Baptisterio con una representación de los doce apóstoles, rodeando una escena inspirada en el Bautismo de Cristo en el Río Jordán.

Didaché, en griego Διδαχή, pronunciado Didajé y transcrito también como Didajé[1]​ o Didaké, es el nombre más conocido de una obra de la literatura cristiana primitiva llamada, en su título corto, Enseñanza de los doce apóstoles:

Διδαχή τών δώδεκα ἀποστόλων[2]

y, en su título largo, Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles:

Διδαχή τού κυρίου διά τών δώδεκα ἀποστόλων τοΐς ἔθνεσιν[3]

que pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, acaso antes de la destrucción del templo (70 d.C.), por uno o varios autores, los «didaquistas»,[4]​ a partir de materiales literarios judíos y cristianos preexistentes.

Desde que fuera encontrada en 1873 y publicada en 1883, la Didaché ha sido una fuente inagotable de estudios y, asimismo, objeto de numerosas controversias. La principal de ellas atañe al tiempo de su composición. De ser cierta la datación más temprana que se ha propuesto, la Didaché podría ser la regla u ordenanza religiosa utilizada por algunas comunidades cristianas, más bien judeocristianas, unas pocas décadas después de la muerte de Jesús de Nazaret. Según esta interpretación, la Didaché proveería el retrato de unos cristianos primitivos, arcaicos en su liturgia y su eclesiología, que vivieron un tiempo de transición donde la forma de judeocristianismo que ellos profesaban fue desplazada por el cristianismo gentil o paganocristianismo iniciado en Antioquía. Si, por el contrario, esa datación se retrasase uno o dos siglos, como también se ha propuesto, la Didaché no sería más que un fraude tardío, urdido con fines particularistas[5]​ para dar una imagen tendenciosa de la Iglesia primitiva. De cualquier modo, la posibilidad de que sea más antigua que algunos libros del Nuevo Testamento ha hecho de ella una piedra miliar para comprender la evolución literaria y teológica del cristianismo de la primera centuria.

Las cuestiones que suscita la Didaché son variadas. Además de su datación, se ha estudiado su relación con otros escritos cristianos como el Evangelio de Mateo o la Epístola de Bernabé. También con oraciones judías como el Kidush, la Amidá o el manual de disciplina de la comunidad esenia de Qumrán. El interés que despierta no es sólo literario sino también litúrgico pues la Didaché contiene las primeras instrucciones conocidas para la celebración del Bautismo y la Eucaristía cristianos, así como una de las tres redacciones originales que han pervivido de la oración del Padre Nuestro.[6]​ Si se consideran las diversas traducciones de la obra, la dispersión geográfica de los fragmentos encontrados[7]​ y la lista de obras posteriores que dependen de ella, la Didaché debió ser muy conocida en los primeros siglos. Al igual que otras obras de la literatura cristiana estuvo tiempo rondando el canon bíblico antes de ser finalmente descartada. Actualmente se la incluye dentro del heterogéneo grupo de escritos de los llamados Padres Apostólicos,[8]​ de los cuales puede ser el escrito más antiguo y, sin lugar a dudas, el más importante.

Historia de un descubrimiento editar

 
Filoteos Bryennios, retrato de 1885.


 
Dibujo del edificio de la biblioteca frente al río. Al fondo, la silueta del Castillo rojo.
 
Ultima página de la obra, con la noticia de su composición.
 
El Fanar, vista desde el Cuerno de Oro, con el Colegio ortodoxo al fondo.
 
Aguila bizantina, sita en la entrada del Patriarcado ortodoxo griego de Constantinopla.
 
El Seminario Ortodoxo de la Isla de Chalce.

Corría a la sazón el año 1875 cuando se tuvo noticia en Occidente de un hallazgo fortuito. Dos años antes, en 1873, había sido encontrado un códice griego muy antiguo con obras del cristianismo primitivo. Llegaba la novedad con dos años de retraso, pero acompañada por la publicación de dos epístolas muy especiales incluidas en el códice. La primicia, editada en Constantinopla, decía:

Las dos epístolas de nuestro Santo Padre Clemente, obispo de Roma, a los corintios, extraídas de un manuscrito de la biblioteca del monasterio fanariota del Santísimo Sepulcro de Constantinopla y publicadas por primera vez de forma completa. Prolegómeno y notas por Filoteos Bryennios, metropolitano de Serres (Macedonia).[9]

Los investigadores de Occidente recibieron la noticia con sorpresa y satisfacción. Hasta ese momento, las epístolas de Clemente de Roma se conocían únicamente a través del texto proporcionado por el Codex Alexandrinus al que, desgraciadamente, le faltaban unas hojas. El texto publicado por Bryennios completaba ambos escritos. Era la segunda vez en pocos años que los cimientos de la moderna erudición cristiana se veían sacudidos por un gran descubrimiento. En la década anterior, Konstantin von Tischendorf había encontrado en el Monasterio de Santa Catalina el Codex Sinaiticus, gracias al cual se había recuperado una versión griega de la Biblia y la Epístola de Bernabé. El descubrimiento de Tischendorf, que incluyó un viaje agotador de tres días por el desierto, todavía estaba presente en la memoria de los eruditos. Tanto es así que, en algún momento, Filoteos Bryennios fue llamado, por la relevancia de su hallazgo, «el Tischendorf de la Iglesia Griega».

Filoteos Bryennios había nacido en Constantinopla en 1833 en el seno de una humilde familia. Apoyado por el metropolitano de Cízico[10]​ ingresó en el seminario patriarcal de la Isla de Chalce. Al terminar su formación, fue ordenado diácono y se trasladó a Alemania (1856) donde asistió a clases de teología y filosofía en las universidades de Leipzig, Berlín y Múnich. Allí entró en contacto con la moderna investigación occidental. En 1861 regresó a Constantinopla como profesor de historia eclesiástica y exégesis en la misma escuela donde había estudiado. Dos años después, fue ordenado presbítero y honrado con el título de «Archimandrita del trono ecuménico de Constantinopla». En 1867, se hizo cargo de la dirección del prestigioso Colegio ortodoxo griego.[11]​ Dicho colegio, también llamado «Gran Escuela de la Nación», estaba situado en el Fanar, el sector griego de Estambul, junto al Cuerno de Oro que divide la ciudad. Tras la Caída de Constantinopla en el año 1456, el Fanar había quedado bajo el control de las ricas familias griegas y allí estaba ubicada la sede del Patriarcado ortodoxo griego de Constantinopla.

Próximo al Colegio, y en descenso hacia el río, se encontraba el Monasterio del Santo Sepulcro, llamado también Monasterio de Jerusalén por depender de dicho Patriarcado. El monasterio, de carácter oriental era en ese momento un agregado de edificios cuya biblioteca estaba exenta del conjunto en un pequeño edificio de piedra, que exhibía pinturas religiosas en la entrada y un interior tranquilo y luminoso. La biblioteca había sido examinada décadas antes por varios expertos que buscaron allí manuscritos antiguos.[12]​ En 1873, Bryennios se interesó por un manuscrito de la biblioteca. Se trataba de un volumen en pequeño octavo (6x8 pulgadas), encuadernado en piel negra, con 120 hojas de pergamino bien conservado, escritas a doble cara con letra pequeña y clara procedente de una misma mano. La última hoja exhibía una breve noticia sobre su composición.

Acabado en el mes de junio, el día 11, día tercero (martes), en el año 6564, por la mano de León, copista y pecador.

El calendario ortodoxo de Constantinopla fechaba el nacimiento de Cristo en el año 5508 de la creación del mundo, así que el año 6564 de dicho calendario correspondía al 1056 d.C. del calendario juliano.[13]​ Se trataba, por tanto, de un manuscrito medieval. Los monjes del monasterio no supieron informarle sobre él y el catálogo de la biblioteca decía únicamente que el volumen contenía una sinopsis bíblica de escaso valor, atribuida a Juan Crisóstomo. Sin embargo, al abrir el códice, Bryennios encontró completas las dos epístolas de Clemente de Roma y, gracias a su extensa formación patrística, pudo darse cuenta cabal de la importancia del hallazgo. En concreto, el códice encontrado contenía las siguientes obras:

  • La Sinopsis veteri et novi testamentari, mencionada en el catálogo. Obra anónima del siglo IV atribuida a Juan Crisóstomo. La recensión contenida en el códice aparecía truncada en el Libro de Malaquías omitiendo, por tanto, el Nuevo Testamento (fol. 1-32).
  • La Primera epístola de Clemente. Extensa carta redactada por Clemente de Roma en torno al año 96 d.C. con motivo de una disputa surgida en la comunidad cristiana de Corinto. En tiempos fue una obra muy apreciada. Actualmente, la relevancia de su autor ha hecho que se la incluya en el grupo de los Padres apostólicos. Hasta la publicación de Bryennios era conocida por la versión del Codex Alexandrinus donde faltaba el texto de los capítulos 57,6- 64,1 los cuales fueron publicados por primera vez en ese año.(fol. 51-70).
  • La Segunda epístola de Clemente. Obra anónima de mediados del siglo II, considerada hoy como la primera homilía cristiana. La tradición atribuyó esta obra a Clemente de Roma, hecho que fue cuestionado abiertamente por Eusebio de Cesarea en el siglo IV y que, en la actualidad, es negado unánimemente. Es cierto sin embargo que las epístolas de Clemente aparecen juntas y seguidas en los dos únicos manuscritos transmisores, lo que apunta a la existencia de alguna relación entre ellas. Esta epístola también estaba truncada en los capítulos finales y, como la anterior, quedó completa con la publicación de Bryennios (fol. 70-76).
  • La Enseñanza de los doce apóstoles (fol. 76-80).
  • La recensión larga de las cartas de Ignacio de Antioquía, conteniendo la versión interpolada de sus siete cartas auténticas más las cartas espurias y la carta, también espuria, de María de Cassobolos a Ignacio (fol. 81-120). Esta nueva versión de las cartas de Ignacio no añadía gran cosa a las precedentes excepto facilitar nuevas lecturas a la edición de los Padres Apostólicos que estaba preparando F. X. Funk.

