vestrorum voluntates cuicunque volueritis faciendas. Pro predictis autem castris et villis de Vilamarchant et de Chest habuimus a vobis castrum et villam de Castalla et turrim de Unili, que loca Aceit Abuceit dederat Blasco Ximenii filio vestro insimul cum Alda uxore sua filia ipsius Aceit et Ferrando filio Aceit insimul cum Taresia uxore sua filia vestra. Et licet hec donacio de Vilamarchant et de Chest sit facta vobis, nichilominus volumus et concedimus quod predicti Blascus Ximenii et uxor sua Alda et filii qui ex eis fuerint procreati et Ferrandus filius dicti Aceit et uxor sua Tarasia et filii qui ex eis fuerint procreati habeant in perpetuum predicta castra et villas de Vilamarchant et de Chest secundum pacciones et condiciones, quibus debebant habere Castaylla ex donacione et concessione dicti Aceit." Se traduce en lo que sigue el fragmento reproducido en cursiva: "A cambio de los mencionados castillos y villas de Villamarchante y de Cheste recibimos de vos el castillo y la villa de Castalla y la fortificación de Onil, lugares que Abū Zayd había donado a vuestro hijo Blasco Ximén y a su esposa Alda (hija de Abū Zayd) y a Ferrando (hijo de Abū Zayd) y a su esposa Teresa, vuestra hija". Sin duda, se trata de una de las primeras menciones a Onil en documentación escrita conservada, que, acaso por la condición elevada de sus primeros dueños, no figura en los llamados repartiments.
  19. Se trata del acuerdo del rey Jaime I dictado el 10 de septiembre de 1251, reproducido en la nota precedente.
  20. Formas análogas de población exponen Pierre Guichard y André Bazzana en su estudio "La sociedad musulmana valenciana en vísperas de la conquista cristiana", en Enrique Llobregat Conesa y Pierre Guichard (coords.), Nuestra historia, vol. 2, Valencia, Mas Ivars, 1980, pp. 263-280. El asunto ha sido estudiado también por Josep Torró, "El problema del hábitat fortificado en el sur del Reino de Valencia después de la segunda revuelta mudéjar [1276-1304]", Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 7 (1988-1989), pp. 53-81, quien expone: "Habría que añadir [...] un conjunto, no muy numeroso, de núcleos cristianos menores instalados en alquerías o lugares 'abiertos', provistos de una torre con un recinto anejo, si bien las casas de los colonos no parecen situarse en su interior. Un caso bastante interesante es el de Onil –con pobladores cristianos ya antes de 1263–, donde se nos habla de la turri et barbacana interiori de Unilio cum dominibus que ibi sunt, entregada en prenda a un personaje con licencia para acomodarse las domos predicta barbacane, quas modo posidatis pro estagio vestro quamdiu predictam turrim tenuere" (p. 58; Torró reproduce documentación conservada en el Arxiu Municipal d'Alcoi [AMA], Notal 1276-1303, XV.I.1, fols. 118v-119r [1300, oct. 5]). ¶ De no tratarse de un torre de época musulmana –hipótesis acaso la más plausible– sino posterior, cabría pensar que pudo erigirse en el periodo que media entre 1244 y 1251, cuando se hace mención de ella por primera vez.
  21. Probablemente, no sea atendible, en lo relativo al asunto del emplazamiento originario de Onil, la interpretación que da el Diccionario geográfico de Pascual Madoz a mediados del siglo XIX de este paraje: "Fabanella: caserío de la provincia de Alicante [...] en el cabezo de su nombre hacia el N., en donde se ven señales patentes de haber sido mayor en otro tiempo su población. Aún se cree que el mismo Onil ocupó antiguamente el lugar de este caserío. En las raíces occidentales del cabezo nace una abundante fuente de la que se riegan unos 15 jornales de tierra" (Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, Tomo VIII, Madrid, Madoz & Sagasti, 1850, p. 7). La cuestión es de difícil dilucidación, puesto que, hablando de Onil, cada época ha preferido una ubicación diferente para establecer sus núcleos de población: es sabido que en el confín suroccidental de la actual área poblada de Onil (en las cercanías de la ermita de la Virgen de la Salud) estuvo ubicada una "vil·la rústica romana dedicada a l'explotació de la terra", cuya cronología fija la arqueología (con las lógicas cautelas) entre el siglo I a. C. y el IV d. C. (véase García Barrachina y García Gandía, op. cit., pp. 187 y 192).
  22. A este respecto, recuerda María Luisa Torró Corbí: "Alrededor del año 1248 comenzaron a producirse en nuestra región rebeliones de moros acaudillados por Al Azraq, por lo que el Rey Don Jaime I publicó en 1249 un decreto expulsando del Reino de Valencia a los musulmanes rebeldes. Por tal motivo quedaron casi despobladas varias ciudades, agrupándose los moros que quedaron en barrios periféricos donde se reorganizaron e implantaron sus instituciones y costumbres" (Crónica de Castalla, Alicante, Publicaciones de la Caja de Ahorros Provincial de Alicante, 1982, p. 63); véase también Dolors Bramon, Contra moros y judíos, trad. Glòria Caldenteny, pról. Fabián Estapé, Barcelona, Península, 1986, pp. 80-81 ("Las revueltas mudéjares" del siglo XIII). La historiografía reciente ha profundizado en el asunto: "La foia de Castalla, limítrofa amb Biar, es veuria molt afectada per la guerra de 1264-1266 [la llamada guerra de Murcia, esto es, la insurrección musulmana que estalla en el reino de Murcia –protectorado de Castilla– y que sofoca el rey Jaime I, llamado a ello por su yerno, el rey castellano Alfonso X el Sabio; véase José María Font y Rius, "La reconquista y repoblación de Levante y Murcia", en José María Lacarra (coord.), La reconquista española y la repoblación del país, Zaragoza, CSIC & Instituto de Estudios Pirenaicos, 1951, pp. 85-126, en especial pp. 111-114 (para la rebelión de 1264)] i, a partir d'aquell moment, es desfaria l'aljama [de Castalla] i començaria la colonització" (Josep Torró, El naixement d'una colònia. Dominació i resistència a la frontera valenciana [1238-1276], Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2006, p. 106). A este respecto, Font y Rius expone el hecho de que, en torno a esa fecha de 1264, se retira "a la población mora de los pueblos limítrofes con Murcia: Castalla, Biar, sin duda para alejarla de la zona fronteriza" y se la destina a "algunas fundaciones de nuevas villas o <a> alquerías, asentamientos o explotaciones en partidos o términos dependientes de castillos u otras villas, hasta entonces sin habitar ni cultivar" (op. cit., p. 102).]. Por su valor sintomático acerca de las condiciones de dominio que se entablan en el área de la Hoya de Castalla –análogas, por lo demás, a las de otras comarcas valencianas del sur– en la segunda mitad del siglo XIII, merece la pena transcribir el siguiente fragmento: "De vegades trobem apropriacions de terra per part dels colons que són el resultat natural de l'exercici més directe de l'agressió: la captura o la mort violenta dels antics posseïdors. En 1269 Martín López Castellote obtenia a Castalla unes cases que havien pertangut a Muhammad de Alhoxex, 'sarraí difunt'. Aparentment, la dada no té més significat, però un altre document de la mateixa data permet sospitar quina fou la causa de la mort de l'andalusí: quatre personatges de Castalla –el justícia Pere Borró, un cert Joan i dos companys més– reben llavors quatre jovades al terme, procedents 'de les heretats dels sarraïns morts o captius en el temps de la passada guerra sarraïna' i que ara tenia el makhzân (és a dir, administrades pel comú de l'aljama), en esmena d'altres tantes jovades que els beneficiaris tenien a Sarganella (alqueria del mateix terme) i que havien estat donades a l'abans esmentat Martín López de Castellote. Sembla evident que 'la passada guerra sarraïna' és una referència a la insurrecció dels andalusins del regne de Múrcia [1264-1266], però no sabem si els de Castalla, morts o esclavitzats, s'havien alçat també en armes o, simplement, foren objecte d'un atac predatori per part dels colons, com va succeir al lloc, molt proper, d'Ibi. // En 1268 tornem a tenir nombrosos testimonis de despossessions, traumàtiques en major o menor mesura, que havien comportat la desaparició dels antics posseïdors als llocs on residien" (Torró, op. cit., p. 91). Más explícito aún, señala Torró: "Durant el procés de desmantellament de l'aljama de Castalla, després de la guerra de Múrcia [1264-1266], el rei s'apodera de les terres dels andalusins morts o esclavitzats durant el conflicte –unes 12 hectàrees– per lliurar-les a quatre colons: en aquells moments –any 1269– les terres dels desapareguts eren administrades pel makhzân" (op. cit., p. 209). Sobre el mencionado caso de Ibi, detalla Torró: "A l'estiu de 1264 els colons de la vila d'Alcoi, esperonats per la proximitat de la insurrecció murciana, decidiren assaltar l'alqueria d'Ibi, els habitants de la qual no es quedaren, per cert, a esperar-los: fugiren precipitadament deixant un petit botí a l'expedició de saqueig" (p. 90). Josep Torró, importante especialista en la materia, ya había anticipado ese planteamiento en el fascículo "La conquista y la colonización cristianas (I)", del que es autor en la colectiva Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, pp. 200-201: "Un tercer momento de la colonización en estas comarcas viene marcado por la insurrección andalusí en Castilla y, especialmente, en el reino de Murcia (que entonces comprendía Alicante y Elda), entre 1264 y 1266. Los efectos se dejaron sentir en la Hoya de Castalla, donde los colonos de Alcoi asaltaron y saquearon la alquería de Ibi. A partir del final de la guerra se produjeron los primeros asentamientos cristianos, aun muy pequeños, en Jijona y Castalla, mediante apropiación de las tierras de los indígenas muertos, cautivos y huidos. Probablemente tiene lugar también en esta época la instalación de colonos en Onil". Para decenios posteriores, Carmen Barceló Torres se refiere a hechos análogos en el caso particular de Onil, entre otros: "Los cristianos entre 1276 y 1291 saquean las morerías de Valencia, Chelva, Alzira, Llíria, Onda, Morvedre, Xàtiva (algunas de ellas más de una vez), y los lugares de Benissanó, Castellnou, Orpesa, Fortaleny, Gandinent, els Alcalans, Picassent, Alberic, Onil y Sollana" (Carmen Barceló Torres, Minorías islámicas en el País Valenciano. Historia y dialecto, pról. Joan Fuster, Valencia, Universidad de Valencia, Secretariado de Publicaciones, Facultad de Filología, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1984, pp. 64-65). Barceló Torres basa su afirmación acerca del saqueo (lat. barrigium) de Onil –presumiblemente contra su población mudéjar– en el testimonio indirecto que aporta un registro del Archivo de la Corona de Aragón. Se trata concretamente de una disposición real (posterior a los hechos) dada por Alfonso III en Monzón a 9 de noviembre de 1289: "Orden al justicia de Játiva para que diese libertad a N. Cebrián<,> a quien tenía preso por razón del 'barrigio' de Hunil" (ACA, rgto. 80, fol. 94 v, recogido en Rafael Gallofré Guinovart, Documentos del reinado de Alfonso III de Aragón relativos al antiguo Reino de Valencia y contenidos en los registros de la Corona de Aragón, Valencia, Instituto Valenciano de Estudios Históricos-Institución Alfonso el Magnánimo-Diputación Provincial de Valencia-Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia, 1968, p. 292; registro n° 1395). ¶ Véase para una consideración de conjunto el libro de William Montgomery Watt, Historia de la España islámica, con la colaboración de P. Cachia, trad. José Elizalde, Madrid, Alianza Editorial, 2001 [1965], en especial sobre el final del poder almohade y el paralelo con los restantes reinos peninsulares p. 124.
  23. Expone, indirectamente, esa posesión (que abarca los años comprendidos entre 1265 y 1268) una providencia real, expedida por Jaime I en Zaragoza a 22 de mayo de 1269, donde se reconoce una deuda con Pere Ferrandis. El editor de la documentación real, Robert I. Burns, resume así el asunto: "The king acknowledges a debt to his illegitimate son Pere Ferran(dis) d’Híxar [Pedro Fernández de Híjar] [...]: 'that We owe you with Our charter 20,000 Valencian sous, which We promised to give you […].’ The king also reminds Pere Ferrandis ‘that you must make a reckoning with Us' for all the revenues of Onil castle, 'which you received from the fourteenth kalends of March of the year 1264 [18 February (1264) 1265] up to the day on which you handed over the said castle for Us to Our judge Albert [Alberto] de Lavània, namely on the kalends of the recently past month of November [1 November 1268].' Pere Ferrandis must deduct from his 20,000 sous debt all the revenues he gained during those three or more years, having previously deducted 'the expenses of administration of the said castle, namely 600 sous each year'" (Robert I. Burns, S.J., Diplomatarium of the Crusader Kingdom of Valencia: The Registered Charters of Its Conqueror Jaume I, 1257-1276, vol. III: Transition in Crusader Valencia: Years of Triumph, Years of War, 1264-1270, Princeton-Oxford, Princeton University Press, 2001, p. 499). En el texto latino se lee lo siguiente: "Recognoscimus et confitemur vobis, dilecto filio nostro Petro Ferrandi, quod debemus vobis cum carta nostra viginti milia solidorum regalium Valencie, quos vobis dare promisimus [...]. / Est tamen sciendum quod vos debetis computare nobiscum de reditibus, exitibus, ac iuribus nostris omnibus castri de Unili, quos vos recepistis a XIIII kalendis Marcii anni domini MCCLX quarti usque ad diem quo dictum castrum tradidistis pro nobis Alberto de Lavania iudici nostro (videlicet kalendis mensis Novembris proxime preteriti). / Et id quod inde percepistis per tempus predictum debet deduci de predictis XX milibus solidorum, deductis inde primitus expensis custodie dicti castri –videlicet pro unoquoque anno sexcentis solidis regalium / Datum Cesarauguste, XI kalendas Iunii anno [domini] MCCLX nono" (Diplomatarium of the Crusader Kingdom of Valencia, vol. III, p. 500, doc. 928; ACA, Reg. 16, fol. 166 vv.).
  24. Albert de Lavània (Albert de Lavanie) fue un jurisperito de origen provenzal, estrecho colaborador de Jaime I: "el 9 de setembre de 1268, Jaume I, en premi als molts serveis i a la probitat d'Albert de Lavània, li concedeix en heretat pròpia, franca i lliure el castell i la vila d'Onil (Alacant)" (Ferran Soldevila, Pere el Gran, I: L'Infant, Barcelona, Institut d'Estudis Catalans, 1995, pp. 200-201), en documento notarial, también reproducido por Soldevila: "Attendentes multa, grata et idonea servicia que vos, fidelis noster, Alberte de Lavania, nobis fecistis et propter vestra merita probitatis, per nos et nostros, damus et concedimus vobis dicto Alberto de Lavania (et vestris) in perpetuum per hereditatem propriam, francham et liberam, castrum et villam de Unili...". Se atribuye a Lavània la redacción del Libre dels feyts del rey Jaime I. Los Lavània, al parecer, "veneren [en 1295] tota la part i drets que tenien en Onil i el seu terme" (Carmel Ferragut Domingo, El naixement d'una vila rural valenciana: Cocentaina, 1245-1304, Valencia, PUV, 2003, p. 142).
  25. Véase Ricard Bañó i Armiñana, "La sociedad feudal en el siglo XIV", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, pp. 217-218. Manuel Vicente Febrer Romaguera (Dominio y explotación territorial en la Valencia foral, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2000, p. 100) comenta un apunte notarial en relación con ello: "en 1300, el procurador del noble Roger de Lauria, señor de Onil y de otros lugares, establecía a censo un huerto a cierto mudéjar llamado Habrafim Hebenfomey Alsurabati, situado en el referido lugar, exigiéndole la renuncia a su sunna islámica, a su derecho a ser juzgado por un cadí moro, y a todo derecho que le correspondiese como musulmán". Febrer Romaguera extracta ahí un apunte obtenido del Archivo Municipal de Alcoy (Notarial de 1296-1303), fechado a 3 de octubre de 1300. "Decía el establecimiento: Renuncio çune, alcadii et omni alii iuri. En esta zona se conservan una serie de establecimientos de este estilo, con dicha clase de renuncias" (p. 100, n. 149). De fecha anterior (y basándose asimismo en documentación del Archivo Municipal de Alcoy, Notarial de 1296-1303), Ferrer Romaguera se refiere también al hecho de que "en 1301 se firmaron en Alcoi diversos contratos por moros para trabajar en Onil y en la alquería alcoyana de Benisaydo durante cinco años" (op. cit., p. 333, n. 110).
