Anexo:Cántaros y lozas en Murillo

Detalle del Autorretato realizado hacia 1670 y conservado en la National Gallery de Londres.

La pintura de Bartolomé Esteban Murillo, además de su valor artístico indiscutible, es un documento histórico que traslada al espectador a la ciudad de Sevilla entre 1640 y 1682. Durante ese escaso medio siglo, Murillo, como otros muchos pintores, refleja en sus cuadros el mundo que le rodea: su familia, vecinos y amigos se convierten en personajes bíblicos o fabulosos pícaros, y su entorno doméstico, muebles, cacharros, vestuario, le sirve de utilería y escenario.

Esta galería reúne y estudia el conjunto de piezas de alfarería de basto y loza que Murilló pintó en esos escenarios: cántaros, cantarillas, pucheros, jarras, alcarrazas, platos, pocillos, escudillas... Un escaparate de la floreciente industria cerámica y la presencia de la alfarería en la Sevilla del Siglo de Oro, a partir del barro extraído de las orillas del Guadalquivir y trabajado en los talleres del barrio de Triana.[1]​ Se distinguen tres tipos de alfares en Triana:

"Aquí se haze mucha y muy biena loςa o bedriado blanco y amarillo, ay casi cincuenta tiendas. Hazese también azulejo muy polido y con mucha diferencia de colores. Es muy barato; de que los mercaderes flamencos,franceses y otros llevan infinita quantidad para Francia, Flandes y Inglaterra..."
Diego Cuelbis, viajero alemán en la Sevilla de 1599.[3]

Cántaros y lozas editar

Galería de pinturas
  Niño espulgándose Joven mendigo[4]
1645-1650
134 x 100 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Louvre.[5]
En el ángulo inferior izquierdo, presidiendo un humilde bodegón, vemos una cántara ovoide, panzuda, con una sola asa, hecha probablemente en algún taller de Triana,[6]​ o traída de los alfares del Aljarafe, de la tierra llana de Huelva o incluso de Lebrija, focos productores de los típicos cántaros sogelaos,[7]​ muy comunes en todo el bajo Guadalquivir: Beas, Trigueros, y Villarrasa. Este modelo que aparece en el Niño espulgándose (quizá el mismo cántaro, parte del ajuar doméstico de la casa familiar del pintor), vuelve a ser pintado en varias ocasiones, como puede verse a lo largo de esta Galería. Se trata de una pieza muy similar a la que, el también sevillano Velázquez, había pintado treinta años antes en El aguador de Sevilla, estudiada por Natacha Seseña.[8]
  Niño espulgándose Joven mendigo (detalle) Cántaro "sogelao" de boca exvasada -con tres resaltes- de la que sale un asa hasta el 'hombro' donde se apoya en forma de lengüeta, y con una capacidad aproximada de una arroba (casi doce litros). Visto en detalle se perciben las estrías que, por la acción del torno, han ido dejado los dedos del alfarero.
  Magdalena penitente
c. 1640-1645
196 x 144 cm

óleo sobre lienzo

Matthiesen Gallery. Londres
Se conservan cuatro Magdalenas penitentes de Murillo, supuestamente pintadas entre 1640 y 1655. En las cuatro aparece un ungüentario de cerámica,[9]​ junto a la calavera y el libro de oraciones. Las dos primeras copian el grabado de Swanenburg (h1609), a partir de un modelo de Abraham Bloemaert, como ocurre con ésta de la Galería Matthiesen.[10]
  San Diego de Alcalá dando de comer a los Pobres
c. 1645-1648
173 x 183 cm

óleo sobre lienzo

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid.[11]​,[12]
En segundo plano y en el centro, dos pucheros: el de la anciana de la toca oscura, y, a su derecha, el del viejo contrastando tras el plato de loza blanca... El puchero tenía una ventaja sobre el plato: podía ponerse al fuego para calentar o cocinar la comida, además de servir de recipiente para comer o beber... En un rótulo, al pie del cuadro, puede leerse:

Da de comer al Pobre y el prouecho / Reciue Diego de que el Pobre Coma / El Pobre Come y Diego satisfecho. / El dar las gracias por su quenta toma. / Mira en el Pobre a Dios y de su pecho / Caridad todos a Dios le ofrece Aroma / I a un tiempo exercitando vida activa / El Santo goza la corona dichosa.

