Hechos 8

Capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles

Hechos 8 es el octavo capítulo de los Hechos de los Apóstoles del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. En él se recoge el entierro de Esteban, los inicios de la Persecución cristiana, la difusión del Evangelio de Jesucristo al pueblo de Samaria y la conversión de un funcionario de Etiopía. El autor del libro que contiene este capítulo es anónimo, pero la tradición cristiana primitiva afirmó uniformemente que Lucas compuso este libro así como el Evangelio de Lucas.[1]​ Partes de este capítulo (versículos 5-13 y 26-40) pueden haber sido extraídas de un «ciclo literario|ciclo de historias]] de Felipe» anterior utilizado por Lucas para reunir su material.[2]​.

Hechos 8:26-32 en Papiro 50, escrito en el siglo III.

El texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 40 Versículos.

Testigos textuales

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Algunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son: Ÿ En griego

y en latín

Referencias del Antiguo Testamento

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Referencias del Nuevo Testamento

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Localizaciones

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En este capítulo se mencionan los siguientes lugares:

Consideraciones generales

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El texto describe momentos clave en el desarrollo temprano del cristianismo según los Hechos de los Apóstoles, especialmente en lo que concierne a la expansión de la fe fuera de los límites de Jerusalén y entre los gentiles.

  • Dispersión de los cristianos: Debido a la persecución, muchos de los primeros cristianos se vieron forzados a huir de Jerusalén, lo que paradójicamente ayudó a expandir el cristianismo más allá de la ciudad santa. Esta dispersión se llevó la predicación del Evangelio por Judea, Samaría y Siria, abriendo nuevas regiones al mensaje cristiano.
  • Conversión del etíope y los samaritanos: Los eventos narrados en Hechos 8 subrayan dos hitos importantes. Por un lado, la conversión del etíope, un funcionario de alto rango, marca un punto clave en la evangelización de los no judíos. La conversión de los samaritanos, a su vez, confirma que el mensaje de Cristo rompe las barreras entre los judíos y otros pueblos considerados menos puros por los primeros.
  • Vocación de Pablo: El llamado de Pablo (antes conocido como Saulo) a ser Apóstol de las gentes es un momento decisivo en la expansión del cristianismo, pues Pablo será el principal misionero entre los gentiles. En Hechos 9,15, se explica que su misión será llevar el Evangelio más allá de las fronteras judías.
  • Conversión de Cornelio: En Hechos 10-11, la conversión del centurión romano Cornelio representa un avance decisivo en la superación de las barreras étnicas que existían entre judíos y gentiles. Este evento simboliza la universalidad del mensaje cristiano, que no se limita a un solo pueblo.
  • Muerte de Santiago y liberación de Pedro: Finalmente, la narración culmina con la muerte de Santiago el Mayor, hermano de Juan, y con la milagrosa liberación de Pedro, lo que sugiere tanto el sufrimiento como la intervención divina en la vida de los primeros líderes de la Iglesia.

Este pasaje refleja la universalidad del mensaje cristiano y su expansión inicial, en un contexto de persecución y resistencia, pero también de grandes avances hacia la superación de barreras culturales y étnicas.[5]

La expansión de la Iglesia por Samaría es vista como el primer paso del cumplimiento de las palabras de Jesús en su Ascensión, cuando dijo que serían sus testigos en Jerusalén, Judea, Samaría y hasta los confines de la tierra. En los primeros momentos de esta expansión, el apóstol Felipe, uno de los Siete diáconos, desempeña un papel importante al predicar y realizar milagros en Samaría.

Sin embargo, el libro de los Hechos subraya que la plenitud en la recepción del Espíritu Santo está vinculada a los Apóstoles y a la comunión con la Iglesia madre de Jerusalén. Esto se refleja cuando Pedro y Juan son enviados a Samaría para imponer las manos y confirmar a los nuevos creyentes, asegurando así la unión con la comunidad original.

Aprobación de Saulo de la muerte de Esteban (8:1a)

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El escritor de los Hechos presenta a Saulo, más tarde el Apóstol Pablo, como testigo activo de la muerte de Esteban en Hechos 7:58, y confirma su aprobación en Hechos 8:1a. Reuben Torrey, en su Tesoro del conocimiento de las Escrituras, sugiere que esta cláusula [es decir, el versículo 8:1a] «pertenece evidentemente a la conclusión del capítulo anterior».[6]

Versículo 1

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[a] Y Saulo consentía en su muerte.
[b] En aquel día estalló una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén. Y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y Samaria, excepto los apóstoles. [7]
  • «Muerte»: del griego: ἀναίρεσις (anairesis) que puede referirse a «asesinato».[9]​. La English Standard Version se refiere a la «ejecución» de Esteban.[10]