  26. En el caso de Favanella, los asientos 1060 y 1230, recogidos por Jesús Ernesto Martínez Ferrando en su Catálogo de la documentación relativa al antiguo Reino de Valencia contenida en los registros de la Cancillería Real, I: Jaime I, el Conquistador (Madrid, Imprenta Góngora [Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos], 1934, pp. 234 y 270), atestiguan la siguiente donación efectuada por el rey Jaime I en Biar el 1 de marzo de 1270 a favor del jurista –de origen italiano– Jacobo de las Leyes (donde 'de las Leyes' es el sobrenombre hispánico de Giacomo Giunta, o de Giunti, mencionado en toda la gama de opciones del nombre: lat. Jacobus de Legibus, Jaime, Jaume, Jácome): "Donación a Jaime de Leyes, de la alquería de Favanella, sita en el término de Castalla, con sus casas, tierras y heredades, con obligación de que uno de sus hijos, si ya tiene diez años, resida personalmente. Biar Kalendas marzo MCCLXX. Reg. 16, fol. 233" (p. 234; el texto citado es obviamente traducción del latín). Al comentar Josep Torró dicha providencia real, expone lo siguiente: "En general, un enduriment de condicions per a la possessió d'heretats de renda s'adverteix sovint durant aquests anys. Quan, en 1271 [en rigor, en febrero de 1271 se confirma la donación realizada el año anterior], el rei dóna a Jaume de Lleis l'alqueria de Favanella (terme de Castalla) amb les terres 'que llauraven i tenien els sarraïns d'aquesta alqueria en el temps en què Castalla era dels sarraïns', li exigeix que un dels seus fills, major de deu anys, hi faça residència personal" (Torró, El naixement d'una colònia, cit., p. 116). Robert I. Burns (Jaume I i els valencians del segle XIII, ed. Joan F. Mira, trad. Enric Casassas, pról. Joan Fuster, Valencia Tres i Quatre, 1981, pp. 60-61) traza una semblanza de Jacobo de las Leyes: "Un dels juristes més remarcables del segle fou l'italià Giàcomo (o Iàcopo) de' Giunti, conegut popularment amb el nom de Jacobo de las Leyes, responsable en gran part de la formació jurídica del jove Alfons el Savi de Castella, i guia espiritual i col·laborador d'aquest rei en la producció de les famoses Siete partidas. Aquest Jacobo va adquirir extenses propietats amb la conquesta, d'Alfons, de la Múrcia islàmica, fronterera amb el sud de València. Almenys des del 1266, quan el rei Jaume reconquerí la rebel Múrcia per a Castella, en Jacobo va residir en aquesta regió veïna, i s'hi mantingué actiu en els seus afers fins que morí, el 1294. Sembla doncs que les Siete partidas foren compostes, del tot o en gran part, en aquesta frontera murciana. [...] Ara sabem [...] que també va servir al rei Jaume. [...] la relació amb el jurista havia durat molt de temps, i [...] Jacobo ja li devia haver prestat serveis valuosos. [...] Jaume ratifica 'una carta de donació segellada amb butlla de plom' i que ja duia 'el gran segell de cera' que donava al Magistro Jacobo de Legibus el poble 'anomenat Favanella, situat al terme de Castalla, amb totes les cases, terres i propietats que els sarraïns d'aquest poble hi treballaren i hi tingueren en el temps en què els sarraïns posseïen Castalla'. En Jacobo havia d'instal·lar-hi 'un dels vostres fills', tal como volien les lleis de residència. No es tracta pas del poble murcià de Favanella o Abanilla, prop de la frontera valenciana, sinó de la Favanella que encara existeix al terme d'Onil, al nord de Castalla i al nord-oest de Xixona. I el mateix Onil, tres anys abans, havia estat donat a un col·lega legista, Albert de Lavània. Així doncs, una figura gegantina del renaixement de la jurisprudència ocupa un lloc tant a la història legal catalano-aragonesa com al relat de la reconquesta o repoblement valencià"; y en nota (p. 61, n. 5) agrega Burns: "La donació a Jacobo [...] es troba en [l'Arxiu de la Corona d'Aragó (ACA),] Jaume I, Reg. Canc. 16, fol. 233 (1 de març, 1271 [i no 1270]): 'alqueriam quandam vocatam Favanellam sitam in termino Castallie, cum domibus et terris et hereditatibus omnibus'; i al Reg. Canc. 18, fol. 93 (4 de febrer, 1272) [ACA]: 'bullata cum bulla plumbea' i 'sigillata cum sigillo cereo maiori'". El texto latino íntegro de la donación de 1271 a Jacobo de las Leyes fue editado y comentado por Robert I. Burns en su Diplomatarium of the Crusader Kingdom of Valencia: The Registered Charters of Its Conqueror Jaume I, 1257-1276, vol. IV: The Central Years of Jaume the Conqueror, 1270-1273, Princeton-Oxford, Princeton University Press, 2007, pp. 142-143. El texto latino reza así: "Per nos et nostros damus et concedimus vobis Iacobo de Legibus et vestris in perpetuum per hereditatem propriam, francham, et liberam alqueriam quondam vocatam Favanellam, sitam in termino Castallie, cum dominibus et terris ac hereditatibus omnibus quas (tempore quo Sarraceni Castalliam tenebant), Sarraceni ipsius alquerie laborabant et tenebant ibidem; et cum introitibus, exitibus, et aliis omnibus quas et que nos ibi percipimus, et habere et percipere debemus, qualibet racione. / Ita videlicet quod vos et vestri, unus videlicet de filiis vestris unus post alium successive, habeatis dictam alqueriam cum omnibus predictis (et que in dicta alqueria habemus) in perpetuum ad vestras omnimodas voluntates, exceptis militibus et sanctis et locis religiosis. Et ita eciam quod in vita vestra unus de filiis vestris, cum fuerit etatis X annorum, faciat ibidem loco vestri residenciam. / Post obitum vero vestri, unus de filiis vestris seu progenie teneatur similiter facere ibi residenciam, unus scilicet per alium, qui predictam alqueriam habuerint successive. / Datum in Biar, kalendas Marcii, anno quo supra [anno domini] MCC septuagesimo]" (Diplomatarium, cit., vol. IV, p. 142-1433; Reg. 16, fol. 233). Se reproduce a continuación la paráfrasis en inglés de Burns: "'By Us and Ours We grant and concede to you Jacobo de las Leyes and to yours in perpetuity as a personal, exempt, and free property a certain village called Favanella located in the district of Castalla, with all the buildings and lands and properties which (at the time when the Saracens held Castalla) the Saracens of that village worked and owned there, and with the revenue, income, and all else that We receive there and have and collect for any reason.' (The beneficiary was the noted Italian lawyer and legal counsellor both to Alfonso X el Sabio of Castile and Jaume the Conqueror of Aragon-Catalonia, namely Giacomo or Jacobo de’ Giunti or de las Leyes.) Jacobo’s heirs are to succeed successively in ownership, and he must place ‘one of your children during your lifetime, when he shall be ten years old’ in personal residence; ‘but after your death one of your children or offspring is bound similarly to make residence there,’ one after another. Jacobo can alienate the property but not to knights or religious places or persons. This is not the Favanella or Abanilla of Murcia near the Valencian border, but the Favanella still in the Onil district north of Castalla and northwest of Jijona" (Diplomatarium, cit., vol. IV, p. 142, doc. 1114). Se confirma la donación mediante una cédula expedida presumiblemente en Lérida a 4 de febrero de 1272 (Diplomatarium, cit., vol. IV, p. 346, doc. 1296; ACA, Reg. 18, fol. 93). He aquí el texto latino: "II nonas Februarii, anno domini MCCLXX primo, fuit bullata cum bulla plumbea quedam carta donacionis, quam dominus rex fecerat magistro Iacobo de Legibus de alcaria vocata Favanella in termino Caçtaylle; que eciam erat prius sigillata cum sigillo cereo maiori, et fuit prius bullata de mandato domini regis ut dictum est" (Diplomatarium, cit., vol. IV, p. 346, doc. 1296; ACA, Reg. 18, fol. 93). Parafrasea el texto Burns en los siguientes términos: "'On 4 February (1271) 1272 a charter of grant was sealed with a lead seal, which the lord king had made for Master Jacobo de las Leyes, about the village called Favanella in the district of Castalla. This was also previously sealed with the major wax seal, and war previously sealed at the order of the lord king as was said.' This note refers to the full charter given above, to the celebrated Italian jurist of that name (also Jacobo de’ Giunti)" (Diplomatarium, cit., vol. IV, p. 346). ¶ Sigue a ello, pocos años después, la carta puebla sobre Favanella dada en Valencia a 14 de septiembre de 1279 (Archivo de la Corona de Aragón, Cancillería Real, R44, f 153v), en tiempos del rey Pedro III, a favor de Simó de Montbrú (Ramón Sempere Quilis, Onil. Notas históricas II, vol. 2, Petrer, Gráficas Arenal, 1997, pp. 154-156; se abrevia en lo sucesivo como ONH II, seguido del número de volumen). Véase también Josep Torró, "El problema del hábitat fortificado en el sur del Reino de Valencia...", cit., p. 61, donde se recuerda este caso específico: "la concesión de cartas pueblas para asentamientos de tipo 'abierto', situados en alquerías preexistentes: Favanella (1279), que terminó despoblándose antes del siglo XVI". Sobre "Simó de Montbrú, ciutadà de València", recuerda Josep Torró cómo "havia falsificat grollerament una carta en la qual s'atribuïa la donació real de la meitat de les alqueries d'Olocaiba i Pedreguer; malgrat la gravetat del crim, Jaume I el va absoldre, a precs d'amics seus, pel maig de 1271" (Torró, El naixement d'una colònia, cit., p. 113).
  27. Por ejemplo, por las de Jaspert V de Castellnou, Bernat Despuig [Bernardus de Podio], Bernat de Cruïlles, Pero Ximén de Iranzo, los descendientes de Roger de Lauria, Ot de Montcada (Otón de Moncada), Salvador Rich, Bartomeu de Font, Rodrigo Sánchez de Aybar, Guillem de Rocafull. ¶ Una mención colateral al Onil de aquellos años puede verse en documentación de fines del siglo XIII relativa a Castalla; véase Pergamins, processos i cartes reials. Documentació dispersa valenciana del segle XIII, ed. Enric Guinot Rodríguez, Valencia, Universitat de València ("Fonts històriques valencianes"), 2010, donde en un apunte notarial correspondiente a 1294 se hace mención a "la senda que va de Hunil a Cabanas [Cabanes]" (p. 128, asiento 65).
  28. Detalla Ricard Bañó i Armiñana, "La sociedad feudal en el siglo XIV", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, p. 223: "Onil a comienzos del XIV era propiedad de los herederos del almirante Roger de Llúria, pasando luego a Ot de Montcada, casado con una hija del almirante. En 1345 el rey Pere IV compra Onil a Teresa de Montcada, y es propiedad de la corona hasta [...] 1362".
  29. La historia de Onil está obviamente en estrecha relación con la del municipio vecino de Castalla. La preeminencia de esta última a partir de la época medieval se funda en decisiones reales del siglo XIII, y estas atañen ante todo a cuestiones de administración eclesiástica y al hecho de haber sido escogida como cabeza de la baronía (en lo que tuvo que influir sin duda su situación geográfica de encrucijada y peculiaridades orográficas como la que hicieron posible el emplazamiento de su castillo en fecha presumiblemente preislámica). Si bien el poblado de Onil (no así la cercana alquería de Favanella, de confuso estatuto jurisdiccional, oscilante entre su condición segregada y su dependencia con respecto a Castalla, cuando menos hasta el siglo XVI; véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 2, p. 164) constituyó en fecha relativamente temprana, al parecer, término propio luego de la conquista cristiana del siglo XIII, su dependencia con respecto a Castalla existió por espacio de siglos, notablemente en el aspecto eclesiástico, hasta fines del siglo XVIII, cuando en la villa de Onil se instituye un curato ya desgajado de la iglesia parroquial castallense. Derivados en general de esas condiciones de primacía, no fueron raros los disensos: algunos tuvieron cierta entidad (por ejemplo, los relativos a la condición jurídica de cada una de las poblaciones y la definición y extensión de sus respectivos términos –pleitos de lindes–, problemas tributarios, distribución de aguas); otros fueron conflictos de menor envergadura. Por lo demás, es conocido el concurso fraternal de fuerzas de las dos villas en sus pugnas antiseñoriales desde el siglo XVI y en otras causas políticas. ¶ Reúnen un conjunto de trabajos de investigación acerca de la historia de Castalla y en general de la Hoya (desde época ibérica hasta el siglo XIX) el mencionado volumen compilado por Mauro S. Hernández Pérez y Juan A. Mira Rico (eds.), Home i paisatge. Actes del I Congrés d'Estudis de la Foia de Castalla, Castalla, Ajuntament de Castalla, 2004; y el compilado por José Luis Menéndez Fueyo, Màrius Bevià i Garcia, Juan Antonio Mira Rico y José Ramón Ortega Pérez (eds.), El Castell de Castalla. Arqueología, arquitectura e historia de una fortificación medieval de frontera, Alicante, Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), 2010.
  30. El acto jurídico recibe el nombre de enfeudación, y se concreta en documento expedido por Pedro IV en Perpiñán con fecha de 20 de septiembre de 1362. El acto de la enfeudación resulta al parecer ratificado pocos años después: "En 1362, Pedro IV donó a Ramon de Vilanova el castillo de Castalla, en feudo honrado a uso de Cataluña, con derecho a ejercer el mero y mixto imperio, alta y baja jurisdicción, extensiva a Onil y Cabanes; este privilegio fue confirmado por el infante Juan en 1384 y, ya coronado, en 1387 ([Archivo del Reino de Valencia, REAL,] reg. 495, ff. 564-570)" (Carlos López Rodríguez, Nobleza y poder político. El Reino de Valencia [1416-1446], Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2005, pp. 70-71 n.; las confirmaciones de 1384 y 1387 se consignan en el Liber patrimonii Regii Valentiae, ed. Carlos López Rodríguez, Valencia, Universitat de València, 2006, p. 225, registros 1035 y 1036, que es una compilación de jurisprudencia catalano-aragonesa realizada en el siglo XVI). Pueden verse, en traducción castellana, el texto de la enfeudación y un anexo (llamado "Contrata") en Ramón Sempere Quilis, Onil. Notas históricas, Petrer, Gráficas Tortosa (edición del autor), 1988, pp. 72-80 (se abrevia en lo sucesivo como ONH I). ¶ Ramón Sempere Quilis, durante años cronista oficial de la villa de Onil, llevó a cabo una vasta tarea de acopio documental acerca de la historia de Onil entre los siglos XIII y XX. Sus indagaciones en los archivos municipal, parroquial, Histórico Nacional y de la Corona de Aragón sentaron las bases para trazar la historia local. Una síntesis de la investigación académica realizada hasta fines de los años setenta del siglo XX en torno a la historia valenciana (desde la prehistoria hasta el siglo XX) se expone en los volúmenes colectivos de Nuestra historia, 7 vols., Valencia, Mas Ivars, 1980, compilados por un elenco de prestigiosos especialistas en sus respectivas materias (José Aparicio Pérez, Enrique Llobregat, Pierre Guichard, José Hinojosa, Jacqueline Guiral, Sebastián García Martínez, Manuel Ardit, Vicente Soler...). De intención divulgativa, pero con plena solvencia académica son las contribuciones de varios especialistas reunidas en la Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, 2 vols., Alicante, Prensa Alicantina, 1996; un ejemplo de historiografía comarcal que, arrancando de época prehistórica, llega hasta fines del siglo XX.
  31. Mossén Ramon (Raymond) de Vilanova intervino en Grecia en la fase final de las campañas de los almogávares catalano-aragoneses, cuando los ducados de Atenas y Neopatria son derrotados por la llamada Compañía Navarra.
  32. El inmediato sucesor de Ramon de Vilanova (primer señor de Onil desde la enfeudación de 1362) fue su hijo mossén Pere Lladró de Vilanova (quien adopta el apellido de su madre, Maria Lladró; de ahí arrancan la alternancia o la combinación de ambos apellidos en sus descendientes), I vizconde de Chelva, casado con Violant Boïl, quienes vivieron a caballo de los siglos XIV y XV. ¶ Ya en época de Ramon de Vilanova, a fines del XIV, se asiste a contenciosos acerca de la propiedad de las aguas que brotan en el término municipal, como recuerda José Hinojosa Montalvo: "En 1258 Alfons X donava a perpetuïtat als habitants de la ciutat [d’Alacant] l'ús i aprofitament de les aigües nascudes en el terme de Castalla, més les pluvials que a partir d'aquest terme afluïen al riu Cabanes, que regava l'horta alacantina. Calia aprofitar fins a la darrera gota d'aigua, però els d'aigües amunt no es resignaven al privilegi alfonsí, per la qual cosa durant segles van disputar amb els d'aigües avall, els d'Alacant, per aquest recurs. Veiem com en la sentència arbitral donada per Joan Martínez Clavari, d'Alacant, i Vicent Tamarit, de València, com a jutges anomenats per la vila d'Alacant, i Ramon Vilanova, senyor de Castalla, el 13 de març de 1377 es va ordenar que en endavant Alacant i els seus veïns poguessen aprofitar-se de totes les aigües que nasquessen en els ullals i les fonts de les marjals d'Onil i correguessen pel riu de Castella [sic per 'Castalla'] o de Cabanes. Aquest mateix acord va ser confirmat en l'escriptura firmada pel senyor Bautista Ladrón [sic per 'Baltasar Lladró'], senyor de Castella [sic per 'Castalla'], d'un costat, i Alacant, de l'altre, el 16 de juny de 1465" (Libre de privilegis de la ciutat d'Alacant [1366-1450], ed. José Hinojosa Montalvo, Valencia, Universitat de València, 2008, p. 26).
  33. Resulta sintomático a este respecto el nombre íntegro que ostentaba Genaro Rabasa de Perellós (V marqués de Dos Aguas, †1843, quien vivió en época en que el régimen señorial ya había sido suprimido por ley), hijo del que fue último señor de Onil, con la intención de recalcar la legitimidad ininterrumpida de sus títulos desde el siglo XIV con el empleo de los apellidos de las familias titulares del señorío entre los siglos XIV y XVII (realzados a continuación en negrilla). En la dedicatoria del libro de Pedro Nolasco Vives y Cebriá Traducción al castellano de los usages y demás derechos de Cataluña que no están derogados o no son notoriamentne inútiles (Barcelona, Imprenta J. Verdaguer, 1832) se lee: "Al Excelentísimo Señor D. Genaro María del Rosario Rabasa de Perellós y Palafox, Lanuza y Silva, Rocafull, Boil de Híjar, Puixmarín, Maza de Lizana, Carroz de Arborea y Ladrón de Vilanova". A ello sigue una prolija enumeración de títulos, entre los que aún figuran, si bien solo como pretendiente añorante, puesto que para el año 1832 el régimen señorial había quedado ya oficialmente extinto, los siguientes: "Dueño de las villas de Onil, Tibi, Cuatretonda y Fuente de la Higuera...".
  34. Probablemente a ello obedecería una de las cláusulas más sensibles del pacto de 1362 entre el rey y Ramon de Vilanova (la promesa de evacuar a los pobladores de Onil y Cabanes –lugares destinados a ser derruidos– y agruparlos en el núcleo de Castalla), a la que no se dio cumplimiento: "Et in eodem regestro, fol. 83, dictus Raymundus de Vilanova promittit dicto regi se esse empturum loca de Unil, de Cabaneis et, ipsis emptis, tenebit ea sub dicto feudo castri de Castalla, et faciet demoleri dicta loca, et transferri homines ad habitandum in Castalla, ita quod sit unus locus et unum castrum de Castalla, tentum pro rege in feudum. 20 septembris 1362" (ahora en Liber patrimonii Regii Valentiae, ed. Carlos López Rodríguez, Valencia, Universitat de València, 2006, p. 225; registro 1033, Reg. 909, ff. 85v-87).
  35. Un ejemplo de la situación vulnerable de la subcomarca de la Hoya de Castalla puede verse en el ataque dirigido en 1356 contra Onil y Castalla por Diego García de Padilla, gran maestre de la Orden de Calatrava, en el transcurso de la mencionada guerra (véase Teresa Ferrer i Mallol, Entre la paz y la guerra. La Corona catalano-aragonesa y Castilla en la Baja Edad Media, Barcelona, CSIC, 2005, pp. 364-365). Registra tales hechos Jerónimo Zurita en sus Anales de la Corona de Aragón (1562-1580), libro IX, cap. 6: "Había entrado don Diego García de Padilla maestre de Calatrava corriendo la comarca de Castalia y Homill [sic], que son del reino de Valencia; y no pudiendo rendir aquellos lugares por combate, se volvió a Murcia por más gente: y dejó la caballería que llevaba en Villena, a donde mandó hacer diversas máquinas para combatir, con publicación que quería volver a cercar aquellos lugares de Castalia y Homill" (Anales de la Corona de Aragón, ed. Ángel Canellas López, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1978, vol. 4, p. 310).
  36. En su componente cristiano (que es el que a la postre se haría hegemónico), debió de tratarse de linajes de raigambre mayoritariamente catalana (frente al elemento aragonés o de otra procedencia, también probablemente presente, pero en menor proporción), a juzgar por los datos que ofrece la onomástica local en fechas ya mejor documentadas, como son los siglos XVI y XVII, y atendiendo también, claro está, a la historia lingüística del municipio y su comarca.
  37. No obstante, afirma Ricard Bañó i Armiñana, "El siglo XIV: economía y sociedad", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, p. 239: "En la Baronia de Castalla habrá población mudéjar en Onil y Tibi pero desapareció en el primer tercio del XIV. Lo mismo ocurrirá con Ibi, perteneciente a la Baronia de Planes en esta época". Es una situación, en todo caso, no definitiva, puesto que, como se verá más adelante, en la segunda mitad del siglo XV está documentada la presencia de mudéjares en Onil.
  38. Casado con Elvira de Pallars. Conocido también como Ramon Lladró de Vilanova i de Boïl, II vizconde de Chelva.
  39. Casado primero con Castellana de Lladró y en segundas nupcias con Aldonza de Rocafull de Vilanova. No se confunda con su homónimo (también llamado Baltasar Maza de Lizana), señor de Onil en la segunda mitad del siglo XVI y nieto del primer Baltasar Lladró. Al de la segunda mitad del XV se lo conoce también como Baltasar Lladró i de Pallars.