La importancia de la publicación de las epístolas clementinas hizo que nadie reparase en esos momentos en la obra que ocupaba los folios 76-80 del códice. La Enseñanza de los doce apóstoles, que más tarde sería conocida como la Didaché, pasó completamente desapercibida. Ni siquiera el propio Bryennios pareció darle importancia. Unos años después, el primer editor americano de la Didaché escribía: Ahora nos resulta extraño que el anuncio de aquel documento atrajese entonces tan escasa atención.[15]​ En 1878, acabada la guerra entre rusos y turcos, Bryennios examinó el códice con más detenimiento y se dio cuenta de que aquella Enseñanza de los doce apóstoles que, de forma tan precaria, había sido presentada en 1875, era en realidad la única copia existente de una obra antiquísima, perdida hacía siglos y conocida tan sólo por algunas breves noticias conservadas en las obras de los Padres de la Iglesia.[16]​ Bryennios reanudó de inmediato su labor crítica, que culminó cinco años más tarde. En 1883, sorprendió a los investigadores con un nuevo anuncio:

La enseñanza de los doce apóstoles. Publicada por primera vez a partir del manuscrito de Jerusalén. Prolegómeno y notas por Filoteos Bryennios, metropolitano de Nicomedia. Constantinopla, 1883.
Philip Schaff (1885:9)

Esta vez el anuncio encontró la acogida que merecía. Desde hacía meses, investigadores de la talla de Adolf von Harnack disponían de una copia del escrito sobre la que estaban trabajando. La primera noticia apareció en Europa el 25 de enero de 1884 en la Allgemeine Zeitung de Múnich. Un mes después, el Durham University Journal hizo lo propio en Inglaterra. En 1885, Philip Schaff presentaba así la obra:

La Didaché llena un vacío entre la era apostólica y la Iglesia de la segunda centuria, y arroja nueva luz sobre cuestiones de doctrina, culto y disciplina. En esto reside su interés y su significado.
Philip Schaff (1885:v)

El propio Schaff comentó sobre Bryennios:

Es seguramente el prelado de la Iglesia ortodoxa con más preparación. Conoce bien la patrística, especialmente la griega, aunque también la moderna literatura alemana. Cita con soltura los escritos de Bingham, Schröckh, Neander, Gieseler, Hefele, von Drey Krabbe, Bunsen, Dressel, Schliemann, Bickell, Tischendorf, Hilgenfeld, Lagarde, Ueltzen, Funk… Ha sido invitado cordialmente por los investigadores de Occidente, tanto católicos como evangélicos, a disfrutar de un sitio de honor en la república de la erudición cristiana. La universidad de Edimburgo le ha conferido el grado honorífico de Doctor en divinidad (Doctor of Divinity)

Más allá del interés puramente científico de los eruditos, la Didaché se convirtió en los Estados Unidos en un fenómeno social. Si, en Europa, la discusión se mantuvo dentro de los límites del ámbito académico, en Estados Unidos, la forma práctica de entender la teología hizo que mucha gente se interesase por la obra. Casi todas las denominaciones cristianas elaboraron su propia traducción y la comentaron a su modo viendo en ella confirmaciones de su propio credo. La Didaché rompía de manera inesperada el equilibrio teológico entre los grupos cristianos de Occidente y daba nuevos argumentos a trinitarios, unitaristas, baptistas, episcopalianos, católicos anglicanos, luteranos y católicos romanos para defender sus respectivas posturas. Mientras, en Oriente, Bryennios fue apartado discretamente de Constantinopla, donde la sede del Patriarcado había cambiado recientemente de manos.[17]​ Poco después, en 1887, el manuscrito de Constantinopla abandonó la luminosa estancia de piedra donde había permanecido ocho siglos y fue trasladado a Jerusalén, a la biblioteca de aquel Patriarcado. Allí fue inscrito en el registro de entrada con la signatura: Kod. Patr. 54 y, desde entonces, es conocido como Codex Hierosolimitanus 54, Codex H54 o, sin más, manuscrito H. El mérito de haber preservado completas tres obras de los Padres Apostólicos lo ha convertido en uno de los códices cristianos más importantes.

Contexto de la obra editar

 
Vitral representando a los Reyes Magos, tradición que, junto con la estrella de Belén, sólo es recogida por el evangelista Mateo.

La Didaché es una obra corta de apenas 552 vocablos griegos, ordenados en cien versos y distribuidos en dieciséis capítulos. Se trata por su contenido de una regla que, según se cree, regulaba la vida de una o varias comunidades cristianas primitivas, estableciendo su ideario moral, sus ritos, su organización y su esperanza, entendida ésta en sentido escatológico. Poco o nada se sabe de las comunidades donde estuvo vigente la Didaché. La falta de evidencias internas en el documento, tales como menciones de lugares, nombres propios o sucesos impide extraer conclusión alguna.[18]​ Hoy se cree que la Didaché nació en Siria, en un ambiente rural[cita requerida] o quizás en la propia Antioquía, en el seno de una comunidad judeocristiana que trataba de permanecer fiel a la Torá en medio de un entorno pagano. En cuanto a la fecha de su composición es el documento cristiano con una datación más imprecisa, con una horquilla de propuestas que abarca dos siglos. Actualmente se tiende a situar a mediados del siglo I, por lo que sería contemporánea de las epístolas de Pablo de Tarso y algo anterior a los Evangelios. Esta ubicación espacial y temporal es la opción preferida por los estudiosos frente a otras dataciones más tardías y un posible origen egipcio-alejandrino del documento.[19]​ Del autor no se puede decir gran cosa. No sólo se desconoce su identidad, sino también si hubo uno o varios autores Esto se debe a que la Didaché no fue redactada en el sentido usual del término sino compuesta de manera progresiva a partir de materiales literarios preexistentes. Parte de esos materiales fueron tomados del judaísmo. Otra parte incorporó tradiciones de su entorno que, como la oración del Padre Nuestro, cristalizaron asimismo en el Evangelio de Mateo. Con el paso de los siglos la Didaché quedó en desuso, pero la concreción e influencia de sus regulaciones hace que este documento sea considerado como un «primer esbozo de ordenación eclesiástica y molde para escritos subsiguientes».[20]

 
Copista medieval, provisto con la pluma y el raspador.

Para su estudio, la Didaché se divide en tres secciones y un epílogo. En primer lugar, la sección moral o catequética (Did 1-6) donde se describe la preparación ética que debía alcanzar todo aquel que solicitaba el ingreso en la comunidad. Para su composición, el didaquista se sirvió de un escrito judío conocido como la Instrucción de los dos caminos, el cual cristianizó en algunos puntos para adaptarlo al uso concreto que se le iba a dar. A continuación de la sección moral se encuentra la sección litúrgica, ocupando los capítulos 7-10 de la obra. Se llama así porque en ella se describen los usos relacionados con el culto de la comunidad. Los elementos tratados son el bautismo, los ayunos, la oración (religión) y la eucaristía y, sobre ellos, el autor ofrece instrucciones concretas que conservan un aire arcaico y difieren significativamente de la liturgia cristiana al uso en Oriente y Occidente. En esta sección, los estudiosos reconocen influencias provenientes del judaísmo, aunque no haya unanimidad en su cuantía y origen. La tercera parte es la sección disciplinar, que ocupa los capítulos 11-15. Aquí, la comunidad abandona la intimidad de sus ritos y se abre a la llegada de profetas y doctores a los que es preciso distinguir de embaucadores y falsos maestros. También se menciona de pasada lo que parecen ser los rudimentos de una jerarquía eclesiástica local, tránsito según Harnack entre la organización primitiva asamblearia y la ulterior organización episcopal. La Didaché termina con un epílogo escatológico (Did 16) de carácter conclusivo que tiene elementos típicos del género apocalíptico.

Los dos títulos editar

 
Reproducción de los dos títulos de la Didaché, exhibidos en el Manuscrito de Jerusalén.