Comentarios

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La muerte de Esteban desencadena una persecución en Jerusalén. Aunque los Apóstoles y un grupo numeroso de creyentes permanecen en la ciudad, muchos estudiosos consideran que esta persecución estaba dirigida principalmente contra los cristianos de origen helenista. San Lucas no lo especifica claramente, pero alude al rol que Pablo empieza a desempeñar en estos acontecimientos, mencionándolo en dos ocasiones, anticipando su importancia futura en la Iglesia.[11]

El Cristianismo ha estado demasiadas veces en lo que parecía un fatal peligro, como para que ahora nos vaya a atemorizar una nueva prueba (…). Son imprevisibles las vías por las que la Providencia rescata y salva a sus elegidos. A veces, nuestro enemigo se convierte en amigo; a veces se ve despojado de la capacidad de mal que le hacía temible; a veces se destruye a sí mismo; o, sin desearlo, produce efectos beneficiosos, para desaparecer a continuación sin dejar rastro. Generalmente la Iglesia no hace otra cosa que perseverar, con paz y confianza, en el cumplimiento de sus tareas, permanecer serena, y esperar de Dios la salvación.[12]

La Iglesia dispersa (versículos 1-4)

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La narración se centra aquí en torno a dos polos geográficos: Jerusalén, donde permanecen los apóstoles y la «campiña de Judea y Samaria», donde el resto de la iglesia está «dispersa» (versículo 1b), con discípulos sin nombre que continúan la tarea de los apóstoles de predicar el evangelio (versículo 4), a medida que la historia de la iglesia avanza hacia la etapa intermedia de la comisión apostólica en Hechos 1:8. [13]​ La historia de la expansión de la iglesia se entrelaza con el registro del entierro de Esteban y la insinuación del futuro de Saulo (más tarde «Pablo el apóstol») como celoso instigador de la persecución, lo que indica que la comunidad más afectada por la ola de persecución que vendría a continuación era aquella a la que pertenecían tanto Esteban como Saulo, las «sinagogas de origen diaspórico» (Hechos 8: 5-13), porque en la época de Hechos 9:26 un grupo de 'discípulos' está todavía en Jerusalén junto a los apóstoles. [13]

Versículo 2

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Y hombres devotos llevaron a Esteban a su sepultura, e hicieron gran lamentación sobre él.[14]

Heinrich Meyer observa un «doble contraste»: en primer lugar, que «a pesar del estallido de la persecución que tuvo lugar aquel día, el cadáver del mártir fue, no obstante, honrado por judíos piadosos»; y en segundo lugar, en el Versículo 3, el celo perseguidor de Saulo se contrapone a esta piedad.[15]​ En la palabra griega συγκομίζειν (synekomisan, llevaban juntos), el prefijo syn- significa generalmente «con», o «juntos»,[16]​ lo que sugiere que los hombres se llevaron juntos el cuerpo de Esteban, pero Meyer también subraya que su cuerpo fue colocado con otros cadáveres en un lugar de enterramiento.[15]

Versículo 4

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Por tanto, los que fueron disprsos iban por todas partes anunciando la palabra.[17]

Mientras los apóstoles permanecen en Jerusalén, «discípulos anónimos aprovechan su condición de dispersos para difundir el evangelio».[13]

La misión de Felipe en Samaría (versículos 4-13)

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El relato de la predicación de Felipe sirve de ejemplo de 'una obra evangelizadora de gran éxito, acompañada de curaciones milagrosas que impresionan a la población' (Versículos 6, 8). La obra produce prodigios, 'creencia y bautismo, es decir, convicción intelectual y entrada en una nueva comunidad', que incluso impresiona a un competidor, Simón (el Mago) (versículo 13), que solía 'hechizar' a los samaritanos con sortilegios (versículos 9,10).[13]

Versículo 5

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Entonces Felipe descendió a la ciudad de Samaria, y les anunciaba a Cristo. [18]

Comentarios

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Este Felipe no es Felipe el Apóstol sino uno de los Siete diáconos, elegidos para la atención de los necesitados. El Evangelio rebasa las fronteras de Judea porque

...en medio del infortunio, los cristianos continúan la predicación, en vez de descuidarla...[19]

El éxito de la predicación en Samaría es la primera consecuencia de la persecución:

La religión fundada por el misterio de la Cruz de Cristo no puede ser destruida por ningún género de crueldad. No se disminuye la Iglesia por las persecuciones, antes al contrario, se aumenta. El campo del Señor se viste entonces con una cosecha más rica. Cuando los granos que caen mueren, nacen multiplicados.[20]

