Moiras

personificaciones del destino en la mitología griega

En la mitología griega, las Moiras (en griego antiguo: Μοῖραι Moîrai ‘repartidoras’) eran las personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las Parcas o Fatae, las Laimas en la mitología báltica y las Nornas en la mitología nórdica. Vestidas con túnicas blancas[1]​ y de semblante imperturbable, su número terminó fijándose en tres.

Las tres Moiras. Relieve, tumba de Alexander von der Mark, por Johann Gottfried Schadow. Antigua Galería Nacional, Berlín

La palabra griega moira (μοῖρα) significa indistintamente ‘destino', ‘parte', ‘lote' o ‘porción', en referencia a su función de repartir a cada mortal la parte de existencia y de obras que le corresponden en el devenir del cosmos. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, y aún después en el Hades.

Los griegos afirmaban variadamente que las Moiras eran hijas de seres primordiales como Nix (la Noche), Caos o Ananké (la Necesidad) —H. J. Rose escribe que Nix era la madre de las Moiras[2]​ y de las Erinias en la tradición órfica—, pero algunos mitógrafos posteriores fueron tan diametralmente opuestos como para afirmar que las Moiras eran hijas de Zeus, bien junto con Ananké o bien junto con Temis (la Justicia) o Nix, como Hesíodo señala en un pasaje.[3]

Otros teónimos

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Referencias
Aisa o Esa Ya desde la Teogonía las Moiras son tres hermanas pero nunca son citadas por este nombre en los textos homéricos. En su lugar el poema usa el nombre femenino Aisa o Esa (Αἶσα) — el Hado— , de raíces micénicas.[4]​ Aisa es mencionada dos veces en la Ilíada: «y luego sufrirá lo que el Hado (Aisa) dispuso, hilando el lino, cuando su madre te dio a luz»;[5]​ y de nuevo: «ya que, cuando le di a luz, el Hado (Aisa) poderoso hiló de esta suerte el estambre de su vida».[6]
Pepromene Homero también utiliza la forma Pepromene (Πεπρωμένη) — la suerte que le corresponde a cada mortal de manos del destino—: «Zeus y los demás dioses inmortales saben para cuál de ellos tiene el Destino (Peproméne) preparado la muerte».[7]
Himarmene Posteriormente los estoicos y gnósticos utilizarían la forma Himarmene (Εἱμαρμένη), esto es, el hado o destino en su sentido de sucesión ordenada de las causas y efectos o, en un sentido más general, del destino del universo como todo, en oposición al destino individual de los seres.

Mitología

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En principio, las Moiras eran concebidas como divinidades indeterminadas y abstractas, quizá incluso como una sola diosa. En la Ilíada de Homero se habla generalmente de "la Moira", que hila la hebra de la vida para los hombres en su nacimiento[8]​ (μοῖρα κραταιή, moîra krataiḗ: ‘poderosa Moira’).[9]​ En la Odisea hay una referencia a las Klôthes (Κλῶθές) o hilanderas.[10]​ En Delfos sólo se rendía culto a dos: la moira del nacimiento y la de la muerte.[11]​ En Atenas, la diosa Afrodita era considerada la mayor de ellas en su aspecto de Afrodita Urania, según la Descripción de Grecia de Pausanias.[12]

Una vez que su número se hubo establecido en tres,[13]​ los nombres y atributos de las Moiras quedaron fijados:

  • Cloto (Κλωθώ, ‘hilandera’) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Dicen que fue Atenea a quien Cloto había asignado una virginidad sin matrimonio ni hijos.[14]Estacio dice que tiene un «corazón de acero» (inmisericorde).[15]Píndaro dice que Cloto sumergió al infante Pélope en su caldero y le restituyó su paletilla con marfil.[16]
  • Láquesis (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) medía con su vara la longitud del hilo de la vida.[17]​ Se dice que Láquesis, la de áurea diadema, fue enviada de parte de Zeus para mediar un acuerdo entre éste y Helios, asignándole la isla de Rodas como lote.[18]​ Se dice que a quien Láquesis toca su cuna con mano de mal agüero, muere joven.[19]​ Séneca dice que Láquesis mantiene los decretos de su rueca que ninguna mano puede revertir. Todas las cosas se mueven en un camino señalado, ya marcadas desde el primer día.[20]​ El hilo de Láquesis se vuelve más decrépito conforme la edad comienza a hacer mella.[21]
  • Átropo o Átropos (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’, literalmente ‘que no gira’)[22]​ era quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con sus «detestables tijeras» cuando llegaba la hora. En ocasiones se la confundía con Enio, una de las Grayas.[23]​ Es a quien va referida la expresión "la Parca" en singular. Estobeo usa la forma Aisa en vez de Átropo.[24]​ Se dice que es «la más pequeña, no en modo alguno una diosa grande, si bien era más importante que las otras y más vieja».[25]

Aulio Gelio interpreta, de manera tardía, a las Parcas en base a las Moiras.[26]​ Así las individualiza como Nona (Cloto), Décima (Láquesis) y Morta (Átropos). Nona era responsable del embarazo, Décima de la duración de la vida y Morta de la muerte.[27]​ También se presentaron en Calidón ante Altea: «Entonces ellas sentenciaron el destino del infante (Meleagro): Cloto alegó que sería noble, Láquesis que sería valiente, pero Átropo, observando el tizón que ardía en la leña, dijo que el niño vivirá tanto tiempo como aquel tizón permanezca sin consumirse».[28]​ Láquesis, Cloto y Átropo cantaban en armonía: Láquesis sobre el pasado, Cloto el presente y Átropo el futuro.[1]

En cuanto a su ascendencia, no hay tradiciones fuertemente establecidas. Hesíodo dice que «en segundo lugar Zeus se llevó a la brillante Temis que parió a las Horas, las cuales protegen las cosechas de los hombres mortales, y a las Moiras, a quienes el prudente Zeus otorgó la mayor distinción, a Cloto, Láquesis y Átropo, que conceden a los hombres mortales el ser felices y desgraciados.[29]​ Pero más tarde el mismo autor les concede otra filiación: «parió igualmente la Noche, sin acostarse con nadie, a las Moiras, vengadoras implacables: a Cloto, a Láquesis y a Átropo que conceden a los mortales, cuando nacen, la posesión del bien y del mal y persiguen los delitos de hombres y dioses».[30]Quinto expresa que «porque las hijas del sagrado Caos, las Moiras, habían hilado para ellos en su nacimiento, aun siendo inmortales, tal disposición divina».[31]Epiménides alega que «Crono de mente retorcida tomó en matrimonio a la joven Evónime; de él nació la áurea Afrodita de hermosos cabellos, y las Moiras inmortales y las Erinias de variopintos dones».[32]​ Los poetas latinos Higino y Cicerón hace a las tres Parcas (Parcae) hijas de la Noche y el Erebo. [33]Tzetzes opina, en cambio, que nacieron de la Noche y el Tiempo.[34]​ A Ananké, como diosa que representa la fuerza ineludible del destino, se la imagina filosóficamente como madre de las Moiras, quienes cantan las cosas del devenir: Láquesis sobre las cosas que fueron, Átropos sobre las que son, pero Cloto sobre las que aún no han sucedido.[35]​ Finalmente, según Atenágoras y Licofrón, Océano y Gea engendraron a las Moiras;[36]​ y para los órficos las Moiras, los Cíclopes y los Centímanos son todos hermanos.[37]

En la tradición griega se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. Originalmente podrían haber sido diosas de los partos, si bien esta función acabaría asumida por la deidad de origen minoico Ilitía; paralelamente, la posterior adquisición de su papel como señoras del destino las vincularía y a la vez diferenciaría de otras divinidades de la muerte propiamente dicha, como Tánatos y las Keres. Por ello, y en especial por el predominante papel de Átropos, las Moiras inspiraban gran temor y reverencia, aunque podían ser adoradas como otras diosas: las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas.

