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La extensión del territorio de Alejandro Magno fue demasiado crucial para determinar qué tanto se expandería el dominio político y religioso del joven griego. Sus grandes conquistas permitieron, con mayor eficacia, que la religión se expandiera de un modo rápido y sutil a través de toda Macedonia. Sin embargo, también fue una acción caótica que repercutió posteriormente en el gobierno de Alejandro; Trogo Pompeyo, Plutarco, Arriano y Diodoro apoyan esta idea, sin embargo, éste último también sugiere que la religión extrema de Alejandro fue un instrumento de guerra y no una simple creencia griega.

Alejandro Magno ha sido una de las grandes figuras de la humanidad de todos los tiempos. Igual que Darío I, creó un estado universal, que comprendía desde el Indo hasta el Danubio. Su gobinero fue uno de los mejores estructurados, gobernó como nunca antes alguien lo había hecho. Bajo su poder estuvieron diferentes pueblos. Un aspecto muy importante del reinado de Alejandro, fue su excelsa religiosidad.[1][2]

Alejandro, en base a sus creencias griegas, pedía que se le reconociera como un Dios,[3]​ que se le hicieran cultos y sacrificios en su nombre,[3]​ hecho que lo llevó a ser considerado hijo de Zeus o Poseidón. De igual manera, ordenó que se construyeran templos y sacerdocios donde los veneraran,[3]​ en palabras de Arriano. La religión durante el reinado de Alejandro usó métodos poco comúnes en la religión de otras culturas como el uso de la adivinación,[4]​ el culto a los muertos que se creía podrían regresar del más allá por voluntad de Hades,[4]​ la creencia en el oráculo de Siwa[4]​ y la divinización por medio de la proskynesis.[4]​ Asimismo, exigió que se le inmortalizara en vida por medio del arte.[3]

Su extrema religiosidad fue un aspecto totalmente negativo, y, en opinión de algunos biógrafos antiguos, dar demasiado crédito a los oráculo, al parecer, lo llevó a su propia destrucción, sin embargo, también fue un instrumento de guerra y político. Su divinización en vida, que tan ardientemente deseaba, fue, por lo novedoso y por la fuerza con que la defendió, otro aspecto negativo, irracional para la mentalidad griega, que tuvo graves consecuencias en su vida y en su política, pero de igual manera, en su gobierno.[5]

Esta forma de opuesta de religión por parte de Alejandro Magno es casi idéntica a la que se vivió en la Edad Media. Para algunos historiadores como E. Badian, consideran que esta imposición de Alejandro nunca existió, pues el único culto a un hombre vivo del que se tiene registro es al espartano Lisandro. Pues las pruebas de que Filipo haya sido venerado son pobres y en el caso de Dión de Siracusa, en palabras propias, únicamente recibió honores de héroe. Badian arguye, que de ser cierto, Alejandro abusó en cuanto a su creencia religiosa pues, la proskynesis, era una tradición bárbara que chocaba frontalmente con la mentalidad griega, y por tanto con la mayoría de los griegos que le acompañaban. Cosa que le generó un conflicto a él y a sus generales.[6][7]

Culto y sacrificio editar

 
Procesión del sacrificio de un cordero a las Cárites, pintura sobre madera, Corintia, hacia 540-530 a. C., Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Los sacrificios a los dioses constituyen uno de los aspectos fundamentales del culto, y por lo tanto de la religiosidad, de los pueblos. Con Alejandro Magno no fue la excepción. Éste hizo muchos sacrificios a los dioses durante toda su vida.[3]​ Éstos son la manifestación ritual religiosa más importante de los griegos y los romanos. Después de vencer a los getas (a los que llamaron dacios los romanos), Alejandro "ofreció un sacrificio sobre la ribera del Istro a Zeus Salvador, a Heracles, y al propio Istro cuya travesía le había resultado tan cómoda".[8]​ Es sacrificio con víctimas ofrecidas a los dioses de los que Alejandro se consideraba descendiente: Zeus era su padre, y Heracles era el progenitor de la Dinastía Macedonia.[9]​ Ante ambas deidas, fue muy devoto, pues les ofrecía sacrificios todos los días de su vida;[9]​ y de los ríos, a los que divinizaba frecuentemente.

