Mercado del jueves (Beas de Segura)

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El mercado del jueves en Beas2 fue instituido por Juana I de Castilla, en Valladolid, el día 12 de julio de 1513, a través de una concesión en la que se hace merced y da licencia para celebrar un mercado franco, libre de alcabalas todos los jueves del año, en el sitio que eligiese el Concejo de la villa; para cualquier vecino o forastero que vendiese o comprase cualquier género de mercadería. Esto suponía para la villa de Beas ser el centro comercial de toda la comarca de la Sierra de Segura y de otros pueblos colindantes, ya que era el único mercado que se celebraba semanalmente con carácter oficial en la zona. Actualmente se celebra el mercado los jueves por la mañana en la Avenida del Mercado.

Mercado del jueves en Beas de Segura [1]
El jueves

Plaza Nueva
Localización
País España
Localidad Beas de Segura
Dirección Avenida del Mercado
Datos generales
Apertura Todos los jueves del año
Cierre Ninguno
Desarrollador La mañana del jueves
Gerencia Ayuntamiento de Beas de Segura
Establecimientos Venta ambulante (diversos productos)
Tiendas ancla 66 puestos
Superficie 1,55 km²[2]

Antecedentes históricos

 
Portalillos junto a la Plaza Nueva donde durante algunos siglos se celebraba Mercado antes de la concesión por Juana I.
 
Vista del Paseo de Beas, donde se han sucedido varios nombres: Paseo del Mercado, Paseo del Generalísimo y actualmente Paseo de la Constitución.
Lugar elegido para celebrar el Mercado del jueves hasta el último tercio del siglo XX.
 
Juana I de Castilla

Los antecedentes más antiguos se encuentran en las relaciones de pueblos, mandadas hacer en 1575 por Felipe II. En ellas, en el capítulo LVIII, dice:

Feria no la tiene la dicha villa, salvo un mercado franco el jueves de cada semana, y es franco de alcabala, así para los vecinos, como para los forasteros, por merced especial de la serenísima reina doña Juana, madre del emperador Carlos V; la cual concedió a la dicha villa, estando en la ciudad de Valladolid a quince días del mes de jullio de mil quinientos trece años, en recompensa de muchos grandes e leales servicios que la dicha villa había hecho e hizo a la Corona de Castilla, e como consta del mismo título e merced del dicho mercado franco. Firmado de la dicha serenísima reina doña Juana.[3]

En marzo de 1513 se reunieron Cortes en Navarra, una vez conocida la bula papal del 18 de febrero emitida por Julio II (un mes antes de su fallecimiento), en ella excomulga expresamente a los reyes de Navarra.[4]​ Entre junio y julio de 1513 se dictaban en Valladolid una serie de órdenes, nombramientos y mercedes para Canarias principalmente dirigidas a su gobernador, Lope de Sosa.[5]​ También hubo una Junta en Valladolid donde se acordó entre otras cosas que las nuevas conquistas fueran con autorización papal, sometiendo de esta forma a los indígenas a la fe cristiana.[6]​ La propia reina Juana I de Castilla emitió las Leyes de Valladolid con fecha 28 de julio de 1513.[7]​ Celebrándose asimismo en Valladolid el Capítulo General de la Orden de Santiago, al que asistieron los Trece de la Orden, entre ellos, Íñigo López de Mendoza, II Conde de Tendilla y Gonzalo Fernández de Córdoba, I Duque de Sesa, más conocido como el Gran Capitán, ambos muy vinculados con Beas, además de Miguel Pérez de Almazán, como Caballero y Secretario de la Orden de Santiago, y Comendador de Beas, Encomienda que le había sido otorgada en 1501.[8]

La Encomienda de Beas

Estaba constituida por la villa de Beas y cierto número de localidades (Allozar, Natao, Torre Losanco y Santa Rufina). Conquistada al tiempo que el Valle del Segura, fue donada en primera instancia a don Juan de Osma, canciller de Fernando III, el cual la permutó a la Orden de Santiago en 1239 por ciertas heredades en Castilla la Vieja, quedando vinculada con el Campo de Montiel, y así se mantuvo hasta el primer tercio del siglo XIX, pues formaba parte del Partido de Villanueva de los Infantes. El solar era apropiado para la producción frutera, aunque no era auto suficiente en cereal. Tenía una buena fortaleza, bien pretilada y almenada, con varias torres en rededor, la principal de ellas la Abejuela, que daba al arrabal. La villa no estaba cercada, aunque era de fácil defensa por su retraimiento, existiendo una villeta donde habitaban varios vecinos, en la que se refugiaban todos en tiempos de guerra. Se reserva el Comendador los derechos de la jurisdicción, las carnicerías, los monopolios, diversos censos inmuebles y raíces, estando constituida la principal partida por los diezmos, en especial, por los ganados y cáñamo. Su valor era grande en un principio, aunque tan solo se había duplicado en 1525. El Maestre sólo llevaba el pedido. La iglesia se levantaba de nuevo en 1495, estando dedicada a Nuestra Señora de Gracia, mientras las seis ermitas existentes estaban bajo la advocación de San Sebastián y Santa Rufina, San Juan, San Agustín, Santa María y San Miguel. Había un monasterio de franciscanos y un convento de Clarisas. Ocupaba el tercer lugar en importancia de toda la Provincia. En 1468, tenía cuatro mil habitantes, lo que al decir de los Visitadores, la situaban como la mejor villa de la Provincia, después de Ocaña, pero en adelante no haría más que perder población; solo en 1575 logró recuperar el tope inicial. El número de caballeros de premia era el mayor de las actuales localidades giennenses, solo en pugna con Siles, lo que se corresponde con el número posterior de hidalgos. Sin embargo, la mayoría de la población era pobre, y solo unos pocos privilegiados superaban los 7000 ducados de cuantía.[9]

