Dictadura franquista en Cataluña
El odio hacia Cataluña
Un amigo íntimo de Franco, Víctor Ruiz Albéniz ("El Tebib Arrumi"), publicó un artículo donde pedía que Cataluña recibiera "un castigo bíblico (Sodoma y Gomorra) para purificar la ciudad roja, la sede del anarquismo y separatismo como único remedio para extirpar esos dos cánceres por termocauterio implacable", mientras que para Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco y Ministro del Interior,[3] el nacionalismo catalán era "una enfermedad." El hombre designado como gobernador civil de Barcelona, Wenceslao González Oliveros, afirmó que "España se alzó, con tanta o más fuerza contra los Estatutos desmembrados que contra el comunismo y que cualquier tolerancia del regionalismo llevaría otra vez a los mismos procesos de putrefacción que acabamos de extirpar quirúrgicamente."
Incluso conservadores catalanes, como Francesc Cambó, se estremecieron supuestamente por el odio y el espíritu de revancha mostrado por Franco. Cambó escribió en su Diario en referencia a Franco: "Como si no sintiera ni comprendiera la situación miserable, desesperada, en que se encuentra España y no pensara más que en su victoria, siente la necesidad de recorrer todo el país (...) como un torero para recoger aplausos, cigarros, sombreros y alguna americana escasa."[1]
El que había sido el 123º presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys, se exilió a Francia, como muchos otros, en enero de 1939. Las autoridades españolas pidieron la extradición a los alemanes. Queda la duda histórica de si fue detenido por la Gestapo o por por la policía militar alemana, también conocida como la Wehrmacht. En todo caso la detención se produjo el 13 de agosto de 1940 con la inmediata deportación de Lluís Companys a la España franquista. Después de un consejo de guerra sumarísimo, sin garantías procesales, fue fusilado el 15 de octubre de 1940, en el Castillo de Montjuïc, paradójicamente, por rebelión militar. Desde entonces han sido muchas las reivindicaciones para que se anule aquel juicio sin ninguna garantía. De momento, ninguna de ellas ha prosperado.[4]La represión franquista
Los prisioneros en Cataluña
En 1940 el total de hombres y mujeres encarcelados (presos políticos) era de 27.779 personas. Esto significaba el 0,95% del total, en aquellas fechas, de la población de Cataluña (2.915.757 habitantes) y evidenciaba que el alcance masivo de la represión sobre el conjunto de la población catalana seguía siendo importante, meses después del fin de la Guerra Civil.
A pesar de ser la provincia de Barcelona la que sumó un mayor número de presos, las cifras absolutas relativas al número total de personas encarcelada en las cuatro provincias catalanas muestran que el porcentaje más elevado se encontraba en las provincias de Tarragona y Lérida con un 11,2%. Estos datos confirman la dureza y la brutalidad de la represión franquista en Cataluña.[6]
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La persecución de los libros
Los tres libros constitutivos de la reanudación literaria fueron editados por jóvenes. Las obras fueron (con una tirada de 100 ejemplares cada uno): las Elegías de Bierville (1943) de Carles Riba , El aprendiz de poeta (1943) de Josep Palau i Fabre, y Cementeri de Sinera (1946) de Salvador Espriu .
Un sentido básico de continuidad tienen las grandes obras, ya en la coyuntura posterior a 1946, que fueron encargadas a escritores consagrados que volvieron del exilio el bienio 1942-1943. En este capítulo se encuentran la traducción de la Odisea (1948) por Carles Riba, o las del pedagogo Alexandre Galí, Historia de las Instituciones, que son todavía obras básicas.[7]La reanudación pública del libro
Lo que se denominó la escletxa (la brecha) se abrió en mayo de 1946, con la autorización de teatro en catalán, del Orfeó Català, y de la edición de algunos libros en catalán. La medida, muy restrictiva, sólo afectó a libros de bibliófilo, de folclore y algún clásico, pero nada de ensayo, ni traducciones, ni historia, ni novela, ni divulgación, ni infantiles ni juveniles, porque se quería impedir el acceso de estos últimos a la lectura.