Después de arrasar Tebas y de pactar con Atenas (aliada de Tebas), Alejandro Magno regresó a Macedonia "e hizo el sacrificio que había instituido Arquelao, y estableció en Egas un concurso de juegos como en Olimpia; otros dicen que organizó un certamen en honor a las Musas".[10]​ El rey, pues, hizo un sacrificio fundado por el monarca macedonio que reinó del 413 a. C. al 399 a. C. y que pasó a la historia por su protección a los artistas. El poeta trágico ateniense Eurípides pasó en su corte los últimos años de su vida y en ella escribió Las bacantes. En Egas celebró un concurso semejante a los olímpicos. Las competiciones agonísticas eran rituales en honor de los dioses Zeus, Apolo y Heracles,[11][12][13][n 1]​ cuyo carácter perviviría hasta el final del Mundo Antiguo, y por eso fueron prohibidos por los cristianos.[14]Tertuliano escribió un libro titulado Sobre los espectáculos hacia el año 202 a. C., y Novaciano otro. El certamen en honor de las Musas sería literario. Las fiestas duraban nueve días, uno por cada Musa. En Atenas el ritual en honor de Dioniso consistía en la representación de tragedia, comedia y drama satírico.[15]​ Cuando Filipo preparaba la guerra contra los persas, consultó el Oráculo de Delfos[16]​ y lo interpretó favorable a la expedición que había planeado. Su hijo podría emprender tranquilo la campaña militar. Al pasar a Troya para comenzar la conquista de Asia por encargo de la Liga de Corinto, "subiendo hasta Ilión, hizo un sacrificio en honor de Atenea Troyana, y ofreció al templo su armadura completa. A cambio de ella tomó una de las armaduras dedicadas a la diosa desde la época de la guerra de Troya".[17][18]​ La ofrenda de las armas en honor a los dioses era frecuente. En Olimpia muchos exvotos son armas.[19][n 2][n 3]​ La entrega de las armaduras a los dioses se volvió a encontrar después de la primera gran victoria sobre los persas en el Gránico:[21]​ "como ofrenda a Atenea, la diosa protectora de la ciudad, envió a Atenas trescientas armaduras persas completas, en las que había hecho inscribir el epigrama: Alejandro, hijo de Filipo y los griegos, excepto los Lacedemonios, de los bárbaros, de los bárbaros que habitan en Asia". La ofrenda de Alejandro a la diosa pollada Atenas es un detalle de buen gobernante,[21]​ pues hizo la ofrenda en hombre de todos los griegos, haciendo de la campaña asiática una empresa panhelénica.

En Éfeso, "organizó un sacrificio en honor de Artemisa, y una procesión con todo el ejército armado en formación de combate".[22]​ El sacrificio de animales era un ritual que cumplía Alejandro siempre que terminaba una acción importante, generalmente militar. El sacrificio en honor de Artemisa era una diferencia con la diosa, protectora de la ciudad conquistada. El desfile militar formaba parte de la ceremonia del ritual. Alejandro Magno, después de cortar con su espada el "nudo Gordiano"[23]​ y tras una noche de truenos y ralámpagos, "a la vista de ellos, ofreció al día siguiente sacrificios en honor de los dioses, que habían manifestado estas señales por desatar el nudo". En esta ocasión el sacrificio es de acción de gracias a los dioses en general. Alejandro Magno tuvo conciencia de que los dioses le protegen siempre en esta empresa. Así, escribe una carta a Darío, donde dice, "poseo esta región por don de los dioses".[24]​ Los sacrificios son gratulatorios por los contínuos favores recibidos. Alejandro, tras haber sanado una enfermedad, cumplió los votos hechos por su salud y celebró unos juegos en honos de Esculapio y de Minerva.[25]​ El rey era muy devoto de esta diosa. Junto al río Pinaro consagró altares a Zeus, Heracles y Minerva.[26][27][28][29]​ Alejandro unas veces hacia rituales y en otras ocasiones levantaba altares. Antes de librar la batalla de Issos (333 a. C.), Alejandro subió a la cima de una elevada montaña y a la luz de gran cantidad de antorchas celebró sacrificios, según la costumbre de su país, a los dioses tutelares de la región.[30]​ El ritual consistió en una procesión de hombres con antorchas, según la costumbre persa. Los griegos y los romanos no tuvieron reparo alguno en adaptar e incorporar los dioses de los pueblos vencidos a sus propios panteones.