Existía la encomienda desde 1329 aproximadamente. Cuatro importantes linajes se sucedieron en ella: Valderrábanos, Enríquez, Almazán y Suárez de Figueroa. Comendadores de Beas:

Señorío de Maella

Miguel Pérez de Almazán, había comprado la villa de Maella, convirtiéndose en el I Señor de dicha villa, Trece de la Orden de Santiago, y Secretario de Estado de Fernando el Católico, lo que le otorgaba una estrecha relación con el rey, al igual que con la Corte, donde prácticamente todos los negocios de Estado pasaban por sus manos; entre otros, la intervención en el matrimonio de la futura Juana I de Castilla con Felipe de Habsburgo, como en una carta lo manifiesta la propia Juana I, ya viuda, en la que dice así:

Los grandes trabajos que, con mucho cuidado y diligencia y fidelidad, tuvisteis en toda la negociación y contratación del casamiento del rey, mi señor que santa gloria haya, y mío, desde que se comenzó a tratar hasta que se concluyó, que todo pasó por vuestra mano y buena industria, de que yo soy buen testigo de vista, y lo recibí de vos en muy señalado servicio.

Almazán fue el intermediador a la muerte de la reina, entre Fernando el Católico y su yerno Felipe, apaciguando las enemistades entre ambos. En definitiva era una persona de confianza, en que podía delegar el rey con la plena seguridad de que no le defraudaría en cualquiera de los negocios que le encomendase. Participó en las negociaciones de los Reyes Católicos con Colón en Santa Fe, firmando las Capitulaciones junto a Juan Coloma, su protector, a quien Almazán sustituyó a su muerte en la secretaría de estado, manejando desde entonces gran parte de los negocios de Castilla y todos los asuntos internacionales en exclusividad.

A la muerte de Almazán en abril de 1514, su mujer, Gracia, y sus dos hijos, Miguel y Juan, cayeron en el olvido, pues el rey murió en 1516, y no fue hasta que Carlos V, reconociera la valía de Almazán, y se preocupara del único hijo que quedaba, Juan, al cual le otorgó la Encomienda de Beas en 1525, que la mantuvo hasta el año de su muerte en 1547, en la que Carlos V, se la entrega a la Casa de Feria.

La Casa de Feria
 
Blasón de los Figueroa

A mediados del siglo XV los Figueroa ya moraban en Beas, ostentando importantes cargos, aunque en aquella época eran caballeros de segundo orden, conviniendo a los reyes rodearse de la nobleza media. Por 1430 los Manrique emparentaron con los Figueroa por lazos matrimoniales, así Rodrigo Manrique casó con Mencia de Figueroa, siendo los padres de Jorge Manrique, y Fadrique Manrique casó con Elvira de Figueroa, y tuvieron por hija a María, que casó con Gonzalo Fernández de Córdoba, apodado el Gran Capitán. El 22 de octubre de 1547, Carlos V nombra a Gómez Suárez de Figueroa, Comendador de Beas por fallecimiento de Juan Pérez de Almazán. Años más tarde continua al servicio de Felipe II, dándole el título de Capitán de la Guardia, de sus Consejos de Estado y de Guerra y Gentilhombre de Cámara. Acompaña al rey a Inglaterra a los esponsales con María Túdor,[10]​ donde casaría con una de las damas de la reina, luego es nombrado Miembro del Consejo de Estado, siendo una figura cercana y de confianza del rey. En recompensa a sus méritos el 16 de enero de 1559 le transmuta la Encomienda de Beas (concedida a Juan de Ayala), por la más rentable de Segura, vacante por Pedro Portocarrero. Antes, en 1552 había heredado el título de V Conde de Feria por la muerte de su hermano Pedro Fernández de Córdoba Suárez de Figueroa. En 1567 el rey le otorga a Gómez el título de Duque, culminado así su larga trayectoria. Tras ser nombrado Gómez Comendador de Segura, ya en 1565, Beas pasa a formar parte del partido de Segura, residencia del gobernador.

El Concejo de Beas

 
Escudo de Beas. Descripción: El Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Beas

A la concesión del título de Villa se dotó de término por privilegios y repartimientos, en estos términos pasaba a ejercer el Concejo por medio de justicia y regidores cierta autonomía municipal derivada de la concesión de privilegios que la Orden de Santiago otorgaba a sus vecinos, con la intención de que se constituyese una comunidad gobernada por ellos mismos como incentivo a su permanencia, aunque bien existían ciertos límites, por poderes superiores como jueces territoriales o el Consejo de las Órdenes.

La estructura del Concejo estaba representada por la figura del Gobernador, que residía en Villanueva de los Infantes, teniendo potestad para abocar las causas en cualquier villa de su jurisdicción. El consistorio lo constituían los regidores, variando el número dependiendo la importancia del lugar, dos alcaldes ordinarios, formando parte también fieles ejecutores, procuradores, alguaciles, alcaldes de la hermandad, escribanos, mayordomos. Estos se reunían periódicamente, rigiéndose por Leyes Capitulares y Ordenanzas, para el buen funcionamiento de la villa.

Alcaldes ordinarios

Los alcaldes estaban obligados a impartir justicia conforme marcan las leyes y ordenanzas y hacer cumplirlas a los vecinos. También entendían de causas civiles y criminales de aquellos delitos que no fueran de pena de muerte, destierro o confiscación de bienes, y en el caso de sentencia, se dejaba el derecho de apelación al Gobernador.

Regidores

La autoridad y potestad de los regidores venía legitimada y configurada por una posición privilegiada, dominando el control político y la actividad económica de la villa donde ejercían sus funciones, que eran la regulación y administración de las Ordenanzas municipales, de los pósitos públicos, de las sisas, derramas y repartimientos que se hacían a los vecinos, dándoles acceso a propios y comunes, arrendamientos, e incluso a la posesión de bienes y derechos.[11]

Marco religioso

 
Sello de la antigua Vicaría de Veas Verae Nullius.

