Siglo IV

periodo de tiempo que comprende del año 301 al 400

El siglo IV d. C. (siglo cuarto después de Cristo) o siglo IV e. c. (siglo cuarto de la era común) comenzó el 1 de enero de 301 y terminó el 31 de diciembre de 400. El devenir de Occidente durante la primera parte del siglo fue conducido por Constantino el Grande, que fue el primer emperador romano en convertirse al cristianismo. También recuperó la unidad del imperio. Se destacó por restablecer una sola capital imperial, eligiendo el emplazamiento de la antigua Bizancio en el año 330 (desechando las capitales contemporáneas, que habían sido establecidas por las reformas de Diocleciano en Milán para el Oeste, y Nicomedia para el este) para construir la nueva capital, pronto llamada Nova Roma (Nueva Roma); más tarde fue renombrada Constantinopla en su honor. Es llamado el «siglo de los Padres de la Iglesia».

Siglo IV
Siglos Siglo IISiglo IIISiglo IVSiglo VSiglo VI
Decenios 300310320330340350360370380390
Tabla anual del siglo IV
Mapa mundial (excepto América) en torno al año 300.
Mapa mundial (excepto América) en torno al año 400.

Siglo en que se tolera el cristianismo (313) y más tarde se prohíben las otras religiones y se oficializa el cristianismo (380). En este siglo continúa la construcción de grandes obras monumentales romanas como el Arco de Constantino (conservado magníficamente) y la grandiosa basílica de Majencio (conservada parcialmente). Empieza por otra parte un nuevo fenómeno arquitectónico que dará una impronta definitiva a la ciudad, eso es la transformación tanto de casas privadas de cristianos como de basílicas romanas en iglesias cristianas. Por otra parte, el arte romano irá lentamente incorporando elementos cristianos o bien se fusionan como puede apreciarse en obras conservadas en los museos: así los pequeños dioses que acompañan Baco se van transformando en angelillos, los dioses del averno en demonios, los dioses mismos en arcángeles, etc.

Muchos mitos romanos y aún los de otras religiones son absorbidos por el cristianismo y a veces transformados en dogmas. El politeísmo se mantiene disfrazado en santerías, el mito de la madre que debe ser virgen para parir dioses o semidioses es el mismo, el horror del infierno cristiano ya estaba en Virgilio. El alma romana cambiará y aunque las causas son muchas el cristianismo es una de las principales.

Filosofías como la aristotélica, la estoica y la epicúrea desaperecerán de la cultura occidental por siglos. La más dramáticamente opuesta a la sensibilidad cristiana es el epicureísmo: Epicuro, filósofo griego del IV siglo a. C. afirmaba que no existe un Dios providencial, que no hay Más Allá y que la vida debe gozarse siendo el único principio y fin de la vida el placer entendido principalmente como ausencia de dolor. En este siglo habrá 23 emperadores, incluidos los simultáneos: 9 fueron asesinados, 3 murieron en batalla (incluso Majencia, ahogado), 2 o 3 suicidas, algunos por fiebres o enfermedades sospechosas, y 4 por muerte natural (Constantino, Teodosio, Arcadio y Onorio). El siglo anterior había terminado con un imperio gobernado por 4 augustos, pero en el año 305 dos de ellos, Diocleciano y Maximiano, renuncian. A la renuncia de Diocleciano (quien, además, rechazaría una segunda coronación años después) quedan en plaza Constantino y Massensio (Majencio) y se produce una guerra entre ellos con la victoria de Constantino entre el Puente Milvio y una zona llamada Saxa Rubra.