En 1949 el filólogo Francesc de Borja publicó el Diccionari català-valencià-balear (Diccionario catalán-valenciano-balear), completado en 1962, y que llevó a una campaña en todos los autodenominados Països Catalans (Países Catalanes), que afirmaba la unidad de la lengua, a la vez que se convirtió en un mensaje de afirmación de la identidad catalana.[7]Catalanes franquistas
En 1936 André Breton expulsó a Dalí de su círculo surrealista por sus tendencias nacionalcatólicas, convirtiéndose el artista ampurdanés en uno de los pocos intelectuales que apoyaron a Francisco Franco al ascender al poder después de la Guerra Civil Española. En 1949 regresó a Cataluña, tras una estancia en Estados Unidos, con el visto bueno del gobierno franquista, que lo utilizó como propaganda política, lo que fue muy criticado por numerosos intelectuales y progresistas.
Josep Pla, catalanista moderado, en 1921 fue elegido diputado de la Mancomunidad de Cataluña por la Lliga Regionalista en su comarca natal, el Alto Ampurdán. Después de un exilio en Roma, en enero de 1939 volvió a Barcelona, junto a Manuel Aznar y otros periodistas franquistas, para hacerse cargo de la dirección del diario La Vanguardia.
Juan Antonio Samaranch, afiliado a Falange desde muy joven, inició su carrera política en el Ayuntamiento de Barcelona al ser nombrado concejal de Deportes en 1955. Bajo el régimen franquista ocupó los cargos de Procurador en Cortes, Delegado Nacional de Deportes y presidente de la Diputación de Barcelona, hasta que llegó a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (1980-2001). En 1985 recibió la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña, y en 1988 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Murió el 21 de abril de 2010 en Barcelona, y su cuerpo fue expuesto en una capilla ardiente en el Palacio de la Generalidad de Cataluña, a la vez que fue celebrada una misa que reunió unas 4.000 personas en la Catedral de Barcelona, oficiada por el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. Sin embargo, los últimos años fueron notables, pero no mayoritarias, las críticas a su posición ambigua ante el franquismo.[8]
De entre los alcaldes franquistas cabe destacar a Josep Maria de Porcioles (alcalde de Barcelona) y el paradigmático Josep Gomis en Montblanch. Josep Maria de Porcioles (1904-1993) fue el alcalde de Barcelona que más tiempo ocupó este cargo durante el régimen franquista. La administración municipal de Porcioles fue en general poco coherente desde un punto de vista presupuestario y político, además de protagonizar un desarrollo urbano descontrolado. En 1983, durante la alcaldía de Pasqual Maragall, le fue concedida la medalla de oro de la ciudad de Barcelona —no hay que olvidar que Maragall había formado parte, como alto funcionario del Ayuntamiento, durante la etapa Porcioles—. En su funeral fue homenajeado, entre otras autoridades, por el entonces alcalde Maragall como una figura catalanista, lo que supuso un alud de críticas.[9]
Josep Gomis Martí (Montblanch, 1934) fue uno de los políticos del siglo XX con una trayectoria más amplia y prolífica: veinticinco años en el Ayuntamiento de Montblanch, de los cuales dieciséis como alcalde (1964-1980), diputado provincial, Procurador en Cortes, Presidente de la Diputación de Tarragona (1980-88), diputado a Cortes por Convergència i Unió en las legislaturas de 1982 y 1986, consejero de Gobernación de la Generalidad de Cataluña (1988-1992), delegado del Gobierno de la Generalidad en Madrid (1993-2002) y presidente del Consejo Social de la Universidad Rovira i Virgili (2002-04). El 29 de julio de 1996 fue nombrado hijo predilecto de la villa de Montblanch.
El Fútbol Club Barcelona tampoco se escapó, y fueron muchos los presidentes que comulgaron con el régimen, entre ellos Narcís de Carreras, que militó en la Liga Catalana y fue colaborador de Francesc Cambó hasta 1939. Posteriormente fue presidente del Fútbol Club Barcelona (1968-1969) y de La Caixa de Pensions (1972-1980), concejal del Ayuntamiento de Barcelona y procurador en Cortes (1967-1971).
En contrapartida, Josep Sunyol Garriga, también presidente del Barça y destacado militante de Esquerra Republicana de Catalunya, fue fusilado el 6 de agosto de 1936 en la sierra de Guadarrama, sin juicio previo, por las tropas franquistas. Sunyol había sido detenido, junto con el periodista Ventura Virgili, un chófer y un oficial, cuando visitaban el frente. Incluso después de su muerte, se le abrió un expediente en virtud de la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939. Como homenaje a su barcelonismo y catalanidad, la peña barcelonista de Palafolls lleva su nombre.