Fue Vicaria al hacerse la Orden de Santiago poseedora de la villa de Beas y después de haber sido permutada en 1239 al obispo Juan de Osma; el Consejo de Órdenes estableció una vicaria que gozaba de jurisdicción Verae Nullius, lo que representaba que la villa no estuviese sujeta a ninguna potestad eclesiástica. Este hecho fue posible debido a una bula papal concedida a dicha orden por el papa Alejandro III, la cual les otorgaba derechos sobre las tierras conquistadas. Por este método, el consejo nombraba a un vicario residente en Beas, el cual tenía la obligación de visitar periódicamente las villas que se encontraban bajo su jurisdicción y cuyo superior era el prior del Convento de Uclés.

En 1242, Fernando III trasladó la Diócesis de Baeza a Jaén y los límites los pasaron por Beas y Chiclana, quedando ambas excluidas,[12]​ y al mismo tiempo colindantes al Obispado de Cartagena, y así adscritas a dicha Diócesis, llegando a existir litigios entre la Orden y el Obispado. Posteriormente le agregaron a la Vicaria de Beas, la de Villarrodrigo y la de Bedmar, que les fueron enajenadas al perder sus privilegios por no realizar el vicario las visitas periódicas que le fueron encomendadas.[13]​ Al final la Vicaría de Beas pasó a la Diócesis de Jaén por una carta apostólica de fecha 14 de julio de 1873, mandada por el papa Pio X,[14]​ aunque el sello no ha dejado de utilizarse.

En 1430 se establece en Beas un convento de franciscanos claustrales en los extramuros de la villa, dotado de suficiente renta para que pudieran morar una cuarentena de franciscanos, en la más estricta regla de su Orden. En 1445 es transferido a franciscanos observantes. En gran medida este convento fue sufragado por familias nobles de Beas, así en la iglesia del convento, la Capilla Mayor se fundó en 1512 a consta de los Godínez y el retablo del altar mayor de dicha iglesia fue costeado por la misma familia dotándolo de suficiente renta.

Cerca del convento se encontraba un beaterio de la Limpia Concepción, en 1508 pasó a ser convento de Clarisas franciscanas gracias a la aportación de una viuda y sus dos hijas, todas naturales de Beas. A partir de 1554 los franciscanos pudieron ayudar espiritualmente a estas monjas, aunque económicamente vivían en la pobreza y se sustentaban de la caridad de los vecinos.

En 1495, siendo Comendador de Beas Enrique Enríquez, se reedifica la Iglesia Parroquial, dotándola con una torre mudéjar, que llegó a estar en pie hasta mediados del siglo XX. También constaba de seis capillas, una con advocación a San Pedro y San Pablo, otra a Santa Ana, que daba paso a la sacristía, otra a La Quinta Angustia, otra a La Encarnación, una quinta a Santa Catalina y la sexta a San Jorge. En ellas había enterramientos de vecinos principales de la villa. Y su Capilla Mayor estaba consagrada a Nuestra Señora de Gracia, siendo sus patrones los Rodríguez de Sandoval y Negretes. La advocación de Nuestra Señora de Gracia viene dada por Miguel Pérez de Almazán, ya que su esposa se llamaba así.

Francisco Martínez Vellón, natural de Beas, fue capellán de los Reyes Católicos. Siendo vicario de Beas construyó a su consta la ermita de San Miguel, cerca del cementerio del mismo nombre. Con el tiempo esta ermita pasó a ser Casa de la Inquisición, donde se procesaban a los vecinos con causas de esta índole.

La villa además contaba con tres ermitas fuera de la villa: una de San Bartolomé y San Sebastián, guardando voto por antiguas pestilencias, otra de Santa Justa y Rufina que hace fiesta en voto por las sequías, y otra de San Juan, que representa a los gremios artesanales de la villa. Y dos ermita más dentro de la Villa con advocación a San Agustín y la otra se encontraba en la Villa Vieja, dedicada a Santa María.

Leales servicios de la villa de Beas

En el trascurso de la toma de Baza, en Granada, (1489), no faltó la presencia de Enrique Enríquez, tío carnal del rey, y al que había bautizado la propia reina Isabel la Católica. Fue nombrado Consejero y Mayordomo Mayor del rey, y como tal, actuó en la toma de Granada, aunque en dicha campaña se hace poseedor de grandes terrenos en la parte de Baza, correspondientes a los repartimientos, comprando posteriormente más terrenos, villas y lugares, con el fin de ampliar sus posesiones.

Por aquellos años, estaba de Comendador en Beas, su hermano Fadrique; el cual no quedaba ausente de la gran empresa de reconquista que llevaba su hermano en el reino de Granada, y para tales empresas de guerras y luchas con los moros se necesitaban muchas manos, saliendo algunos de los nobles de la comarca, llevando con ellos algunos vecinos.

Años más tarde en 1491, se preparaba la reconquista de Granada, la cual culminó el 2 de enero de 1492, estando presente Enríquez en las capitulaciones de la ciudad nazarí, en recompensa de sus servicios, el rey le dio el título de Señor de las villas de Orce y Galera, que añadiría a los terrenos que ya poseía en la comarca de Baza.