  40. El pacto de vasallaje acordado con Baltasar Lladró llevaba aparejada la prerrogativa de contar con mezquita, alamín y ser juzgados, si fuera el caso, con arreglo a la ley tradicional mahometana (por un cadí y segons zuna i xara). En la documentación que generó el pleito entre el pueblo y el III marqués de Dos Aguas en la segunda mitad del siglo XVIII, se recuerda el hecho de que quien fuera señor de Onil entre los siglos XV y XVI (esto es, el mencionado mossén Baltasar Lladró de Vilanova) acogió a fines del siglo XV, "por vecinos, pobladores y vasallos de Onil, a siete moros" provenientes de Torre de les Maçanes (véase Sempere Quilis, ONH I, p. 255). Registra ese mismo hecho un documento manuscrito de mediados del siglo XVII titulado Apologia, satisfacció i resposta entre un síndic d'Onil i un home de Castalla (grafía modernizada), donde se detallan las condiciones del pacto de vasallaje. Expone el manuscrito de la Apologia de 1645, insinuando la existencia de una comunidad mudéjar en Onil en la segunda mitad del siglo XV, antes de la llegada de los moros de Torremanzanas: "[...] percò [per çò] que com en aquells temps [el autor de la Apologia habla aquí desde el siglo XVII de acontecimientos del siglo XV] les Poblacions de Onil, y Tibi eren chiques, y de pochs vehins, y habitadors[,] lo S.r [senyor] Don Baltasar Ladró tunc [=en aquell temps] Señor de la dita Baronia de Castalla portà moros als dits llochs per a ques avassallas[s]en [per a que s’avassallassen] per vassalls de sa Señoria juntament ab los quey [que ell] tenia, los quals per alguns anys entre los cristians que allí y havia, vixqueren, y habitaren ab Aljama, Alcadí, y Alamí, y Mesquita, tot lo qual consta ab molts actes rebuts per Andreu Bernat notary y per Juan Peres notary y señaladament ab un acte rebut per lo dit Juan Peres notary a 23 del mes de Mars del any 1472. Consta com lo dit S.r Don Baltasar Ladró anà a la Torre de les Macanes [Maçanes] a concertar ab los moros de la moreria de la dita Torre ques avassallassen al dit S.r per a estar, y habitar en lo seu lloch de Onil, los quals ajustats en la dita Mesquita de la Torre de les Macanes en presència del dit noble S.r Don Baltasar Ladró dixeren a la Señoria com estaven en sa franca llibertat, confessant no ésser tenguts sots potestat e Señoria de ningun baró, ni señor del Regne de València[,] per caussa [causa] de la venda que de pochs dies [...] havia fet lo magnífich Melchior de Vallebrera[,] de la vila de Alacant, e S.r de la dita Torre de les Macanes, al honrrat Consell de la Vila de Sexona [Jijona], y axí ab lo desús [dessús] dit acte prometeren de avassallarse per vassalls del dit S.r[,] com de fet se avassallaren per a viure e estar y habitar en lo seu lloc de Onil, ab los juraments, y pactes en lo acte contenguts y en aprés ab altre acte rebut per lo dit Juan Peres notary a 31. de Mars del dit any 1472. Venguts los dits moros al dit lloch de Onil a complir la desús [dessús] dita promesa de vassallatge al dit S.r Don Baltasar Ladró[,] tots [con]gregats y ajustats dins la mesquita del dit lloch de Onil [essent] per si present lo dit S.r [Baltasar][,] girada ves lalquible [girada vers l'alquibla], e dient aquelles paraules que a jurament de moro se pertanyen a dir, li prestaren sagrament, y homenatge de mans, e de muscle en poder del dit señor present, al qual prometeren de serli bons, lleals, fels, e verdaders vassalls, segons furs e costum del Regne de Valencia, volent ser jutjats ab Alcadí, e segons zuna, y xara, e lo dit Senyor acceptant lo dit sagrament, y homenatge de fidelitat, y vassallatge prometé als dits moros jutjarlos segons zuna, y xara, e ab Alchadí, segons en dits actes més llargament se conté" (se han agregado las tildes). Del testimonio anterior, que hace referencia a la existencia de una mezquita local, se deduce que no parece plausible la extinción total de la población musulmana en el área de Onil a partir de la colonización cristiana en la segunda mitad del siglo XIII. Es verosímil que en el espacio que va desde aproximadamente 1244 (aun en el supuesto de que la implantación de colonos cristianos en la segunda mitad del siglo XIII hubiera puesto fin en una primera fase, en lo que fueran Onil y las alquerías de sus aledaños, a la presencia de moradores musulmanes) hasta el XV (con la constancia que aporta el testimonio anterior sobre la incorporación de mudéjares en el decenio de 1470 a una comunidad de correligionarios preexistente; el dato está confirmado también para 1483 en Sempere Quilis, ONH I, p. 95) hubiese algún tipo de presencia de habitantes mahometanos (o acaso ya conversos) en el radio del término municipal. ¶ Sobre esta cuestión (si bien referida primordialmente a tierras de la Gobernación de Orihuela) puede consultarse el trabajo de Santiago Ponsoda López de Atalaya "Migracions mudèjars i disputes senyorials al sud valencià a les darreries de l'Edat Mitjana", Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 17 (2011), pp. 469-482. ¶ Los estudios sobre la materia no revelan, en cambio, información acerca de población judía en el área de la Hoya de Castalla desde el siglo XIII hasta fines del XV, a diferencia de su presencia esporádica en lugares no muy distantes, como es el caso de Alcoy, Cocentaina, Benejama, Bocairente o Elda. Véase José Hinojosa Montalvo, Los judíos en tierras valencianas, Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1999.
  41. En la medida en que puedan ser extrapolables a Onil los datos de la vecina Castalla, para este periodo se han señalado los siguientes cambios: "Castalla aumenta el número de casas habitadas de unas 90 en 1456 a 123 en 1507, un incremento de un tercio" (Antonio José Mira Jódar, "El siglo XV: demografía y economía", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, p. 243). Se ha destacado también, ilustrando la movilidad de población en la segunda mitad del XV, que "en Castalla, la mitad de los linajes documentados en 1507 se habían renovado en relación con los existentes en 1456" (Mira Jódar, "El siglo XV: demografía y economía", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, p. 244).
  42. Véase Paz Lloret, "El linaje de los Vilaragut y la violencia nobiliaria", Saitabi, 51-52 (2001-2002), pp. 269-284, donde se expone la génesis del conflicto banderizo a fines del siglo XIV. Pasado más de un siglo, los homónimos Ramon Lladró de Vilanova †c.1557 y su hijo Baltasar Lladró (Baltasar Maza de Lizana) aún participaron, arrastrando a ellas a algunos de sus súbditos, en rencillas contra otros barones valencianos en la segunda mitad del XVI. En documentación del Archivo del Reino de Valencia (Real Audiencia, Procesos criminales, Letra P, núm. 70, 92 v.), consta la intervención armada de Baltasar Lladró en el marco de una disputa caminal en la villa de Vallada: "Lo dit dia de divendres [de desembre de 1554] en la nit vingué [a Vallada] al dit loch ó senda ó camí de la dita diferencia lo dit noble don Baltasar Lladró ab vint o trenta de cavall e altres tants peons, armats ab arcabussos, escopetes, ballestes e altres armes pa guardar e deffensar los dits llauradors e homens del dit loch de Castalla e de Onil que obrien e rompien lo dit camí" (apud Sergio Urzainqui Sánchez, "Luchas nobiliarias por el control de aguas de riego, tierras de cultivo y pastos durante el reinado de Carlos V", Estudis, 32 [2006], pp. 195-214, la cita en p. 205 n.).
  43. Siempre sobre la base de una rígida compartimentación estamental en tres órdenes: 1) nobles (lat. bellatores) y 2) clérigos (oratores), como estamentos privilegiados, y 3) plebeyos (laboratores), representados respectivamente, cuando se convocaban las cortes valencianas, en los llamados brazos militar, eclesiástico y real (o popular, o ciudadano), que "se reunían y deliberaban por separado" (Javier Alvarado Planas, en Diccionario de Historia Moderna de España, II: La administración, dir. Enrique Martínez Ruiz, Madrid, Istmo, 2007, p. 129).
  44. En su doble vertiente cristiana y musulmana, esta última cuando menos hasta el inicio del siglo XVI. No puede excluirse tampoco la existencia de esclavos.
  45. Encuadrable en el grupo de los llamados ciutadans honrats, categoría característica de los países de la Corona de Aragón.
  46. Poco o nada prácticamente se sabe acerca de las posibilidades de instrucción pública más o menos reglada dentro de ese cuadro social. No obstante, es fácil sospechar que, descontando al clero, la alfabetización se limitase casi en exclusiva a la exigua minoría local que se hallara en mejor posición económica, de la que, por lo demás, salían cooptados –en una característica forma de representación timocrática que se mantendrá hasta el siglo XIX– los cargos del concejo municipal (jurados, síndico, batlle, justicias, almotacén –también llamado almutazaf o mustaçaf–, acaso no todos necesariamente letrados), tal como debieron de implantarse, en lugares pequeños como Onil, a partir del siglo XV. El horizonte formativo del resto de la población cristiana alcanzaría a lo sumo a una catequesis elemental, reforzada por su participación en los rituales preceptivos y por exposición regular a los predicadores y algún ejemplo de arte sacro, además de por la recurrencia del calendario festivo. Junto a ello, es dado pensar, en la vida cotidiana de los cristianos, en la supervivencia de un acervo de creencias tradicionales de fecha antigua, más o menos compatibles con la ortodoxia religiosa, o al menos toleradas por ella. Sobre bases doctrinales poco sólidas debía de asentarse asimismo la vida religiosa de los mudéjares locales, quienes se distinguirían de sus convecinos cristianos, además de por el factor religioso, en razón de usos y costumbres propios (indumentaria, dieta, modalidades y habilidades específicas en el desempeño de sus profesiones, residencia probablemente segregada con respecto a los cristianos, ya fuese dentro del municipio –en arrabales– o fuera de él), entre los que contaría en gran medida su idioma (la llamada algarabía, el árabe hablado por los musulmanes hispánicos). No puede excluirse que alguno de ellos manejase también la lengua de los cristianos (la llamada aljamía, término con el que desde perspectiva mora se designaba al valenciano, predominante a la sazón, o al castellano, de empleo seguramente raro aún a fines del XV en una localidad como Onil). Y, a la inversa, tampoco es descartable que algún cristiano pudiera tener rudimentos básicos de algarabía, aprendidos eventualmente en su trato con la población musulmana. En todo caso, en esa etapa histórica tardomedieval la lengua romance adopta del árabe no pocos términos, muchos de ellos de uso corriente aún en la actualidad.
  47. Puede que ocupara el espacio de una edificación previa, que acaso pudiera guardar relación con la torre de Onil a la que hace referencia el testimonio de 1251 registrado más arriba. La idea de ese estadio previo del palacio se apoya en documentación de la segunda mitad del siglo XV, que testimonia la existencia de un alcázar (supuestamente, un edificio representativo de la señoría) que presumiblemente pudo ser el embrión del actual palacio-fortaleza, cuya construcción se inició en el Quinientos. Véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 92-93, donde se glosa un documento que registra en detalle la ceremonia de toma de posesión de Onil, en junio de 1464 y a las puertas del mencionado alcázar, por parte de Doña Castellana de Lladró, esposa de Baltasar Lladró.
  48. En el siglo XVI, fueron titulares del señorío de Onil, por orden consecutivo (después de Baltasar Lladró, a horcajadas entre el XV y el XVI): Ramon Lladró (usó también los nombres de Ramón de Vilanova Rocafull, Ramon Lladró de Vilanova i de Rocafull, Ramon de Castalla), su hijo Baltasar Maza de Lizana (conocido también con el nombre de Baltasar Lladró de Vilanova i de Vic, si bien adopta en la segunda mitad del XVI los apellidos Maza de Lizana y Carroz de Arborea / Maça de Liçana i Carròs d’Arborea) y el hijo de este (en su matrimonio con Francisca Hurtado de Mendoza, X señora de Mandas [Cerdeña]), Pedro Maza de Lizana (Pere Maça de Liçana-Carròs d’Arborea i Lladró de Vilanova) †1617 (I marqués de Terranova, I duque de Mandas; ambos títulos, 1614-1617).
  49. Las obras del palacio debieron de quedar inconclusas en los primeros años del siglo XVII (exceptuando acaso la construcción de la iglesia –que ocupa buena parte de la mitad occidental del palacio–, que tuvo que proseguir durante el siglo XVII hasta su finalización en 1778), a causa de la situación de práctica bancarrota en la que se encontraba el entonces señor de Onil, Pedro Maza de Lizana, duque de Mandas y marqués de Terranova (titular de vastos estados, como se llamaba entonces a los diferentes territorios detentados por los señores, que en el caso de Maza de Lizana abarcaban zonas de la isla de Cerdeña e innumerables lugares en tierras valencianas), desvinculado seguramente de los territorios valencianos de que era titular, teniendo en cuenta que gran parte de su vida transcurre fuera de Valencia. Maza de Lizana vivía en buena medida de las aportaciones de su primo, Juan Hurtado de Mendoza y de Ladrón, VI duque (consorte) del Infantado, y este sería de hecho su heredero en 1617. Véase a este respecto James Casey, El regne de València al segle XVII, trad. Josep M. Muñoz i Lloret, Barcelona, Curial, 1981, p. 164: "Mandas [esto es, Pedro Maza] rebia concessions del seu patró [su primo, VI duque (consorte) del Infantado] en aquest moment, i els lligams entre els dos homes eren, com declarà Mandas, molt estrets, por havernos criado juntos [presumiblemente, en Granada] en casa del señor marqués de Mondéjar su padre y mi tío ". Véase también Eugenio Císcar Pallarés, Tierra y señorío en el País Valenciano (1570-1620), Valencia, Del Cenia al Segura, 1977, p. 118: "El Duque de Mandas subsistía después de la expulsión [de los moriscos, 1609], sin duda desde algún tiempo antes, con los donativos de su primo el duque del Infantado". A un Pedro Maza, acaso identificable con el sobrino homónimo del III marqués de Mondéjar, se lo representa en la obra (crónica novelada de la rebelión de los moriscos de las Alpujarras [1568-1571]) del escritor Ginés Pérez de Hita Guerra de los moriscos (1619) desempeñando Maza en 1568 el cargo honorífico de "alguacil mayor perpetuo de Granada" (véase La guerra de los moriscos [Segunda parte de las Guerras civiles de Granada], ed. Paula Blanchard-Demouge, con un estudio preliminar de Joaquín Gil Sanjuán, Granada, Editorial Universidad de Granada, 1998 [1915], pp. 8-10); también figura en dicha obra (pp. 120, 122, 154, 187, 189, 192-193) su mencionado primo, Juan Hurtado de Mendoza, supliendo al padre de este (III marqués de Mondéjar, capitán general de Granada) en acciones militares para sofocar la rebelión de las Alpujarras.
  50. No puede desdeñarse la hipótesis de que Vilanova recibiese, en compensación por perjuicios derivados de la guerra de las Germanías o en pago por su participación en ella, los recursos económicos necesarios para la construcción del palacio. Por lo demás, en la decisión de erigir un palacio-fortaleza en Onil pudo influir, además de su mera función defensiva (limitada por lo demás al señor –residente por lo general en Valencia– y a sus procuradores locales), un cálculo táctico sobre la siguiente contingencia: ante la eventual pérdida de la parte titular de la baronía (Castalla), siempre podría intentarse la retención de otros componentes del feudo –en este caso, Onil–, para lo que podría ser útil la erección de un edificio representativo de la señoría en un emplazamiento alternativo.
  51. Véase Rafael Martí de Viciana, Libro quarto de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino, ed. Joan Iborra, Valencia, Universitat de València, 2005, p. 435. El libro cuarto de la Crónica de Viciana relata en pormenor la guerra de las Germanías, en la que tomó parte el propio historiador en su juventud. Como es sabido, las Germanías representan una sublevación popular, protagonizada por las clases medias y bajas y dirigida, más que contra la corona, contra la aristocracia y los moriscos (dóciles vasallos de la nobleza; a los moriscos se les creía confabulados con la piratería berberisca). El bando nobiliario consiguió, no obstante, identificar su causa con la real, lo que explica que fuera la autoridad virreinal la encargada de sofocar y reprimir la insurrección, en cuyo transcurso el odio antimorisco de los agermanados causó la muerte de no pocos mudéjares o moriscos (liquidados, en muchos casos, inmediatamente después de su bautismo forzoso), a lo que se unía por lo general el saqueo de sus bienes (véase Ricard Bañó i Armiñana, "Violencia agermanda", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, pp. 277-288). En poblaciones cercanas, como fue el caso de Villena (del reino de Castilla a la sazón), ya se habían verificado asimismo matanzas de mudéjares y conversos de origen musulmán en 1476 que habían llevado prácticamente a su erradicación; véase Sebastián García Martínez, "Villena y la Segunda Germanía", Villena. Revista Anual, 20 (1970), p. 3 (de la tirada aparte). Un planteamiento general puede verse en Ricardo García Cárcel y Ernest Belenguer Cebrià, Las Germanías, Madrid, Cuadernos Historia 16 (n° 48), 1985.
  52. No puede saberse a ciencia cierta (aunque cabe dentro de lo probable) si los sucesos de 1521 y en general la hostilidad antimusulmana de las Germanías pudieron marcar la disolución de la pequeña aljama que existía en Onil a fines del siglo XV, o si ello se debió a la emigración en busca de unas condiciones de vida más favorables. Lo cierto es que, andando el tiempo, se postula la ausencia de población mudéjar o morisca en Onil, concretamente en el momento de la expulsión de los moriscos (1609), asunto al que se hará referencia más adelante. Véase, en relación con los sucesos de 1521 en Onil, Sebastián García Martínez, "Notas sobre la participación de Villena en la Guerra de las Germanías", Villena. Revista Anual, 29 (1979), p. 5 (de la tirada aparte).
  53. Se está tentado a imaginar, para largos periodos de la existencia de una localidad como Onil, un inmutable patrón de vida intrahistórica: sociedad predominantemente estática, ambiente levítico, laboriosidad más o menos sumisa para el logro de una modesta subsistencia. Sin embargo, es dable pensar que dentro de ese supuesto cuadro monolítico de conductas pautadas y básicamente unánimes hubieron de introducirse gradualmente elementos de dinamización social que desembocarían en una diversificación de posturas mentales y vitales en general (aun dentro de la fase del Antiguo Régimen). Se explica así cómo pudo hacer quiebra, en algunos sujetos y de forma paulatina, la mentalidad de obediencia reverencial que promueve el régimen señorial y surgir una corriente inconformista (seguramente, no de abierto desafío) con ese estado de cosas.
  54. Ese acatamiento se reforzaba con la convocatoria regular de consejos generales, con el comprensible efecto de intimidación que implicaría la comparecencia en ellos del señor territorial (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 110-111).