Un texto bilingüe eteocretense[38]​ tiene la traducción griega ομοσαι δαπερ ενορκίοισι (omosai d-haper enorkioisi, ‘pero puede jurar [estas] mismas cosas a las Guardianas de Juramentos’). En eteocretense esto se escribe —S|TUPRMĒRIĒIA, donde MĒRIĒIA puede aludir a las divinidades que los helenos conocían como las Moiras.

Diversas versiones de las Moiras existieron en los niveles mitológicos europeos más antiguos. Es imposible no relacionarlas con otras diosas hilanderas del destino indoeuropeas, como las Nornas en la mitología nórdica o la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.

Zeus y las Moiras

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Las tres Moiras matando a los gigantes Agrio y Toante. Detalle de un friso del Altar de Pérgamo (Museo de Pérgamo, Berlín).

Las Moiras también eran temidas y respetadas por los dioses. El mismo Zeus estaba sujeto a sus designios, según palabras de la sacerdotisa pitia de Delfos. Hesíodo se refería a ellas como «las Moiras, a quienes el sabio Zeus respetó con los mayores honores»,[39]​ aunque ninguna obra clásica precisa hasta qué punto exacto los propios inmortales estaban sometidos a sus dictámenes.

Sin embargo, en contraposición a este punto, un supuesto epíteto del rey de los dioses, Zeus Moiragetes (‘Zeus Dador de Destino’), fue plasmado en el siglo II por Pausanias a raíz de una inscripción que contemplara en Olimpia:

Cuando se llega al punto de partida de las carreras de carros, hay un altar con la inscripción "Al Dador de Destino".[40]

También se refirió a los relieves esculpidos en el templo de Zeus en Mégara, citando que «sobre la cabeza de Zeus están las Horas y las Moiras, y todos pueden ver que es el único dios obedecido por éstas». Igualmente advirtió que había un santuario de las Moiras a las puertas de Tebas, contiguo al de Zeus;[41]​ mientras que el del dios contaba con representación escultórica, el de la tríada no.

De los testimonios de Pausanias y de esta segunda vertiente genealógica se infiere la preeminencia de Zeus respecto de las Moiras y su potestad. Ello no se correspondería con lo que nos ha llegado de los cultos y tradiciones más antiguos, en los que se nos presenta a las Moiras como divinidades primigenias o ctónicas al margen del devenir y de la voluntad del resto de dioses, insertas en el ámbito de los principios prístinos e inamovibles del universo. Es probable que dicha aproximación se deba a un intento de modificar los mitos originales para que encajaran con el más tardío sistema patriarcal olímpico.

Esta postura tampoco era aceptable para Esquilo, Heródoto o Platón, que consideraban a Zeus conocedor y administrador del destino de los hombres en tanto soberano del orden establecido, pero no decisor último del mismo. En efecto, tanto él como el resto de inmortales podían dispensar al ser humano dichas, aflicciones, recompensas y castigos; pero a menudo éstos no harían sino responder a lo ya establecido de antemano por las Moiras. En cualquier caso, lo que cada hombre podría o no conseguir a lo largo de su existencia, el límite temporal a ésta y su finalidad predeterminada eran competencia exclusiva de esta trinidad.

Representación

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Las tres Moiras, o El triunfo de la Muerte. Tapiz flamenco, 1520 d. C. aprox., Victoria and Albert Museum, Londres.

Se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas: Cloto, portando una rueca; Láquesis, con una vara, una pluma o un globo del mundo; y Átropos, con unas tijeras o una balanza.

En otras ocasiones se les atribuye la apariencia de tres viejas hilanderas, o de tres melancólicas damas (una doncella, una matrona y una anciana, respectivamente). Shakespeare se inspiró en este mito para crear las tres brujas que aparecen en Macbeth, cuya intervención es determinante en el destino del protagonista.

Esta apariencia de mujer anciana también fue utilizada en la escultura Cloto (Camille Claudel) realizada en 1893 por Camille Claudel en la que aparece representada la más joven de estas Moiras enredada en su propia red.