Contínuamente el monarca ofrecía sacrificios a los dioses. Cuando marcha al encuentro del rey Darío se detuvo no poco tiempo en conocer Solos, mientras ofrecía sacrificios y organizaba una solemne procesión.[31]​ Los sacrificios siempre son aspectos destacado de los rituales del monarca. La procesión de antorchas, ya citada, debió contar la participación de buen número de soldados. Arriano vuelve a referirse a estos rituales con ocasión de la toma de Tiro en el 332 a. C.:

Alejandro hizo sacrificios en honor de Heracles y organizó una procesión con su ejército en armas, en la que también las naves formaron en honor de este dios. Tuvo lugar un certamen gimnástico y una carrera de antorchas en el templo. Depositó en él, como ofrenda, las máquinas que habían servido para abatir el muro de la ciudad, y asimismo fue consagrada a Heracles la nave que los tirios habían dedicado al mismo Heracles y que había sido capturada por Alejandro. Hizo escribir en ella una nueva inscripción, no muy afortunada por cierto (y por eso precisamente no me ha parecido oportuno reproducirla), que tal vez compusiera el propio Alejandro, o quizá otra persona.[32][33]

Este texto de Arriano es de gran importancia por los datos que aporta acerca de sus fuentes, Ptolomeo y Aristóbulo, y sobre los ritos regios, que en esta ocasión son más detallados, consistentes en sacrificio de animales, procesión del ejército armado y desfile de naves en honor de Heracles, también una competición atlética y una carrera de hombres portando antorchas en el templo. Estos dos últimos actos eran desconocidos hasta este momento. El certamen gimnástico debía de ser similar a los olímpicos, píricos, nemeos o ístmicos. La ofrenda de la maquinaria bélica de asalto, llevada hasta el templo, y la nave tiria consagrada a Heracles no tienen otra finalidad que purificar las armas que llevaron a la victoria y consagrarlas con los dioses de la ciudad sometida. Así, Heracles —en realidad el Heracles argivo—, del que decían descender los reyes macedonios, colonizaba en lo político y en lo religioso las conquistas de Alejandro, trasfiriendo al propio rey las cualidades de ese dios, usurpando así las funciones políadas y rituales del Melqart Tirio VI. Estos festivales tuvieron lugar entre los meses de julio y agosto del año 332 a. C. Alejandro también realizaba rituales antes de las batallas importantes. Así, en el año 332 a. C., antes del asalto de la ciudad de Gaza, que presentaba senas dificultades, el rey hizo un sacrificio, vestido de forma especial y preparando a las víctimas.[34]​ Arriano da en este párrafo algunos detalles interesantes como el hecho que Alejandro se adornara con guirnaldas y vestidos apropiados al ceremonial que iba a tener lugar, consistente en su parte principal en el sacrificio de varias víctimas. Arriano es más explícito que en otras ocasiones al describir las ceremonias que el rey realizó en la ciudad de Menfis en el año 332-331 a. C., donde ofreció sacrificios a todos los dioses, y de modo especial a Apis, y celebró certámenes gimnásticos y musicales, a los que concurrieron los especialistas más famosos de Grecia.[35]​ Allí los sacrificios deben ofrecerse a los dioses egipcios, o mejor a los dioses griegos y egipcios. Las ceremonias consistían, como era frecuente, en certámenes atléticos y musicales, citados por vez primera como parte de un ritual. Estos concursos eran panhelénicos. Se anunciaban en Grecia y podían participar artistas de todo el país. En un párrafo posterior, Arriano[36]​ recoge algún dato más concreto, como que Alejandro ofreció un sacrificio en honor de Zeus Soberano, y ordenó que se hiciera una procesión con todo el ejército en armas, ya documentado antes, además de los certámenes gimnásticos y musicales, en honor de Heracles como era frecuente. Antes de partir hacia el Éufrates consagró a Heracles Tirio una crátera de oro y 30 páteras[37]​ en el verano de 331 a. C.[n 4]