Una década de dura represión
La huelga de tranvías en Barcelona
El carácter pacífico de la huelga, la implicación de diversos y nuevos sectores sociales, la participación en el boicot de una parte de los mismos falangistas, la situación de debilidad del gobernador, Eduardo Baeza Alegría, y la negativa explícita por parte del capitán general de intervenir, alegando que "no podía disparar contra ciudadanos que, simplemente, no cogían un medio de transporte", hicieron extremadamente difícil la represión del movimiento. El gobernador civil, Eduardo Baeza, empleó la Guardia Civil en duros enfrentamientos que provocaron muertos el 12 de marzo. Finalmente, tanto él como el alcalde de Barcelona, Josep Maria Albert i Despujol, fueron destituidos y la subida de precios fue anulada. La huelga de tranvías había marcado el inicio de una época.[12]
Una huelga similar se repitió en 1957, prolongándose durante doce días y contando con el apoyo del mundo intelectual, encabezado por Jaume Vicens Vives, y donde también participaron personajes como Josep Benet, Maurici Serrahima, Edmon Vallès, Santiago Nadal, Salvador Millet o Rafael Tasis.[13][14]Primer estado de excepción
Los maquis
Por extensión, y atendiendo a este significado de resistencia, el término maquis[16] designa también los grupos armados que operaron en territorio español, especialmente en la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, Cataluña, Comunidad Valenciana, Aragón y Andalucía, finalizada la Guerra Civil Española, para oponerse a la institucionalización del régimen franquista. A partir del verano de 1944, cuando se liberó Francia de las fuerzas alemanas, se intensificaron sus acciones en Cataluña.
Entre ellas cabe destacar el asalto a la fábrica de cervezas Moritz en agosto de 1944, y especialmente la Invasión del Valle de Arán entre el 8 y el 9 de octubre de 1944. Cuando los nazis ya retrocedían en Francia, 2500 guerrilleros entraron en el valle bien equipados y con armamento pesado, bajo la dirección de los comunistas. Con esta ofensiva y otra similar con 2500 guerrilleros unos días después, los antifranquistas querían conquistar parte del territorio español, declarando la zona conquistada bajo el gobierno de la República, que entonces estaba en el exilio, y forzar a los aliados de la Segunda Guerra Mundial a liberar España del gobierno de Franco, tal y como estaban haciendo en el resto de Europa. A partir de la derrota en el Valle de Arán, los comunistas dejaron este tipo de lucha.Muerte de los últimos maquis catalanes
Quico Sabaté, a buen seguro el maqui más emblemático, se encontraba encarcelado en Perpiñán por unos meses por el descubrimiento de un depósito ilegal de armamento. Al terminar la condena volvió a España el 30 de diciembre de 1959 acompañado de cuatro compañeros más: Antoni Miracle Guitart, Rogelio Madrigal Torres, Francisco Conesa Alcaraz y Martín Ruiz Montoya.[17]
El grupo, que fue visto desde el principio en Albanyà, caminó en dirección a Maià de Montcal y pasó la noche en la casucha de Folgars, una masía abandonada en la montaña de la Mare de Déu del Mont. La Guardia Civil los rodeó y se produjo un tiroteo donde resultó herido Quico Sabaté, mientras que sus cuatro compañeros fueron abatidos a tiros en el término de Palol de Revardit esa misma noche.
A pesar de la cojera, debido a las graves heridas, Quico Sabaté llegó a la población de Sant Celoni, donde protagonizó la última batalla después de una fuerte resistencia, al ser abatido por un somatén. Murió el hombre de acción, pero no el mito.[18]
Ramón Vila Capdevila, Caracremada, después de sabotear unas torres de alta tensión en Rajadell, en agosto de 1963, tomó el viaje de vuelta hacia su refugio de Prada, en Francia. Guardias civiles de la 231 Comandancia de Manresa intentaron rodearlo. Los guardias se hicieron notar, no sólo en Rajadell, sino también en Callús, Fonollosa, Sant Mateu de Bages y en otros términos vecinos.
La universidad cerrada
La revuelta de los universitarios tuvo, de manera inmediata, la respuesta de las fuerzas de orden público. Los estudiantes, unos 500, se encerraron en la Universidad de Barcelona (UB). La intención posterior era la de salir del centro, pero lo impidieron la policía y el gobernador civil, Felipe Acedo Colunga, quien ordenó la descarga policial, con sus golpes, detenciones y multas y el cierre de la universidad, algo nuevo desde 1939.