  Fray Francisco y la cocina de los ángeles
1646
180 x 450 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Louvre.[13]
Murillo pinta aquí dos veces el cántaro de una arroba que aparece en el Niño espulgándose: en el centro del cuadro, sujeto del asa por el ángel más cercano a fray Francisco; y, de nuevo, en el ángulo inferior derecho, junto a la mesa en la que otro ángel distribuye los platos de loza blanca. El pintor incluye aún otra pieza de la alfarería de agua: una jarra con pico, similar a la pichela aragonesa para el vino, esmaltada en blanco y decorada con un discreto motivo vegetal. La vemos en un segundo plano, junto a la cabeza del angelito que está majando -machacando- en un almirez; a su izquierda aparece también una amplia fuente blanca que continúa la línea de objetos luminosos que cruza la composición y que, pasando por el pecho del ángel que lleva el cántaro, llega hasta la aureola del santo franciscano.
  Preparación de tortas de harina
c. 1655-1660
164 x 120 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Hermitage. San Petersburgo.
De tardía atribución a Murillo,[14]​ esta escena doméstica muestra dos piezas elementales en la cocina sevillana del siglo XVII; una gran cazuela de barro en el centro de la composición, y encima, en manos de la mocita que mira al espectador, un plato de loza trianera, decorado con motivos vegetales (los especialistas en cerámica apuntan que "el blanco Triana" era pastoso, con poco estaño).[15]
  Vieja comiendo gachas con un chico y un perro
c. 1650-1660
147 x 107 cm

óleo sobre lienzo

Museo Wallraf-Richartz. Colonia
En este cuadro, popularmente conocido como La vieja,[16]​ Murillo vuelve a pintar la jarra de mesa, blanca y picuda, que usó en Fray Francisco y la cocina de los ángeles. Tanto la jarra como el plato pertenecen a la ilustre familia de las "lozas trianeras", cacharros con vidriado estannifero blanco que permite la pintura azul del cobalto para su decoración.[17]
  Vieja comiendo gachas con un chico y un perro (detalle) Jarra picuda de loza trianera, con vidriado estannifero blanco, sobre el que resalta la decoración vegetal verdiazulada hecha con un barniz de cobalto.
  Rebeca y Eliezer
c. 1652
107 x 171 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Prado. Madrid.[18]
Aunque Eliezer bebe del balde que le ofrece Rebeca, Murillo pinta cuatro cántaros (que parecen el mismo modelo desde distintas perspectivas). Se trata de la cántara ovoide, panzuda, con una sola asa, de una arroba, que aparece en el Niño espulgándose y que aquí, el pintor, modifica a su antojo, bien alargando su cuello -como la que está al pie del pozo-, bien ensanchando su boca -como la que porta sobre su cabeza la aguadora del segundo plano. Esta pieza cantarera, todavía se fabricaba a finales de 1970, con la misma técnica y acabado final, en El Campillo,[19]​ siguiendo modelos tradicionales de Cortegana, Beas y Trigueros.
  Rebeca y Eliezer (detalle) Cántaro "sogelao" bético: ovoide, panzudo, con una sola asa y cuello más estrecho que el modelo levantino de Andalucía Oriental (Almería, Granada, Jaén).
  El nacimiento de San Juan Bautista
c. 1655
147 x 188 cm

óleo sobre lienzo

Museo Norton Simon. Pasadena (California)[20]
Abajo, en el centro, tras la gran palangana que sirve para remojar los paños de la recién parida, vemos, en sombras, una cántara ovoide, panzuda, con una sola asa, similar a las que Murillo pinta en varios cuadros de esta primera época. En este caso se trata también de una pieza de boca exvasada y con tres resaltes, pero con el asa más baja y el cuello alargado, pequeña de cuerpo, más parecida a los de Guadix y la Andalucía interior que a las onubenses y sevillanas.[21]El nacimiento de San Juan Bautista muestra asimismo un ejemplo de la fina cerámica trianera en la mesita de la derecha: platillo, taza y cucharilla, a juego, vidriados de blanco con decoración en azul y aspecto (en lo que puede percibirse) de fina porcelana.
  Muchacho con un perro
c. 1655-1660
180 x 136 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Hermitage. San Petersburgo.
Estudiosos de Murillo como Diego Angulo o Enrique Valdivieso han especulado con la posibilidad de que algunos de sus modelos fueran miembros de su propia familia. Fueran o no sus hermanas, sobrinos, hijos, cuñados o vecinos y amigos, lo cierto es que se repiten y en muchos casos tienen rasgos familiares comunes. Especulaciones inevitables asimismo a la hora de identificar la pieza alfarera que entrevemos dentro del capazo que porta el muchacho. Por la anchura de su boca y el vidriado rojizo podría ser una de las pequeñas cántaras aorzadas que en Palma del Río llamaban salonas.[22]
  Santa Justa
c. 1660
0,93 x 0,64 cm