El códice jerosolimitano transmitió la Didaché bajo dos títulos. En la cuarta línea del folio 76, empezando a contar desde abajo, estaba escrito: Enseñanza de los doce apóstoles (gr. Διδαχή τών δώδεκα αποστόλων). Una línea después, e integrado en el texto, había un segundo título que ampliaba el primero: Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles (gr. Διδαχή τού κυρίου διά τών δώδεκα αποστόλων τοΐς έθνεσιν). La primera palabra de ambos, Διδαχή (Didaché), es la que prevaleció para referirse a la obra. Según el primer título, el escrito recogía la enseñanza dada por los doce apóstoles de Jesús de Nazaret. Enseñanza que, al provenir del colegio de los doce, representaría algo así como lo más granado del cristianismo. El segundo título reforzaba esa idea al precisar que la enseñanza provenía en última instancia del Señor, expresión frecuente en la literatura cristiana para referirse a Jesús de Nazaret. No sería, por tanto, la enseñanza de los doce apóstoles sino la enseñanza del Señor, transmitida a través de ellos. Dicha enseñanza tendría por destinatarios, además, a las naciones del mundo (gr:τοΐς έθνεσιν) o gentiles, es decir, a los pueblos que en aquella época conformaban el imperio romano, tanto de Oriente como Occidente. El marco sobre el que los investigadores han interpretado este doble título lo provee un pasaje del Evangelio de Mateo, en concreto Mt 28,19, que viene a ser el colofón con el que concluye. Se dice allí que, estando reunidos los discípulos después de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, aparece el Señor resucitado y les da la encomienda:

Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 18-20).

La encomienda tiene dos partes. Primero, la transmisión de la enseñanza del Señor a las naciones o gentiles, cuyo contenido recogería, presuntamente, la Didaché. Después, la formulación trinitaria del bautismo (Padre, Hijo y Espíritu Santo) que acompaña esa enseñanza como una especie de sello. Ambos elementos son típicamente mateanos y forman parte de las similitudes que relacionan el Evangelio de Mateo y la Didaché. A tenor de los títulos, la Didaché contendría la enseñanza impartida por los doce apóstoles poco después de la muerte de Jesús de Nazaret. Sin embargo, no hay rastro de ellos en todo el escrito. Los únicos apóstoles que se mencionan son referidos de manera genérica en el capítulo 11 de la obra, sin dar nombres y considerándolos como maestros itinerantes. Esta discordancia esencial entre los títulos y el contenido real de la obra hizo que durante décadas prevaleciese la idea de que la Didaché era una obra pseudoepigráfica cuyo autor atribuyó a los doce apóstoles para beneficiarse de su autoridad.

La sección moral editar

 
Arquería en una antigua sinagoga judía.

A continuación del segundo título comienza la sección moral, que abarca los seis primeros capítulos de la obra. Esta sección describe la preparación a la que debían someterse los gentiles que deseaban entrar en la comunidad del didaquista. La perspectiva del escrito es la de una comunidad judeocristiana que regula la admisión y socialización de conversos gentiles. Ingresar en una comunidad judeocristiana no era sencillo para un pagano debido a las diferencias religiosas y morales existentes entre ambas culturas. El paganismo era un universo religioso de carácter politeísta donde convivían cultos muy dispares. Se adoraba a los dioses del panteón greco-romano, a los dioses locales, a los dioses familiares, a los dioses naturales (fuentes, montes, etc). Dentro de este mosaico de credos, el judaísmo y el cristianismo eran religiones muy particulares, pues no sólo creían en un único Dios sino que se negaban a prestar culto a otros dioses, en particular a los emperadores. Otro aspecto diferenciador era la moral, más relajada en el mundo greco-romano. El aspirante en ciernes debía abandonar buena parte de sus costumbres, con la ruptura social consiguiente, y adoptar formas de vida más estrictas. La preparación era larga y estaba tutelada por maestros que se servían de esta sección de la Didaché para enseñar los nuevos compromisos morales. El núcleo de dicha enseñanza estaba formado por la llamada Instrucción de los dos caminos, un dualismo ético (bien-mal, vida-muerte, luz-oscuridad) presente también en varios escritos judíos[21]​ y cristianos,[22]​ que comienza:

Existen dos caminos: el de la vida y el de la muerte. Bien diferentes son (Did 1,1).

La noción de los dos caminos había arraigado en el judaísmo a través de un pasaje del Deuteronomio: Hoy pongo ante ti la vida con el bien, y la muerte con el mal. (Deut. 30,15).[23]​ También con este pasaje de Jeremías: Yo pondré ante ti el camino de la vida y el camino de la muerte. (Jer. 21,8)[24]​ Desde la tradición judía pasó luego a la cristiana de forma que, a partir de entonces, convivieron recensiones judías y cristianas de la misma enseñanza, más o menos diferentes. La versión del manuscrito H54 contiene, por ejemplo, un bloque (Did 1,3-2,1) que no figura siquiera en algunas versiones cristianas como la traducción latina (Doctrina apostolorum), la arábiga (Vida de Shenudi),[cita requerida] o la adaptación griega contenida en la Epístola de Bernabé. Este bloque se conoce como sección evangélica porque expone material próximo al Sermón del Monte de Mateo que podría proceder quizá de la Fuente Q, hipotética predecesora de ambos.

 
Representación del Sermón del Monte en la iglesia de San Mateo de Copenague.

La primera parte de la exposición describe los valores éticos positivos de la comunidad –el camino de la vida– y después se trata su contraparte negativa –el camino de la muerte–. Según se indica en la obra, el camino de la vida tiene por primer mandamiento amar a Dios sobre todas las cosas y al projimo como a uno mismo (Did 1,2). Este No hacer a los demás lo que no se desea para uno mismo (Did 1,2). Amar a los enemigos (Did 1,3) Evitar las pasiones carnales (Did 1,4). Poner la otra mejilla (Did 1.5). Dar la túnica además del manto (Did 1,5). Dar limosna pero que, antes, sude en la mano (Did 1,6). El segundo mandamiento consiste en no matar, no robar, no corromper, no fornicar, no hacer magia, no abortar (Did 2,2). No perjurar, no calumniar (Did 2,3). No hablar mal (Did 2,4). No ser avaro ni soberbio (Did 2,6). No odiar (Did 2,7). No ser irascible o envidioso porque eso conduce a la disputa y al homicidio (Did 3,2). No ser voluptuoso porque eso conduce al adulterio (Did 3,3). No ser adivino o astrólogo porque eso conduce a la idolatría (Did 3,4). No ser embustero o avaro porque eso conduce al robo (Did 3,5). Ser manso porque los mansos heredarán la tierra (Did 3,7). Ser paciente, ser misericordioso (Did 3,8). Ser justo, ser humilde (Did 3,9). Saber que nada sucede sin Dios (Did 3,10). La Didaché insta a tener presente a los que anuncian al Señor (Did 4,1). A acercarse a los santos (Did 4,2). A no provocar cismas (Did 4,3). A corregir a todos sin distingos. A no vacilar (Did 4,4). A ser generoso (Did 4,5). A compartir los bienes con los hermanos (Did 4,8). A educar a los hijos en el Temor de Dios (Did 4,9). Se dice que el amo no debe ser duro con los esclavos (Did 4,10) y los esclavos deben obedecer a sus amos como imagen de Dios. Se debe odiar la hipocresía (Did 4,12). Guardar los mandamientos (Did 4,13). Confesar las faltas en la asamblea (Did 4,14). Concluye esta parte diciendo:

Este es el camino de la vida.

A continuación describe el camino de la muerte, donde el didaquista parece enumerar las prácticas paganas que resultaban más abominables para judíos y cristianos.[25]​ Según la Didaché, el camino de la muerte está hecho de asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, idolatría, magia (Did 5,1). Persecución de los justos, amor a la mentira, asesinato de niños, desconocimiento de Dios, injusticia de los jueces, olvido del necesitado, defensa de los ricos, crueldad con el pobre (Did 5,2). Concluye diciendo:

Alejaos de todo esto (Did 5,2).

Después de la Instrucción de los dos caminos, el didaquista se dirige al iniciando, exhortándole a que nadie le desvíe del camino de la vida (Did 6,1). La expresión utilizada para describir esta observancia es llevar el Yugo del Señor, y asegura: Si puedes llevarlo, serás perfecto. Si no, haz lo que puedas (Did 6,2). Esta tolerancia final de la instrucción sugiere una estrategia más o menos organizada para acercar la religión cristiana a los gentiles, muchos de los cuales se sentían atraídos por la simplicidad del monoteísmo pero sentían rechazo hacia ciertas prácticas propiamente judías como la circuncisión. La estrategia consistiría en ofrecer el cristianismo sin las obligaciones derivadas de una observancia completa de la Torá judía (el Yugo del Señor).