Los hechos de la Universidad de Barcelona suponían una verdadera ruptura. El cambio del panorama político universitario también se notó con el crecimiento de grupos de izquierda y marxistas, como por ejemplo el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).[20]Los años sesenta
La situación se había vuelto más compleja. Los grupos subversivos tradicionales como los comunistas, ahora colaboraban con otros que no se podían etiquetar así, como el caso de los católicos. Por otra parte, ante la pretensión de entrar en la Comunidad Económica Europea, el régimen debía tener cuidado de no excederse con el uso de la fuerza. Sin embargo, a la hora de la verdad, la opinión internacional le importaba muy poco. En este contexto hay que entender los comentarios de la Policía Armada respecto a los estudiantes: "si cobran, lucen sus heridas en combate a sus compañeros, si los detienen, se convierten en mártires y los profesores los aprueban aunque no sepan nada."
Ser encarcelado por motivos políticos dejó de ser, como dicen los historiadores Carles Feixa y Carme Agustí, un estigma para el recluso. Perder la libertad para defenderla se convirtió en un motivo de orgullo. Las relaciones laborales habían experimentado un cambio importante en 1958, cuando la Ley de convenios colectivos estableció la negociación entre empresarios y trabajadores como medio para resolver los conflictos. Se convirtió en toda una novedad en la España franquista, donde la lucha de clases se había abolido por decreto.
En este marco todos se daban cuenta que la sociedad de consumo suponía un cambio cualitativo. Electrodomésticos, como la televisión o la lavadora y vehículos como el Seat 600 estaban al alcance de los trabajadores. Todo en medio de considerables sacrificios laborales y económicos que conllevaba el nuevo estatus, con los fenómenos del pluriempleo, las horas extraordinarias y el endeudamiento a plazos. Este crecimiento económico provocó en Cataluña una profunda transformación social.[21]Los sucesos del Palacio de la Música Catalana
Los sucesos del Palacio de la Música Catalana, Fets del Palau, se produjeron en Barcelona el 19 de mayo de 1960, durante el homenaje del centenario del nacimiento del poeta catalán Joan Maragall organizado por el Orfeón Catalán, con presencia de ministros de Franco.
Dentro del repertorio autorizado figuraba el Cant de la Senyera. Tres días antes, sin embargo, el gobernador civil Felipe Acedo Colunga,[22] prohibió que se cantara. Esto desató la indignación de los asistentes y Josep Espar Ticó la empezó a entonar. A continuación la policía empezó a golpear a los activistas cantores. Las detenciones no se hicieron esperar como por ejemplo la de Jaume Casajoana. Jordi Pujol, que no estaba en el Palacio pero sí que había sido uno de los organizadores del acto, fue detenido el 22 de mayo. El que sería presidente de la Generalidad se enfrentó a un consejo de guerra que tuvo lugar el 13 de junio. El desenlace, tras un juicio sin garantías, fue una condena de siete años para Pujol.[23]
Jordi Pujol declararía años más tarde que los sucesos del Palacio de la Música fueron la primera victoria del catalanismo contra el franquismo.[24]
Nueva declaración del estado de excepción
La razón principal que aportó el ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega, para adoptar estas medidas fue la "conspiración" que significaba el llamado "Contubernio de Múnich", un encuentro de 118 opositores al régimen, del interior y del exilio, que tuvo lugar en Múnich en el marco del IV Congreso del Movimiento Europeo Internacional.
A pesar de esta primera interpretación de la medida adoptada, lo cierto es que el estado de excepción sirvió al régimen para hacer frente a una serie de huelgas, a la consolidación de ETA o para detener la rebelión del movimiento estudiantil contra el Sindicato Español Universitario. Ante estos nuevos movimientos, la dictadura volvió a mostrar su lado más represivo. Fueron reiteradas las suspensiones del Fuero hasta el año de la muerte de Franco.[25]La Nova Cançó (La Nueva Canción)
Ya en aquella época se encontraban en el mercado los primeros discos, editados por iniciativa del músico Josep Casas i Augé. Las hermanas Serrano y Josep Guardiola cantaban versiones de algunos éxitos internacionales en catalán, aunque la censura franquista obligó a titularlos en castellano. A pesar de todos los esfuerzos no fue hasta el año 1963 cuando, en el marco del V Festival de la Canción Mediterránea, Salomé y Raimon ganaron el festival con la canción Se'n va anar, un tema de Josep Maria Andreu y Lleó Borrell. De esta manera la canción catalana llegaba al gran público.