Así lo cuentan los relatores de Beas en 1575:

Moyas: especialmente fue persona muy señalada y valerosa en el dicho linaje Álvaro de Moya, el cual en los tiempos pasados, que el reino de Granada era de moros, y esta villa de Beas y todo el valle del Segura, frontera, siendo Maestre de Santiago don Rodrigo Manrique, fue su Mayordomo Mayor e contador suyo el dicho Álvaro de Moya. El cual con el dicho maestre, y con su ejército anduvo en las guerras del reino de Granada, e hizo muchos efectos buenos en servicio de los Católicos Reyes. Asistiendo con él, y a su lado un hijo suyo, Rodrigo de Moya, y sirviendo como sirvieron padre e hijo, en las dichas guerras, los dichos Reyes Católicos les hicieron muchas mercedes; especialmente al hijo, Rodrigo de Moya, le dio e hizo de la villa de Torrox y Monda, con sus vasallos, que están en la axarquía de Málaga.[15]

Este relato, correspondiente al capítulo XXXVIII de las relaciones de Beas, escrito por Rodrigo de Moya, un descendiente de los mencionados; incurre en algunos datos que fácilmente se pueden comprender por haber pasado más de ochenta y cinco años de los acontecimientos. En primer lugar, cita a Rodrigo Manrique, como Maestre de la Orden de Santiago, y éste había muerto en 1476. En realidad se refería a un hijo de Rodrigo, llamado igual, pero que era Comendador de Yeste, encomienda que después pasaría a manos de Enrique Enríquez, por estar cerca de sus posesiones en Granada. La segunda es que nombra Mayordomo Mayor, título que solamente se daba al primer oficial de la casa del rey, en este caso correspondería a Enríquez, lo que denota la influencia y poder que tenía éste.

En las vejaciones de la villa, en las mismas relaciones, dicen así:

Y ten, respondiendo a lo que su Majestad manda, que se le dé algunas de las demás cosas en particular que en la dicha villa hay, que sean dignas de memoria, se dicen y certifican a Su Majestad que en el levantamiento y rebelión del Reino de Granada, en general todos los vecinos de esta villa tuvieron en ir, como fueron muchos pobladores, con armas al campo de Su Majestad y del Marqués de los Vélez, como al Duque de Sessa, en el que murieron muchos pobladores vecinos de esta villa. Y en general fue muy vejada de los asientos ordinarios de compañías que por esta dicha villa pasaban, sustentando a los soldados y capitanes, y dándoles bagajes a costa de los dichos vecinos populares. Y fue tanta la costa que a esta dicha villa iba dándoles, sin poder, que se entiende y ha visto haber mucha quiebra en las haciendas de los dichos vecinos, y algunos totalmente perdidos y pobres, llevándoles sus bestias y perdiéndolas, y no poderlas haber, ni obrar. Porque como esta villa era paso para el dicho Reino de Granada[16]

Por lo que Juana I de Castilla se refería a estos acontecimientos en que estuvieron vinculados vecinos de Beas. La buena diplomacia, y la amistad que unía a Miguel Pérez de Almazán con la reina, fue el detonante para tal concesión, además de los propios intereses del Comendador respecto a Beas.

Conclusiones

El rey era el único que tenía potestad –regalía– para establecer nuevos mercados. Así lo expresaba Alfonso X el sabio, en las Partidas, estableciendo:

Ferias e mercados en que usan los omes a fazer vendidas, e compras, e cambios, non las deuen fazer en otros lugares, si non en aquellos que antiguamente acostumbraban fazer. Fueras ende, si el rey otorgasse por su priuilegio, poder a algunos lugares de nueuo, que las fiziesen.[17]

Al recortar los Reyes Católicos, gran parte de los derechos que poseían las villas, y al hacerse administradores perpetuos de las órdenes militares, algunas villas y lugares pequeños sufren un retroceso en cuanto a número de habitantes, es el caso de Beas, que a principios del siglo XVI, pierde parte de su población, y con el fin de recuperar una estabilidad, era crear mercados francos, estimulando de esta forma la vida mercantil, el tráfico y movimiento que lleva consigo, favoreciendo la prosperidad, y el crecimiento de la población.

El mercado ha estado sometido a las estructuras jurídicas necesarias para protegerlo y defender sus relaciones mercantiles, y para garantizar la seguridad de quienes acudían a él para negociar mercancías. Por eso el mercado medieval es un lugar determinado para intercambios de productos y de relaciones comerciales en una fecha periódicamente fijada, al mismo tiempo que su organización ofrece una serie de garantías y seguridad con la intervención pública, que corría a cargo del Concejo, el cual disponía con autoridad la marcha del tráfico, regulaba la provisión del mercado, fiscalizaba y garantizaba los convenios, imponía los precios, etc, en cumplimiento de sus propias Ordenanzas.

Aspectos económicos

Los Reyes Católicos advirtieron el enorme patrimonio económico y por tanto la gran capacidad de influencia que habían acumulado las Órdenes Militares, en especial la de Santiago. Con el doble propósito de reducir el poder nobiliario y de paliar la ruina económica y patrimonial de la Corona de Castilla (causada por las continuas concesiones regias a los nobles), Fernando e Isabel incorporaron a la Corona los Maestrazgos de las Órdenes de Calatrava (1487), Santiago (1493) y Alcántara (1494), por concesión vitalicia del pontífice Inocencio VIII. Años más tarde (4 de mayo de 1523), una bula del papa Adriano VI vinculaba los Maestrazgos de estas tres Órdenes Militares a la Corona castellana con carácter perpetuo.

Una vez que se reconquistó Granada y unificado el territorio castellano, ya sin enemigos, las Órdenes Militares dejaron de ser necesarias, lo que supuso su declive, quedando cumplida su misión, transfiriendo de esta forma los cuantiosos bienes que habían acumulado durante la reconquista a la autoridad real, así las tierras, villas, lugares y castillos pasan a formar parte de la Corona, y con ello la nobleza tuvo que someterse al poder real. Las Órdenes llegaron a ser una institución honorífica, y una vez incorporados los Maestrazgos a la Corona, se creó el Consejo de las Órdenes Militares, concediendo en ocasiones sus bienes en encomiendas o señoríos de la Orden de Santiago, como es el caso de Beas.