En Babilonia, en 331 a. C., ofreció sacrificios a Baal, es decir, Marduk, siguiendo el ritual que los caldeos le indicaron.[38]​ Este sacrificio según el rito babilónico al dios de la ciudad es una medida que evidencia la inteligencia política de Alejandro, para ganarse el favor de los ciudadanos conquistados, tal como hizo en Éfeso, en Tiro y en Menfis. También obedece al hecho psicológico de que el rey vencedor de la ciudad fuera homologado al dios o dioses protectores de la misma. En Susa volvió a celebrar sacrificios siguiendo el ritual tradicional griego, como se desprende de la organización de carreras de antorchas y juegos gimnásticos. En esta ocasión estas actividades tuvieron lugar probablemente al aire libre. A veces Alejandro ofreció sacrificios al cruzar una ciudad importante. Así enNicea, en su marcha hacia la India, ofreció sacrificios en honor de Atenea[39]​ en el año 327 a. C. Igualmente realizó sacrificios de acción de gracias a los dioses antes de entrar en Persépolis.[40]​ Seguramente cuando se mencionan los sacrificios a los dioses éstos sean las doce divinidades olímpicas, como parece deducirse de un pasaje de Arriano,[41]​ quien cita doce altares levantados en acción de gracias a los dioses que hasta el momento le habían conducido victorioso. La erección de altares fue acompañada de sacrificios "según el ritual", expresión equivalente, con toda probabilidad, al rito griego, acompañado de un certamen gimnástico e hípico al modo griego.

Tomada la Roca de Aorno en el verano de 327 a. C., en cuya conquista fracasó el mismo Heracles, ofreció Alejandro un sacrificio,[42][43]​ y aunque Arriano no puntualiza esta vez qué divinidad era la destinataria del ritual, sin duda fue en honor de Heracles, ofreciéndole aquella victoria que fue imposible para su antepasado divino. Algunos de estos sacrificios eran verdaderas hecatombes de animales. El rey indio Taxilo regaló a Alejandro, al llegar éste al Indo, tres mil reses para el sacrificio.[44]​ Al llegar a la ciudad de Zadracarta, capital de Hircania,[45]​ Alejandro sacrificó en honor de los dioses y celebró competiciones gimnásticas. El sacrificio debió hacerse al conjunto de los dioses, y no a uno en particular, tal como sucediera antes de atravesar el Cáucaso,[46]​ y al luchar contra los escitas[47]​ en cuyo honor celebró también un certamen ecuestre —consistente posiblemente en una carrera de caballos- y gimnástico. En cambió realizó un sacrificio en honor de un sólo dios, Apolo, en la región de los antiguos ariaspos.[48]

Los rituales sacrificiales y los certámenes gimnásticos e hípicos fueron muy frecuentes. No se mencionan al comienzo de las campañas de Alejandro, y después se van haciendo habituales, como en Taxilo[49]​ y en las orillas del Hidaspes.[50]​ Arriano puntualiza en este caso que los ritos eran a los dioses en general "según la tradición tras una victoria", lo que significa que los sacrificios eran tan frecuentes como los triunfos militares. Para tales ceremonias se elegían a menudo las riberas de los ríos, como en los casos conocidos del Hidaspes y del Indo,[51]​ posiblemente por ser las vegas fluviales espacios abiertos propios a las competiciones agonísticas e hípicas, aparte del sentido sacral que Alejandro otorgaba a los ríos.