Constantino, que sería llamado el Grande, simpatizó con los cristianos por influencia de su hija Constanza quien era cristiana y en la batalla decisiva este emperador llevó la cruz como insignia. Pero Constantino pasa a la historia por varios otros motivos: trasladó la capital del imperio a Bizancio, una antigua colonia griega, que cambia su nombre por Constantinopla (la actual Estambul) y por lo tanto Roma pasa a ser solo una ciudad importante; representa el apogeo del absolutismo divino formalizado por la solemnidad del ceremonial y del vestuario y concretado con medidas tales como la reducción de los Senados de Roma y de Constantinopla a simples consejos municipales; dividió el imperio en 4 prefecturas y varias diócesis y provincias, designando la ciudad de Milán como capital de Italia con lo que Roma disminuye aún más su estatus; organizó un Consejo de la Corona con varios ministros (justicia, cancillería, cuestiones religiosas, finanzas, tesorería) para aumentar la concentración del poder en sus manos; y, finalmente, lo más importante, autorizó el libre ejercicio de la religión cristiana (edicto de Milán, año 313) con lo cual se inicia el irrefrenable poder de la iglesia y los cristianos, en breve, pasan de perseguidos a perseguidores (fot. Maqueta de Roma en esta época).

A su muerte le sucede el hijo, Constancio II, cristiano, quien impone el arrianismo (doctrina según la cual Cristo es distinto al Padre aunque ambos tienen una sustancia semejante porque Cristo es “creado” y Dios siempre ha “sido”) lo que conlleva algunos problemas para la doctrina del incipiente cristianismo como, por ejemplo, la designación de un papa de tal doctrina que posteriormente sería descalificado y declarado antipapa, situación esta de los antipapas que se repetiría mucho a lo largo de la historia de la iglesia. El emperador siguiente es Juliano, llamado el apóstata, por privar de algunos privilegios a los cristianos. Pero todos estos emperadores y los otros en este siglo IV, han de vérselas no solo con problemas internos, sino con grandes guerras en las fronteras presionadas por Godos. Algunos de estos pueblos son empujados por otros que vienen del Asia, como los hunos. Otros parecen conocer la debilidad del Imperio y aspiran a independizarse y terminar su situación de pueblos de frontera. El emperador siguiente, Teodosio, pasa a la historia por unas decisiones que cambiarán la cultura occidental: el año 380 prohíbe el arrianismo y en el 391 declara que la religión oficial del imperio será el cristianismo católico y se prohíben todos los otros cultos “paganos”. Desde este momento la religión cristiana ejercerá su poderosa influencia en todos los sucesos políticos y culturales de Roma, Italia, Europa y, más adelante, de buena parte del mundo. A la muerte de Teodosio, el año 395, el imperio se divide formal y definitivamente entre sus hijos Arcadio, quien recibe el de oriente siendo Constantinopla la capital, y Honorio quien recibe el de occidente pero traslada la capital a Ravenna también en el norte de Italia: el Imperio Romano se ha terminado. Ahora tenemos dos imperios, el Imperio Romano de Occidente (capital Ravenna) que durará apenas un siglo y el Imperio Romano de Oriente (capital Constantinopla) que, en cambio, durará 10 siglos. Roma es solo la sede del obispo de Occidente.

El cristianismo, que desde este siglo IV será parte y esencia de la Urbe, realiza dos importantes Concilios: el de Nicea y el de Éfeso. En el primero, entre otros temas, se proclama la igualdad de los 4 patriarcados: Antioquía, Alejandría, Jerusalén y Roma tema que será siempre de controversia en la historia de la Iglesia. El otro, fundamental para los dogmas, es el problema de la sustancia de Cristo que viene a considerarse divina. Hay importantes ideólogos como Jerónimo, quien tradujo la Biblia al latín, Ambrosio, obispo de Milán, y Agustín, autor de libros de gran sensibilidad como Confesiones, el más íntimo, y La Ciudad de Dios. Se construyen iglesias. Hay 10 papas, con 2 mártires, y 2 antipapas en este siglo IV. Algunos mártires y hombres ilustres empezarán a ser declarados beatos o bien santos: el proceso de beatificación es correspondiente a la divinización en época romana, como Rómulo, un hijo del emperador Majencio cuyo templo del 309 d. C. está en el Foro Romano. Rómulo murió muy joven afectando gravemente al padre, quien perdería la gran batalla ante Constantino poco tiempo después.

Acontecimientos relevantes editar

Guerras y política editar

Religión editar

Cultura editar

Personajes relevantes editar

Política editar

 
Constantino I el Grande.

Filosofía y literatura editar

Religión editar

Enlaces externos editar