óleo sobre lienzo

Museo Meadows. Dallas.[23]​,[24]
En el año 287 del siglo III, Justa y Rufina, jóvenes alfareras y cristianas clandestinas de la Hispalis romana, fueron martirizadas por negarse reiteradamente a abandonar su fe. Murillo pintó en dos ocasiones a las populares patronas sevillanas, una juntas y otra, ligeramente anterior, separadas.[25]​ En este lienzo, emparejado con el de Santa Rufina, su hermana Justa, además de la palma -atributo iconográfico de los mártires cristianos-, sostiene dos piezas: como no se ven completas su identificación es aproximativa... La vasija que vemos delante, al no mostrar asas, se queda en la familia de los cuencos, eso sí, con repulgos, esa especie de pequeñas abolladuras o pellizcos, casi seña de identidad sevillana. La otra pieza, de la que solo vemos un asa, puede ser una cantarilla de boca ancha, como las fabricadas en Morón de la Frontera.[26]
  Santa Rufina
c. 1660
0,93 x 0,64 cm

óleo sobre lienzo

Museo Meadows. Dallas.[27]​,[28]
En el lienzo del Museo Meadows, que forma pareja con el anterior -también en Dallas-, Murilló pintó a Rufina, la otra alfarera martirizada, sosteniendo dos tallas trianeras para el agua (las llamadas alcarrazas que ya Covarrubias en 1610 describió como "cantarilla con algo de salitre" que, resudando, consigue mantener el agua fresca). Son piezas finas, vidriadas de blanco, de base estrecha y boca ancha, con dos asas y los típicos pellizcos o "repulgos" decorando su cuerpo.[29]​ En El aguador de Sevilla, de Velázquez, puede verse con más detalle una alcarraza casi gemela de las que aquí muestra la santa hispalense.
  Las santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla
c. 1665-1666
200 x 176 cm

óleo sobre lienzo

Museo de Bellas Artes de Sevilla.[30]​,[31]
Las santas patronas Justa y Rufina sosteniendo sin esfuerzo una "Giralda" salvada, por su intercesión, del terremoto habido en Sevilla en 1504 (milagro que, según el santoral católico repitieron con el seísmo de 1655 y el terremoto de Lisboa de 1755). El motivo fue pintado por varios artistas, desde Hernando de Esturmio a Goya. Pero es Murillo el que mayor variedad de cacharros nos muestra. Abajo, a la derecha, formando una bonita diagonal: tumbado, un cántaro de media arroba (unos seis litros), un jarro picudo de cuerpo apucherado y sin esmaltar, y un juego de platos y lebrillos de loza blanca. A su izquierda, en el centro y en sombra, varias piezas de loza fina: una alcarraza, en primer término, y a su izquierda un jarrón (quizá jarra de cuatro picos), aún detrás se distingue otra alcarraza que por su ancha boca más parece tinaja doméstica.
  Jacob bendecido por Isaac
c. 1660-1665
213 x 358 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Hermitage. San Petersburgo.
Murillo, que dividió la escena bíblica en dos cuadros, un interior y un exterior, pintó aquí dos cántaros (del mismo tipo y diferente capacidad), mudos protagonistas de una típica escena de la alfarería de agua: la aguadora, que ya se marcha, ha venido a llenar el cántaro en el pozo que vemos a la izquierda; a la puerta de la casa del viejo y ciego Isaac, centra la composición, como un personaje más, una cántara ovoide, panzuda, con una sola asa y una arroba de volumen (doce litros), quizá la pieza más pintada por Murillo y una de las de mayor producción entre los "olleros" del siglo XVII.
  La escala de Jacob (el sueño de Jacob)
hacia 1660-1665
246 x 360 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Hermitage. San Petersburgo.[32]
La pieza alfarera que hay junto al zurrón y la vara, abajo y a la derecha de la cabeza de Jabob, es un objeto cuyo uso y apariencia fueron los mismos en la Jerusalén anterior a Cristo que en la Sevilla del diecisiete. Se trata de una botella, botijón, barril o tonel de barro, también llamada botija arriera o botija chata, identificada con lo que a partir del siglo XX es una cantimplora. Murillo pintó el mismo objeto en el cuadro del Ermitage Descanso en la huida a Egipto. Allí se ve mejor.
  Descanso en la huida a Egipto
hacia 1667
180 x 136 cm