  55. Sin pretender afirmar que ese fuese el caso de Onil (quiere decirse la aplicación a rajatabla de todos y cada uno los puntos que se detallan en lo que sigue), la sujeción al régimen señorial abarcaba prácticamente todos los aspectos de la vida local, desde la economía hasta la administración de justicia. Empezando por la práctica imposibilidad de cambiar de domicilio y abandonar el territorio sujeto a la jurisdicción del señor (a no ser a costa de fuertes tributos), no había faceta de la actividad económica y vital en general que no estuviera intervenida por el señor de turno y de la que este no obtuviera réditos: empleo ineludible de servicios públicos –las llamadas franquicias, regalías o dependencias señoriales, explotadas en calidad de monopolios– como molinos de grano, almazaras, alhóndigas, hornos, tahonas, carnicerías, tiendas, mesones, tabernas, posadas, ventas de hospedaje, fraguas..., frutos del trabajo agrícola o ganadero, uso de pastos, transacciones comerciales, posesión y traspaso de bienes inmuebles, operaciones crediticias, la obligatoriedad de llevar a cabo en provecho del señor prestaciones personales en forma de trabajos físicos. ¶ Podía darse el caso, además, de que el señor, desentendiéndose de la prolija tarea de colectar sus rentas por medio de su representante local y residiendo por lo general bastante lejos de los territorios sobre los que ejercía el señorío, pactase con algún propietario o rentista onilense o forastero –a cambio del adelanto de una suma anual o plurianual– el arriendo de sus derechos: "frutos, rentas, emolumentos y regalías", como se detalla, por ejemplo, en el contrato de arrendamiento que en 1635 estipula el procurador en Onil del VII duque de Béjar con un labrador, en quien se delega, por espacio de cuatro años, la función de recaudar para sí –previo pago de una suma convenida– las rentas del señor, arriendo que se renueva en 1650, en tiempos ya del VIII duque de Béjar, entre las mismas partes (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 142-143). En esas circunstancias, en las que el arrendador de los derechos señoriales asume el papel de pequeño señor –si bien sin contar con prerrogativas de juez–, tuvieron que generarse no pocas tiranteces entre el nuevo recaudador y los llamados a tributar. ¶ Tanto en los supuestos de ejecución fiscal directa como delegada, las posibilidades de apelar, en caso de conflicto, a una instancia judicial más o menos independiente o con unas mínimas garantías de ecuanimidad eran, por lo demás, muy limitadas, dado que correspondía al señorío la jurisdicción civil y criminal, con los llamados mero y mixto imperio (una situación de justicia delegada en la que el señor podía obrar de forma cuasi soberana). En las raras ocasiones en que ello fue viable, el recurso a instancias arbitrales más altas se resolvió por lo general en contra de los intereses del común de vecinos. El único contrapeso al poder dominical, representado in situ –y no siempre de forma permanente– por un comisionado (también llamado procurador), se encontraba en los concejos municipales, en cuya composición, no obstante, influía el señor de forma decisiva. ¶ Otra nota obvia del régimen señorial en el caso de una población como Onil es, como se dijo anteriormente, el absentismo del titular del señorío, dado el carácter subalterno (su emplazamiento periférico, su escasa relevancia económica, su modesta entidad demográfica) que para aquel tenía el municipio, entendido tan solo como parte integrante de un patrimonio más o menos disperso de lugares y territorios que iba apiezando (o que simplemente había recibido en herencia) sin apenas vinculación vital con ellos, exceptuando –claro está– la obtención de la cadena de rentas y beneficios mencionada anteriormente. Piénsese, en el caso extremo (pero lo mismo cabría decir de la nobleza valenciana, radicada por regla general en la capital del Turia), qué sino la mera posibilidad de ensanchar su peculio –siquiera fuera con un magro pellizco– significaría para magnates tales como un duque de Béjar su jurisdicción sobre una modesta villa rural valenciana (o sarda), muy alejada del centro de gravedad de sus negocios políticos y económicos. Expone de forma detallada todo este conjunto de cuestiones Antonio Gil Olcina en sus estudios La propiedad señorial en tierras valencianas (Valencia, Del Cenia al Segura, 1979) y Singularidades del régimen señorial valenciano. Expansión, declive y extinción de la señoría directa (Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2012); véase también del mismo autor "Evolución de la propiedad agraria", en Geografía de la provincia de Alicante, dir. Antonio López Gómez y Vicenç M. Rosselló Verger, Alicante, Diputación Provincial de Alicante, 1978, pp. 241-251, donde hay un resumen de la cuestión referido a tierras específicamente alicantinas. ¶ Por último, no puede dejar de considerarse también, en la actitud de desapego anímico de los barones con respecto a sus villas y lugares de señorío valencianos, el disenso lingüístico que suponía una nobleza ya predominantemente castellanoparlante, que a buen seguro miraría con desdén a sus vasallos, mayoritaria y casi exclusivamente valencianoparlantes. ¶ En contrapartida, un aspecto económico que no debe omitirse en relación con el régimen señorial es el hecho de que periódicamente los señores de lugares se veían sometidos, por su parte, a importantes exacciones y eran objeto de tributos extraordinarios destinados a la hacienda real. Con frecuencia, esas tributaciones tenían como finalidad la financiación de campañas bélicas. Es cierto que eso también se resolvía en ocasiones mediante la recluta de hombres, lo que acababa repercutiendo, en definitiva, en sus vasallos, obligados a la prestación de servicios militares. Véase Antonio Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas del Antiguo Régimen, Madrid, Istmo, 1979, pp. 93 y ss.
  56. Véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 114-120 y 135-136.
  57. Concretamente en 1760, como señala Antonio Domínguez Ortiz, Sociedad y Estado en el siglo XVIII español, Barcelona, Ariel, 19842, p. 433; véase también Manuel Ardit Lucas, "Las transformaciones sociales y políticas", en Sebastián García Martínez (coord.), Nuestra historia, vol. 5, Valencia, Mas Ivars, 1980, pp. 243-244 (epígrafe "Los pleitos de reversión a la corona"). Se expone el desarrollo del pleito en Sempere Quilis, ONH I, pp. 228-267. Asombra el detalle documental de este proceso judicial, que constituye, al margen de su interés meramente jurídico, una inapreciable fuente para el estudio de la historia local desde la fecha de la instauración del señorío en el siglo XIV hasta mediados del XVIII. De su lectura se pueden rescatar significativas facetas de la vida económica y social del municipio. Aunque para un periodo de tiempo más breve, constituyen también una fuente documental relativamente rica (para la reconstrucción de la estructura social del pueblo, sus formas de existencia y mentalidad) los informes de los visitadores episcopales durante el siglo XVII (auténticos sociogramas indicativos de la vida local de esos años), tal como se ven en Sempere Quilis, ONH I, pp. 169-176.
  58. En rigor, Gobernación de Valencia, lugartenencia de Játiva o dellà Xúquer.
  59. Sin embargo, proyecciones modernas elevan esa cifra, para esas fechas, a 410 vecinos; véase Tulio Halperin Donghi, Un conflicto nacional. Moriscos y cristianos viejos en Valencia, Valencia, Universitat de València-Universidad de Granada-Universidad de Zaragoza, 2008 [1980], pp. 233, 260 y 258 (donde se detallan los criterios seguidos para obtener la mencionada proyección). En demografía relativa al Antiguo Régimen, el término vecino es una magnitud que ha de multiplicarse por un índice de conversión que oscila entre 3 y 5 (usualmente, 4,5) para calcular el número de habitantes. Lo mismo puede decirse de los términos casa, foc, llar, o en castellano familia u hogar, con los que alterna el tecnicismo vecino; véase a este propósito Antonio Domínguez Ortiz, La sociedad española en el siglo XVII, vol. I, Granada, CSIC-Universidad de Granada, 1992, pp. 59-62; y del mismo autor El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias, Madrid, Alianza Editorial ("Historia de España Alfaguara", III), 1981 [1973], p. 70. ¶ El censo fiscal de 1510 refiere datos conjuntos para Castalla y Onil (172 cases y 12.792 cabezas de ganado); véase El cens de 1510. Relació dels focs valencians ordenada per les Corts de Montsó, ed. Rafael Valldecabres Rodrigo, Valencia, Universitat de València, 2002, p. 34.
  60. Los condes de Albatera libraron un largo contencioso (iniciado aproximadamente en 1636 por Gaspar de RocafullI conde de Albatera– y proseguido luego por su nieto, Guillén Manuel de Puixmarín Rocafull †1723, vizconde de Rocabertí y III conde de Albatera) contra los titulares del ducado de Béjar a propósito de la herencia de Pedro Maza de Lizana, Carroz de Arborea y Ladrón de Vilanova, duque de Mandas y marqués de Terranova (señor de Onil, entre otros muchos territorios), cuya muerte sin descendientes directos en 1617 había interrumpido la continuidad paterno-filial en la línea familiar de los Vilanova y suscitaría más tarde las reclamaciones de los Albatera (como descendientes colaterales de los Ladrón de Vilanova). Pedro Maza de Lizana testó a favor de su primo, Juan Hurtado de Mendoza y de Ladrón †1624, VI duque (consorte) del Infantado en virtud de su matrimonio con Ana de Mendoza y Enríquez de Cabrera †1633. A la muerte de la hija de estos, Ana de Mendoza de la Vega y Luna †1629 (III duquesa de Mandas y III marquesa de Terranova), casada con su primo hermano Francisco Diego López de Zúñiga y Sotomayor y Mendoza †1636 (VII duque de Béjar), hereda el ducado de Mandas (y toda su cadena de títulos y territorios) y el marquesado de Terranova el hijo de ambos, Alfonso López de Zúñiga y Mendoza, en quien en 1636, a la muerte de su padre, concurre también el ducado de Béjar. Es entonces cuando se enciende el pleito con los Albatera, pretendientes del título de Mandas (y anexos, entre los que se contaba el señorío de Onil). Las pretensiones de los Albatera no parecen haber sido satisfechas sino hasta 1723 (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 136-137). Solo en la fase final de este "periodo bejarano" (que llega prácticamente hasta 1737, con la erección del primer Albatera-Dos Aguas como señor de Onil, es decir, Ginés Francisco de Paula Rabasa de Perellós y Lanuza †1765, III marqués de Dos Aguas y a su vez conde de Albatera, con quien la estirpe concurrente de los Béjar llega a posesión de los títulos reclamados por sus antecesores Rocafull), tuvo lugar, al parecer, el secuestro del señorío (al menos entre 1728 y 1737; véase Sempere Quilis, ONH I, p. 228), esto es, su administración interina por parte de la corona a causa de endeudamientos de la casa señorial o "por problemas derivados de herencias colaterales" (véase Enrique Martínez Ruiz [dir.], Diccionario de historia moderna de España, I: La administración, Madrid Istmo, 2007, p. 339-340); este último supuesto parece ser el caso en el largo pleito entre los condes de Albatera y la casa de Béjar.
  61. Véase Sempere Quilis, ONH I, p. 138. No se piense, no obstante, en una situación de interregno o behetría: los leves frenos que podían ponerse a las exacciones señoriales tenían que dirimirse en muchos casos en los tribunales.
  62. En lo que se refiere al clero secular, parece que, junto a un vicario encargado de la cura de almas, existía –testimonio de una intensa impregnación clerical– una decena larga de beneficiados, también perceptores de rentas; documenta en detalle la dotación de estos beneficios eclesiásticos la monografía de Carlos de Aracil Las capellanías de Onil. Introducción a su estudio en los siglos XVII y XVIII, Ferrol, Edición del autor, 2000. En cuanto al clero regular, fracasado el proyecto de instituir una comunidad de religiosas, para la que se construye entre los siglos XVI y XVII el monasterio de Montserrat, poco tiempo después se edifica y se dota un convento (el de San Buenaventura), en el que se establece a partir de 1674 una comunidad de frailes franciscanos alcantarinos, que existió hasta la desamortización de Mendizábal (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 286-291 y 295); más tarde sería ocupado, desde fines del XIX hasta la actualidad (con un intervalo vacante durante la Guerra Civil), por congregantes agustinas. De fecha más antigua, existían también por entonces las ermitas de la Virgen de Loreto (en la alquería de Favanella, más tarde consagrada a Santa Ana), San Antonio, San Cristóbal, San Vicente (en un paraje del norte de la Sierra de Onil conocido como la Foia de Vicent-Galindo) y presumiblemente también la de la Virgen de la Salud (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 169-176), si bien las obras de construcción del actual santuario concluyeron, al parecer, en 1719 (véase el opúsculo piadoso de José Recoder Annexy, La gloria de Onil, o sea historia del santuario y de la milagrosa imagen que bajo el título de Nuestra Señora de la Salud se venera en la Villa de Onil, Barcelona, Imprenta de la Librería Religiosa, 1883, p. 41), luego de la oficialización del patronazgo local en la figura de la Virgen de la Salud; por lo demás, la canonización de dicho patronazgo llegaría un poco más tarde, en 1743 (véase Ramón Sempere Quilis, Patronazgo de la Virgen de la Salud, Onil. Entre la leyenda, la tradición y la historia, Petrel, Edición del autor [Gráficas Arenal], 1999, p. 28).
  63. En el otro platillo de la balanza, hay que poner el hecho de que son los concejos municipales y la iglesia los que en el Antiguo Régimen asumen labores asistenciales y, aunque de forma muy precaria, proporcionan unos rudimentos de instrucción pública, en una época en la que el Estado no subviene aún a esas necesidades; véase Antonio Domínguez Ortiz, "Aspectos sociales de la vida eclesiástica en los siglos XVII y XVIII", en Historia de la Iglesia en España, vol. IV: La Iglesia en la España de los siglos XVII y XVIII, dir. Antonio Mestre Sanchis, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1979, pp. 8 y ss.
  64. Y estas se van afianzando por tradición popular en el transcurso de los siglos. Por lo demás, es conocido el hecho de que las controversias teológicas en torno a la definición dogmática de la inmaculada concepción, que tuvieron una repercusión muy enfervorizada en la cultura popular de aquellos años, se traducen en un incremento fenomenal del culto de hiperdulía durante el siglo XVII. Véase Julio Caro Baroja, Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII, 2 vols., Barcelona, Círculo de Lectores, 1995 [1978]. Menudean en ese clima los episodios de milagros atribuidos a imágenes sacras, atribuciones auspiciadas por una "expectativa afanosa de lo sobrenatural" (Antonio Domínguez Ortiz, "Iglesia institucional y religiosidad popular en la España barroca", en La fiesta, la ceremonia, el rito, ed. Pierre Córdoba y Jean-Pierre Étienvre, Granada, Casa de Velázquez-Universidad de Granada, 1990, pp. 9-20; la cita en p. 12) propia de tiempos de tribulaciones como los del XVII. ¶ Para la advocación onilense (que o bien pudo existir con ese título particular desde fecha antigua –introducido en algún momento posterior a la conquista cristiana del siglo XIII, de forma análoga a lo ocurrido con las Vírgenes de la Salud de Algemesí, Játiva, Chirivella, Palma de Mallorca–, o establecerse con esa concreta denominación en el periodo final del XVII), véase Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz, "Salus infirmorum. Mito e iconografía de la Virgen de la Salud en la escultura española", Boletín de Arte [Universidad de Málaga], 21 (2000), pp. 149-169. Sin duda, el auge de la piedad popular se ve favorecido a partir del siglo XVIII por la predicación tardobarroca. Dos ejemplos de ello pueden verse en el Sermón panegyrico de la Virgen de la Salud, que venera la villa de Onil (Valencia, Antonio Bordazar, 1733; predicado en Onil, de acuerdo con el título, el 30.4.1733), del franciscano fray Andrés de Santa Catalina (puede consultarse aquí) y en el Sermón de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Salud, venerada en la Villa de Onil (Valencia: Joseph Thomás Lucas, 1748; predicado en Onil, de acuerdo con el título, el día 24.9.1748, "primero del solemnísimo novenario de las fiestas del centenar"), del también franciscano Tomás Pavía; sintetiza ambos textos Sempere Quilis en Patronazgo de la Virgen de la Salud..., cit., pp. 179-200. En ese contexto de propagación del culto, también desempeñan un papel importante la impresión de grabados de la imagen mariana y, ya en el siglo XIX, la generalización de la efigie a través de estampas de fácil adquisición. Véase también, con abundante información sobre tierras valencianas, Marlène Albert-Llorca, Les Vierges miraculeuses. Légendes et rituels, París, Gallimard, 2002.
  65. Se ha calculado en una veintena larga el número de víctimas en Onil (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 144-151); cifras notablemente inferiores registran informes médicos de abril de 1648, elaborados a instancias del duque de Béjar (véase Miquel-Àngel González i Hernández, "Castalla i Onil en l'origen de la festa de moros i cristians [1473-1804]", en Home i paisatge, cit., pp. 25-38, especialmente pp. 31-33; se comenta ahí documentación del Archivo Municipal de Castalla, signatura C-569/2). Lamentablemente, la indigencia de fuentes documentales no permite conocer el impacto local de importantes epidemias de peste anteriores, como las del siglo XIV (1348, 1362, 1374-75, 1383-84, 1395, 1410), de alcance general en todo el reino (véase Eduard Císcar Pallarés y Ricard Garcia Càrcel, Moriscos i agermanats, pról. Joan Reglà, Valencia, L'Estel, 1974, p. 26), ni la de las epidemias de 1521-1523, 1557-1558, 1565-1566 y 1597-1601, que azotaron especialmente a los territorios de la Corona de Aragón (véase Antonio Domínguez Ortiz, El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias, cit., p. 71); acaso sí podrían obtenerse aún datos relativos a la gran peste de 1599-1600. Mucho más mortíferas fueron, andando el tiempo, la epidemia de cólera de 1854, que causó al parecer 218 muertes en el municipio, y la de gripe de 1918, que costó la vida a 61 personas (véase Àngel Beneito Lloris, Condicions de vida i salut a Alcoi durant el procés d'industrialització [1830-1950], Valencia, Universidad Politécnica, 2003, pp. 190 y 232).
  66. Si bien las muertes debidas a la peste no fueron al parecer muchas, la mortalidad infantil debió de presentar tasas altas. Se trata, claro está, de un fenómeno no circunscrito al siglo XVII. Debió de ser frecuente en siglos anteriores, y no dejaría de serlo hasta bien entrado el siglo XX.
  67. La desmembración de Onil con respecto a la iglesia parroquial de Castalla y su constitución en parroquia independiente, abandonando su condición de vicariato del pueblo vecino, no se verifican hasta el año 1790 (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 175, 278 y 284), en fecha relativamente tardía y tras alguna petición razonada de segregación que data de un siglo antes (1698) y sobre la que se conserva documentación (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 279-284). Ello se explica por la lógica resistencia que opone una parroquia matriz a perder las rentas eclesiásticas, diezmos y primicias que le tributan anexos subordinados a ella.
  68. Un visitador arzobispal exhortaba ya en 1607 a construir una nueva iglesia (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 166 y 174), testimonio que cabe interpretar como referido al futuro templo del palacio-fortaleza. Por ello, no es desatinado pensar que bastante antes de 1778 –fecha que alude probablemente a la culminación de las obras de edificación de la torre del campanario, y no del templo en cuanto tal– pudiese existir, en el propio recinto del palacio, alguna capilla que hiciera las veces de iglesia, acaso desde el siglo XVII o que se oficiara ya en la nueva iglesia –incluso desde la segunda década del siglo XVII– antes de su definitiva conclusión en el siglo siguiente (véase Sempere Quilis, ONH I, p. 153). Parece plausible, además, relacionar la bendición de campanas, de la que da cuenta documentación de los años 1622 y 1657 y 1659 (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 152-153) con el proceso de construcción del nuevo templo, acaso ya activo en esos años. Por último, resulta concluyente el dato de que, a principios del siglo XIX, el clero de Onil celebraba anualmente la llamada dedicación de la iglesia, evocando la fecha del 10 de octubre de 1621, en que el delegado arzobispal fray Pedro de Urbina autorizó al entonces párroco vicario, Miguel Berenguer, a consagrar la iglesia de San Jaime (es de suponer que en su actual ubicación) (véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, p. 193). ¶ En todo caso, desde fines del siglo XVII también existió la iglesia del convento de San Buenaventura (el entonces patrón local –lo era asimismo Santa Eufemia de Orense, antes de que en 1743 se oficializase el patronazgo de la Virgen de la Salud; véase Sempere Quilis, Patronazgo..., cit., p. 28–), consagrado el conjunto conventual en 1687, como indica la documentación que da cuenta de la jornada festiva de aquel año en la que las autoridades eclesiásticas se encaminan desde la iglesia local (dondequiera que se hallase) hasta el nuevo convento para bendecir el nuevo edificio (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 162-169, donde se reproduce parcialmente y se glosa un documento manuscrito del XVII que contiene una especie de crónica de la fundación, en 1674, y la consagración definitiva del convento, en 1687).