Venida del Espíritu a Samaria (versículos 14-25)

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Esta sección destaca 'dos cuestiones relacionadas de orden eclesiástico':[13]

  1. El papel de los apóstoles: en una función supervisora para vigilar los nuevos acontecimientos y realizar la 'visitación apostólica' (Versículo 14).
  2. El bautismo y el Espíritu: La secuencia de los acontecimientos parece implicar que 'el bautismo en el nombre de Jesús' (versículo 12, 16) y la recepción del Espíritu Santo(versículo 15) eran 'dos acontecimientos distintos para los samaritanos' y que el Espíritu sólo podía venir con la imposición de manos de los apóstoles (versículo 17), pero esto no debe tratarse como una fórmula universal, porque en otras partes del libro, el Espíritu viene antes del bautismo (e. g. 10:44-48), o no se registra en absoluto (por ejemplo, 8:38).[13]

Versículo 16

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Porque aún no había caído sobre ninguno de ellos. Sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.[21]

Comentarios

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Los Apóstoles conducen igualmente la primera expansión de la Iglesia más allá de Jerusalén. La Tradición ha visto en los vv. 15-17 una primera manifestación del sacramento de la Confirmación:

Los Apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo. Esto explica por qué en la Carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristiana, la doctrina del Bautismo y de la imposición de las manos. Es esta imposición de las manos la que ha sido con toda razón considerada por la Tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés.[25]

Pedro y Juan actúan bajo el poder divino, no por una capacidad propia o independiente. Los milagros en el cristianismo se alcanzan a través de la oración y no por medio de actos o fórmulas mágicas. San Lucas volverá a resaltar esta distinción al relatar los encuentros con el mago Elimas, también conocido como Barjesús, con la adivina de Filipos (Hechos 16,16), y los hijos del sacerdote Esceva (Hechos 19,13). La oferta de Simón de pagar para obtener el poder de transmitir el Espíritu Santo dio origen al término "simonía", que se refiere al comercio de cosas sagradas.

La simonía se define como la compra o venta de las realidades espirituales. A Simón el mago, que quiso comprar el poder espiritual del que vio dotados a los apóstoles, Pedro le responde: “Vaya tu dinero a la perdición y tú con él, pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero”. Así se ajustaba a las palabras de Jesús: “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”. Es imposible apropiarse de los bienes espirituales y de comportarse respecto a ellos como un posesor o un dueño, pues tienen su fuente en Dios. Sólo es posible recibirlos gratuitamente de Él.[26]

No es simonía, sin embargo, que los ministros del culto acepten una razonable limosna para su propio sostenimiento o el del culto, pues no se trata de un precio del fruto espiritual, sino de una lógica ayuda. Jesucristo enseña que el apóstol necesita de un salario, y lo mismo escribe San Pablo.[27]

Felipe y el etíope (versículos 26-40)

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La otra tarea evangelizadora importante de Felipe es encontrarse con un etíope en el camino a Gaza (para volver a Etiopía), siguiendo la guía divina, tanto del ángel (versículo 26) como del Espíritu (versículos 29, 39). En esta parte, Lucas muestra la geografía exacta de la ruta de Felipe: hacia el sur desde Samaria se cruza en Eleuterópolis con la carretera de Jerusalén a Gaza (versículo 26: epi significa «hacia abajo» o «encontrarse»), y el momento milagroso del viaje: justo en ese momento kai idou, «y he aquí», versículo 27), el camino de Felipe se cruza con la ruta del peregrino etíope, en dirección oeste para encontrarse con la carretera de la costa hacia Egipto. [28]

Versículo 26

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Un ángel del Señor dijo a Felipe: «Levántate y ve hacia el sur, al camino que baja de Jerusalén a Gaza». Este es un lugar desierto.[29]

El griego κατὰ μεσημβρίαν (kata mesēmbrian) puede significar «hacia el sur» o «al mediodía».[30]​ Una nota marginal en la Versión Revisada, el texto de la Biblia de Jerusalén,[31]​ y el texto etíope[32]​ todos afirman «al mediodía». La paráfrasis de la Biblia Viviente sugiere que la directiva dada a Felipe era llegar «hacia el mediodía».[33]

Versículo 37

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Entonces Felipe dijo: «Si crees de todo corazón, puedes».
Y él respondió y dijo: «Creo que Jesús Cristo es el Hijo de Dios».[34]