La sección litúrgica editar

La preparación descrita en la sección moral puede interpretarse como una iniciación, en sentido antropológico. Mircea Eliade entendía la iniciación como un conjunto de ritos y enseñanzas orales cuyo propósito era producir una alteración decisiva en el estatus social y religioso del iniciando.[26]​ En una primera fase, el individuo era separado de su entorno a través de una alteración de sus condiciones espaciales (aislamiento), temporales (vigilias) o alimentarias (ayunos). Durante ese tiempo el individuo se encontraba en un limbo liminal donde quedaban en suspenso las reglas anteriores de su vida sin que las nuevas hubiesen adquirido aún vigencia. Llegado el tiempo, el individuo era reintroducido en su ambiente a través de una ceremonia de reconocimiento, habiéndose producido en el ínterin una transformación de su estatus. A veces, el rito de iniciación no pretendía reintroducir al iniciando en su medio original sino consolidar su extracción y prepararlo para su ingreso en un medio nuevo. Tal era el caso de la Didaché. El pagano era extraído de su medio religioso habitual y, después de un tiempo de prueba, era presentado a la comunidad. La preparación culminaba en la ceremonia del bautismo o iluminación.[27]​ Con el bautismo comenzaba su vida como cristiano.

El bautismo editar

 
Representación del Bautismo de Jesús de Nazaret.

El bautismo era una práctica central en el cristianismo primitivo y su huella puede encontrarse en toda la literatura cristiana de la época. Su importancia es destacada por todos los evangelistas, que relatan el Bautismo de Jesús de Nazaret en el Río Jordán. Los Hechos de los apóstoles ofrecen relatos de bautismos, mediante los cuales gente diversa como Cornelio el centurión o el Eunuco etíope se convierten al cristianismo. La práctica del bautismo está atestigüada también por las cartas de Pablo de Tarso:

También bauticé a la casa de Estéfana… (1 Cor 1,16).

La Didaché, sin embargo, es el primer texto conocido que ofrece instrucciones concretas para su celebración. En este sentido es un documento clave para estudiar los orígenes de la liturgia cristiana. A diferencia del bautismo vigente hoy, aquél era un bautismo para adultos. Antes de la ceremonia, se prescribía un ayuno de uno o dos días para el bautizando y el que bautizaba (Did 7,4). Llegado el día debía buscarse un lugar con agua viva (Did 7,2)[28]​ porque el bautismo se realizaba por inmersión, es decir, el bautizando sufría una inmersión total en el agua durante la ceremonia. La celebración del bautismo debía entrañar cierta dificultad en las estaciones invernales por la propia gelidez de las aguas. De ahí, tal vez, la recomendación ulterior. Si no puedes utilizar agua fría, utiliza agua caliente (Did 7,3).[29]​ Sólo excepcionalmente se permitía la afusión:

Si no tenéis nada es esto, derramad tres veces agua sobre la cabeza… (Did 7,3).

Un siglo después, hacia el año 150, Justino Mártir se refería al bautismo en términos parecidos. Había un ayuno previo, un acto de arrepentimiento, de perdón, y una declaración de compromiso tras la cual: …los conducimos a un paraje con agua donde se regeneran de la misma forma que nosotros fuimos regenerados (Apol I, 61).[30]​ Sin embargo, el bautismo de la comunidad didaquista no hacía hincapie en el arrepentimiento y el perdón de los pecados sino en la purificación por el agua (Did 7,2-3). Tampoco hay huella de la concepción paulina que relaciona el bautismo con la muerte de Jesús de Nazaret:

...hemos sido bautizados para participar en su muerte (Rom 6,3).

La dependencia con el Evangelio de Mateo aparece atestiguada en este pasaje pues el didaquista prescribe el uso de la fórmula trinitaria: Bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Did 7,1), aunque más adelante se menciona una fórmula cristológica: ...a no ser los bautizados en el Nombre del Señor (Did 9,5).[31]

Oración y ayuno editar

 
Fragmento griego del Padre Nuestro.

Otro ejemplo de la estrecha relación entre la Didaché y el Evangelio de Mateo es la redacción del Padre Nuestro (Did 8,2). Existen dos redacciones del Padre Nuestro, recogidas por San Mateo (Mt 6, 9-13) y San Lucas (Lc 11, 1-4) que difieren significativamente. Orígenes explicaba estas diferencias suponiendo que Jesús de Nazaret ofreció dos versiones distintas de la misma oración en dos ocasiones diferentes. Actualmente se tiende a pensar que la versión de Lucas es más próxima en contenido al original mientras que Mateo habría mezclado otros dichos de Jesús ajenos a esta oración. Esto no quitaría, pese a todo, interés a la versión de Mateo porque, estando las dos fórmulas redactadas en griego, el griego de Mateo sería más fiel al arameo empleado originalmente en la oración.[32]​ Además de las versiones evangélicas, la Didaché ofrece una tercera versión, similar en casi todo a la de Mateo.

Padre Nuestro, que estás en los cielos
santificado sea tu nombre
venga tu reino
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan nuestro de cada día
y perdónanos nuestras ofensas
así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
y no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del Maligno. (Did 8,2)

Después de esto, añade una doxología o alabanza, ausente en la redacción de Mateo:

Porque tuyo es el Poder y la Gloria
por los siglos. (Did 8,2).

y que hace de esta versión la más larga de todas. El Padre Nuestro debía rezarse cada día tres veces (Did 8,3), a ciertas horas que, según Clemente alejandrino (siglo III) serían tercia, sexta y nona (9h, 12h y 15h). Estos rezos debían combinarse con ayunos. En este punto, la comunidad cristiana buscaba diferenciarse de los judíos. Si estos ayunaban el segundo y el quinto día de la semana (lunes y jueves), en la comunidad del didaquista los ayunos se prescribían el cuarto y el día de la preparación (miércoles y viernes) (Did 8).[33]

Eucaristía editar

 
Fracción del pan representada en los frescos de una catacumba.

Los capítulo 9 y 10 contienen instrucciones referentes a una celebración comunitaria que, por el uso que hace del vino y del pan, bien podría llamarse eucaristía. Al igual que el bautismo, la eucaristía es uno de los sacramentos que se consideran instituidos por Jesús de Nazaret. La primera mención de la eucaristía que existe en la literatura cristiana se encuentra en la primera carta de Pablo a los corintios (1 Co 11,23-2). Además de Pablo, también es mencionada en los tres evangelios sinópticos: Marcos (Mc 14,22-25), Lucas (Lc 22,14:20) y Mateo (Mt 26,26-29). Juan relata también una Ultima Cena pero omite o desconoce las fórmulas rituales. En los escritos de Pablo, Mateo y Marcos la primera parte de la eucarístía se desarrolla en torno al simbolismo del pan: Tomad y comed todos de él, porque éste es mi cuerpo y la segunda en torno al del vino: Tomad y bebed todos de él porque ésta es mi sangre. Esta relación de las preces (el pan y el vino) con el cuerpo y la sangre de Jesús de Nazaret se encuentra también presente en Lucas pero su relato altera el orden anterior, bendiciendo primero el vino y luego el pan.

La eucaristía que regula el didaquista es, sin embargo, sorprendente. Al igual que el ritual lucano, se bendice primero el vino, pero no como sangre de Cristo sino de esta manera:

Te damos gracias, Padre Nuestro, por el vino santo de David que nos diste a conocer por Jesús, tu siervo (Did 9,2).

Después se parte el pan, pero no como cuerpo de Cristo, sino diciendo:

Te damos gracias, Padre Nuestro, por la vida y el conocimiento que nos diste a conocer por Jesús, tu siervo (Did 9,3).

En ningún momento se menciona la formula ritual de la última cena, el carácter sacrificial de la muerte de Jesús, o el carácter conmemorativo del acto. Parece tratarse de una cristología de carácter davídico, que acentúa la relación entre la figura veterotestamentaria del Rey David y la figura neotestamentaria de Jesús de Nazaret, haciendo a éste último heredero, no sólo físico[34]​ sino también, y sobre todo, espiritual. Esta cristología aparece también en (Did 10,6), cuando dice: ¡Hosanna al Dios de David!.[35]

Todo esto ha suscitado dudas interpretativas sobre la naturaleza y el origen del ritual descrito en estos capítulos. Ambas cuestiones, naturaleza y origen, están relacionadas pues la forma de las oraciones y el desarrollo del ritual recuerdan a las ceremonias judías relacionadas con las comidas y de cuya evolución pudo formarse el ritual eucarístico cristiano. En concreto se establecen paralelismos entre (Did 9) y las oraciones judías conocidas como Berakoth y Amidá. Asimismo entre (Did 10) y Birkat Hamazón. En cuanto a la naturaleza del ritual, no está claro de si se trata de un ágape, una eucaristía o alguna de las posibilidades intermedias.[36]

Sección disciplinar editar

 
Representación de un profeta por Piero della Francesca.