  69. El templo obedece, por tanto, al mismo impulso tridentino que, en tierras valencianas (y especialmente en la Valencia rural), contribuyó a erigir durante los siglos XVI y XVII (con obras que se prolongaron en algunos casos al Setecientos) un buen número de iglesias espaciosas (allá donde no existieran parroquiales o arciprestales desahogadas de época gótica, como podía ocurrir en núcleos de población más grandes), cuyos descollantes campanarios y cúpulas alicatadas iban a marcar el perfil urbanístico típico de esas poblaciones. Refuerzo arquitectónico de la nueva pastoral contrarreformista, tales templos habían de sustituir a aquellos que tuvieron que ser improvisados a raíz del proceso de conquista cristiana del siglo XIII –algunos de ellos ocupando el espacio de antiguas mezquitas– o los que fueron construyéndose de nueva planta (seguramente, edificaciones de exiguas dimensiones) desde la segunda mitad del siglo XIII en adelante.
  70. Un documento de 1785 la da ya como "iglesia antigua derruida" (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 308 y 277-278). No puede excluirse que, hasta la conclusión a fines del XVIII de la actual iglesia enclavada en el palacio, fuese ampliada o remozada la antigua iglesia sita en el barrio de Montserrat.
  71. Este conjunto conventual parece integrar una preexistente ermita dedicada a Nuestra Señora de Montserrat –una de las primeras advocaciones marianas generales, anterior a la multiplicación de estas en época postridentina–, que acaso fuera la primera iglesia existente en Onil (presumiblemente, con culto desde la segunda mitad del siglo XIII), anexo de la parroquial de Castalla, administrado por un vicario dependiente de la villa vecina. A este primer templo cristiano (primero, puesto que postular para Onil un pasado visigótico o presencia de mozárabes durante la época musulmana es una hipótesis poco verosímil) parece que se destinó el retablo tardogótico que representa, en su tabla central, al apóstol Santiago y se conserva actualmente en la iglesia parroquial del mismo nombre. Lo estudió Lorenzo Hernández Guardiola, Pintura gótica y renacentista valenciana. Nuevos estudios y atribuciones, Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1983, pp. 23 y ss., quien lo data en el primer decenio del siglo XVI.
  72. Como es sabido, los moriscos son los musulmanes compelidos a convertirse al cristianismo, lo que en el caso valenciano ocurre en mayor proporción desde aproximadamente 1525, tras las Germanías. Por lo demás, en el transcurso del siglo XVI, la población mudéjar queda reducida en general, en virtud de las conversiones forzosas, a la mínima expresión. En el caso particular de Onil, ya no hay rastro de los descendientes de aquel núcleo mudéjar de fines del siglo XV, del que se habló más arriba. Datos de mediados del siglo XVI parecen indicar ya la inexistencia de población morisca en el municipio; véase Manuel Danvila, "Desarme de los moriscos en 1563", Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo X (1887), pp. 273-305. Véase también "Desarme de los moriscos valencianos".
  73. El censo en cuestión, el llamado recuento de Caracena (Archivo General de Simancas, Est., 213), detalla la distribución de pobladores cristianos viejos y/o moriscos en todos los lugares de realengo y de señorío del reino de Valencia. De esa estadística se deduce que Onil es un lugar habitado por 250 vecinos, o familias, de los llamados cristianos viejos, entre los que no residen moriscos (otras fuentes, en cambio, reducen incluso ese número: así, la información relativa a una visita pastoral correspondiente a 1604 señala la cifra de "200 casas de cristianos viejos"; véase Sempere Quilis, ONH I, p. 174); véase, para el recuento de Caracena, Císcar Pallarés, op. cit., p. 341; y Halperin Donghi, op. cit., p. 242. La cifra de 250 vecinos ha sido sensiblemente elevada en recientes cálculos proyectivos: Halperin Donghi (op. cit., p. 262) propone más bien la cifra de 440 vecinos para 1609.
  74. Detalla las operaciones de hostigamiento dirigidas contra los moriscos el historiador seiscentista valenciano Gaspar Juan Escolano en la segunda parte de sus Décadas de la historia de la insigne y coronada ciudad y reino de Valencia, Tomo II, Valencia-Madrid, Terraza, Aliena y Cía, 1879, caps. 53-61, pp. 801-833; la referencia a "cincuenta [soldados] de las villas de Onil y Penáguila", en el cap. 56, p. 813. Por su parte, Primitivo J. Pla Alberola precisa: "No vamos a entrar en el relato de lo que ni siquiera merece el calificativo de hecho de armas, con unos moriscos prácticamente desarmados y acorralados en las crestas del Vall de Laguar sin contar siquiera con agua. Hay toda una serie de acciones que más hay que calificar de pillaje por quienes habían acudido ante las perspectivas de lograr un suculento botín. Por ejemplo, cuando unos cincuenta hombres de Onil y Penáguila acometieron una 'entrada' el diez de noviembre [de 1609] e 'hizieron una buena presa de ganado menudo', pero a parte de ellos no les pareció suficiente y, queriendo más, cuatro pagaron con la vida esta ambición" (Primitivo J. Pla Alberola, "La expulsión de los moriscos", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, p. 347; las citas proceden de Escolano). ¶ Se hablará en lo que sigue de un aspecto asociado al reclutamiento ordinario de tales unidades militares locales (y a sus fines específicos de defensa o participación efectiva en hechos de armas), recluta ya habitual en el Quinientos. En el siglo XVII, se inicia en esta área geográfica la práctica de los llamados alardes y soldadescas (conocidos tradicionalmente con el vocablo híbrido castellano-valenciano de alardo): exhibiciones, acaso también con fines de adiestramiento, de integrantes de las milicias municipales, que en determinadas fechas acompañaban la celebración de ceremonias religiosas tales como procesiones, y en las que, remedando escenas de guerra, se disparaban salvas de arcabucería. Esta costumbre, aneja al calendario festivo local y que servía para la renovación anual de esas compañías de reservistas, tuvo que surgir entre cofradías de excombatientes –por así decir–, formadas inicialmente por quienes participaron en aquellas acciones bélicas antimoriscas de comienzos de siglo XVII, si bien se tiene constancia, como es natural, de intervenciones de otra índole, en su función específica y al margen de su manifestación meramente ceremonial; en el caso concreto de Yecla (Murcia), por ejemplo, se conoce la movilización de las milicias locales para repeler una ofensiva corsaria en las costas de Cartagena (1618), en el contexto de la guerra de Cataluña (1642, 1650), en acciones de socorro ante el ataque de la armada francesa a Alicante (1691) (véase Liborio Ruiz Molina, "El alarde de Yecla [Murcia]: pervivencias patrimoniales de las milicias en el ritual festivo", en Ana Díaz Serrano, Óscar Mazín y José Javier Ruiz Ibáñez [eds.], Alardes de armas y festividades. Valoración e identificación de elementos de patrimonio histórico, Murcia, Universidad de Murcia, 2008, p. 56, n. 10). Recuerdo ritual de los sucesos de 1609, esas prácticas irían repitiéndose generación tras generación, hasta que la memoria de los hechos que les dieron pie se hiciera cada vez más tenue. En la segunda mitad del siglo XVIII, fueron objeto de prohibiciones en el marco de las celosas reglamentaciones en materia de diversiones públicas en tiempos de Carlos III; en el caso de Onil, la suspensión se extiende desde 1771 hasta 1799, ya en el reinado de Carlos IV (véase José Fernando Domene Verdú, Las fiestas de moros y cristianos, Alicante, Publicacions de la Universitat d'Alacant, 2015, p. 129). (El ilustrado Jovellanos registra este tipo de actividades en su Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas [1796; II parte, epígrafe "Juegos de pelota"] recomendando su reforma: "Las corridas de caballos, gansos y gallos, las soldadescas y comparsas de moros y cristianos y otras diversiones generales son tanto más dignas de protección cuanto más fáciles y menos exclusivas, y por lo mismo merecen ser arregladas y multiplicadas" [Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas ∙ Informe sobre la Ley Agraria, ed. Guillermo Carnero, Madrid, Cátedra, 1997, p. 197].) De esos alardes y soldadescas ya hay testimonios, en el caso de Onil (y asimismo en otras poblaciones próximas, también del área oriental de La Mancha), en el transcurso del siglo XVII y en el siguiente (véase, por ejemplo, Sempere Quilis, ONH I, pp. 153-154, 166, 168 y 342-351). En tales festejos, cuyo carácter de pantomima bélica se expresa también, en documentación de fines del siglo XVIII, con las palabras juegos y escaramuzas (o con la expresión juegos y soldadescas), se ha visto plausiblemente el embrión –al menos en lo que atañe a la comarca de l’Alcoià y zonas aledañas, como el extremo oriental del marquesado de Villena– de lo que, andando el tiempo, se conocerá como fiestas de moros y cristianos. Estas empiezan a cobrar su fisonomía actual en los llamados simulacros de moros y cristianos, fórmula expresiva forjada ya a mediados del siglo XIX. (La expresión figura en Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, Tomo XII, Madrid, Madoz & Sagasti, 1849, p. 277. El vocablo simulacro lo retoma Julio Caro Baroja en Los pueblos de España, vol. II, Madrid, Istmo, 2000 [1946], p. 343: "Una clase de espectáculos que son muy frecuentes en bastantes pueblos de Valencia y Alicante, que tienen su razón de ser en hechos históricos de que se ha hablado con insistencia, son las representaciones de moros y cristianos, de las cuales acaso la más famosa sea la de Alcoy. Las hay también complicadas en Villajoyosa, Onil, etc. Consisten en un simulacro de batalla entre un grupo de vecinos vestidos de moros y otro ataviado a la moda [más o menos verazmente] de los cristianos medievales, simulacro que tiene lugar con motivo de una fiesta religiosa y al que se da siempre un particular fundamento histórico".) Tales simulacros de moros y cristianos de mediados del siglo XIX corresponden a una fase en la que el recuerdo fidedigno de los sucesos de la expulsión de los moriscos (y en concreto las batidas dirigidas por las milicias concejiles contra los moriscos sublevados en 1609) sin duda ya se había volatilizado. En la etapa de fines del siglo XVIII e inicios del XIX, el pasado histórico al que parecían hacer referencia esos festejos que habían empezado en el Seiscientos como alardes y soldadescas (el sometimiento de los moriscos rebeldes a principios del XVII; en las zonas costeras, las medidas defensivas frente a la piratería berberisca) se fue desplazando más bien al siglo XIII e incluso al VIII, probablemente sin una conciencia clara de la cronología de la conquista musulmana ni de la jaimina del Doscientos, si exceptuamos a una eventual minoría letrada. Ello se comprueba ya en los primeros textos conservados de las llamadas embajadas, cuya composición data, en los ejemplos más antiguos que han llegado hasta el presente, del Setecientos (J. F. Domene Verdú, op. cit., pp. 99, 129 y 353, atribuye de hecho a Onil el texto de embajada más antiguo de los conservados de fecha temprana, "escrito a mediados del siglo XVIII", p. 99). María Soledad Carrasco Urgoiti ("Aspectos folclóricos y literarios de la fiesta de moros y cristianos en España", en Publications of the Modern Language Association, 78, 5 [1963], pp. 476-491, en especial p. 491) sostiene, desarrollando una tesis del etnógrafo Adolf Salvà i Ballester, la opinión de que "el formato dramático" de la conquista musulmana y la reconquista cristiana arraigó con fuerza, a principios del siglo XIX, en pueblos de la actual provincia en los que ya existía cierta tradición al respecto. Eso ocurrió al decaer en las ciudades de Alicante y Valencia las celebraciones de carácter oficial u organizadas por gremios de artesanos y pescadores, que habían sido habituales durante el siglo XVIII y en las que se representaban piezas teatrales que, siguiendo el modelo de las comedias de moros y cristianos del XVII, abordaban el asunto de la conquista sarracena y la posterior recuperación por parte de los cristianos de la plaza en cuestión (las documentó Adolf Salvà i Ballester en su Bosqueig històric i bibliogràfic de les festes de moros i cristians, Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1958, pp. 29-30, 77-82, 87-90; reed. facsímil: Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos Juan Gil-Albert, 2002). Se produjo, así, una irradiación desde la ciudad hasta el ámbito rural, donde se adoptaron y adaptaron formas teatrales surgidas tiempo atrás en otras partes. No sería imposible, por tanto, que el llamado texto primitivo del XVIII –que ya presenta alusiones específicas a la villa de Onil, junto a referencias a zonas costeras– se hubiera gestado en las mencionadas capitales o tuviera otra procedencia (por ejemplo, el área granadina, de la que también se conocen piezas dramáticas destinadas a festejos rurales modeladas según el patrón de las comedias de moros y cristianos del Seiscientos) y en él se hubieran integrado especificidades locales. Comoquiera que sea, la existencia de un conjunto extenso de comedias de moros y cristianos (Lope de Vega, Calderón de la Barca son sus autores más destacados) dota de un contexto literario (y los inspira, en ocasiones) a los textos de embajadas que empezarán a escribirse desde fines del siglo XVIII en adelante. Literariamente hablando, las embajadas no surgen, por tanto, de la nada, sino que lo hacen sobre el fondo de un corpus preexistente de obras de características análogas. (Las embajadas son, como es sabido, breves piezas dramáticas –normalmente, en verso– de cronología errática o cuando menos bastante elástica, en las que, pese a sus muchas libertades, se comprueba una línea vagamente conciliable con los hechos históricos. Los dos textos de las representadas en Onil –el más antiguo, de fines del XVIII [reproducido en Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, pp. 364-381; sobre el primitivo texto, del siglo XVIII, ha escrito Rafael Garcia i Berenguer en "L'embaixada d'Onil, tota una senda històrica en els temps de la festa de moros i cristians", en I Congreso Internacional de Embajadas y Embajadores de la Fiesta de Moros y Cristianos, Ontinyent, Societat de Festers, 2014, pp. 478-479]; el que se declama actualmente, de mediados del XIX, atribuido al poeta y cronista valenciano Vicente Boix [reproducido en Recoder Annexy, La gloria de Onil, cit., pp. 59-75; y en Sempere Quilis, Patronazgo de la Virgen de la Salud..., cit., pp. 210-218]– responden al esquema típico de "reto-combate-triunfo" –estudiado por María Soledad Carrasco Urgoiti en El moro retador y el moro amigo. Estudios sobre fiestas y comedias de moros y cristianos, Granada, Universidad de Granada, 1996–, y se inician en el marco del asedio musulmán a una plaza cristiana –acción atribuible, por tanto, al siglo VIII o a fechas próximas a él; se condensan aquí peculiaridades argumentales del texto onilense de mediados del XIX, cuya primera parte presenta a Onil lisonjeramente como último reducto godo, que aún resiste en solitario al empuje conquistador musulmán del siglo VIII–, al que sigue de inmediato, fracasados los correspondientes parlamentos –en los que se observa una gradación que lleva del trato caballeroso a un vehemente cruce de denuestos entre los representantes de cada bando–, la toma de la plaza en cuestión por parte de los moros, en una acción de fuerza llamada guerrilla. La segunda parte de la embajada, representada en una jornada posterior, implica un salto histórico de varios siglos; se supone que en buena lógica los hechos de esta segunda jornada tienen lugar en el siglo XIII, si bien las libertades cronológicas son notables, y hay asimismo en los alegatos de los contendientes referencias a la caída de Granada, en 1492, al igual que en la primera parte Onil, en clamoroso anacronismo, es simultáneamente plaza goda e integrante de la Corona de Aragón. La segunda parte registra la situación inversa: la campaña cristiana en la que los del rey de Aragón rinden el mismo enclave, en poder musulmán se supone que desde el siglo VIII. A la derrota de los sarracenos –propiciada por la patrona local–, sigue la conversión de estos. Se obtiene así, en primer lugar, la reintegración de la plaza cautiva a la cristiandad y la reducción del rival político-religioso al orden natural, puesto que, con arreglo a una conocida pauta historiográfica tradicionalista, el dominio musulmán se concibe en estas piezas como un mero paréntesis –una usurpación– que, una vez cerrado, permite reanudar la línea histórica legítima y devolver a la comunidad al cauce normal de las cosas anterior al año 711.) Tal como prueban ya los textos de las embajadas, a estas festividades se van sumando a partir de entonces los elementos característicos de fabulación e idealización historicistas –prolongados hasta la actualidad– que aporta la maurofilia del siglo XIX. Esta representa, como es sabido, una concesión sentimental al pasado islámico del país, realizada de forma paternalista desde el burladero de la preponderancia cristiana. En ese tipo de manifestaciones, pueden darse pasajeras inversiones de hegemonía de carácter carnavalesco (el moro, vencedor episódico del cristiano), reconducidas de inmediato –cierre obligado del turno festivo– al restablecimiento perdurable de la jerarquía cristianocéntrica, y siempre dentro de un canon mental implícito de carácter en última instancia maurofóbico (con o sin elementos explícitos de derrisión del adversario), pese a la exaltación fugaz del rival sarraceno. Dados esos planteamientos, la estricta cronología de lo acaecido en punto a las relaciones cristiano-musulmanas entre los siglos VIII y XVII –y en general la propia veracidad histórica de esas relaciones– es naturalmente objeto de no pocas mistificaciones y embauques. Fuera del ámbito de la cultura popular, esas trasmutaciones del pasado musulmán son un fenómeno conocido desde el siglo XIX en otros terrenos: las artes plásticas (especialmente, la pintura histórica), la arquitectura, la literatura, la historiografía, la música, más tarde el cine. ¶ En referencia a Alcoy, Castalla, Onil, Biar y Benejama, atestigua la extensión de tales festejos ya en la primera mitad del siglo XIX el artículo titulado "Costumbres valencianas. Moros y cristianos", publicado en el n° 18 del madrileño Semanario Pintoresco Español (5-5-1839, pp. 140-142). Ritual popular de legitimación religiosa y política, estos festejos y su auge progresivo a partir del siglo XIX no pudieron ser ajenos a sucesos históricos como los de la lucha contra el francés de principios del Diecinueve. Piénsese en la fácil traslación alegórica de conflictos que permitían estas fiestas, donde el moro se prestaba sin dificultad a simbolizar al invasor napoleónico. (Su propio vocabulario específico parece delatar esas nuevas aplicaciones: recuérdese, por ejemplo, que un vocablo como guerrilla entra en el patrimonio léxico del castellano en los años de la Guerra de la Independencia.) En todo caso, es indudable que estos festejos sirvieron espontáneamente, a un nivel popular y a escala local, de eficaz instrumento para la construcción y el fortalecimiento de la conciencia nacional española en el siglo XIX. Se habla aquí primordialmente de su fase de configuración durante la época del Romanticismo, con independencia de las formas y funciones que han ido adoptando estas manifestaciones festivas en el transcurso del tiempo. Con el correr de los años, es sabido que el binomio moro-cristiano pudo aludir a "otras parejas antagónicas" (véase Marlène Albert-Llorca y José Antonio González Alcantud, "Métaforas y laberintos de la alteridad", en Moros y cristianos. Representaciones del otro en las fiestas del Mediterráneo occidental, ed. M. Albert-Llorca y J. A. González Alcantud, Toulouse-Granada, Presses Universitaires du Mirail-Diputación de Granada-Centro de Investigaciones Etnológicas "Ángel Ganivet", 2003, pp. 9-21; la cita en p. 12; véase también Marlène Albert-Llorca, "Une histoire à [re]jouer: les fêtes valenciennes de Moros y Cristianos", en Façonner le passé. Représentations et cultures de l'histoire [XVIe-XXIe siècle], ed. Jean-Luc Bonniol y Maryline Crivello, Aix-en-Provence, Publications de l'Université de Provence, 2004, pp. 37-52). A este propósito, se encuentra una expresiva interpretación de las fiestas de moros y cristianos –tras su reanudación después de la Guerra Civil– en documentos como los que se pueden leer aquí (Programa oficial de fiestas 1940). Comoquiera que sea, llegando a la actualidad, la fiesta (aminorado, por efecto de habituación, el rigor de su antigua significación de rito de reducción del otro) probablemente ha dejado de ser solo una ceremonia de exorcización de lo culturalmente ajeno, de cuanto desmintiese una deseada –o imaginada– unidad sin fisuras, en la que se cifraba antaño la principal condición de necesidad para la concordia dentro de la comunidad. Al atenuarse aquel significado original, estas celebraciones han diversificado su sentido y adquirido nuevas valencias, sin perder por ello su carácter de elocuente radiografía histórico-social. A estas mutaciones de la fiesta se refieren varias contribuciones de las actas del simposio Moros y cristianos, un patrimonio mundial. IV Congreso Nacional y I Internacional sobre Fiestas de Moros y Cristianos, 2 vols., ed. Gabino Ponce Herrero, Alicante, Universidad de Alicante & Unión Nacional de Entidades Festeras de Moros y Cristianos (UNDEF), 2017; se puede ver aquí el índice de los vols.