El regreso en naves por el Indo abajo fue iniciada por Alejandro con una invocación al Indo y una libación a Heracles, su antecesor, al que había ofrecido antes muchas victorias, a Amón, y a los demás dioses. Esta libación no significa acción de gracias por victorias alcanzadas como en otras ocasiones sino para invocar el favor divino en el viaje de retorno. Es interesante puntualizar que no se trata de un sacrificio de víctimas animales, como cabría esperar, sino de una libación, por tratarse el destinatario divino de un río, y por el hecho que se mencione, por vez primera, a Amón,[52]​ divinidad que será recordada luego, cuando el ejército de Alejandro alcanzó una isla, en el año 325 a. C., situada en la desembocadura del Indo. Aquí Alejandro preparó sacrificios a aquellos dioses a los que según Amón debía sacrificar. Al día siguiente, en la isla situada en mar abierto, ofreció Alejandro un sacrificio a otros dioses, y con distinto ritual, "siguiendo en todo las indicaciones del oráculo de Amón". Los dioses honrados eran egipcios y griegos, con sendos rituales en uno y otro caso. Alejandro consultó el oráculo de Amón quizás cuando visitó el oráculo de Siwa.

En una ocasión, en viaje de vuelta, atravesando Carmania, en el invierno del 325 a. C., el rey ofreció sacrificios gratulatorios por las victorias obtenidas sobre los indios, y en nombre de su ejército, frase que no se había mencionado antes, por haber cruzado Gadrosia sanos y salvos, e instituyó un certamen musical y gimnástico. Este párrafo recuerda la ya mencionada dedicatoria hecha en nombre de Alejandro y de los griegos. Sacrificios se hicieron también después de salir de una crisis como en Opis (Arr. VII, 11.6). Esta vez, puntualiza Arriano, serían en honor de Zeus, Heracles y Dioniso. El mismo historiador añade:[53]​ "celebró Alejandro en Ecbatana (año 330) un sacrificio, según tenía por costumbre tras algún buen suceso". El sacrificio fue acompañado de un certamen gimnástico y musical. Un dato interesante añade este autor: que mientras se celebraban los rituales Alejandro asistió con sus compañeros a un festín, que no sería posiblemente una comida sagrada, pues no se conservan indicios de que Alejandro las celebrara con tal sentido religioso. A algún otro dios —Asclepio—ordenó Alejandro ofrecer sacrificios en Epidauro, para lo cual envió una embajada,[54]​ aunque el dios no había evitado la muerte de su íntimo amigo Hefestión. Poco antes de enfermar y morir ofreció Alejandro sacrificios a los dioses, en agradecimiento por sus éxitos, que, como indica A. Guzmán, deben referirse al éxito de las expediciones marítimas por Arabia que acababa de realizar. Un dato interesante acerca de la originalidad de Alejandro no mencionado antes es que el ejército pudiera ofrecer sacrificios.

La religión griega era una religión fundamentalmente ritualista. Alejandro Magno se presenta en este aspecto como hombre profundamente religioso, realizando numerosos sacrificios de acción de gracias a los que hemos hecho referencia. Tales dioses eran los olímpicos en general Heracles, Dioniso, las Musas, Atenea, Artemisa, Apolo, Asclepio, Sol, Luna y Tierra, Poseidón, Anfítrite, Nereidas, Océano; y a los ríos, Hidaspes, Acesines e Indo; junto a dioses de los pueblos conquistados, como Melqart, Apis, Marduk, y Amón, al que tenía por su padre. Alejandro Magno, a decir de Plutarco[55]​ era también devoto de los Díós-curos.