Los capítulos 11-14 de la obra forman la sección disciplinar. En ella, el didaquista da una serie de instrucciones relativas a la organización de la comunidad. Se trata de una de las partes que más interés ha suscitado entre los estudiosos porque la formación de la jerarquía eclesiástica tripartita (obispos, presbíteros y diáconos) en las comunidades cristianas primitivas es un proceso del que no se sabe demasiado y la comunidad del didaquista parece estar a medio camino entre la organización asamblearia paulina y el episcopado monárquico de Ignacio de Antioquía, constituyendo una suerte de eslabón perdido en la historia de la Iglesia. Las primeras comunidades paulinas, formadas a mediados del siglo I, tenían una estructura asamblearia. Los miembros se reunían en la asamblea (ekklesia) y, a través de esos encuentros, se desarrollaba la vida comunitaria. Aparte de esto, dichas comunidades eran visitadas de manera ocasional o periódica, por maestros que impartían enseñanzas, orientaban a la comunidad y oficiaban las celebraciones. Estas personas eran llamadas apóstoles, aunque no formasen parte estrictamente del círculo de los doce. Con el paso del tiempo, las comunidades se estructuraron formando órganos de gobierno y representación que cristalizaron en la jerarquía tripartita. A comienzos del siglo II, las cartas de Ignacio de Antioquía muestran unas Iglesias estructuradas en torno a sus obispos, los cuales ocupan ya un lugar monárquico. La comunidad del didaquista ocupa, por su organización, un lugar intermedio entre estos extremos. Por una parte se mencionan apóstoles, doctores y profetas (Did 11,3), elementos característicos del tiempo asambleario, de los que dice:

Recibid a todo apóstol que llegue a vosotros como si recibieseis al Señor (Did 11,4).

Pero, al mismo tiempo, aconseja elegir obispos y diáconos (Did 15). El documento parece testigo de una época de transición dentro del cristianismo primitivo. Al menos, así lo interpretó Adolf von Harnack en 1884, cuando publicó su comentario de la Didaché. El didaquista detalla a continuación algunas cautelas que deben guardarse hacia los apóstoles: Puede estar un día con vosotros y, si tiene necesidad, quedarse dos. Si se queda tres, es un falso profeta (Did 11,5). Cabe pensar en la existencia de charlatanes y falsos predicadores que iban de comunidad en comunidad aprovechándose de la gente. Añade luego, de manera taxativa: Si pide dinero, es un falso profeta (Did 11,6).

La frontera entre las atribuciones de la jerarquía local y los profetas itinerantes es bastante difusa en la Didaché. Los profetas pueden celebrar la eucaristía (que sería, a priori, tarea de los obispos y la jerarquía local) (Did 10,7). A su vez, los obispos y diáconos pueden profetizar (Did 15,1).[37]No está claro el papel de los doctores y los profetas en esta economía mancomunitaria, pues el didaquista no necesitaba mencionarselo a sus destinatarios. En general se atribuye o supone a los doctores la facultad de enseñar y a los profetas el hecho de hablar en espíritu, signifique lo que signifique.

Adolf von Harnack no sólo vio en la Didaché un testimonio de la transición entre dos órdenes comunitarios sino que postuló un conflicto entre ambos. De alguna forma, el desarrollo de esas jerarquías locales pudo, según él, competir con el orden representado por los apóstoles, profetas y doctores itinerantes. Hoy en día las opiniones son parecidas en lo que respecta a esa transición, pero se matiza el enfrentamiento, arguyendo que en realidad no hay huella alguna de él en la obra.

El epílogo escatológico editar

 
Imagen de la bestia en el Apocalipsis de Bamberg.

La última parte de la obra es un pequeño apocalipsis. Consta de un único capítulo donde el autor hace una exposición admonitoria sobre lo que sucederá al final de los tiempos. Su contenido es, por tanto, escatológico pero también soteriológico pues, al tiempo que describe ese final, amonesta a los miembros de la comunidad para que se mantengan alerta:

...de nada servirá todo este tiempo en la fe, si no sois perfectos en el último momento (Did 16,2).

Los elementos propiamente apocalípticos son similares a otros escritos del género: aparición de falsos profetas y corruptores (Did 16,3), trueque del amor en odio (Did 16,3), acrecentamiento de la maldad (Did 16,4), aparición del seductor del mundo[38]​ obrando signos espantosos, ruina de la tierra bajo una impiedad suma (Did 16,4), condenación de muchos y salvación de unos pocos, los fieles, en tamaña tribulación (Did 16,5). Después de retratar el apogeo del reino del mal, prosigue con la instauración definitiva del reino del bien: Entonces, aparecerán los signos de la verdad (Did 16,6). Tres son esos signos, según el didaquista. Uno visible, otro audible y, el tercero, la resurrección de los muertos (Did 16,6). Después:

…el mundo contemplará la llegada del Señor sobre las nubes del cielo (Did 16,8).

Así, con esta brusquedad, termina la obra. Faltan temas apocalípticos típicos de la escatología cristiana como el Juicio Final, la separación de los justos y los pecadores o la Jerusalén celeste. Aunque está inconcluso, es un texto autosuficiente que pudo ser incorporado desde un texto judío previo, también apocalíptico, y posteriormente cristianizado. Dicho material judío podría haber servido asimismo para redactar pasajes evangélicos como Mc 13, Mt 24,10-31 o 2 Tes 3,12[39]​ que tienen el mismo carácter apocalíptico.

La Didaché en los Padres de la Iglesia editar

Hasta su descubrimiento y publicación en 1883, la Didaché se conocía sólo de manera indirecta, a través de las obras de los Padres de la Iglesia. En realidad no se conocía, porque algunos Padres como Eusebio de Cesarea citaban sólo su nombre:

...entre los libros unánimemente rechazados están los Hechos de Pablo, el Pastor de Hermas, el Apocalipsis de Pedro y las llamadas Doctrinas de los apostoles (HE III 25,4).[40]

mientras que otros como Clemente de Alejandría citaban sólo su contenido, mencionando vagamente que provenía de la escritura. A pesar de estar presente en las obras de los Padres de la Iglesia, la Didaché se encontraba, a todos los efectos, perdida y no podía deducirse su contenido a partir del título ni el título a partir de su contenido. Se sabía que en la antigüedad había existido una obra intitulada Enseñanzas o doctrinas de los apóstoles, citada por Eusebio y otros Padres, que había sido descartada del canon bíblico junto con otras obras. Al publicarse la Didaché, se reconoció su presencia en diversos lugares y numerosas piezas que andaban dispersas pudieron agruparse. La investigación del documento estimuló, además, la aparición de otros que, hasta entonces habían pasado desapercibidos. Minúsculos fragmentos de papiro con apenas unas palabras, fueron examinados con lupa. El resultado fue un afloramiento documental que alimentó la investigación patrológica durante décadas.

Los primeros compases de la investigación sirvieron para poner de manifiesto la relación de la Didaché con otros documentos, siendo los principales: la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas, la Didascalia, las Constituciones apostólicas, los autores de la Escuela de Alejandría y el historiador Eusebio de Cesarea.

La Epístola de Bernabé editar

La Epístola de Bernabé es un escrito con apariencia de carta que, desde siempre y sin que se sepa la razón, la tradición cristiana ha atribuido al Apóstol Bernabé. Se trata de un escrito muy antiguo, a decir de los investigadores, que pudo ser redactado en la era apostólica. Se especula que no toda la carta, pero sí un núcleo primero, pudo ser escrito en efecto por Bernabé para después sufrir ulteriores adiciones hasta conformar el escrito actual. La Epístola de Bernabé es un escrito paganocristiano, ajeno por completo a la inquietudes judeocristianas de la Didaché. Si ésta última intentaba conciliar o acercar en alguna medida la práctica del judaísmo y el cristianismo, la epístola de Bernabé es un escrito polemizante cuyo propósito es demostrar que el cristianismo es la religión verdadera, en detrimento del judaísmo. Se trata, pues, de escritos nacidos en ambientes distintos y con miras muy distintas que, sin embargo, comparten la Instrucción de los dos caminos. El texto que abre la Didaché y que ocupa los primeros seis capítulos (Did 1-6) se reproduce con algunos matices en los capítulos finales de Bernabé (Bern. 18-20). Si la Didaché empieza diciendo: Dos caminos hay en la vida, el de la vida y el de la muerte (Did 1,1), Bernabé lo hace de la siguiente guisa:

Dos caminos hay de enseñanza y poder, el de la luz y el de las tinieblas.
Bern 18,1

Añadiendo después una glosa angelológica ausente en la Didaché:

…en uno están los ángeles de Dios, portadores de luz, y, en el otro, los de Satanás.
Bern 18,1

Esta similitud fue advertida de inmediato por los investigadores y explicada en términos de una dependencia, bien mutua, bien de un tercer escrito anterior a ambos.

Hermas editar

Dentro de la sección evangélica (Did 1,3)-(Did 2,1) existe una frase que aparece asimismo en el Pastor de Hermas.

A todo el que pide, dale pues el Padre quiere que todos reciban de sus dones. (Did 1,5)
Da a todos. Pues Dios quiere que se dé a todos de sus propios dones (Mand 2, 4).