En diciembre de 1961, en un piso de la calle Santaló de Barcelona, tuvo lugar la primera audición pública de lo que luego serían Els Setze Jutges (en alusión a un conocido trabalenguas catalán), con la participación de Miquel Porter i Moix, Josep Maria Espinàs y Lluís Serrahima. Fue en 1962 cuando nació Edigsa, editora discográfica catalana. En ella se registraron discos de los primeros Setze Jutges. Este colectivo estuvo formado, en orden cronológico, por: Miquel Porter, Remei Margarit y Josep Maria Espinàs como miembros fundadores; Delfí Abella y Francesc Pi de la Serra se incorporaron en 1962; Enric Barbat, Xavier Elies y Guillermina Motta lo hicieron en 1963; Maria del Carme Girau, Martí Llauradó, Joan Ramon Bonet y Maria Amèlia Pedrerol en 1964; Joan Manuel Serrat en 1965; Maria del Mar Bonet en 1966; y, finalmente, la incorporación de Rafael Subirachs y Lluís Llach permitió que el grupo se completara hasta los dieciséis miembros en 1967.
Las apariciones de Raimon, Joan Manuel Serrat, Núria Feliu, Maria del Mar Bonet, Lluís Llach, Ovidi Montllor, La Trinca, el Grup de Folk, Pau Riba, Jaume Sisa y otros, constituyeron un reto a la concepción uniformista del franquismo, con contenidos que contribuyeron a difundir sentimientos e ideas a favor de la libertad y contra todo tipo de opresión.[26]El abad Escarré marcha al exilio
En el artículo el abad manifestaba: "Allí donde no hay libertad auténtica, no hay justicia, (...) el pueblo debe poder elegir su gobierno, (...) el régimen pone trabas al desarrollo de la cultura catalana, (...) la primera subversión que existe en España es la del gobierno", y la frase de la que se extrajo el titular: "No tenemos detrás veinticinco años de paz, sino veinticinco años de victoria. Los vencedores, incluyendo la Iglesia que se vio obligada a luchar al lado de estos últimos, no han hecho nada para acabar esta división entre vencedores y vencidos, esto representa uno de los fracasos más lamentables de un régimen que se llama cristiano, el Estado del cual, sin embargo, no obedece los principios básicos del cristianismo."
El 12 de marzo de 1965, el abad Escarré marchó hacia el exilio. Los motivos fueron varios. Por un lado, el régimen franquista estaba indignado. Las autoridades presionaron al Vaticano para emprender medidas contra Escarré. Finalmente el abad recibió del Vaticano la "recomendación" de dejar el monasterio.[27]La Capuchinada
Entre el 9 y el 11 de marzo de 1966 Barcelona vivió uno de los episodios más significativos de la todavía incipiente lucha antifranquista: la organización del Sindicato Democrático de la Universidad de Barcelona (SDEUB), que culminaría en la Capuchinada. Unos hechos que no sólo significarían la eclosión de la contestación universitaria sino que también conllevarían el inicio de la unidad de acción de las fuerzas políticas y sociales antifranquistas. Fue a mediados de los años sesenta, con el sindicato franquista Sindicato Español Universitario (SEU) agonizante, cuando se celebró la asamblea de la que salió el embrión del futuro SDEUB, con más de mil estudiantes congregados en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona.
Todo estaba previsto para la constitución del SDEUB, que se produjo el 9 de marzo de 1966 en el convento de los Capuchinos de Sarrià. Los padres capuchinos habían dado permiso para que usara su sala de actos. De ahí la palabra Capuchinada (Caputxinada en catalán).
Finalmente, más de 500 personas, sobre todo estudiantes pero también profesores y 33 intelectuales y artistas de la talla de Jordi Rubió i Balaguer, Joan Oliver, Salvador Espriu, Antoni Tàpies y Maria Aurèlia Capmany, entre otros, se concentraron en Sarrià. En sólo una hora ya se habían aprobado los estatutos, la declaración de principios y el manifiesto (que llevaba por título Por una universidad democrática), justo el tiempo suficiente para poder constituir la SDEUB antes de que la policía llegara al convento y diera la orden de disolver inmediatamente el acto.[28]
La tancada de Montserrat (encierro)
Doscientas ochenta y siete personas fueron acogidas por los monjes en la hospedería de Montserrat durante el fin de semana del 12 al 14 de diciembre de 1970. Al cabo de unas horas el monasterio benedictino fue rodeado por la policía franquista y la Guardia Civil.