Bibliografía

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  • En su álbum premier, Emerson, Lake & Palmer, la banda homónima dedica una pieza instrumental en tres partes, llamada The Three Fates (Las Tres Parcas), a estos personajes mitológicos. Las partes, escritas por Keith Emerson, son:
    • Clotho - The spinner of the thread.
    • Lachesis - She who measures the thread.
    • Atropos - The one who cuts the thread.

Véase también

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Notas y referencias

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  1. a b Platón: República 617c
  2. Rose (1928), pág. 24.
  3. Teogonía 904.
  4. M. Nilsson. (1967). Die Geschichte der Griechischen Religion Vol I, C.F.Beck Verlag., Műnchen pp. 363–364
  5. Ilíada XX, 127
  6. Ilíada xxiv. 209
  7. Ilíada III, 309
  8. Ilíada XXIV, 209.
  9. Ilíada XVI, 334.
  10. Odisea VII, 197.
  11. Kerényi (1951), pág. 32.
  12. PAUSANIAS: Descripción de Grecia I, 19, 2.
  13. La consideración de que eran tres cobró fuerza en el siglo II: cuando Pausanias visitó el templo de Apolo en Delfos, con Apolo y Zeus acompañados cada uno por una Moira, señaló que «hay también imágenes de dos Moiras, pero en lugar de la tercera a su lado aparecen Zeus Moiragetes y Apolo Moiragetes.»
  14. Telestes, fragmento 805 (citado en Ateneo, Banquete de los eruditos), en Greek Lyric volumen V
  15. Estacio: Tebaida 3, 552 ss
  16. Píndaro, Olímpicas 1. 27 ss
  17. Estacio, Silvas 3. 4. 40 ss
  18. Píndaro: Olímpicas VII
  19. Estacio, Silvas 2. 1. 120 ss
  20. Séneca, Edipo 980 ss
  21. Estacio, Tebaida 3. 642 ss
  22. Compárese con la antigua diosa Adrastea, la ‘ineludible’.
  23. Viene la ciega Furia con las detestables tijeras,
    y corta la vida finamente hilada.
    MILTON, John: Lycidas, l. 75.
  24. Greek Lyric V Anonymous, Frs. 1018 (de Estobeo, Anthology); Fragmento anónimo de lírica griega arcaica (PMG 1018)
  25. Hesíodo: Escudo 260 ss
  26. Ivy Livingston: A Linguistic Commentary on Livius Andronicus. Routledge. p. 7. ISBN 978-1-135-92401-0.
  27. J. Murray: A Commentary, Mythological, Historical, and Geographical on Pope's Homer, and Dryden's Aeneid of Virgil. 1829. p. 429.
  28. Higino: Fábulas 171
  29. Hesíodo, Teogonía; Apolodoro, Biblioteca 1, 1, 3
  30. Hesíodo: Teogonía 217; Esquilo: Euménides 961, Himno Órfico 59
  31. Quinto de Esmirna: Posthoméricas 3, 755
  32. Teogonía de Epiménides; Tzetzes sobre Licofrón, Alejandra 406 (Scheer); escolio a Sófocles, Edipo en Colono 42
  33. Higino: Fábulas, prefacio; Cicerón: De Natura Deorum 3.17
  34. Tzetzes, sobre Licofrón, 406
  35. Platón: República 617C
  36. Atenágoras, 15; Licofrón, 144
  37. Atenágoras: Pro. Christ. 18, 6
  38. La inscripción, del Delfinion de Dreros, actualmente desaparecida, fue publicada por: Henri van Effenterre (1946). «Inscriptions archaïques crétois». Bulletin de correspondance hellénique (en francés) (París) (70): 602-603. OCLC 290806160. 
  39. Hesíodo: Teogonía 901.
  40. Descripción de Grecia V, 15, 5.
  41. Hay un santuario de Temis con una imagen de mármol blanco; contiguo hay un santuario de las Parcas, mientras el tercero es de Zeus del Mercado. Zeus está hecho de piedra; las Moiras no tienen imágenes.
    Descripción de Grecia IX, 25, 4.

Enlaces externos

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  • Las Parcas, en el mismo sitio.