Aunque no se trata exactamente de la misma frase, el parecido es suficiente para que los investigadores hayan postulado alguna dependencia entre ambos escritos, lo que afecta indirectamente a la datación relativa entre ellos. El Pastor de Hermas es un documento con una datación bastante precisa y segura (mediados del siglo II). Si se demostrase que el didaquista tomó ese contenido del Pastor, la Didaché se habría redactado, como muy pronto, en el año 150 d.C. y las hipótesis sobre su antigüedad se vendrían abajo. Si la dependencia fuese al revés y se demostrase que el Pastor tomó ese contenido de la Didaché, entonces la Didaché habría sido redactada como muy tarde en el año 150 d.C. Caben otras posibilidades. La primera es que el didaquista y el Pastor bebiesen de una fuente común anterior a ambos en cuyo caso la datación del Pastor no influiría en la de la Didaché. La segunda es que el pasaje de la Didaché citado más arriba sea una interpolación. El pasaje (Did 1,3)-(Did 2,1) que contiene la frase es problemático porque no aparece en algunas recensiones de la Didaché.[41]​ Esta ausencia ha hecho que los críticos se pregunten si ese pasaje formaba parte originalmente de la obra o se trata de un interpolación posterior. De no formar parte de la obra, holgaría completamente suponer dependencia alguna entre la Didaché y el Pastor de Hermas pues dicha dependencia sería aparente y debida tan sólo al hecho fortuito de que alguien que no fue el didaquista introdujo, quizá después de uno o más siglos, ese fragmento y esa frase.

Didascalia y Constituciones editar

La Didascalia apostolorum, también llamada Doctrina católica de los doce apóstoles y de los santos discípulos de nuestro Salvador, es un documento más tardío, del siglo III, antes del año 250, que entra dentro del género de las regulaciones eclesiásticas. El texto original griego se ha perdido excepto por algunos fragmentos sueltos. Se conservan sin embargo, diversas traducciones, entre ellas una traducción siríaca que fue publicada por Paul de Lagarde en 1854 a partir del Codex Sangermanensis y otras en árabe, latín y etiópico. Se han señalado numerosas dependencias con la Didaché que señalarían un terminus ante quem bastante seguro para esta última.

Por su parte, las Constituciones apostólicas es otro escrito anónimo del siglo IV, compuesto de ocho libros en los que su autor recopiló algunos tratados anteriores. Los libros I-VI toman su contenido de la Didascalia, mientras que la Didaché se encuentra recogida, con modificaciones y adiciones sustanciales, en el libro VII, cosa que no se supo, por otra parte, hasta que se descubrió la Didaché.

Los alejandrinos editar

Clemente de Alejandría tiene varios pasajes relacionados con la Didaché. Uno de ellos ocurre en Stromata 1 100 4, donde transcribe en apariencia un pasaje de la Didaché (Did 3,5) diciendo que la considera parte de la escritura (é graphé).

Οὗτος κλέπτης ὑπὸ τῆς γραφῆς εἴρηται. Φησὶ γοῦν· υἱέ, μὴ γίνου ψεύστης· ὁδηγεῖ γὰρ τὸ ψεῦσμα πρὸς τὴν κλοπήν
Ese tal es calificado de ladrón por la Escritura. Se dice también: Hijo, no seas mentiroso, pues la mentira lleva al robo.[42]

La única diferencia con la Didaché es que aquí se dice hijo y la Didaché dice Hijo mío. La escritura que Clemente dice estar citando parece ser la Didaché. Si fuese así, la Didaché sería anterior a él y, además, el propio Clemente estaría indicando que la consideraba como Escritura, es decir, como libro bíblico. Eso significaría que en la época y la zona de Clemente de Alejandría la Didaché gozaba de la consideración de libro inspirado, al modo de los evangelios o las cartas de Pablo. No es de todos modos un pasaje incontrovertido porque también se ha argüido que Clemente podría estar citando Jn 10,8. En otro punto de su obra, dice Clemente: Yo te conduzco por la vía de la salvación. Abandona el camino del error. Sigue entonces, hijo mío, el buen camino que yo te describiré.[43]

Lo que parece aludir a la doctrina de los dos caminos. Asimismo, en el himno final del Pedagogo, Clemente habla del la santa recompensa de la doctrina de la vida.[44]​ Sobre este tema la polémica es si la cita es de la Didaché y, en caso de que así sea, si la Didaché no está citando un texto más antiguo. Existe otra cita en Quis diver salvetur? (29,4) donde Clemente habla del vino de David, expresión usada en la oración eucarística de la Didaché.[45]​ Orígenes, por su parte, también tiene una cita sobre el vino de David. (Hom in Jud 6 2): antequam verae vitis, quae ascendit de radice David, sanguine inebriemur.[46]

La Didaché en la Patrología editar

Nada más publicarse la Didaché comenzó una investigación que se ha prolongado más de un siglo, dando lugar a fructíferos estudios sobre el cristianismo primitivo. La consideración de la Didaché durante el siglo XX ha oscilado como un péndulo entre dos extremos de aceptación, siendo el polo actual más parecido a la posición adoptada por los eruditos a finales del siglo XIX que a la que estuvo vigente durante la década de los 30, antes de la Segunda Guerra Mundial. Las dudas en torno a la Didaché tardaron treinta años en concretarse y otros treinta en resolverse, y sólo lo hicieron porque el descubrimiento en 1948 de los Manuscritos del Mar Muerto modificó radicalmente la percepción que se tenía de la obra. La posición crítica respecto a su autenticidad, sostenida por Joseph Armitage Robinson y un grupo de eruditos ingleses, fue superada cuando Jean Paul Audet examinó en profundidad el material acumulado hasta esos momentos, sentando así las directrices que siguen a grandes rasgos la investigación actual. De ser una obra desahuciada por los críticos, la Didaché ha pasado a convertirse desde entonces en una obra clave para entender la evolución del cristianismo primitivo.

1884 Adolf von Harnack y las primeras investigaciones editar

 
Adolf von Harnack

Adolf von Harnack publicó en febrero de 1884 un extenso trabajo sobre la Didaché titulado Die Lehre der zwölf Apostel nebst Untersuchungen zur altesten Gechuchte der Kirchenverfassung und des Kirchenrechts (Leipzig, Hinrinchs, 1884). Además de ofrecer la primera traducción al alemán, elaborada sobre el texto de Bryennios, Harnack escribió un extenso prolegómeno donde trató diversos temas.

1.- La historia de la Didaché en la Iglesia y su transmisión en el manuscrito de Constantinopla.[47]​ Harnack expuso las conexiones de la obra con los Padres de la Iglesia.

2.- Los títulos, los destinatarios y la finalidad del escrito.[48]​ Una de las cuestiones primeras y más naturales fue dilucidar porqué la obra había sido transmitida con dos títulos y cuál de los dos era el auténtico.[49]​ Para Bryennios, el título primitivo de la obra era el largo que, con el tiempo, generó el título corto por un proceso de contracción coloquial. También Harnack pensó así. La razón aducida fue que el título largo estaba embebido en el primer párrafo de la obra, formando parte de ella, mientras que el titulo corto precedía al texto como una línea independiente que podía haber sido añadida posteriormente con más facilidad.

3.- Disposición y contenido del escrito.[50]​ Según Harnack, la Didaché contenía claves esenciales para entender la evolución de la Iglesia desde una estructura apostólica a una ministerial.

4.- Las fuentes del escrito.[51]​ Para Harnack, el didaquista había utilizado en la composición de su escrito el Antiguo Testamento, los Evangelios, la Epístola de Bernabé y el Pastor de Hermas.[52]​ Bryennios también opinaba que la Didaché dependía de Hermas pero otros eruditos como Theodor Zahn y Funk dieron prioridad a la Didaché.

5.- El contexto. Tiempo y lugar de la composición.[53]​ Donde Harnack postuló un origen egipcio para el documento.

Harnack incluyó como apéndice dos fragmentos procedentes de un leccionario de la abadía de Melk (Mellicensis 597) que parecían contener una traducción latina de la Didaché, en concreto (Did 1,1-3) y (Did 2,2-6). Dichos fragmentos habían sido publicados siglo y medio antes por Bernardo Petz en su obra Thesaurus anecdotorum novissimus (1721) y, ahora, Oscar von Gebhardt los había rescatado del olvido. Los fragmentos pertenecían a un códice de los siglos X u XI, con una traducción antigua, quizá del siglo III. Estos fragmentos sugerían cierto uso de la Didaché durante el medioevo en la Iglesia de Occidente.

En los años siguientes, se dieron a conocer cuatro nuevas versiones en cuatro nuevos idiomas. En 1888, M. Amelinau publicó un relato de la vida del abad Schnudi, el fundador del Monasterio Blanco de Atripe.[54]​ Incrustado en dicho relato se encontraba una traducción árabe de (Did 1-4) que, a su vez, era una traducción del {{titref|copto|«…Did I-IV…» «…copto…» (Ruiz Bueno 1979:33). En 1900 se produjo uno de los descubrimientos clave que, a la postre, decantarían la balanza en la disputa que, sobre la Didaché, iba a comenzar pocos años después. Joseph Schlecht descubrió la abadía de Freising (Monacensis 6264 una versión latina de la Didaché que contenía una traducción de la sección de los dos caminos (Did 1-6). Un año después, el mismo Schlecht publicó un estudio. Esta versión latina se llamó la Doctrina apostolorum. En 1904, Horner dio a conocer otra versión bastante libre de la Didaché, incorporada en la recensión etíope de los Cánones apostólicos. Dicha versión contenía los pasajes (Did 11, 3) a (Did 13,7) y (Did 8,1-2).