Este Versículo está ausente de la mayoría de los manuscritos griegos, pero está presente en algunos, incluyendo el E (siglo VI o VII). Es citado por Ireneo (c. 180) [35]​ y por Cipriano (c. 250),[36]​ y se encuentra en las traducciones del latín antiguo (siglos II/III) y de la Vulgata (380-400). En sus notas Erasmo dice que tomó esta lectura del margen y la incorporó al Textus Receptus.[37]​ Joseph Addison Alexander sugirió que este Versículo, aunque genuino, fue omitido por muchos escribas, «como hostil a la práctica de retrasar el bautismo, que se había convertido en común, si no prevalente, antes de finales del siglo III.»[38]

 
Hechos 8:38 en Codex Angelicus (Uncial 020) del siglo IX

.

Comentarios al versículo 37

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El versículo 37, presente en la Vulgata, falta en algunos códices griegos y en las mejores versiones. Tal vez estuviera inspirado en una profesión de fe bautismal. Dice así: «

Dijo Felipe: Si crees de todo corazón, es posible. Respondió él: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios»[39]

Versículo 40

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Pero Felipe se encontró en Azoto.
Y pasando, predicó en todas las ciudades hasta que llegó a Cesarea. [40]
«Felipe fue hallado», es decir, «se encontró a sí mismo», «hizo su aparición»: una expresión que confirma la manera milagrosa de su transporte.[41]
«Azoto»: la antigua Ashdod.[41]​.
«hasta que llegó a Cæsarea»: cincuenta y cinco millas al noroeste de Jerusalén, en el Mediterráneo, justo al sur del Monte Carmelo; y llamada así por Herodes, que la reconstruyó, en honor de Cæsar Augusto.[41]

Comentarios a los versículos 26-40

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El bautismo del funcionario etíope constituye un hito importante en la expansión del cristianismo, al ejemplificar los pasos fundamentales de la misión apostólica. En este episodio, Felipe, movido por el Espíritu Santo, responde rápidamente al mandato divino. Predica el mensaje cristiano basándose en las Escrituras, tal como hizo Jesús con los discípulos en el camino a Emaús, y concluye administrando el bautismo. La narrativa comienza con una orden angelical a Felipe, seguida por la presentación del funcionario, que era un alto dignatario del reino de Nubia, situado al sur de Egipto, en lo que actualmente corresponde a partes de Sudán y Etiopía. "Candace" era el título dinástico de las reinas que gobernaban esa región.[42]

El término "eunuco" en este contexto no necesariamente alude a una condición física, sino que a menudo designaba a funcionarios de la corte, como es el caso de este personaje, encargado de las finanzas del reino. No se sabe con certeza si era judío de nacimiento, prosélito (un convertido al judaísmo), o un "temeroso de Dios", un pagano que simpatizaba con la fe judía. Aunque el Deuteronomio excluye a los eunucos de la asamblea de Israel, Isaías (Is 56,1-8) anuncia que, en la salvación final, Dios incluirá tanto a eunucos como a extranjeros. El diálogo entre Felipe y el funcionario subraya el papel central de las Escrituras en la evangelización, así como la necesidad de una interpretación adecuada de ellas. Este relato refleja la universalidad de la salvación cristiana, que se extiende a aquellos que antes eran excluidos.[43]

El mismo Nuevo Testamento se declara conforme al Antiguo Testamento, y proclama que en el misterio de la vida, muerte y resurrección de Cristo las Sagradas Escrituras del pueblo judío han encontrado su perfecto cumplimiento. Por otra parte, es necesario observar que el concepto de cumplimiento de las Escrituras es complejo, porque comporta una triple dimensión: un aspecto fundamental de continuidad con la revelación del Antiguo Testamento, un aspecto de ruptura y otro de cumplimiento y superación. (…) El misterio pascual de Cristo es plenamente conforme –de un modo que no era previsible– con las profecías y el carácter prefigurativo de las Escrituras; no obstante, presenta evidentes aspectos de discontinuidad respecto a las instituciones del Antiguo Testamento. Estas consideraciones muestran así la importancia insustituible del Antiguo Testamento para los cristianos y, al mismo tiempo, destacan la originalidad de la lectura cristológica. Desde los tiempos apostólicos y, después, en la Tradición viva, la Iglesia ha mostrado la unidad del plan divino en los dos Testamentos gracias a la tipología, que no tiene un carácter arbitrario sino que pertenece intrínsecamente a los acontecimientos narrados por el texto sagrado y por tanto afecta a toda la Escritura.[44]