El descubrimiento del Nuevo Mundo repercutió también en todos los aspectos, generando con este acontecimiento la entrada de nuevos cultivos adaptándose bien al clima y al terreno, y con ello un cambio de hábitos alimenticios con la introducción de nuevos productos como el tomate, maíz, tabaco, etc, que en pocos años estaban integrados plenamente en las costumbres cotidianas. No ocurrió lo mismo con la patata, que no fue hasta el siglo XIX cuando empezó a adaptarse a la gastronomía. El siglo XVI fue testigo de un espectacular fenómeno económico llegando a todos los rincones de Castilla.

Beas desde su reconquista estaba regida por el Fuero de Cuenca desde el siglo XIII, otorgando una serie de derechos y exenciones que facilitarían la venida nuevos pobladores, quedando estos libres de cargas e impuestos mientras tuviesen casa habitada, a excepción del pago en los arreglos de murallas. Respecto a los gremios de comerciantes que reconocen dicho fuero son los que se encargan de la venta de productos básicos: panaderos, taberneros, especieros y carniceros entre otros. Dos siglos más tarde el panorama solo se ve afectado a los vendedores de textiles, ejemplo claro son los tributos pagados de viento, así el forastero pagaría un maravedí por cada vara de tela vendida.

Ordenanzas

Los mayordomos fieles o almotacenes eran los encargados de revisar periódicamente los pesos y medidas, verificando su exactitud de conformidad con el patrón establecido para cada ciudad o villa por su Concejo. La unidad de pesos y medidas era puramente local y variaba de un lugar a otro, lo que creaba serios inconvenientes cuando el comercio se ejercía en un ámbito de acción mayor que el de cada término. Pronto tuvieron los monarcas que dictar leyes comunes a todo el territorio para acabar con la anarquía que reinaba en este terreno. Con ese fin, en 1347 ordenaba Alfonso XI que en sus reinos los pesos y medidas (fueran) todos uno, dando al mismo tiempo las unidades correspondientes: el marco de Colonia de ocho onzas, para el oro y la plata; para las restantes mercancías que se vendían al peso, el marco de teja de ocho onzas. Para los paños se tomaba como modelo la vara castellana, tal y como lo poseía Burgos, prescribiéndose, además, según la medida de Toledo, la fanega de doce celemines y la cántara de ocho azumbres, para el pan, el vino y las otras cosas que se suelen medir. Poca aplicabilidad, sin embargo, debieron tener esta serie de disposiciones a juzgar por su continua repetición y confirmación por parte de Enrique II, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos.

El marco de la vida urbana. Policía urbana.

1. Urbanismo: murallas y fortificaciones, licencia de obras, calles: pavimentación, fachadas, orden en las construcciones. Caminos y puentes. Los alarifes municipales o maestros de obras. 2. La limpieza de plazas, calles, fuentes y otros lugares públicos.— Alcantarillado. 3. El emplazamiento de actividades malsanas o sucias; mataderos, tenerías, cría de cerdos, palomares, basureros. 4. Regulación de ciertas actividades y servicios; mesones, baños, mancebías.

El abastecimiento y sus condiciones.

1. Las prohibiciones de exportación o «saca». 2. El abasto de productos básicos: — Agua. Cursos de agua. Fuentes y abrevaderos. — Pan y harina. Hornos, tahonas, molinos. — Carne. Carnicerías. Venta de caza. — Pescado. Pescaderías. — Vino. Entrada de vino de vecinos y de forasteros. — Aceite. — Cal, teja, ladrillo. Madera. — Otros productos: sal, miel y cera, queso, azúcar, hortalizas y frutas. 3. Control y fijación de precios, pesas y medidas.

Comercio y mercado urbano.

1. Ferias y mercados. Seguridad en el transporte de productos. 2. Venta en tiendas, plazas y otros lugares reservados. 3. La reventa; regatones y regateras. 4. Corredores. 5. Abastecedores oficiales o «mercaderes de mantenimientos». 6. Condiciones de venta, regulación y vigilancia del comercio, en general.— Venta en días festivos.

Actividad y ordenanza de los diversos oficios.

1. La organización gremial. Veedores y alcaldes de oficios. 2. Textil: producción, distribución y venta. 3. Construcción. 4. Cuero. 5. Metal. 6. Barro, tonelería y cestería. V. Artes: plateros y orfebres. Candeleros y cereros. 8. Medicina. Especería. Botica. 9. Hostelería. 10. Transporte: carreteros, acemileros. Régimen de navíos. 11. Jornaleros y otros trabajadores. 12. Esclavos.[18]

La Feria

La concesión de la feria de Beas fue en 1782, un año después que la de Alcaudete.[19]

Empezó celebrándose los primeros días de septiembre, pasando luego a los días 17 al 20 de septiembre. Giraba en torno a la agricultura y la ganadería, ejes principales del soporte del municipio. Se trataban asuntos de aparcería, que se corroboraban para San Miguel, coincidiendo con el final del año agrícola. También se vendían o intercambiaban productos del campo y artesanos o enseres para el hogar. En el talante ganadero, se hacía una feria de ganado, -que se perdió en la década de los 70-, donde se trapicheaban, vendían o cambiaban animales, que junto a la feria de ganado de La Puerta de Segura, que se celebra continua a la de Beas, del 20 al 23 de septiembre para San Mateo, eran las dos más importantes de toda la Comarca de Segura y su entorno. Entrada la década de los 80, la feria empezó a perder ese carácter comercial, convirtiéndose más bien en lúdica, e incluso cayeron en decadencia aquellas verbenas amenizadas por los cantantes y grupos musicales más famosos del momento.

El 16 de septiembre de 1873, quedó inaugurada la ermita de la Villa, con advocación a la Virgen de la Paz, haciéndose al mismo tiempo estatutos y saliendo la Virgen en procesión ese mismo día, aunque años más tarde se trasladó la procesión al 18 de septiembre.[20]​ Desde ese año pasó a intitularse la Feria de Beas en honor a la Virgen de la Paz. Era típico el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, bailar Los Cristos, coincidiendo con el Cristo de la Vera Cruz en vísperas de la feria, -tradición que ha resurgido-.