Alejandro también realizaba sacrificios para procurar la salud de sus amigos enfermos, como el caso de Crátero.[56]​ Los distintos tipos de rituales sacrificiales y su significado han sido estudiados por H. U. Instrinsky,[57]​ en un libro criticado por F. W. Walbank.[58]​ Al atravesar el Helesponto sacrificó un toro a Poseidón y ofreció una libación a las Nereidas en una copa de plata;[59]​ pasaje que recuerda a la libación de Jerjes en el año 480 a. C. al atravesar también el Helesponto camino de Grecia, al frente de su ejército, descrito por Heródoto.[60]​ Al comienzo de la expedición del periplo de Nearco, según Arriano,[61]​ "Alejandro ofreció un sacrificio a los dioses (o los familiares a los que los adivinos indicaron), además a Poseidón, a Anfítrite, a las Nereidas, al propio Océano, al Hidaspes, de donde iba a partir la expedición al Acesines (del que el Hidaspes es un afluente), así como al Indo, al que van a parar las aguas de aquellos dos. Se celebraron certámenes musicales y gimnásticos y se repartieron las víctimas del sacrificio por los destacamentos de todo el ejército". Los sacrificios son en honor de todos los dioses, y de una serie de divinidades acuáticas, como Poseidón, Anfítrite, las Nereidas y el Océano, y a tres más especialmente vinculadas con la expedición de Alejandro a la India. Los rituales son los mismos que en otras ocasiones. Arriano añade un dato interesante: que la carne de las víctimas sacrificadas era consumida por los soldados, teniendo en esta ocasión un carácter de "banquete sagrado". Probablemente ésta era la costumbre, aunque en otros casos no se especifique.[n 5]

Arriano[63]​ recoge la noticia de otro sacrificio a divinidades acuáticas en la desembocadura del Indo: "Degolló allí (en una isla en el mar) unos bueyes en honor de Poseidón, lanzándolos al mar, y después del sacrificio ofreció una libación con una copa de oro que arrojó también al océano, al igual que unas cráteras también de oro, todo ello como acción de gracias, pidiendo al dios que permitiera regresar a los hombres de su flota".[n 6]​ La costumbre de sacrificar Alejandro a los ríos era antigua, pues se documenta ya en el principio de sus campañas en el norte de Macedonia, concretamente en el texto, citado, en que se dice que sacrificó en las riberas del Istro a Zeus Salvador, a Heracles, y al propio Istro.[64]​ La ceremonia en aquella ocasión, como en todas las demás lejos de Grecia, tuvo lugar en la misma orilla del río. De todos los datos aportados se desprende que Alejandro era un hombre religioso en extremo. Sus biógrafos así le retratan. Arriano,[65]​ al trazar en pocas palabras el retrato de Alejandro, se refiere a él como "el más piadoso de los hombres".

Templos y sacerdocios editar

Adivinación editar

Culto a los muertos editar

Alejandro Magno como hijo de Zeus y Poseidón editar

Oráculo de Siwa editar

Divinización de Alejandro Magno y proskynesis editar

Defeicación de Alejandro Magno en las ciudades griegas editar

Divinización de Alejandro Magno en el arte editar

Asimilación de Alejandro Magno con otros dioses editar

Controversias y críticas editar

Fuentes editar

Notas y referencias editar

Notas editar

  1. El origen de estos juegos tiene un carácter funerario, y nunca lo perdieron como lo muestran los rituales hechos por Alejandro Magno.
  2. A pesar de ser una ofrenda muy común para los dioses, en la Antigua Grecia no lo era así.[20]
  3. A Astarté se le ofrecían armas robadas.[20]
  4. Las páteras, platos o cuencos de poco fondo que se usaban en los sacrificios antiguos, tenían que ser muy importantes y costosas e iguales que las páteras fenicias.
  5. Este párrafo es copia de otro que podemos leer en la Anábasis,[62]​ aunque no se mencionan las competiciones agonísticas ni musicales, ni el reparto de la carne al ejército; en cambio añade al texto anterior una libación a Heracles, a Amón, y a los dioses.
  6. Se describen muy bien en este párrafo dos rituales: un sacrificio de bueyes y una libación. En segundo lugar merece la pena destacar el detalle que los bueyes sacrificados eran arrojados al mar, así como la copa de la libación y las cráteras. El ritual tenía sentido de acción de gracias. Las aguas de los ríos y del mar recibían los sacrificios y también los objetos utilizados en los rituales que adquirían así el carácter de objeto sagrado y de ofrenda a los dioses.