  75. El balance del sofocamiento de la revuelta de la Marina a fines de 1609 lo sintetiza Pla Alberola en los siguientes términos: "fueron masacrados entre 1.500 y 4.000 moriscos y otros 11.500 se rindieron el día 29 de noviembre de 1609; muchos de ellos no llegaron a sus puntos de embarque en Dénia y Xàbia, por el camino sufrieron despojos, asesinatos, hasta el robo de sus propios hijos de corta edad que algunos prefirieron vender. Con su embarque, sólo quedaron los fugitivos que habían logrado sortear el cerco y eran buscados por cazadores de recompensas, los que habían sido condenados a galeras, unos pocos adultos como esclavos y un número mayor de niños en situación de semiservidumbre" ("La expulsión de los moriscos", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, pp. 347-348).
  76. La expulsión de 1609 no tuvo efecto en un número indeterminado (pero se calcula que fueron más de dos millares) de niños de familias moriscas: “El decreto de expulsión del 22 de septiembre de 1609, en lo referente a niños moriscos, establecía que podían quedarse todos aquellos menores de cuatro años que contasen con permiso paterno y todos los que fueran hijos de matrimonios mixtos menores de seis años, así como los que pertenecieran al 6% de las familias que permanecieron para seguir cultivando y cuidando de los señoríos. Sin embargo, en la práctica, la inmensa mayoría de los morisquillos menores de cuatro años embarcaron con sus padres" (Gerardo Muñoz Lorente, La expulsión de los moriscos en la provincia de Alicante, San Vicente del Raspeig, Editorial Club Universitario, p. 177). Las condiciones cambiaron poco después: "El 9 de enero de 1610, el virrey [Luis Carrillo de Toledo] firmaba un decreto mediante el cual se revocaba la excepción del 6% de las familias moriscas que se libraban de la expulsión y se ampliaba la edad de los niños que podían quedarse o ser retenidos hasta los doce años. Además se anunciaba el permiso real para que los moriscos remisos al embarque, si pasados tres días de la publicación del decreto no se habían presentado a los comisarios, se autorizaba [sic] a los soldados y a cualquier cristiano viejo para que los capturasen y servirse de aquells com a esclaus legitimament presos en bona guerra. [...] Apenas mes y medio después, el 24 de marzo [de 1610], el Patriarca Ribera [arzobispo de Valencia, había sido antes (1602-1604) virrey de Valencia] se manifestaba a favor de que los morisquillos menores de 12 años fuesen retenidos como esclavos [...], argumentando que era por su propio bien, pues quedarían al cuidado de cristianos viejos pudientes" (Muñoz Lorente, op. cit., pp. 179-180). Comoquiera que fuese, algunos de estos morisquillos (els morets, como se acostumbraba llamarlos) no marcharon con sus padres, sino que fueron confiados por estos a vecinos cristianos viejos que les inspiraban confianza; otros, que habían sido objeto de secuestros o abandonados en el curso de las acciones de guerra destinadas a sofocar la sublevación de moriscos en la Vall de Laguar (1609), fueron distribuidos entre familias de cristianos viejos y mantenidos prácticamente en condiciones de semiesclavitud, pese a la prohibición oficial de esclavizarlos: "fueron destinados al servicio doméstico de quienes los habían capturado o comprado, siendo éstos los responsables de su integración en la sociedad cristiana" (Muñoz Lorente, op. cit., p. 178). En el caso de Onil, Muñoz Lorente se refiere a 15 casos de morets: siete niñas y ocho varones de entre 3 y 13 años en la fecha de la expulsión, cuyo origen no consta (op. cit., p. 192). Sí consta el bautizo en Onil, en 1648, del esclavo Amet Jarri (véase Sempere Quilis, ONH I, p. 269), de posible estirpe morisca, o acaso alguien que pudo caer preso en alguna operación frustrada de la piratería berberisca. Se tiene también noticia de la confirmación en Onil de otro esclavo, de origen magrebí, ya supuestamente bautizado (Sempere Quilis, ONH I, p. 161). ¶ Sobre la esclavitud en los reinos de la Monarquía hispánica en la época en cuestión, puede verse Antonio Domínguez Ortiz, "La esclavitud en Castilla en la Edad Moderna", en Estudios de Historia Social de España, II (1952), pp. 367-428; ahora también en el volumen del mismo autor titulado La esclavitud en Castilla en la Edad Moderna y otros estudios de marginados, Granada, Comares, 2003; pese al título, el trabajo también comenta aspectos de la esclavitud relativos a la Corona de Aragón, donde, según el mismo autor, "especialmente Valencia llegó a convertirse en un gran mercado de esclavos" en los siglos XIV y XV (El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias, cit., p. 178).
  77. Alguna referencia en la toponimia menor, como la del paraje de Petrer conocido como les Cases d'Onil, parece aludir a ello.
  78. En esta página web se registra el ejemplo de algunos integrantes de la familia Falcó, que, procedentes de Onil, se avecindaron en Monóvar en la primera mitad del siglo XVII. Se puede leer ahí mismo también un testimonio expresivo acerca de la peste de 1648 en Onil.
  79. 756 habitantes, aplicando el factor de conversión 4. Véase el censo de 1646 en Sempere Quilis, ONH I, pp. 181-185; véase también Pedro Pérez Puchal, "La población del País Valenciano hasta la época estadística", Cuadernos de Geografía, 10 (1972), pp. 1-30. No obstante, estimaciones modernas señalan para Onil, a mediados de siglo, la cifra de 563 vecinos; véase Halperin Donghi (op. cit., p. 262), quien tiene presentes, pese a todo, los datos del censo de 1646.
  80. Véase Primitivo J. Pla Alberola, "El siglo XVII: despoblación y repoblación", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I, pp. 359-360.
  81. De muy distinta índole es la figura del humanista castallense Francisco Cerdá y Rico (1739-1800), quien, cuarenta años más joven que Juan de Molina, desarrolla como seglar una carrera intelectual más acorde con las corrientes renovadoras de la cultura española del siglo XVIII.
  82. De hecho, los síndicos y jurados –la representación municipal– de las villas de Castalla, Onil, Ibi y Tibi y de las de Bañeres, Biar, Monóvar y Petrel, con el consentimiento obtenido previamente en consejos generales de vecinos, acuerdan en 1705 ante notario (el notario onilense Salvador Rico) la constitución de la Unión de la Hoya de Castalla, como acto público de fidelidad a Felipe V. Las villas mancomunadas se comprometen a prestar ayuda económica al rey borbón en el marco de la guerra que libra contra el partido austracista, capitaneado por Joan Baptista Basset. Ese contrato público de adhesión a Felipe V, "Escritura de la fundación de la 'Unión de la Hoya de Castalla'", puede leerse en el libro misceláneo de Melecio Cerdá Conca, Las villas que componen la Unión de la Hoya de Castalla, Valencia, Marí Montaña, 19872, pp. 18-19 (el documento está redactado en valenciano, pese a su título).
  83. En lo relativo a Onil, reproduce y comenta las cartas reales de 1708 acerca de los privilegios concedidos a las mencionadas villas de la Unión de la Hoya de Castalla Sempere Quilis, ONH I, pp. 204-211. Véase también Cerdá Conca, op. cit., p. 45.
  84. Hasta el siglo XVIII, el reino de Valencia se encontraba dividido, desde el punto de vista administrativo, en las gobernaciones de Valencia y Orihuela. La primera de ellas se subdividía, a su vez, en sus extremos septentrional y meridional, en las subgobernaciones (o lugartenencias) dellà Uixó y dellà Xúquer. En la nueva ordenación borbónica, posterior a la abolición de los fueros, todo el territorio valenciano se concibe como una intendencia, dividida en trece gobernaciones, corregimientos, o partidos: Alcira, Alcoy, Alicante, Castellón de la Plana, Cofrentes, Denia, Montesa, Morella, Orihuela, Peñíscola, San Felipe (esto es, Játiva), Valencia y Jijona. A partir de la Nueva Planta dieciochesca, la Gobernación –o Corregimiento– de Jijona pasa a abarcar los municipios –integrados antiguamente en la Subgobernación dellà Xúquer– de Jijona, Benejama, Biar, Castalla, Ibi, Onil, Salinas, Tibi, Torremanzanas y –en situación de exclave– Elche. Véase Mapa geográfico del Reyno de Valencia, dividido en sus treces gobernaciones o partidos Archivado el 2 de noviembre de 2013 en Wayback Machine. (1788).
  85. El censo de Floridablanca (1787), que no obstante puede presentar cifras algo exageradas, según los estudiosos, le atribuye una población de 2.399 habitantes (591 vecinos). En contraste, censos previos (1712-1713 y 1715) señalan respectivamente 227 vecinos (ca. 931 habitantes; véase Manuel Ardit, "El siglo XVIII: demografía y economía", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. I,, p. 388) y 252 vecinos (ca. 1.134 habitantes; véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, p. 20). Véase además Josep-Emili Castelló Traver, El País Valenciano en el censo de Floridablanca (1787). Análisis demográfico, organización y presentación de los datos locales, Valencia, Instituto Valenciano de Estudios Históricos-Institución Alfonso el Magnánimo-Diputación Provincial de Valencia, 1978, pp. 217-218. El recuento de Floridablanca aporta, en lo relativo a los censados de sexo masculino, información adicional con la que es posible formarse una idea de la estratificación socioprofesional de los varones en edad activa a la sazón en el pueblo. Se reproducen a continuación las distintas categorías profesionales con las designaciones que adopta el censo (entre paréntesis se indica el número de representantes): labradores (128), jornaleros (213), artesanos (60), fabricantes (1), cirujanos (1), criados (68), abogados (3), escribanos (2), comerciantes (51), curas (1), beneficiados de cura (9), miembros de comunidades religiosas (24), sacristanes (1), acólitos (2), ordenados de menores (3), empleados con sueldo del rey (3), con fuero militar (58), dependientes de la Inquisición (2), demandantes (3), estudiantes (43), síndicos de religiosos (10), dependientes del Consejo de Cruzada (1) (Castelló Traver, ibid.). ¶ El censo de Aranda (1768) registra para Onil 2.014 habitantes (véase Manuel Ardit, Miquel À. Badenes, Joan Serafí Bernat Martí, El País Valencià en el cens d'Aranda [1768], Valencia, PUV, 2001, p. 166). Este censo, que detalla grupos de edad y población masculina y femenina, señala como no contribuyentes: nobles (3), servicio real (1), hacienda real (1), Consejo de Cruzada (1). En cuanto al clero: cura (1), beneficiados (11), sacristán (1); convento de franciscanos descalzos con sacerdotes (14), legos (6), donados (6), coristas (2) y síndico de religiosos (1), hermanos de otras órdenes religiosas (5), demandante (1). Por último, apoyando la idea del remonte demográfico a lo largo del siglo XVIII, datos relativos a 1796, a los que no se sabe qué grado de crédito pueda concederse, postulan una población de 855 vecinos, esto es, de aproximadamente 3.420 moradores, con un incremento prácticamente inverosímil (en el espacio de menos de un decenio) que iría de los 581 vecinos de 1787 a los 855 (¡!) de 1796 (véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, p. 20). A su vez, otra fuente de 1783 cuantifica en 400 el número de vecinos de Onil (1.800 habitantes; véanse más adelante las referencias al geógrafo dieciochesco José Castelló).
  86. Se suele atribuir también al sofocamiento –inherente al régimen señorial– de las posibilidades de desarrollo económico natural el surgimiento del bandidaje, y de hecho este conoció cierto auge en la comarca a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
  87. Excluyendo a Genaro Rabasa de Perellós (V marqués de Dos Aguas, †1843), por haber vivido en una época en que ya había sido liquidado el régimen señorial, tan solo fueron dos los marqueses de Dos Aguas que ostentaron el señorío de Onil. Quiere decirse en la fase en la que tuvo carácter oficial el régimen señorial, independientemente de que dicha familia conservara en el municipio bienes y tierras hasta bien entrado el siglo XX (de hecho, los Dos Aguas mantuvieron un administrador local hasta principios del XX), de los que los sucesivos marqueses se fueron deshaciendo, entre ellos el actual Palacio Municipal, vendido a un particular en 1929. Pese a ello, ha pervivido en la memoria popular la creencia de que los Dos Aguas fueron señores sempiternos del pueblo, cuando en rigor su jurisdicción no llegó al espacio de un siglo, en cálculo generoso. El primero de ellos fue Ginés Francisco de Paula Rabasa de Perellós y Lanuza †1765, III marqués de Dos Aguas. El segundo fue su hijo homónimo, Ginés Francisco de Paula Rabasa de Perellós y Lanuza (II) †1820, IV marqués de ese nombre. La pervivencia en la mentalidad colectiva de la idea de la jurisdicción inmemorial de los Dos Aguas sobre el municipio se debió seguramente al hecho de que dicha familia fuese la última en ocupar el señorío, que esta arguyese que la legitimadad de sus títulos señoriales sobre Onil se fundaba en la enfeudación del siglo XIV (fantaseando, con éxito, una historia secular para dicha familia) y también al hecho de que frente al III marqués librase el municipio un aparatoso pleito. Asimismo, tuvo que contribuir a ello la circunstancia de que el callejero local mantuviera hasta fechas relativamente avanzadas del siglo XX referencias, como la de una calle y una plaza del Marqués y una plaza de la Señoría, que fijaron un recuerdo reverencial ante ese pasado histórico y concretamente ante dicha estirpe familiar. Aun hoy, la designación oficial del Palacio Municipal sigue evocando la misma idea, cuando, de querer conservar un referente histórico en el nombre oficial del monumento, habría sido más apropiado remitirse a los Vilanova, en cuyo tiempo (un periodo a caballo entre los siglos XVI y XVII) se construyó.
  88. En lo relativo al topónimo (o, más bien, hidrónimo) la Marjal, el uso local ha impuesto tanto en valenciano como en castellano la forma femenina, si bien marjal (vocablo de origen francés, derivado de marécage) es, como es sabido, palabra de género masculino (al igual que su variante arabizada, el almarjal) tanto en una lengua como en la otra (también el francés marécage), y en la forma el marjal (y con su significado originario de 'terreno bajo y pantanoso') la registra, en efecto, el geógrafo Antonio José Cavanilles en sus Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, Madrid, Imprenta Real, 1797, Tomo II, § 74-75 y 80, pp. 175-177 y 179-180. (Otros documentos del siglo XVIII relativos al término de Onil aportan la variante vulgar amarjal, usada con oscilación de género.) Véase asimismo Vicenç M. Rosselló Verger, "Los llanos y piedemontes: un dominio subárido", en Geografía de la provincia de Alicante, dir. Antonio López Gómez y Vicenç M. Rosselló Verger, Alicante, Diputación Provincial de Alicante, 1978, p. 60; véase, también en ese mismo volumen, María Ángeles Casado Sánchez, "La Foia de Castalla", pp. 478-479.
  89. La desecación de la Marjal pudo abarcar un periodo de varios siglos, y de hecho hay testimonios de fines del siglo XVI e inicios del XVII que parecen indicar que en esas fechas ya se había iniciado tal proceso (véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, pp. 279-281; y sobre todo Margarita Box Amorós, Humedales y áreas lacustres de la provincia de Alicante, Alicante, Universidad de Alicante, 2004, pp. 168-177), que acaso tuvo que ver con la construcción del embalse de Tibi a fines del XVI. En la medida en que esos trabajos de drenaje se prolongaran al siglo XVIII, esa iniciativa, como en casos análogos, guardaría relación con el combate contra el paludismo emprendido en aquellos años, en que arrancan las intervenciones oficiales en materia de salubridad pública, y es plausible que esa fuera una de la razones de tal iniciativa, junto a su motivación estrictamente agraria. La desecación consistió en drenar esa zona de humedales excavando zanjas, acequias y azarbes, una operación dirigida no solo a configurar un circuito cerrado para la administración de aguas de riego en el ámbito restringido de la Marjal, sino también con vistas al encauzamiento eficaz de los recursos sobrantes para que, en última instancia, engrosaran el caudal del Montnegre. Este río contribuía a irrigar desde antiguo algunas zonas del Campo de Alicante con aportes hídricos que partían de la Sierra de Onil y cuyo aprovechamiento había asignado un privilegio alfonsino de 1258 a Alicante, motivo frecuente de fricciones (cuando menos desde el siglo XIV) entre esta ciudad y los pueblos de la Hoya de Castalla. ¶ Un ejemplo sintomático acerca de esas incipientes actuaciones de las autoridades en materia de salud pública puede verse en el informe que, en 1770, a instancias del corregidor de la Gobernación de Jijona y en el marco de una encuesta general, preparan el médico y el cirujano onilenses, con información relativa a la situación sanitaria de la población, especificaciones geoclimáticas e incidencias médicas relativas a ese año (véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, pp. 132-137).
  90. Cavanilles, op. cit., II, § 74, pp. 175-176. En las citas de las Observaciones se conserva la grafía de la edición original.
  91. Cavanilles, op. cit., II, § 74, p. 176. En las Observaciones, a la descripción del término municipal de Onil sigue también un largo excurso, en los parágrafos 76-79, sobre el cultivo general del almendro.
  92. Cavanilles, op. cit., II, § 75, pp. 176-177. Como es sabido, el signo @ sirvió en el pasado como abreviatura de la arroba en cuanto unidad de peso.