Los productos

 
Mercado de abastos, situado junto donde se hace el mercado los jueves.

Beas, a mediados del siglo XV, era un municipio con una sólida estructura económica, donde además de la agricultura y la ganadería, tenía un buen impacto la industria manufacturera, atestiguándolo la cantidad de molinos, batanes y aceñas que había en la villa. También contaba con un importante negocio de paños y tintes, debido al fructífero cultivo del lino y del cáñamo, que eran dos productos esenciales en la economía de Beas, ello acarreaba una considerable industria textil, empleando para ello batanes, telares, tendederos, etc, en la fabricación de paños, telas y otros productos; e incluso la ganadería ocupaba un lugar importante, y con ella el curtido de pieles empleando en su elaboración el zumaque y el tanino, extraído de la corteza de algunos árboles, lo que viene a llamarse la tenería, donde se usaba el cuero para hacer odres, aljabas, botas, sandalias, aderezos para los animales de labor, etc. Esto suponía un importante comercio acompañado de importantes ingresos.

Los principales productos que se comercializaban aparte del lino y del cáñamo, eran el trigo, la cebada, el centeno, escaña y avena, que se iban rotando en la tierra. En el siglo XV, existían cuatro hornos de pan: el del Mercado, el del Arrabal, el del Repullete y el de la Morería.

Los frutales y las huertas o cañamares (que también se les llama así), eran abundantes gracias a la buena vega de tierra fértil y abundancia de agua que hay, se criaban productos hortofrutícolas de excelente calidad, aunque poco a poco han ido dando paso al olivar o a ser abandonadas, quedando en la actualidad poco terreno cultivable. Otros productos que se elaboraban eran el queso, lana, vino, miel, cera, enjambres, etc. Respecto al ganado, becerros, bueyes, caballos, yeguas, potricos y borricos; ganado lanar y cabrío, pollos y lechones, etc.

En la parte baja del término de Beas la tierra es arcillosa, y por tanto propicia para la fabricación de tejas, ladrillos, tubos de arcilla, etc, que se elaboraban desde principios de la primavera hasta la finalización del verano, así quedan topónimos como Las Tejeras o La finca de la Teja. Últimamente iban asociados estos trabajos a las campañas de aceituna y al finalizar la molturación se empezaban a fabricar, principalmente en la Orujera de Beas y la Fábrica de Santa Isabel, aunque ya existían tejares. En la construcción de viviendas se empleaban mucho los adoves, que se hacían artesanalmente a pie de obra con un molde, mezclando barro y paja y era muy utilizada también la toba por su gran abundancia y fácil manejo.

La abundancia de yesares en la zona y cerca de la población, facilitaba la extracción del yeso para cerca construir caleras y hacer la cal. De las canteras se extraía una piedra de muy buena calidad.

El aceite de oliva

Estructura social

Nobleza

Desde la reconquista, Beas estuvo marcada por una capa social dominante, que durante siglos ejerció su supremacía y poder, si bien, la villa en un principio fue una donación hecha por Fernando III a Juan de Osma y posteriormente permutada a la Orden de Santiago en 1239. Al ser por entonces un territorio de frontera, se concedieron una serie de exenciones y privilegios, que propiciaron la llegada de nuevos moradores acogiéndose a dichas ventajas, muchos de ellos favorecidos por ciertas prebendas y servicios a la corona. Aunque Beas estaba bajo el dominio de la Orden de Santiago, no fue impedimento para que desde el siglo XIII se estableciera una nobleza de segunda clase muy influenciada por otra de más alto rango.

Es a partir de la entrada en Castilla de la Casa de Trastámara, cuando se suceden familias como Negrete, Ulloa, Figueroa, Godínez, Moya, Bedoya, Sandoval, entre otros, y van adquiriendo una cierta facultad y dominio propiciados por amistades y parientes cercanos al poder. En el siglo XVII esta hegemonía va desapareciendo poco a poco, producto en gran medida por la extinción de algunos privilegios y una agravada crisis económica que llevó a la decadencia española, perdiéndose así ese feudalismo que imperaba, por un nuevo movimiento cultural e ideológico como fue la Ilustración, generando otro grupo social que dio paso a una oligarquía con importantes recursos que por su influjo se hizo pronto del dominio local.

Clero

Durante parte del siglo XV y todo el siglo XVI en adelante, hubo en Beas un importante número de frailes y monjas, tanto de franciscanos, como de clarisas, que se incrementó en 1575 con la fundación de un nuevo Convento de la Orden de Carmelitas, y en 1578 con los descalzos que moraron en el sitio del Calvario de la misma Orden. Pasando por Beas Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, dejando impregnada una huella a su paso, que aún perdura con la presencia de la comunidad que sigue activa.

Con la entrada de las tropas francesas en Beas tras la guerra de la Independencia ocasionó graves trastornos siendo quemados los edificios más emblemáticos, entre ellos el convento de franciscanos y el de las clarisas, corriendo mejor suerte el de las Carmelitas Descalzas, que fueron echadas, sirviendo de almacenamiento y acuartelamiento para las tropas. Con la Desamortización de Mendizábal el convento de franciscanos fue clausurado en Beas por no reunir el número suficiente de frailes, y los que quedaron fueron distribuyéndose por otros conventos de la Orden. El de clarisas pasó a manos privadas, mientras el de Carmelitas, su iglesia sirvió de Parroquia, y éstas volvieron a su convento a principios del siglo XX que fue cuando se restauró.

Pueblo llano

Representando un gran estrato social de Beas, que estaba formado por campesinos, ganaderos, comerciantes, artesanos y un reducido número de musulmanes y judíos, que poco a poco tuvieron que adaptarse a la sociedad, por una serie de edictos y rebeliones, que al final culminó con la expulsión y persecución a todos aquellos que no abrazaran la fe cristiana y no cejaran en sus rituales y costumbres. Otra parte de la población era de pobres que vivían de la caridad y limosna, solían ser niños huérfanos, viudas, lisiados y ancianos que se quedaban solos.