Referencias editar

  1. Arriano. Anábasis de Alejandro Magno. Libros I-VIII.
  2. Arriano. Storia di Alessandro, Milán, Ruscocini. 1980
  3. a b c d e Diodoro Sículo. Libro XVII, edición de T. Alfieri. 1980.
  4. a b c d Pompeyo Trogo , Historias Filípicas. Véase también la edición de Justino, Epítome de las «Historias Filípicas» de Pompeyo Trogo, Madrid, 1995.
  5. Plutarco. Vida de Alejandro Magno. Madrid, 1996.
  6. J. Carlsen. Alexander, The Great. Roma, 1997
  7. F. Altheim. Alexander et l' Asie. Historie d' un legs.
  8. Arriano. I, 4.5
  9. a b Curcio. IV, 2.3
  10. Arriano. I, 11.1
  11. Sh. Glubok., A. Tamarin. Olympic games in Ancient Greece, Nueva York. 1976.
  12. M. Robertson. La peinture Grecque, pág. 34-41
  13. E. Demargne. Nacimiento del arte griego, pág. 377-379.
  14. R. Teja. Los juegos de anfiteatro y del Cristianismo, pág. 69-78.
  15. F. Rodríguez Adrados. Fiesta, comedia y tragedia. Sobre los orígenes griegos del teatro. 1992.
  16. Diodoro Sículo. XVI, 92.4
  17. Arriano. I, 11.7
  18. Diodoro Sículo. XVII, 18.1
  19. E. Kunze. Archaische Schildbänder, Olympische Forscbungen
  20. a b ISm. XXXI, 10
  21. a b Arriano. I, 18.2
  22. Arriano. I, 18.2
  23. Arriano. II, 3.8
  24. Arriano. II, 14.7
  25. Curcio. III, 7.3
  26. Curcio. II, 12.27
  27. Curcio. IV, 13.15
  28. Curcio. VII, 12.32
  29. Curcio. VII, 11.24
  30. Curcio. III, 8.22
  31. Arriano. II, 6.4
  32. Arriano. II, 24.6
  33. Diodoro Sículo. XVII, 46.6
  34. Arriano. 2, 26, 4.
  35. Arriano. III, 7.4
  36. Arriano. III, 5.2
  37. Curcio. IV 8.16
  38. Arriano. II, 16.5
  39. Arriano. IV 22.6
  40. Diodoro Sículo. XVII, 72.1
  41. Arriano. IV 29.1-2
  42. Arriano. IV 30.4
  43. Diodoro Sículo. XVII, 85.1-7
  44. Arriano, III 3.5
  45. Arriano. II, 25.1
  46. Arriano. III, 28.4
  47. Arriano. IV 4.1
  48. Arriano. III, 27.5
  49. Arriano. III, 6.3
  50. Arriano. III 20.1
  51. Arriano. III, 3.6
  52. Arriano. VI, 3.2
  53. Arriano. VII, 14.1
  54. Arriano. VII, 14.6
  55. Al. L, 2.3
  56. Plutarco. Al. XLI, 3
  57. Alexander der Grosse am Hellespont. 1949
  58. JHS 69, pág. 79-81 1949.
  59. Arriano. I, 11.6
  60. Herodoto. VII, 34
  61. Ind. 18.11
  62. Arriano. VI, 3.1
  63. Arriano. VI, 19.5
  64. Arriano. I, 3.5
  65. Arriano. VII, 29.1

Bibliografía editar