Esta multiplicidad de versiones, sugería una gran difusión del escrito en la antigüedad y la Edad Media. La existencia de los dos fragmentos latinos conservados en monasterios medievales era indicio de un cierto uso catequético o litúrgico de la obra en Occidente. Las versiones árabe y etiópica implicaban por su parte una expansión de la obra hacia el Africa y Arabia. En 1901, después de 18 años de investigación, el veterano erudito católico F. X. Funk afirmaba:

No hay nadie que niegue que el escrito exhibe la impronta de una suma antigüedad.[55]

1912 Joseph Armitage Robinson y las primeras dudas editar

 
Circuncisión de Jesús niño.

En 1912, Joseph Armitage Robinson publicó el primero de su tres trabajos sobre la Didaché. En aquel primer artículo, Robinson dejó de lado los problemas que planteaba la Instrucción de los dos caminos, asumiendo que era un documento judío que había sido cristianizado y se concentró en la constitución eclesiástica. Robinson opinaba que el autor de la Didaché tenía al lado el NT y que tomó de él aquello que le pareció bien, disfrazando sin embargo esos préstamos y las condiciones de su tiempo. De esta forma, y en contra de la opinión inicial de Adolf von Harnack, la Didaché sería un fraude que no reflejaría realmente nada de las condiciones del ministerio cristianismo. Según Robinson, el didaquista pretendía dar una imagen de la forma en que las Iglesias gentiles fueron instituidas por los apóstoles y por eso utilizó hasta donde pudo unos preceptos que pudieran justificarse usando los escritos de la era apostólica. Pretendía dar una imagen primitiva con objeto de abogar en la Iglesia de su tiempo por un retorno a la simplicidad inicial del cristianismo. Aunque su tesis fue expuesta con brillante elocuencia, y mucha gente consideró la posibilidad, no hubo avances al respecto. Algún profesor contemporáneo comentó que no sabía qué le impresionaba más, si la ingenuidad del didaquista o la de Robinson al intentar desenmascararlo.

En 1920, Robinson pronunció unas conferencias en la Universidad de Dublín, que serían su segundo trabajo.[56]​ En ellas desarrolló la tesis de que la Epístola de Bernabé era obra de un único autor, por su unidad de estilo y contenido, por el uso dado a otros documentos como la Epístola a los Efesios. Al ser así no quedaba más remedio que concluir que el didaquista había tomado su doctrina de las dos vías del Bernabé y también algún material de Hermas. Según él, Hermas dependía de Bernabé y la Didaché de ambos. También puso en duda que Clemente de Alejandría citase el escrito sino que se trataba de una cita bíblica o de un apócrifo. En esta ocasión, para apoyar su tesis sobre la impostura de la Didaché, adujo pruebas de que el material de las dos vías no podía provenir de unas instrucciones morales de carácter oral o escrito establecidas en la era apostólica sino que, a lo sumo, podrían representar lo que los apóstoles de esa Era podrían haber establecido para la conversión de los gentiles. Según esto, no existió nunca una tradición basada en las dos vías sino que el didaquista se limitó a coger los materiales contenidos en la Epístola de Bernabé pero de manera incongruente. En general, sus tesis no fueron bien recibidas pero, entretanto se siguieron publicando nuevas versiones de la obra.

En 1922, se publicaron nuevos fragmentos de la versión griega procedentes de uno de los papiros de Oxyrrinco, en concreto en el nº 1782. Dicho papiro contenía (Did 1,3-4) y (Did 2,7 a 3,2), fragmentos éstos incluidos en la sección evangélica de los dos caminos. La importancia de este papiro es que confirmaban que la sección evangélica formaba parte de la Didaché pues, hasta su descubrimiento, el H54 era la única recensión de los dos caminos que contenía esta sección y se dudaba de su autenticidad.

En abril de 1924, G. Horner publicó un nuevo fragmento de la Didaché, esta vez en copto. El papiro que contenía el texto (P. London Or. 9271) había llegado un año antes al Museo británico procedente de Egipto, de un lugar cercano a Oxyrrinco. Consistía en una sóla hoja de 11,25 pulgadas de ancho por 1 pie y 5,25 pulgadas de alto. En el anverso, había escritas dos columnas de texto con 29 y 32 líneas respectivamente y una tercera en el dorso, mucho más corta, de sólo 18 líneas. Estaba escrito con caligrafía uncial cuadrada gruesa e irregular, sin unión entre las letras en un dialecto fayúmico, redactado con cierta libertad a modo de extracto de la obra. El fragmento editado empezaba en la sección litúrgica en la bendición final eucarística (Did 10,3) y acababa en la sección disciplinar (Did 12,2). El texto copto seguía mayormente el original griego excepto por una bendición adicional del crisma (óleo), contenida asímismo en las Constituciones apostólicas, pero ausente del manuscrito de Jerusalén.

But concerning the words with the aroma (oinment) give thanks thus as we say We give thanks to thee, O Father, concerning the aroma (ointment), this about which thou showedst us throught Jesus thy son.[57]

La aparición de esta nueva versión añadía una pieza más al puzzle de la diversidad de recensiones de la obra, que no sería la última. En 1931 se conoció una versión georgiana de la obra traducida del griego por un obispo llamado Jeremías. (Ruiz Bueno 1979:33) Quedó preservada en un manuscrito del siglo XIX cuya traducción fue hecha entre los siglos V al X. Es la única versión completa además de la contenida en el manuscrito de Jerusalén. Fue publicada por G. Peradse en 1931.

Mientras tanto la investigación tomó otros derroteros. En 1929, Muilemburg, otro erudito del cristianismo, tomó partido en el asunto defendiendo las posiciones críticas asumidas por Robinson. Según él, la datación de la Didaché debía retrasarse al menos un siglo y se debían revisar muchas páginas de la historia del cristianismo. Siguiendo la misma línea Dom Connolly publicó en 1932 un artículo sobre el cap 5, el camino de la muerte de la Didaché. Estos autores empezaron a dar forma a una corriente crítica que defendió la completa falsedad de la obra. Según ellos, la Didaché era obra de un falsario que la había compuesto a finales del siglo II o principios del III, con la intención de falsear una enseñanza. Dom Connolly aventuró que la Didaché era obra de un montanista. Robinson murió en 1933 mientras preparaba un trabajo conjunto con Connolly. Dicho trabajo fue publicado en 1934 en el JTS. En los siguientes años se mantuvo la discusión pero, para entonces, la Didaché había caído en el descrédito.

1948 Los rollos de Qumrán. Nueva luz editar

 
Cuevas en Qumrán, a orillas del Mar Muerto.

En 1948 se descubrieron cerca del Mar Muerto unas cuevas con diversas vasijas que guardaban manuscritos en su interior. Estos manuscritos, preservados en forma de rollos pertenecían en su mayor parte a la biblioteca espiritual de una comunidad esenia judía anterior en uno o dos siglos al cristianismo. Hoy se conocen como los Manuscritos del Mar Muerto o de Manuscritos de Qumran. Uno de ellos, catalogado como 1QS[58]​, resultó contener una nueva recensión de la Instrucción de los dos caminos. Eso significaba que todas las versiones conocidas hasta entonces no eran otra cosa que la cristianización de una doctrina judía preexistente. Dos siglos antes de ser escritas la Didaché o la Epístola de Bernabé existía la Instrucción de los dos caminos lo que deshacía la jerarquía cronológica que había relegado la Didaché al siglo III. La Epístola de Bernabé y la Didaché eran obras independientes que habían tomado ese material de una tercera fuente. Incluso la versión latina de la Doctrina apostolorum no era una traducción latina de la Didaché sino una versión independiente procedente de esas mismas fuentes judías. Al deshacerse la dependencia con la Epístola de Berrnabé, todo el material reunido hasta entonces necesitó una profunda revisión. En 1958 Jean Paul Audet publicó un extenso estudio sobre la Didaché[59]​ que, a la postre, marcaría la nueva tendencia. Un estudio posterior de Helmut Köstler cuestionaría a su vez la dependencia con el Evangelio de Mateo, explicando las similitudes entre ambos escritos por el hecho haberse gestado en un mismo ambiente. Esta cuestión sigue de todos modos pendiente de resolver.

Además de demostrar que Bernabé y la Didache dependían ambas de una fuente judía, Audet fue el primero en examinar la autenticidad de los títulos. Si hasta entonces se había tomado como bueno el título largo, Audet puso en duda la autenticidad de ambos. Pero si los dos títulos eran falsos, también lo era que el didaquista hubiese intentado adscribir su enseñanza a ninguna autoridad. Según Audet, el título original de la obra era sencillamente:

Enseñanza de los apóstoles.