Los artesanos estaban formados por maestros artesanos, dueño del taller y herramientas, oficiales y aprendices, constituidos en gremios, y así había tundidores, herreros, carpinteros, tejedores, talabarteros, etc, otro grupo estaban los peones o jornaleros, carboneros, yeseros, tejeros, albañiles y también los molineros, bataneros, tintoreros, obreros de la seda, etc, los comerciantes eran tenderos, venteros, taberneros, recoveros, carniceros, etc, de ganaderos había gañanes, porqueros, pastores, muleros, etc, y los campesinos que combinaban las labores agrícolas con otras actividades que iban alternado durante todo el año. El cultivo del cáñamo y lino estaba muy arraigado en Beas, pero lo combinaban con el cereal, algunas aranzadas de olivar y productos de huerta, así como forrajeros para el ganado que tenían para su consumo, la recolección de miel. Este grupo social era considerado como pecheros, y los que pagaban los pechos, sisas, moneda forera y otras prebendas.

Evolución del mercado

 
Fachada del Juzgado de Paz de Beas de Segura, anteriormente había sido Carnicería del Concejo

El 11 de abril de 1540 se dio una Real Provisión a Juan Pérez de Almazán, comendador de la villa de Beas, concediéndole el oficio de fundidor y marcador mayor de la isla Española.[21]​ Con fecha 15 de noviembre de 1541 se dio traslado de una sentencia de la Real Chancillería de Granada en el pleito entre Juan Pérez de Almazán, comendador de Beas y el concejo y vecinos de esta villa, por la que se autorizaba a dicha villa para hacer molinos, hornos, batanes, vender vino y recibir derechos de estanco, portazgo, etc.[22]​ A la muerte de Juan de Almazán, ya en 1547, había cuatro molinos harineros: Hondonero, de la Villa, del Cubo y Nuevo, (éste último, averiado en ese año). También cuatro hornos: del Arrabal, del Mercado, del Repullete y de la Morería, además cuatro batanes, una aceña y una tenería. Y por esos años se construyó la Carnicería, perteneciente al Concejo de la Villa, como así lo atestigua el escudo de la villa de Beas en su fachada.

El siglo XVII fue decadente para el municipio, que inmerso en la crisis general de España vio como su pasado esplendoroso se iba apagando. La falta de una política sólida, la subida de los precios por las malas cosechas, la injusta presión fiscal para guerras, la corrupción, los privilegios del Clero y la emigración a Indias fueron algunos de los factores que contribuyeron a esa merma. Todo ello fue provocando el empobrecimiento local, agravando las diferencias sociales y aumentando la miseria de la mayoría de los vecinos.[23][24]

La realidad de la época se hizo patente a principios del siglo XVIII, con el comienzo de la Guerra de Sucesión. Sus aportaciones en armamento, bestias, moneda y tropas fueron continuas, a pesar de la hambruna y los infortunios que padecía.[25]​ La dinámica actividad de cueros y paños también sufrieron un notable receso a causa de la deficiente ganadería local, sin tierras para pastos, concentradas en manos de poderosos y de pesadas cargas de impuestos difíciles de soportar que gravaron a industriales y ganaderos.[26]

Ubicaciones

 
Paseo de la Constitución, llamado antiguamente Paseo del Mercado

Con anterioridad a la reconquista de Beas, ya existía en época islámica el zoco (del árabe, سوق sūq), desarrollando sus habitantes actividades y transacciones comerciales casi a diario en el tejido urbano y principalmente en los alrededores de su Mezquita Mayor, (lo que es hoy la Iglesia Parroquial), siendo el centro neurálgico, y en ocasiones extendiéndose a plazas cercanas, como la Plaza Nueva, no faltando un buen surtido de productos. Esto continuó al menos durante los siglos XIII y XIV, donde convivieron en Beas varias etnias, aportando distintas culturas como fueron la Musulmana, Judía y Castellana, manteniendo un perfecto equilibrio, teniendo cada una de ellas un estatus social legal y tolerante.

En 1351 Pedro I nombró un alcalde de sacas teniendo jurisdicción entre Ontur y Beas, sin depender de la Orden, pero actuando en su demarcación, con el fin de impedir la extracción de géneros, productos y mercaderías, para así evitar abusos.[27]​ A comienzos del siglo XVI los Reyes Católicos nombraron un Juez de los Estancos y Nuevas Imposiciones recorriendo las villas de la Orden de Santiago y suspendiendo hornos y portazguillos ilegales,[28]​ (de ahí el nombre de Portalillos, a los soportales junto a la Plaza Nueva).

Con el nuevo privilegio del mercado franco, éste en un principio se estableció en los arrabales de la villa, extendiéndose a calles adyacentes y plazas, siempre en el núcleo del municipio. Con el aumento poblacional su ubicación fue cambiando paulatinamente de emplazamiento hasta llegar a instalarse en lo que se conoce como el Paseo, llegando a llamarse Paseo del Mercado.

Después de la última riada de 1955, y por los años 60, una vez encauzado el río a su curso actual y acondicionado el Parque, el mercado se instala allí, y por último, años más tarde se traslada al sitio actual, llamándose el lugar donde se realiza Avenida del Mercado.

Actualmente

En la actualidad hay unos 66 puestos con diversos productos, que dan trabajo a 143 personas.[2]​ La parte de alimentos se ubica en frente del Mercado de Abastos y luego siguen los puestos en línea al curso del río Beas, donde hay gran cantidad de ropa y calzado principalmente y en menor proporción utensilios para el hogar, flores, bisutería, artículos de decoración, etc. La gran mayoría de los vendedores ambulantes son forasteros, exceptuando algunos que venden principalmente productos de la huerta y prendas de vestir, que son vecinos del municipio.