óleo sobre lienzo

Museo del Hermitage. San Petersburgo.
Se conocen dos versiones del Descanso en la huida a Egipto, ésta del Museo del Ermitage de San Petersburgo, y otra de la colección Strafford, en Wrotham Park;[33]​ mientras en la 'inglesa' el artilugio elegido para conservar el agua fue una calabaza del peregrino, en la del museo ruso, Murillo pinta un botijón o tonel -aquí sin asas-, una vasija de barro, opcionalmente forrada de cuero para defenderla de pequeños golpes. La pinta junto a unas alforjas de paño, bajo el Niño dormido.
  Moisés golpeando la roca de Horeb
1666-1670
62,8 x 145,1 cm

óleo sobre lienzo

Hospital de la Caridad (Sevilla).
Consultadas algunas de las numerosas representaciones de este episodio de la vida de Moisés en la historia universal de la pintura, puede decirse que Murillo es uno de los artistas que mayor variedad cacharrera despliega.[34]​ Mirando con atención el cuadro aparecen, de izquierda a derecha: 1) Una jarrita de barro, menuda como un azucarero de cuerpo esferoide, en la que bebe la madre que sostiene en brazos un niño sediento; 2) y 3) una vasija con cuerpo de orza de dos asas, en las manos alzadas de la niña, en la que un hombre vierte agua de un cántaro arrobero; 4) en el centro de la composición, el niño que señala la roca milagrera sostiene una talla trianera, esmaltada en blanco y con decoración verdiazul; 5) metido en la alforja de la caballería, un gran cántaro sogelao,[35]​ de cuello alto (como los de Guadix); 6) a su derecha, en segundo plano, un hombre se acerca al manantial con un cántaro mediano -de seis a ocho litros-, que trae sobre el hombro; 7) y abajo, recortando su forma blanca en la túnica de Moisés, la jarra picuda de mesa (decorada con las típicas líneas azules paralelas de la cerámica sevillana), con la que una mujer va llenando un balde de metal; 8) y 9) a la izquierda del fontarrón, un hombre bebe directamente de un cántaro mediano sin asas, mientras debajo, un hombre arrodillado sostiene un jarrón de cerámica fina con una elegante asa de hombro alzado; 10) abajo, en el charco producido por el manadero, un hombre estira el brazo para llenar una jarra de blanco triana; 11) por encima de esta escena, otro hombre llena directamente del chorro un jarrón finamente vidriado; 12) a su derecha, un niño bebe de lo que parece una taza con asa que le ofrece una mujer; 13) y 14) cerrando la composición por este lado, Murillo aún pintó dos cántaros más, dos piezas grandes con capacidad para una arroba, casi doce litros de líquido.
  Curación del paralítico en la piscina probática
1668
237 x 261 cm

óleo sobre lienzo

Galería Nacional de Londres.[36]​,,[37]
El milagro del estanque de Betesda, en Jerusalén, ambientada por Murillo en un marco digno de Claudio Lorena, se hace andaluza gracias a un mínimo bodegón alfarero. Abajo, a la izquierda, entre la muleta y un viejo plato de loza blanca, un puchero con la boca rota (su base esbelta tiene la gracia de las cantarillas de Purullena o la "salona" de Palma del Río).[38]
  Vieja despiojando a un niño
c. 1670
147 x 113 cm