  93. Cavanilles, op. cit., II, § 75, p. 177. Una parecida reseña de recursos y actividades aporta, acerca de Onil, el opúsculo de Tomás Ricord Noticia de las varias y diferentes producciones del reyno de Valencia, como también de sus fábricas y artefactos según el estado que tenían en el año 1791, sacada de los correos mercantiles de España y sus Indias, con varias tablas sinópticas que por acuerdo de la Real Sociedad de Amigos del País de Valencia ha formado Tomás Ricord, Valencia, Imprenta Benito Monfort, 1793. Ricord hace referencia, en el caso de Onil, a la producción alfarera y textil (paños, fajas y delantales), para la que funcionaban varios telares y un batán (en un obrador de tintes), y a la elaboración de jabón (véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 221-222). ¶ Precediendo a Cavanilles y a Ricord, el geógrafo José Castelló (miembro de la Real Academia de la Historia) bosquejó en 1783 una Descripción geográfica del Reyno de Valencia formada por corregimientos, en la que pueden leerse unas notas sobre Onil: "Siguiendo la sierra, a cuya falda está Ibi, a una legua algo más desta villa, y al poniente de ella, tiene su asiento, también al pie de un monte, la villa de Onil, del Marqués de Dosaguas, con quatrocientos vecinos. Las más de sus calles son costaneras. Beven sus naturales de una fuente muy copiosa, que nace dentro de la misma villa, y con el agua que sobra, después de abastecer el pueblo, riegan unas huertas que tienen a las inmediaciones, a la parte inferior de la villa. // Como un quarto de legua de ésta, en una vasta llanura, que llaman los marjales, hay varios manantiales de agua, que llaman los Ojos: de ella se riega buena parte del llano. En las huertas se coge trigo, maíz, frutas, hortalizas y alguna seda. En los secanos se coge gran cantidad de azeite y almendra, vino, anís, cominos, trigo y otros granos. En su término se cría una especie de azeituna negra, muy pequeña y dulce, que es estimada en todo el reyno y otras partes y es conocida por el nombre de azeituna del cuquillo, sin duda porque esa ave debe de hacer de ella su principal mantenimiento. // De las almendras extraen azeite en mucha cantidad, que llevan a vender a muchos pueblos, dentro y fuera del Reyno. Del barro blanco que se encuentra en sus inmediaciones fabrican cántaros y otras vasillas para echar agua, con los que surten a todos los pueblos circunvenidos. Cógese también porción de exquisita miel. // Además del Clero secular, hay un convento de Descalzos de San Francisco y una hermita con una imagen de Nuestra Señora, que llaman de la Salud, muy frequentada de todos aquellos pueblos" (citado por Vicente Castañeda y Alcover, "Relaciones geográficas, topográficas e históricas del Reino de Valencia hechas en el siglo XVIII, a ruego de Don Tomás López", Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, tercera época, año XXI, tomo XXXVI [1917], pp. 226-227; la sección dedicada a Onil se inscribe en un apartado más amplio consagrado a Castalla, pp. 225-234). Del texto de Castelló existe una edición moderna al cuidado de Juan Bautista Codina Bas (Valencia, Diputació de València, 2000).
  94. Es fácil entender que su programa de estudios obedezca aún al horizonte de expectativas de una institución de fuerte impronta clerical y sin duda esté lejos del ideal de instrucción pública general de épocas posteriores (sus objetivos prioritarios son el aprendizaje de labores de costura y la enseñanza de doctrina cristiana). Constituye, no obstante, un intento de extender unos mínimos rudimentos de alfabetización entre las jóvenes del pueblo. El proyecto se dirige también a varones jóvenes que por razones laborales residen con sus familias en masías o casas de labor dispersas por el término municipal; para ellos se instituyen clases nocturnas. Véase Sempere Quilis, ONH I, pp. 310-318. El establecimiento de una escuela municipal debió de ser desarrollo del decreto de Carlos IV, de 20 de septiembre de 1794, en torno a la generalización de la enseñanza gratuita y obligatoria y tuvo que verse favorecido también por las disposiciones de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 en materia de enseñanza pública.
  95. En abril de 1812, en una acción guerrillera se secuestra al alcalde y a un regidor de Onil, nombrados por los franceses. En represalia, las autoridades militares francesas establecidas en Castalla detienen a varias personas en Onil "bajo la acusación de [ser] espías y conspiradores contra los franceses" (Miguel-Ángel González Hernández, "De castillos y guerrilleros. Las Milicias de Voluntarios Honrados de la Foia de Castalla en la Guerra de la Independencia [1811-1813]", en Menéndez Fueyo, Bevià i Garcia, Mira Rico y Ortega Pérez [eds.], op. cit., pp. 255-265, la cita en p. 259).
  96. Véase María Luisa Torró Corbí, op. cit., pp. 193-204, donde se extracta información de las adiciones de Juan Bautista Perales a las Décadas de la historia de la insigne y coronada ciudad y reino de Valencia de Gaspar Juan Escolano, Tomo III, Valencia-Madrid, Terraza, Aliena y Cía, 1880, pp. 1031-1033. Puede leerse también una reseña de aquellos sucesos en el Tomo 4 (al cuidado de Francisco Figueras Pacheco) de la Geografía general del Reino de Valencia, dirigida por Francesch Carreras y Candi, Barcelona, Establecimiento Editorial de Alberto Marín, 1927, pp. 960-961.
  97. Ello se debe a la acción legisladora de las Cortes de Cádiz y a leyes específicas de 1823 y 1837. Véase a este propósito Gil Olcina, La propiedad señorial en tierras valencianas, cit.; y del mismo autor, "Declive y ocaso de la enfiteusis señorial valenciana", Agricultura y Sociedad, 49 (1988), pp. 293-319.
  98. Es el caso de algunos integrantes del carlismo valenciano, como por ejemplo Tomás Lamo de Espinosa y Enríquez de Navarra y su hijo, Antonio Lamo de Espinosa y Palavicino. También adquiere tierras en el término de Onil el poeta Ramón de Campoamor, gobernador civil de Alicante a mediados del siglo XIX.
  99. Se atribuye a Ramón Mira Vidal y a su esposa (Petra García) la iniciación, en la década de 1870, de los primeros ensayos de producción artesanal de muñecas (véase José Juan Vidal, "Onil, cien años fabricando muñecas", Las Provincias, 6-1-1978). Prosigue esa tarea el matrimonio formado por Eduardo Juan Sempere y Agustina Mora Payá, a caballo entre el siglo XIX y el XX.
  100. Datos relativos a 1820 señalan una población de 394 vecinos (1.576 habitantes, aplicando el factor de conversión 1 vecino=4 moradores), lo que indica una drástica merma de población con respecto a la línea ascendente registrada por el censo de Floridablanca (de 1787, con 581 vecinos=2.324 habitantes, con cifras, como se dijo, presumiblemente exageradas) y el de 1796 (con 855 vecinos=3.420 habitantes, un incremento espectacular que parece poco verosímil en menos de un decenio); véase Sempere Quilis, ONH II, vol. 1, p. 20. Datos de 1803 aportados por el ayuntamiento de entonces (véase Sempere Quilis, ONH I, p. 314) fijaban el número de moradores del pueblo en 800 vecinos (esto es, aproximadamente 3.200 habitantes, señalando ya una retracción con respecto a 1796). A la vista de estas cifras, resulta difícil asentir a una caída de más de cuatrocientos vecinos (1.600 personas) en el espacio de menos de veinte años que va de 1803 a 1820, pese a todas las vicisitudes políticas y sociales de esta etapa. Por su parte, Francisco Figueras Pacheco (en el artículo "Onil" de la Geografía general del Reino de Valencia, dir. Francesch Carreras y Candi, Tomo 4: Provincia de Alicante, Barcelona, Establecimiento Editorial de Alberto Martín, 1927, p. 967) señala para 1847 la cifra de 950 vecinos (lo que en número de individuos correspondería a unos 3.800 habitantes), postulando ahora un incremento espectacular de más de quinientos vecinos en el transcurso de algo menos de treinta años, con lo cual entre 1820 y 1847 se habría duplicado la población local (¡!). Si pudiera darse crédito a las cifras de Figueras Pacheco para 1847, los datos correspondientes al año 1900 (2.918 habitantes) marcarían, a su vez, un retroceso significativo de población en el curso de la segunda mitad del siglo XIX. Existen, no obstante, otras fuentes estadísticas (discrepantes de los datos de Figueras Pacheco) que señalan una curva de población ascendente regular en la segunda mitad del siglo XIX: 2.621 habitantes (para el año 1857), 2.663 (año 1860), 2.706 (año 1877), 2.689 (año 1887, con un leve retroceso), 2.827 (año 1897); estos datos cuadrarían mejor, por lo demás, con los correspondientes a 1900 (2.918 habitantes), que tienen ya carácter oficial (fuente: Instituto Nacional de Estadística, Censos de población Siglo XIX), y serían también mejor conciliables con el recuento de Floridablanca, marcando un ascenso de población discreto a lo largo del siglo XIX. ¶ En lo relativo a la demografía local en la segunda mitad del Ochocientos, es importante destacar, en todo caso, que la epidemia de cólera morbo que azotó a la provincia de Alicante en 1854 causó en Onil 218 muertes, sobre una población estimada de 2.652 habitantes (lo que representa un 8,2% de la población), con mayor incidencia entre las mujeres (véanse Beneito Lloris, op. cit., p. 190; y Pandemias de cólera en España). Por lo demás, puede seguirse la curva de población a partir de 1900 (con datos estadísticos oficiales) en el cuadro que se reproduce más arriba en el epígrafe titulado "Demografía".
  101. Se plantean, cuando menos, dos hipótesis. Tomando en cuenta el periodo que va desde el censo de Floridablanca (1787) hasta el establecimiento de las estadísticas oficiales de población en 1900, el número de habitantes de Onil podría haber experimentado un ligero incremento a lo largo del XIX. Si, en cambio, se presta crédito a los datos de 1796 (a primera vista, desorbitados), la población habría decrecido en el transcurso del Diecinueve. La primera de las hipótesis es acaso la más atendible, por el carácter más fiable de los recuentos de 1787 y 1900.
  102. Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, Tomo XII, Madrid, Madoz & Sagasti, 1849, p. 277. A su vez, Francisco Figueras Pacheco traza, en la Geografía de Carreras y Candi, el siguiente retrato de las actividades económicas locales correspondientes a los dos primeros decenios del siglo XX: "Riqueza y tributación.–La riqueza minera en 1913 se reduce a una mina de lignito, con siete pertenencias. Los promedios de la riqueza agrícola, en el quinquenio de 1908 a 1912, son los siguientes. Superficie cultivada: 1.780 hectáreas, de las cuales 280 son de regadío y el resto de secano. El cultivo del almendro comprende una extensión superficial de 30 hectáreas y su producción en un año se calcula en 10.000 pesetas; el olivo, 400 hectáreas y 120.000 pesetas; el viñedo, 500 hectáreas y 150.000 pesetas; los cereales y las legumbres, 200 hectáreas y 40.000 pesetas. La superficie inculta es de 3.119 hectáreas. Los aceites de esta comarca son superiores y muy afamados. Los riegos proceden principalmente del manantial llamado 'Remanso', cuyas aguas se depositan en la 'Balsa de la Villa', propiedad del Sindicato del Riego Mayor. La riqueza zootécnica en 1913 es, aproximadamente, como sigue. Número de cabezas de ganado asnal: 100; caballar, 10; mular, 260; vacuno, »; cabrío, 200; lanar, 600; cerda, 150. Aves de corral, 1.000. Palomas, 200. Conejos, 1.500. La industria local está representada principalmente por tres importantísimas fábricas de muñecas, que compiten ventajosamente con las mejores del extranjero; una de cacharros, otra de tejas y ladrillos; varios telares; multitud de prensas para la extracción de aceite, y algunos molinos harineros. Hay farmacia y mesones. Celébrase una feria anual, en la época de fiestas. El mercado tiene lugar los viernes en la plaza Mayor. La medida usual de la tierra es la tahúlla, de 1.246 metros cuadrados; la del vino, el cántaro, de 11 litros y a 2 decílitros, y la del aceite, la arroba, de 11 kilos" (Francisco Figueras Pacheco, Geografía general del Reino de Valencia, dir. Francesch Carreras y Candi, Tomo 4: Provincia de Alicante, Barcelona, Establecimiento Editorial de Alberto Martín, 1927, p. 967). ¶ Del siglo XVIII arranca en la comarca de l'Alcoià el comercio de la nieve, que en Onil tuvo asimismo alguna incidencia (como prueban los llamados pous de la neu, los neveros que aún existen en su término municipal), al menos desde el siglo XIX en adelante, tal como documenta el estudio de Josep Mallol Ferràndiz, "El comerç de la neu a Alacant al segle XVIII: aspectes geogràfics", Afers, 9 (1990), pp. 89-100. Completando el cuadro de la economía local, hay que referirse a la existencia desde 1916 de una planta y taller de fundición metalúrgica, negocio que ha pervivido hasta la actualidad.
  103. No es raro en aquellos años, además, el trabajo infantil.
  104. Para este último caso, es interesante la consulta de las obras de Juan Bautista Vilar: Los españoles en la Argelia francesa (1830-1914), pról. José María Jover Zamora, Murcia, Universidad de Murcia-CSIC, 1989; y del mismo autor, en colaboración con María José Vilar, La emigración española al Norte de África (1830-1999), Madrid, Arco Libros, 1999. Véase también Àngela-Rosa Menages y Joan-Lluís Monjo, El valencians d'Algèria (1830-1962). Memòria i patrimoni d'una comunitat emigrada, Picanya, Edicions del Bullent, 2007.
  105. Son conocidas las actividades de temporeros dedicados a la elaboración de tejas en Castilla (los llamados castellers), o a la venta de helados y al comercio de aceitunas en muchas zonas del país, ocupaciones todavía frecuentes en años posteriores a la Guerra Civil. Menages y Monjo (op. cit., p. 91) recogen testimonios de familias onilenses que, según la estación del año, alternaban el helado (anar a gelar) en Argelia con la fabricación de ladrillo y teja en zonas de Madrid y Toledo. La ocupación estacional (de abril a septiembre) de heladeros en Argelia (crêmiers) la documenta para el caso de Onil José Fermín Bonmatí en su estudio Españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), Madrid, Mapfre, 1992, p. 173.
  106. Prosiguiendo las tareas iniciadas en el XIX por Ramón Mira Vidal y Eduardo Juan Sempere y sus respectivas familias, otros nombres de fabricantes pioneros de la industria de la muñeca, correspondientes a los primeros decenios del siglo xx, son –sin ánimo exhaustivo– los de Francisco Merín Pérez, la familia Blanquer (Cirilo, Roberto, Eduardo y Victoriano Blanquer), Santiago Molina Sempere, Isidro Rico Miralles, Rafael Biedma, Eusebio Sempere Bernabeu, José Tortosa Mira, Vicente Juan Santonja, Cándido Pastor Castelló.
  107. Contiene información atañente al desarrollo de la industria juguetera en la Hoya de Castalla el estudio de José Ramón Valero Escandell, Origen y desarrollo de la industria del juguete en Ibi (1900-1942), Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1998 Archivado el 4 de marzo de 2016 en Wayback Machine..
  108. Esta Sociedad de Socorros Mutos se intenta sustituir por una Sociedad de Resistencia, con el argumento de que "la primera favorece al patrón porque sin poner nada de su parte [los patrones] se ven libres de que les podamos pedir algún favor en caso de necesidad". Véase Francisco Moreno Sáez, Las luchas sociales en la provincia de Alicante (1890-1931), Alicante, Unión General de Trabajadores de Alicante, 1988, p. 393; la cita en cursiva corresponde a una "Carta abierta a los obreros de Onil", publicada en El Mundo Obrero, 21-2-1904, y puede deberse al periodista y líder socialista onilense Vicente Tortosa, asiduo colaborador del mencionado periódico alicantino; véase Ramón Sempere Quilis, Con las torres de los Vilanova, Petrer, Gráficas Arenal (edición del autor), 1997, pp. 607-610.
  109. Véase Moreno Sáez, op. cit., pp. 393-395: "En Onil la vida industrial estaba dominada a primeros de siglo por Eduardo Juan, en cuya fábrica trabajaban casi trescientas obreras, algunas de nueve a once años, en malas condiciones higiénicas y sin el menor respeto a la legislación vigente. [...] En octubre de 1917 se produjo una importante huelga, en la que participaron unas 450 mujeres, en una fábrica de juguetes, huelga que se reprodujo en 1919, cuando más de 400 obreras de una fábrica de juguetes defienden su derecho a estar asociadas, siendo apoyadas por sus compañeros de otras fábricas: 'La Unión Onilense' estaba, desde 1916, integrada en el PSOE y Rafael Millá acudió a animar a las huelguistas. [...] La presencia socialista continuó en Onil en los años de la Dictadura [de Primo de Rivera], aunque la sociedad obrera, afecta a la UGT, agrupaba únicamente entre 50 y 75 trabajadores y la Agrupación Socialista se disolvió en 1930". Consecuencia de las tentativas reformistas de la época de la Restauración, la legislación laboral había empezado a cambiar lentamente, al menos sobre el papel, con las labores del Instituto de Reformas Sociales (fundado en 1903 y dirigido por Gumersindo de Azcárate), el establecimiento de la Inspección de Trabajo (1906), la creación del Instituto Nacional de Previsión (1908), y lo haría más tarde lógicamente con la obra legislativa de la Segunda República; véase M. Julia Bordonado Bermejo, El general de Ingenieros Don José Marvá y Mayer, creador del Cuerpo de Inspección de Trabajo, Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2006.
  110. Exceptuando el juego de pelota valenciana, el deporte –singularmente el fútbol– no desempeñará un papel importante entre las actividades recreativas de la juventud hasta los años treinta. En ese decenio se constituyen los primeros equipos que empiezan a competir, como aficionados, inicialmente de forma esporádica y más tarde ya en torneos comarcales: Iberia Club de Fútbol (fundado en 1932), Sporting, Unión Deportiva Onil (fusión de los dos anteriores, en 1936). ¶ Pero sin duda han sido las fiestas de moros y cristianos, sobre las que se habla en otros apartados de este artículo, el agente de sociabilidad más popular en el municipio en los dos últimos siglos.
  111. Le dedica un capítulo (con un extenso apéndice documental) Sempere Quilis en Con las torres de los Vilanova, cit., pp. 211-270.
  112. Véase el estudio biográfico de Amador Sempere Galiana, El cardenal Miguel Payá y Rico (1811-1891), ed. Miguel Payá Andrés, Valencia, Facultad de Teología San Vicente Ferrer, 1993.
  113. Así se afirma con toda naturalidad en el artículo periodístico titulado "España industrial. Onil (Alicante)", publicado en El Liberal de Madrid el 13-7-1919, donde, después de trazar una semblanza de Payá, al que se denomina sin rebozo "jefe de las fuerzas políticas locales" y a quien se retrata como terrateniente (con propiedades en Onil, Benejama y Agres) interesado en la innovación productiva ("Todos los cultivos de sus tierras los efectúa por procedimientos científicos y con maquinaria moderna"), se radiografía en detalle la actividad económica del municipio, con especial atención a la producción muñequera. El artículo, que describe el mundo fabril onilense como una especie de edén social y moral ("es justo hacer constar que estas obreras de Onil, de belleza levantina, se hacen admirar por sus costumbres de una moralidad absoluta", se lee entre tópicos halagadores), parece que persigue el objetivo de recalcar la paz laboral que reina en la localidad. En ese aspecto, la pieza puede entenderse como una reacción de los industriales locales, seguramente interesados en contrarrestar el efecto que han dejado las huelgas de ese mismo año y de dos años antes con un reportaje de tintes idílicos y en todo caso de tono componedor. El párrafo final es transparente a ese respecto: "Hemos podido apreciar que los fabricantes de Onil son personas excelentes y comprenden la necesidad de mejorar la situación de sus obreros con arreglo a las exigencias de los tiempos. Mermando inapreciablemente el lucro dicho, conseguirán el fin indicado. Sólo sería necesario un acuerdo colectivo que es de desear se efectúe." Por lo demás, la única nota crítica (descontando la anterior recomendación acerca del convenio colectivo) se refiere a carencias en infraestructuras: "Es lamentable que un centro manufacturero como Onil carezca de energía eléctrica, de teléfono urbano y de fáciles comunicaciones para sus transportes, pues tiene que buscar la línea del ferrocarril en Villena, que dista 20 kilómetros. Como siempre. Se observa que la acción gubernamental no responde a la iniciativa de los gobernados."
  114. Véanse los ejemplos que aduce Sempere Quilis, Con las torres de los Vilanova, cit., p. 219.
  115. Se reclama la implantación de la legislación laboral aprobada en la primera fase de gobierno republicano (las denominadas "bases de trabajo" y el llamado "reparto de utilidades"), durante el bienio social-azañista. Véanse a este propósito los sueltos periodísticos publicados en La Vanguardia, 11-3-1934, p. 29; 27-3-1934, p. 28; y 3-4-1934, p. 26.