Los concentrados redactaron un manifiesto en el que se denunciaba el carácter represivo y totalitario del régimen franquista, a la vez que se pedía la abolición de la pena de muerte y el establecimiento "de un Estado auténticamente popular que garantice el ejercicio de las libertades democráticas y los derechos de los pueblos y naciones que forman parte del Estado español, incluido el derecho de autodeterminación". También se decía que: "el actual sistema político-jurídico, al servicio de una estructura clasista y anacrónica, convierte en delito hechos políticos y sociales que en todo Estado democrático son considerados legítimos e, incluso, constituyen derechos fundamentales de cualquier ciudadano".
Quince días más tarde del encierro en Montserrat, el 28 de diciembre, el régimen de Franco dictó sentencia por los 16 miembros de ETA procesados en Burgos. A seis de ellos se les condenaba a pena de muerte. La enorme repercusión de este acto fuera de las fronteras españolas podría haber contribuido a la supuesta magnanimidad de Franco. El día 31 de diciembre, en el mensaje de fin de año, el Caudillo conmutó la pena capital a los seis acusados del proceso de Burgos. Los concentrados en Montserrat habían conseguido mantener con vida a los miembros de ETA, internacionalizar las malas maneras del régimen y demostrar la impunidad judicial y policial en España. También fue una considerable contribución para la creación de la Asamblea de Cataluña, ocurrida un año más tarde.[29]La Asamblea de Cataluña
- Por los derechos y libertades democráticas.
- Acceso del pueblo al poder económico.
- Acceso del pueblo al poder político.
- Por el pleno ejercicio del derecho de autodeterminación.
Los últimos coletazos del franquismo
Finalmente, el 27 de septiembre de 1975, con el Generalísimo ya en la cama, agonizando, fueron fusilados los cinco últimos condenados a muerte del franquismo, dos integrantes de ETA (Ángel Otaegi Etxeberria y Jon Paredes Manot Txiki) y tres miembros del FRAP (Ramón García Sanz, José Luis Sánchez Bravo y José Humberto Baena). El decreto antiterrorista fue aplicado implacablemente y con carácter retroactivo. Los hechos por los que se les acusaba habían tenido lugar antes de que fuera aprobado, con lo cual se vulneraba uno de los principios básicos de cualquier estado de derecho.[31]
Las cinco últimas muertes del franquismo se producían sólo 54 días antes de que Franco muriera. La dictadura murió como había nacido y vivió: matando. Pero, a golpes de represión y de inmovilismo, había perdido el apoyo social de que gozaba en 1939. La Guerra Civil quedaba ya muy lejos y las nuevas generaciones no estaban dispuestas a soportar por más tiempo la falta de libertades y de modernidad. El 20 de noviembre de 1975 Franco murió en la cama, pero el franquismo tenía los días contados.[32]La amnistía
Muerto Franco y después de que el príncipe Juan Carlos I fuera coronado rey por las Cortes franquistas el 25 de noviembre de 1975, se promulgó un indulto que fue acompañado de la supresión de la Ley de responsabilidades políticas de 1939. Estos gestos fueron considerados insuficientes por los movimientos opositores de todo el Estado. Además, la inmediata confirmación de Arias Navarro al frente del Gobierno hizo entender a todos que, de momento, no había intención de propiciar ningún cambio político.
Las manifestaciones y acciones para reclamar la amnistía se reiniciaron con fuerza esa misma semana en todo el país. En Cataluña, Lluís Maria Xirinacs se instaló ante la Cárcel Modelo de Barcelona con la promesa de no retirarse hasta que no se consiguiera la amnistía total de los presos. Había comenzado lo que se llamó año de la amnistía, ya que durante 1976 fue cuando se llevaron a cabo las manifestaciones y los actos más importantes que hicieron tambalear la incipiente apertura.