óleo sobre lienzo

Alte Pinakothek. Múnich
El cántaro arrobero que vemos a la izquierda del perrillo aparece en esta galería en ocho ocasiones más. Murillo lo pintó desde varias perspectivas, siendo ésta una de sus favoritas: de pie, mostrando el perfil de su asa. La otra pieza que aparece en este cuadro, sobre la mesa al pie de la ventana es, sin embargo, relativamente exclusiva en su ajuar alfarero: una jarrita totalmente vidriada (el color verdiazulado, casi gris, no sabemos si responde a la calidad del vidriado o al paso del tiempo, probablemente a ambos factores).
  Vieja despiojando a un niño (detalle) Jarrita 'apucherada', de cuerpo globulado y totalmente vidriada. Un modelo muy similar se seguía haciendo en Lucena a comienzos del siglo XXI.
  Invitación al juego de pelota a pala
c. 1670
160 x 104 cm

óleo sobre lienzo

Dulwich P. Gallery. Londres.[39]
La pieza que vemos a la izquierda, en la mano del niño que come entre dudas infantiles, es la misma que Velázquez pintó en Cristo en casa de Marta y María y en Dos jóvenes a la mesa, medio siglo antes. Ovoide, de asa levantada y boca pequeña. Murillo, sin embargo -forzado quizá por la perspectiva focal-, la pinta más alcuza que perula trianera, pero con el mismo brillante vidriado verdioscuro en su parte superior.
  Tres muchachos
c. 1670
159 x 104 cm

óleo sobre lienzo

Dulwich P. Gallery. Londres.[40]
En esta equilibrada composición piramidal, Murillo pinta en los dos extremos de su imaginario eje central sus dos piezas favoritas: la jarra trianera vidriada de blanco, abajo en primer plano, y en la cúspide de la pirámide visual, un cántaro sobre el hombro del que algunos estudiosos identifican con Juan, esclavo del pintor. Y que según este supuesto, volvió a servirle de modelo para las Bodas de Caná.[41]
  Dos niños jugando a los dados
c. 1670-1675
148 x 114 cm

óleo sobre lienzo

Academia de Bellas Artes. Viena
Este de Viena es uno de los dos cuadros que se conservan de Murillo en los que se representa a niños jugando a los dados, el otro está en Múnich.[42]​ En el sucinto bodegón que el pintor sitúa abajo, en primer plano, vemos dentro del cesto de mimbre, ya casi fuera del lienzo, lo que parece ser una jarra de "blanco Triana", en la que se adivina el motivo vegetal que la decora.
  Niños jugando a los dados
c. 1675-1680
146 x 108 cm

óleo sobre lienzo

Alte Pinakothek. Múnich.[43]
Abajo, a la izquierda, apoyada en la vieja cesta de mimbre, una cantarilla pequeña con la boca rota. No es la primera vez que Murillo confirma la validez y la dignidad de una pieza alfarera aunque esté desportillada; también en Curación del paralítico en la piscina probática había pintado un pucherito con el labio roto. El mensaje -incomprensible en el siglo XXI- está claro: "todavía sirve".[44]
  Las bodas de Caná
c. 1670-1675
179 x 235 cm

óleo sobre lienzo

The Barber Institute. Birmingham.[45]​,[46]
Murillo pinta en plateados tonos grises o dorados vidriados las "seis tinajas de piedra" que enuncia San Juan (Jn 2.1-12) en su relato de las Bodas de Caná. De aquí que ni el color a basto barro cocido, propio de los cántaros béticos, ni las formas, en este cuadro más sofisticadas y 'orientales', coincidan con el conjunto de piezas alfareras habituales en su pintura. También resulta curioso, si no enigmático, que pinte un séptimo cántaro, éste más sevillano, en brazos del personaje que abre -o cierra- la composición, a la derecha.