  116. Véanse los sueltos periodísticos publicados en La Vanguardia, 6-4-1934, p. 25, y 8-4-1934, p. 27; y en ABC, 8-4-1934, p. 37. Era gobernador civil de Alicante a la sazón un representante del Partido Republicano Radical.
  117. Véase el suelto periodístico publicado en ABC, 10-5-1934, p. 37. La conflictividad laboral persiste, como prueban los sueltos de La Vanguardia, 8-6-1934, p. 24, y 10-6-1934, p. 26.
  118. Las elecciones generales del 12 de febrero de 1936 arrojan en Onil los siguientes resultados: un 52,1% de los votos para los candidatos provinciales de la coalición de centro-derecha y un 47,5% para los candidatos del Frente Popular. Fuente: blog Vilaplana Sousa Onil. Los resultados globales para la provincia de Alicante se pueden ver aquí.
  119. Véase, por ejemplo, el reportaje firmado por Tomás Borrás, "La nube negra", ABC, 23-7-1935, pp. 6-7.
  120. La reacción revolucionaria del inicio de la guerra lleva, como en otros lugares, a motines anticlericales (con la profanación de templos, imágenes y objetos de culto) y a la colectivización de empresas. Véanse Vicent Gabarda Cebellán, La represión en la retaguardia republicana. País Valenciano, 1936-1939, Valencia, Edicions Alfons el Magnànim-Institució Valenciana d'Etudis i Investigació-Generalitat Valenciana-Diputació Provincial de València, 1996, pp. 116-118 y 315-316; y Miguel Ors Montenegro y José Miguel Santacreu Soler, La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana, vol. 9: Violencia y represión en la retaguardia, Valencia, Prensa Valenciana, 2006, p. 37. Véase también Miguel Ors Montenegro, La represión de guerra y posguerra en Alicante (1936-1945), Alicante, Universidad de Alicante, 1993, pp. 105 y 117-120; y José Miguel Santacreu Soler, autor del fascículo 57 ("Muerte y violencia de guerra") de la Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, coord. Francisco Moreno Sáez, Alicante, Prensa Alicantina, 1996, vol. II, pp. 669-688. A ello hay que sumar lógicamente las bajas registradas en acciones de guerra; por razones geográficas, en el caso de Onil ello se refiere sobre todo a las de soldados encuadrados en el Ejército Popular de la República.
  121. Véanse Vicent Gabarda Cebellán, Els afusellaments al País Valencià (1938-1956), pròl. Josep Benet, Valencia, Edicions Alfons el Magnànim-Institució Valenciana d'Estudis i Investigació-Generalitat Valenciana-Diputació Provincial de València, 1993, en esp. pp. 355-357; Vicent Gabarda Cebellán, El cost humà de la repressió al País Valencià (1936-1956), Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2021, pp. 515-516; y también Ors Montenegro, La represión de guerra y posguerra en Alicante (1936-1945), cit., pp. 117-120. La Argelia francesa e Iberoamérica son los destinos de algunos exiliados; las contribuciones académicas más sólidas sobre el caso del exilio argelino se recogen en el libro J. M. Santacreu (ed.), Una presó amb vistes al mar. El drama del port d'Alacant, març de 1939, Valencia, Tres i Quatre & Universitat d'Alacant, 2008.
  122. Concretamente en la fabricación de armas y en la confección de uniformes para soldados. Basándose en fuentes del Archivo Histórico del Aire, Àngel Beneito Lloris indica que "a Onil hi havia una fàbrica a la carretera de Castalla que feia bombes d'aviació de 250 quilos" y que para el Estado Mayor del Aire nacional la localidad figuraba como objetivo militar, junto a ciudades como Elche, Novelda, Torrevieja, Cocentaina, Ibi y Alcoy, donde también se fabricaban armas (Beneito Lloris, op. cit., p. 155; AHA, Exp. A. 9.213). Véase también J. M. Santacreu Soler, L'economia valenciana durant la Guerra Civil, Valencia, Edicions Alfons el Magnànim, 1992, en especial pp. 123-124. Véase también del mismo autor "Les transformacions de les activitats industrials de la Foia de Castalla durant la Guerra Civil", Octubre. Revista Anual de Estudios sobre la Foia de Castalla [Ibi, Alicante], 2 (1988), pp. 111-121; del mismo autor "Las industrias de la guerra de Levante", en Manuel Tuñón de Lara (dir.), La Guerra Civil española, vol. 16: La economía de guerra, Barcelona, Ediciones Folio, 1996, pp. 71-80; y también del mismo autor el fascículo 58 ("Revolución y cambio económico durante la Guerra Civil") de la Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. II, pp. 681-700. Ante la escasez de billetes y moneda de curso corriente, el Consejo Municipal emite en 1937 vales en papel moneda para ser empleados en transacciones menores, un asunto que también ha estudiado Santacreu Soler en su trabajo "La moneda fraccionària de Castalla, Ibi i Onil en 1937", en Congrés d'Estudis de L'Alcoià-Comtat, Alicante, Ajuntament d'Alcoi/Associació Cultural Alcoià-Comtat/Institut de Cultura Juan Gil-Albert, 1989, pp. 125-130; pueden verse reproducciones de esos vales en los blogs Vilaplana Sousa Onil y Onil en mi memoria. ¶ Un poema primerizo del poeta Carlos Sahagún, nacido en Onil en 1938, evoca, en recuerdo reconstruido, la amenaza de los bombardeos: "Mi pueblo (Onil, en el recuerdo)", publicado en la revista alicantina Verbo, 30 (1956), pp. 30-31.
  123. Se trataba de una de las dependencias de los SAF-15 de Rabasa –resultado de la nacionalización de las empresas aeronáuticas Hispano-Suiza de Guadalajara y AINSA de Carabanchel– que por razones de seguridad la Subsecretaría republicana de Aviación había redistribuido en varios puntos de la provincia de Alicante (Villafranqueza, Busot, Agost, Sax, Monóvar, Castalla y Onil). Allí se montaban primordialmente los biplanos Polikarpov I-15 y monoplanos I-16 soviéticos, conocidos popularmente con el nombre de chatos y moscas. Mariano González de Pablo, que trabajó desde julio de 1938 hasta el final de la guerra en aquel taller, cuyos almacenes estaban ubicados en las ermitas de la Virgen de la Salud y de San Antonio, publicó unas notas acerca de la actividad desarrollada allí, que pueden verse aquí. Según el testimonio de González de Pablo, el 31 de marzo de 1939, a la entrada al pueblo de una avanzadilla de soldados italianos, aún "había material para montar una treintena de moscas". Acerca del final de la guerra, indica Miguel Santacreu Soler en el fascículo 57 ("Muerte y violencia de guerra") de la Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, cit., vol. II, p. 684: "El último reducto republicano de las tres comarcas y de toda España fue el aeródromo improvisado en la zona de La Marjal situada entre los términos municipales de Castalla y Onil. Dicho campo, que albergaba a importantes minorías comunistas, no se rindió hasta la llegada desde Alicante de un grupo de falangistas el 1 de abril de 1939".
  124. Ya se hizo referencia anteriormente a la cuestión de la represión. Véase también Miguel Ors Montenegro, "La represión de posguerra en [la provincia de] Alicante", en Glicerio Sánchez Recio (ed.), Guerra Civil y franquismo en Alicante, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1990, pp. 95-117. Véase Vicent Gabarda Cebellán, Els afusellaments al País Valencià (1938-1956), cit., especialmente pp. 355-357; y del mismo autor, El cost humà de la repressió al País Valencià, cit., pp. 515-516.
  125. Véase Ramón Sempere Quilis, Famosa en la historia de la muñeca, s.l. [Castalla], Grafistec, 1998 (edición no venal). María José Santos Deltell, "Nuevo proceso de industrialización en la Foia de Castalla: el ejemplo de FAMOSA", Industria y medio ambiente. Actas de las VII Jornadas de Geografía Industrial (Alicante, 27-29 de octubre de 1999), Alicante, Universidad de Alicante & Asociación de Geógrafos Españoles, 2000, pp. 277-282. Véase también el número monográfico de Canelobre. Revista del Instituto Alicantino de Cultura "Juan Gil Albert", 62 (2013), que lleva el subtítulo de Joguets. Un siglo de historia del juguete en Alicante.
  126. Algunas de ellas con sus revistas y boletines.
  127. Reforzadas más tarde con la incorporación del valenciano al currículo escolar.
  128. Véase Eusebio Sempere, poeta de la geometría.
  129. Con ello se logra una alternativa al forzoso desplazamiento diario de escolares a centros de enseñanza media de localidades cercanas como Villena, Ibi o Castalla.
  130. Véanse María José Santos Deltell, "La industria del juguete en la provincia de Alicante", Investigaciones Geográficas, 5 (1987), pp. 173-187; José Ramón Valero Escandell, "La industria juguetera de la Foia de Castalla (1984-1996)", Investigaciones Geográficas, 19 (1998), pp. 67-84; y del mismo autor: "El trabajo externo en la industria juguetera de la Foia de Castalla (Alicante)", Investigaciones Geográficas, 21 (1999), pp. 125-140.
  131. Instituto Nacional de Estadística (España). «Alteraciones de los municipios en los Censos de Población desde 1842». Consultado el 1 de octubre de 2023. 
  132. Fuente: Población de hecho según el Instituto Nacional de Estadística de España. Alteraciones de los municipios en los Censos de Población desde 1842, Archivado el 8 de septiembre de 2007 en Wayback Machine. Series de población de los municipios de España desde 1996 Archivado el 18 de abril de 2010 en Wayback Machine..
  133. «Catálogo de carreteras de la Comunidad Valenciana». 
  134. «La industria hace despegar el tramo Sax-Castalla a los cuatro años de abrirlo - Alcoy - INFORMACION.es». Archivado desde el original el 4 de mayo de 2009. Consultado el 2009. 
  135. Con el antecedente del botánico y geógrafo Cavanilles ya visto más arriba, la mayoría de los diccionarios geográficos publicados en los siglos XIX y XX destacan esta actividad en relación con Onil, que reviste carácter casi proverbial. El escritor José Martínez Ruiz (Azorín) se refiere a esa ocupación en varias de sus obras. Su novela Antonio Azorín (1903) dedica, en un pasaje de inspiración regeneracionista, palabras lisongeras a las innovaciones adoptadas por los cultivadores de la Hoya de Castalla en el procedimiento de extracción del aceite, en contraste con los métodos empleados en otras zonas del país: "Observad ahora el litoral: en la región alicantina más olivarera –Onil, Castalla, Ibi– las prensas de madera y las vigas hace tiempo que han desaparecido por completo; todas las prensas son de hierro. Y si nos internamos en España veremos cómo a medida que nos acercamos al Centro, los viejos artefactos reaparecen, y cómo van aumentando hasta dominar en absoluto. En algunos puntos la lucha es empeñada, y los vetustos aparatos están a punto de ser derrotados por los nuevos. Todo un curso de civilización y de historia nacional se puede estudiar en estos detalles, al parecer insignificantes" (Antonio Azorín, pról. Francisco J. Martín, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, tercera parte, cap. X, p. 205). En su obra Superrealismo (1929), se lee lo siguiente, en la secuencia XLV ("Olivas"): "Olivitas negras de Monóvar, de Petrel, de Onil; en Onil, consumados olivaristas; vienen de Onil [a Monóvar] a hacer la recolección de la aceituna" (Azorín, Félix Vargas. Etopeya · Superrealismo. Prenovela, ed. Domingo Ródenas, Madrid, Cátedra, 2001, p. 333).
  136. Toma de posesión: 24-9-1873.
  137. Administrador del Marqués de Dos Aguas.
  138. Desde las elecciones del 12 de abril de 1931.
  139. Almenas rematadas por pirámides cuadrangulares achatadas, que se apoyan, sobresaliendo ligeramente en su base, en prismas rectangulares, hendidos en su centro por una mirilla vertical (aspillera), exceptuando los que ocupan posición angular. En la base del almenaje, situados casi en los ángulos exteriores de las torres, se aprecian unos saledizos (matacanes) que servían para acciones de vigilancia y hostigamiento. Colgados de las aristas interiores de las torres (descontando la torre de la iglesia), pueden verse sendos medallones.
  140. Lorenzo Hernández Guardiola, Pintura gótica y renacentista valenciana. Nuevos estudios y atribuciones, Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1983, pp. 23 y ss., lo data en el primer decenio del siglo XVI. El retablo fue un encargo destinado a la iglesia originaria de la población, situada junto al monasterio de Montserrat, y fue trasladado posteriormente al templo actual, cuando se inició el culto en él. En su obra de 1983, Hernández Guardiola se refiere al autor del retablo con el nombre convencional de 'Maestro de Onil'. Posteriormente, concretó esa atribución en los siguientes términos: "Es posible que pueda identificarse este maestro con el pintor Pere Sanç, bastante documentado en la ciudad de Valencia, que aparece nombrado como 'vecino de Biar' en 1502, con motivo de ciertas obras que estaba trabajando para la capilla del Crucifijo en Santa María de Cocentaina" (Lorenzo Hernández Guardiola, "Arte y cultura en la Edad Moderna: escultura y pintura en el Renacimiento", en Historia de l'Alcoià, el Comtat y la Foia de Castalla, Alicante, Prensa Alicantina, 1996, vol. I, p. 329). A lo que agrega: "La obra del Maestro de Onil se halla dentro de la línea de la pintura valenciana del primer decenio del siglo XVI, conocedor de la oferta del Maestro de Martínez Vallejo, Nicolás Falcó y del italianismo de San Leocadio, así como deudor del Maestro de los Perea" (op. cit., p. 329). Se reproducen a continuación las notas con que describe el retablo Hernández Guardiola: "El Maestro de Onil es el primer pintor localizado en la zona, autor de un 'retablo de San Jaume' en la parroquia que da nombre al pintor (donde es suya también una tabla de 'San Antonio Abad'), así como del conjunto del 'Descendimiento y Pentecostés' y las piezas de 'San Pedro' y 'San Pablo' en la parroquial de Biar. // El conjunto de 'San Jaume', su obra más importante, muestra una organización tectónica y espacial típica de los retablos valencianos del siglo XV, con tres calles en sentido vertical (la central prolongada hacia arriba, la 'espiga'), con guardapolvo ('polseras') oblicuo, recuadrado por los lados y arriba y el bancal o predela, a su vez dividida en compartimentos. El titular [Santiago], de mayor tamaño, se ubica en la tabla del centro. Éste se muestra representado según el modelo italiano, con la vara de caminante y el bonete con concha de peregrino que simbolizan su llegada a Compostela. Sobre esta tabla, aparece otra que representa a la 'Virgen de la Salud'. En las calles laterales, se muestran escenas de la vida de Cristo y de la Virgen y, en las polseras y bancal, distintos santos de medio cuerpo. Debió de ser pintado en la primera década del siglo XVI" (op. cit., pp. 328-329). La calle lateral izquierda representa una Anunciación, una Sagrada Familia, una Adoración de los Reyes Magos; la derecha, una Resurrección, ¿una Santa Isabel? sosteniendo una llave, una Dormición de la Virgen. En la calle central, por encima de la representación de Santiago con los atributos de peregrino y de la Virgen a la que impetra un grupo en el que se cuentan dos lisiados, figuran un Jesús crucificado, flanqueado por dos Marías (una especie de Stabat mater), y, por encima del Calvario, presidiendo en la espiga del retablo, Dios Padre bendiciendo con gesto típico de Pantocrátor. Las piezas del guardapolvos representan, entre otras figuras, a varios profetas (¿Ezequiel?, Isaías, Jeremías, ¿Oseas?), a Santa Bárbara (con sus atributos característicos: una torre con tres ventanas en una mano y en la otra la palma de mártir) y a Santa Águeda sosteniendo una bandeja con sus pechos cortados. En las seis tablas de la predela, se distingue a un San Sebastián (primera figura empezando por la izquierda), a un San Agustín (quinta figura).
  141. En la iglesia de este convento se custodia la escultura de un nazareno de un paso procesional, obra de 1767; véase Enrique López Catalá, "Una obra de José Esteve Bonet en el convento de las religiosas justinianas de Onil", Archivo de Arte Valenciano, 2005, pp. 223-226. Francisco Gómez Ortín ("Poesía franciscana mural en el sureste español", en Murgetana, 120 [2009], pp. 161-173) reproduce un ciclo poético mural (de poesía devota) formado por 23 estrofas (redondillas), conservado en las paredes del claustro del convento onilense. Por su carácter, los poemas deben de datar de la etapa en que estuvo ocupado por la congregación de franciscanos alcantarinos.
  142. El convento de San Buenaventura, de fundación franciscana alcantarina, se inaugura el 4 de octubre 1687. Lo ocupa esa orden hasta el año 1836. En esa fecha, se clausura a raíz de la desamortización de Mendizábal. Años después, se consigue la reapertura del convento para celebrar misas. El 20 de abril de 1890, siendo alcalde Juan Vilaplana Sousa, llegan a Onil las monjas justinianas de Murcia. (La orden justiniana proviene de la Primera Congregación de Canónicos Regulares, fundada en Italia en 1404.) La madre Joaquina Bañón Ruiz, natural de Elche, fue la fundadora de esta orden en Onil. Había ingresado en el monasterio de justinianas (esta orden se inspira en la espiritualidad de San Lorenzo Justiniano) de la Madre de Dios en Murcia en 1851, cuando tenía veinte años. La madre Joaquina Bañón se encontró con dos personas; una de ellas le habló de un convento en Onil que en mejores tiempos había sido de los padres franciscanos alcantarinos y estaba destinado a hospicio de pobres y escuela de niños; la otra le ofreció que fundase en Madrid, donde no había inconvenientes y todo era favorable. Se decidió por Onil, no siendo los informes tan favorables, con el permiso del señor obispo de Cartagena, recogiendo fondos para restaurar el monasterio. El 20 de abril de 1890, cinco monjas profesas y cuatro novicias, acompañadas por sacerdotes y señoras de fuera de la villa de Onil, reocuparon oficialmente el convento. El pueblo entero las recibió con dos bandas de música y verdadero entusiasmo. El convento, salvo el paréntesis de la Guerra Civil (entre 1936 y 1939 sirvió de garaje y allí se instalaron también refugiados llegados a Onil), sigue su curso. En la actualidad, seis monjas continúan dando vida contemplativa al convent d´Onil, con sus toques habituales de campana, siendo de gran arraigo para la villa de Onil el convento y sus monjas.
  143. Es de inspiración historicista en su ornamentación, si bien el ocre tradicional de su fachada evocaba antes de su restauración actual la tonalidad habitual de numerosas casas de campo survalencianas pintadas de almagre, por lo que el edificio puede entenderse también como ejemplo de la corriente de arquitectura regional de fines del siglo XIX. De hecho, en su día presentaba semejanzas, en ese aspecto, con exponentes de la arquitectura rural del propio término municipal, como la llamada Casa Sarrió. En lo relativo al patrimonio arquitectónico tradicional de diversas partidas rurales de Onil, es de destacar la labor de documentación del blog titulado Masets d'Onil, con fotografías de calidad y acertados textos descriptivos.
  144. Con su arista suroriental redondeada.
  145. Originariamente circundaba la vivienda un tapial, que se abría al exterior por una cancela situada en la calle del Portal y por la que se tenía acceso a la delantera de la vivienda. La casa contaba antaño, en la parte occidental de su trasera, con una pequeña torre, rematada en una estructura almenada –hoy desaparecida– que recordaba las torres del Palacio Municipal.
  146. En el apartado correspondiente al siglo XVII de la sección de 'Historia' de este artículo se expone en nota alguna hipótesis acerca del origen de los festejos de moros y cristianos y se caracterizan algunas de sus manifestaciones, como la de las embajadas.

Enlaces externos editar