Y con ello no quería significarse otra cosa que se trataba de una enseñanza dada por esos maestros, doctores y apóstoles itinerantes mencionados en la obra. Unas enseñanzas recogidas por el didaquista en su obra para uso de la comunidad. De esta forma habría sido conocida y citada por los Padres de la Iglesia: Las enseñanzas de los apóstoles como decía Eusebio. Siglos después, algún copista añadió el numeral:

Enseñanza de los doce apóstoles.

alterando con ello el sentido de la obra. Más tarde, por un proceso de amplificación, se construyó el título largo, teniendo en mente el contexto dado por Mateo 28,19:

Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles.

En su momento el manuscrito alterado debió llegar a las manos de León, copista y pecador, quién la incorporó al Manuscrito de Jerusalén que, ocho siglos después, descubriría Bryennios. A la vista de las nuevas pruebas y teorías, la Didaché se reveló finalmente como lo que parecía ser en un principio, una regulación comunitaria del siglo I. Atrás quedaron el descrédito y las dudas. Desde entonces, y ante la posibilidad de que sea anterior a muchos libros del Nuevo Testamento, esta obra ha sido objeto de un vivo interés y de muchos estudios. Actualmente es considerado el escrito más importante de los Padres apostólicos y casi el único testigo de una época, la segunda mitad del siglo II que, en lo que se refiere al cristianismo, sigue siendo desconocida.

Notas editar

  1. Un ejemplo puede verse en esta publicación.
  2. «...Διδαχή τών δώδεκα ἀποστόλων...» (Quasten 2004:38)
  3. «...Διδαχή τού κυρίου διά τών δώδεκα αποστόλων τοΐς ἔθνεσιν...» (Quasten 2004:38)
  4. El término didaquista fue introducido por Joseph Armitage Robinson («for brevity's sake») (Robinson 1934:226) para mencionar al anónimo autor de la Didaché.
  5. Connolly sugería intereses montanistas por parte del autor.
  6. Brown (p. 179) transcribe las tres versiones griegas.
  7. Fragmentos de ella han sido encontrados en Egipto, Siria, Etiopía y Asia menor. (Draper 1991:347)
  8. «Se llaman Padres Apostólicos los escritores cristianos del siglo I o principios del siglo II, cuyas enseñanzas pueden considerarse como eco bastante directo de la predicación de los Apóstoles...» (Quasten 2004:50) El término es equívoco porque designa indistintamente a los autores y a sus obras y, en ocasiones, sólo a las obras pues algunas de ellas, como la Didaché, son anónimas.
  9. De la traducción inglesa del título griego. (Schaff 1885:4)
  10. Joachim, que después sería Patriarca de Constantinopla. (Schaff 1885:289)
  11. Desde 1883, se alzaba en la márgen derecha del estuario la emblemática figura del edificio del colegio, conocido como el «Castillo rojo» a causa de su color y su perfil almenado. El edificio había sido promovido por griegos ricos y patriotas. El colegio, sin embargo, era una institución varias veces centenaria donde estudiaban tradicionalmente los hijos de las familias ortodoxas griegas.
  12. Bethmann en 1845, M. Guigniant en 1856 y H. O. Coxe en 1858 (Schaff 1885:8). Durante el siglo XIX, el interés de las nuevas ciencias por la literatura antigua motivó batidas por todos los monasterios y bibliotecas, tanto públicas como privadas.
  13. 6.564 - 5.508 = 1.056
  14. Dicho códice es el más importante de una familia de varios códices dependientes de un único arquetipo.
  15. «It now seems strange to us that the document thus announced attracted so little attention.» (Hitchcock 1884:iv)
  16. «...which had entirely disappeared, with the exceptions of a few referentes to it among the Greek Fathers.» (Schaff 1885:10)
  17. «I learn from a friend in Constantinople (Feb 16, 1885) that: Bryennios is now in Nicomedia and not allowed to come to Constantinople,...» (Schaff 1885:9)
  18. Jerusalén, por ejemplo, fue destruida por los romanos en el año 70 d.C. después de una rebelión corta, pero sangrienta, en la que los judíos intentaron recobrar su independencia. Es un hecho bien atestigüado y de datación segura. Para los judíos supuso el final del reino y su dispersión por el mundo conocido. Para los cristianos, testigos asimismo de esos hechos, fue la confirmación de que los judíos habían caído en desgracia por haber crucificado a Jesús de Nazaret. Diversos pasajes evangélicos aluden a esa guerra en forma de profecías.
    ...días vendrán sobre ti (Jerusalén) en que te rodearán de trincheras y te cercarán por todas partes y no dejarán en ti piedra sobre piedra... (Lc 19,43-44)
    Cuando viereis a Jerusalén cercada por los ejércitos, entended que se aproxima su desolación. (Lc 21,20)

    Estos comentarios sirven para establecer un "terminus post quem" para esos evangelios, es decir, un límite primero y seguro para el tiempo de su redacción. En el caso de la Didaché, la falta de mención a este hecho trascendental hace pensar que fue compuesta más bien antes del año 70 d.C.

  19. «With the exceptions of Harnack, who holds for Egypt, however, all these writers agree that the place of origin was probably Syria.» (Burke p. 502) (Thomas 1)
  20. (Ruiz Bueno 1979:31).
  21. En el manual de disciplina de Qunram (1 QS 3,13-4,26), el Testamento de Asher, Derek Erets (Drapper 2006:179)
  22. Epistola de Bernabé (cap 18-20), Doctrina apostolorum, Epitome, Vida de Shenudi (Draper 2006:179)
  23. Draper 2006:179
  24. Robinson 1934:226
  25. Ruiz Bueno 1979:36
  26. (Draper 2000:122)
  27. De esta forma lo llamaba también el Pseudo Dionisio.
  28. Ríos, fuentes o la orilla del mar. (Ayán 2000:23)
  29. (Ayán 2000:23)
  30. (Ruiz Bueno 1979:41)
  31. (Drapper 2006:179)
  32. La traducción inversa de Mateo sugiere que el original arameo contendría un título y cinco estrofas de dos versos. (Brown p. 178)
  33. (Drapper 2006:179)
  34. Los evangelistas Mateo y Lucas dedican un capítulo de sus escritos a desgranar la genealogía de Jesús de Nazaret, a quién hacen descender del Rey David.
  35. Drapper 2006:180
  36. Se han propuesto hasta seis escenarios distintos para explicar el sentido de la misma: un ágape o comida de acción de gracias, una eucaristía, una comida sentida como sacramento por la comunidad, un ágape seguido de una eucaristía, una eucaristía seguida de un ágape, una oración para después de la comida practicada por un grupo ascético. (Riggs 1984:86)
  37. (Thomas 2)
  38. En ningún momento se le menciona con el término, más paulino o joánico, de anticristo.
  39. Ayán 1999:65
  40. (Ruiz Bueno 1979:31)
  41. Aparece, por ejemplo, en la versión griega del manuscrito de Jerusalén y en el papiro 1782 pero no se encuentra en la versión latina ni tampoco en la Epístola de Bernabé.
  42. (Hictchcock 1923:397)
  43. «I lead you by the way of salvation. Abandon the way of error. Follow then, my child, the good way which I shall describe you.» (Hicthcock 1979:379)
  44. «…the holy rewards of the doctrine of life…» (Hitchcock 1923:379)
  45. (Creed 374)
  46. «…antequam verae vitis, quae ascendit de radice David, sanguine inebriemur…» (Creed 1938:374)
  47. Die Geschichte der Didache in der Kirche und ihre Überlieferung in der constantinopolitanischen Handschrift. (Harnack 1884:289)
  48. Der Title, die Adresse und der Zweck der Schrift. (Harnack 1884:289)
  49. Precedentes de esta cuestión los había ya en otros documentos como el Evangelio de Marcos.
  50. Die Disposition und der Inhalt del Schrift. (Harnack 1884:289)
  51. Die Quellen der Schrift. (Harnack 1884:290)
  52. (Harnack 1884:65)
  53. Die Gemeinzustande. Zeit und Ort der DIDAXH. (Harnack 1884:290)
  54. Monuments pour servir à l‘histoire del Egypte chrétiene aux IV o V siécles. Publicado en Mémoires publiées par les membres de la mission archéologique au Caire 1888. (Ayan 1999:26)
  55. «Scripturam summae antiquitatis speciem prae se ferre hodie nemo est qui negat.» (Creed 1938:370)
  56. Barnabas, Hermas and the Didaché. (Bartlet 1921:239)
  57. «But concerning the words with the aroma (oinment) give thanks thus as we say We give thanks to thee, O Father, concerning the aroma (ointment), this about which thou showedst us throught Jesus thy son.» (Horner 1924:231)
  58. 1 QS 3,13-4,26. (Drapper 2006:179)
  59. La Didaché, Instructions des apôtres. Paris 1958. (Ayán 1992:29)

Bibliografía editar

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