Véase también editar

Referencias editar

  1. Ana Sánchez-Lassa de los Santos en "El joven Murillo" (catálogo de la exposición, 2009), menciona 50 alfarerías en Sevilla en vida del pintor (pp. 143-5) ISBN 978-84-96763-21-0
  2. Cerámica popular de Andalucía, publicado por Editora Nacional en 1984; p.40. ISBN 84-276-0648-6
  3. Anotado por Ana Sánchez-Lassa en El joven Murillo. Catálogo de la Exposición. Museo de Bellas Artes de Bilbao y Junta de Andalucía. 2009; p.144. ISBN 978-84-96763-21-0
  4. El título del catálogo del Louvre Joven mendigo es inexacto. El niño que pinta Murillo era probablemente un aguador y 'mozo de la esportilla', ocupación habitual en el Siglo de Oro Español, y tan asociada a la picaresca que ha llegado hasta nosotros en las aventuras del Lazarillo de Tormes, Estebanillo González y el Guzmán de Alfarache. Anotado por Ana Sánchez-Lassa en El joven Murillo. Catálogo de la Exposición. Museo de Bellas Artes de Bilbao y Junta de Andalucía. 2009; pp.143-145. ISBN 978-84-96763-21-0
  5. Murillo (1617-1682). Catálogo de la exposición celebrada en el Museo del Prado, 8 octubre-12 diciembre, 1982; por Manuela Mena Marqués y Enique Valdivieso. Madrid, Ministerio de Cultura y Fundación Juan March. p.116. ISBN 84-7075-249-9
  6. Agustín de Rojas, en 1602, cita en dicho barrio sevillano más de sesenta tiendas (nombre antiguo de taller); y Matute y Gabiria, manejando datos de 1791, cita 86 hornos de loza y de basto... En Cacharreria popular, Natacha Seseña, Alianza Editorial, Madrid (1997); pp.326 ISBN 84-206-4255-X
  7. Sogelao o artelao: con las huellas de los dedos del alfarero aún visibles tras su acabado.
  8. Seseña, Natacha, "Los barros y lozas que pintó Velázquez ", revista "Archivo español de arte", 64:254 (1991:abril/junio) p.171.
  9. Pequeña vasija, similar a un azucarero unas veces y a un jarrito para sales otras, enteramente vidriada y provista de una tapadera.
  10. Las otras tres son: La Magdalena penitente (h1640) -161 x 109-, del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). La Magdalena penitente (h1650) -166 x 121-, de la colección Arango (España). Y La Magdalena penitente (1650-55) -152 x 104-, de la Galería Nacional de Irlanda (Dublín). Navarrete Prieto, Benito: 1617-1656. Los años del joven Murillo. 2009. Museo de Bellas Artes de Bilbao y Junta de Andalucía. Madrid. ISBN 84-96763-21-0
  11. RDCMDE (ed.). «Bartolomé Esteban Murillo(1617–1682) San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres». Consultado el 10 de enero de 2012. 
  12. Murillo (1617-1682) (1982), p.112.
  13. Museo del Louvre (ed.). «Fray Francisco y la cocina de los ángeles». Consultado el 12 de enero de 2012. 
  14. Antes atribuido a Jan Miel y a Jan van Penne por asociación con un cuadro similar de este último en el Museo de Amberes. Anotado por Luzmila Kagané: "Nuevos datos sobre los cuadros de Murillo del periodo temprano en al Ermitage". En El arte español fuera de España; CSIC, 2003. ISBN 84-00-08128-5.
  15. Seseña, 1997; p.326-327.
  16. En el museo alemán se cataloga como La vieja y el niño; otros nombres anteriores fueron: Vieja gitana con niño, La vieja gitana y La vieja de Triana. Anotado en: Angulo, Catálogo crítico (1981); p.308-309.
  17. Originales de la España musulmana, de aquí pasarían a México, Francia, Flandes y los principados alemanes. (Seseña: "Los barros y lozas que pintó Velázquez ", 1991; p.175).
  18. Museo del Prado (ed.). «Rebeca y Eliezer». Consultado el 11 de enero de 2012. 
  19. En el estudio coral Cerámica pupular de Andalucía, publicado por Editora Nacional en 1984 ISBN 84-276-0648-6, se da noticia de la producción del único alfarero de El Campillo, Africano Camacho Hernández, jubilado en aquellas fechas.
  20. Museo Norton Simon (ed.). «El nacimiento de San Juan Bautista». Consultado el 12 de enero de 2012. 