Véase también

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Referencias

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  1. Holman Illustrated Bible Handbook. Holman Bible Publishers, Nashville, Tennessee. 2012.
  2. Dickerson, P. L., The Sources of the Account of the Mission to Samaria in Acts 8:5-25, Novum Testamentum, julio de 1997, Vol. 39, Fasc. 3, pp. 219, consultado el 21 de abril de 2024
  3. Bruce M. Metzger, The Early Versions of the New Testament, Oxford University Press, 1977, p. 316.
  4. {«Concordancias bíblicas de Hechos 8 en la versión Reina Valera de 1611». 
  5. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9799). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  6. Tesoro del conocimiento de las Escrituras sobre Hechos 8:1, consultado el 8 de diciembre de 2016
  7. Hechos 8:1: Versión inglesa moderna
  8. Nota a en Hechos 8:1 en la NET Biblia
  9. Véase BDAG 64 s.v.; 2 Macabeos 5:13; Josefo, en Antigüedades de los judíos, 5.2.12 [5.165].[8]
  10. Hechos 8:1
  11. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9801). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  12. John Henry Newman, Biglietto Speech
  13. a b c d e f g h i Alexander, 2007, p. 1038.
  14. Hechos 8:2: Nueva Biblia del rey Jacobo
  15. a b Meyer, H. A. W., Meyer's NT Commentary sobre Hechos 8, traducido de la sexta edición alemana, consultado el 22 de abril de 2024
  16. Wiktionary, el diccionario gratuito, wiktionary.org/wiki/syn syn, consultado el 22 de abril de 2024
  17. Hechos 8:4: MEV
  18. Hechos 8:5 RVR
  19. Juan Crisóstomo, In Acta Apostolorum 18
  20. León Magno, In natali Apostolorum Petri et Pauli 6
  21. Hechos 8:16 RVR
  22. Hebrew Text Analysis: Acts 8:16. Biblehub
  23. a b Nicoll, W. R., Expositor's Greek Testament. Hechos 8. Consultado el 24 de abril de 2019.
  24. 9 no se puede sostener, y en 9 léase ἔπεσεν. [23]
  25. Pablo VI, Divinae consortium naturae.
  26. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2121
  27. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2122.
  28. Alexander, 2007, p. 1039.
  29. Hechos 8:26: ESV
  30. Strong's Concordance, 3314. mesémbria], consultado el 23 de abril de 2024
  31. Biblia de Jerusalén (1966), Hechos 8:26
  32. Gill, J. , Gill's Exposition sobre Hechos 8, consultado el 23 de abril de 2024
  33. Tyndale House Foundation, Hechos 8:26: La Biblia Viviente
  34. Hechos 8:37 RVR
  35. Citación sobre este Versículo por Ireneo (c. 180 d.C.): «[Felipe declaró] que éste era Jesús, y que la Escritura se cumplía en Él; como también lo hizo el mismo eunuco creyente: y, pidiendo inmediatamente ser bautizado, dijo: «Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.» Este hombre también fue enviado a las regiones de Etiopía, para predicar lo que él mismo había creído, que había un Dios predicado por los profetas, pero que el Hijo de este [Dios] ya había hecho [Su] aparición en la naturaleza humana (secundum hominem)» (Ireneo (AD 140-200). Contra las herejías. Libro III).
  36. Citación de Cipriano: «Pues aunque en los Hechos de los Apóstoles se describe al eunuco como bautizado de inmediato por Felipe, porque “creyó de todo corazón”, esto no es un paralelismo justo. Porque era judío, y cuando venía del templo del Señor estaba leyendo al profeta Isaías» (Cipriano (200-258). Vida y pasión de Cipriano, obispo y mártir. párrafo 3)
  37. Edward F. Hills (1912-1981), «The King James Version Defended: Una visión cristiana de los manuscritos del Nuevo Testamento» (1956). Capítulo 8, The Christian Research Press; 4ª edición (agosto de 1997) ISBN 0915923009. ISBN 978-0915923007
  38. Los Hechos de los Apóstoles, por J. A. Alexander, Nueva York: Scribner, 1967, vol. 1, pp. 349-350.
  39. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9808). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  40. Hechos 8:40 NKJV
  41. a b c Jamieson-Fausset-Brown Bible Commentary
  42. Facultad de Teología. Comentario a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9807). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  43. Facultad de Teología. Comentario a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9808). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  44. Benedicto XVI, Verbum Domini, nn. 40-41

Bibliografía

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  • Alexander, Loveday (2007). «62. Acts». The Oxford Bible Commentary (first (paperback) edición). Oxford University Press. pp. 1028-1061. ISBN 978-0199277186. Consultado el February 6, 2019. 

Enlaces externos

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