Ante la amenaza de una ruptura democrática, el Gobierno recuperó la iniciativa política en julio de 1976 con el nombramiento de Adolfo Suárez. Bajo su presidencia, se aprobó la tan reivindicada amnistía política, aprobada en referéndum en diciembre de 1976. A pesar de las esperanzas iniciales, pronto se vio que aquella no era la amnistía que se reclamaba, ya que no incluyó ni los delitos de sangre ni los militares republicanos o los de la Unión Militar Democrática (UMD).Primeras elecciones democráticas
La amnistía de 1977
Bibliografía
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- Fabre, Jaume; Huertas, Josep Maria; Ribas, Antoni. Vint anys de resistència catalana (1939-1959.). Barcelona: Edicions La Magrana, 1978. ISBN 978-84-7410-036-5.
- Pujadó i García, Miquel. Diccionari de la Cançó: D'Els Setze Jutges al Rock Català. Barcelona: Enciclopèdia Catalana, 2000. ISBN 84-412-0467-5.
- Rodríguez, Esther. Maquis. Barcelona: Cossetània Edicions, 2005. ISBN 84-9791-109-1.
- Roglán, Joaquim. Oriol Solé, el Che català. Barcelona: Edicions 62, 2005. ISBN 84-297-5812-7.
- Ventura, Joan. Tren Correu 1.104, el darrer viatge de Quico Sabaté i els seus quatre companys. Barcelona: Edithot. ISBN 978-84-89709-09-6.
- Vilanova, Francesc. Una burgesia sense ànima. Barcelona: Col·lecció: Biblioteca Universal Empúries, 2005. ISBN 978-84-9787-454-0.
- Ysàs, Pere; Molinero, Carme. La anatomía del Franquismo. De la supervivencia a la agonía, 1945-1977. Barcelona: Editorial Crítica, 2008. ISBN 978-84-8432-006-7.
Filmografía
- Sinopsis:
- Crónica del último año y medio de la vida del presidente de la Generalidad de Cataluña, que fue entregado al gobierno franquista por la Gestapo, poco después de instalarse en Francia.
- A pesar de un intento de liberarlo por un grupo de nacionalistas fue fusilado casi inmediatamente.
- La fuga de Segovia, Imanol Uribe, 1981.
- Sinopsis:
- La historia narra un hecho real ocurrido en abril de 1976, que tiene como protagonistas un grupo de presos de ETA que invitan a participar en la fuga al catalán, Oriol Solé Sugranyes, miembro del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL). La fuga acabó con el arresto de 24 de los fugados, la muerte en un encuentro con la Guardia Civil en Burguete (Navarra) de Oriol Solé Sugranyes y la huida a Francia de cuatro de ellos.
- La plaça del Diamant, Francesc Betriu, 1982.
- Sinopsis:
- Con Silvia Munt y Lluís Homar como protagonistas, y con música de Ramon Muntaner, Francesc Betriu llevó al cine esta película basada en la novela homónima de Mercè Rodoreda. Se trata de un fiel reflejo de la guerra civil española y la dura posguerra, situado en el barrio barcelonés de Gracia.
- Salvador, Manuel Huerga, 2006.
- Sinopsis:
- Salvador, narra la crónica de los acontecimientos que llevaron a la condena a muerte y a la ejecución del joven Salvador Puig Antich, miembro del (MIL), acusado de la muerte de un policía. A pesar de los esfuerzos de familiares, abogados y de las movilizaciones sociales, el régimen franquista se negó a darle el indulto y lo ejecutó a garrote vil.
- Pa negre, Agustí Villaronga, 2010.
- Sinopsis:
- La película "Pa negre", inspirada en el bestseller homónimo de Emili Teixidor, cuenta una historia rural, una historia de familias en un pequeño pueblo catalán en una época dominada por los fascistas, en la potsguerra. El eje central del film es la devastación moral que produce la guerra sobre la población civil. Ha sido y es, sin duda, la película más galardonada del cine catalán.
Documentales
- Records i oblits. 30 Minuts, Televisió de Catalunya, 1994.[34]
- El preu de la memòria. 30 Minuts, Televisió de Catalunya, 2000.[35]
- Els nens robats del franquisme. TVC, 2002.
- Crònica d'una mirada. Televisió de Catalunya, 2003.[36]
- Abecedari Porcioles. Televisió de Catalunya, 2004.[37]
- Pecats capitals (documental). Televisió de Catalunya, 2006.[38]
- Barraques. L'altra ciutat. 30 Minuts, Televisió de Catalunya, 2009.[39]
- Camp d'Argelers, Felip Solé. Sense ficció, TVC, 2009.[40][41]
Referencias
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- ↑ a b El franquisme a Catalunya, p. 135-136. cat.
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