  21. Siluetas de cántaros más representativos de la alfarería española, en Cerámica popular española: J. Llores Artigas y J. Corredor Matheos. Editorial Blume, Barcelona, 1982. ISBN 84-8031-145-X
  22. Cerámica pupular de Andalucía (1984), p.68.
  23. Meadows Museum (ed.). «Collections:Santa Justa». Consultado el 11 de enero de 2012. 
  24. Murillo (1617-1682) (1982), p.162.
  25. Diego Angulo, en su Catálogo crítico (Espasa Calpe, 1981, vol.II), da imagen murillesca de las santas en dos medallones de la Catedral de Sevilla; aunque sólo son bustos, Justa muestra una cantarilla y Rufina una alcarraza.
  26. Cerámica pupular de Andalucía (1984), p.36.
  27. Meadows Museum (ed.). «Collections: Santa Rufina». Consultado el 11 de enero de 2012. 
  28. Murillo (1617-1682) (1982), p.162.
  29. Seseña cita (Cacharrería popular, 1997; p.327) que en Andujar se hacían con cuatro asas y cuerpo "de mujer", y con el tiempo perdieron los "repulgos".
  30. Junta de Andalucía (ed.). «Santas Justa y Rufina». Consultado el 11 de enero de 2012. 
  31. Murillo (1617-1682) (1982), p.190.
  32. State Hermitage Museum (ed.). «Bartolomé Esteban Murillo(1617–1682) Jacob's Dream» (en inglés). Consultado el 12 de enero de 2012. 
  33. Angulo: Catálogo crítico. 1981. p.207
  34. Mezclando modelos venecianos (Tintoretto, Leandro Bassano,...) con referencias abundantes de la pintura flamenca: Gillis Mostaert en su versión de 1560, del Museo de Historia del Arte de Viena, la de Martín de Vos de 1572 en la Alte Pinakothek, la de Joachim Wtewael de 1624 en la Galería Nacional de Arte (Washington), o la jocosa de Jan Steen de 1660, en el Museo de Arte de Filadelfia. Todas ellas ofrecen información etnográfica en sus 'escaparates de cacharrería'. Búsqueda temática en "Ciudad de la pintura".
  35. La doctora Seseña advirtió este mismo tipo de cántaro en algunas pinturas del maestro flamenco Pieter Brueghel el Viejo.(Seseña: "Los barros y lozas que pintó Velázquez ", 1991; p.175).
  36. Galería Nacional de Londres (ed.). «Christ healing the Paralytic at the Pool of Bethesda» (en inglés). Consultado el 11 de enero de 2012. 
  37. Murillo (1617-1682) (1982), p.198.
  38. Cerámica popular de Andalucía (1984), p.68.
  39. Murillo (1617-1682) (1982), p.232.
  40. Murillo (1617-1682) (1982), p.234.
  41. Angulo: Catálogo crítico. 1981. p.300.
  42. El Museo del Prado posee otro ejemplar dedicado a este juego, obra de Pedro Núñez de Villavicencio, fechada hacia 1686.
  43. Murillo (1617-1682) (1982), p.230.
  44. VV.AA.: Murillo. Kinderleben in Sevilla. Alte Pinakothek, München; 2001. pp.244-246. ISBN 3-7774-9170-5 (en alemán).
  45. The Barber Institute of Fine Arts (ed.). «Bartolomé Esteban Murillo(1617–1682) The Marriage Feast at Cana» (en inglés). Consultado el 10 de enero de 2012. 
  46. Murillo (1617-1682) (1982), p.212.

Bibliografía editar

  • VV.AA. (1984). Cerámica popular de Andalucía. Madrid, Editora Nacional. ISBN 84-276-0648-6. 
  • Mena Marqués, Manuela; Valdivieso, Enrique (1982). Murillo (1617-1682). Catálogo de la exposición celebrada en el Museo del Prado, 8 octubre-12 diciembre (Madrid). Ministerio de Cultura y Fundación Juan March. ISBN 84-7075-249-9. 
  • Sánchez-Lassa de los Santos, Ana (2009). Usos y costumbres culinarios en la Sevilla de Murillo. Catálogo de la Exposición "El joven Murillo". Museo de Bellas Artes de Bilbao y Junta de Andalucía. ISBN 978-84-96763-21-0. 
  • Seseña, Natacha (1997). Cacharrería popular. La alfarería de basto en España. Madrid, Alianza Editorial. ISBN 84-206-4255-X. 
  • Gestoso y Pérez, José (1903). Historia de los barros vidriados sevillanos. Sevilla. (consultado en Biblioteca de Humanidades Tomás Navarro Tomás. CSIC). 

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