V Centenario

Referencias

  1. Empresa Pública para la Gestión del Turismo y del Deporte de Andalucía, S. A. Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía, ed. «Mercadillo de Beas de Segura». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  2. a b juntadeandalucia.es, ed. (2003). «El comercio ambulante en Andalucía». Consultado el 24 de abril de 2013. 
  3. Aurelio Cebrián Abellán y José Cano Valero (ed.). «Relaciones topográficas de los pueblos del Reino de Murcia (1575-1579)». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  4. (Esarte: 166)
  5. Eduardo Pedro García (27 de enero de 2013). La Gaveta de Aguere, ed. «Historia de Canarias». Consultado el 24 de abril de 2013. 
  6. Ana Manero Salvador. Centro de Estudios Iberoaméricanos, ed. «La controversia de Valladolid». Consultado el 21 de abril de 2013. 
  7. Archivo General de Indias (Sevilla) (ed.). «Leyes de Valladolid de 1513, emitidas por la Reina Juana.». Consultado el 21 de abril de 2013. 
  8. Gonzalo Fernández de Oviedo. Real Academia de Historia. Madrid 2000, ed. «Batallas Quinquenales. Tomo II». Consultado el 21 de abril de 2013. 
  9. Pedro Andrés Porras Arboleda. Dykinson, 1997, ed. «La Orden de Santiago en el siglo XV». Consultado el 18 de abril de 2013. 
  10. Marques de Siete Iglesias. Revista Hidalguía número 154-155. Año 1979, ed. «Los trece de la Orden de Santiago». Consultado el 19 de abril de 2013. 
  11. José Ignacio Ruiz Rodríguez (ed.). «Organización política y económica de la Orden de Santiago en el siglo XVII: los hombres, la economía y las instituciones en el Campo de Montiel...». Consultado el 19 de abril de 2013. 
  12. Martín Jimena Jurado, José Rodríguez Molina, María José Osorio Pérez. dialnet.unirioja.es - Universidad de Granada, ed. «Catálogo de los obispos de las iglesias catedrales de Jaén y anales eclesiásticas de este obispado». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  13. Cebada y Portillo, Camilo Tomás de la. books.google.es, ed. «Relación de la Vicaria de Beas por el presbítero de Beas». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  14. Boletín Oficial del Obispado de Jaén, año 1873. Pág. 137 ss.
  15. Aurelio Cebrián Abellán y José Cano Valero (ed.). «Relaciones topográficas de los pueblos del Reino de Murcia (1575-1579)». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  16. Aurelio Cebrián Abellán y José Cano Valero (ed.). «Relaciones topográficas de los pueblos del Reino de Murcia (1575-1579)». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  17. Jesús García Díaz - Universidad de Sevilla (ed.). «EL FENÓMENO DEL MERCADO EN LA OBRA LEGISLATIVA DE ALFONSO X EL SABIO». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  18. Miguel Ángel Ladero Quesada e Isabel Galán Parra (ed.). «LAS ORDENANZAS LOCALES EN LA CORONA DE CASTILLA COMO FUENTE HISTÓRICA Y TEMA DE INVESTIGACIÓN (SIGLOS XIII al XVIII)». Consultado el 19 de abril de 2013. 
  19. María del Mar López Pérez - Universidad de Castilla-La Mancha (ed.). «UNA APROXIMACIÓN AL SISTEMA FISCAL DEL ANTIGUO RÉGIMEN. LA RECAUDACIÓN DE TRIBUTOS EN FERIAS Y MERCADOS EN CASTILLA EN EL SIGLO XVIII». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  20. Acta de sesiones del Ayuntamiento de Beas de Segura. 14 de septiembre de 1873.
  21. ES.41091.AGI/28.7.4//PATRONATO,278,N.2,R.212
  22. AHN, OO.MM-Santiago-Uclés, carp. 357, nº 10, s. fol.
  23. Merino Murriana, Sebastián. slideshare.net, ed. «El siglo XVII español». Consultado el 18 de abril de 2013. 
  24. Sánchez Sánchez, Mercedes (2009). dialnet.unirioja.es, ed. «Cartas de Francisco de Quevedo a Sancho de Sandoval (1635-1645)». Consultado el 18 de abril de 2013. 
  25. Bel Bravo, María Antonia (2002). La Guerra de Sucesión en la provincia de Jaén. Instituto de Estudios Giennenses, Diputación Provincial de Jaén. OCLC 50338933. Consultado el 18 de abril de 2013. 
  26. Cupsa, 1980 (ed.). «Historia de Andalucía: Los inicios del capitalismo (1621-1778)». Consultado el 19 de abril de 2013. 
  27. AM. Murcia, Cart. Real, eras 1386-90, fol. 29v-30r
  28. AHN OO.MM. Lib. 1071c, fol. 260 y 277; Lib. 1073c, fol. 220 y Lib. 1077c, fol. 70 y 138

Bibliografía

  • Montalva de, Efrén (1975). Beas y Santa Teresa. Espiritualidad. OCLC 11152344. 
  • Por Jaén (Spain: Province)., Área de Cultura. (1982). Actas del I Congreso de Cronistas de la Provincia de Jaén. Diputación Provincial de Jaén. OCLC 729509790. 
  • Porras Arboleda, Pedro Andrés (1997). La Orden de Santiago en el siglo XV: la Provincia de Castilla. OCLC 38034576. 
  • Ruiz Rodríguez, José Ignacio (1993). Organización política y económica de la Orden de Santiago en el siglo XVII: (los hombres, la economía y las instituciones). OCLC 31312413. 
  • VV.AA (1999). Revista de estudios extremeños. Diputación Provincial de Badajoz. OCLC 644262050. 

Enlaces externos